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119. El Precio de Wheesung (09) por dayanstyle

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Notas del capitulo:

Les recuerdo que en mundo animal, tambien se presentan enfermedades comunes en los humanos como el resfriado, tumores, cancer e incluso la diabetes....

 

Ung Jae se despertó para encontrar a Wheesung de pie junto a la ventana. Se le estaba formando un nudo en la garganta, junto con las lágrimas. —¿Por qué?

Wheesung se volvió y lo miró. Su sonrisa era suave y triste. —¿Por qué Qué?

—¿Por qué me está pasando esto? —Empujó la sabana a un lado. Estaba en una habitación de hospital, pero no recordaba cómo había llegado hasta allí. Trató de incorporarse, pero su cuerpo no cooperaba. Sus extremidades se sacudieron y sus piernas no querían ir a un lado de la cama, como si no quisieran hacerlo. —Soy un shifter. Esto no debería estar pasándome.

Wheesung se sentó a su lado. —Es muy raro, pero he visto que no humanos sufren enfermedades humanas. La razón todavía se me escapa.

Había algo que Wheesung no quería decirle. Lo sentía en sus entrañas y vio la culpa en el rostro de su compañero. —¿Qué? ¿Qué es?

Wheesung lo convenció para tumbarse y luego lo cubrió con la sábana.

—Debes   descansar,  mi   pequeño   conejito.  El   médico  vendrá  con  los  resultados de las pruebas, muy pronto.

—¿Él ya tomó las pruebas? —Trató de refrescar su memoria, de recordar cualquier cosa más allá luego de susurrar el nombre de Wheesung en la clínica, pero nada vino a su mente.

Wheesung le pasó la mano por el cabello, una suave y triste sonrisa apareciendo cuando sus ojos se llenaron de lágrimas. —Caíste enfermo otra vez. El Dr. Jaejoong me pidió traerte aquí, ya que era la forma más rápida. El Dr. Baro ya ha ejecutado sus pruebas.

Se acurruco bajo su manta, envolviendo sus brazos alrededor de su estómago.

—¿Wheesung?

—¿Sí?

Luchó por no llorar, combatiendo el miedo abrumador que tomaba el control.

—No quiero morir.

Perdió la batalla y se puso a llorar. Wheesung lo sacó de la cama y lo acuno en sus fuertes brazos. Cuando grito, Wheesung lo meció, frotando su espalda en círculos calmantes.

 

Wheesung se aclaró la garganta, un par de veces. Cuando habló, su voz estaba llena de emoción. —Yo... Te amo, Ung Jae.

La confesión sólo hizo que llorar más fuerte. Colgó sus brazos alrededor del cuello de Wheesung y sostuvo a su compañero más fuerte. —Yo también te amo.

—Me gustaría poder salvarte, Ung Jae. —Wheesung dijo suavemente. —Pero todo lo que sé es sobre la muerte. No sé nada sobre sanar.

La ira se había encendido en la voz de Wheesung. Él negó con la cabeza. Se echó hacia atrás, ahuecándole la mandíbula. —No. No quiero tu enojo en este momento. Sólo quiero pasar tiempo contigo. Planeé un picnic para nosotros, antes de que esto ocurriera.

—¿Un picnic?

Sonrió, a pesar de su estado de ánimo actual. —Sí. Al otro lado de la calle del restaurante. ¿Sabes dónde está el gazebo?

Wheesung asintió.

—Hoy quería que fuera un día perfecto. Quería poner una manta para nosotros y conseguir algo de comida de la cafetería. Quería hablar, reír y pasar el resto de la noche juntos.

—Todavía podemos hacer eso.

—¿Cómo? —No creía poder pararse, y mucho menos ir a un picnic.

Se quedó sin aliento, cuando la habitación a su alrededor desapareció. Todavía estaba sentado al lado de Wheesung, pero estaban en una manta gruesa, brillante. Cuando miró a su alrededor, vio que estaban junto al gazebo. Había incluso comida ante ellos.

—Todo lo que quieras, Ung Jae. Cualquier cosa. Es tuya. —Wheesung le dio un beso suave. Él inclinó la cabeza hacia atrás y absorbió el sol. Se sentía cálido y maravilloso en su cara, y fue incluso mejor, porque estaba en los brazos de Wheesung.

—¿Tienes una casa?

—No—Wheesung negó con la cabeza. —Cosecho a las almas de la tierra. No descanso. Mi trabajo es interminable.

—¿Así que nunca has tenido un lugar donde vivir? —Suspiro. —Debemos comprar una casa, con un bonito jardín y muchos árboles. Podríamos sentarte en el jardín por la mañana, mientras ves la salida del sol. Podría decorarlo, porque sin ofender, pero no pareces del tipo que sabe de decoración.

Wheesung se rió entre dientes. Fue la primera vez que lo había oído reír, y en el fondo, la risa hizo que su corazón saltara de alegría. —Y estarías en lo cierto.

—Lo imaginaba. —No quería pasar su tiempo juntos, empapado de dolor. Quería oír a Wheesung reír de nuevo. El sonido hacía que su alma se sintiera más ligera. —Si te dejo a decorar, podríamos terminar con una motocicleta en nuestra sala de estar y llantas colgando en las paredes, junto con placas enmarcadas de varios estados.

—Mi gusto no es tan malo—Wheesung recogió una uva y lo alimento.

—Todo lo que he visto alguna vez es tu chaqueta de cuero, pantalones vaqueros y botas de motociclista. —Le señalo.

Antes de que pudiera parpadear, Wheesung llevaba un traje suave, de aspecto caro. Tela negra, camisa blanca, corbata burdeos. Su largo cabello recogido en una cola de caballo, y vaya si no parecía comestible.

—¿Qué tal esto?

—Creo que me vine, en toda mi bata. —Pasó las manos por el material del traje. Era tan suave como la mantequilla, sedoso, y quería que Wheesung lo cogiera  allí mismo, en la brillante manta.

Guio la mano de Wheesung bajo su bata hospitalaria. Wheesung gruñó y le apretó la erección, pero retiró su mano. —No hasta que estés mejor.

—Es por mi bata, ¿no es así? Los azules llamativos no van con mis ojos color avellana.

Wheesung se rió de nuevo. Lo abrazó fuertemente. —Tú eres un soplo de aire fresco, mi pequeño conejito.

Ung Jae se acercó para liberar la banda de goma del cabello de Wheesung, pero su brazo cayó inerte y comenzó a temblar.

 

Cuando Ung Jae cerró los ojos, Wheesung sabía que su compañero se había quedado dormido. La puerta de la habitación de Ung Jae se abrió, y el Dr. Baro se quedó allí, con el ceño fruncido. —Todavía estamos en el hospital, ¿cierto?

La ilusión se evaporó. Bajo a Ung Jae y lo cubrió con la sábana.

—Sí lo estamos.

Hubiera llevado a Ung Jae al gazebo y no simplemente a una ilusión creada, pero temía sacarlo de su habitación.

—Los resultados están listos.

Se quedó allí y escuchó el doctor cuando le explicó las cosas. El tumor estaba creciendo a un ritmo acelerado, pero ya lo sabía. Podía ver la oscuridad en el interior de la cabeza de Ung Jae, privándolo de su vida.

—Lo siento, Wheesung. Yo le daría a Ung Jae una semana como máximo.

 

Wheesung se quedó en la casa vacía, blanca con persianas verdes. El lugar estaba a la venta, el patio ahogado por la maleza, la casa en mal estado. Era perfecta para Ung Jae. Si tan sólo pudiera cultivar un jardín para su compañero. De repente, la hierba cambio a un verde saludable, y las flores comenzaron a brotar en una variedad de vibrantes colores, a lo largo del frente de la casa.

Gruñó. —No necesito de tu ayuda, Himchan. Mi compañero está muriendo ¿y todo lo que puedes darme son trucos de salón?

Wheesung chasqueó los dedos y él estaba de nuevo en el hospital. Cuando apareció en la habitación de Ung Jae, vio a Byun Baekhyun  sentado al lado de la cama, las lágrimas fluían libremente, mientras sostenía la mano de Ung Jae. Su compañero estaba todavía dormido.

—¡Haz algo!—Baekhyun dijo, cuando lo vio. —¡No puedes simplemente dejarlo morir!

Si supiera cómo salvar a su compañero, ya lo habría hecho.

—Soy la Muerte, Baekhyun. No tengo el poder de curar.

 

Esas palabras lo destrozaron. Nunca en su vida se había sentido tan impotente. No podía hacer esto. No podía ver como Ung Jae se marchitaba, llevándose con él su sonrisa, la risa, y la razón de que su corazón palpitara. Desapareció de la habitación y apareció fuera del edificio de Himchan. Estaba a punto de hacer algo que nunca había hecho antes. Estaba a punto de pedirle Himchan salvar a Ung Jae.

Himchan estaba a su lado en un instante. Levantó la mano cuando él abrió la boca. —Ya he hablado con mis compañeros.

—¿Qué es lo que quieres decir exactamente? ¿Vas a ayudarme?

—Lo haremos juntos —, dijo Himchan. —Si vamos a ser aspirados por el vacío, por lo menos, podemos defender nuestro caso.

Lo que su hermano estaba dispuesto a sacrificar, no le pasó desapercibido. En verdad, no habría culpado a Himchan si lo abandonara. Después de todo, había intentado matarlo más de una vez, había puesto en peligro a sus compañeros, y había sido un idiota –en todo alrededor de Himchan

—¿Por qué me ayudas?            

—Incluso la Muerte, debe tener un pedacito de felicidad. —Himchan parecía estar sumido en sus pensamientos. —Tenemos que ir, antes de que cambie de opinión.

—Tus compañeros.

Himchan negó con la cabeza. —No quiero hablar de ellos, ni pensar en ellos en este momento. Si lo hago, me alejare de esto.

Ambos destellaron en la habitación de Ung Jae. Baekhyun se levantó de su silla, con los ojos muy abiertos. —¿Esto quiere decir que el vivirá?

Himchan se acercó a la cama. —¿Hueles eso?

Era la enfermedad dentro de Ung Jae. La había olido cuando apareció momentos antes. —Es el olor de la muerte.

—¿Qué olor? —Baekhyun miró hacia abajo en Ung Jae, luego de nuevo a él.

—No huelo nada, los hospitales siempre tienen olores extraños.

Himchan comenzó a colocar su mano sobre el pecho de Ung Jae, pero él lo agarró. Miró a su hermano a sus ojos color whisky-marrón. —Yo sólo...

—En primer lugar, nunca hemos sido enemigos —, dijo Himchan. —Me gustaría haber arreglado todo hace eones.

Eso no era lo que había estado a punto de decir. Pero dado que Himchan estaba a punto de sacrificarse para salvar a Ung Jae, él podría extender una rama de olivo. —Sólo quería darte las gracias por esto.

Con un movimiento de cabeza, Himchan tiró de su brazo. Revoloteo su mano sobre el pecho de Ung Jae. Esperó ver la luz azul, luminiscente.

Nada.

—No lo entiendo —, Himchan frunció el ceño. —¿Por qué no funciona?

Su corazón se hundió, cuando sintió al alma de Ung Jae llamando por él. El médico le había dicho una semana, sin embargo, sentía la atracción de cosechar el alma de su compañero.

Otra segadora se dirigió a la habitación. Sus ojos se abrieron, cuando lo vio. Inmediatamente se arrodilló, inclinando la cabeza. —No me di cuenta de que ya estaba aquí, Maestro.

Él gruñó. —Sólo tienes que irte y advierte a los demás, que no toquen a éste.      

Hyo Min se levantó y salió de la habitación.

Podría forzar al alma de Ung Jae a permanecer dentro, pero era el castigo más cruel que se podía imaginar. Ung Jae podría mantenerse con vida, pero su cuerpo seguiría pudriéndose. Él, literalmente, se convertiría en un cadáver andante. No deseaba ese destino, ni a su peor enemigo.

—Nada —, dijo Himchan, con frustración.

Sintió una onda en el aire, segundos antes de que apareciera un demonio. Miró a Ung Jae, luego a él. Una sonrisa malévola salió a la superficie. Echó la cabeza hacia atrás y se rió. El sonido era tan profundo, que sonaba como un eco sin fondo.

No tenía idea de quién era el demonio.

Himchan y él, se abrazaron simultáneamente. Sus poderes combinados hicieron temblar los cimientos del hospital. Grietas corrían por las paredes, las alarmas sonaron, y el cielo se volvió de soleado a oscuro. El demonio gruñó. Este avanzó hacia él, con sus garras preparadas. Himchan soltó una luz azul, así como él una roja, golpeando al demonio en el pecho.

Los ojos de la criatura se agrandaron, mientras permanecía allí parpadeando, desapareciendo y apareciendo tan rápidamente que parecía que él era quien parpadeaba rápidamente mientras lo miraba.

—¿Qué paletas está sucediendo? —Preguntó Baekhyun.

Se había olvidado por completo del ser humano. Chasqueó los dedos y envío a Baekhyun a casa.

Sus poderes estaban aumentando, pero fue incapaz de alejarse. La roja, luz crepitante siguió disparándose desde sus palmas.

—No puedo romper la conexión —, le gritó a su hermano.

—Yo tampoco —, Himchan gritó de vuelta.

Granizo del tamaño de pelotas de tenis, llovió fuera de la ventana. Relámpagos se saltaban en cada superficie que podía ver. El viento aullaba fuera de las ventanas, que comenzaron a agrietarse.

El demonio aulló, cuando su piel comenzó a despegarse, piezas de su cuerpo comenzaron a separarse. La tierra se estremeció y los muertos comenzaron a subir. Sintió sus poderes crecer. Pronto, el tejido del tiempo se desgarraría y el  mundo que conocían iba a terminar.

Su corazón martillaba, mientras miraba a Ung Jae. Su compañero estaba todavía dormido –o inconsciente y su cuerpo comenzó a levitar sobre su cama.

Esto era muy malo.

—Tengo una idea —, Himchan le gritó. El ruido en la habitación era ensordecedor. El aullido del viento. Las grietas en el hospital, los gritos de las sirenas, y el aullido de las alarmas de automóviles.

—¿Qué? —Le gritó.

—Gira hacia mí.

 

 Concentrando sus esfuerzos, obligó a su cuerpo a girar hacia Himchan. Una vez que estuvieron frente al otro, sus flujos azul y rojo se enfrentaron.

Fue lanzado hacia atrás, pero no choco contra una pared. Siguió su camino hasta que no quedó nada.

Estaba en el vacío.

 

 

 Conitnuara...

 

 

Notas finales:

OMG

O_O

dejen rw


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