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95. Indiscutiblemente Tuyo (09) por dayanstyle

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Sun Youl no sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, pero cuando abrió los ojos parecía que seguía estando en una pesadilla. El ojo izquierdo seguía inflamado. Apenas podía ver con ese, pero veía claramente con el derecho. No sabía en donde estaba. Sintió miedo, al preguntarse, si aún se encontraba en la finca de Oota. Intentó sentarse, pero su cuerpo se estremeció por el dolor, acordándose que había sido golpeado como un saco de boxeo.

—Trata de no moverte. Sun Youl volteó hacia la voz. No reconoció al atractivo hombre que lo miraba con esos bonitos ojos color avellana y pelo rubio oscuro. Su sonrisa era cálida y gentil, además le ayudó a sentirse a gusto. —¿Quién eres? —Kim Jaejoong —dijo el hombre. —Te he estado vigilando.—¿Por qué? —Espetó, antes de siquiera poder evitarlo. —No puedo resistirme a unos ojos azules—Jaejoong le dio unas palmaditas en el brazo. —Y he sabido incursionar en la medicina. —Eres un doctor —Sun Youl declaró y se relajó en la cama. —¿Dónde estoy? No le importaba si estaba acostado en la superficie de Marte, con tal de que ya no estuviera en la finca de Oota. —En el sitio más seguro que podrías estar —Jaejoong respondió, dejándolo confundido. —Si te parece bien quisiera examinarte. 

El hombre habló en un tono más bien reservado para los niños enfermos o ancianos. Era sutil, bajo y amable, manteniendo un tono gentil que lo ayudó a calmarse. —¿Qué tipo de examen? —Le preguntó. —Sólo quiero asegurarme de que nada esté fracturado o muy lastimado. ¿Puedes decirme donde te duele? —En todas partes—Cerró los ojos, luchando contra las imágenes de estar atrapado en esa mesa y con esa horrible barra entre las piernas. Intentó excluir los golpes y las siniestras promesas de Oota. Sentía que iba a llorar, sus lágrimas amenazaban con derramarse. Se tragó el gran nudo en la garganta.    

—Tu ojo está inflamado, pero estoy seguro que ya lo sabías—Jaejoong lo revisó cuidadosamente, las yemas de sus dedos eran tan ligeras como plumas. —Parece que el hueso no está fracturado, pero me gustaría hacerte unas radiografías para estar seguro. Además, necesitaré algunas de tu mejilla. Se quedó viendo al techo mientras Jaejoong le revisaba el pecho y estómago. Nunca antes le había molestado la desnudez, pero después de todo lo que había pasado quería jalar la sábana por encima de su pecho y esconderse. Siseó cuando Jaejoong le revisó el estómago.

—¿Qué pasó aquí?—É-Él... —Sentía que Oota seguía golpeándolo, como si el hombre estuviera en ese mismo instante ahí en la habitación.  El dolor en su estómago  aumentó al sentir el brazo de Clint apretándolo. —Toma tu tiempo—Jaejoong le tomó las manos y las llevó a su regazo, sonriéndole para que se tranquilizara. —Sun Youl, tranquilízate y respira. —Las manos —dijo cuándo sus lágrimas escaparon. —Usó sus manos. El doctor asintió como si comprendiera. —Y en tus brazos, ¿también?—Sí, pero m-mi estómago... —Se esforzó para las palabras salieran por el nudo en su garganta. —Clint. Una vez más, Jaejoong le presionó ligeramente en el estómago. —¿Qué hizo  Clint, Sun Youl? Se movió un poco. Le dolía cuando el doctor lo tocaba. —¿Dónde está Woo Shin? Su pareja se lo había dejado muy claro. No quería saber nada sobre él. Y no le encontraba sentido al que el lobo hubiera estado ahí para rescatarlo, pero lo había entregado a otra persona, como si no soportara verlo, rehusándose a tocarlo. Aun así, en lo único en que podía pensar era en Woo Shin, donde estaba, qué estaba haciendo y en cuanto lo aborrecía el hombre. Nuevas lágrimas brotaron, pero se aguantó.

 —Está cerca—Jaejoong dijo. —Pero me gustaría terminar de examinarte y asegurarme de que estás bien. ¿Podemos hacer eso Sun Youl? Asintió. —¿Qué hizo Clint? Rompió en llanto y así de adolorido como estaba, se acomodó de costado y jaló la sabana sobre su cabeza. No podía hacer esto. No podía revivir lo que esos hombre le habían hecho. Podía no haber sido violado, pero había estado cerca de ello y el maltrato físico lo había destrozado. Dudaba que alguna vez fuera a ser él mismo, de nuevo. ¿Cómo podría, después de haber mirado a los ojos a unos monstruos?

    Mientras se hundía en la cama, supo que el doctor se había parado. Así de agradable como era Jaejoong, quería que se fuera. No quería hablar con nadie. Escuchó que la puerta se abría, escuchó susurros y luego la puerta se cerró. Se limpió los ojos e intentó serenarse, cuando volvió a sentir que la cama se hundía. Una mano frotaba su pierna. Bajó la sábana, preparándose para decirle al doctor que no estaba listo para hablar y entonces contuvo la respiración. Mientras  estaba allí sentado, Woo Shin le acariciaba una pierna intentando calmarlo. Se volteó  sin saber qué decir. Las palabras de despedida que había pronunciado su pareja, resonaban en su cabeza. «Me enfermas. Nunca te vuelvas a acercar a mí». —Tienes que decirle al doctor, peque. La ira confundió su corazón. Ignoró el dolor cuando se giró. —No tienes nada que decir sobre esto —espetó. —Eres quien me hizo a un lado, ¿te acuerdas? —Sun Youl ... —¡Fuera! ¡Sal! ¡Vete! —Gritó mientras se incorporaba. Eso fue la cosa menos inteligente que pudo hacer, considerando como estaba. —¡Aléjate de mí!  Woo Shin se levantó y retrocedió. —Aun a pesar de lo que sucedió entre nosotros, tienes que permitir que el doctor ... —No tengo que hacer absolutamente nada—gruñó.  —Es otro truco, ¿recuerdas? Sólo estoy tras tu billetera vacía, ¿recuerdas? Te enfermo. ¡Mi amor por  ti es falso! Woo Shin lo miró antes de salir de la habitación. Se dejó caer en la cama y gritó, cuando su cuerpo le recordó que había sido el saco de boxeo de Oota. 

—Estaré abajo —Jaejoong dijo cuándo se asomó a la habitación. —No me iré, hasta que me dejes terminar de examinarte. —Entonces, es mejor que te pongas cómodo —le espetó. Se cubrió hasta la cabeza con la sábana y se apartó del mundo.   

  Jong Bin lo golpeó en el pecho. —Eres un asqueroso bastardo. Woo Shin estaba justo afuera de su dormitorio, mientras Sun Youl estuviera ahí, se rehusaba a alejarse. Si el hada no fuera la pareja de J.Jun, ya lo hubiera ahogado en el lago de la parte de atrás. —No tienes idea de que... —Cállate—Jong Bin espetó, mientras le clavaba su dedo en el pecho. —Sólo, cállate, por una vez. Porque si bien esos strippers te dejaron un mal sabor de boca, deberías saber que no todos son unas putas, imbécil.   

Se puso frente a Jong Bin, ambos casi tocándose las narices. —Vete. A. La. Mierda. Jong Bin igualó su amenazador gruñido. —Me encantaría, si mi mejor amigo no estuviera tumbado allí adentro. —Y como él es tu mejor amigo, dirías cualquier cosa para defenderlo. Había salvado a Sun Youl de un destino peor que la muerte, al menos esperaba haber llegado allí antes de que le hubiese ocurrido algo más espantoso que la paliza, pero seguía mordiéndose las uñas por la traición. Jong Bin volvió a golpearlo en el  pecho.—Sigue golpeándome y J.Jun se va a enfadar cuando te regrese el golpe— le advirtió.

Ya sea que Jong Bin fuera un hada o no, su puño dolía. Jong Bin entrecerró los ojos y sus fosas nasales se dilataron. —Todos los chicos que trabajan en el club se meten pastillas o con los clientes, o ambos, aun cuando tengo una estricta política contra todo eso. —Y se supone que eso es reconfortante, ¿Por qué? ¿Sun Youl se mete píldoras? Estupendo. Simplemente Genial. Ladeando la cabeza, Jong Bin lo examinó. —Te golpeaste en la cabeza cuando eras niño, ¿verdad?—No estoy de humor. —Ni yo—Jong Bin dijo. —Todos los que trabajan para mí hacen esas cosas, todos, excepto Sun Youl. Escucho lo que dicen los otros strippers. También a los guardias, a los camareros y a los clientes. Se quejan porque Sun Youl de plano, los rechaza. Los bailarines lo odian porque dicen que es muy puritano y es el favorito del jefe. Movió la cabeza. —Nunca he conocido a nadie que le guste bailar tanto como a Sun Youl, pero eso es todo lo que le gusta hacer. Honestamente, creo que bailaría gratis si no le pudiera pagar. Pero las otras porquerías, ¿prostituirse y drogarse?—Resopló. —Su primo murió de una sobredosis de cocaína y no me importa en absoluto si me crees o no, pero tu pareja sólo ha estado con dos chicos. Muerde eso, canalla. Resentido, salió batiendo sus alas furiosamente, dejándolo allí. ¿Dos chicos? Para él eso era algo increíble. ¿Estaba siendo injusto debido a Cherry y a Jewels?

 Definitivamente estaba hastiado a causa de esos hombres y desesperadamente quería creer que Sun Youl no había fingido nada con él. Pero eso significaba que tendría que darse una oportunidad nuevamente y confiar en alguien que se quitaba la ropa para vivir. Ya estaba muy enamorado de Sun Youl. El hombre tenía su corazón, sin importar cuánto lo había lastimado.    

Maldición. No estaba seguro de que hacer. El hombre lo tenía muy confundido. Quería creerle a Jong Bin, pero por experiencia no podía hacerlo de nuevo. Con la espalda apoyada en la pared, se deslizó hasta quedar sentado en el piso. Mientras estaba allí, preguntándose qué hacer, escuchó a Sun Youl llorando despacio. Trataba de engañarlo. No sabía que creer, pero necesitaba ser hombre y enfrentarse a esto. Lo mataba escuchar a su pareja llorando. Tal vez Sun Youl aceptaría mejor a su lobo. Tenía que intentarlo. Abriendo ligeramente la puerta, cambió a su forma de lobo y entró, usó su nariz para cerrar la puerta tras de sí. Se acercó a la cama y apoyó su cabeza en el colchón. Cuando la sábana no bajó, gimoteó. Lentamente, entonces de repente, la bajó y los asombrosos ojos azules de Sun Youl se asomaron. Para empezar, esos ojos claros eran los que lo habían atraído.

El pecho se le oprimió al recordar el tiempo que estuvieron juntos, las risas que compartieron sólo pasando el rato y las veces que hicieron el amor. ¿Estaba dispuesto a tirar todo por la borda por una suposición y por el hecho de que antes lo habían lastimado? Presionó su nariz contra el brazo de Sun Youl, inhalando el aroma a melocotones, mientras miraba los moretones del hombre. Apretó los colmillos por ver a su pareja de esta forma y saber que no estuvo allí para mantenerlo seguro. Aún lo carcomía el no saber hasta dónde había llegado Oota. Dios, la imagen de Sun Youl en esa mesa  lo perseguiría por el resto de su vida. Para su sorpresa, Sun Youl acarició la cabeza de su lobo. El hombre seguía llorando, pero sus dedos se deslizaron de una forma tranquilizadora sobre él. ¿Qué era por lo que había atravesado? ¿Qué le había hecho ese bastardo? Lamió la mano de Sun Youl. Cuando este se alejó, saltó a la cama y se acurrucó. Apoyó la cabeza en el brazo de su pareja teniendo cuidado con sus hematomas.

 —No soy una puta —Sun Youl susurró mientras le acariciaba las orejas. —Me encanta bailar. No me acuesto con cualquiera y no tengo sexo con los clientes. Woo Shin aún no le creía. Una parte de él, aún se oponía a la idea de darle una oportunidad y confiar en Sun Youl. —Sé que no me crees, ni quieres tener nada que ver conmigo, pero nunca te mentiría. No en eso. ¿Pero mentiría en otras cosas? —Técnicamente, nunca te he mentido en nada—Sun Youl dijo como si le estuviera leyendo la mente. —A excepción de cuando me preguntaste sobre la pelea. No me avergüenzo de lo que hago, pero los hombres tienden a mirarte como una estrella del porno cuando se enteran que eres un stripper.    

No podía discutir eso. Había mirado a Jewel y a Cherry de esa forma. Hasta que los había conocido mejor. Y entonces la traición llegó, afianzando su creencia de que ningún stripper podría ser fiel. Cuando escuchó una respiración acompasada, alzó los ojos para ver a su pareja dormida. Se acomodó más cerca, quedándose con Sun Youl, para asegurarse de que su pareja se sintiera lo suficientemente seguro como para poder descansar bien. 

 

   continuara....


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