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96. Su Pequeño Vampiro (10) por dayanstyle

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Ki Ho aún no podía creer que había ido en contra de su propio consejo, mientras se paraba en su camino de entrada. Habían pasado dos años desde que dejo los Red Devils, y nadie lo había descubierto todavía. Eso debería haber permitido que se relajara, pero bajar su guardia sería la última cosa que podía hacer.

Alguien había preguntado por él en Sugar Creek. Puesto que no sabía quién, ahora más que nunca, estaba en estado de alerta. Su instinto ardiendo en sus tripas, le dijo que uno de los Red Devils estaba detrás de la mujer que estaba peguntando. Eso debería haber solidificado su determinación de mantener a Sun fuera de su vida.

Sin embargo, se había dejado llevar por la lujuria, cuando vio al hombre en el bar besar la mejilla de Sun. Se veían demasiado bien juntos. Su lobo había querido rasgar al hombre en pedazos. En cambio, llevo a Sun a la oficina, tratando de demostrar un punto, de lo que el vampiro le pertenecía.

 

Dioses, estaba confundido. Intentar alejar a Sun era algo que no estaba funcionando. Y esa escena en la oficina no sacio su apetito, lo hizo querer más. No debió haberlo hecho. De alguna manera, reclamar a su compañero en una oficina, se sentía como si no apreciara la experiencia. No es que tuviera la intención de reclamarlo. Lo que lo lanzó en un bucle fue el hecho de que Sun había llegado al clímax a pesar de que ambos habían estado completamente vestidos. La forma en que su compañero se había derrumbado, estaría estampada en su memoria por siempre.

Cuando abrió la puerta, Firulais rebotó hacia él, moviendo la cola mientras babeaba. El Mastín Inglés casi lo golpeó en el culo cuando cerró la puerta principal.

—Te tengo —, dijo, mientras lo acariciaba a cada lado de la ancha y arrugada cabeza. —¿Quieres salir a dar un paseo?

Gracias a Dios, no había nadie allí para oírlo hablar como si estuviera hablando con un bebé. Su voz había bajado una octava, mientras rascaba detrás de las orejas de Firulais.

 

 

El perro de color atigrado gruñó y ladró, saltando de él a la puerta de atrás. Firulais era pesado de huesos y músculos, con 81 kg  de gigante amable. El más dulce canino había conocido.

Abrió la puerta trasera de su casa. Firulais corrió afuera, persiguiendo a una ardilla. Cuando veía a un ser querido, corría de esa manera. El animalito estaba probablemente aterrado, pero Firulais quería jugar.

Cuando salió, sus pensamientos vagaron de nuevo a Sun. Él quería sentir al hombre apretando su polla tanto, que apenas pudiera respirar.

—Realmente disfrutas torturarte —, murmuró. Si no dejaba de pensar en Sun debajo de él, gimiendo su nombre, con su cabello revuelto y suelto como un ángel caído...

Dios, detente. No puedes joderle la vida. Es demasiado inocente para eso. La idea de los Red Devils llevándose a Sun tenía su corazón destrozado.

Agarró su móvil del bolsillo de atrás, cuando empezó a sonar.

Respondiendo, dijo, —¿Qué pasa?

—¿Cómo está tu noche? —Preguntó Jong Bin.

Al oír la voz del hada, recordó los papeles en su alforja. Dejando a Firulais atado, mientras caminaba por el lado de la casa y los recuperaba.

—¿Estás hablando de mi decisión o la nueva ayuda? —Metiendo la carpeta bajo el brazo, se dirigió al porche trasero y se sentó en uno de los tres escalones que conducían, desde el patio de hierba.

Firulais se volcó a su espalda, moviéndose a su alrededor, antes de saltar hacia arriba persiguiendo un conejo. Para un perro enorme, era ligero de pies.

—No voy a hablar acerca de la asociación, hasta que hayas tenido la oportunidad de mirar los papeles —, dijo Jong Bin. —Me estaba preguntando por la nueva ayuda. —Jong Bin se quedó en silencio por un segundo y luego agregó: —Son primos de J.Jun. Sé que es un montón de preguntas, pero ¿crees que puedes cuidar de Sun? Su hermano es su sombra, pero él sólo necesita un amigo. De lo que yo sé, los amigos no lo usan.

Usarlo, ¿cómo? Su estómago se retorció, mientras pensaba en cómo él había llevado a Sun a la oficina, cómo tomo al hombre para llegar al clímax. Pero esto era diferente. No lo estaba usando. El vampiro era su compañero.

—Usarlo, ¿cómo? —Terminó haciendo la pregunta en voz alta.

—A veces para tener relaciones sexuales, pero sobre todo, J.Jun me dice que Sun es... fácil de persuadir.

 

Jong Bin hizo un ruido en la parte posterior de la garganta. —Púdrete si esto te hace sentir incómodo. El chico es ingenuo como el demonio y puede hablar con casi cualquier cosa. No estoy pidiéndote que seas su niñera, sólo mantén un ojo en él y asegúrate de que nadie lo use.

Apretó sus dientes. Vio por qué los hombres querían a Sun. El tipo era tan condenadamente hermoso, que debería ser ilegal. Y muchos hombres pensaban en nada más que utilizar un cuerpo caliente para el sexo, antes de pasar a la siguiente conquista.

—Mantendré un ojo sobre él.

—¿Cómo lo está haciendo?

La imagen de Sun colocado sobre el escritorio de Jong Bin le llegó a la mente, y su cuerpo se endureció. —No pudiste haber contratado a un mejor barman. El tipo sabe lo que está haciendo.

—Muy bien —, dijo Jong Bin. —Sólo quería comprobar.

Se puso en pie, cuando vio a Firulais gruñendo a algo en el bosque

—Todo bien. —Colgó antes de que Jong Bin pudiera decir más. Gritó. — Firulais, ven aquí, muchacho.        

El perro no se movió.

Sólo tardó cinco segundos en cambiar a su lobo y se uniera al mastín. Pero en lugar de quedarse en el borde de los bosques, cargo hacia el. Como si esa era la señal que Firulais había estado esperando, se le unió.

A no más de diez pies, se detuvo. Cambio de nuevo en su forma humana, cuando Firulais comenzó a gruñir de nuevo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó.

Sun se quedó allí, con los brazos apretados contra el pecho, los ojos abiertos, mirando a Firulais. El tipo parecía como si fuera a desmayarse en cualquier momento.

Frotando la cabeza de Firulais dijo, —Está bien, muchacho. Lo hiciste bien. Firulais comenzó a mover la cola, antes de volverse y salir tras una ardilla.

—¿Era un perro o un pequeño pony? —Los brazos de Sun frotaban lentamente su pecho.

Estaba demasiado aturdido para responderle. ¿Por qué en la tierra el vampiro tenía que estar en el bosque detrás de su casa?

El vampiro le miro la ingle y no había nada que pudiera hacer cuando su pene comenzó a endurecerse. El escrutinio duró un buen minuto, antes de que Sun apartara la mirada.

 

No había visto entrar el Lexus de Hong Seok. ¿Cómo había terminado su compañero aquí? Miró más allá de los bosques, para ver si el Lexus estaba en su camino de entrada.

No lo estaba.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? —Se volvió a Sun.

—Camine —, el hombre admitió.

—¿Desde dónde los Lee? —Sus ojos se abrieron ligeramente.

La mirada de Sun emigró su ingle, una vez más. Si no se cubría, no sería capaz de concentrarse. Le agarró la mano y los condujo desde el bosque. Cuando se acercaban a Firulais, Sun se trasladó rápidamente a su otro lado. No le diría a su compañero, que Firulais era inofensivo. Le gustaba que su compañero estuviera tan cerca de él. Independientemente de si quería mantener al hombre lejos de él, una vez más, el plan no estaba funcionando tan bien.

No con Sun tan cerca. No cuando todos sus huesos lo deseaban. El vampiro parecía tan delicado junto a él, que todos sus instintos de protección se encendieron, quería mantenerlo seguro, y esos mismos instintos  querían  tirar  a  Sun  en  la  hierba  suave  y  hacerle el amor lentamente, a su dulce compañero.

Concéntrate.

Cuando llegaron al porche, tomo la mano de Sun y agarró sus calzoncillos. Se las puso en su lugar y luego sus pantalones, dejando el botón abierto, cuando se sentó en el escalón más alto.

—Me dirás, porque estabas espiándome escondido en el bosque.

Sun se trasladó al porche y detrás de él, cuando Firulais corrió hacia ellos y se dejó caer entre sus pies descalzos.

—No estaba tratando de entrometerme —, dijo Sun detrás suyo.

—Sólo tenía... curiosidad.

—¿Lo suficientemente para transitar por caminos rurales, a las cuatro de la mañana? —Sun al poner su seguridad en riesgo, era algo que no le sentó bien. El hombre debería haber tenido más sentido que eso. Vivían en una ciudad con seres sobrenaturales. La mayoría eran dóciles, pero no todos. Cualquier cosa podría haberle sucedido a su compañero.

—Tengo una velocidad inhumana. —Sun no sonaba como si se tomara en serio su seguridad. —Pude llegar hasta aquí.

 

 

Alcanzándolo, tomo a Sun de la muñeca y tiró de su compañero, hasta que el vampiro se dejó caer junto a él, en el escalón.

—¿Y Hong Seok sabe que saliste de casa?

Sun frunció el ceño. —No soy un niño, y no tengo necesidad de reportarle cada movimiento que hago.

Eso no había salido bien.

Renunció a tratar de averiguar por qué su compañero se había revelado de esa manera. Era obvio por la forma en que se inclinó ligeramente hacia él. El tirón era demasiado fuerte. Incluso para él. Había tratado de luchar contra ello. Realmente lo hizo. Pero se estaba engañando a sí mismo, al pensar que podía negar a su compañero. Desde el momento en que puso los ojos en el pequeño vampiro, había querido al hombre.

Gracias a Dios, Sun había resultado ser un chico.

—Nunca dije que eras un niño —, le dijo. —Pero hasta un ciego puede decir lo mucho que se preocupa por ti y quiere mantenerte a salvo.

—Tienes un bonito lugar. —Sun miró a su alrededor, y el cambio rápido de tema, no le había pasado desapercibido.      

—Gracias. —Todavía estaba un poco desconcertado, por la visita improvisada. —Suficiente espacio para que Firulais pueda correr.

—Y estas lo suficientemente lejos de la carretera, proporcionándote toda la privacidad que necesitas. —Sun lo miro a través de la caída de su cabello oscuro, como si tuviera todo resuelto.

Tomando la mano de Sun en la suya, frotó el pulgar sobre la delicada estructura ósea. —¿Quién dijo que necesitaba privacidad?

Se dio cuenta, de cómo Sun contempló sus manos unidas. Mientras que las suyas eran grandes, callosas, y un poco secas, debido a todos los platos que lavaba detrás de la barra, las de Sun eran pequeñas, suaves y sedosas, y pálidas. Su pene se había sacudido, mientras que la imagino esa mano envuelta alrededor de su erección. Firulais bostezó, se dio la vuelta, atrapándole el pie derecho, bajo su peso. Sacó el pie hacia atrás, chocando contra el talón del último escalón. —¿Te gustan los perros?

Sun no era el único que sabía cómo cambiar de tema. Su compañero se quedó mirando a Firulais, como esperando que abriera sus enormes mandíbulas y lo tragara entero. —No lo sé. Nunca he estado cerca de los animales domésticos. Pero él es grande, y aterrador.

 

 

El vampiro se extendió hacia Firulais, como para acariciarlo, y luego señaló con la mano hacia atrás, cuando el perro miraba perezosamente hacia él.

Se rió entre dientes. —Deja que te enseñe. —Tomó la mano de Sun y la guío a la cabeza de Firulais. El perro movió la cola, mientras se estirada de satisfacción por el toque de Sun. Unos cuantos golpes y lo soltó, viendo como el vampiro rascó detrás de las orejas de Firulais.

—Es suave. —Una sonrisa apareció en Sun, mientras miraba a Firulais. La tierna forma en que Sun manejó al gran perro, conmoviósu corazón.

—Es un gigante amable.

Sun miro hacia él. —¿Un perro de este tamaño es amable?

—¿Estás diciendo que los gigantes no lo son? —Se refería a su propio inmenso tamaño. —Te sorprenderás cuántos son nada más que osos de peluche.

Como si le alegrara lo que estaba diciendo, Sun sonrió, y esta era era un puñetazo en su corazón. —Podría discutir ese punto.

 

Se encogió de hombros, haciendo todo lo posible para no dejarse embaucar por esos bellos ojos. —Los Gigantes no son siempre inteligentes. O agradables….

Fue tomado por sorpresa cuando la mano que había estado acariciando a Firulais se presionó contra su pecho. Sun le deslizó la mano sobre sus pectorales.

Apretó los dientes, permitiendo a su compañero explorar, mientras se obligó a permanecer inmóvil.

—Un oso de peluche. —Sun repitió, con la mirada aún fija en su pecho. —Me gusta esa comparación.

Una poderosa necesidad subió en él. Había sentido deseos antes, pero esto era diferente, se sentía diferente. Un gemido vibró en él cuando Sun rozo sus dedos sobre su pezón. Quería besar a Sun. Anteriormente, en la oficina, había sido demasiado rápido. Un beso apasionado, profundo, sensual, era exactamente lo que tenía en mente. Se inclinó hacia su compañero, pero Sun se echó hacia atrás.

—Tengo que llegar a casa, antes de que salga el sol.

Se apartó, tomando una respiración profunda, tratando de volver a la tierra. Fregando una mano por la cara, asintió. —Pero yo te llevare. No iras sólo.

Los hombros de Sun se pusieron rígidos. —No necesito una niñera. Firulais se agito al oír el tono de voz de Sun. Levantó la cabeza, mirando entre Ki Ho y Sun.

—Está bien, amigo. —Le dio unas palmaditas al perro, en la cabeza.

—¿Estás confortándolo para que no me ataque? —Sun alzo los pies, alejándolos del perro

—Lo rescaté de un dueño cruel —, dijo. Sus dientes rechinaron cuando pensaba en las condiciones en que estaba viviendo Firulais. Había tenido una cadena pesada alrededor del cuello, incluso meses después, la piel no estaba totalmente curada.

—El propietario le había atado toda su vida, le arrojaba las sobras de alimentos y estaba infestados con pulgas y gusanos.

Había llevado al perro al veterinario, después de golpear al dueño y lo habían revisado de la cabeza a la cola. El Jefe Gun Woo había conseguido que el propietario retirara los cargos de asalto y, él y todos los demás se sorprendieron cuando cedió y le dio la custodia del perro. Había descubierto sus colmillos y amenazado al hombre, por lo que había hecho a Firulais. Puede que no había hecho las cosas de la manera correcta, pero el mastín era feliz y  saludable ahora.

Aunque, a veces, Firulais todavía se alteraba. Cuando lo hacía, cambiaba a su forma de lobo y se acurrucaba cerca del mastín, ayudando a calmarlo.

—Así que es un oso de peluche.—Fue una declaración.

—No estaba bromeando —Se quejó. —Fue una cosa canina. Sun asintió. —Debido a que eres un lobo, y él un perro.

— Sí.

Sun había dicho que necesitaba ponerse en marcha, pero su mano emigro de vuelta al pecho de Ki Ho, acariciándolo, mirándolo de manera que el pene de este latía. Como si se diera cuenta de lo que hacía, Sun apartó la mano y se aclaró la garganta. —Debemos salir.

Necesitaría una ducha de agua fría antes de volverse. Metió al interior a Firulais, se colocó las botas antes de atarlas, y entonces agarró su camisa del suelo del porche. Después de dejar a Sun, estaba tan acelerado que sabía que para conciliar el sueño podría tener que tomar una ducha. Así que en lugar de intentarlo, al llegar a casa, cambio y salió con Firulais a dar un largo paseo.

 

 

 

—Acabo de verle y a un perro corriendo hacia el bosque. —Chen Kun, dijo, cuando regresó a su moto escondida detrás de una casa en ruinas y no muy lejos de la de Ki Ho.

—¿Estás seguro de que era él?—Preguntó Jaycee Chan. —No quiero ningún error.

—Estoy seguro. —Cuando Ki Ho se había ido hacia el bosque, había logrado colarse en el porche, donde los pantalones fueron desechados. Comprobó la identificación que había en el bolsillo. —Es Ki Ho.

Ya sabía que era Ki Ho, pero quería estar cien por ciento seguros antes de informar a Jaycee Chan. Una metida de pata le costaría la vida.

—Quédate allí, me tomara unos días llegar.

—¿Quiere que mantenga un ojo en él? —Preguntó.

—No, vuelve a Sugar Creek y mantén un ojo en la chica. Quiero que Ki Ho  sienta lo que es perder a una hermana. —La vehemencia en la voz del líder, envió escalofríos a su columna vertebral.

—¿Y el niño?

Jaycee Chan gruñó en el teléfono. —No dañamos niños, tarado. Sólo mantén un ojo en ella. Y no digas nada más de esta mierda, ¿entendido?

Alivio precipitó a través de él. Había hecho un montón de cosas para Jaycee Chan, pero dibujó la línea en dañar niños. —Entendido.

—Ese hijo de puta va a pagar por matar a mi hermana. Te haré saber cuándo los chicos y yo estemos muy cerca. —Jaycee Chan colgó.

Saltó sobre su motocicleta y se dirigió hacia Sugar Creek, dejando Dalton Falls y a Ki Ho Kim detrás de él.

 

continuara....

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