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96. Su Pequeño Vampiro (10) por dayanstyle

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Chen Kun se detuvo en la acera, con unos algunos automóviles, alejándolo de la dirección que Jaycee Chan le había dado. Observó a la mujer de pelo oscuro y el niño salir del coche y dirigirse hacia la entrada del edificio de apartamentos. Pero antes de que ella entrara, él le tomo algunas fotos. Jaycee Chan querría pruebas, y cualquier cosa que el líder de Red Devils quería, él lo conseguía.

 Metió la cámara en su alforja, Chen Kun se detuvo en el tráfico, dando al edificio una última mirada, antes de volver hacia su cuarto de hotel donde Lori, la pelirroja que había jodido en el club, le esperaba.

 

 

 

Caminando en el aparcamiento de Silk Room, Ki Ho trató de ordenar su mierda. No dejaría que Sun llegara a él. No podía reclamar al hombre, pero su lobo deseaba matar al humano que había coqueteado con su compañero. Apretando su teléfono en la mano, se debatió sobre la conveniencia de llamar o no a Woo Ri y decirle lo que había pasado. Era muy cuidadoso, cuando se ponía en contacto con Woo Ri. Su hermana, junto con su sobrino, Seung Jin eran todo su mundo. Él podría morir si algo le pasara a cualquiera de ellos. Los dos siempre habían estado cerca, pero no quería correr el riesgo de llamarla por algo que debería ser capaz de manejar por sí mismo.

—Parece que estas a punto de cagar gatitos.

Escrutó a Dong Wan. El oso estaba extendido sobre su motocicleta, con la cabeza apoyada en el asiento, sus largas y gruesas piernas escondidas entre el manillar. —¿La pequeña chica ya te está causando problemas? Las chicas pueden ser un puñado de problemas.

La burla lo sacudió, pero se las arregló para mantener su temperamento bajo control. Honestamente, le gustaba el oso y no quería chocar cabezas

—Sabes bien que es un él.

Una sonrisa, apareció en la cara del hombre. —Aún disfruto al recordar tú cara y la de Kidoh, casi les da un ataque al corazón. —El chico emitido una risa baja.

—Dios, no tenía precio. Nunca pensé ver a Kidoh tan pálido o entrar en pánico.

—¿Que estás haciendo aquí? —Se metió el teléfono en el bolsillo, su llamada telefónica quedo en el olvido.

—Después de descubrir que no había pasado al lado oscuro, Kidoh entró, para reafirmar su inclinación hacia los hombres.

—¿Entonces estas simplemente allí, esperando, mientras Nakta y Kidoh obtienen su jodida?

Cuando estaba con los Devils, algunas veces había esperado a un hermano, mientras tenía un poco de vagina. Pero estaban en una carrera, haciendo negocios del club, y solo sucedió. Siempre había estado con putas o aceptado una mamada. Si los Devils hubieran descubierto que era gay, le habrían disparado en el acto. Esa fue una de las razones por las que le gustaban los hermanos Kim Remus. Eran homosexuales, por lo que sabía y a ninguno de ellos les importaba quien lo supiera.

—Es una buena noche, para mirar las estrellas —, dijo Dong Wan. Su voz lo saco de sus pensamientos. —Pacífico. No se consigue momentos como éste, con demasiada frecuencia.

El shifter oso volvió la cabeza. — Deberías probarlo alguna vez.

Se encontraba demasiado en el borde, como para saber lo que era relajante. 

Tendía a permanecer en alerta. Un resbalón y no sólo podía costarle la vida, también la de Woo Ri y Seung Jin. No había experimentado un momento tranquilo, desde que sus padres aún se encontraban con vida.

Era triste decirlo, pero eso fue hace más de cien años.

Correr con un grupo de hombres, siempre lo tuvo al límite. Confiaba en sus hermanos, pero sólo hasta cierto punto. Pero eso había sido entonces.

¿Ahora? Ellos le cortarían la garganta, violarían a su hermana, Seung Jin seria huérfano y sin pestañear.

Esos pensamientos, no hicieron nada para calmar su estado de ánimo.

Maldición. No dejaría que nadie tocara a nadie --incluso a Sun, especialmente alguien tan hermoso como su compañero--.

Mantener un perfil bajo, por los mortales motociclistas era completamente diferente. Y técnicamente, no quería correr. Sólo estaba haciéndose invisible. Dong Wan se rió, cuando se dirigió de nuevo al club. Maldito oso. Su pareja estaba detrás de la barra, mientras trataba de tomar los numerosos pedidos de bebidas. Deslizándose junto a él, tomo el licor y bebidas mezcladas, mientras dejaba las órdenes para el vampiro.

 

Sun parecía en su ambiente. Tenía que admitir que el tipo era muy bueno. Y los cumplidos volaban. Al parecer, su pareja había despertado el interés de todos los varones de sangre caliente en el lugar.

Cuando llegó un momento de calma, se dio cuenta que su pene estaba duro como una piedra. Observó la forma en que el cuerpo de Sun se movía cuando el hombre corrió hacia arriba y hacia debajo de la barra, sirviendo las bebidas y recogiendo el dinero. Las hebras de seda de su pelo largo se balanceaban, su trasero se agitaban ligeramente, y su cuerpo se torcía en formas que tenía su imaginación, volando salvajemente.

Sun se inclinó sobre el mostrador, para coger servilletas y vasos vacíos. No pudo evitarlo, aunque lo intento. Coloco un brazo a cada lado de Sun, apretando al delgado hombre entre la barra y su cuerpo, presionó los labios contra el oído de su compañero.

—Sigue caminando de esa manera y podría llevarte a casa conmigo, esta noche.

Nunca había llevado a nadie a su casa. Era su santuario, sin embargo, la idea de tener a Sun lo ponía nervioso de todas las formas. Dormía solo, siempre. Cuando quería sexo, iba a algún club y tomaba un chico del lugar.

Con una inclinación de la cabeza, Sun lo contempló por encima del hombro. —Es posible, que desees preguntarle antes a Hong Seok.

El hermano. Mordió la oreja del pequeño vampiro. —¿Y por qué debería preocuparme por él?

—Debido a que él no sabe que eres mi compañero, y por la forma en que reaccionaste cuando lo descubriste, no quieres que nadie lo sepa.

El hombre era demasiado malditamente intuitivo.

—Estoy bien con eso. —Sun arrojó esa declaración, como si nada, como si no le importara. Le golpeo, con el codo, en el estómago. Era como si una mariposa chocara contra un toro.

—Tu diminuto codo, es ineficaz —, señaló. No estaba seguro, de por qué le molestaba, que Sun no estuviera molesto. La mayoría de los compañeros estarían furiosos, si se quisiera mantener su relación en secreto.

—Te sorprenderías de lo comprensivo que puedo ser. —Sun se agachó y luego se deslizó de debajo de su brazo.

El hombre estaba actuando, como si su apareamiento no significara nada, y maldita sea, que molesto era todo eso. Él le había dado la espalda al chico, y Sun tenía todo el derecho a estar enfadado. Entonces ¿por qué no lo estaba?

 

 

No podía afirmar que el vampiro no estuviera pasándola mal, pero ver lo fácil que Sun aceptaba no sellar su vínculo, lo tenía en el borde. Dejó escapar una tensa respiración, sin saber qué pensar del chico.

—Entonces, ¿de quién te estás escondiendo? —Dijo Sun, colocando los vasos en el fregadero.

—¿Quién dijo que estoy escondiéndome de alguien?

—¿No lo haces?

No había manera en el infierno, de que involucrara a Sun en sus problemas. No quería mentirle a su compañero. —¿Siempre intentas leer a la gente?

Un hombro delgado, se levantó en un casual encogimiento de hombros.

—Es por el hábito de trabajar en este tipo de entorno. Cuando eres más pequeño que todos los demás, debes ser prudente y vigilar que nadie te hiera

—¿Y piensas que has acertado conmigo? —Cruzó los brazos sobre el pecho y se apoyó en el mostrador nuevamente.

Levantando la mano, Sun la extendió  y  doblo  un  dedo,  mientras enumeraba la lista. —Chico malo, solitario, ya sea huyendo de la ley o alguien más grande y más malo. Eres realmente un buen tipo, pero mantienes a todo el mundo alejado, porque en algún lugar de tu vida, alguien destrozó tu confianza.

—También me gustan las largas caminatas en el bosque, mientras arrastro un cadáver. —Dijo seriamente. Sus nervios se crisparon al pensar en lo que Sun podía decir. No lo leería tan fácilmente.

Los ojos de Sun se iluminaron. — ¡Oh! Tenemos algo en común. No estaba seguro, de cómo tomar al chico. —¿Seriamente?

—No —, dijo Sun. —Prefiero enterrar mis cadáveres, de inmediato.

Su compañero le estaba haciendo difícil mantenerlo alejado. Su sentido del humor, lo tenía sonriendo. —¿Cuántos cuerpos has enterrado?

Al acercarse, Sun susurró con complicidad. —¿Prometes no decirlo?

Asintió, mientras inhalaba le dulce aroma del hombre. Esa cercanía lo hacía desear tirarlo a sus brazos, frotar las manos por todo el cuerpo del chico, y llevarlo a un lugar más privado, para que pudieran llegar a ser íntimamente cercanos. El contraste entre su gran cuerpo y lo delgado que era Sun, tenía su erección palpitando dolorosamente, detrás de la cremallera.

—Ninguno. —Sun susurró, antes de enderezarse. —Pero si le cuentas a alguien, lo negare.

Cruzo su corazón. —Prometo que no diré una sola palabra.

Sun lo golpeó con la parte posterior de su mano, contra su estómago antes de señalarlo con el dedo. —Y no creas que he olvidado mi pregunta original.

 

 Observó a su compañero de pie y se preguntó si la lucha contra el tirón aún valía la pena. Rápidamente, el pequeño vampiro, lo había envuelto en torno a su dedo meñique.

 

—¿Hay alguna razón, por la que ustedes dos están trabajando tan cerca?—Hong Seok preguntó, mientras pasaba por la barra y pedía un vaso de carmesí - el brebaje de sangre sintética que los vampiros bebían cuando una vena  no  estaba  disponible  o  el  vampiro estaba  demasiado mareado para  beber de la fuente.

Hong Seok estaba sobre ellos, sin morderlos.

—Trabajamos juntos —, dijo Sun, mientras mezclaba la bebida.

—Prefiero llevarme bien, con los que tengo que pasar tantas horas.

No le había dicho a su hermano, que él y Ki Ho eran compañeros. No era la gran cosa, aunque Hong Seok asaría a Ki Ho a la parrilla si se enteraba. El hecho de que había encontrado a su compañero, no significaba que Hong Seok diera marcha atrás.

La protección de su hermano, probablemente durara más que la tierra girando. Pero Ki Ho no lo quería. Estaba muy convencido de que su compañero estaba escondiéndose de alguien, y, hasta que consiguiera respuestas, mantendría su acoplamiento en secreto. Sólo esperaba que esa fuera la razón. Si verdaderamente Ki Ho no lo quería como pareja, no estaba seguro de lo que iba a hacer.

—No me hagas tener una conversación con él —, amenazo Hong Seok. —Llévense bien todo lo que quieras, pero la próxima vez que lo vea tan cerca de ti, le enseñare que joder a mí hermanito trae riesgos para la salud.

 

 

Su conversación fue interrumpida, cuando uno de los strippers llego a la barra, mirando a Hong Seok como si fuera un pedazo de carne de primera. Su hermano se alejó, pero no antes de agarrar el vaso de carmesí

—¿Es tuyo? —El stripper preguntó, mientras desnudaba a Hong Seok con los ojos. Si ese hubiera sido el caso, sería muy desagradable.

—Hermano —, dijo Sun. —Dulce. Él está disponible.

Tenía la sensación, de que el estado civil de Hong Seok no le importaba al chico. Con un elegante cuerpo, el pelo corto y rubio, y ojos color avellana agradables, el stripper era un espectáculo. Volvió aquellos ojos color avellana a él. Por el olor del chico, era una especie de shifter gato.

—Mi nombre es Caridad.

Se trataba de un nombre artístico obvio, y no estaba seguro de que quisiera llamar al tipo de ese modo. —¿Nombre real?

La falsa sonrisa de Caridad, era como la de un billete de tres dólares. —Eso no importa, dulzura.

 

El tipo era un problema. Vio la mirada calculadora en los ojos de Caridad. El tipo estaba en las drogas. Puesto que la sangre para un vampiro era la única fuente de supervivencia, tenían un sentido del olfato muy desarrollado.

—Espero que tu hermano no sea tan mojigato como Ki Ho —, dijo Caridad.

—He estado tratando de conectar con ese lobo durante meses. Pensé que era hetero, pero lo he visto con otros chicos. —Caridad le dio una sonrisa forzada. —Pero si él es hetero, es todo tuyo.

El stripper tenía que estar elevado más alto que una cometa, ya que la declaración hecha, carecía de completo sentido. Ki Ho no podía ser hetero si había estado con un montón de chicos. Caridad, al igual que todos los demás supuso que él, era una mujer. Eso le tenía sin cuidado. No era como si él y Caridad se convertirían en mejores amigos.

Aunque la imagen del stripper tratando de conseguir a Ki Ho lo hizo enojar. El pensamiento de los hombres con los que su compañero había estado, no le gustaba. No quería que ningún chico le lanzara los ex amantes de su pareja a la cara, y tenía la sensación de que Caridad lo había hecho a propósito. ¿Celos? Tal vez.

Buscó a Ki Ho y lo vio de pie junto a la salida, hablando con Phillip el guardia que Mino le había presentado. ¿Podría estar equivocado? ¿Ki Ho negaba su apareamiento, porque le gustaba estar solo?

 

Sus miradas se encontraron, y Ki Ho le dio un guiño. Maldita sea. Sus entrañas se agitaron. Se estaba ganando una migraña, con las acciones conflictivas de Ki Ho hacia él. El lobo le coqueteaba. El lobo le daba la espalda. Ki Ho dijo que quería llevarlo a su casa, y luego actuó como si él trajera la plaga. Quería golpear su cabeza, sobre el mostrador.

Sus hombros se tensaron, mientras observaba a unos jovencitos parar enfrente de Ki Ho y Phillip. Su compañero sonrió, y él quería perforar al chico.

También quiso arañar los ojos de los sumisos.

Tranquilo.

Apartándose, se dejó sumir en el trabajo. ¿Le había dicho a Ki Ho que coquetear era parte del trabajo? Entonces ¿por qué, cuando el zapato se invirtió se sentía desanimado?

—Un centavo por tus pensamientos.

Levantó la vista y se sorprendió al ver a Hwan Hee de pie, al otro lado del mostrador. Su primo sonrió, y se sintió un poco mejor.

—Sólo trato de hacer las cosas bien, la primera noche en un club nuevo.

Esa era una verdad parcial.             

—Por lo que me dice Mino, lo estás haciendo muy bien. —Hwan Hee se sentó, en uno de los taburetes. —Pero quiero oírlo de ti, dado que te ves tan inquieto.

Estaba medio tentado a decirle a Hwan Hee lo que estaba pasando. Adoraba a Hwan Hee, el mejor de todos sus parientes. El tipo no se andaba con rodeos y quería al hombre cuidando su espalda, cuando estaba en problemas.

Eso y el hecho de que Hwan Hee nunca había tratado de sofocarlo. Había estado en Dalton Falls durante más de un año y luego de pasar el tiempo, salió de la casa y encontró algo para ocupar su tiempo. Un individuo sólo podría ver la televisión y viajar del trabajo a casa por un tiempo, antes de morir de aburrimiento. Puesto que había estado en la barra en The Manacle, servir en Silk Room, parecía el trabajo lógico a tener.

—Tratar con los borrachos no me pone exactamente feliz —, le dijo. Hwan Hee sonrió. —Cierto.

—Entonces, —dijo, mientras servía un trago para el humano de pie junto a su primo, —¿espiándome?

—Sabes que no es lo mío. —Hwan Hee miró sobre su hombro, antes de volverse hacia él. —Se lo dejo a Hong Seok.

 

 

Por mucho que odiaba la forma en que Hong Seok actuaba, sabía que su hermano realmente lo amaba y sólo estaba preocupado por su bienestar.

Hwan Hee se inclinó sobre la barra, acercándose hacia él, y le dio un beso en la mejilla. —Si las cosas se ponen exasperantes, ven a verme. Tendremos una noche de chicos.

Aprecio la oferta. Su mirada se disparó a Ki Ho, y se dio cuenta del profundo ceño fruncido en la cara de su compañero. Se tiro hacia atrás, poniendo distancia entre él y su primo.

Cuando Ki Ho se dirigió hacia ellos, sintió curiosidad, preguntándose qué estaba pasando en la cabeza del tipo. Su compañero se detuvo justo en frente de él, mirando a Hwan Hee antes de volver su atención a él. Su mano se movió a la velocidad del rayo, agarrándole la muñeca. Hwan Hee medio salto en su asiento, con la mirada fija en donde se conectaron la manos de Ki Ho y Sun. El agarre podría haber sido rápido, pero el toque había sido suave. Su primo le miró, como si estuviera esperando que dijera una palabra.

—Tenemos que hablar en la oficina —, el tono de Ki Ho, era amenazante. Le dio Hwan Hee, una tensa sonrisa. —Estoy bien.

Hwan Hee no parecía muy convencido. Sino como si estuviera listo para arrancar el brazo de Ki Ho. Un tirón rápido y había liberado su muñeca. Se dirigió al frente de Ki Ho, haciendo caso omiso de la mirada asesina de Hwan Hee, y se dirigió a la oficina de Jong Bin. Hong Seok miró en su dirección. Se encogió de hombros. No tenía idea de lo Ki Ho necesitaba hablar con él. El lobo había dejado muy claro que no lo quería.

¿Qué más podía decir?

—Mino, atiende la barra. —Ki Ho grito por encima del hombro. Sintió, más que vio, a Hwan Hee detrás de ellos. Cuando se volvió, su primo estaba en detrás de Ki Ho.

—Le haces daño y no tienes ni idea de qué clase de ira que caerá sobre tu cabeza.

—Amenázame y no tienes ni idea del infierno que desatare —, respondió Ki Ho y luego comenzó a caminar de nuevo.

Hwan Hee le echó un vistazo. Una vez más, solo podía encogerse de hombros.

—Estaré aquí, si me necesitas —, dijo Hwan Hee.

Con una sonrisa, con los labios cerrados, siguió a su compañero. Tan pronto como cruzaron el dintel de la puerta de la oficina, Ki Ho cerró.

 

 

Este estaba frente a la puerta, con la mano aún agarrando el pomo. El tipo parecía demasiado grande para la oficina. Se situó a un el lado de la mesa, el corazón corriéndole salvajemente, mientras esperaba ver qué quería Ki Ho.

—Por favor, dime que no vi a ese tipo besarte. —La voz del lobo era baja y letal, haciendo que se tensara. Normalmente, un paranormal prefiere morir antes que herir a su compañero, pero a partir del estado de ánimo de Ki Ho, no estaba tan seguro de que este fuera el caso.

Tembló. Era una mezcla de miedo y excitación. Su compañero actuaba como si no lo quisiera, pero su mal humor era la prueba de que le importaba.

Eso era más de lo que esperaba.

Aún así, no estaba listo para ceder, por el momento. —¿Y si me estaba besando?

Habría dado marcha atrás, cuando Ki Ho se volvió, pero con el escritorio en su parte trasera, no tenía ningún lugar a donde ir. Los dientes del tipo eran largos y gruesos, el gris de sus ojos estaba tan oscuro, como nubes de tormenta. Parecía como si estuviera listo para ir a una matanza.

No te metas con la bestia. Tranquiliza la situación.       

Enderezando su espalda, echó atrás los hombros, levantó la barbilla, y miró a Ki Ho. —No es como si me quisieras, así que ¿por qué te importa?

—¿Qué pasó con la comprensión?

—Voló por la ventana, cuando te vi coqueteando con esos jovencitos —, la calma en su exterior, sacudió su interior.

Había estado dispuesto a esperar, a pelar las capas de Ki Ho para entender porque el hombre lo mantenía alejado, pero no era un idiota. No lo quería ver ligar con otros hombres.

No estaba siendo comprensivo.

Ki Ho se dirigió hacia él. Se echó hacia atrás, hasta que su espalda casi se presionó contra el mostrador. Con una sola mano, Ki Ho lo tenía acostado sobre la mesa. El lobo le agarró las piernas, abriéndolas y luego se inclinó sobre él.

—Estás jugando con fuego. —Ki Ho advirtió. Se puso de pie entre sus piernas, su ingle presionando el culo de Sun. —No quieres llevarme a eso.

—¿O qué?—Desafió.

 

 

Apareció una sonrisa lobuna. Ki Ho froto su pene en contra suyo, inclinándose sobre él al mismo tiempo. Estaban frente a frente, sus miradas se encontraron en una batalla de fuerza de voluntad. La mano de Ki Ho le ahueco la ingle, sus gruesos dedos moviéndose arriba y abajo, por lo que se endureció.

Indignado, era como quería sentirse. En cambio, arqueó su espalda, entrelazando sus piernas alrededor de la cintura de Ki Ho, mientras se iba por el toque del hombre.

La excitación y el placer corriendo a través de él. Su cuerpo estaba quemándose, con el corazón acelerado con tanta fuerza que debería haberle roto una costilla. Retorciéndose y gimiendo, sintió que sus párpados se cerraban.

—Maldita sea —, dijo Ki Ho, gruñendo. Empujó su pene cubierto por los vaqueros, contra su culo. — ¿Por qué me empujas de esta manera?

Cada fibra de su ser deseó que ambos estuvieran desnudos. Sus dedos se cerraron alrededor de los bíceps de Ki Ho, y su cabeza se echó hacia atrás y hacia adelante. —K-Ki Ho.

—Vas a hacer que mate a alguien —, la mano de Ki Ho se tensó, sus empujes cada vez más rápidos. Pequeños sonidos hambrientos brotaron de sus labios.

Su pene se hinchó aún más. Su cuerpo estaba tenso. El calor subió a la superficie de sus mejillas. Clavo su uñas en los brazos de Ki Ho, y gimió quedándose sin aliento, y luego los labios de Ki Ho cubrieron los suyos amortiguando los sonidos de su liberación.

Se relajó contra el escritorio. Su cuerpo se estremeció, su respiración era irregular. Poco a poco, abrió los ojos y miro hacía de Ki Ho por encima de él, la mirada salvaje en sus ojos oscuros y los caninos alargados. Su cuerpo estaba completamente flácido, estaba allí mirando a su compañero. Estaba demasiado terriblemente cansado para moverse, para protestar por el peso encima de él.

Moviéndose un poco hacia atrás, Ki Ho le dio besos en sus mejillas, la punta de la nariz, y luego acarició su cuello, lamiendo su piel.

La barba de Ki Ho raspo a lo largo de su piel, y a él le encantaba lo que sentían. Le encantaba cómo olía Ki Ho, el peso de su compañero, los músculos flexionándose a su alrededor, y la ternura de su compañero al abrazarle.

—Serás mi perdición —, dijo Ki Ho, contra su cuello. Todavía respirando con dificultad, Sun miraba el techo, preguntándose porque no sería al revés.

 

—Esto nunca puede volver a ocurrir. —Ki Ho se movió de nuevo, Sun lo contempló por sólo un instante, y luego salió de la oficina

Nunca se había sentido tan utilizado en su vida.

—¡Fue bueno para mí, también, idiota!—Le gritó a Ki Ho.

Secándose las lágrimas que le picaban los ojos, fue al baño a limpiarse.

Cuando regresó detrás de la barra, pretendió que Ki Ho no existía.

 

 

 continuará...


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