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95. Indiscutiblemente Tuyo (09) por dayanstyle

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Con las manos entrelazadas sobre su regazo, Sun Youl estaba sentado en la biblioteca. Le dijeron que se quedara allí hasta que Woo Shin llegará. No le gustaba que le dieran órdenes, pero por la expresión en el rostro de Jongin no discutió. Por un instante, Sun Youl temió ver a Woo Shin, luego pensó al respecto y se encogió de hombros. No había sido su culpa. Luhan lo había engañado y luego pasó lo que acababa de pasar. Él no inició, intencionalmente, esa pelea. ¿Por qué tenía que sentarse en la biblioteca como niño regañado esperando su castigo? Se quedó completamente inmóvil cuando la puerta se abrió y Woo Shin entró. Su apariencia era muy siniestra cuando cerró la puerta y se le quedó viendo. 

—Hey —Sun Youl dijo con una vacilante sonrisa. Silencio total. Sin decir nada, Woo Shin se quedó allí por un buen rato. Daba la impresión de que estuviera intentando mantener bajo control su ira. Sun Youl jaló un hilo suelto de un lado de sus shorts, mientras esperaba. Cuando Woo Shin habló, su tono de voz era bajo y sombrío. —¿Te lastimaste? Físicamente, no. ¿Mentalmente? Dependería de Woo Shin, si alguna de las parejas le hubiera contado lo que había dicho Cresil.

Con el mismo tono bajo y calmado, pero con un toque de ira, Woo Shin dijo —¿Sabes el miedo que sentí o el absoluto pánico que me invadió, cuando me enteré que te habían llevado al Reino de los Demonios? Por lo que había atravesado, Sun Youl pensó que el miedo de Woo Shin era una subestimación. Nunca en su vida había sentido tanto miedo. Sin duda, Luhan era la encarnación del diablo. Sun Youl continuó dando evasivas. Cualquier cosa que dijera entraría en oídos sordos. Woo Shin estaba más que molesto. El hombre apretó la quijada, mientras disminuía la distancia entre ellos, pero Woo Shin se detuvo, cuando estuvo frente a él. De repente, su mal genio salió y Sun Youl alzó la barbilla, desafiándolo. No se dejaría intimidar por nadie y mucho menos por Woo Shin.

—Tú no eres mi padre. Woo Shin negó y cruzó los brazos sobre su amplio pecho. —No, no lo soy, pero soy tu pareja y mi deber es mantenerte a salvo. ¿Cómo puedo hacerlo cuando me engañas de esta forma? ¿Sabes cuán peligroso es el Reino de los Demonios? No, no lo sabes. Y aun después de mi advertencia, los seguiste ciegamente.    Sun Youl iba a excusarse, de que no había sido su decisión, pero curvó los labios. No era un traidor y no iba a culpar a alguien más, aunque fuera culpa de ese diablo. —¿Una pelea? —Woo Shin parecía tanto molesto como inquieto. —¿En serio? ¿Qué diantres te molestó tanto que comenzaste a pelear con una pandilla de demonios? Si Woo Shin le estaba preguntando, entonces nadie le había dicho nada sobre lo que habían descubierto. Podría ir a confirmarlo, pero los admiraba por mantener sus bocas cerradas. La verdad, es que pensó que divulgarían la noticia en cuanto regresaran. Key fue quien había dicho algo sobre el anterior novio stripper de Woo Shin y no estaba muy feliz por eso. Tal vez había sido el chico y no su ocupación. 

—¿Por qué empezó la pelea? A Sun Youl empezó a dolerle el estómago, mientras su corazón palpitaba más fuerte. No podía decirle. Tampoco quería mentirle, pero tampoco podía decirle el verdadero motivo. Lo mortificaba el que Woo Shin estaba furioso. Se podía imaginar lo que sentiría si el hombre lo miraba con desdén, o peor aún, con ese tipo de lujuria que tenían los hombres cuando creían que estaban mirando a una estrella del porno. No era una estrella del porno. Pero, así como nadie le creía que sólo había dormido con dos hombres en su vida, Woo Shin nunca le creería que no era promiscuo. Sabiendo cómo había reaccionado Cresil. Se moriría si Woo Shin hiciera lo mismo. No podía arriesgarse a perderlo. Prefería la ira del hombre que su repulsión.

—Responde —Woo Shin exigió. Sun Youl brincó. Woo Shin maldijo. —No hay razón para que me tengas miedo. No. Sun Youl lo que temía es que la verdad salga a luz. —Las cosas pasaron muy rápido. —Sun Youl dijo parte de la verdad, intentó que su voz sonara tan calmada como pudo—. No sé con exactitud... —Eso sí que era una total mentira. Woo Shin entrecerró los ojos hacia él y gruño. —Vuelve a intentarlo peque.—¡No puedo pensar bajo presión! —Sun Youl se levantó y se fue detrás del sofá, poniéndolo como barrera entre ellos. —¿Podríamos simplemente dejarlo como una lección?   

 Woo Shin lo alcanzó en sólo tres pasos. Estiró la mano antes de que Sun Youl pudiera escapar. Lo agarró del brazo. Intentó patear a Woo Shin, pero él alejó su pierna justo a tiempo. Sun Youl quedó atrapado entre el respaldo del sofá y su cuerpo firme. —¿Qué me vas a hacer? —A Sun Youl se le subió el corazón a la garganta. —Lo que debí haber hecho en cuanto descubrí que eras mi pareja —Woo Shin dijo en voz baja y ronca. Sun Youl inhaló con fuerza cuando lo giró e inclinó sobre el respaldo del sofá. Le bajó los shorts, exponiendo su trasero. —¿No podríamos hablarlo? —Sun Youl preguntó con un gemido. ¿De verdad quería hablarlo? Claro que no. Pero eso no impedía que su cuerpo estuviera temblando un poco. —No te muevas —Woo Shin le gruñó al oído, antes de separarse. Sun Youl observó cada movimiento del hombre. Atravesó la habitación, abrió el cajón del escritorio y... ¿eso que traía, era una botella de lubricante? Iba a preguntar porque había una botella de lubricante en el escritorio, pero por el semblante de Woo Shin mantuvo la boca cerrada. Se veía como si quisiera joderlo  para sacarle todas las respuestas. El cuerpo de Sun Youl cobró vida, sabiendo que ese era el plan del otro. Apretó el almohadón entre sus dedos, mientras su respiración se volvía más intensa.

 —Vas a decirme lo que quiero saber. Dios, ¿el hombre podría sonar más ronco? Sus labios se separaron cuando Woo Shin agarró el dobladillo de su camisa y se la quitó, mostrando su impresionante pecho y abdomen. El hombre se estiró y flexionó al atravesar la habitación, e hizo que su cuerpo se tensara desesperadamente debido a la necesidad. —¿Y si no quiero? —Su voz sonó entrecortada. Una maliciosa sonrisa se formó en la boca del hombre. —Peque, si no quieres que te muerda, no debes desafiar al lobo. Sun Youl se estremeció. —¿Estás desafiándome? —Woo Shin hizo que la pregunta se escuchara tan obscena y atractiva. Sun Youl se mordió el labio, pensando, luego asintió y la anticipación hizo que su pene palpitara.

—Lo hago. Los ojos verdes de Woo Shin, de repente, mostraron su aprobación. Sun Youl escucho como se abría una tapa, junto con la fuerte respiración de Woo Shin, cuando se acomodó detrás suyo.  

  Se retorció, cuando esos húmedos dedos se deslizaron por su pliegue. Woo Shin se apartó y luego presionó la punta de su dedo en el interior. —Qué apretado — Woo Shin dijo con salvaje satisfacción. Sun Youl hizo a un lado sus shorts y separó las piernas. Se inclinó sobre el sofá, apretando el almohadón. La punta del dedo no era suficiente. Era como darle una gota de agua a un hombre sediento. Apretó los dientes y esperó, pero Woo Shin no llegó más lejos. —Dime —Woo Shin demandó. Sun Youl apretó los labios y movió la cabeza. Woo Shin deslizó el dedo un poco más profundamente y luego lo retiró. Repitió ese paso unas veces más, antes de que otro se uniera al primero. Sun Youl jadeó, pero aun así no fue suficiente. Quería más. El castigo que Woo Shin le daba era contrario a lo que había pensado. Sin exigencias ni gritos, al menos no en un tono agresivo. Sun Youl planeaba dar altos y fuertes gemidos de placer. 

Sun Youl extendió más las piernas, entreabrió los labios y relajó su cuerpo. Gimió cuando Woo Shin movió sus dedos tan despacio, que la invasión no hizo más que  torturarlo. —¿Me dirás? —Woo Shin le mordisqueó la oreja e hizo que ardiera la sangre de Sun Youl. —Jamás. Presionando su mano entre los omóplatos de Sun Youl, Woo Shin lo inclinó hasta que lo único que evitaba que se cayera al sofá, era su mano. Hundió profundamente los dedos, moviéndolos tan fuerte y rápido que estaba a punto de venirse, casi aturdiéndolo. Frustrado, Woo Shin se detuvo antes de que de que Sun Youl pudiera explotar. 

—Quítate la camisa. Con las manos temblorosas hizo lo que Woo Shin le ordenó y tiró la prenda en el sofá. Allí estaba con nada más que sus zapatos. Rápidamente se los quitó y los dejó a un lado. —¿No te asusta que alguien entre? —Apenas pudo pronunciar esas palabras. Woo Shin movió la mano, estiró los dedos y llevó la tortura de Sun Youl a otro nivel. —Nadie va a entrar. —Woo Shin parecía estar muy seguro de eso. —¿Có-Cómo lo sabes? —Apretó los dientes y parpadeó cuando Woo Shin rozó su punto dulce. Las piernas se le volvieron fideos mojados y si el sofá no lo estuviera sosteniendo, habría colapsado.   

 —Porque —Woo Shin volvió a rozar la glándula cuando añadió un tercer dedo e hizo que Sun Youl casi babeara—, saben que estoy castigándote y no se atreverían a interrumpir.—¿Estás seguro? —Peque,  estamos  a  punto  de  acoplarnos  y  nadie  interfiere  en  un emparejamiento. Esa es la regla número uno del Ultionem—Woo Shin sutilmente le separó aún más las piernas con sus pies. —Podrías gritar a todo pulmón y, aun así, nadie abriría esa puerta. Esa declaración hizo que su corazón palpitara con más inquietud. ¿Se supone que eso debería tranquilizarlo? ¿Y si Woo Shin quería matarlo?

—Relájate—Woo Shin dijo eso tan calmadamente, que su cuerpo obedeció. El pecho de Woo Shin se presionó contra su espalda. Le costó respirar al sentir la piel del hombre, su aroma terroso y esa profunda voz. —Antes de que termine la noche medirás lo que quiero saber, pero también aprenderás cuán importante eres para mí. Arriesgar tu seguridad, no es algo aceptable. No había dudado al pensar que estaría enfadado con él. Pero nunca se hubiera imaginado que sería castigado y con sexo, ni más ni menos. ¿Realmente era un castigo cuando se encontraba a la deriva de tanto placer, por cada palabra, caricias y la creciente expectación? Confortado por la idea, de lo que quería decir Woo Shin con no hacerle daño, se relajó por completo en el sofá. —Mejor—El elogio de Woo Shin llegó directamente a su endurecido pene—. Mucho mejor. Sun Youl se mordió el labio mientras cerraba los ojos. El estiramiento ardió cuando se acordó de respirar. Desapareció la presión del pecho de Woo Shin.

 Instantáneamente, perdió calor y la seguridad que sentía estando atrapado debajo del hombre. Woo Shin volvió a ponerle la mano en su espalda y luego lo sujetó de la nuca. Manteniéndolo firmemente en esa posición, dejó de estirarlo y sacó sus dedos, sustituyéndolos por la punta roma de su pene. —Vas a entender. Te lo aseguro—Sin dudar, ni advertencia, Woo Shin se empujó totalmente en su interior. Sun Youl gritó y jaló tan fuerte la tela del sofá, que pudo haberlo destrozado. Woo Shin lo montó duro y rápido, pausó sus movimientos y luego molió sus caderas con pericia, convirtiendo el dolor de Sun Youl en increíble placer. Hasta aquí, había visto a Woo Shin como alguien gentil, amable, divertido, sexy y considerado. La forma en que entró a la habitación y asumió el mando, fue una nueva faceta del hombre, una que quería ver más veces y que le recordaba que estaba tratando con un lobo depredador.   

 Sintió que la mano en su cuello lo apretaba sutilmente. Sentía que se le clavaba el respaldo del sofá en el pecho. Y aunque no quería que Woo Shin se detuviera, necesitaba estar en una posición más cómoda. Como si le leyera la mente, Woo Shin lo soltó, se apartó y luego fue a un lado de Sun Youl. Empujó el respaldo hacia adelante y luego lo jaló completamente hacia atrás, convirtiéndolo en una cama. —Gracias —Sun Youl dijo. Se frotó el pecho, se miró e hizo una mueca por la franja rojiza. Para su sorpresa, Woo Shin recorrió la marca con sus dedos y luego se inclinó y la besó. —No consideré que esto ocurriera. —Creo que ambos nos perdimos un poco, en el momento. —Sun Youl bajó la mano. Su mirada se enfocó en la erección de Woo Shin y casi se muerde la lengua. Una vaga y satisfecha sonrisa apareció. —¿Debo suponer que te gusta lo que ves? —Y algo más. —Las palabras salieron antes de siquiera pensarlas. Sun Youl se subió al sofá reclinado y al mirar a Woo Shin, se fijó en cuan oscuro era el verde de sus ojos. Woo Shin se acercó a Sun Youl, le levantó las piernas y acomodó sus tobillos sobre  sus hombros. La punta del pene de Woo Shin se deslizó en su interior. Su pareja no iría más lejos. El cuerpo de Sun Youl se tensó, mientras esperaba, pero Woo Shin no se movió. Un perverso destello se notó en su mirada. —Dime. Por el amor de ¿en serio? —Woo Shin. —Podemos hacerlo toda la noche —Woo Shin se movió un poco más adentro de él—. No creerías la fuerza de voluntad o la terquedad que poseo. Sun Youl trató de apartarse, él también por terquedad podría patearlo, pero Woo Shin le agarró las piernas para evitar que se moviera. Sun Youl notó absoluta determinación en la mirada del hombre. —Jódeme o déjame ir —Sun Youl espetó. Estaba harto de este juego. No iba a responder la pregunta. Ahora no. Ni nunca, si podía evitarlo. Sun Youl estaba a punto de soltar una maldición, cuando la pesada mano de Woo Shin cayó en la mejilla de su culo. La piel le ardía. Su pareja sonrió. Miró al hombre. —¿Qué demonios? Woo Shin sobó la piel maltratada. Tenía los ojos entrecerrados, pero aún seguían mostrando determinación. —Habla. —Estoy hablando —Sun Youl empujó la mano. —Haz eso otra vez y voy a arrancarte las bolas.    —No uses ese lenguaje grosero, conmigo —Woo Shin advirtió.—Esto  es  descabellado.  —

Sun Youl  jaló  sus  piernas  liberándose.  Intentó levantarse, pero Woo Shin lo sujetó de la cintura y lo empujó de regreso al sofá. —No iras a ningún lado, peque. —¿Me forzarás a quedarme? Woo Shin le agarró las piernas, las extendió y de nuevo embistió su cuerpo. Todo pensamiento huyó de él cuando levantó más su culo.—¿Estoy forzándote, Sun Youl? —Woo Shin empujó sus caderas y a Sun Youl se le cruzaron los ojos. Dios, no. No tenía intenciones de irse y había esperado que Woo Shin se lo impidiera. Incluso había esperado que el hombre lo jodiera y había conseguido exactamente eso. Escondió su sonrisa de satisfacción.—¿Crees que eres más listo que yo? —Woo Shin se empujó más fuerte, profundo y luego se detuvo. Sun Youl estaba a segundos de cometer asesinato. El pene de Woo Shin estaba enterrado profundamente en su interior. Sentía como la erección del hombre se sacudía, aunque el bastardo se negaba a moverse. Y no habría juez en el mundo que lo condenara. Woo Shin entrecerró los ojos.

—Esta conversación, no ha terminado. Las manos de Woo Shin se aferraron a las caderas de Sun Youl e hizo que su mundo diera un giro. Encontrándose con su pareja, estocada tras estocada, los caninos de Woo Shin descendieron. Tenía una expresión salvaje y misteriosamente erótica. Sun Youl debería estar fuera de sí, por miedo. Pero no era así. De repente, se profundizó la conexión que había sentido con Woo Shin. Su corazón le tronó en el pecho y se le hizo un nudo en el estómago, pero no sentía miedo. Cuando Woo Shin le soltó los brazos, no se pudo resistir.

Fascinado, tocó la afilada punta de un canino con un dedo. Ladeó la cabeza, la bajó y beso el dedo de Sun Youl. El movimiento fue tan sutil e íntimo, que Sun Youl jaló al hombre más cerca y lo besó apasionadamente. Woo Shin gruñó en su boca. Ese sonido hizo que intensificara el beso. Sus lenguas bailaban una con la otra, mientras Woo Shin lo embestía. Retrocediendo, Woo Shin lo miró con esa misteriosa mirada; esos ojos de salvaje belleza. —No puedes volver a asustarme de ese modo. No puedo perder al hombre del que me he enamorado. La confesión hizo que Sun Youl llegará al límite. Gritó cuando su pene pulsó y se vino entre ellos. Se retorció bajo Woo Shin, arañándolo, cuando el placer lo hizo añicos.   

 Woo Shin le hundió los colmillos en el hombro, con un profundo y vibrante gruñido. El intenso dolor hizo que su orgasmo aumentara. Sentía que estaba a punto de desmayarse. El gruñido de Woo Shin siguió arrasando a Sun Youl, antes de soltarle el hombro y alcanzar sus labios para un candente y húmedo beso, con su pulsante pene aún en el interior de su culo. Jadeante, Woo Shin enterró su rostro en el cuello de Sun Youl. Él se quedó acostado y con los brazos colgando hacia los lados, mientras parpadeaba mirando el techo. Su mente iba en mil direcciones diferentes. Woo Shin había dicho que lo amaba. Y él no había respondido, por temor al día en que perdiera a Woo Shin. 

 

  continuara.... 

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