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95. Indiscutiblemente Tuyo (09) por dayanstyle

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—Pedazo de mierda—Oota lo abofeteó tan fuerte, que vio estrellas. No le importó. Aceptaría algo peor, si eso mantenía lejos a Zero Oota. —Te dejé instrucciones precisas y no las seguiste. Se rehusó a ducharse y a ponerse los shorts. Cuando Oota terminó con su reunión y vino, él continuaba parado en la entrada. —Vete a la mierda. Salió volando cuando el puño de Oota conectó con su ojo izquierdo.

Rodó sobre la cama y cayó al piso. Se arrastró bajo la cama, tratando de evitar que lo volviera a golpear. No era sólo porque el puño del hombre fuera potente, sino que además usaba anillos y comenzó a sentir sangre goteando de una herida justo debajo el ojo. —Sal de ahí abajo, antes de que le ordene a Clint que te saque. Sun Youl temblaba tanto, que se golpeaba los codos y rodillas con el piso de madera. El corazón se le aceleró y su rostro ardía. Unas botas negras quedaron a la vista, antes de que la cama se levantara y fuera arrojada a un lado, dejándolo al  descubierto. Clint no podía ser un humano. La cama debía pesar como una tonelada. Era extra grande y tenía un dosel que se veía muy resistente. El guardia le sonrió y eso hizo que sintiera un escalofrío recorriéndole la espalda. Oota no parecía contento. 

—Cuando termine con él, es todo tuyo—El hombre le dijo a Clint. Los oscuros ojos de Clint estaban llenos de lujuria. —Me divertiré contigo —le dijo a Sun Youl. —Acércate a mí y te arrancaré el pene, con los dientes —lo amenazó, mientras se ponía en pie. Corrió hacia la puerta, pero Clint lo atrapó por la cintura y lo levantó. Sun Youl le dio un puñetazo, lo mordió, rasguño y pateó, pero no era rival para el fornido guardia. Lo llevó con Oota. El capo de la droga le dio un puñetazo en el estómago. El dolor estalló cuando se agarró el estómago. Sun Youl se curvó sobre el musculoso brazo de Clint, sin aliento.

Nunca volvería a hablar con su padre, si salía con vida de esta. El hombre lo había dejado allí, entregando a su hijo menor a estos animales. Para él, Dante Bazetti estaba muerto. Sus pensamientos se concentraron en Woo Shin. Tan molesto como quería estar con el lobo, se le oprimía el pecho al pensar en él. No tenía a nadie. Independientemente de los planes de Oota, él seguía siendo su prisionero, escapar sería imposible y aunque milagrosamente lo lograra, ¿a dónde iría?    

—Quítame las manos de encima —Sun Youl resolló, mientras encajaba sus uñas en el brazo de Clint. El hombre gruñó, lo apretó más fuerte y exprimió el poco aire que había inhalado. Prefería morir asfixiado, antes que relacionarse con Oota y Clint. Su codo conectó contra un sólido pecho, así que Clint sólo se rió. —Lucha todo lo que quieras, humano. Oota sujetó la quijada de Sun Youl y lo obligó a mirarlo. —Clint y yo compartimos gustos similares. Son algo perversos y para ti, será muy doloroso. Tu hostilidad hará mucho más placentero esto. Le escupió en el rostro. Las facciones de Oota se volvieron totalmente siniestras. El hombre tomó una postura de boxeo y lo atacó. Golpeándolo en el estómago, en el rostro, los brazos, los costados y en la cabeza. Trató de evitar los golpes, pero los puños del tipo eran muy veloces y Clint lo sostenía con firmeza para que recibiera la paliza. Colgando como muñeca de trapo sobre el brazo de Clint, estuvo a punto de perder el conocimiento. Sentía un dolor insoportable en su torso y el rostro. Iba a levantar la cabeza para escupirle otra vez a Oota, pero no tuvo valor.

 Aún seguía dolido por las palabras llenas de odio de Woo Shin y por como su pareja lo  había rechazado con tanta facilidad, que ni siquiera le importaba intentar salvarse. No importaba cuan duro lo castigara Oota, nada sería tan doloroso como la forma en que lo había tratado Woo Shin. No había hecho nada malo, sin embargo su pareja lo había hecho sentir como la más barata puta viviente. Si Oota terminaba matándolo, bien, la verdad es que no le importaba. El hombre que lo había hecho perder la cabeza y lo hacía sentir vivo, no quería volver a verlo. Estaba a punto de llorar, cuando nuevamente en su interior sintió dolor por el ofensivo rechazo de Woo Shin. Se sintió morir, se había sentido de esa manera desde que había sido humillado en la terraza de la casa de Woo Shin. ¿Y su padre? Aún se encontraba en shock porque su padre lo había entregado. Creía que eran cercanos, quizá hasta amigos, pero al parecer Dante no se sentía de esa forma, no, si estaba dispuesto a dejar que su hijo fuera comido por los lobos. Por decirlo de alguna manera. Su padre se preocupaba más por el dinero que por él. Esa traición dolía casi tanto como el rechazo de Woo Shin. 

—Llévalo a la sala de juegos. —Oota sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió el rostro. Gimió cuando lo sacaban de allí. Clint lo llevó a una habitación que parecía sacada de una pesadilla. Se sentía intoxicado por el maltrato, notaba su mente destrozada y su cuerpo se negaba a funcionar. Quería forcejear y luchar, pero ya no tenía fuerza. 

   Fue despojado de su ropa al ser atado a una mesa de madera. Clint lo miró lujuriosamente. —Espero que no te deje inutilizable. Sería una lástima que no pudiera disfrutar de tu apretado culito. Su cabeza colgaba hacia un lado. Su ojo izquierdo estaba completamente cerrado por la hinchazón y la habitación se veía borrosa. Por lo que alcanzó a ver, deseó que su visión se hubiera desvanecido completamente.

En la pared había látigos colgados, también otros instrumentos por toda la habitación, pero no tenía idea para que se utilizaban. Y no quería saber. Clint forzó a Sun Youl a separar las piernas y luego acomodó una barra de metal en medio para que las mantuviera abiertas. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, mientras era manoseado como algo sin valor. Ni cuando Clint salió de la habitación dejó de sentir angustia. Un escalofrío lo recorrió, se estremeció sobre la mesa. La habitación estaba fría, pero su suerte era lo que lo tenía temblando. Parecía que había estado allí tendido por siempre, cuando la puerta se abrió y Oota entró. Mantuvo cerrado el ojo derecho y giró la cabeza. —Las cosas podrían haber resultado diferentes, si no hubieras demostrado ser un animal salvaje—Algo metálico resonó. El ruido hizo que se estremeciera con más  fuerza. Oota se acercó a sus piernas. —Abre los ojos. Su ojo derecho se abrió lentamente, para ver a Oota aflojándose la corbata. Se quitó el saco y lo dejó en una mesa que parecía un instrumento de tortura medieval. El hombre se remangó la camisa. —¿Listo para empezar? —Se rió entre dientes, como si la cuestión fuera algo muy entretenido.

 Oota iba a acercándosele, cuando se oyeron disparos. El hombre entrecerró los ojos y maldijo. —Nunca tengo un momento de tranquilidad. En el esternón de Sun Youl su corazón se aceleró y forcejeó con las ataduras. Fue inútil. Tenía los brazos a los costados, atados con correas de cuero y las piernas las tenía inmovilizadas por ese horrible aparato. Allí estaba, acostado en la mesa de Frankenstein, sin poder hacer nada. Oota salió de la habitación y dejó la puerta abierta. De todos modos, no podía escapar. Se lamió los labios e inspeccionó el pasillo, mientras el ruido de los disparos continuaba. Se escuchaba como que allá afuera era una zona de guerra. Se sacudió cuando escuchó una fuerte explosión. El olor del humo llegó hasta él. ¡Oh, demonios! No iba a morir asfixiado por Oota o por lo que sea que había planeado hacerle. Se quemaría vivo.    

Se quedó mirando hacia la puerta, esperando que quienquiera que hubiera comenzado una guerra con Oota viniera a rescatarlo. Tal vez era la DEA o la ATF (Administración para el Control de Droga). Una redada era preferible a un incendio, aunque estaría muy avergonzado por ser hallado en esta posición tan comprometedora. A estas alturas, ya no importaba. Se escucharon estruendosos pasos, gritos, más disparos y gruñidos. Era como si la casa estuviera siendo destrozada. Ruidos de cosas cayendo y rompiéndose. Alguien atravesó la puerta volando y chocó contra la pared, antes de caer al piso. Su corazón no se desaceleraba. Trató de ver quien estaba en la puerta, pero su ojo izquierdo era inútil y las lágrimas en su ojo derecho no lo dejaban ver. Una sombra apareció en el umbral. Tragó con fuerza, temiendo que Oota hubiera regresado. O peor aún, Clint. El tipo tenía una mirada que prometía dolor y tuvo la sensación de que sería diez veces peor que Oota. Pensó que estaba viendo cosas cuando Woo Shin apareció en el umbral.

Después de los golpes que Oota le había dado en la cabeza, todo era posible. No había forma de que su pareja hubiera venido a rescatarlo. Woo Shin no quería saber nada de él. Había visto  repugnancia y odio en la mirada del hombre antes de alejarse, las palabras que le dijo lo lastimaron más que un golpe en el estómago. Woo Shin estaba paralizado en la puerta y con una expresión enigmática.  No sabía lo que estaba pasando por la mente del hombre, pero se sintió humillado y volteó la cabeza. Por si las cosas entre ellos no estuvieran ya tan mal, el chico tenía que notar de cerca su vergüenza. Se estremeció cuando las correas empezaron a aflojarse. Lo siguiente que Woo Shin hizo, fue quitarle el aparato de entre las piernas y arrojarlo al otro extremo de la habitación. Hizo un ruido estridente al caer y se acordó que Clint se había equivocado. Con cuidado, Woo Shin lo levantó de la mesa. Se inclinó y agarró los pantalones cubriéndole la zona media, antes de sacarlo de la habitación.

 El hombre no dijo nada. Ni siquiera lo miró. Sin preocuparse por cómo de tensas estaban las cosas entre ellos, apoyó la cabeza en el amplio pecho del hombre. Gimió cuando su rostro pulsó de dolor, más no quiso moverse. Está bien podría ser la última vez que estuviera en los brazos de Woo Shin y aguantaría la agonía, con tal de sentir el calor del hombre rodeándolo. Taeyang se acercó corriendo y soltó una sarta de maldiciones. Excepto por los shorts ocultando su ingle, Sun Youl estaba totalmente desnudo, con el trasero expuesto, para que todos lo vieran. Hoy había sido un día totalmente desmoralizador y no le importaba en lo más mínimo que vieran su trasero. En este momento, salir de la finca era su única preocupación.   

Eso y saber por qué Woo Shin había organizado un pequeño ejército para rescatarlo. Se sorprendió al ver una legión de hombres, no sólo de la Guarida sino también de Villa Kim y de la casa de los Lee. Todos estaban luchando intensamente contra los hombres de Oota. Vio a Chanyeol y a Siwon golpeando algunos guardias. Taehyung y Dong Wan arremetían contra media docena de hombres. La casa estaba destrozada. No le importaba si la maldita casa ardía hasta los cimientos. Y tal vez sería así. De algunas habitaciones salía humo y los hermanos Wu estaban sonriendo. Estos hombres eran familiares y amigos de Woo Shin. Se habían unido para ayudarlo, mientras su padre lo había dado por muerto. Enterró su rostro en el pecho de su pareja con esa idea.—Llévalo a mi coche —alguien dijo. —El Dr. Jaejoong está esperando en casa de Taehyung. Su mundo se hizo añicos cuando Woo Shin lo entregó a J.Jun. Con cuidado acomodó a Sun Youl en la parte trasera del coche y se alejó, ya olvidado de la única persona por la cual moriría. Y podría hacerlo, porque por segunda vez en días, Woo Shin le había roto el corazón.       

Woo Shin volvió al interior e inspeccionó la habitación en busca de Oota. No podía sacarse de la cabeza esa imagen de Sun Youl, allí acostado humillado y lastimado... además de estar desnudo en una mesa con una barra separadora en las piernas. Tuvo que suprimir esa imagen o sería inútil en esta batalla. Todos habían venido, desde la Guarida hasta el aquelarre de Jaehyo y la manada de Changjo. Incluso algunos de los hombres de Nam Joon estaban allí, también Junjin y sus guerreros. Era una guerra sin cuartel. No sólo estaban aquí para rescatar a Sun Youl sino también para poner fin a la dinastía Oota.

En el camino se había enterado que el capo de la droga había recreado el Liquid Wrath, más letal y potente que antes y había estado distribuyéndola en las calles. Hace años se deshicieron de esa droga y ninguno de los hombres que estaban luchando quería ver que se volviera a producir. El Liquid Wrath mataba a los humanos, volvía salvajes a los shifters y a los vampiros les provocaba la sed de sangre. Pensar en lo que le podría provocar a los demonios, era algo demasiado aterrador. Woo Shin no estaba seguro de lo que le producía a los Fae, pero estaba seguro de que no sería nada bueno.    

Se encaminó a la carnicería con un único propósito. Oota era suyo. Y en cuanto enviara al tipo al infierno, tendría que hacerle una visita al padre de Sun Youl. Así de molesto como estaba con Sun Youl; no, se sentía dolido, dolido por lo que le dijo, nadie debería molestar a su pareja. Nadie. Había sido menospreciado por los strippers con quienes había salido y estaba hastiado de ellos, pero había tenido unos días para calmarse y pensar detenidamente. La verdad es que había estado revolcándose en la cama, extrañando a su pareja con tal desesperación que estaba volviéndose loco. Aún tenían muchas cosas que resolver, si podían resolver esto, pero merecería morir si dejaba a Sun Youl en las garras de Oota. T.O.P y Nam Joon arrastraron a la sala de estar a Oota, quien iba retorciéndose. —Es todo tuyo, hijo. Se fue acercando sin dejar de mirarlo, sus garras descendieron y la crueldad lo rodeó. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, le dio un zarpazo a Oota en el lado izquierdo del rostro, acordándose de cuan mal se veía el rostro de Sun Youl. -¿Te atreves a tomar lo que no es tuyo? —Lo abofeteó en el lado derecho y Oota gritó. —¿Te atreves a tomar lo que es mío? Oota intentó dar media vuelta y correr, pero la imponente complexión de T.O.P se interpuso en su camino. Movió su cabeza cuando los hombres que  habían luchado con los guardias comenzaron a reunirse. 

—Tomaste a la pareja de mi hijo. Sólo Dios sabe lo que le hiciste a Sun Youl. Defiende tu honor y acepta tu castigo como un hombre—La voz de T.O.P estaba llena de desprecio, pero percibió como se suavizaba un poco cuando mencionó a Sun Youl. —Es un shifter chacal —Kris Wu dijo, arrastrando las palabras. —No hay honor en su alma. Mátalo y ahórrate el dolor de cabeza. 

—Si no lo matas, ¿puedo tenerlo cuando hayas acabado? Todos voltearon a ver y se quedaron viendo a Kim Dong Wan Remus. El shifter oso se encogió de hombros. —Ha causado muchos problemas en mi ciudad. La única razón por la que me quedé al margen en vez de exigir mi derecho a castigarlo, es porque las parejas son primero y él se llevó a la de Woo Shin. No conocía muy bien al oso, pero le agradaba. Volvió a poner su atención en Oota, formó los puños y empezó a lamentarlo por el tipo.

Finalmente había alguien con quien descargar su enojo y frustración. Nadie más merecía su ira y él no era alguien que atacara sin una razón. Mientras le daba una paliza a Oota y este sangraba por las heridas, tenía la quijada apretada. El chacal arremetió, defendiéndose y buscando la forma de responder a sus golpes. Woo Shin no había querido pelear con un fanfarrón y le alegró que Oota fuera un digno adversario. 

   Matar al hombre sería más placentero. Cuando Oota sacó de su espalda un cuchillo que parecía peligroso, derribó al tipo cayendo al piso de mármol. Ambos sujetaban el cuchillo por el mango, luchando por él. —¿Quieres que intervenga, hijo? Se tomó sólo un segundo para mirar a su papá. —No te atrevas. T.O.P alzó las manos. —Es que no quiero que te mate. La punta del cuchillo estaba cerca de su corazón y sólo por un instante, pensó que se la hundiría profundamente. Rodó hasta que él era quien estaba encima, invirtió la dirección del cuchillo y usó toda su fuerza contra las manos de Oota. Los ojos del chacal se desorbitaron cuando le enterró el cuchillo hasta la empuñadura.

Tambaleándose, Woo Shin se puso en pie y se hizo hacia atrás respirando profundamente, su ira seguía siendo intensa. Se dio la vuelta y observó a J.Jun. —¿Algún otro pariente del que debamos saber? Para satisfacción del vampiro, él ni se inmutó. —No que yo sepa. Se volteó hacia los hermanos Wu. —Arrasen con esta cosa hasta que no quede nada. Los tres hombres sonrieron con malicia. —Será un placer—Kris bajó la cabeza asintiendo. Salió de la casa. Ya que la amenaza contra su pareja había sido neutralizada, necesitaba saber exactamente que le había hecho Oota a Sun Youl. Si le había hecho lo que él temía, de alguna manera traería de entre los muertos al bastardo y lo torturaría eternamente. Y después  de  revisar  a  Sun Youl,  planeaba  hacerle  una  visita a  Cresil.   

continuara.... 


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