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108. In Seong (08) por dayanstyle

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El suave roce de los labios, a través de su hombro desnudo. El susurro de la cálida respiración en su piel. Dedos suaves deslizándose sobre su estómago, revoloteando. DaWon apretó las manos en el cristal frío de la ventana, mientras la dureza del cuerpo del demonio, le presionaba la espalda.
 
—Lamento que resultaras herido. —Dientes rasparon a través de su nuca.
 
—Nunca te hubiera traído aquí si lo hubiera sabido.
 
No sabía qué decir, cómo responder. Una ráfaga de necesidad se agrupó en su ingle, mientras sus labios se separaban. El pelo de la barba del demonio lo hizo estremecer, mientras se deslizaba sobre su piel.
 
—No tengo ni idea, de por qué estoy tan fascinado contigo. —Una mano fuerte ahuecó su semi-dura polla. —Es como si hubieras entrado en mi sangre y ahora estuvieras corriendo por mis venas. Tu olor, tu sonrisa, el sonido de tu voz.
 
Lo anhelo todo.
 
Se olvidó el caos, mientras el olor masculino se envolvía alrededor de él. Vio las estrellas centelleantes arriba, las oscuras nubes moviéndose  perezosamente, y las numerosas farolas de la ciudad, mientras las manos del demonio le apretaban el trasero. Los dedos de In Seong lo apretaron y gimió.
 
—Te deseo—murmuró In Seong tan seductoramente, que su aliento se quedó atrapado. —Quiero sentir mi pene hundiéndose, profundamente, dentro de tu cuerpo.
 
Se quedó sin aliento, cuando lo apartaron de la ventana y lo bajaron a la suave alfombra. In Seong se insertó entre sus piernas, mientras con sus dedos apretaban alrededor de los brazos del otro. Se quedó mirando a los ojos cobrizos, mientras lo observaban fijamente.
 
—In Seong ...
 
El demonio sacudió la cabeza. —No niegues lo que ambos queremos. Dices que no te atraen los hombres, pero he visto cómo me miras con tanto deseo, como el que siento por ti.
 
Su cabeza se inclinó hacia un lado, mientras los labios y la lengua de In Seong se burlaban de su cuello. Sus piernas se curvaron instintivamente alrededor de la cintura del demonio, cuando este se bajó un poco más, para que sus ingles se tocaran. In Seong apoyó su erección contra él y DaWon gritó.
 
 
—Haz eso de nuevo. —In Seong le rogó al oído.
 
DaWon quería que le quitara la ropa, todas las barreras fuera del camino. Deslizó sus manos por los brazos de In Seong y luego volvió a subir, sintiendo la fuerza del hombre bajo sus manos. Los músculos de In Seong se flexionaron ante su contacto, cuando el demonio le mordió la clavícula.
 
—Tengo que advertirte. —DaWon luchó para emitir las palabras, mientras la lengua de In Seong se deslizaba sobre su manzana de Adán.
 
—¿Crees que no sé? —Le mordisqueó la piel de DaWon. —Ya lo sé, tigre.
 
—¿Cómo?
 
—Solamente lo hago.
 
In Seong devoró la boca, con lamidas calientes y besos hambrientos. La ingle del demonio se hundió más fuerte contra la suya. DaWon comenzó a golpear la espalda del hombre, con frustración. —Necesito quitarme la ropa.
 
Quería lo que In Seong quería –sentir la polla del demonio enterrada dentro de él-. Quería sentir la carne del hombre golpeando la suya, estirándolo y haciéndolo gritar por más.
 
El demonio no se levantó, ni se movió de su lugar entre sus piernas. Usó una mano para desabrochar los pantalones de DaWon y plantó la otra en la alfombra  junto a su cabeza. DaWon se sorprendió de lo hábil que In Seong parecía con una mano. El tipo tenía los pantalones de DaWon abajo de la cintura en cuestión de  segundos. Las caderas de este se alzaron, antes de que In Seong empujara los vaqueros por el resto del camino. DaWon se quitó los zapatos y luego usó sus pies para sacar los vaqueros de sus tobillos. Ahora yacía desnudo, mientras el  demonio todavía estaba completamente vestido. El áspero material de los pantalones vaqueros de In Seong, contra su polla, lo hacía sisear de placer.
 
—Quiero verte venir, antes de que te tome. —La fuerte mano de In Seong, le rodeó la polla. Su espalda, se arqueó ante el toque del demonio, necesitaba el alivio que su cuerpo anhelaba. Empujó las caderas más alto, rogando sin palabras, para que la mano de In Seong se moviera más rápido.
Y lo hizo.
 
Pero In Seong la apartó lo suficiente, para escupir en su mano, y luego volvió a él, acariciándolo tan expertamente, que su cabeza golpeó de un lado a otro, con los dedos clavados en la suave alfombra y los dedos de los pies curvándose. Jadeó para poder respirar, mientras jodía la mano de In Seong, mirando hacia arriba en esos hermosos y cobrizos ojos.
 
 
 
 
Este se desabrochó los vaqueros y liberó su polla, luego la insertó entre sus muslos, justo debajo de sus bolas. Vio la cabeza rubicunda mojada de líquido claro, mientras el demonio le tiraba del saco. La presión se acumuló a lo largo de su espina dorsal, y sus bolas se tensaron. Cerró los ojos, mientras apretaba la mandíbula, y luego un calidoscopio de colores estalló detrás de sus párpados. Gritó, mientras la mano de In Seong se movía más rápido, y el hombre murmuró algo en un idioma, que no podía entender. Pero sonaba sexy, y no quería que se detuviera.
 
A medida que su clímax disminuía lentamente, el demonio lo guió a sus manos y rodillas. Se balanceó contra el cuerpo de In Seong, como una zorra descarada, mientras luchaba por respirar.
 
—Eso fue hermoso—In Seong le dio un beso en el hombro. —Quiero escuchar tus gritos de nuevo, cuando te tome.
 
Sus palabras penetraron en la neblina que rodeaba el cerebro de DaWon.
 
—In Seong...
 
El demonio le besó el cuello. —Silencio. No te preocupes, tigre. Voy a ir tan lento, como necesites. —Su mano presionó contra la parte baja de la espalda  de DaWon. —No te muevas de este lugar.
 
DaWon asintió, luego sintió que el calor de In Seong lo dejaba. El hombre se había levantado. Se quedó a cuatro patas, parpadeando varias veces. Nunca había tenido un orgasmo tan fuerte. Sus entrañas seguían tarareando, mientras se preguntaba qué estaba haciendo el demonio.
 
Un vaquero cayó al suelo junto a la cabeza de DaWon, seguido por una camisa. In Seong estaba desnudándose. Segundos después, volvió a estar detrás de él.
 
—Solo relájate.
 
La cabeza de su polla, presionó contra el agujero de DaWon.
 
—¡Lubricante! —¿El tipo estaba loco? DaWon puede no haber tenido relaciones sexuales con un hombre antes, pero incluso él sabía que el lubricante tenía que estar involucrado.
 
—Confía en mí.
 
Puesto que era el novato, asintió. Pero sus hombros se apretaron y su pene quedó flácido. Estaba demasiado asustado para estar excitado. Y entonces, algo chorreó contra su culo.
 
 
 
 
—¿Qué fue eso?
 
—Nosotros, los demonios, tenemos lubricante natural—Los labios de In Seong le recorrieron el hombro. —Esto ayudará a tus músculos a relajarse y me permitirá entrar en ti.
 
Otro chorro lo golpeó y sus músculos hicieron exactamente lo que el demonio dijo que harían. Sus dedos se curvaron, en las fibras de la alfombra mientras sentía presión, pero sin dolor.
 
—Calma—le susurró In Seong. Le pasó las manos por la espalda— Prometo que se pondrá mucho mejor. Ya verás, mi pequeño virgen.
 
Escuchó las burlas, en la voz de In Seong y quiso golpear al demonio. Así que él realmente sabía lo le había estado tratando de decirle. Quiso regañarlo, pero la cabeza de la polla de In Seong atravesó el anillo de músculos y todos sus pensamientos huyeron. Los dedos de In Seong se clavaron en sus caderas, pero el demonio no se movió. Eso estaba bien para él. Estaba demasiado ocupado tratando de respirar, tratando de acostumbrarse a la invasión. Bajó los hombros hasta la alfombra, con las manos aún encrespadas en las fibras. El demonio utilizó sus muslos para separarle aún más las piernas. 
 
—Tu piel, es tan suave. —Las manos del demonio continuaron rozando sobre su espalda. —Me encanta.
 
Tan pronto como habló, comenzó a moverse. DaWon se estremeció cuando su agujero se extendió hasta los límites. Si hubiera sabido cómo sería el sexo con un hombre, lo hubiera hecho años atrás. Pero estaba secretamente contento de que In Seong fuera el primero. Este no sólo tenía las habilidades para tomarlo sin causarle dolor, sino que era gentil, amable y apasionado.
 
No estaba seguro si era el sexo, la forma en que In Seong lo estaba tratando, o la combinación de ambos, pero de repente, se sintió más cerca de In Seong, como si compartieran una profunda conexión del alma.
 
—¡Joder!
 
—¿Qué? —DaWon se mordió el labio inferior con tanta fuerza, que probó la sangre—. ¿Qué pasa?
 
En lugar de responder a su pregunta, el demonio le cubrió la espalda, enterrando su rostro en su cuello. —Eres mío, tigre. Me perteneces.
 
No tenía ni idea, de lo que significaban esas palabras, pero quería que lo follaran, no hablar. Se echó hacia atrás, para recordarle al demonio lo que estaban haciendo.
 
 
 
 
Empujándose en una posición de rodillas, In Seong comenzó a joderlo como loco. Sonidos se vertieron de su boca, ruidosos balbuceos, mientras empujaba sus caderas más alto, mientras la alfombra le daba a sus rodillas quemaduras por fricción. El sonido de la piel que hacía contacto con la piel, resonó en toda la sala, mientras las nubes se movían, permitiendo que la luna brillara en la habitación. Debería haber estado preocupado de que alguien los viera. Estaban justo al lado de una enorme ventana, después de todo. Pero no le importaba. Simplemente no le importaba. Todo lo que quería, era que In Seong nunca dejara de follarle.
 
—Mío—Dijo el demonio, en voz baja y retumbante. Sus manos se deslizaron de los lados sudorosos de DaWon sólo para agarrarlos de nuevo, cavando más profundo esta vez.
 
Empezó a empujar hacia atrás, encontrándose con las caderas de In Seong. Su pene se había endurecido de nuevo y se balanceaba y palpitaba, mientras le rogaba a In Seong que lo follara más fuerte.
 
Casi perdió la cabeza, cuando In Seong se retiró. Se sentía tan vacío, tan vacío sin el demonio enterrado profundamente en su interior. Pero entonces In Seong giró hacía él, lo puso sobre su espalda y se colocó los tobillos de DaWon, en los hombros. El contraste de la piel bronceada contra la pálida era impresionante. En un movimiento rápido, In Seong volvió dentro de él. DaWon respiró estremeciéndose, cuando In Seong cayó sobre él, casi doblándolo por la mitad, mientras sus manos se posaron en cada lado de su cabeza.
 
Las pupilas de los ojos cobrizos de In Seong estaban dilatadas. Parecía salvaje e indomable, y a DaWon le encantó. Una veta de rayo atravesó el cielo, mientras las ramas de los árboles empezaban a balancearse.
 
—¿Estás haciendo eso?
 
—¿Y si lo estuviera? —El demonio giró sus caderas, empujando su pene más profundamente. Su eje le rozó la próstata, lo que lo hizo gritar—. Maldita sea, estás tan hermoso. —dijo In Seong, con los ojos entornados.
 
Los relámpagos se intensificaron. Los árboles se balanceaban con más fuerza. La lluvia golpeó contra las ventanas. Mientras In Seong lo recogía en sus brazos y lo besaba con tanta fuerza, que quedó sin aliento. El hecho de que su primera vez con un hombre, incluyera a una persona que ni siquiera era humano, lo entusiasmó.
 
 
 
 
Era como tener su pastel y comerlo, también. Había querido experimentar sexo con un hombre, y quería que la vida consistiera en algo más que el mundo mundano. Estaba recibiendo ambos, y ese conocimiento, le hizo arquear la espalda, mientras gemía en la boca de In Seong.
 
—Todo mío. —dijo In Seong, contra sus labios. —Eres todo mío.
 
La charla sexual era un hecho, y desestimo las palabras de In Seong como sólo eso. Los hombres solían decir un montón de cosas, cuando empezaban a encenderse, y aunque In Seong era un demonio, seguía siendo un hombre. 
 
—Todo tuyo—dijo DaWon, cediendo a la misma necesidad. Clavó las uñas en la musculosa carne de In Seong, mientras balanceaban sus caderas en un ritmo.
 
—Necesito que sea más fuerte. —gimió. Las sensaciones en cascada lo invadieron, cuando el demonio le extendió las piernas y se metió en su culo. Había pedido más, y eso era exactamente lo que In Seong le había dado. El cuerpo del demonio estaba resbaladizo por el sudor, sus ojos oscuros y seductores, mientras sus manos se deslizaban por las piernas de DaWon para agarrar sus rodillas. 
 
DaWon sentía como si estuviera muriendo. El placer era casi demasiado, y era tanto, que se sorprendió de que los policías no golpearan la puerta. Si los polis existieran en este reino.
—Me estoy acercando, bebé. —Los tendones en el cuello de In Seong, se tensaron. —Vente conmigo.
 
DaWon agarró su polla y acarició la carne endurecida, siseando y gimiendo mientras In Seong se clavaba su zona de muerte una y otra vez. Debería haber estado babeando por la manera en que lo estaba destrozando y juntándolo de nuevo.
—¿Estas cerca?
 
DaWon asintió. —Muy cerca.
 
In Seong cayó a sus manos y se impulsó en él. El cuerpo de DaWon se sacudió con los empujones. Cuando In Seong lo besó, fue descuidado, salvaje y desesperado. Sus dientes chocaban, las lenguas se batían en duelo y el labio de DaWon empezó de nuevo a sangrar.
 
Con un fuerte empuje, In Seong echó la cabeza hacia atrás y gritó. DaWon sintió la polla del hombre palpitar profundamente en su culo.
 
 
In Seong la enterró profundamente, se calmó, y luego comenzó a moverse más rápido, como si quisiera que el orgasmo de DaWon fuera igual de demoledor. 
 
Y eso fue. Por segunda vez aquella noche, alcanzó los cielos y los encontró. Su semen estalló en cintas nacaradas, salpicando contra el pecho desnudo de In Seong. El demonio comenzó a moverse más lentamente, cuando DaWon se derrumbó contra la alfombra. Ambos estaban respirando con dificultad,
cuando In Seong se salió de su cuerpo y luego rodó para acostarse junto a él. El demonio lo levantó y lo extendió sobre su pecho subiendo y bajando.
 
—Maldita sea, rojo. —In Seong pasó una mano por la cara. —Eso fue... solo maldición.
Por mucho que DaWon quisiera quedarse donde estaba, se alejó, se giró sobre su estómago y se tendió en el suelo. —Lo siento, pero estás demasiado caliente para abrazar.
 
La lluvia había cesado, así como los relámpagos. El viento se había calmado también. Bostezó, su culo estaba adolorido, pero de era del tipo bueno. 
 
Quería una ducha, pero estaba demasiado cansado como para levantarse. Lo único que quería hacer, era dormir una siesta. 
 
—¿Hambriento?
 
—Soñoliento. —Volvió a bostezar.
 
El demonio se giró sobre su costado y le acarició con su mano la espalda. Sus ojos comenzaron a cerrarse, pero abrió uno, para mirar a In Seong. Había una mirada de asombro en sus ojos cobrizos. Sonrió. —¿Estuvo bien?
 
—Mejor que bien—dijo In Seong con una suave risa. Su mano se apoderó del culo de DaWon. —Si no estuvieras tan dolorido, te tomaría de nuevo.
 
—¿En serio? —La sonrisa de DaWon, se hizo más amplia. —No sabía que un hombre de tu edad, tuviera tal resistencia.
 
In Seong frunció el ceño. —¿Cuántos años crees que tengo?
 
DaWon le dijo la verdad. —¿Finales de los treinta?
 
Una carcajada, escapó del demonio. —Ni siquiera cerca.
 
—Entonces, ¿qué edad tienes?
 
—Prueba con un par de cientos.
 
 
 
 
Los ojos de DaWon se abrieron de golpe, mientras se empujaba hasta ponerse de rodillas. —Dime que estás bromeando.
 
Su corazón se estremeció, cuando el demonio le guiñó un ojo. —¿Muy viejo para ti?
 
—No—espetó DaWon. No quería que In Seong perdiera el interés en él porque el tipo pensaba que era demasiado viejo. —Quiero decir... no me molestaría si fueras mayor. Preferiría un hombre mayor de todos modos, porque son más experimentados. Pero no pareces de tu edad.
 
—Me lo tomaré como un cumplido—In Seong se puso de pie y le tendió la mano. La tomó y se puso de pie también. In Seong lo guió hacia la cocina y le sirvió un vaso de agua helada. El líquido helado se sintió fantásticamente, bajando por su garganta seca. Bebió el vaso entero y luego lo puso en el fregadero.
 
—Tenemos que hablar.
 
A DaWon no le gustaba el sonido de aquello. Cuando un tipo daba el discurso de "necesitamos hablar", solía decir que lo había pasado muy bien, pero su vida estaba demasiado ocupada para verte de nuevo. Debería saberlo. Había dado  ese discurso una o dos veces después de tener relaciones sexuales con una mujer. Se sentía como un idiota por hacerlo, pero no había habido ninguna química entre ellos y el sexo no había sido tan genial.
 
Él sabía por qué. Un hombre gay que tenía relaciones sexuales con una mujer, era como intentar masturbarse con pintura secándose. Salió de la cocina y recogió su ropa. Si In Seong estaba a punto de patearlo, quería estar vestido y listo para irse. No tenía sentido prolongarlo, cuando sabía que su tiempo había terminado, y se habría dado una patada por ceder con tanta facilidad, pero las cosas se habían apresurado en el calor de la lujuria, y ahora el demonio había perdido el interés.
 
—¿Qué estás haciendo? —In Seong lo había seguido hasta la sala de estar y allí estaba gloriosamente desnudo. DaWon quería hacerlo de nuevo con In Seong, pero no iba rogar.
 
—Vestirme para que me lleves a casa. —Intentó evitar la decepción de su voz, pero fracasó miserablemente.
 
—¿Quieres ir a casa?
 
 
—Mira, se cómo continua esto. Puedes guardarte tu discurso. Fue divertido mientras duró, pero ambos tenemos una vida a la que volver.
 
—¿Pensaste que estaba a punto de darte ese tipo de discurso? —El hombre sonrió. Él quería golpearlo en su hermoso rostro.
 
—Entonces, ¿de qué querías hablar? —Empezó a ponerse los vaqueros, pero In Seong cruzó la habitación y lo detuvo.
 
—No sobre patearte.
 
DaWon estranguló sus jeans en sus manos. —¿Lo escupirás? Basta con el suspenso.
 
In Seong lo tiró hacia el sofá y se sentó con él. —¿Sabes qué es una pareja?
 
—No.
 
—Ya que no enloqueciste cuando te enteraste de mi mundo, realmente espero que no lo hagas ahora—Tomó una profunda respiración. —El destino nos emparejó juntos. Sentí el vínculo tan pronto como entré en ti. 
 
DaWon rió entre dientes. —Simplemente di cuando me follaste. Eso suena mucho mejor –y más sexy-.
In Seong sonrió. —Lo hace. Eres mi pareja, DaWon. Tú eres mío y yo soy tuyo.
 
El destino te hizo sólo para mí.
 
Le gustó la idea de pertenecer a In Seong, pero parecía demasiado bueno para ser verdad. Le encantaba el mundo en el que vivía el demonio, aunque había descubierto lo aterrador que podía ser. Sin embargo, finalmente se sentía como si perteneciera a algún lugar y temía que todo le fuera quitado.
 
Como cuando tu padre se entere de In Seong. Apartó ese pensamiento a un lado, dejándolo para más tarde. Mucho más tarde.
 
—¿Acaso, aceptas el hecho de que hay un mundo al otro lado de un velo, pero no creerás que somos compañeros? —In Seong le acarició la mandíbula y DaWon se inclinó hacia ese contacto—. Ves, lo sientes, ¿no?
 
—¿Una conexión? —DaWon lo miró. —La siento.
—Entonces, acéptala—In Seong lo tiró junto a él, y DaWon se curvó en el costado del hombre, metiendo los pies debajo suyo. —Me gusta cómo se siente cuando te acurrucas junto a mí.
 
 
 
—También me gusta. —DaWon suspiró, dispuesto a pasar la noche allí mismo en el sofá, pero su teléfono empezó a sonar, con el tono de llamada de Eddie, y sabía que era mejor que respondiera.
 
Con pesar, se apartó de In Seong y sacó el teléfono de sus pantalones.
 
—¿Hola?
 
—Te necesitamos en casa ahora mismo, DaWon. Mamá tuvo un ataque al corazón.
 
 
 
 
 
 
 continuará....

 


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