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96. Su Pequeño Vampiro (10) por dayanstyle

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La noche siguiente, justo después de que cerrara la puerta de su dormitorio, y se dirigiera rumbo a la casa de Ki Ho. Lo que no había sido una decisión consciente. Sun no estaba muy seguro de si Ki Ho estaría molesto por la intrusión. Habían estado toda la noche en Silk Room y no habían tenido la oportunidad de hablar. La única interacción que tuvieron, era cuando Ki Ho le había dado su número de teléfono, indicando que si alguna vez se metía en un apuro, lo llamara.

Eso no era una confesión, pero había guardado el número en su teléfono. Esta noche, sin embargo, quería tocar a Ki Ho de nuevo, sentir esos labios suaves pero fuertes, su profundo olor, como su fragancia masculina, y, con suerte, si pudiera empujar a su pareja lo suficiente, posiblemente, ser reclamado.

 

Era una esperanza vacía. Ki Ho aún pasaba de caliente a frío, dándole a dolor de cabeza. Pero, de nuevo, oraba que la forma en que su compañero lo había puesto en sus brazos se debía a otra cosa, cualquier cosa, no al hecho que verdaderamente no lo quería.

Atravesando los campos de maíz, para reducir la distancia, al casi llegar a la casa de Ki Ho, una sombra se puso delante de él. Al ritmo de la velocidad que se estaba moviendo, chocó contra el desconocido antes de que pudiera detenerse. Ambos cayeron, golpeando el suelo fuertemente hasta finalmente detenerse. Poniéndose de pie, contempló el extraño. Su ritmo cardíaco se triplicó, cuando se dio cuenta de los signos reveladores. El iris era completamente rojo, sus colmillos opacos y manchados con sangre seca.

Un vampiro rebelde. Una criatura consumida por la sed de sangre. Trató de esquivar al hombre, rodeándolo pero el rebelde era más rápido, bloqueándole el camino. Miró a su alrededor mientras trataba de averiguar qué hacer. El rebelde comenzó a acechar hacia adelante. Retrocedió, sacó el teléfono de su bolsillo delantero. Marcó rápidamente, mientras trataba de que el rebelde no se acercara demasiado.

—¿Hola?

Tragó con fuerza, ante el sonido de la voz de su compañero. Ki Ho estaría histérico cuando supiera que había puesto su seguridad en riesgo. No tenía otra opción. Tendría que decirle, necesitaba la ayuda de Ki Ho y estaba cara a cara con el rebelde. Sabía que era lo mejor. Con su forma ligera y baja estatura en comparación con el rebelde, estaría fuera de combate, en cuestión de segundos.

 

—Necesito tu ayuda.

Hojas crujieron. —¿Qué está pasando? ¿Dónde estás?

El salvaje saltó hacia delante, tratando de agarrarle del brazo, lo esquivó, el aire rasgado por la mano con garras. Con el corazón acelerado, trato de huir, pero el rebelde, una vez más le cortó la fuga.

—En el bosque por tu casa, y no estoy solo. —Gritó y dejó caer el teléfono, cuando el rebelde tomo su muñeca. Se retorcía, tratando de liberarse.

El rebelde hundió sus colmillos profundamente, haciéndole gritar de dolor. Dio un puñetazo contra el chico, pero el tipo no lo soltó. Sentía fluir la sangre, así como la carne desgarrada alrededor de la herida.

—¡Detente! —Gritó, golpeando al hombre en vano. Luchó con todo lo que tenía en él, pero no podía competir con el vampiro sediento de sangre.

Un gruñido bajo, estalló, antes de que un lobo corriera hacia el camino. Tenía la cabeza baja, colmillos al descubierto, las orejas gachas. Intentó, una vez, más liberar su brazo. Su cabeza zumbaba, cuando el bosque comenzó a girar. En un minuto el rebelde tenía un asimiento apretado en su muñeca, y al siguiente estaba en el suelo, mirando como el vampiro y el lobo luchaban.

Apretó los dientes, haciendo todo lo posible para no perder el conocimiento.     

El vampiro había tomado demasiado. Sintió que su sangre manaba de su brazo, goteaba en su mano, todo lo vio con horror, al chocar contra el suelo.

Entro en pánico. Sabía que lamer la herida detendría la hemorragia y sanaría su brazo, pero la idea de colocar su boca en donde ese hombre repugnante lo había masticado le produjo náuseas. Tumbado en el suelo, mirando hacia los árboles, cerró los ojos. Tenía para sellar la herida. Él tenía que. Sus ojos ardían, mientras trataba de obligarse a hacer lo que debía. De repente, apareció un lobo en su línea de visión, el hocico cubierto en sangre. Se obligó a sentarse, se agarró la cabeza, el bosque seguía girando en torno a él.

—Maldición.

Ki Ho había cambiado a su forma humana. Le agarró del brazo y lo levantó, examinando la herida. Antes de que supiera lo que haría Ki Ho, el hombre le lamió la herida, cerrándola.

—Yo iba a hacer eso.

—Cállate. —Su compañero lo regaño, mientras lo levantaba del suelo y lo llevó al resto del camino.

 

 

 

Firulais les recibió en la puerta. Estaba tan fuera de él, que no le importo el perro inusualmente grande. Todo lo que quería hacer, era cerrar los ojos y dormir. Deseaba que el zumbido en los oídos se detuviera. El sonido hizo empeorara su migraña.

—No te atrevas a cerrar los ojos —, dijo Ki Ho, como si hubiera leído sus pensamientos. —Has perdido mucha sangre, y hay que reemplazarla.

Lo coloco en el sofá, Ki Ho abrió su propia muñeca y luego se la ofreció. Con un hambre rayando en la locura, empezó a beber. Ki Ho le pasó la mano por el cabello. El tacto era suave, calmante, pero sus palabras se llenaron de ira. —¿Qué diablos estabas pensando? ¡Habíamos hablado sobre lo de venir aquí por tu cuenta!

Cerró los ojos, mientras continuaba bebiendo. No quería ver la desaprobación en los ojos grises de su compañero. Retrayendo sus colmillos, lamió la herida, cerrándola.

—Pensé que Dalton Falls no tenía rebeldes. No había oído hablar de ninguno, desde que me mude.

 

Ki Ho tomó su celular y marcó. Estaba allí preguntándose lo que su compañero estaba a punto de hacer. Lo acababan de atacado, ¿y Ki Ho estaba haciendo una llamada telefónica?

—Taehyun, tenemos un problema.

Maldijo interiormente. Ki Ho estaba llamando al alfa. Eso significaba que Hong Seok descubriría que lo había dejado. No es que fuera un prisionero, pero no leyó la cartilla de dejar la casa a altas horas de la noche.

No quería oírlo también de Ki Ho.

Hong Seok también querría saber por qué había ido con Ki Ho. Desde que su compañero no quería que nadie sepa acerca de ellos, sería algo difícil de explicar. Miro hacia su compañero, viendo como Ki Ho hablaba por teléfono. Fue atraído por todos los músculos que se flexionaban, el hombre tenía una voz profunda, y la forma en que su mano se abría y cerraba.

Había dicho que podría ser comprensivo, pero en verdad, no quería que Ki Ho lo negara. ¿Estaría el lobo decepcionado con lo que el destino le había dado?¿ Era por eso que no quería que nadie lo supiera? ¿Se avergonzaba de él?

La mayoría de los hombres lo querían para tener una aventura, nada más. Era demasiado bajo, tanto que parecía una niña, y casi no tenía forma su cuerpo. No era alto y esbelto, y nadie se atrevería a llamarlo guapo. Era lindo. Eso era todo. Adorable en el mejor de los casos. ¿Y si Ki Ho quería un compañero que se viera masculino? Definitivamente, él no era para Ki Ho.

 

El pensamiento lo había hecho contorsionarse, dando la espalda a Ki Ho cuando se enterró en el sofá. Su padre, Min Hyuk, había pintado un cuadro optimista de lo que sería cuando encontrara a su compañero. No era nada como lo había descrito su padre. Ki Ho no había caído rendido a sus pies. No lo había reclamado.

El hombre estaba tratando a su apareamiento como un pequeño sucio secreto. Tendría que haberse quedado en casa. ¿Por qué estaba lanzándose sobre alguien que no lo quería?

Mientras que Ki Ho le daba la espalda, se levantó y se arrastró hacia la puerta. El rebelde estaba muerto. Pero si hubiera más de uno en el bosque, se aseguraría de esquivarlos. No se detendría hasta llegar a casa.

Había agarrado el pomo de la puerta, con la intención de hacer un escape rápido, cuando Firulais saltó hacia él, ladrando. Ki Ho se volvió, sus ojos se estrecharon. Tirando el teléfono a un lado y dirigiéndose directamente hacía él.

—¿Y a dónde crees que vas? —Ki Ho aún no había conseguido calmar su corazón. El sonido de la voz de Sun llena de pánico, todavía se retorcía en su cabeza. Nunca más quería oír a su compañero gritar. Sólo de pensar en ese sonido, le envió escalofríos por su espina dorsal.

—A casa —, dijo Sun, mientras inclinaba la barbilla hacia arriba.

—Si me quedo aquí, Hong Seok querrá saber por qué he venido, y puesto que no quieres que nadie sepa acerca de nosotros, es mejor que me vaya.

Este tipo… Joder, hablaba en serio. —¿Acabas de ser atacado y estás listo para volver por ahí?

Si ese vampiro no estuviera muerto, lo mataría de nuevo. El verlo atacar a Sun, había tomado diez décadas de su vida. ¿Y el chico estaba preocupado acerca que quisiera mantener su apareamiento en secreto? Dejó escapar un largo suspiro, contó hasta diez, y luego tomo a Sun del brazo, tirando de su compañero de nuevo al sofá. —Siéntate.

—No.

Entrecerró los ojos y dijo con más firmeza, —Siéntate.

 

—No —, dijo Sun obstinadamente. Cruzo los brazos sobre el pecho, había determinación en esos magníficos ojos oscuros. —Me voy a casa.

Gruñó cuando Sun trató de regresar a la puerta. Enganchó a su compañero por la cintura y lo alzó, presionando al vampiro nuevamente contra su pecho. —¿Por qué insistes en ponerte en peligro?

—¿Por qué te importa? —Sun pasó la pierna hacia atrás, y él esquivó la patada. Apenas.

El pequeño individuo, era luchador como el infierno. —¿Por qué me importa? —Se quedó estupefacto. Podría haber indicado que no quería que nadie supiera de su apareamiento, pero actuaba totalmente de forma contraria. Había llevado al hombre al clímax en la oficina de Jong Bin. Cuando Sun se había presentado la noche anterior, no había sido más que gentil y amable.

—Siento que quedaras atascado conmigo. —Sun dijo entre dientes.

—Pero no te preocupes, no te molestare de nuevo.

De acuerdo, ahora esta en shock. —¿Crees que yo no... —Respiro profundamente y dejó escapar el aire lentamente antes de llevar a Sun a la cocina. Dejó caer a su compañero en el mostrador, insertándose entre las  piernas del hombre. —¿Qué te hace pensar que no te quiero?

Tal vez su maldita frialdad hacia el hombre, idiota. Había demasiado duro. Ahora lo entendía. No había tenido la intención que Sun sintiera que no lo quería. Maldición.

Sun dio un puñetazo en vano contra su pecho. —¡No te atrevas a negarlo, ni siquiera me lo has explicado!

Agarrando ambas muñecas de Sun, las llevo a cada lado de Sun, encerrándolo. Bajó la cabeza, capturando los labios del hombre, beso a su compañero hasta que sintió que entraba en calor. Cuando se apartó, los dos estaban jadeando. -Puedo ser el villano ante tus ojos, pero no soy un mal hombre. No tienes idea de cuánto te quiero.

A pesar del ardiente beso, Sun lo fulminó con la mirada. —No estoy hablando de sexo.

—Y yo tampoco —, dijo, aunque el sexo estaba a la vanguardia de su cerebro.

—Entonces, ¿por qué quieres ocultar nuestro apareamiento? —Sun aventuró con nerviosismo. Su voz sonaba tensa, y la culpa lo devoro.

 

En lugar de responderle, besó de nuevo al hombre, porque no podía detenerse, porque no quería dejarse llevar y porque el temor de que alguien atacara a Sun todavía montaba con fuerza.

Sun lo empujó en el pecho, pero luego se agarró a sus hombros, acercándolo, mientras enrollaba las piernas en su cintura. Ahora que tenía la respuesta que había estado buscando. Todavía estaba en conflicto acerca de su apareamiento, pero el sexo, no, no podía rechazar eso. Nunca negaría a Sun su cuerpo.

—Te atare a mi maldita cama, si sigues con esos trucos. —Gruñía las palabras, contra los labios de Sun. —Esta noche casi tuve un ataque al corazón.

Un ataque al corazón, era una subestimación. Había visto su propia vida pasar ante sus ojos, cuando se encontró ante la escena. El infierno se había desatado dentro de él, y le gustaría poder matar a ese granuja veinte veces más.

Sun se echó hacia atrás, esta vez empujándolo más duro en el pecho. El tipo realizaba acciones que lo confundían. No estaba seguro de si Sun quería besarlo o abofetearlo.              

—Déjame ir. —El hombre se movió, pero se negó a retroceder. De hecho, el movimiento lo encendía. Sun se retorció, haciendo que sus cuerpos se rozaran.

—¿Por qué? —Coloco sus manos, sobre las piernas de Sun, manteniendo a su compañero en su lugar.

—Tú no me quieres.

—Quizás besarte, te diga lo contrario. —Bajó la cabeza y mordisqueó el labio inferior de su compañero.

Sun le enseñó los colmillos y le mordió los brazos. —Para.

—¿Esto? —Lo hizo de nuevo.

Las lágrimas brotaron de Sun, poniendo un alto a sus burlas. Se quedó congelado y luego maldijo. —No grites, corazón.

Usó la yema del pulgar para secarle las lágrimas. Dioses, se sintió como un idiota, por hacer llorar a su compañero.

—Solo déjame ir. —Sun le esquivó el pulgar, cuando una vez más trató de moverlo desde el mostrador.

—No te dejare ir —, dijo, suprimiendo el gruñido. —Ya puedes ir sacando ese pensamiento de tu cabeza.

—Pero tú no me quieres. —Sun le dio una palmada en la mandíbula.

Agarró al hombre de la muñeca, el ceño fruncido en su compañero.

—Tu no entiendes porque tiene que ser así —, dijo. Quería a Sun tan mal, que todo su cuerpo dolía por el hombre. Sin embargo, no podía poner al hombre en peligro.

—Entonces explícame. —Sun. —¡Explícame por qué no puedo decirle a nadie que he encontrado a mi compañero!

—Sí, por favor explícate.

Se tensó, cuando oyó hablar a Hong Seok. Mirando detrás de él, no sólo vio al hermano de Sun, también estaba Taehyun y J.Jun. Se quedaron en el medio de la cocina hogareña. No los había oído llegar. Firulais no ladró. Hong Seok parecía listo para la batalla. Su rostro estaba lleno de ira y le enseñaba los colmillos. —Realmente me gustaría saber por qué, antes de que te mate.

Sun lo empujó, se bajó y se volvió hacia él. La ira de su compañero fue como otra bofetada a la cara. Se lo merecía. Él trataría con las actitudes de Sun sin dar una razón.

—Ya mentí por ti, pero el gato esta fuera de la bolsa —, dijo Sun.           

—¿Por qué mentir por él? —Preguntó Taehyun, pareciendo confundido.

—¿Es tu compañero o no?

Mordiéndose el labio inferior, Sun lo miraba por respuesta. Agarró a su compañero y puso a su lado a Sun. —Tu no entiendes.

—Sigues   diciendo   eso.    —Sun dijo    entre   dientes. —Intenta explicarme las cosas a mí, y podría entender por qué me rechazas.

—Eso no es tan simple. —No quería hacer partícipe de todo esto a Sun. El pensamiento de su compañero haciéndose daño, hizo doler su pecho.

—¿Es por mi aspecto? —Sun dijo.

No podía creer que su compañero había pronunciado esas palabras.

¿Estaba loco?

—No eres justo al preguntar eso. —dijo Ki Ho. —dime que no quisiste preguntar eso.

—La mayoría de los hombres, no quiere un tipo que se parece a una chic —, dijo Sun. —Y yo no puedo ayudarte. ¿No crees que preferirías que me viera como esos hombres de allí? —Sun señaló con el dedo, los tres hombres en el medio de la cocina. —Pero no puedo. Lo siento.

—No quiero un compañero que se parezca a ellos —, le dijo, pero Sun lo miro como si no le creyera. —Eres perfecto.

—No me digas esa mierda —, dijo Sun. Trató de de alejarlo, pero él sujeto a su compañero más fuerte.

—Necesito que confíes en mí —, le susurró, con la intención de que esas palabras fueran solo para Sun. —Por favor, sólo... confía en mí.

Hong Seok gruñó. —Suéltalo.

Sun levantó las manos. —Eso no es lo que piensas.

Le sorprendió de que Sun lo defendiera. Quería que su compañero confiara en él, pero no que chocara cabezas con su hermano. Él era un hombre, y no permitiría que su compañero le defendiera. No necesitaba que Sun hiciera eso.

—Él es mi pareja —, dijo. Se puso de pie orgulloso, sus hombros rectos. Revelando la información que pondría en peligro a Sun, pero sabiendo que este se sintiera abatido, aunque no deseado, era más de lo que podía soportar. Enrosco su brazo alrededor de Sun, tirando de su compañero aún más cerca y dejando que los hombres supieran lo que el pequeño vampiro era, sin lugar a dudas, suyo.                                                

—Pero reclamarlo es... complicado.

—¿Qué tan complicado? —Preguntó Taehyun.

No conocía a estos hombres lo suficientemente bien, como para hablar de ello. Si supiera por qué se escondía en Dalton Falls, los Red Devils inundarían la ciudad. Pero no podía dejar que Hong Seok pensara que Sun no significaba nada para él. Eso sería una mentira descarada.

—¿Qué escondes, lobo? —Hong Seok gruño. —¿Qué has hecho con mi hermano?

—¡Nada! —Gritó Sun. Él tenía las mejillas rojas cuando curvó sus labios. Sacudiendo la cabeza, dijo con más calma, —Él no oculta nada.

—Tú vienes a casa conmigo —, exigió Hong Seok. —No, no voy —, dijo Sun.

—Trata de sacarlo de aquí —, le gruñó.

—Whoa. —Taehyun se insertó entre él y Hong Seok. Miró al vampiro. —No puedes interferir en un apareamiento. Lo sabes.

 

Hong Seok cruzo los brazos sobre el pecho y miró por la ventana de la cocina con la mandíbula apretada. Cuando volvió a mirarlo, le dio una mirada asesina. —Entonces, es mejor que empieces a explicar antes de que entierre tu cuerpo.

—Él está a la fuga —, dijo con un encogimiento de hombros J.Jun, sin complejos. —¿Pensaste que no investigaría a todos los empleados del club de mi compañero?

Maldijo. Lo había oído, la semana pasada, que J.Jun había sido un cazador de recompensas. El vampiro era muy protector con su hada, y debería haber sabido que J.Jun echaría un vistazo a todos los que trabajaban en Silk Room.

—Nosotros no somos tus enemigos —, le dijo Taehyun. El alfa parecía cansado. Tenía círculos oscuros bajo los ojos. Estar a cargo de todo un pueblo, no podía ser fácil. No quería poner otra carga a los pies del hombre.

— Si estás en problemas, nos dices.

Vio los ojos de J.Jun. El hombre ya sabía. Pero no toda la verdad. Si no lo decía, J.Jun lo haría.

—Yo pertenecía a los Red Devils.         

La sala quedo en silencio, cuando oyó que todo el mundo paro de respirar.

—He oído hablar de ellos. —Taehyun, finalmente, rompió el silencio. — Una banda motociclista que se extiende en la región del noroeste.

Asintió. —Hace aproximadamente dos años, estaba a cargo de mantener a la hermana de Jaycee Chan a salvo y llevarla de nuevo a la ciudad.

Todavía recordaba ese día como si fuera ayer. Su pecho se contrajo, hasta el punto de que le dolía respirar. —El club fue atacado por un club rival. Nos superaban en número cinco a uno. Traté de mantener a Yoon Hye segura, pero los shifter león nos superaron. Tenía que defenderme de seis de ellos. En el momento en que la lucha termino, Yoon Hye estaba muerta.

Su garganta se secó. Había hecho todo lo posible para mantenerla a salvo, pero todos sus esfuerzos habían sido en vano. A Jaycee Chan no le importaban las probabilidades. No le importaba que casi había perdido su propia vida, intentando salvar a Yoon Hye. El líder quería venganza y había puesto sus miras en él. Sabiendo que peligraba su cabeza, había partido esa noche, sin mirar hacia atrás.

Durante dos años, se sintió como un cobarde. Durante dos años se preguntó sí haber hecho las cosas de manera diferente, para lograr salvarla. Pero eso no había sido la única razón por la que huyo.

 

Incluso antes de eso, se había cansado de la vida y quería salir. Pero no lo lograbas con solo alejarte de los Red Devils. La muerte era la única salida. Si salir a la carretera había sido su único delito, Jaycee Chan podría haberse hecho de la vista gorda y dejarlo. Pero su hermana pequeña había muerto, y el lobo lo culpaba.

Sentía a Sun mirando hacia él, pero no podía dar un vistazo a su compañero. No cuando se sentía tan mierda sobre el pasado, sobre la forma en que tal vez podría haber hecho algo para salvar a Yoon Hye. No quería ver la compasión en los ojos del hombre. No la necesitaba. Pero si que Jaycee Chan entendiera que había hecho todo lo posible para mantener a salvo a su hermana.

—¿Y quieres a Sun involucrado en eso? —Preguntó Hong Seok. El vampiro parecía que estaba listo para arrancarle el culo. Dio un paso hacia adelante, pero Taehyun lo detuvo.

—Eso es lo que estoy tratando de decir —, discutió. —Estoy tratando de mantenerlo fuera de este lío. Dong Wan me dijo que una chica estaba preguntando por mí, en Sugar Creek. No tengo idea de quién es, pero mi instinto dice que Jaycee Chan le envió.

—Tengo  contactos  —,  ofreció  J.Jun.  —Puedo  averiguar  quién  ha  estado husmeando, preguntando por ti.

—Mi padre. —Sun le agarró la mano. Su compañero no tenía idea de lo mucho que su toque significaba para él, en este momento. Era una línea de vida para exponer la verdad a los hombres a su alrededor. —Él es muy poderoso. Jaehyo puede averiguar lo que los Red Devils están haciendo.

—Tengo recursos ilimitados —, añadió Taehyun. —Todo lo que tienes que hacer, es hacérmelo saber. Y ya que alguien ha estado preguntando por ti, tal vez sería mejor si te quedas en mi casa, hasta que se resuelva este asunto.

No estaba seguro de qué decir. No había esperado que ninguno de estos hombres entendiera el camino que tuvo que recorrer. Nunca había confiado en nadie fuera de su propia familia, incluso antes de que decidiera que ya no quería esa vida. La única persona que tenía su confianza, era Woo Ri.

—Aprecio que quieran ayudarme, pero no estoy seguro de que sirva para algo. Es hora de que ocurra. Si Jaycee Chan me quiere, estoy bastante seguro de averiguará dónde estoy. —Apretó la mano de Sun, cuando vio a su compañero abrir los ojos. —Pero sería muy apreciado, si averiguaras quién está husmeando sobre mí.

Hizo la única cosa que nunca pensó que hacer. Puso su confianza en los hombres que lo rodeaban, rezando para que no era estuviera cometiendo un gran error.

—Tengo una hermana en Sugar Creek y un sobrino de cuatro años de edad. Los Red Devils no saben acerca de ellos, pero la mierda está golpeando demasiado cerca de casa.

Taehyun maldijo. —Dame su nombre y dirección y enviare a Kyung Il por ella y tu sobrino. No podemos correr el riesgo que alguien se entere sobre ellos.

— Kim So You  —, le dijo. —Mi sobrino es Seung Jin. —Recito la dirección.

—La llamare y le diré que espere a Kyung Il.

—Puedo ver si los hermanos Kim Remus pueden quedarse contigo—, dijo Taehyun. —Ya que estas empeñado en quedarte, mantente fuera de los problemas.

—Tengo trabajo —, dijo Ki Ho. Se acordó de los papeles que tenía que mirar por encima. Las cosas no estaban a la altura en Silk Room, y no lo dejaría en la ruina. Tenía que dejar el club en forma, y no podía hacerlo desde casa.

—No puedo dejar todo.                               

—No lo estas poniendo fácil —, dijo J.Jun.

—La vida nunca es fácil —, le dijo.

—¿Harás que vuelva a casa? —Sun susurró. Sintió la tensión en su compañero. El tipo agarró su mano con más fuerza a medida que se quedaban allí.

Firulais entro en la cocina y se sentó junto a Sun. El perro dio un codazo a la mano de este, y su compañero acaricio a Firulais en la cabeza, mientras miraba a Hong Seok. se preguntó si Sun siquiera se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Había tenido miedo de Firulais al reunirse con él. Taehyun y J.Jun miraron a Firulais como si nunca hubieran visto un perro de gran tamaño antes, pero la atención de Hong Seok estaba en su hermano.

—Esto no me hace —, admitió Hong Seok. —Prefiero la opción de Taehyun. Pero ya que no estoy autorizado a intervenir en un apareamiento, ¿qué otra opción tengo? —Lo miró. —Pero tendré hombres vigilando la casa. Tienes a mi hermano pequeño en esto, y su seguridad significa todo para mí.

Estupendo. Tendría que tratar con un hermano dominante, así como con osos calientes. No, la vida nunca era fácil.

—Llama a tu hermana —, dijo Taehyun. —Dile que Kyung Il está en camino.

 

continuara...


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