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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

Narra Emil

-¿Qué ves Daniel?-me incliné hacia el frente y me aseguré de sujetar su mano con fuerza

-Paredes…-sus cejas se fruncieron-Blancas-murmuró y sus ojos empezaron a realizar movimientos bajo sus párpados. Esos movimientos se me figuraron al estado REM del sueño y me sorprendí aún más, del nivel de sugestión que Daniel podía alcanzar con tan solo algunas respiraciones profundas y unas cuantas indicaciones

-¿Qué estás haciendo?-

-Solo… estoy acostando-

-¿En dónde estás acostado?-

-Una cama-hizo una mueca-Es incómoda-aseguró

-¿Por qué crees que estás acostado en esa cama incómoda?-

-No lo sé… solo desperté y…-hizo una pausa-Me duelen los ojos-murmuró y apretó sus párpados con fuerza.

Después, empezaron a manifestarse más problemas físicos.

Daniel tomó mi mano con fuerza. Su frente empezó a brillar por el sudor y su respiración fue agitándose progresivamente

-¿Daniel? Recuerda que estoy contigo-dije-Dime ¿Qué estás viendo?-se removió incómodo sobre el sofá y empezó a retorcerse levemente mientras su frente se llenaba de más sudor.

Sus labios se agrietaron al mismo tiempo en que empezaba a respirar por la boca.

¿Era momento de que lo regresara a su lugar seguro?

Observé con detenimiento cada uno de sus movimientos.

No se veía asustado.

Tampoco se veía alterado.

Entonces ¿Por qué estaba teniendo esas reacciones fisiológicas?

¿A caso había recordado algo muy importante?

-Háblame Daniel-le di otro apretón a su mano y continuó retorciéndose, pero a los pocos segundos se detuvo, quedando solo con su respiración agitada

-Me siento mal-respondió con un hilo de voz en medio de un lamento

-¿Por qué? ¿Qué sucede?-negó levemente

-Las piernas me duelen-por poco y no entendía su balbuceo.

Observé sus piernas y me encontré con sus pantorrillas adheridas a la parte baja del sofá. Parecía que Daniel tenía una posición cerrada; quería adherirse al sofá por alguna situación de miedo o inseguridad que podría estar presenciando en sus recuerdos.

¿Daniel estaba recordando algún momento cuando lo torturaron?

-Soy un inútil…-murmuró-Un inútil-los movimientos de su cabeza, que iban de un lado a otro, continuaron al igual que esas palabras-Un inútil…-mordió su labio inferior al intentar reprimir un sollozo que, como no encontró salida en su boca, se dirigió hacia sus ojos y, ese sollozo, se transformó en lágrimas silenciosas que empezaron a brotar por el extremo de cada ojo.

Las lágrimas se deslizaron de manera abundante por sus mejillas

-No eres un inútil Daniel-le aseguré-No lo eres-reafirmé.

Las lágrimas continuaron brotándole y sopesé la idea de detener ese viaje al pasado.

Daniel se veía demasiado agitado

-¡Alto!-intentó gritar, pero ese grito salió reprimido-¡Alto!-sus retorcijones continuaron

-Tranquilo, Daniel-la mano que le sostenía, empezó a llenarse de espasmos y ligeras convulsiones. Sentí sus uñas enterrándose en mi piel.

Daniel estaba reprimiendo varias emociones, pero… ¿Por qué no podía expresarse?

Di otro vistazo a toda la posición que su cuerpo tenía y, a simple vista, me dio la impresión de que Daniel continuaba adherido al sofá. Esa represión podía significar miedo hacia algo que estaba sintiendo o hacia alguien que estaba viendo.

Pero no lo comprendía. No estaba comprendiendo los recuerdos de Daniel

-Suel…-se quejó-Suéltame-sentí un pequeño jaloneo en su mano. Al parecer, quería liberarse…

Lo observé con más detalle.

Y entonces, pensé en algo.

¿Podría ser?

¿Podría ser posible?

De nuevo estudié su posición y mi impresión fue más clara.

Daniel intentaba liberarse de algo que lo apresaba de las manos y de las piernas. Todo su cuerpo estaba tenso porque, tal vez, su posición era incómoda o…

En su recuerdo ¿Lo tenían atado?

¿O eran sus recuerdos los que lo tenían atado?

Tomé una decisión.

Esa era la oportunidad perfecta para profundizar en la sugestión y hacer cambiar la manera en que Daniel se sentía, lo que estaba pensando, sus acciones y la percepción general del lugar en donde su mente se encontraba

-Daniel, respira-era momento de hacerlo sentir seguro en sus recuerdos-Tus manos no están atadas y no estás solo. Yo estoy contigo-

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Narra Daniel

-Respira-escuché la voz de Emil como si de un eco se tratara-Respira-las palabras en eco se repitieron y, en ese momento, el aire entró abruptamente por mis fosas nasales. Un escalofrío me recorrió desde la punta de los dedos de mis pies hasta mis ojos que, por la fuerte corriente que se movía en mi interior, se abrieron con brusquedad.

Lo primero que vi fue el techo metálico del laboratorio.

Y mi cuerpo lo sentí pesado. Ni siquiera conseguí levantar un solo dedo y, además, me sentí muy agotado. Solo quería quedarme dormido

-¿Por qué no te levantas, Daniel?-de nuevo, escuché la voz de Emil

-No puedo-respondí sin dejar de ver hacia el techo.

Recordaba ese momento.

Estaba atado a una mesa del laboratorio porque me sentía mal. Me sentía muy mal

-Inténtalo-suspiré

-No voy a poder-

-Inténtalo, Daniel-exhalé con fastidio y, aun sabiendo que mis brazos no iban a elevarse, lo intenté

-No pue…-vi mis brazos elevados. Mis muñecas tampoco estaban atadas a nada.

Giré de un lado a otro mis manos y me sorprendí.

¿Qué había pasado?

-¿Lo conseguiste?-la voz de Emil me pareció escucharla más cerca de mí. Ya no era un eco.

Aún sin creer lo que había sucedido y sin dejar de ver mis manos, me enderecé por completo.

Vi a Emil, de pie y a un lado de mí. Justo como la otra vez que había estado conmigo cuando me capturaron

-¿Cómo?-pregunté-Estaba atado-

-Sí, lo estabas. Pero ya no-extendió una mano hacia mí-Ven, baja de ahí-tomé su mano y, sin ninguna dificultad o dolor de por medio, bajé de la mesa con un salto.

Me observé a mí mismo y me di cuenta de que estaba vistiendo una sudadera roja y un pantalón deportivo negro. También llevaba puestos unos tenis blancos.

¿Por qué no tenía la ropa del laboratorio si yo estaba en el laboratorio?

-¿Estoy soñando?-

-No-con mi mano entre la de Emil, empezamos a caminar rumbo a lo que suponía era la salida

-¿Entonces?-me detuve y giré para dar otro vistazo a lo que nos rodeaba.

Recordaba el lugar, pero…

-No te preocupes. Tú estás a salvo y tu mente solo está recordando-asentí

-¿Esto es lo que no recordaba?-

-Así es-

Era extraño y se sentía aún más extraño.

Recordaba el lugar, pero me parecía diferente.

-Estoy aquí para que te sientas seguro-dijo-Ven, guíame por el lugar-reanudamos el camino rumbo a la salida y justo cuando ambos salimos hacia un pasillo con paredes, techo y piso blancos, varias alarmas empezaron a sonar-¿Qué sucede?-

-Saben que estamos aquí-dije y sentí un apretón por parte de Emil a mi mano

-No lo saben-

-Sí, si lo saben-fue un impulso. Algo más que un impulso lo que me hizo empezar a correr por los pasillos del laboratorio-Tenemos que escapar-

-¿De qué?-

-De los guardias-corríamos, pero el pasillo no llegaba a su final

-¿Cuáles guardias?-

-Los que…-y sin dejar de correr, di un vistazo hacia atrás y me encontré con los pasillos vacíos.

Nadie venía atrás de nosotros.

Nadie venía por mí.

Poco a poco fui deteniéndome

-¿En dónde están?-las alarmas continuaron sonando. Eran tan potentes que las sentía retumbar dentro de mi cabeza, pero no había ningún movimiento. Observé todo lo que me rodeaba, pero no encontré a ninguna persona.

En medio de ese blanco pasillo solo estábamos Emil y yo.

¿Por qué?

-¿Por qué te estarían persiguiendo?-Emil retomó nuestro camino

-Porque intentaba escapar-lo recordaba. Recordaba ese momento, pero ahora parecía ser diferente-En cada intento los guardias corrían detrás de mí mientras las alarmas sonaban ¿Por qué ahora es diferente?-

No lo entendía

-Es diferente porque ya no estás escapando-escuché las palabras de Emil y fue algo revelador para mí. Volteé a verlo-Ya no estás en peligro, Daniel-él también volteó a verme. Con lentitud, asentí.

Correcto.

Ya no existía razón por la que debía estar corriendo o escapando. Estaba en terapia y la terapia era la que me estaba haciendo recordar lo que había pasado, pero yo ya no estaba en peligro.

Era un hecho.

Observé hacia el techo de los pasillos y, de reojo, me percaté de un movimiento a la distancia. Dirigí mi mirada hacia el final del pasillo y vi a varias personas borrosas corriendo hacia donde me encontraba. Conforme esas personas se acercaban, pude distinguirme a mí mismo.

Era mi yo del pasado el que estaba corriendo hacia mi yo del presente.

Y atrás de mi yo del pasado venían los guardias intentando atraparlo.

Atraparme.

Atraparnos.

Cuando nuestra distancia fue mínima, me hice a un lado para dejarlos pasar, pero justo cuando mi yo del pasado corría en frente de mí, el tiempo en el recuerdo, se detuvo. Mi imagen y la de los guardias se quedó congelada.

No lo pensé dos veces para acercarme y evaluarme a mí mismo.

Estaba en un estado deplorable. Me veía cansado y muy desesperado.

Mis ojos empezaron a inundarse por las lágrimas al verme a mí mismo de esa manera. Porque, además de que recordaba cómo me había sentido en esos instantes, comprendía mi desesperación por querer escapar.

Tenía miedo y solo pensaba en ser libre.

Antes, en el antiguo laboratorio no lo había pensado bien, pero en realidad sí quería escapar de ese lugar; era tal y como Emil me lo había dicho. Yo sí quería ser libre, pero nunca hice algo para conseguir mi libertad porque desde un principio, cuando la idea apenas empezaba a crearse, me auto saboteaba.

Y después, en el nuevo laboratorio, empezaron mis intentos que solo se transformaron en fracasos.

Tuve el impulso de tomar el rostro de mi yo del pasado entre mis manos y así lo hice. Las manos me temblaron y mis lágrimas empezaron a desbordarse porque el tacto fue frío.

Recordé la sensación de querer escapar, de querer ser libre; y sabiendo que por fin tenía otra pequeña probada de la libertad, me hacía tener muchas ganas de decirle a mi yo del pasado que todo iba a estar bien. Que no había de qué preocuparse.

Que no había porqué perder la esperanza y que continuara intentando escapar; aun sintiendo que el cuerpo me iba a estallar por el dolor que tenía cada que me golpeaban para hacerme desistir de mis intentos.

Observé los detalles de mi rostro y con mi dedo índice, delineé mis ojeras y después lo hice con cada uno de mis rasgos.

Cuando finalicé mi autoanálisis, los sonidos de mi alrededor regresaron a la vida. La alarma volvió a escucharse y, a lo lejos, escuché muchos pasos apresurados. Se escuchaba como si muchas personas estuvieran corriendo por todas partes

-¡Alerta máxima, alerta máxima!-las alarmas continuaron resonando al igual que los pasos apresurados.

Di un vistazo hacia ambos lados del pasillo y no encontré nada, pero después más voces se escucharon

-¡Corran!-poco a poco fui alejando mis manos del rostro de mi otro yo-¡Corran!-

Escuché un estruendo a mis espaldas y giré rápidamente. Vi el momento exacto en que una gran cantidad de personas derrumbaban lo que parecía ser era una puerta blanca y continuaban corriendo hacia donde me encontraba… di media vuelta y ya no me encontré con mi yo del pasado.

Entonces quise colocarme a un lado, pero mis piernas no se movieron ni un centímetro.

Se habían adherido al piso.

Intenté un par de veces moverme mientras veía cómo poco a poco esas personas se acercaban corriendo hacia mí. Mi corazón empezó a latir sin ningún control y tuve miedo de ser aplastado por toda esa cantidad de personas que parecían estar escapando de algo. Sus rostros se veían igual de agotados que el de mi yo del pasado y, además, se veían asustados.

De nuevo intenté obligar a mis piernas para que reaccionaran, pero nada sucedía mientras esas personas continuaban corriendo hacia mí.

Y cuando creí que era demasiado tarde, un gran destello de luz me obligó a cubrir mis ojos y aparté mi mirada de la escena que parecía inevitable.

No pude ver nada durante algunos segundos, pero la alarma continuó sonando y se sumaron ruidos como gritos, voces, disparos, golpes y cristales rompiéndose…

-¡Mira! ¡Eso tú también lo provocaste! ¡Mira!-poco a poco fui descubriendo mis ojos y el aire de mis pulmones salió abruptamente al ver a todas esas personas que antes estaban corriendo hacia mí y que ahora, se encontraban en el piso. No sabía si se habían desmayado o si algo les había pasado por culpa del destello o si… estaban muertos…-¡Mira!-supe que esa voz provenía de mis espaldas.

Lentamente, giré.

Me encontré con un guardia

-¡Eso tú también lo provocaste!-con su dedo índice, señaló hacia una ventana que no había visto con anterioridad. ¿Siempre había estado ahí esa ventana?-¡Mira!-insistió.

Y pese a que el guardia no se movía, ni se acercaba a mí de manera intimidante, lo obedecí. Al parecer, quería que me asomara por la ventana

-¡Tú lo provocaste!-el guardia continuó gritando a mis espaldas mientras yo daba pasos cortos para acercarme a la ventana.

Tenía curiosidad de saber lo que yo había provocado…

-Daniel-una mano se posó sobre mi hombro y de nuevo giré. Me encontré con Emil-Recuerda que cuando cierres los ojos, estarás a salvo-

-Pero… dijiste que aquí estoy a salvo-recordé sus palabras

-¡Mira!-el guardia volvió a gritar

-Hazlo, cierra los ojos-el rostro de Emil se deformó y me pareció verme a mí mismo por una décima de segundo. Fue algo rápido-Cierra los ojos-repitió y lo hice.

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Narra Emil

Daniel “despertó" con la respiración agitada y viendo hacia todos lados con clara señal de alarma y de inseguridad

-Tranquilo-coloqué una mano extendida en su pecho-Respira, respira-sentí los latidos frenéticos de su corazón y continué pidiéndole que se tranquilizara. Me levanté de la silla y tomé una botella con agua que le entregué-Dale tragos cortos-dije y él obedeció.

Poco a poco, empezó a tranquilizarse.

Había sido extraño, pero estaba seguro de que, el nivel de sugestión que Daniel había alcanzado, se salió ligeramente de mis manos.

Por más preguntas que le realicé, ninguna me la había contestado.

Al principio, Daniel se mantuvo exaltado y después se tranquilizó, pero empezó a murmurar cosas que no conseguí comprender más que solo una palabra, “ventana”. Pero no podía sacar ninguna conclusión u obtener alguna pista de lo que había recordado con solo esa palabra, así que, tocaba preguntarle directamente sobre sus recuerdos.

Cuando lo noté más tranquilo, continué

-¿Quieres contarme lo que has recordado?-Daniel, aún con la botella entre sus manos, la cual aplastaba ansiosamente, asintió y empezó a redactarme sus recuerdos.

Lo escuché con total atención.

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-¿Por qué ese guardia quería que te asomaras a la ventana?-empecé mi cuestionario con la duda más grande que tenía

-No lo sé-negó levemente mientras daba otro sorbo al agua. Lo noté tranquilo, pero ligeramente nervioso. Tal vez, se encontraba ansioso porque también quería conocer la respuesta a mi pregunta.

Dediqué unos segundos a meditar todo lo que Daniel me había platicado.

Ahora estaba seguro de que Daniel había sufrido tortura física y psicológica durante su estancia en el laboratorio, no solo fue algo exclusivo de la zona cero.

Me intrigaba el asunto final con el guardia que le exigió asomarse por una ventana. Pero que, en palabras de Daniel, “yo” lo había detenido cuando él tenía la intención de acercarse.

Ahí teníamos un recuerdo que debía desbloquearse, pero si incluso su subconsciente, que había representado mi papel en su mente, se lo había impedido…

¿Qué tipo de recuerdo sería?

¿Estaría bien en revivir ese recuerdo?

-Daniel-capté su atención. Él apartó su mirada del exterior y volteó a verme-¿Quieres continuar con éste tipo de terapia?-su boca se entreabrió-El objetivo de la sugestión es desbloquear esos recuerdos que te afectan de manera inconsciente durante tu día a día, pero juntos podemos buscar otras alternativas para conseguir tu estabilidad emocional-propuse

-¿Mis recuerdos están mal?-

-No lo sé con exactitud-acepté. En verdad no lo sabía porque algunos estudios demuestran que, cuando una persona es golpeada o sometida a muchas lesiones físicas, como en el caso de Daniel, se producen fallos en la memoria o se provoca que los recuerdos sean distorsionados. Y eso genera que la información y los recuerdos no sean fiables para que yo, como su terapeuta, los evalúe-Me preocupa el hecho de que consigues un nivel de sugestión que nunca antes había visto-fui sincero. El nivel de sugestión que Daniel alcanzaba era demasiado claro, y sus recuerdos lo absorbían física y mentalmente a un nivel impresionante-Si continuamos va a llegar un momento en que toquemos un recuerdo bastante sensible y… me gustaría saber si estás dispuesto a enfrentarlo. Si estás dispuesto a recordar-Daniel dudó-Desde un principio tuve en claro que tu mente es diferente a la de muchas otras personas y siéndote sincero, aún no sé cuál será tu reacción cuando tus recuerdos vuelvan; tengo algunas teorías que son las más comunes, pero tú, eres un caso aparte de lo común-me incliné hacia el frente-Si estás dispuesto a continuar, hagámoslo. Si aún tienes dudas o alguna inseguridad sobre lo que podamos encontrar en tu memoria, pensaremos en otra alternativa-

-Si-asintió varias veces-Quiero continuar-

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Narra Daniel

Desperté sobresaltado.

Mi respiración estaba agitada, así que empecé a realizar unas cuantas respiraciones profundas para que, en cuestión de segundos, mi aliento estuviera bajo control. Di varios vistazos a mi alrededor y, pese a que el cuarto estaba a oscuras, conseguí distinguir a Sean durmiendo a mi lado.

Parecía que su sueño era profundo por el ritmo pausado y lento con el que su pecho subía y bajaba.

No se había percatado de mi reciente exaltación por culpa de mi sueño, en el cual, estuve subiendo unas escaleras interminables y cuando se escuchó un estruendo, cada escalón que yo ya había subido, empezó a deshacerse. Antes de que los escalones en los que me encontraba también se derrumbaran, intenté subir de dos en dos y todo funcionó durante unos cuantos escalones, pero de poco en poco empecé a sentir pesadas mis piernas hasta que no conseguí avanzar más. Otro estruendo se escuchó y el escalón en donde me encontraba empezó a deshacerse.

Desperté por el vértigo que sentí al caer hacia el vacío.

Suspiré una última vez con profundidad y me calmé.

Lentamente, giré hacia Sean y acomodé un poco mi almohada para que quedáramos más cerca.

Cerré mis ojos esperando a que el sueño regresara, pero no fue algo inmediato. Pasé varios minutos intentando volver a quedarme dormido, pero me convencí de que el sueño se había disuelto por completo

-Agh-me quejé en voz baja. Al parecer no iba a recuperar mi sueño de esa noche.

Hacía mucho tiempo que no había tenido sueños como ese. En días más recientes mis sueños siempre trataban sobre cualquier cosa que veía en la televisión o de algo que había escuchado por parte de Lucy y Tom, pero no sueños en los que yo estuviera corriendo.

Los sueños en donde me encontraba subiendo escaleras sí eran más comunes. La diferencia, ésta vez, fue que los escalones se cayeron progresivamente. Y, otra diferencia, fue que yo también caí.

Me acurruqué en posición fetal viendo hacia Sean y, conforme los minutos pasaron, poco a poco fui capaz de distinguirlo en la oscuridad. Él si parecía estar durmiendo bien.

Bostecé un par de veces y cuando mi posición me cansó, giré hasta quedar boca arriba, pero entre mis movimientos cuidadosos, Sean exhaló y se removió. Me quedé inmóvil para observarlo y después, cuando todo parecía estar bien, volví a acomodarme para de nuevo intentar dormir, pero no lo conseguí.

Cuando la posición en boca arriba también me cansó, decidí levantarme de la cama para no correr con el riesgo de despertar a Sean.

A oscuras, me dirigí al baño para vaciar un poco la vejiga que empezaba a molestarme y, justo cuando salía, me pareció escuchar un ruido que provenía del primer piso. Me quedé inmóvil a mitad de camino rumbo a la cama. Aguanté mi respiración para ser capaz de escuchar mejor por si el ruido volvía a repetirse…

Y a los pocos segundos, un nuevo ruido se escuchó.

No conseguí identificar de qué se trataba, pero muchas ideas pasaron por mi cabeza.

La primera idea era que, tal vez algún animal se había metido por la ventana de la cocina o por la puerta que daba al jardín. Ese animal podía ser un ratón de campo o una lechuza. Había escuchado de Lucy que esos animales abundaban por toda la zona porque ella se había topado con algunos cuando le daba de comer a Ben durante la madrugada. Me había dicho que eran inofensivos, pero lo mejor era sacarlos para que regresaran a su hábitat sanos y a salvo.

Mi otra opción era la que más me preocupaba.

Tal vez se trataba de una persona. No de un ladrón, pero sí de alguien que trabaja en los laboratorios. Tal vez nos habían encontrado y planeaban atraparnos de noche, mientras nos encontramos durmiendo. Mientras nos encontrábamos con la guardia baja.

Esperé unos cuantos segundos hasta que el ruido volvió a repetirse.

Ahora, el ruido me pareció a unos pasos pequeños, que tenían prisa y andaban sobre el piso de madera que había en la sala.

De seguro se trataba de un animal porque una persona no cometería 3 veces el mismo error de hacer ruidos para alarmarnos.

Vi a Sean aún en el mundo de los sueños y decidí no despertarlo porque estaba seguro de que yo podía encargarme de regresar al animal a su hábitat.

Lo más silencioso que pude, abrí la puerta de la habitación y la dejé entreabierta al salir hacia el pasillo. Di un vistazo en general a lo poco que podía ver de la sala, pero no vi ningún movimiento sospechoso.

Entonces, escalón por escalón, empecé a bajar la escalera sin dejar de prestar atención a lo que me rodeaba y cuando llegué al penúltimo escalón, pasé saliva. Recorrí el lugar con la mirada y con suma atención, pero continué sin encontrar algo extraño.

Bajé el escalón que me quedaba y me acerqué a la lámpara que había a un lado del sofá más grande. La encendí y de nuevo di otro vistazo prolongado a toda la sala, pero continué sin ver a algún animal

-Humm… tal vez ya se fue-con más seguridad, caminé hacia la cocina, pero sin dejar de ver cada rincón de la sala. También encendí la luz y me percaté de que la ventana estaba cerrada. Revisé cada rincón, pero no encontré nada. Retorné a la sala para dirigirme a la puerta que daba al jardín y también la encontré cerrada. Encendí el interruptor de la lámpara que alumbraba una parte del jardín y di un vistazo hacia el exterior; pero tampoco encontré movimiento alguno. Ni siquiera una sombra-Nada…-murmuré y apagué la luz del exterior.

Suspiré profundamente con alivio.

Había pensado que sí podría encargarme de sacar al animal, pero ahora que lo pensaba, el asunto de corretearlo y atraparlo entre mis manos nunca lo había hecho, así que tal vez se me iba a complicar tal acción.

Regresé a la cocina y me serví un poco de agua en un vaso. Me la tomé en cuestión de segundos.

Apagué la luz y cuando apenas había dado unos pasos fuera de la cocina, noté movimiento a un lado.

Mi atención se dirigió a un rincón de la sala que quedaba a oscuras porque un sofá lo cubría de la luz. El rincón estaba oscuro, pero podía apreciar movimiento. Y fui capaz de escuchar como si algo se estuviera arrastrando en el piso. Era algo metálico que también se estrellaba entre sí.

Y, además, se escuchaba como si se estuviera comiendo algo viscoso.

La boca me salivó en un santiamén.

Pero no porque se me antojara el sonido, sino porque el sonido me provocaba náuseas.

Di un paso hacia el rincón y el sonido viscoso se detuvo. Intenté encontrar alguna forma a lo que se escondía en la oscuridad, pero nada me venía a la cabeza

-¿Hola?-di otro paso hacia el rincón y el sonido metálico también se detuvo. Continué sin encontrarle forma a lo que podía apreciar, muy confusamente, en el rincón.

Tuve la idea de empujar el sofá para que ese rincón también recibiera la luz de la lámpara. Lo empujé apenas un poco y con eso bastó para darme cuenta de lo que había en el rincón.

Mi respiración se agitó.

No era un algo. No era un ratón y tampoco una lechuza.

Era una persona.

Y se encontraba en cuclillas viendo hacia el rincón de la sala.

A esa persona se le sobresalían los huesos de su espalda por lo delgada que se encontraba. Los huesos de su columna se le marcaban en su totalidad y no pude apreciar algo más, pero me sentí mareado y las náuseas incrementaron.

Mi corazón palpitó vertiginosamente y cuando di un paso para retroceder. Para alejarme, la persona o lo que sea que fuere, detuvo sus movimientos. Las piernas empezaron a temblarme y no conseguí moverme. Ni siquiera pude parpadear.

Ni siquiera pude respirar.

Como no me moví, esa cosa volvió a hacer sonidos de estar comiendo algo viscoso y los sonidos metálicos también se reanudaron.

Decidí que, si quería alejarme por completo, debía correr y no solo dar paso por paso.

Con el corazón latiéndome a mil y sintiendo como si solo mi mente estuviera moviéndose y no mi cuerpo, emprendí la carrera rumbo a las escaleras. Debía avisar a Sean.

Debía despertarlo.

Los sonidos que escuché fueron mis pasos descalzos sobre la madera más los sonidos metálicos con mayor intensidad. Sin ver hacia atrás, sabía que esa cosa estaba siguiéndome.

Cuando mi pie descalzo entró en contacto con el primer escalón, una voz se escuchó a mis espaldas

-¿A dónde vas, Daniel?-me detuve de manera abrupta.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!

Agradecería sus comentarios u opiniones del capítulo.

Nos leemos. <3


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