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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

Narra Emil

-¡Lo hice!-fue lo primero que Daniel me dijo en cuento entré a su habitación para empezar la nueva sesión de la semana

-¿Qué fue lo que hiciste?-tomé asiento frente a él y le di toda mi atención

-Le pedí disculpas a Sean-dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Elevé ambas cejas ante la sorpresa y también le sonreí

-Excelente, Daniel-celebré-¿Verdad que no estuvo tan mal ha como te lo habías imaginado?-negó eufórico

-Me dijo que aceptaba mis disculpas y después preparamos palomitas y vimos una película-relató con un brillo en los ojos que era bastante notable

-¿Cómo te sentiste después de hacerlo?-suspiró ruidosamente

-Me sentí muy bien. Incluso dormí mejor que otras noches-de nuevo suspiró con profundidad. Al parecer, cada suspiro que daba no era solo para liberar el aire de sus pulmones, también liberaba los sentimientos que había mantenido atascados dentro de él

-Es un gran avance, Daniel. Estás ganando seguridad-asintió aún con la sonrisa en su rostro-Como Sean es una persona muy importante para ti, lo mejor es mantener una buena relación con él. Por supuesto que va a haber una que otra discusión, pero es que las discusiones son normales ¿De acuerdo?-la duda llegó al rostro de Daniel, así que procedí a explicarle-Las personas que te rodean, te quieren y te comprenden, pero cada una de ellas tienen una forma diferente a la tuya y a la de los demás, de ver los hechos que pasan día a día ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?-asintió y esperé algún comentario de su parte

-Había leído algo sobre ello. Creo que se refiere a que... cada cabeza es un mundo ¿No?-asentí

-¿En dónde lo leíste?-pregunté con notable interés

-En Moby Dick. Leí el libro cuando… estaba en la fábrica-al responder, hubo una pequeña vacilación de su parte. Tal vez el hecho de recordar aquel momento, que parecía provocarle felicidad, se vio opacado por la tristeza de no estar más en la fábrica. Ese sentimiento se llamaba nostalgia y Daniel la tenía cada que el tema de la fábrica relucía durante las sesiones

-Yo no he tenido la oportunidad de leerlo, pero sé que es un libro muy interesante porque está lleno de simbolismos como la alegoría. Y se hace mención de temas que yo, como psicoterapeuta, he estudiado para comprender a mis pacientes; tales como los idealismos, la religión y el pragmatismo-expliqué-Me parece buena tu comparación. En la obra, los personajes son de diferentes países ¿No es así?-Daniel asintió-Entonces, podemos concluir que cada uno tiene una manera muy diferente de comportarse y de pensar porque, como ya lo ha dicho el escritor Ralph Emerson “La diferencia entre paisaje y paisaje es poca, pero hay una gran diferencia entre los que lo miran”-la boca de Daniel se entreabrió-Un ejemplo más sencillo es cuando vemos una película, puede que a ti te haya gustado, pero a otra persona no tanto y a otra persona no le gustó para nada, incluso puede ser que a una persona le gustó más que a ti. A lo que voy con todo esto, es que el mundo es diferente para cada persona y por las diferencias, nacen las discusiones. Las discusiones están a la orden del día, las tienen niños, adultos mayores o incluso los mejores amigos-hice contacto visual-La mejor manera de solucionar las discusiones, es hablándolo siempre con calma y respeto. Explicar los puntos de vista que cada uno tiene y entonces, tomar la decisión de si esa diferencia de pensamientos en realidad es importante como para terminar una amistad o no lo es-Daniel asintió con toda su atención en mis palabras-Se debe dialogar y exponer los sentimientos. No todo el mundo tiene a un conocido con la habilidad de Tomás ¿Verdad?-conseguí escuchar unas cuantas risas de Daniel

-No, no todos tienen a Tom-sonrió otro poco más y esperé a sus comentarios-Creo que hablar sobre lo que nos hace sentir mal, es de lo mejor porque así podremos conciliar el sueño-ahora fue mi turno de reír

-Es correcto. Pensar y pensar en un problema solo termina agotándonos-Daniel asintió-Bueno, ésta plática ¿Cómo la sentiste? ¿Te gustó?-Daniel “reaccionó” y se removió sobre su asiento

-Sí, si me gustó. Existen muchas cosas que desconozco, pero espero entenderlas poco a poco-

-Me parece que lo conseguirás porque eres una persona a la que le gusta leer-Daniel hizo una mueca-Tal vez ya dejaste de lado ese gusto por los libros, pero espero que decidas retomarlo-sugerí-No vas a arrepentirte-lo animé

-Lo intentaré…-asentí

-Bueno, ahora vamos a pasar al siguiente tema de la sesión-anuncié mientras daba vuelta a una nueva hoja de mi libreta de notas y escribí la fecha del día en la parte superior derecha-¿Sabes qué tema es, Daniel?-mi atención regresó a él y lo encontré un poco más serio

-Sí…-claro que él lo sabía. Era el tema que habíamos estado aplazando porque surgieron otros temas a los que les dimos la atención necesaria. Y, por lo tanto, ahora el avance era más notorio

-Hablemos sobre el día en que te lastimaste las palmas de tus manos-sentencié.

No íbamos a atrasar más los temas que eran de suma importancia. Daniel estaba más que listo para enfrentarlos

-Ese día ¿Solo estuviste sentado en el sofá hasta que el enfermero Johann entró a tu habitación?-asintió y sus manos se colocaron sobre el reposabrazos.

De nuevo, regresaba a su “zona segura”

-¿En qué estabas pensando antes de que Johann entrara?-durante la entrevista que tuve con Johann, me había asegurado de que me platicara todos los detalles, absolutamente todos.

Todos y cada uno de los detalles de ese día y los anteriores, me los sabía casi de memoria

-Que… tenía sueño-murmuró-Los días anteriores no había podido dormir bien, aunque me sentía cansado-asentí y evité sacar a colación el tema de días anteriores porque durante ese tiempo, su comportamiento había decaído al igual que sus ganas de comer.

Para abordar el tema de sus cambios de humor y de actitud, me había decidido por empezar con el momento culmine de todo lo que Daniel fue guardándose de poco en poco

-¿Qué sentiste cuando Johann entró a tu habitación?-

-Nada-dijo con un hilo de voz y con varias expresiones en su rostro que me confirmaron que no estaba mintiendo-Ni siquiera lo escuché cuando entró-mantuvo su mirada en el piso-Solo… sentí cuando colocó la cuchara dentro de mi boca y…-se trabó. Parpadeó varias veces y noté que empezaba a salivar. Al parecer, el sabor de la gelatina continuaba fresco en su memoria-Y probé la gelatina, pero me di cuenta de que no era el sabor de siempre-negó varias veces y pasó saliva-Así que la escupí-Daniel apretó con fuerza sus párpados y noté que salivaba aún más. Su lengua se movía inquieta sobre sus labios; parecía que quería quitarse ese sabor que continuaba adherido a su piel

-Continúa, por favor-pedí y Daniel hizo una respiración profunda, pero mantuvo su mirada enfocada en el piso

-Le dije a Johann que esa no era gelatina, pero él insistió y…-se quejó. Mantuvo su mandíbula tensa y apretada-Continuó insistiendo como si nada-negó varias veces-Me enojé tanto con él…-dio una bocanada de aire-No podía creer que estuviera engañándome-sus dedos se hicieron puño. Daniel en verdad estaba molesto con Johann y esa emoción continuaba reprimida, pero ¿Era por esa razón que Daniel estaba enojado con Johan?

-Parece que estás molesto con Johann-dije lo evidente y Daniel reaccionó un poco, pero no lo suficiente como para dejar de poner sus manos en puños-¿Estás enojado con él porque te quiso obligar a que comieras la gelatina?-

-No-dijo convencido, pero después dudó-Bueno, sí-acomodó su gorro con un poco de ansiedad. Al parecer, no encontraba las palabras para poder expresarse. Decidí esperar un poco para después, encontrar el momento más oportuno en el que pudiera evitarle un bloqueo mental-Me molestaba un poco el que me obligara a comer. En una ocasión, yo sí quería comer, pero él me condicionó los alimentos-hicimos contacto visual

-¿A qué te refieres con condicionar?-acaso… ¿Johann había hecho mal su trabajo?. El hecho de poner condiciones, era algo que debía evaluarse apropiadamente

-Por ejemplo…-relamió sus labios-Aquella vez le pedí comer primero la gelatina, pero él me dijo “Si te comes los brócolis, podrás comer la gelatina”-explicó-Y yo ya le había dicho que no quería comer los brócolis ni el pollo porque no se sentían bien-remarcó las palabras “no se sentían bien” y recordé la primera conversación que tuve con Iván. Él me había platicado lo mismo que Daniel estaba diciéndome-Pero aun así comí un poco de caldo y de pollo porque había acordado eso con Johann, pero después lo cambió e hizo que comiera unos cuantos brócolis-hizo una mueca-Y yo… yo no me sentí bien-murmuró-Así que vomité todo lo que me había comido-asentí

-Entiendo, te entiendo Daniel-mostré comprensión-Ese acontecimiento ¿Fue el que dio inicio a tu enojo hacia Johann?-

-No…-murmuró-Fue…-dudó-Fue después-suspiró-Porque después de que volví el estómago, escuché a Johann diciéndole a Sean que yo debía regresar al hospital-me observó durante un momento y después su mirada volvió a colocarse en el piso-Y yo no quería regresar al hospital-asentí

-Aclárame una cosa-pedí-¿Dejaste de comer porque Johann te obligaba a comer lo que a ti no te gusta o porque la comida no se “sentía bien”?-mi visión se volvió panorámica y logré captar cada movimiento que Daniel realizó ante mi pregunta.

Lo percibí incómodo y por un momento me percaté de que estaba a punto de liberar una mentira, pero después hubo un cambio a mente cerrada y… sorprendentemente empezó a hablar

-Primero, cuando la comida estaba dentro de mi boca, la empecé a sentir extraña-hizo una mueca-No tenía el mismo sabor que otras veces-explicó-Después, me molestó que me obligara a comer lo que yo ya le había dicho que no me gustaba y…-titubeó-Dejé de confiar en él cuando lo escuché hablar con Sean-negó levemente-No lo sé, ya no me gustaba que Johann estuviera cerca de mí. Todo el tiempo, cada que lo veía, pensaba “Va a obligarme y a engañarme con algo”-asentí e hice varias anotaciones en mi libreta

-Como ya no confiabas en Johann, te enojaste aún más cuando él quiso obligarte a comer algo que tú sabías tenía un sabor diferente ¿Correcto?-en esa oración sinteticé todo lo que me había platicado.

Daniel asintió

-¿Te das cuenta, Daniel?-me prestó atención-Estuviste cargando toda esa bolsa repleta de emociones-asintió-Mentalmente, estabas cansado y físicamente, tenías hambre-de nuevo asintió a mis palabras-A todo ello le sumamos las emociones de enojo y desconfianza. Has estado saturándote con ello desde hace bastante tiempo y el momento final fue cuando tuviste la crisis nerviosa-finalicé y me aclaré la garganta-Es comprensible que ocurra una crisis nerviosa cuando las exigencias de la vida se tornan física y emocionalmente abrumadoras. Son tantas las emociones y las sensaciones que guardamos y soportamos en soledad, que llega ese momento en el que no soportamos ni la más mínima palabra o acción de las personas que nos rodean-los ojos de Daniel se cristalizaron y en un santiamén se pusieron rojos.

Las lágrimas amenazaban con salir a borbotones, pero Daniel hizo su mejor esfuerzo en controlarlas

-¿Cuál fue la única manera que encontraste para liberarte de todo aquello que te estaba atormentando?-pregunté y la primera lágrima se le escapó-Por lo que Sean me platicó, sé que utilizaste el porta suero para hacer que Johann saliera de tu habitación y, cuando te encontraste solo, todo se volvió oscuro ¿No es así?-Daniel asintió y sorbió su nariz

-No recuerdo nada…-murmuró y de inmediato lo comprendí

-Durante y después de la crisis, muchas veces no se recuerda lo que pasó-le expliqué- Son demasiadas las cosas que están pasando por nuestra cabeza que es imposible que el cerebro se decida por una y su solución es auto bloquear para protegerse-

-Solo sé que estaba tan enojado… ni siquiera sentí cuando los vidrios de la ventana me lastimaron y reaccioné hasta que vi mis manos llenas de sangre-observó hacia la palma de sus manos.

Las heridas que se había hecho ya estaban recuperadas por completo y solo quedaba una muy pequeña, casi invisible, cicatriz

-No comprendía lo que estaba pasando conmigo y tampoco sabía por qué había hecho… todos esos destrozos en mi cuarto-suspiró-Cuando Sean entró a verme ni siquiera quería verlo a la cara. Tampoco quería que viera lo que había hecho-negó levemente y dio un suspiro bastante profundo-Después desperté en el hospital y ahí me dieron a elegir la comida que más se me antojara-sonrió un poco-También… platiqué con Iván sobre las cicatrices de sus brazos y me dijo que las tenía en todo su cuerpo-su mirada continuó enfocada en la palma de sus manos-No sé si esté bien, pero escucharlo hablar sobre ellas con una gran calma, me hizo sentir tranquilo-

Ambos nos quedamos en silencio. Un silencio bastante cómodo.

Me daba cuenta de que Daniel se había desahogado y ahora se encontraba más sereno

-¿Iván te habló sobre cómo obtuvo las cicatrices?-pregunté después de unos segundos

-No…-se acomodó sobre el sofá-Y tampoco pensé en preguntárselo porque si a mí me lo llegan a preguntar, no sabría cómo responder-

-Hablar sobre lo que un día nos hizo mucho daño, es complicado-nuestras miradas se encontraron-Algunas veces quedan cicatrices y otras veces, las cicatrices quedan en el alma. Cuando consigas hablar sobre tus cicatrices, así como Iván lo hizo contigo, te habrás convertido en una persona más fuerte de lo que ya eres-entrecerré mis ojos-Es un proceso largo-sonreí de lado-Como ya te habrás dado cuenta…-Daniel asintió-Pero no imposible-recalqué.

Me acomodé sobre mi silla y di vuelta a una nueva hoja de mi libreta. Me aclaré la garganta

-Hay algo que me gustaría preguntarte-antes de continuar, revisé una de mis acotaciones-Podrías explicarme ¿Por qué “no se siente bien” la comida dentro de tu boca?- Daniel no mencionó nada y se mantuvo en silencio durante algunos segundos

-¿Por el sabor?-dudó y noté la mentira inconsciente que Daniel había creado. Él no sabía ni se percataba de que estaba mintiéndome a mí y, al mismo tiempo, mintiéndose a él mismo.

Había algo demasiado evidente que se la pasaba rondando, como si nada, enfrente de nosotros. Pero que esperaba ser descubierto para, inmediatamente después, ocultarse.

El problema con la comida me había hecho crear varias hipótesis después de que hilé situaciones que tenían una relación, no tan evidente, entre ellas. Era un tema complejo, pero que necesitaba atenderse

-En las investigaciones recientes sobre el tema de los recuerdos, se ha descubierto que es más probable inmortalizar un hecho si va unido a una emoción, sea agradable o desagradable-hice mi introducción-Por esa razón se nos hace más fácil recordar el día que ganamos un premio, que recordar lo que cenamos hace dos noches ¿Estás de acuerdo?-Daniel asintió-Y muchas veces sucede el bloqueo de recuerdos. Nuestro inconsciente, en un afán de protegernos frente a situaciones traumáticas que vivimos, se encarga de bloquear estos recuerdos para evitarnos el sufrimiento diario de esos recuerdos que nos provocan dolor-no hubo ninguna reacción por parte de Daniel ante mis palabras.

Proseguí

-El bloqueo de recuerdos es más común con las memorias de la infancia. Pero, aunque los recuerdos se bloqueen, existen varias fugas que se presentan a lo largo de nuestra vida. Esas fugas se ven representadas en algún mal hábito o, tal vez, en algún pensamiento o acción recurrente que puede hacernos sentir “protegidos”, pero que no hace más que dañarnos poco a poco hasta que la carga se hace imposible de tolerar-recalqué-Claro que, si decidimos ignorar esto, podemos continuar viviendo, pero esas fugas van a seguir presentándose en las situaciones más inesperadas de nuestra vida; tal vez al momento de tomar una decisión o al hacer una elección de algo muy importante-

-¿Es por ese bloqueo que no recuerdo lo que hice durante la crisis nerviosa?-asentí

-Por supuesto que si ese auto bloqueo empieza a desbloquearse… tarde o temprano todo va a surgir y es cuando debemos enfrentarnos a ese momento que nos dejó una huella. Debemos enfrentarlo sabiendo que eso nos va a hacer mejores personas o a convertirnos en un mejor ser humano con todas las personas, pero más importante, con uno mismo-

Me incliné hacia adelante

-La memoria que bloqueaste no solo fue la de tu crisis nerviosa-mencioné-Existe otro suceso que empezaremos a tratar-me aseguré de tener contacto visual con Daniel-Tienes algo que se conoce como Trastorno por estrés postraumático-entrecerré mis ojos-De ese acontecimiento es de donde nacieron todas las cicatrices que tienes en tu cuerpo-inconscientemente, Daniel colocó una mano sobre el vendaje de su muñeca-Las cicatrices de tu cabeza, tu espalda y las que estarán en tus muñecas tienen una respuesta a la pregunta que aún no te has formulado-recargué mi espalda en el respaldo de la silla-Has tenido un gran avance en la terapia, Daniel. Y me he asegurado de prepararte para el tema que necesita más atención-

-No sé… de qué hablas-lo noté incómodo sobre el sofá.

Daniel estaba incómodo en su lugar seguro

-Pronto lo sabrás-afirmé.

El siguiente paso, estaba a nada de ser alcanzado.

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Narra Lucy

De reojo me di cuenta de que Sean estaba muy concentrado en la pantalla de su celular. Con mi mente al cien, deduje que esa era la oportunidad de oro que tanto había estado buscando

-Sean ¿Puedes cargar un momento a Ben?-pregunté

-¿Qué?-pero no me espere a que reaccionara porque le pasé a Ben casi de inmediato. Sean lo tomó entre sus brazos y estuve a punto de reírme por el rostro de pánico que puso en un segundo.

Desde hace varios meses quería que lo sostuviera entre sus brazos, pero Sean siempre encontró la manera de salirse del aprieto en el que yo quería meterlo

-Lucy, no-Sean mantuvo a Ben alejado de su pecho. En su rostro, las expresiones que más abundaron fueron la de desagrado y de fastidio.

Aplaudí con emoción y reí al mismo tiempo mientras corría al otro extremo de la cocina para evitar que Sean me regresara a Ben. La situación era demasiado graciosa

-Solo será un momento-dije entre risas

-Ni un momento, ni un segundo ni nada-Sean caminó hacia donde yo estaba, pero de nuevo tomé nuestra distancia

-Ni siquiera me estás ayudando en preparar la comida-me quejé-Por lo menos carga a Ben para que yo cocine-

-Te estoy ayudando a cocinar, Lucy-respondió y Ben soltó unas risitas por el balanceo que Sean hacía al intentar atraparme; también aplaudió con emoción

-Estabas jugando con tu celular-dije intentando sonar molesta, pero no me salió

-¿Qué dices? Solo me detuve para revisar un mensaje-

-Ya van varios mensajes que recibes-expuse y continué riendo ante los intentos fallidos de Sean por alcanzarme-Solo cárgalo un momento, Sean. No es tan difícil. ¡Es un bebé!-

-Pídeselo a Tomás, él está en la sala haciendo nada-volvió a quejarse, pero yo me reí con más ganas.

Era sábado y como ya era costumbre, Tom y yo nos encontrábamos en casa de Sean y de Dany para visitarlos, pero cuando habíamos llegado con la idea de ver películas con Dany, Sean nos explicó que las sesiones de Dany empezaban a dejarlo agotado, así que se encontraba durmiendo.

Así que lo íbamos a dejar descansar mientras preparábamos la comida para que cuando despertara, comiera algo y regresara a dormir.

No me sabía todos los detalles de la terapia que Dany llevaba a cabo, pero sí que se notaban los cambios. Dany comía más y aunque no era muy conversador como Tom y yo, cada que le hacíamos una pregunta, nos respondía con más palabras que solo “si” o “no”.

Además de que su aspecto físico también se veía en un mejor estado. Los avances, de cualquier tipo, era positivos

-¿Qué yo qué?-Tom ingresó a la cocina

-Carga a Ben-Sean estuvo a punto de entregarle a Ben, pero grité

-¡No, Tom! ¡Aléjate!-y ni lento ni perezoso porque Tom corrió hacia mi lado

-Lucy…-Sean empezó a quejarse, pero el timbre de la casa lo interrumpió

-¡Yo voy! ¡No te dejes Tom!-me reí y conseguí pasar a un lado de Sean para escapar de la cocina. Escuché la risa de Tom y me acerqué a la puerta principal para atender.

Abrí la puerta y me encontré con una mujer

-¿Qué se le ofrece?-era una mujer que parecía rondar entre los 30 y 40 años. Ella me sonrió un poco

-¿Se encuentra Sean?-durante un instante, me quedé en blanco

-Ah…-dudé-¿Quién lo busca?-la mujer sacó, de su bolsa de mano, un papel blanco doblado a la mitad. Lo extendió hacia mí

-Entrégale esto. Él sabrá quién soy yo-tomé el papel

-Aguarde un momento, ya… regreso-avisé. Ella asintió y entrecerré la puerta para regresar al interior de la casa.

Quise ver el contenido del papel, pero me encontré con Sean sentado en el sofá. Ben estaba sobre sus muslos

-¿Quién tocó?-me preguntó cuando estuve cerca de él

-Es una mujer, me dijo que te entregara esto y que tú ibas a saber quién es-Sean recibió el papelito y lo desdobló.

Empezó a leerlo y en menos de un segundo, se levantó del sofá

-Ten-me entregó a Ben y trotó hacia la puerta.

¿Sean conocía a la mujer?

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! <3


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