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115. Corazon de Lobo (06) por dayanstyle

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David Kim miró por la ventana que daba a  Main Street. Durante años había estado buscando el animal que se había escapado, y su búsqueda lo había llevado a un pueblucho llamado Desire. Se estremeció al ritmo lento de la vida, listo para volver a su laboratorio. –¿Has localizado el asunto 725?

–Aún no, señor –dijo Lincoln Fitz. –Como sabes, su chip localizador fue destruido cuando escapó. Tus hombres lo han seguido hasta aquí, y es sólo cuestión de tiempo que  Jin Joon Woo sea encontrado.

–¡No lo llames así! – David Kim se apartó de la ventana para mirar a Lincoln. –Darle un nombre sólo lo humaniza. No es más que un monstruo de la naturaleza. Lo encontramos y lo recapturamos, y luego matamos a todos los que le importan.– David Kim trazó su dedo por el lado derecho de su cara donde el Sujeto 725 había dejado un regalo de despedida en forma de una cicatriz larga y dentada. –Para él, ya no se trata de aprender sus secretos. Se trata de la recuperación.

–Lo siento, señor.

 

David Kim se pasó la mano por el pelo, recuperando la compostura.

–Mientras estamos aquí, podemos realizar un barrido encubierto de la ciudad y ver si hay más abominaciones que necesitamos capturar.

–Tu equipo llegará pronto, señor. Ellos manejarán el barrido. Con Desire situado tan cerca de Villa Kim, no tengo dudas de que encontraremos más de uno.

David Kim rechinó los dientes al mencionar Villa Kim. Había intentado en más de una ocasión infiltrarse en la ciudad, pero Kim Jongin había sido demasiado inteligente, y él y sus hombres habían engañado a David Kim en cada vuelta.

No esta vez. Nadie en Desire tenía la menor idea de quién era, y no sólo obtendría el Sujeto 725 de vuelta, sino que esperanzadamente atraparía algunos más para sus experimentos. –Avísame cuando llegue mi equipo.

–Sí señor.

 

No habría refugio para los monstruos de la Madre Naturaleza. David Kim se aseguraría de eso. Pero sobre todo, él conseguiría su proyecto 725.

 

Bullet había cumplido su palabra y había encontrado a Xin un trabajo. Trabajar en un café era mil veces mejor que esa maloliente tienda de mascotas. Xin había tratado de limpiar las jaulas a diario, pero su jefe no parecía demasiado preocupado por la venta de mascotas. Xin había comenzado a sospechar que la tienda era un frente para algo. En los pocos meses que trabajó allí, sólo había adoptado tres animales.

Y luego estaban las reuniones secretas en la sala de atrás. Su jefe, el señor Reynold, rara vez estaba cerca, pero cuando lo estaba, nunca preguntó cómo estaban las ventas o cuántos animales habían sido adoptados. Actuó como si no le importara su negocio.

Una noche, Xin había visto incluso a hombres en traje negro hablando con el señor Reynold en la parte de atrás. No era estúpido. Sabía mantener la boca cerrada y los oídos cerrados. Xin no quería participar en lo que fuera que su jefe hacía.

Al igual que él no quería participar en el negocio de Hyung Moon.

 

–¿Siempre estás tan callado?–, Le preguntó a su compañero de trabajo, ChaNi.

–Tengo el pie pegado en la boca cuando lo abro, –  ChaNi inclinó la cabeza hacia un lado. –También me meto en problemas cuando me dejan pensar por mi  cuenta.

Xin vio arrepentimiento en los ojos azules de ChaNi. Quería preguntarle de qué estaba hablando ChaNi, pero dejó caer el tema. Sabía cuándo mantener la nariz fuera de las cosas.

En su lugar, miró hacia la puerta. Bullet había hecho algunos mandados pero había dicho que volvería pronto. Xin sabía que no debía enamorarse del hombre misterioso y malhumorado, pero cuanto más tiempo pasaba alrededor de Bullet, más difícil era detenerse a sí mismo. Eso nunca fue bueno. Tarde o temprano Bullet se cansaría de ayudar a Xin y le daría una patada a la acera.

Nadie había sido una constante en la vida de Xin.

 

Sin embargo, ese temor de que Bullet se alejara de su vida mantenía a Xin en el borde. –Yo tampoco soy muy bueno pensando por mi cuenta–, admitió. Pero eso no era porque tenía el pie en la boca. A Xin no le gustaba estar solo. Había visto algo de la fealdad del mundo, y sería bueno, por una vez, tener a alguien en su rincón.

–¿Puedo conseguir algún servicio por aquí?

 

Xin se volvió y corrió hacia el mostrador. A pesar de que le hubiera gustado hablar con ChaNi más, realmente le gustaba trabajar aquí, y conocer a nuevos clientes iluminaba su día. –¿Cómo puedo ayudarle?

El tipo ladeó la cabeza hacia un lado, mirando a Xin como si estuviera mirando a un fantasma. Sus hermosos ojos verdes se abrieron ligeramente antes de inclinarse más hacia el mostrador y empezar a olfatear.

 

Xin retrocedió un paso. Había tomado una ducha antes de ir a trabajar, así que sabía que no apestaba. –¿Por qué estás haciendo eso?

Una amplia sonrisa surgió por encima de la cara del hombre antes de que le guiñe un ojo a Xin. –Porque hueles a margaritas, sexy.

Eso fue algo extraño. Xin no había estado cerca de flores y su colonia era muy viril. –No estoy seguro de sí debería estar ofendido o decir gracias.

El hombre apoyó un brazo en el mostrador. –Oh, definitivamente deberías estar agradecido. – Él extendió su mano, y después de un momento de vacilación, Xin la sacudió. El desconocido rozó sus labios sobre los nudillos de Xin, y Xin rápidamente retiró su mano.

–Me llamo Seungbo. ¿Cómo te llamas, sexy?

 

–No es 'Sexy'–, dijo Xin. –Es Xin, ¿y coqueteas así con todos los chicos?

 

Seungbo se rió entre dientes. –Sólo tú, cariño. ¿Cuándo es tu descanso?

 

–Nunca. – Xin estaba halagado, pero sólo tenía ojos para Bullet. Aunque Seungbo era precioso. Era la altura de Xin, 1,70 mts, pero la personalidad de Seungbo le hacía parecer más alto. Sus ojos verdes parecían brillar mientras sonreía a Xin.

–Vamos, no me rechaces.– Seungbo miró alrededor de la tienda. –A menos que tengas un novio. – Volvió a mirar a Xin. –¿O novia?

–Esto es Desire–, dijo ChaNi con una amarga risita. –Todo el mundo aquí parece ser gay.

–Supongo que no lo eres –dijo Seungbo. ChaNi se alejó.

–Entonces, ¿me vas a cortar un poco de holgura y tomar tu descanso para que pueda raptarte?

–Para los frenos, Romeo. – Xin cruzó los brazos sobre su pecho, incómodo con lo descarado que Seungbo parecía estar. –Vienes fuerte.

–No sabía que había otra forma. – Seungbo se encogió de hombros. –Me han acusado de no tener filtro y lo siento si eso te ofende, pero soy quien soy.

–Puede que sea por eso que sigues soltero –dijo Xin. –Prueba a marcarlo de un momento a otro. – Encontró a Seungbo algo entretenido. El tipo parecía un cachorro emocionado con un hueso.

–Dame un beso y yo podría pensar en ello–, dijo Seungbo.

 

Xin jadeó cuando Bullet se acercó a Seungbo, lo tiró por el cuello y lo arrojó hacia la parte trasera de la tienda.

–¡Bullet! – Xin corrió alrededor del mostrador justo cuando Seungbo se ponía en pie. Levantó las manos como si eso evitara que Bullet separara a Seungbo. –¡Bullet, detente!

–¡Correa a tu maldito perro! – Los ojos de Seungbo se abrieron antes de agacharse, esquivando el puño que le había llegado.

Xin agradeció que la tienda estuviera vacía. Bullet estaba haciendo un espectáculo. –Bullet, ¿qué te pasa?

–Trató de besarte– la voz de Bullet sonó demoníaca mientras unas largas uñas negras emergían de sus uñas. Xin se quedó boquiabierto.

–¿Eres... eres un shifter?

 

–¿Quieres dejar de intentar arrancarme la garganta? –gritó Seungbo a Bullet. –Maldita sea, sólo estaba tratando de besar a mi pareja.

Bullet se quedó quieto. Miró a Xin y se inclinó para oler a Seungbo. Xin dio un paso atrás, luego otro. El único shifter que conocía había intentado prostituirlo, y luego venderlo a un rico inversionista. Eran peligrosos, malvados, y no se preocupaban más que de sí mismos.

Xin corrió hacia la puerta y salió por la calle.

–¿Qué diablos, hombre? –Seungbo empujó a Bullet. Era evidente por la mirada asesina en la cara de Bullet que estaba saliendo con Xin. Eso no lo haría. Eso no lo haría en absoluto. Xin era suyo, y Seungbo, tan pequeño como él era comparado con Bullet, pelearía por lo que el destino le había dado.

Bullet envolvió su mano con garras alrededor de la garganta de Seungbo. –No es tu compañero. Él es mío.

Con su terror, Seungbo olfateó a Bullet y casi se desmayó. No había manera. Tenía que haber algún tipo de error. Seungbo acababa de detenerse a buscar gasolina. ¿Cómo demonios había encontrado a dos compañeros en el lapso de cinco minutos?

Bullet debe haber notado la mirada sorprendida en la cara de Seungbo. Se inclinó para otro olfato, luego soltó a Seungbo, retrocediendo mientras miraba horrorizado. Bueno, eso no fue tranquilizador.

–No –susurró Bullet. –¿Qué mierda?

 

–No estás tan sorprendido como yo–, dijo Seungbo mientras se frotaba la garganta. Tenía que haber una explicación lógica.

Bullet giró y salió corriendo de la tienda. Seungbo empezaba a sentir la peste. Todo el mundo estaba huyendo de él. Él olfateó bajo sus brazos y decidió que no olía. Entonces, ¿por qué Xin y Bullet  habían salido así?

 

Con un encogimiento de hombros, Seungbo los siguió. Advirtió a Bullet dando vuelta a una esquina y se fue tras él. Sin aliento, estaba agradecido cuando se encontró con los dos hombres en el parque. Seungbo realmente necesitaba hacer más ejercicio. Todo ese tiempo en la carretera de conducción no le hacía ningún favor.

Xin estaba paseando delante de una fuente, y Bullet estaba a varios metros de distancia, como si temiera acercarse al humano.

Seungbo no sabía qué hacer. Se había puesto tan emocionado cuando olfateó a Xin que lo había puesto duro. Tal vez no debería haber hecho eso, pero ya era demasiado tarde. Xin parecía como si estuviera listo para asustarse. Seungbo no había querido asustar a su compañero, pero había estado solo por tanto tiempo que encontrar a alguien con quien compartir su vida le había hecho actuar como un idiota espeluznante.

–No quise enloquecerte–, dijo mientras pasaba junto a Bullet y se detuvo frente a Xin. –Sólo me atonte de haberte encontrado.

Xin dejó de caminar y dio un paso atrás. –¿También eres un shifter?

Seungbo asintió con la cabeza. –Soy un shifter leopardo. ¿Por qué, eso te asusta?

–Un jodido gato –murmuró Bullet.

 

Seungbo miró por encima del hombro a Bullet. –Si no vas a ayudar a la situación, guárdatelo.

Bullet entrecerró los ojos. Dios, era un pecado sexy. –Sigue hablando conmigo así y vamos a tener serios problemas.

Seungbo señaló con la mano a Xin. –¿Cómo no lo tenemos ya? Por favor, dígame que él sabía que ustedes dos eran compañeros.

–¿Somos qué?

 

–¿Cómo sabes lo de los shifter, pero no tienes ni idea de los compañeros? –preguntó Seungbo. Todavía estaba tratando de entender la situación. Tener un poco de antecedentes de ambos hombres ayudaría, pero en este momento estaba volando ciego.

–Porque tuve la desafortunada suerte de alojarme con un shifter lobo que trató de prostituirme.

–Qué idiota–, dijo Seungbo. –Dime que le dieron patadas por eso. Xin negó con la cabeza. –Me patearon el culo por ello.

El estómago de Seungbo hervía al pensar en alguien lastimara a Xin.

–Dime dónde está y le patearé el trasero por ti.

 

Un  lado de la boca de Xin se estremeció con una casi sonrisa. –No sé dónde está, y no quiero saberlo. Tan pronto como se mantenga alejado de mí, realmente no me importa.

Seungbo miró a Bullet. –Dime que estás buscando justicia por nuestro compañero.

Bullet gruñó.

 

–¿Tienes sarpullido en tu pene? – Seungbo estaba a cinco segundos del golpear a Bullet y empujarlo bajo un banco. El tipo no estaba ayudando el asunto.

–No le hables así –respondió Xin. –Bullet ha pasado por muchas cosas, y no necesita a un extraño jugando con él.

–Puedo defenderme–, Bullet   ladró.

 

–No uses ese tono con Xin. – Seungbo rodeó a Bullet, cuadrando sus hombros. –¿No puedes ver que ya está asustado? Sólo porque eres un lobo no significa que tienes que actuar como un animal salvaje.

–¿Eres un lobo? – Xin palideció ligeramente mientras se tapaba la boca con una mano. Seungbo realmente esperaba que Xin no estuviera a punto de enfermar. El olor sólo haría enfermar a Seungbo, también. No le iba bien con los fluidos corporales. La visión de sangre, vómito, puss, y otras cosas desagradables siempre hacían que Seungbo se enfermara.

–¿Por qué no me lo dijiste? –preguntó Xin.

 

Seungbo estaba sufriendo un maldito dolor de cabeza. ¿Qué diablos tenían estos dos? ¿Cómo podrían estar juntos pero tener tantos secretos? No creía en esconder cosas de su pareja. Y tenía dos con que lidiar. Necesitaba una bebida dura.

–Tu sutileza es una mierda –le dijo Bullet a Seungbo. Su labio superior se curvó, y Seungbo encontró la mirada sexy como la mierda. La personalidad dominante de Bullet era un gran giro, pero ahora no era el momento de ponerse caliente y molesto.

–No iba a buscar sutileza –dijo Seungbo. –Yo estaba buscando la honestidad, algo en lo que ustedes dos necesitan trabajar. ¿En serio vamos a estar en un parque y ventilar nuestros asuntos? Hay niños jugando. ¿No hay algún lugar donde podamos ir y arreglar las cosas?

Xin y Bullet se miraron.

 

–Te invitaría a mi casa –dijo Seungbo–, pero ese sería mi coche.

 

–Tienes una boca en ti, – Bullet dijo con un gruñido bajo.

 

Seungbo le guiñó un ojo. –Y te mostraré qué más puede hacer si nos encuentras algún lugar privado.

–Esto es irreal. – Xin se alejó. –No puedo creerlo. ¡Shifter!

 

–Parece que lo está tomando bastante bien–, dijo Seungbo.

 

-Eres un loco en un pequeño paquete, ¿verdad? –preguntó Bullet mientras se volvía y seguía a Xin.

 

–¿No podemos todos simplemente tomarnos de la mano y cruzar la calle juntos? – Gritó Seungbo mientras se alejaban. Maldijo entre dientes y una vez más persiguió a sus compañeros.

 

Continuara...


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