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109. El Deseo de Navidad de Mino (13) por dayanstyle

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Taehyun y Mino entraron al granero. Como les dijeron, un brillante trineo en color rojo y cobre ocupaba la mayor parte del espacio. Taehyun se quedó allí unos minutos disfrutando de la visión. La idea de repartir esos los regalos era una completa locura, pero había sido él quien abrió la bocaza para decir que no podían defraudar a nadie.

Había veces, como ahora, en que necesitaba aprender a mantener la boca cerrada. —La misión es imposible.

Mino rodeó con sus brazos a Taehyun y le atrajo más cerca.

 

 

Taehyun cerró los ojos y aspiró el aroma de su compañero. El aroma era demasiado familiar ahora y le trajo confort. El aroma masculino de Mino lo envolvía cuando subía y bajaba su mano por la espalda de Taehyun. Se hundió en Mino y dejó que su compañero le acariciase, disfrutando de su toque. Taehyun no quería que terminase el abrazo nunca, pero tenían una noche loca delante de ellos. Si realizaban esto, sería la primera cosa que Taehyun habría logrado en su vida. Era triste, pero cierto. Suspirando, se alejó de Mino.

—Veamos lo jodidos que estamos. —Taehyun abrió la guantera y encontró un libro delgado. No parecía muy malo, pensó, hasta que lo abrió. Perfectamente podría haber descrito como construir una nave espacial. Las instrucciones eran complicadas en el mejor de los casos.

—Aquí. —Se lo pasó a Mino y después subió al trineo. Era igual al que había visto tantos años en los libros de niños, en la televisión, y en las jugueterías, aunque este tenía tantos botones que su cabeza le daba vueltas.

Mino ojeó las páginas y después arrojó el libro sobre su hombro. — Roguemos que los renos sepan lo que están haciendo.

Esa era su mayor esperanza.

Mino dio un codazo a Taehyun e inclinó su barbilla hacia arriba. Taehyun gimió cuando alzó la mirada a los dos desvanes de arriba. Estaban a rebosar de regalos envueltos en papel de regalo. —¿Cómo se supone que van a entrar todos en este trineo?

 

 

—No sé —dijo Mino rascándose la cabeza—. Pero vamos a necesitar ayuda para bajarlos.

—Los elfos —dijo Taehyun. Con todo lo que habían pedido online, lo menos que Dick podía haber hecho era entregar los regalos directamente a las personas de la lista. Pero no, a juzgar por el modo en que los paquetes desbordaban los desvanes, el capullo los había transportado aquí—. Voy a destrozar a Dick cuando esto haya acabado —dijo Mino, pero no se rio de la insinuación.

—Supongo que tenemos que comenzar. —Taehyun no tenía ni idea de por dónde comenzar.

 

Un pequeño elfo entró corriendo al granero, con una brillante sonrisa en su cara. —Lo siento, llego tarde.

—¿Y tú eres? —preguntó Mino cuando otros cuatro elfos se unieron al primero.

—Somos los encargados de los renos. —Brincó hasta uno de los puestos y acarició a un ciervo. Su deslumbrante vestido rosa brillaba aun cuando la luz del granero era tenue—. Seremos quienes les enganchemos al trineo.

Taehyun estuvo cerca de caer a sus rodillas y dar las gracias. Era una cosa menos por la que él y Mino tenían que preocuparse. Recogió el manual del suelo y se lo mostró a la centelleante elfo. —Dime que puedes leer esto.

—Por cierto —dijo en un acento típico de Boston o New York—, soy Twinkles.

—Taehyun —dijo y le ofreció la mano. Para su sorpresa, ella le dio un abrazo.

—Es genial que las cosas vayan regresando a la normalidad. Lo juro, ese Dick era un mal bicho.

 

 

Taehyun dio unos golpecitos al manual. —¿Sabes algo de hacer volar un trineo?

—¿Quién, yo? —Presionó su mano en el pecho—. ¿Cómo podría saberlo? No es que Nick me invitase nunca a acompañarlo. —Se inclinó y se llevó una mano a la boca—. Si alguien sabe, ese es Jelly-P. Hubo un tiempo en que él y Nick eran inseparables. Incluso llevó al hombre con él a las entregas.

¿Por qué no les había dicho Jelly-P nada a ellos? Taehyun arrebató el manual a Twinkles y salió furioso del granero. Si el elfo de pelo verde sabía cómo manejar el trineo, entonces vaya si iba a acompañarles en el paseo.

 

 

Taehyun había venido al almacén a hacer dinero. Nadie le había dicho nada de salvar la navidad. Si tenía que hacer esto, entonces iba a reclutar tanta ayuda como fuese posible.

No se molestó en llamar a la puerta de Jelly-P. Taehyun entró y localizó al elfo al otro lado del dormitorio.

—¿Te importaría decirme por qué obviaste la parte en que sabes cómo hacer volar el trineo?

Jelly-P rápidamente cerró la puerta del dormitorio.

—¿Puedes bajar la voz? Nick está descansando.

Taehyun movió el manual. —Es como intentar leer klingon.

Jelly-P tomó asiento en su sillón. Metió sus pies bajo él y dio una sonrisa a Taehyun. Parecía arrepentido, pero Taehyun juraría que vio una sonrisa escondida allí. —No puedo ayudar, tonto.

—Pero has montado en el trineo.

—Montado —dijo Jelly-P—. Realmente no prestaba atención a los botones que presionaba. —Se ruborizó—. Estaba demasiado ocupado presionando sus botones.

—¿Jugueteaban mientras repartía los regalos? —Allá iban las ilusiones de su niñez sobre Santa y su trineo. Ordenar online, guardias de seguridad, y un malvado Dick prácticamente habían arruinado el espíritu navideño de Taehyun. Quería recuperar aquéllas ilusiones. Algunas cosas eran sagradas. Como el chocolate y la salsa de queso.

Y el trineo de Santa, maldición.

—Podría ser Santa, pero aún es un hombre con necesidades — defendió Jelly-P.

Taehyun gesticuló con sus manos. —No quiero la imagen. Sólo dime que sabes algo sobre ese trineo.

—Tiene unos asientos muy cómodos.

—No ayuda.

—Eso es todo lo que puedo decirte.

—Entonces estamos jodidos. —Taehyun se dejó caer en el sillón junto a Jelly-P. Se restregó una mano por su cara y después se encorvó—. ¿Ha perdido alguna vez una Navidad?

—No. —Jelly-P negó—. Esta será la primera en la historia registrada, y si unas Navidades se pierden, la fiesta desaparecerá para siempre.

Y aquí Taehyun pensaba que había logrado algo espectacular por una vez en su vida. Debería habérselo imaginado. Su vida había sido una mierda desde el principio, y nada cambiaría eso.

Excepto Mino. Taehyun había tenido mucha suerte con el vampiro, pero era más la suerte de Mino que la suya. El hombre había deseado un compañero, y boom, había conseguido uno. Taehyun había deseado salvar las Navidades, y había terminado con un manual que únicamente podía leer el fabricante.

Taehyun se levantó del sillón y asintió. —Si conseguimos sacarlo del granero, tendremos media batalla ganada.

Tenía que intentarlo. Taehyun había renunciado a muchas cosas en su vida cuando se pusieron difíciles. No se iba a rendir esta vez. Se negaba a permitir que las Navidades desaparecieran para siempre.

 

 

 

Los elfos habían trabajado juntos y el trineo estaba cargado. Parecía que el compartimento trasero era como una caverna sin fin. No importaba cuantos regalos metiesen dentro, siempre parecía haber espacio para más.

Incluso habían enganchado a los renos. Las pequeñas bestias pisoteaban fuerte con sus cascos y resoplaban mientras esperaban hacer su trabajo. Al menos parte del equipo tenía idea de lo que hacer.

 

Mino se quedó allí rascándose la cabeza mientras contemplaba el panel de control, tratando de distinguir la mitad de los botones e interruptores. Para su alivio, vio el botón de encendido. Lo apretó y el panel se iluminó.

—¡Infiernos! —Mino se echó a reír y los elfos se le quedaron mirando como si no hubiese ninguna esperanza. Probablemente era así, pero al menos había descubierto como arrancar la maldita cosa.

Taehyun se deslizó en el trineo. —Esto se parece a un sistema GPS.

—Uno complicado. —Mino presionó unos cuantos botones más y apareció un mapa—. Eh, es de pantalla táctil.

Taehyun tocó la ubicación más cercana. Los renos brincaron en su posición, como si estuviesen cansados de esperar. Unos cuantos elfos lucharon para abrir las grandes puertas del granero y los renos partieron, haciendo que Mino y Taehyun cayesen sobre sus asientos.

—Agárrate —gritó Taehyun cuando los renos despegaron. Tan pronto como sus cascos abandonaron el suelo, Taehyun negó—. Me voy a enfermar.

¿Por qué accedí a esto? ¡Me dan terror las alturas!

Mino estaba acostumbrado a la velocidad, pero también estaba acostumbrado a sostenerse en el suelo. Buscó a su alrededor unas riendas, pero no había ninguna. Huh, los renos deben saber a dónde ir. Sus bridas estaban iluminadas como un árbol de Navidad, y Mino se preguntó si era algún tipo de navegador para ellos.

 

 

Taehyun con los nudillos blancos se aferró al lateral del trineo y se asomó, después cayó de nuevo sobre su asiento y sostuvo una mano sobre su boca. Estaba más pálido de lo normal.

—Mantén tus manos y pies dentro del trineo en todo momento — bromeó Mino. Se recostó y estudió el panel—. Creo que mientras que tecleemos las posiciones, los renos harán el resto. Mira, no fue tan complicado.

Los renos comenzaron a descender. Una casa en medio de un campo apareció a la vista. Los ciervos iban demasiado rápido. Mino miró a su alrededor buscando un freno o un botón de Parar, pero no vio uno. —

¡Mierda, creo que nos vamos a estrellar!

 

Taehyun se llevó las manos a los ojos y chilló cuando los renos descendieron silenciosamente sobre el tejado. Mino se quedó sentado allí unos segundos mientras tenía un ataque al corazón.

—Hemos aterrizado.

—Mientes.

—Mueve tus manos.

—No.

Algo saltó en la pantalla. Era una lista de regalos para la casa en que aterrizaron. —Eh, mira. —Mino dio un codazo a su compañero—. Este trabajo no es tan malo.

Taehyun finalmente bajó sus manos. —Dile eso a mi estómago revuelto.

Si fuese un gato, habría perdido ocho de mis vidas.

Mino saltó del trineo, sus botas golpeando el tejado cubierto de nieve. Notó lo lento que la nieve se movía cuando la pisaba. Levantó la cabeza y miró a su alrededor. El viento soplaba, pero las ramas se movían como si se abriesen camino por arenas movedizas.

—Creo que el tiempo avanza de forma distinta en este trabajo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Taehyun. Con cuidado, saltó fuera del trineo y tocó el suelo con sus pies para asegurarse de que estaba allí antes de soltarse.

Mino recogió un puñado de nieve, hizo una bola, y la arrojó. La bola se movía tan despacio que Mino estaba seguro de que una tortuga podría golpearla. Se quedó con la boca abierta. —¡Esto es genial!

Taehyun rodó los ojos. —Por mucho que me alegre de que te encante ver esto, ¿Podemos terminar? Espero no vomitar antes de que la noche haya terminado.

Tan pronto como tenían sus regalos en sus manos, desaparecieron del tejado y se materializaron en el salón, justo al lado del árbol.

—Eso no fue extraño, en absoluto —susurró Taehyun. Se agarró la cabeza y se tambaleó un poco, viéndose un poco verde.

 

Colocaron los regalos bajo el árbol y esperaron. No ocurrió nada. —¿Cómo salimos de aquí? —preguntó Mino.

Taehyun probó colocando su dedo en el lateral de su nariz, pero no ocurrió nada. Se encogió de hombros. —Funcionaba en los libros.

—Hola.

Taehyun se dio la vuelta y chilló cuando Mino se quedó mirando fijamente hacia abajo a una diminuta niña humana. Ella le sonrió.

—¿Dónde está tu traje rojo?

—Los renos se lo han comido —dijo Mino—. ¿No deberías estar en la cama? —Rogaba porque sus padres no vinieran abajo. Ella podía creer aún en las Navidades, pero el padre probablemente tendría un arma en sus manos mientras que la madre llamaba a la policía.

Jesús, es lo que le faltaba a Mino, que le arrestasen por allanamiento de morada. No se parecía en nada a Santa y conseguiría una bonita camisa de fuerza si dijese la verdad.

—Tienes que comer las galletas. —La niña pequeña señaló a la mesa donde había un plato con galletas de azúcar y un vaso de leche.

Taehyun se encogió de hombros. —Merece la pena probar.

—Por si lo has olvidado, no puedo comer alimentos humanos —dijo Mino.

Taehyun agarró la mano de Mino y mordió una galleta. Y de repente desaparecieron del salón, encontrándose de nuevo sobre el tejado.

—¡Ajá! —Mino soltó su mano—. Ya lo tenemos dominado.

—Y esa pequeña niña necesitará terapia cuando se haga mayor —dijo Taehyun—. Tratemos no ser vistos de nuevo.

 

Los dos saltaron al trineo y despegaron.

 

Después de estar cerca de que le disparasen unas cuantas veces, de ser perseguido por más de un perro, y un dolor de muelas del infierno, Taehyun quería besar el suelo cuando aterrizaron en el Polo Norte justo antes del alba.

Los elfos salieron corriendo del taller para atender al trineo y a los ciervos.

Taehyun se tambaleó al salir del artilugio, su estómago mucho más lleno y una migraña latiendo en la parte posterior de su cráneo. No quería volver a entrar nunca en ese trineo. El infierno se helaría antes de acceder a realizar ese tortuoso viaje de nuevo.

Mino cogió en brazos a Taehyun y le cargó hasta su cabaña. Preparó el baño y se recostaron. Todo lo que Taehyun quería hacer era dormir durante una semana. Si no volvía a ver otra galleta, no le importaría en absoluto.

—Salvamos las Navidades. —Mino declaró con orgullo—. Mi aquelarre no se lo va a creer cuando se lo diga.

Taehyun se acurrucó en el pecho de Mino y bostezó. —Tienes suerte.

No tengo a nadie a quien contárselo.

 

—Me tienes a mí. —Deslizó sus brazos alrededor de la cintura desnuda de Taehyun.

—Estabas allí. —Taehyun le recordó.

—Aun así puedes contármelo.

Taehyun se encogió de hombros y Mino acarició su lóbulo con sus dientes. —También tienes todo un aquelarre, Taehyun. Es mi familia, por lo que es tu familia.

El pecho de Taehyun se apretó ante la palabra “familia.”

Nunca tuvo una realmente. Al ir pasando de una casa de acogida a otra, fue difícil para él conectar con alguien.

—Por favor, dime que todo esto es real —dijo Taehyun—. Dime que de verdad eres mío.

 

Mino giró a Taehyun hasta que estaba a horcajadas en su regazo. El agua se movía a su alrededor, golpeando en los laterales de la gran bañera. Sus fuertes manos agarraron las caderas de Taehyun.

—Por toda la eternidad, guapo.

El beso fue suave al principio, una caricia, íntima. Los suaves toques hicieron que Taehyun se estremeciera y llevó sus manos a la nuca de Mino. La necesidad de su compañero presionaba entre los muslos de Taehyun y este molía su polla en el estómago del vampiro.

—¿No demasiado cansado? —preguntó Mino.

—No para esto. —La cabeza de Taehyun cayó a un lado mientras Mino besaba su cuello, sus colmillos burlándose de la piel. Estaba realmente agotado, pero no podía rechazar a Mino. No cuando tenía sus manos encima de Taehyun, y no cuando sus suaves labios mordisqueaban su garganta. El agua chapoteaba mientras Mino impulsaba sus caderas hacia arriba, como si estuviese ya en el interior de su compañero. Taehyun curvó sus manos en los voluminosos bíceps de Mino y se aferró arqueando su espalda.

Aún le asombraba pertenecer a alguien. Eso le sorprendió más, que descubrir que Santa era real y que tenía que repartir los regalos por todo el mundo. Eso había sido una noche, pero lo que Taehyun tenía con Mino sería para siempre, según su compañero.

 

 

Las manos de Mino descendieron por su cuerpo, obteniendo un gemido de él. Los dedos del vampiro eran delicados, a pesar de que Taehyun sentía como si fuera acariciado por fuego.

—Por favor —rogó—. No te burles de mí.

Taehyun necesitaba a Mino dentro de él enormemente para recordarle que era de Mino y que Mino era suyo, y que estas Navidades les habían traído un milagro.

Taehyun no había deseado un compañero, pero sentado allí sobre el regazo del hombre, siendo acariciado y besado, envió una plegaria de agradecimiento.

 

Había visto tanto el lado juguetón como el lado serio de su compañero y sabía que nunca tendría suficiente de estar con él. Y por lo que Taehyun había visto hasta el momento, sabía que Mino seguiría metiéndole en líos. Pero Taehyun no tenía quejas por eso. Su vida necesitaba agitación.

—Levanta el culo.

Taehyun hizo lo que le pidió y sintió la cabeza de su polla presionar en su agujero. El estiramiento ardió, pero Taehyun no protestó. Le recordaba que tenía alguien a quien amar.

Su mente se quedó paralizada ante ese pensamiento. Wow. Era cierto. Realmente amaba a Mino. El vampiro era su todo, le hacía reír y sentir completo, y no había nada en este mundo que no haría por el hombre.

—Te amo. —Taehyun soltó justo cuando la cabeza se abrió paso dentro de él.

Sisearon su placer y Taehyun descansó su frente contra la de Mino. Inhaló la respiración del vampiro, agarrando con fuerza los brazos de su compañero.

—¿Sabes cuánto tiempo he esperado para escuchar que alguien me diga eso? —preguntó Mino. Taehyun oía la sinceridad en su voz—. Pensaba que nunca lo escucharía. Pensaba que nunca tendría un compañero.

 

 

Taehyun deslizó su brazo alrededor del cuello de Mino y se dejó caer hasta que el hombre tocó fondo. Taehyun se recostó sobre el fuerte pecho de Mino, escuchando el batir del corazón de su compañero y sus pequeñas y entrecortadas respiraciones.

—Te amo, también, Taehyun. Eres un deseo hecho realidad.

Comenzaron a moverse, el agua moviéndose con ellos. A Taehyun no podría haberle importado menos si empapaban el suelo. Tener a Mino dentro de él era algo mágico. Las sensaciones le envolvían, le impulsaban bajo el agua, y giraban locamente con él.

—Necesito más —dijo Taehyun.

 

Mino lo levantó, le dio la vuelta, e inclinó a Taehyun en la bañera aferrándose a los laterales. Perforó sus caderas hacia delante, haciendo a Taehyun jadear y gemir mientras retrocedía.

—Amo cómo te sientes —dijo Mino intensificando su agarre. Sus movimientos entraron en un ritmo frenético mientras atacaba el interior de Taehyun, enviándole peligrosamente cerca del borde.

Taehyun se acarició, y, segundos después, gritaba su liberación. Mino se movió más rápido y después se tensó, presionando su polla profundamente en el interior mientras aullaba su liberación.

Taehyun quedó consumido y extenuado, y cerca de caer por el lateral. Mino lo agarró, le envolvió una toalla alrededor y de sí mismo, y lo ayudó a salir del baño. Taehyun estaba comenzando a acostumbrarse a que Mino lo llevase en brazos. Parecía que le gustaba hacer eso, y a él no le importaba en absoluto.

Se acurrucaron juntos en la cama, sosteniéndose el uno al otro. Taehyun movió su mano por el brazo de Mino y suspiró. Esto era demasiado perfecto. Segundos después, su compañero roncaba suavemente.

Taehyun miró por la ventana y contempló las estrellas. No, no había deseado que apareciera Mino, pero disfrutaría y amaría el regalo que le habían dado el resto de su vida.

 

 

 

 

—¡Maldición! —Mino rio al ver los regalos bajo el árbol. Ni siquiera sabía de donde había venido el árbol, pero cogió las dos cajas y el sobre, y regresó corriendo a la cama, sintiéndose como un niño pequeño en la mañana de Navidad.

Que lo era.

—Mira lo que tenemos. —Mino despertó a Taehyun—. Santa nos ha dejado regalos.

—Necesita dejarnos una paga después de todo lo que hemos pasado. Taehyun bostezó y se incorporó, frotándose los ojos.

—Con una gran y gorda bonificación.

—Toma. —Mino le dio el sobre a Taehyun y abrió las cajas—. Jódeme.

—Tenía dos botellas de la colección de Santa—. Sabía que conseguiría un poco de bourbon antes de irme de aquí, y ni siquiera tuvimos que ir todo Bonnie and Clyde.

Mino no tardó en abrir una de las botellas. La olió, y luego tomó un pequeño trago. Los no humanos no podían emborracharse con el alcohol humano, pero estaba dispuesto a apostar dólares a rosquillas a que terminaría borracho como una cuba con las dos botellas.

—Wow. —Taehyun se sentó más recto y se quedó mirando fijamente el contenido del sobre.

—¿Qué es? —preguntó Mino.

—Un cheque por cinco mil dólares —dijo Taehyun con una gran sonrisa.

Cambió a la carta. Al menos, Mino asumió que era una carta.

—¿Qué dice? —Cinco de los grandes era mucho para Taehyun, y Mino no aguaría la fiesta al hombre. Aunque Mino tenía mucho dinero y eso era una nimiedad para él.

 

 

Observó cómo los ojos de Taehyun revisaban el papel. —Es una invitación para que nos quedemos a vivir aquí permanentemente. —Alzó la mirada—. ¿Qué opinas?

Mino amaba a su aquelarre con todo su corazón, pero las cosas se habían vuelto complicadas allí. Había estado pensando en irse. No le haría daño dar al Polo Norte una oportunidad.

—¿Qué opinas tú? —Mino se arrimó a Taehyun y descansó su barbilla en su hombro—. Iré a donde tú quieras ir.

—¿De verdad? —Taehyun se veía sorprendido—. ¿Harías eso por mí?

Mino besó suavemente su mejilla. —Bebé, haría cualquier cosa por ti.

 

Y lo decía en serio. Mino viviría en cualquier sitio, siempre que Taehyun estuviera con él.

Con una amplia sonrisa, Taehyun dijo: —Creo que me gustaría ver a este sitio recuperar su espíritu festivo. Podemos ser parte de eso. Ahora que Dick ya no lleva la voz cantante, quiero ver al taller prosperar.

—Me gustaría eso, también. —Mino puso la botella a un lado y rodó, mordiendo juguetonamente el hombro de Taehyun—. Pero primero, necesito mojar mi bastón de caramelo en tu interior.

 —¡Oh, bruto! —Taehyun rio, y fue el sonido más hermoso que había escuchado jamás.

 

 

 

—Encontramos a Lollipapa —dijo Jelly-P cuando Taehyun y Mino entraron en la cabaña del elfo.

—¿Dónde estaba? —Taehyun había estado preocupado por el pequeño hombre desde su desaparición. Su peor temor fue que Dick hubiese matado al pobre hombre.

 

 

Jelly-P frunció los labios y rodó los ojos. —Se hizo con una de las botellas de Nick y ha estado durmiendo la mona silenciosamente en el sótano, el muy tonto.

—¿Todo este tiempo? —Taehyun abrió ampliamente los ojos y miró fijamente al elfo—. ¿En serio?

—Sip, te dije que tenía la capacidad de atención de una mosca.

—No me dijiste eso —discutió Taehyun.

—Es cierto.

Taehyun miró sobre el hombro de Jelly-P a la baja y profunda voz.

 

Nick estaba de pie en la entrada del dormitorio, un brazo descansando en el marco. Estaba profundamente dormido. ¿O estaba despierto? Dios mío. Taehyun consiguió parar de babear.

—Quiero darles las gracias por salvar las Navidades —dijo Nick—. A los dos. Estoy en deuda con ustedes, chicos.

Entró al salón paseando. El hombre se contoneaba con paso decidido y arrogante. Tenía dominados los movimientos. Mino dio un codazo a Taehyun. —Cierra la boca, bebé.

Nick sonrió y Taehyun se dio la vuelta, su cara en llamas.

—No te preocupes —dijo Jelly-P—. Tiene ese efecto en todo el mundo.

Cuando Taehyun se dio la vuelta de nuevo, vio como Nick miraba a Jelly-P, como si el pequeño elfo fuese la luz del sol. No había más que amor y adoración en los ojos más que azules del hombre.

—¿Qué ocurrió con Dick? —preguntó Mino dejándose caer en el sofá, poniéndose cómodo—. Dime que le puedo drenar hasta la última gota de sangre.

Nick se echó a reír, su sonido mágico. —Nop. Le envié a un sitio donde no va a volver a hacer daño a nadie.

—¿Le has enviado a la luna? —preguntó Taehyun con una sonrisa. Era el único lugar que podía pensar para mantener a Dick lejos de todo el mundo.

 

Nick guiñó el ojo. —Cerca, pero su ubicación es alto secreto.

Taehyun suspiró y se quedó mirando al pecho desnudo de Nick. Mino gruñó y llevó a Taehyun a su regazo. —No me hagas atarte a la cama.

—Suena pervertido —dijo Jelly-P sonriendo, una sonrisa que decía que había sido atado una o dos veces y que lo había amado.

Nick cogió en brazos a Jelly-P y lo besó tan apasionadamente que Taehyun tuvo que apartar la mirada.

—¿Han tomado una decisión? —preguntó Nick.

Taehyun se giró y le miró de frente. —Vamos a darle una oportunidad al Polo Norte.

 

 

—Genial. Podemos comenzar el lunes a poner en forma de nuevo el lugar. —Nick sonrió, y esta vez Taehyun no suspiró. No cuando tenía la mano de Mino acariciando su espalda, recordándole lo afortunado que era.

 

FIN

 

Notas finales:

O_O

 

dejen rw

a continuación...

 

NUEVA SERIEEEEE

 

110.  Alfa a su Omega (01) – Lobos de Desire


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