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95. Indiscutiblemente Tuyo (09) por dayanstyle

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De repente, Taehyung escuchó un desgarrador aullido. Sun Youl giró la cabeza hacia la puerta del patio, con ojos afligidos. El humano gimió y luego salió corriendo de la terraza de atrás hacia la calzada. Taehyung corrió tras el hombre, maldiciendo. Lo alcanzó por el brazo, a medio camino hacia la calzada. El chico era rápido. —Sun Youl, espera. Mientras este intentaba liberar su brazo, sus lágrimas seguían fluyendo. —No permitiré que huyas—Taehyung le dio un leve apretón y él dejó de luchar. —Woo Shin nunca se perdonará si algo te sucede. La expresión de Sun Youl era de puro dolor y desprecio. Se lamentaba por el humano.

 —Cierto, porque ha intentado, duramente, alcanzarme.—¿Por qué? —Taehyung preguntó y lo liberó. —Dime, ¿por qué le ocultaste esto?  —Ni siquiera te conozco.—Tienes razón, no me conoces —Taehyung dijo. —Pero debes saber que más de dos veces fue traicionado por hombres de tu profesión y uno, incluso, logró destrozar su corazón. Si bien, Woo Shin no le había dicho a nadie sobre Jewels y Cherry, Taehyung lo sabía. Aunque ya se había mudado a Dalton Falls, se había enterado sobre Jewels y Cherry por algunos conocidos. Incluso en ese entonces, había estado protegiendo a las personas de su círculo interno. En la calle, había escuchado sobre Jewels y después supo acerca de Cherry. El destino tenía un pésimo sentido del humor como para darle a Woo Shin una pareja con esa misma ocupación. Tan retrógrado como era, el ego masculino jugaba un papel importante en esto. A un hombre no le importaba que su pareja jugara a ser un stripper en el dormitorio, pero ninguno quería uno como compañero. El instinto le decía que Sun Youl era distinto, que no era una puta de callejón y así de molesto como estaba Woo Shin, no querría que Sun Youl corriera ciegamente. Sun Youl volvió a correr, pero Taehyung lo alcanzó. Tenía los ojos enrojecidos, hinchados y desesperadamente forcejeó para liberarse. 

—Te llevaré a donde quieras ir —Taehyung ofreció—, pero no permitiré que te vayas caminando. —J-Jong Bin —Sun Youl dijo, mientras las lágrimas seguían cayendo.   

 Taehyung asintió. —Sé dónde vive. Soltó a Sun Youl, pero se le quedo viendo, asegurándose de que no tratara de huir otra vez. Se subieron al Charger y antes de salir, asintió levemente hacia Jong Hyun, diciéndole sin palabras, que vigilara las cosas.    

 Luego de que Sun Youl colapsara en casa de Jong Bin, el hada le había insistido que se tomará un tiempo libre. Primero, nadie quería ver un stripper chillando y segundo, no quería que fuera un blanco fácil para el demonio. Sun Youl omitió la parte sobre Oota. No había nada que Jong Bin pudiera hacer al respecto. Se sentía como si le hubieran perforado el pecho y le arrancaran violentamente el corazón.

Se había enamorado profundamente de Woo Shin y estar lejos de su pareja era como estar desnudo en una ventisca. Se sentía helado, solo y devastado. No sabía cómo es que alguien podría sobrevivir con tal dolor. Desde el miércoles en la noche, cuando llego a casa, se había quedado en la cama, rechazaba la comida que su madre le llevaba y se quedaba contemplando la pared por horas y horas. No le  había dicho lo que le pasaba y ella había dejado de preguntarle, pero seguía llevándole de comer. Amaba a su madre, pero no era a quien quería. No quería a nadie más que a Woo Shin. Cuando su padre trató de conversar con él, Sun Youl se excedió. Descargó su dolor y molestia con el hombre azotando la puerta de su dormitorio en el rostro de su padre. Y eso sólo hizo que se sintiera peor. Nada de eso tenía importancia, no cuando sufría deseando ser abrazado por Woo Shin, sentir las caricias y besos del hombre y escuchar sus cariñosas palabras.

Comenzó a llorar de nuevo y se hizo ovillo, apretándose el estómago cuando el dolor de perder al lobo se acumuló en su cuerpo. El sol del nuevo día empezaba a iluminar su dormitorio. Se volteó y apretó una almohada en su cabeza. Estaría muy bien viviendo en total oscuridad, además, ahí era donde quería estar. El sol simplemente servía para recordarle los días que había pasado con Woo Shin, sintiéndose la persona más importante en el mundo para el hombre. Pero, así como quería desaparecer, era viernes. El Sr. Oota no parecía alguien comprensivo y no le interesaría si su vida había terminado. Castigaría a su contador, si no aparecía. Con pesadez, se levantó de la cama y agarró sus zapatos. Seguía usando la misma ropa con la que había llegado a casa el miércoles. Estaba arrugada y tenía un olor agrio, pero ¿a quién le importaba? Ya no le interesaban sus necesidades básicas. La única que no podía ignorar, era ir al baño y tenía que esforzarse mucho para concentrarse en levantarse de la cama para hacerlo.    

Con una mirada cautelosa su madre lo vio bajar las escaleras. Se sentía andrajoso y miserable, además deseaba no tener que ir. Tenía el cuerpo encorvado mientras avanzaba lentamente hacia la puerta.—Sun Youl—Su madre dijo con preocupación en la voz. —Por favor, dime que pasa. Su padre salió del estudio, se veía impecable con su costoso traje pagado con dinero del cártel. Realmente lo amaba, pero en este momento no lo quería tanto. —Pregúntale a tu marido, contador del cártel—espetó, mientras abría la puerta. No se molestó en ver la reacción de su madre. Bajó los escalones de la entrada y se subió al lado del pasajero en el Bentley de su padre. El lujoso coche le daba náuseas. La casa también. En retrospectiva, todo lo que los Bazetti poseían había sido comprado y pagado por Kenji Oota, incluyendo la carrera de Derecho de su hermano Brad. ¿Su prejuicioso y estirado hermano no sabría ya este detalle? Su padre subió al coche y se quedó allí, mirándolo como queriendo decirle algo.

Miró a su padre. —No empieces. Nunca antes le había hablado groseramente a su padre, pero, por otra parte, no había sabido nada de sus negocios.—Sigo siendo la misma persona —su padre dijo. No había reproche en su voz, pero no podía decir que le creía o le importaba. —Háblame con respeto. ¿Se suponía que tenía que respetar a un hombre que no dudaba en entregar a su hijo menor a un cártel de droga? ¿En qué mundo vivía su padre? Cruzándose de brazos, entrecerró los ojos y volteó a ver por la ventanilla. —¿Podemos acabar con esto? Su padre encendió el coche y salió de la calzada. Cuanto más empezaban a acercarse a la finca Oota, más se le revolvía el estómago. No tenía idea de lo que el Sr. Oota  tenía en mente o porque lo quería allí, pero el motivo no podía ser algo bueno para él.

Lentamente se abrieron unos altos portones de hierro forjado, mientras su padre pasaba. Había guardias por todos lados, algunos sujetaban las correas de perros que se veían despiadados. También estaban armados hasta los dientes. Portaban armas semiautomáticas a los costados y metidas en el cinturón, también guardaban armas y sus expresiones decían que con mucho gusto las usarían si, aunque sea por un dedo, Sun Youl o su padre se pasaban de la raya. —Jesús, Papá—mencionó en voz baja, como si los hombres mirándolos fueran a escucharlo. —¿En qué pensabas cuando te involucraste con estos hombres?   

 Avanzaron por una amplia zona de césped, hasta una fuente con un querubín desnudo con una jarra vertiendo agua, se detuvieron frente a unos escalones de mármol blanco que conducían a una fastuosa entrada. Había unas columnas a cada lado del porche de la casa, muchas plantas y un guardia armado a cada lado de la puerta principal. Si no supiera a quién pertenecía esta casa, habría estado embelesado por su esplendor. La finca se había adquirido con dinero del narcotráfico. El saber eso le restaba belleza. La puerta principal se abrió cuando subían al porche. Caray, ¿qué sorpresa? Otro guardia armado.

—Síganme —dijo antes de guiarlos adentro. El interior no era menos que impresionante. Pisos de oscuro mármol, costosas pinturas en las paredes, jarrones, estatuillas y chucherías con estilo adornando mesas bien pulidas y estantes. A su izquierda estaba la escalera que conducía a la planta de arriba y justo frente a él, pasando la sala de estar decorada, con muebles tan variados de los cuales ni siquiera quería saber, estaba un muro de cristal que conducía a una piscina en el subsuelo. Había sillas alineadas y cada una, tenía una toalla doblada en un extremo, había un bar que se parecía a las chozas que había en las playas. Al pensar en cómo los adictos días pagado este sitio, la bilis se le subió a la garganta. Había mujeres descansando junto a la piscina o en alguna de las tumbonas. Usaban diminutos bikinis. Incluso algunas estaban en topless. Sun Youl desvió la mirada, observando el entorno, implorando que por algún milagro el Sr. Oota  se cayera y se golpeara la cabeza, cancelando la reunión. «El alegrarme de mi desgracia no va a funcionar». El Sr. Oota  entró al vestíbulo por el pasillo de la derecha. Nadie podía negar que el tipo era magníficamente atractivo. Lo malo es que era el demonio con traje negro. Los pasos de este resonaban en el piso de mármol conforme se acercaban. 

—Podemos retomar esto en mi oficina—Miró por encima a Sun Youl y el desagrado era evidente en sus ojos. —Clint te mostrará el dormitorio de invitados, donde podrás refrescarte. Estuvo a punto de negarse, pero por el temor en el rostro de su padre, contuvo su necesidad de decirle al Sr. Oota lo que pensaba. Lo llevó a un dormitorio decorado excesivamente en color blanco. Todo, desde las sabanas y las paredes, hasta los muebles se veían tan puros como la nieve. Le dio miedo tocar algo. Sobre la cama había unos diminutos shorts. Oh demonios, no. No se pondría eso. Clint gruñó detrás suyo. El tipo se veía como un luchador de peso completo, sus brazos eran tan gruesos que se le dificultaba mantenerlos a sus costados. —Báñate y ponte esos shorts. El Sr. Oota vendrá contigo en cuanto termine su reunión.   

 El guardia salió de la habitación y cerró la puerta. Corrió hacia esta y la jaló, pero estaba cerrada. ¿Y ahora?    

   Taehyung estacionó el Charger, antes de salir del coche y correr hacia la casa tipo Hobbit. —¡J.Jun! Golpeó la puerta y obviamente fue recibido por el hada. —Acabo de lograr que los gemelos se durmieran. ¿Por qué carajos estás tocando a mi puerta como si fueras la policía? Pasó junto a Jong Bin y puso las manos en las caderas tratando de calmarse. —¿Dónde está tu pareja? —Considerando que son las dos de la tarde, está dormido—Jong Bin revoloteó frente a él para impedirle avanzar hacia el pasillo. El hada batía furiosamente sus  alas, mientras que con la mano lo empujaba por el pecho. —Apártate, Jong Bin—No tenía tiempo para esto. J.Jun le había contado de sus asuntos con Oota y ahora el problema había llegado a su puerta. —No hasta que me digas porque irrumpiste aquí —Jong Bin se cruzó de brazos. —Si por un instante piensas que voy a... —¡J.Jun! —Gritó, y esa sola palabra fue una orden. La puerta del fondo del pasillo se entreabrió lo suficiente para que J.Jun dijera, —Déjalo pasar, Jong Bin. Este no se veía feliz, pero se hizo a un lado. —Lo lastimas y tendrás que tratar conmigo. Te echaré polvo de hadas en el trasero hasta que pidas misericordia. 

Taehyung no tenía idea de lo que eso significaba, pero no le importaba. Avanzó por el pasillo de la casita, entró al dormitorio y rápidamente cerró la puerta tras de sí. Excepto por una simple lámpara de noche, la habitación estaba a oscuras. —¿Por qué demonios gritas mi nombre como si fueras Rocky y yo Adrián? — J.Jun se cubrió con las mantas hasta la cabeza. —No lograste escapar limpiamente —Taehyung dijo. —¿Por qué carajos no ataste los cabos sueltos? J.Jun bajó las mantas y frunció el ceño antes de sentarse. —Explícate.    —¿Te suena conocido el nombre Oota? J.Jun se levantó de la cama. —¿Mino? —No —Taehyung dijo. J.Jun se mostró aliviado. — Oota está muerto. Ya no es un problema. El hombre volvió a sentarse. —Entonces, dime porque la pareja de Woo Shin fue forzada a entrar a la fincar- dijo. Apoyándose en el tocador y cruzando los brazos.

 —Dong Wan llamó para decirme que vio al chico entrar acompañado de su propio padre. J.Jun frunció el ceño. —Pero Kenji está muerto. —Su hermano, Zero, tomó el relevo—Apretó la quijada. Seguía molesto porque J.Jun había sido un cazarrecompensas, y no sabía nada al respecto. Era el alfa y debía saber todo acerca de sus hombres. Quizá no era tan experimentado como Jongin, pero tendría que hacer algunos cambios o comenzaría a regañarlos para que hicieran lo que se suponía que debían hacer. 

—Entonces logré salir limpiamente —J.Jun discutió. —Sabes tan bien como yo, que cuando cortas una cabeza otra crece.—Necesitamos solucionar esto —Taehyung dijo. —Y rápido. Woo Shin está como loco y no sabemos qué le está haciendo Oota a Sun Youl. —¿Sun Youl? —J.Jun se levantó de la cama y frunció el ceño. —¿Dijiste Sun Youl? Taehyung asintió. —¿Por qué? ¿Lo conoces? El vampiro se pasó una mano por la cabeza. —No puedo hacer nada, hasta haya oscurecido. Ven a buscarme entonces.

Estaré listo. Así de molesto y lastimado como Woo Shin se sentía, se le había olvidado cuando se enteró de que Sun Youl había sido llevado ante Oota. No creía que fueran a solucionar las cosas en una sola noche, pero era innegable el intenso vínculo de pareja que sentían. Taeyang, Jimin y Kyung Il habían tenido que evitar que Woo Shin se fuera. En este momento los tres cuidaban la casa, mientras él trataba de encontrar una forma de rescatar a Sun Youl de una finca bien custodiada. —Porque hasta donde sé—J.Jun mencionó, sacándolo de sus pensamientos—, el hermano es diez veces peor de lo que era Kenji. —Has estado en la casa. Conoces su distribución. Eso es lo que nos servirá para recuperar a Sun Youl.   

—Un demonio está tras él —Jong Bin dijo desde el otro lado de la puerta, como si hubiera estado ahí, escuchando. —Es el tipo al que agredió en el Reino de los Demonios. Apretando las manos en sus caderas, inclinó hacia atrás la cabeza y se quedó viendo el techo. —¿Algo más? —Woo Shin es un estúpido prejuicioso —Jong Bin espetó. Taehyung no tenía tiempo para esto. —Tomo nota. —Estaré listo para cuando vuelvas —J.Jun dijo. —Hay que ser prudentes en esta ocasión. Llama a la Guarida. Si Oota quiere una guerra, entonces la tendrá. 

   continuara.... 


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