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119. El Precio de Wheesung (09) por dayanstyle

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Eun Woo se dirigía a casa, cortando a través de una parte de Ciudad Serenity que era dudosa como el demonio. Todavía se estaba acostumbrando a vivir allí, a tiempo completo, pero no había lamentado un solo momento con Moon Bin . Viviría en las entrañas del infierno, si allí era donde su compañero quería vivir.

Además, el Reino de los Demonios no era tan malo. Ya tenía rutinas, como ir al cine y salir en Moon Bin al nuevo salón de belleza. Incluso se convirtieron en clientes habituales en Malcor Melting Pot’s. Jugaba un partido de baloncesto, al menos dos veces por semana, en el parque y había conseguido un trabajo en Diablo’s.

La vida era bastante buena.

Dobló una esquina y se detuvo con fuerza, ante la vista de un hombre que llevaba a Baekhyun y Ung Jae a un edificio destartalado. Había visitado Villa Kim suficientes veces, como para saber quiénes eran.

¿Por qué Baekhyun y Ung Jae estaban en el Reino de los Demonios acompañados por un matón?                  

Tenía que averiguar lo que estaba pasando. Aunque no conocía a Chanyeol demasiado bien, se negó a permitir que le pasara algo al humano y al shifter conejo. Él conocía el edificio. El Señor Inati dirigía su negocio allí, y el demonio era un canalla. Se había topado con sus hombres antes, y no había sido bonito.

Cambió de dirección y pasó por delante de los demonios y los perros del infierno de pie en el frente, de forma encubierta comprobando todas las salidas y ventanas. No podía rescatar a los dos por su cuenta. Por lo que había oído, el Sr. Inati gobernaba con mano de hierro. Si lo encontraba tratando de rescatarlos, sólo podía rezar por una muerte rápida. Por suerte, nadie había notado lo que estaba haciendo. Se deslizó por el callejón antes de sacar su teléfono y enviar a Siwon un texto rápido, dándole la ubicación de Baekhyun. No tenía idea del por qué el señor Inati quería a Baekhyun y Ung Jae, ellos parecían tan malos como dos cachorros desgarrando una almohada.

Cuando guardo el teléfono, uno de los perros del infierno del frente salió y dio vuelta a la esquina. Su sonrisa escalofriante prometía dolor.

—Alguien está siendo un niño travieso —dijo al chico.

Cuadro los hombros, preparándose. —Entonces, ven y trata de golpearme, hijo de puta.

 

 

 

 

 

 

Wheesung oyó a Ung Jae susurrando su nombre, pero no podía obtener la ubicación por un bloqueo. No tenía idea de dónde incluso comenzar a buscar a su compañero.

Estaba en el parque, al otro lado de la calle de donde se encontraba la cafetería, invisible a todos a su alrededor. Cerró sus ojos, inclinó la cabeza hacia atrás y abrió su mente. Apenas podía concentrarse con tanta rabia que emanaba de él, pero se obligó a alejar la ira, la obligó a sangrar por sus dedos, mientras buscaba el alma de Ung Jae.

Millones de voces clamaban por él, gritaban por él, pedían su ira. Su cabeza se sentía como si fuera a explotar. Utilizó una técnica que Himchan recientemente le había mostrado. Imagino un dial y mentalmente luchó para girarlo, hasta que las voces eran un mero ruido de fondo.

A continuación, pensó en la sonrisa de Ung Jae, su risa baja, su olor, y la forma  en que mordisqueaba sus zanahorias cuando veía sus revistas, mientras estaba sentado detrás de su escritorio. Se llenó a sí mismo de Ung Jae, hasta que fue todo lo que podía ver. Le dolía el corazón por sentir los brazos de Ung Jae alrededor de él nuevamente. Su cuerpo quemaba por tener a Ung Jae debajo de él, gritando su nombre. Perdió su concentración, cuando su pecho se contrajo y su estómago se contrajo en mil nudos.

Se acordó de Himchan diciéndole una vez, que lo que sentía por Ung Jae era amor. Lo había negado en el momento, no creyéndose capaz de sentir una cosa así. Pero mientras pensaba en el pequeño shifter conejito, empezó a pensar que tal vez, sólo tal vez, sus sentimientos podrían ser amor.

Una voz susurró a través de su mente. Reino de los Demonios. Fue Himchan.

Con un chasquido de sus dedos, estaba fuera del edificio de apartamentos de los Guerreros Demonio. Antes de que pudiera llamar a Himchan, su hermano apareció junto a él.

 

 

—¿Dónde está? —Gruñó.

—No sé dónde lo tienen —dijo Himchan, con el ceño fruncido. —Pero sé dónde está. Acabo de recibir una llamada de Eun Woo.

—¿Quién? —Su ira se elevó más y más. —¿Es él el que tomó a mí... al enfermero conejito?

Todavía no iba a admitirle a Himchan, que Ung Jae era su compañero. En verdad, temía que si decía esas palabras a otro ser viviente, más enemigos saldrían de la nada.

Al igual que la teoría de soplar fuera del agua3. Alguien ya tiene a tu pareja.

—Sólo dime dónde está —, dijo, apretando los dientes. Tenía que calmarse. Si se dejaba llevar por la ira, podría matar inadvertidamente a toda esta ciudad.

Él era muchas cosas –muchas de ellas no eran agradables –pero nunca había hecho daño a un inocente y no era comenzaría ahora.

—Aún mejor —dijo Himchan. —Te lo muestro.

 

 

 

 

—Así que —, Ung Jae dijo sentándose en el sofá, tocando sus rodillas con los dedos. —¿Alguien va a decirnos por qué estamos aquí?

Durante la última hora, el hombre detrás del mostrador había hecho numerosas llamadas, mientras Baekhyun y él se sentaron en un sofá de cuero, sin hacer nada. No los habían maltratado. De hecho, el hombre en el teléfono había hecho todo lo posible para no mirarlos. No entendía lo que estaba pasando. Wheesung había dicho que tenía enemigos que intentarían hacerle daño o usarlo como moneda de cambio. Dado que el hombre del teléfono no los tocó, estaba adivinando que sería moneda de cambio, en este caso.

—¿Puedo irme ahora? —Baekhyun se quejó.

El Hombre del Teléfono le dio una mirada, pero continúo hablando por teléfono. —Que grosero —Baekhyun resopló.

—¿Puedes seguir ignorándonos, mientras llevamos nuestros traseros fuera?

—Se puso de pie, pero el guardia junto a la puerta, dio un rápido movimiento de su cabeza.

 

Baekhyun volvió a sentarse. —Estoy aburrido. Aburrido, aburrido, aburrido.

—Creo que preferiría que ese tipo nos siga ignorando, hasta que podamos encontrar una manera de salir de esto.

—Tiene un aspecto aterrador—Baekhyun susurró. —No saliste con él y trataste de doblar su brazo, ¿verdad?

—Te dije que ese no era yo —discutió. —No sé lo que le pasó a Chip.

—Chuck.

—Lo que sea —refunfuño en el sofá. Había escaneado la habitación dos veces y todavía no podía encontrar una salida. Por otra parte, miro a través de las ventanas a las calles abandonadas, no estaba demasiado seguro de que quería ir por ahí.

Sabía que estaban en el Reino de los Demonios. Él sólo no sabía en qué parte. Si no estuviesen en Ciudad Serenity, su mejor apuesta era permanecer allí hasta que alguien se diera cuenta de dónde estaban. Deslizó su mano sobre el sofá de cuero y se dio cuenta, de que estaba tan aburrido como Baekhyun.

Estaba acostumbrado a moverse, hacer cosas, no a estar sentado en su trasero, mientras lo mantenían prisionero. No estaba siquiera seguro de cuánto tiempo había estado sentado allí. No había atardecer en el Reino de los Demonios, nada que indicar el paso del tiempo, excepto el reloj en su teléfono y el hombre del teléfono le había quitado todo.

—¿Podemos tener algo de comer? —Preguntó Baekhyun, rompiendo el silencio.

—No tuve la oportunidad de comer en el restaurante.

El hombre del teléfono finalmente se volvió hacia ellos. Dejó su teléfono y miró a Baekhyun. —¿Y crees que me importa? —Su tono era sarcasmo puro.

No creía en el uso de los puños para resolver los problemas, pero definitivamente, quería golpear la boca del chico.

—¿Por casualidad no habrá una tienda de sándwiches por aquí, cierto? — Preguntó Baekhyun, aparentemente imperturbable por la mirada amenazante del hombre del teléfono. —Pero me tomaré un té, o incluso agua, en lugar de refresco. Mi estómago se siente un poco burbujeante.

—Te conseguiré algo de inmediato —, el hombre del teléfono se levantó y salió de la habitación, dejando sus guardias detrás de él.

—Sabes que no te traerá un sándwich, ¿verdad? —Se puso de pie y buscó la salida, con la esperanza de encontrar una palanca que tirar o una escalera oculta detrás de una de las paredes. —E incluso si él te trajera algo de comida, no estoy seguro de que debas comerla.

Baekhyun resopló, mientras se levantaba. —Sé que no debo tomar dulces de extraños. O un sándwich en este caso.

Si solamente tuviera su teléfono.

Baekhyun fue a la ventana y tiró de la palanca, pero no se movió. —¿Cuánto tiempo crees que tendrás, si rompo esta ventana?

Miró a través del cristal, a la calle de abajo. —Incluso si logramos saltar antes de que alguien entre en la habitación, nos romperíamos algo al golpear el suelo. Por ejemplo, nuestros cuellos.

—Bueno, podemos sentarnos de nuevo —dijo Baekhyun.

Escuchó la preocupación en la voz del hombre. También estaba preocupado.

Aunque el hombre del teléfono no les había hecho nada, eso podría cambiar en un instante. No quería quedarse para averiguar por qué habían sido secuestrados.  

—Quiero a Chanyeol —, Baekhyun dijo, al caer en el sofá de cuero.

Él quería a Wheesung. Por mucho que cuestionó estar con él, tanto como tenía miedo de la vida del hombre, el cuerpo le dolía por tener a su compañero. Recordó la primera conversación que tuvieron. Wheesung había admitido que asustaba a la gente quisiera o no. Sentía tristeza por él.

La puerta se abrió y el Hombre del Teléfono volvió, portando un bastón. Llevaba un profundo ceño fruncido, mientras se dirigía a la ventana y miraba afuera.

—Parece que el espectáculo está a punto de comenzar.

—¿Que espectáculo?—Preguntó Baekhyun. —¿Puedo tener un poco de palomitas?

Hubiera ido a la ventana para ver por sí mismo, sino significara acercarse al demonio. Preferiría mantener la mayor distancia posible entre ellos. El demonio volvió la cabeza, una sonrisa maliciosa en su rostro.

—Él debe atender a mis demandas, o van a sufrir. Dio un paso atrás. —¿De qué estás hablando?

El hombre agitó una mano para abarcar la habitación. —Este edificio está protegido por antiguos hechizos. Nadie puede entrar. No podrá ser capaz de llegar a ti. Wheesung debe inclinarse a lo que yo quiero, o dejare que mire cómo te desgarro en esta ventana.

—¡Usted no lo tocara! —Baekhyun saltó del sofá y se colocó delante de él. Llamaron a la puerta. Tragó, cuando un gran sabueso entró.

—Wheesung está fuera, Sr. Inati. Exige que regrese a Ung Jae y Baekhyun.

¡Wheesung estaba allí! Si Baekhyun y él, de alguna manera pudieran salir a la calle, se salvarían. Su corazón golpeó. Quería ver a su compañero, y oír al hombre diciéndole que era el hombre más protegido en el universo. Esto puede que no ser cierto debido a las circunstancias en las que Baekhyun y él se encontraban, pero la promesa lo hizo sentir especial, como si Wheesung realmente se preocupara por él.

—Es tiempo para las negociaciones. —El señor Inati salió de la habitación. Corrió hacia la ventana. Wheesung y Himchan estaban de pie en la calle de abajo.

—Esto está a punto de ponerse muy feo.               

 

Inati no estaba impresionado, cuando bajó por las escaleras. A partir de los rumores, pensó que Wheesung sería tan alto como los edificios, pero aunque era alto y robusto, solo era un hombre común.

Aún así, Wheesung era un ser muy poderoso. Y él quería el poder.

Se puso de pie, junto a la puerta. Mientras no pusiera un pie fuera, el hechizo oscuro lo mantendría a salvo. En cuanto a sus hombres, había enviado más de una docena de hombres al exterior para proteger la entrada. Estos demonios, perros infernales y shifter eran carne de cañón, fácil de reemplazar.

—¿Estás listo para las negociaciones? —Golpeo su bastón en el suelo. —¿O debo traer al conejo en trozos?

—Caerás donde estas parado—dijo Wheesung apenas controlando su ira, mientras se acercaba, —y luego caminare por encima de tu frio cadáver, para llegar a Ung Jae. Pruébame y fallarás.

 

Sonrió. —No tienes la ventaja aquí, Wheesung. Yo la tengo.

Wheesung cerró los puños a los costados. El edificio tembló, y algunas ventanas volaron hacia adentro. El suelo retumbó, cuando Wheesung estrecho los ojos.

—Aparta. Tus manos. De él.

—Negociemos primero —le recordó.

Wheesung se transformó. Su piel era de color púrpura-azulada. Garras largas y negras se deslizaron, así como largos colmillos letales. Alas de cuero se salieron disparadas hacia el exterior. El blanco de sus ojos, estaba lleno de venas rojas.

No estaba muy asustado, pero la vista de la criatura de Wheesung le preocupaba.

—Descubriremos cuanto dolor puedes tolerar —Wheesung se adelantó. A medida que avanzaba, el suelo se agrietaba y sobresalía, como si un animal estuviera tratando de escapar del subsuelo. Pero esas no eran criaturas saliendo de sus madrigueras. Abrió la boca cuando cadáveres se abrieron paso hacia la libertad. Se tambalearon en sus pies, luego se detuvieron, como si estuviera esperando la orden de Wheesung.

Una espesa niebla comenzó a envolver las calles. El viento se levantó, basura  y escombros se arremolinaba como mini tornados en todo el edificio.

Ordenó salir a más hombres. Cuando no lo hicieron, utilizó la tortura mental para obligarlos a salir a través de la puerta.

—¡Luchen para mí, maldita sea!

A medida que Wheesung avanzaba, también lo hizo su ejército de muertos. Su largo pelo negro sopló detrás de él y sus alas de cuero se arqueaban, como si estuvieran listas para la batalla.

Y luego Himchan cambió casi a la misma criatura, avanzando hacia adelante, con Wheesung. Había cometido un grave error, al desafiar a Wheesung, pero no daría marcha atrás ahora. Vio el poder de Wheesung, y él lo quería.

El edificio tembló de nuevo. Más cristal se hizo añicos, y las grietas corrían a lo largo de las paredes y techos. Hasta ahora, el hechizo se había mantenido, pero no estaba seguro de cuánto más estrés el edificio podría soportar. Oyó golpes detrás suyo y se volvió a ver a sus cautivos corriendo por las escaleras.

—¡Wheesung! —Ung Jae gritó pasándolo.

 

 

Wheesung echó la cabeza hacia atrás y lanzó un aullido ensordecedor. Le dio un golpe a Ung Jae, deteniendo su escape. El pequeño amigo humano de Ung Jae fue empujado por él, contra la pared con tal fuerza, que quedó inconsciente.

El edificio retumbó. Yeso cayó en trozos grandes, y las paredes gemían y crujían. Sus hombres hicieron frente a los ejércitos de muertos, pero muchos de ellos cayeron rápidamente. No podían competir con los cadáveres. Wheesung se detuvo a unos pies de distancia de él. El poder que emanaba lo agarró y lo apretó con fuerza. Nunca antes había sentido algo así. Wheesung empezó a mover sus manos alrededor, en un patrón circular y él sintió el debilitamiento del hechizo.

—Todo lo que quiero…

—No me importa lo que quieras —, dijo Wheesung en un tono bajo y letal.

Miró más allá de Wheesung. Vio a Himchan. ¿Era el hombre...? Mierda, era él. El Líder Demonio se acercó y tocó a los hombres caídos. Los demonios y los shifter se levantaron, se volvieron y lucharon junto a los cadáveres. Comenzó a correr al piso de arriba, pero cuando se dio la vuelta, Ung Jae estaba de pie, justo detrás de él.

—Jodiste con el conejo equivocado —Ung Jae ayudó a su amigo a ponerse de pie, luego lo empujo, haciéndole tropezar hacia atrás.

Ahora estaba afuera.

Ung Jae y su amigo lo pasaron corriendo, y Ung Jae cayó en los brazos de Wheesung. Este le dio un beso en la cabeza, antes de empujar suavemente el hombre a un lado.

Entonces Wheesung se volvió hacía él.

Sintió como si sus entrañas estaban hirviendo. Gritó, mientras se dejaba caer de rodillas. Sus huesos se quebraron y su piel cayó, luego Wheesung chasqueó los dedos.

Inati explotó.

 

Continuara...


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