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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

Narra Emil

Presioné dos veces el botón del timbre y apreté el asa de mi maletín. Mientras esperaba a que atendieran, observé hacia las copas de los árboles que rodeaban la casa en donde Sean y Daniel vivían. El vecindario era agradable a la vista y bastante tranquilo. También me parecía interesante porque a cualquier lado que volteara, encontraba algo que podía analizar.

Escuché que quitaban el seguro de la puerta y regresé mi vista al frente

-Hola-Sean me saludó-Pase, por favor-

-Buenas tardes-regresé el saludo e ingresé a la casa.

Observé prácticamente cada rincón de la sala

-¿En dónde está Daniel?-pregunté porque esperaba verlo en el sofá de la sala, pero ese lugar estaba vacío

-Está en el segundo piso-mi atención fue hacia Sean. Lo vi con un rostro más fresco pese a que las ojeras continuaban presentes. Llevaba puesta una sudadera de color verde oscuro y un pantalón negro junto a tenis blancos. Me daba cuenta de que Sean prefería el estilo cómodo y que, en cuanto a vestimenta, sí le hacía honor a la edad que tenía-Antes dormía en esa habitación-observé hacia un pasillo que me señaló y alcancé a ver una puerta al final-Pero cuando regresó no quiso quedarse en ella-

-¿Fue en esa habitación en donde tuvo la crisis?-pregunté mientras daba más pasos hacia el centro de la sala

-Sí-suspiró-Me encargué de cambiar el vidrio y de arreglar todo, pero no quiso dormir en ella-asentí

-Por supuesto. Es comprensible-observé hacia el techo-Llévame con Daniel, por favor-pedí y Sean asintió. Él empezó a guiarme rumbo a las escaleras y a los pocos segundos llegamos al segundo piso, en el que había tres puertas. Sean me llevó hacia la última puerta a mano izquierda, la cual, se encontraba entreabierta

-¿Daniel?-Sean ingresó primero y yo lo imité segundos después. Daniel y yo hicimos contacto visual durante algunos micro segundos, pero después apartó su mirada para colocarla en Sean-Él es el doctor Emil-me presentó-Ya… te había platicado sobre él-la mirada de Daniel regresó a mí y vi un leve asentimiento de su parte.

Daniel se encontraba sentado en un sofá que se veía bastante cómodo y que, además, estaba ubicado a un lado de la puerta que daba al balcón. Una silla acojinada estaba acomodada a cierta distancia de él. Ese era el lugar que yo iba a ocupar.

Sean había seguido al pie de la letra cada una de las indicaciones que le había dado con anterioridad

-Hola Daniel-saludé con un tono neutro, pero cuidando que se percibiera más amigable que profesional

-Hola…-murmuró y su postura cambió. Al principio lo vi sentado con la espalda recta y completamente apoyada en el respaldo, pero ahora su posición estaba más contraída hacia sí mismo. Tenía los hombros hundidos y la espalda ligeramente encorvada. También encontré un ligero tic en su pierna derecha, significaba que estaba nervioso o, tal vez, ansioso

-Los dejo a solas-dijo Sean mientras daba un paso hacia atrás-Si algo se ofrece, estaré en la habitación de al lado-habló hacia los dos. Dio una última mirada a Daniel y después salió de la habitación

-No cierres la puerta, por favor-dije en cuanto vi que Sean tenía esa intención. Él se detuvo

-Ah… claro-volvió a abrirla y dio otra mirada a Daniel antes de alejarse por completo. Sean estaba intranquilo y se le notaba

-Bueno…-mi atención regresó a Daniel-Por fin nos conocemos-dije mientras colocaba mi maletín sobre un mueble en el que había muchos libros bien acomodados y en los que, a simple vista, se les percibía una muy ligera capa de polvo. Al parecer habían sido acomodados y no los habían vuelto a tocar desde ese momento.

Abrí mi maletín y tomé mi bolígrafo junto a una libreta de notas que había comprado para uso exclusivo de las terapias de Daniel. Regresé sobre mis pasos y tomé asiento en la silla acojinada.

Pese a que mi mirada estaba enfocada en mis propios movimientos, de reojo me estaba percatando de que Daniel no dejaba de observarme; cuando elevé mi mirada hacia él, como era de esperarse, la apartó casi de inmediato y yo aproveché para darle una mirada global de pies a cabeza.

Vestía un conjunto de pijama en color azul marino, los bordes del pantalón le llegaban a los tobillos, así que conseguí ver la venda en su tobillo derecho. Su playera era de mangas largas, pero alcancé a ver que sí tenía conectado el suero que reposaba tranquilamente en el porta sueros que había a su lado.

Y aunque sus manos las mantenía en forma de puño, sabía que en sus palmas tenía colocados los parches quirúrgicos que lo estaban ayudando a cicatrizar las heridas que habían sido producto de su crisis nerviosa. Las vendas en sus muñecas tampoco me pasaron desapercibidas.

Gracias a los expedientes que había leído, tenía conocimiento de cada herida que Daniel poseía en su cuerpo. Incluso, a pesar de que llevaba puesto un gorro de lana en color mostaza, el cual cubría la mitad de su frente, sabía que ahí se hallaba la pequeña cicatriz que le quedó del golpe que se había dado contra el piso. Esa fue su primera caída

-Iván y Sean ya te platicaron de mí ¿Cierto?-coloqué la libreta sobre mi regazo y presioné un extremo del bolígrafo para que la punta emergiera. Daniel siguió mis movimientos y después de parpadear varias veces, me observó sin observarme porque su mirada no se enfocó en mí. Sólo se mantuvo observando las cosas que había cerca de mí.

O estaba evitando la situación o se encontraba nervioso. Tal vez un poco de ambas opciones

-Sí-murmuró

-Y yo he escuchado de ti por parte de ellos-reí un poco-Pero nosotros no nos conocíamos-sonreí-Qué extraño ¿No?-mis palabras lo aturdieron un poco

-Creo… que sí-dudó y el movimiento de sus cejas me confirmaron su desconcierto hacia lo que le había dicho

-Pese a ello, voy a presentarme formalmente-su rostro expresó atención y curiosidad-Me llamo Emil Jung y soy psicoterapeuta ¿Sabes lo que es un psicoterapeuta?-Daniel negó varias veces-Bien. Los psicoterapeutas nos dedicamos a escuchar a nuestros pacientes-lo señalé con la palma extendida-Tú Daniel, eres mi paciente-asintió y mi brazo regresó a su posición sobre el reposabrazos-Después de que escuche lo que tengas o quieras decirme, voy a hacer uso de mis conocimientos para ayudarte en generar cambios saludables en tu vida, ya sea en tu forma de pensar o en ayudarte a resolver algún problema que estés detectando en ti-su rostro de interés continuó-Incluso, puedo ayudarte a encontrar algún problema del que ni tú mismo te hayas dado cuenta-su boca se entreabrió-Tengo que informarte que he leído unos cuantos de tus expedientes médicos; esto con el objetivo de tener una base en la que podré enfocar la terapia-Daniel asintió

-Iván me había comentado algo-se removió sobre el sofá y asentí para incentivarlo en que continuara-Me dijo que yo debo hablar y tú escucharme para que juntos encontremos una solución a… a…-titubeó-¿Mis problemas?-le sonreí

-Es correcto, pero ésta actividad debe ser recíproca, si yo te escucho tú también debes hacer el intento de escucharme-Daniel asintió-Lo digo porque tal vez, conforme avancemos en las sesiones, yo diga cosas que no quieras escuchar o que lleguen a parecerte molestas-barajeé un poco las probabilidades y noté inseguridad en su mirada-Buscaremos la manera de que nuestras conversaciones fluyan y, ten por seguro que, si quieres terminar alguna sesión antes del tiempo que a continuación vamos a estipular, podremos detenernos sin ningún problema-asintió mientras apretaba sus labios. Esa acción instintiva, quería decir que Daniel tenía el deseo de decir algo, pero estaba prefiriendo quedarse en silencio-¿Tienes algún comentario?-abrí la puerta de las dudas, pero Daniel negó pese a que continuaba con los labios apretados-¿O tal vez tienes alguna duda?-su boca se entreabrió

-No…-murmuró

-Muy bien-sonreí un poco-¿Te parece que nos pongamos de acuerdo con el tiempo que van a durar las sesiones y los días que quieres llevarlas a cabo?-propuse mientras del bolsillo interior de mi saco, extraía el estuche de mis lentes, los cuales, me coloqué para anotar la fecha del día en la segunda hoja de mi libreta

-Sí-respondió con su mirada en los movimientos que mi bolígrafo realizaba al deslizarse sobre el papel

-Mi sugerencia es, que las sesiones tengan una duración de 45 minutos y los días, por ahora podríamos llevarlas a cabo dos veces a la semana-mencioné-¿Qué opinas del tiempo?-lo observé y primero se quedó interesado en mis lentes, después parpadeó un poco y estuvo de acuerdo-¿Te parece bien que sean dos días a la semana? Te recuerdo que después, en cualquier momento, podremos hacer las modificaciones que tú quieras, tanto en el tiempo como en los días-Daniel se removió sobre el sofá

-Humm-lo meditó durante un momento-Está bien-

-Entonces…-hice las anotaciones correspondientes-¿Qué días te parecen los mejores?-

-No sé…-dudó-Por qué… ¿Por qué después tendríamos que hacer modificaciones?-con nerviosismo, jugó un poco con el borde de su gorro

-Porque esa es la libertad con la que cuentas-me aclaré la garganta. La verdad era lo que le estaba diciendo, pero solo existía una pequeña parte de la verdadera razón que, al inicio de la conversación, le había comentado.

Las terapias, normalmente inician de maravilla si el paciente se encuentra totalmente seguro de que necesita ayuda, pero conforme la profundidad de los temas empieza a ser removida, las dificultades en el paciente y la terapia, comienzan a florecer.

-Más adelante las sesiones podrían parecerte complicadas y agotadoras, así que siempre tendrás la opción de reducir de dos sesiones por semana a solo una-la duda en su rostro perduró-Esa es mi opción ¿Te parece que escuchemos la tuya?-Daniel mordió su labio inferior con nerviosismo

-Está bien…-murmuró-Las dos sesiones por semana y… los 45 minutos ¿es de cada una?-

-Sí, cada sesión tendría una duración de 45 minutos-le aclaré y el asintió-¿Te parece bien?-de nuevo asintió varias veces-De acuerdo-hice las respectivas anotaciones en mi libreta y disimuladamente revisé la hora en mi reloj-Ésta primera sesión tiene como objetivo conocernos un poco, de esa manera intentaremos crear la suficiente confianza para decirme todo lo que tú quieras o lo que sientas que necesitas decir-sus labios se apretaron y su mirada bajó durante un segundo-Te aseguro que todo lo que hablemos durante la sesiones, nadie más lo va a saber a menos de que tú decidas compartirlo-asintió y su mirada regresó a mí-¿Hasta aquí todo bien?-Daniel volvió a asentir y lo noté más cohibido. Era momento de que él hablara y yo escuchara-Bien entonces, platícame ¿Cómo te sientes? ¿Estabas nervioso por la primera sesión?-relajé mi postura y Daniel exhaló casi imperceptiblemente, pero se notó que poco a poco sus hombros se destensaron

-Humm… -dio una mirada hacia el exterior y después observó el piso-Sí, creo que sí estaba nervioso-su respuesta la percibí redundante. Estaba respondiéndome con lo que yo le sugería. Guardé silencio esperando a que continuara-Hemm…-dudó-No sé qué más… decir-dijo mientras realizaba un ligero movimiento de encogimiento, el cual significaba vergüenza y timidez.

Sus piernas también presentaron un balanceo nervioso

-No te preocupes. Es completamente normal que estés nervioso-le sonreí-De hecho, yo también lo estaba-señalé hacia mi propio pecho-Todo mundo se encuentra nervioso cuando hace o conoce a alguien nuevo-Daniel me prestó atención-Nos sentimos nerviosos porque no sabemos con lo que vamos a encontrarnos. Algunas personas saben muy bien cómo liberar esos nervios y lo hacen siendo extrovertidos o mostrándose como personas seguras de sí mismas-elevó ambas cejas-Somos seres humanos, todos tenemos emociones, pero cada quien tiene su propia manera de transmitirlas y de gestionarlas-asintió un poco-Dime, durante la noche ¿Acaso no estabas imaginándote cómo iba a ser nuestro primer encuentro?-

-¡Sí!-se exaltó un poco y después se cohibió-Sí…-murmuró y esperé en silencio mientras hacía una nota rápida en mi libreta sobre su reciente reacción [¿Comprime sus emociones?]-Porque no entendía muy bien cómo iba a ser la terapia…-

-¿Lo ves?-le sonreí-Es porque no sabías con lo que ibas a encontrarte-Daniel asintió-Algo muy normal-aseguré y Daniel volvió a guardar silencio-Además de los nervios ¿Qué más sentiste?-

-Humm…-su mirada se posó en el piso y después la regresó a mí-¿La curiosidad es un sentimiento?-

-Sí, por supuesto-sonrió

-Entonces tuve curiosidad-afirmó

-¿Y sobre qué tenías curiosidad?-

-Sobre la terapia… y-hicimos un contacto visual que no duró ni 3 segundos-Sobre ti…-el contacto visual regresó, pero no tardó en volver a desaparecer. Esperé a que continuara-No me gusta conocer a nuevas personas-me sorprendí. No esperaba que Daniel me compartiera un dato sobre él en menos de 30 minutos-No sé qué decir y me pongo nervioso-los dedos de sus manos juguetearon entre ellos para después, finalmente entrelazarse.

Daniel continuaba ansioso y continuaba reprimiéndose

-Las habilidades sociales juegan un papel muy importante en el aspecto que mencionas sobre conocer a nuevas personas-empecé con mi explicación-¿Te parece que éste tema lo trabajemos durante las sesiones?-pregunté porque al parecer, su inseguridad era un tema que debíamos tratar para pulir un poco más su personalidad. Con ese tema podríamos crear un vínculo más cercano y la confianza incrementaría

-Si…-murmuró y precedí a realizar anotaciones en mi libreta [Timidez, inseguridad, nerviosismo ¿Ansiedad? ¿Autoestima baja? Personalidad]

-Para empezar, voy a pedirte que te describas utilizando 3 adjetivos calificativos positivos-hice la misma pregunta que le había hecho a los demás para empezar a tratar el tema de su personalidad. Ya sabía cómo lo veían los demás y con pocos minutos de estar platicando con él, yo ya tenía una idea general sobre cómo era Daniel.

Esa idea debía “desmenuzarla” para partir de lo general a lo particular. Así me había decidido, por el momento, en manejar la terapia.

Debía conocer a Daniel y debía saber cómo se veía a él mismo para decidirme en la mejor manera de tratar los temas que, desde las entrevistas y desde que leí sus expedientes, había obtenido con anticipación. Incluso había realizado una lista con los posibles temas a tratar.

Poco a poco, Daniel se encargaría de darme los detalles que necesitaba

-¿Tres adjetivos calificativos positivos?-asentí a su pregunta. Él lo pensó durante algunos segundos y después me observó con nerviosismo-Tengo una duda-sus cejas se deformaron

-Dime-

-¿Qué son los adjetivos calificativos positivos?-se inclinó un poco hacia adelante y me observó con total curiosidad mientras esperaba mi respuesta. Su comportamiento me pareció bastante inocente

-Son cualidades. Descripciones positivas sobre ti mismo-expliqué lo más sencillamente posible-Por ejemplo, los adjetivos calificativos positivos que yo diría sobre ti son que eres una persona curiosa, eres valiente y definitivamente, eres alguien extraordinario-Daniel me observó con los ojos brillosos y la boca entreabierta

-¿Yo?-con sus dedos encogidos, apuntó hacia su pecho

-Claro-le sonreí con seguridad. Al principio, su reacción fue de duda, después una ligera sonrisa quiso asomarse, pero fue borrada casi de inmediato y su expresión se convirtió en una de total escepticismo

-¿Yo?...-murmuró más para sí mismo. Su rostro se ensombreció aún más y decidí detener sus pensamientos que no parecían ir por buen camino

-Ese es mi punto de vista-aclaré-No te conozco lo suficiente como para darte otra opinión, que tal vez, sea un poco más creíble para ti-su mirada continuó en el piso-Daniel-capté su atención-Por favor no lo pienses tanto. Deja atrás los pensamientos negativos que tú mismo te dices y acepta sin más lo positivos-sus gestos no cambiaron y estuve a punto de decir algo más, pero Daniel reaccionó

-Está bien-dijo y sonrió. Pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Era una sonrisa falsa

-No es bueno decir que “está bien” cuando en realidad, para ti no lo está. No hay nada de malo en decir que las cosas no están bien-su sonrisa fue desapareciendo y lo noté totalmente concentrado en sus pensamientos. Daniel estaba “atascado”. La angustia ya era más notable en su rostro-Recuerda que puedes hablar con total confianza. ¿Puedes decirme cómo te sientes respecto a los adjetivos que te he dicho?-su mirada se mantuvo ausente mientras observaba hacia el exterior. Después, pasó saliva y su parpadeo se reanudó

-¿Curioso?-su rostro fue de extrañeza-Y no creo que sea valiente…-dudó-Mucho menos extraordinario-sus hombros cayeron

-¿Por qué?-hice uso de un tono de voz comprensivo

-No soy nada de eso-sus palabras fueron acompañadas con un movimiento de negación por parte de su cabeza. Daniel estaba convencido de que no era nada de los adjetivos que le había dicho

-¿Entonces qué es lo que tú, crees que eres?-casi involuntariamente, se abrazó a sí mismo

-Soy débil…-murmuró-Miedoso e inútil-lo dijo casi como algo que hubiera estado estudiando. Sus ojos se pusieron rojos y después apretó con fuerza sus párpados. Nuevamente, estaba intentando contener sus emociones

-Está bien llorar. No tienes porqué contener ese sentimiento que te está dañando por dentro-se abrazó con más fuerza y el primer sollozo se le escapó, pero continuó luchando contra sí mismo. Suspiré sin hacer ruido.

Había un largo camino que recorrer.

Daniel continuó luchando para reprimirse y vi necesario levantarme de mi asiento. Del bolsillo delantero de mi saco, extraje un pañuelo blanco que jamás faltaba en mi vestimenta y me hinqué frente a él, pero cuidando en mantener su espacio personal

-No estás solo en esto-hice uso de un tono de voz que se mantenía entre el límite de comprensión y el de profesionalismo-Quizás aun no comprendo con exactitud cómo te sientes, pero estoy aquí para ayudarte-otro sollozo se le escapó-Estás pasando por un momento difícil y lo que sientes es válido, Daniel-no lo soportó más y su llanto se desbordó.

De un momento a otro, dejó de abrazarse a sí mismo para abrazarme a mí. Se aferró como si la vida se le fuese en ello. Lo sentí como un abrazo totalmente desesperado.

Di varios golpecitos a su espalda mientras continuaba llorando con su rostro totalmente escondido en mi pecho.

Noté un movimiento a mi lado y me encontré con Sean de pie bajo el marco de la puerta. Le hice una señal de tranquilidad mientras Daniel continuaba llorando.

Ambos tuvimos paciencia hasta que el llanto de Daniel fue menguando. Frotó su rostro contra mi pecho y después, pese a que continuaba sollozando, le ofrecí mi pañuelo

-¿Quieres sonarte la nariz?-y sin despegar por completo su rostro de mi pecho, tomó el pañuelo y sonó su nariz-Está bien, Daniel. Toda emoción es válida y no debes reprimirla. Permítete sentirla y después déjala ir-volvió a sonarse la nariz-Demos por terminada la sesión-avisé y él tomó un poco de distancia, pero se mantuvo con la mirada en el piso. Su nariz y ojos estaban totalmente rojos-Pero voy a pedirte que, en alguna libreta que tengas, anotes todo lo que has sentido y lo que sientas a lo largo de la semana. Será exclusivamente tuya porque yo no la voy a leer-expliqué-La siguiente sesión está programada para el jueves, pero si no te sientes bien o no quieres llevarla a cabo, podremos aplazarla para el próximo lunes ¿Estás de acuerdo?-asintió aún con la mirada en el piso y extendió el pañuelo hacia mí-Puedes quedártelo-sonreí ante su actitud inocente, pero continuó viéndose totalmente deshecho. Indefenso-Ahora yo voy a irme y cerraré la puerta. Le diré a Sean que te de tu espacio y cuando te sientas mejor, ve a comer algo y descansa, te lo mereces. Hazlo por ti-Daniel asintió-Bien. Nos vemos-me despedí.

Daniel no se movió en el tiempo que yo me dediqué en guardar mis cosas en mi maletín.

Después le di una última mirada y salí de su habitación asegurándome de cerrar la puerta a mis espaldas.

Me encontré a Sean recargado en la pared del pasillo. Le indiqué silencio y después, aún con señas, le pedí que me siguiera.

Ambos bajamos las escaleras

-Dale unos cuantos minutos-dije cuando llegamos a la sala y él asintió-Pero no dejes pasar mucho tiempo, ha sido demasiado para ser la primera sesión. Aún está sensible y en cualquier momento podría tener un pensamiento extremo-evité darle profundidad a las palabras para no generar pánico ante las posibilidades que existían después de un episodio como el que estaba sufriendo Daniel. En otros casos sí habría profundizado, pero confiaba en la meticulosidad de Sean-Comprende su tristeza y evita decirle palabras como “ya pasará” o “Esto es momentáneo” ¿Bien? No degrades sus sentimientos. Lo mejor que puedes hacer es acompañarlo en silencio y espera a que él te hable a ti-Sean volvió a asentir

-De acuerdo-asentí

-Llámame si notas que algo no anda bien con su comportamiento-di unos cuantos pasos hacia la salida-Vigílalo, pero dale su espacio-rematé

-Entendido-noté la seguridad en Sean

-Nos vemos-me despedí

-Gracias-me dijo mientras abría la puerta de la entrada y yo salí por completo.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! <3


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