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Save Me (Superbat) (Crossover Marvel/DC) por Mariela

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Despertó con la más maravillosa vista que contemplara jamás, mucho más bella que las auroras de la Antártida, que las nebulosas del espacio, que las estrellas jóvenes que recién comienzan a brillar en el manto negro, y definitivamente más hermosa que un vistazo de cerca al sol. Sonrió con suavidad y acarició la tibia mejilla de su amante, quien frunció ligeramente el ceño al sentirlo pero no despertó. En cambio, jaló más las sábanas para envolverse con ellas y se hizo ovillo en la cama sin importarle dejar prácticamente descubierto a su alfa. Esto, lejos de molestarle, a Clark le pareció lo más tierno que había presenciado. Algo que jamás pensó que vería en un hombre que siempre estaba rodeado de oscuridad, en su omega, su pareja destinada.

Tenía incluso la certeza de que conocer a Bruce había sido el motivo de que terminara en la tierra en primer lugar, pues de todos los planetas habitables en el universo, él fue enviado ahí, donde su omega había nacido, donde habitaba el amor de su vida, donde pudo conocerlo, y cortejarlo, y amarlo. Donde podían estar juntos.

Y eso, suponía, era a lo que llamaban destino.

-¿Vas a mirarme todo el día?

La sonrisa del menor se iluminó cuando los ojos del omega se desplegaron revelando aquellas hermosas iris que tanto le gustaban, mirándolo con somnolencia mientras se retiraba las sábanas para descubrir su torso.

-Buenos días, Bruce.

-Buenos días.

-¿Cómo te sientes?

-Cómo se supone que debo sentirme.

"Adolorido", pensó. Si no se atrevía a decirlo en voz alta era únicamente porque sabía que la sonrisa de Clark menguaría pensando que lo había lastimado más de la cuenta cuando no era así, en realidad, Bruce tenía el sesenta por ciento de la culpa. Él y su fetiche insano para alcanzar placer.

-Lamento si...

-Olvídalo-le cortó nada dispuesto a escuchar sus disculpas fuera de lugar.

Le dió la espalda e intentó levantarse de la cama, pero el alfa no lo permitió, lo retuvo del brazo y se colocó sobre él, sonriendo, y contagiando a Bruce con su sonrisa.

-Te amo-soltó con suavidad-Tanto que estar aquí y ahora contigo parece un sueño.

-¿Y es un buen sueño, boy scout?

-El mejor de todos, Bruce.

El kriptoniano se arrepintió de inmediato de decir eso cuando vió la suave sonrisa del mayor desaparecer. Sus ojos se llenaron de lágrimas tan repentinamente que Clark no supo cómo actuar, y antes de que pudiera articular palabra, Bruce se alzó para envolverlo en un desesperado abrazo que lo estremeció.

-¿Bruce?

Al aludido no le importó en absoluto mostrarse así de vulnerable, o que Clark lo viera en ese estado, él simplemente no pudo evitar estrecharlo con todas sus fuerzas como si temiera despertar y darse cuenta que todo era un sueño propiciado por haberse desmayado de nuevo en una sucia alcantarilla de Gótica tras alguna dura batalla contra los criminales de cada noche.

Y es que había tanta sinceridad en la mirada del periodista, en sus palabras, en aquel amor que le profesaba, que el millonario no podía mas que sentirse como un gusano. Una sucia lombriz en presencia de un ángel caído del cielo. Literalmente.

Se sentía...indigno. Es decir, ¿cómo puede un hombre aspirar a poseer el sol? ¿Cómo podía él desear el paraíso después de haber elegido el camino solitario? ¿Quién era para robar la esperanza del mundo?

Solo la persona que menos la merecía.

Tenía la certeza de que no merecía ese amor, esa devoción, en sus manos solo se apagaría, se pintaría de negro, y no podría vivir consigo mismo si a causa suya Clark perdía la fe en el mundo en el que se esforzaba en creer.

-Clark, yo...-intentó decir, explicarle porqué no era bueno que estuvieran juntos, que lo eligiera a él sobre alguien tan especial como Steve, pero el menor lo interrumpió.

-Sé lo que estás pensando-afirmó adoptando un tono más firme, apartando con gentileza los brazos de Bruce-Y te equivocas.

El omega tragó saliva con sorpresa al ver la convicción con la que el alfa había declarado eso, como si Clark pudiera adivinar sus pensamientos, sus temores, sus inseguridades, y, aunque sabía que no era así, se abrazó a sí mismo de forma inconsciente como si creyera que podía evitar que el menor desnudara su alma como sentía que lo estaba haciendo en ese momento, pero Clark era su alfa, y una vez creado el vínculo, difícilmente podría ocultarle algo a su compañero.

Y es que Bruce tenía cierta tendencia a creer que todo lo que entrara en contacto con él terminaría mal. Su alfa incluido, y éste por ningún motivo permitiría que creyera que su amor solo lastimaba, porque no era así. El granjero comprendía que, habiendo visto la peor cara de la humanidad a tan temprana edad, haberla experimentado sin ninguna preparación previa, Bruce estuviera tan convencido de que su destino era ser absorvido por la maldad del hombre junto a todos a los que se permitiera amar por querer luchar contra ella, pero no era así, y él quería hacerle ver.

Porque Bruce era el omega más fuerte, bueno, inteligente, hermoso, y valiente que había conocido, porque era la criatura más linda que había conocido, y era suyo, creado especialmente para él, para complementarlo, Bruce era, en teoría y simpleza, todo lo que necesitaba y quería.

Como sol y luna. Día y noche. Luz y oscuridad. Hechos para ser uno solo.

-Te amo-repitió para asegurarse de que lo comprendiera bien-E incluso si fuera indigno de tí o tú de mí, (que no es así), aún así yo querría estar contigo, porque te amo a tí y solo a tí. Y-se inclinó y besó su nariz, sintiendo como el mayor temblaba ligeramente por el gesto-Al final, es mi decisión, no la tuya.

Incluso si Bruce fuera el peor omega del mundo, si fuera su verdugo, su desgracia, o su final, aún así lo amaría, lo estrecharía entre sus brazos y lo llenaría de amor cada segundo que estuviera a su lado. Porque, ser el motivo de su sonrisa, el responsable de disipar su oscuridad, borrar su constante tristeza, y su desesperanza, era todo para él, y para lograrlo, sabía, debía amar sus demonios, amar sus desperfectos, sus deficiencias, amarlo completamente, porque él era la luz de Bruce y Bruce su paraíso. Lo amaba y lo amaban.

-Y si insistes en creer que tu amor lastima, debes saber que gustoso aceptaré cualquier tortura solo para tener la dicha de caminar a tu lado.

No había, después de todo, peor tortura que vivir sin él.

-Sin un gramo de amor en tí, aún así yo me quedaría siempre a tu lado.

Aún si el omega no lo amara, aún si su corazón le perteneciera a alguien más, o si simplemente no tuviera, Clark estaba seguro que a pesar de eso lo amaría.

-Te amo, hoy, mañana, y lo seguiré haciendo por mil años más.

Bruce abrió los ojos incrédulo sintiendo como la cálidez en su pecho se expandía por todo su cuerpo, conmoviendo su frío corazón, moviendo el inamovible iceberg en el que se había convertido la noche en que murieron sus padres, derritiéndolo, derrivando sus barreras al punto que comenzó a llorar enternecido con tal declaración.

-¿Estás seguro de que no preferirías a alguien mejor? ¿A alguien como Steve Rogers?

Tenía que preguntar, debía asegurarse de que era real.

Después de todo, ese soldado tenía tantas similitudes con Clark, siendo ambos tan nobles, tan honestos, comprensivos, decididos, seguros de sí mismos, valientes, fuertes, con tanta bondad en sus corazones, ambos símbolos de esperanza y libertad, tan compatibles entre sí que Bruce simplemente no creía que Clark ignorara a un omega tan perfecto como él para estar junto a alguien tan opuesto.

Por toda respuesta, el alfa suspiró y sonrió.

-Estoy completamente seguro de que solo puedes ser tú.

-Podrías tener a alguien mejor-insistió.

-No lo dudo-dijo observando a Bruce levantar una ceja-Pero a nadie igual a tí.

Una risa escapó de los labios del menor cuando el rostro del omega se tornó rojo ante su respuesta, no resistiendo el impulso de acariciar sus mejillas con ternura.

-Clark...

-Solo puedes ser tú, Bruce, siempre tú.

Bruce cerró los ojos y ahogó un sollozo, volviendo a envolver al alfa en un abrazo que más que amoroso parecía como si deseara reiterar la credibilidad del momento, asegurarse, porque si fuera un sueño, Bruce estaba seguro que gritaría de frustración hasta lastimarse las cuerdas vocales. Sería muy cruel conocer el cielo para luego perderlo.

Kent, por su parte, no pudo evitar sentir una punzada en su corazón al ver qué tan convencido estaba el millonario de que nunca podría tener algo tan bueno, y suspiró. Por supuesto que era así, no podía esperar un cambio tan grande de un momento para otro, pero con paciencia y tiempo estaba seguro que lograría ahuyentar todas esas inseguridades en su omega.

Y, además, tenía un as bajo la manga para que Bruce no dudara más de su elección. Esperó entonces a que se calmara y lo soltara, para luego, quitarse el collar que siempre llevaba puesto bajo su ropa, y colocarselo al omega ante la mirada confusa de éste.

-¿Qué es esto?-preguntó analizando detenidamente el accesorio.

Estaba hecho de un mineral extraño, seguramente de origen kriptoniano, pero no era kriptonita verde, ni roja, o azul, más bien parecía roca común, como las que había en la tierra, con una S grabada en ella.

-Bruce, ¿me amas?

Clark supo que había metido la pata cuando un puño se estrelló en su rostro sin lastimarlo, pero sí fracturándose ligeramente por la fuerza que el mayor había aplicado en él. Wayne lo miró entonces con enojo, claramente ofendido con la pregunta.

-¿Crees que me acostaría contigo si no te amara? ¿Me crees una ramera?

-N-No.

Y ahí estaba de nuevo la fría mirada de Batman que podría intimidar al peor de los criminales, y que a él hacía perder todo lo valiente. Decía un dicho prosaico que un omega molesto era el equivalente a la peor pesadilla de un alfa, y Clark no planeaba averiguarlo en un futuro cercano, por lo que decidió cambiar de tema.

-T-Tócalo-pidió haciendo que el murciélago arqueara una ceja-La piedra-aclaró.

Bruce frunció el ceño por tan peculiar petición, pero aún así obedeció sin chistar. La sorpresa brilló en sus ojos cuando, al entrar en contacto con la extraña roca, ésta cambió inmediatamente, pasando de tener solo una S grabada en ella a estar ésta en el centro de un murciélago que, suponía, lo representaba a él. Miró a Clark y éste le sonrió como solo él sabía hacerlo.

-¿Qué...

No pudo terminar, Clark capturó sus labios en un beso tan candente que temió que lo hicieran de nuevo tan temprano por la mañana, con el rubio desabrido a punto de despertar, pero no fue así. Si bien ambos se devoraron como si fuera la primera vez que se besaban, no tardaron mucho en separarse, y Bruce sintió que se quedaba sin aliento al ver la radiente mirada del menor.

-Esa piedra no es más que una prueba irrefutable de que eres mío, que estabas destinado a serlo, que debemos estar juntos, mi omega, y una prueba de lo mucho que te amo. Cada vez que lo veas recordarás que yo te elegí a tí, y solo a tí.

"Costumbre kriptoniana", pensó cuando Clark volvió a besarlo con ímpetu hasta dejarlo sin aliento, para luego, instarlo a levantarse para desayunar. A pesar de todo, aún tenían muchos problemas que resolver.

*********************************************************************

Al entrar al comedor la pareja jadeó al ver el desayuno ya servido, y parpadearon cuando vieron al omega rubio esperando por ellos en la mesa, vistiendo solo boxérs y una camisa larga (exactamente lo mismo que Bruce había elegido vestir para salir de la cama).

Al verlos, Steve intentó sonreír, pero tanto Clark como Bruce pudieron notar su incomodidad, sin mencionar el leve sonrojo en sus mejillas. Tragaron saliva.

Con el calor del momento, ambos habían olvidado que no estaban solos ahí.

-B-Buenos días-saludó el súper soldado, fingiendo toser para disimular-¿Durmieron bien?

-No lo hicimos en realidad-respondió Bruce tomando asiento en la mesa y tirando de Clark para que hiciera lo mismo.

El rubio enrrojeció más. Se alegraba de que ese par al fin aclararan sus sentimientos, que se vincularan, pero no había querido jamás tener que escucharlos mientras se apareaban, y lo que era peor, no habían sido para nada considerados con los vecinos. De tan solo recordar sus gemidos, gritos, y los chirridos de la cama sentía que su cara ardía de vergüenza.

Y por la sonrisa burlona de Bruce, supo que eso le divertía.

-M-Me alegra que estén juntos.

-Gracias, Steve-respondió Clark sin mirarlo, y el rubio agradeció que tuviera la decencia de mostrarse avergonzado.

Bruce por otro lado...

-S-Se nota que se la pasaron bien.

-Puedo asegurarte que fue la noche más apasionante de mi vida-Bruce rió al ver como las mejillas del mayor se tornaban aún más rojas, para luego adoptar una mirada seria que sorprendió a sus acompañantes-Pero si vuelves a acercarte a mi alfa con otras intenciones te ahorcaré mientras duermes.

Clark escupió el café que había estado bebiendo, observando asombrado a Bruce. No creía en verdad que cumpliera su amenaza, Batman no asesinaba, pero el hecho de que defendiera de esa forma su territorio le causó una punzada de exitación, ya que pocas veces podía ver al Caballero de la Noche dejándose llevar por su lado omega, y solo pensar en lo ardiente que sería en la cama, y aspirar las feromonas que Bruce estaba liberando para intimidar a quien consideraba un rival, le causó una dolorosa erección que esperaba que los omegas no notaran.

Steve, por su parte, sonrió ante el intento de Bruce de intimidarlo, de apartarlo de su alfa usando sus feromonas para remarcar territorio, negándose a responder con las propias por el mero hecho de que, a diferencia de Bruce, él sí podría lastimarlo con su despliegue de dominio, por lo que optó por demostrarle que no era un invasor a la antigua usanza, levantándose de su asiento y acercándose a él, para luego, ponerse de cuclillas con la mirada clavada en el suelo y presentar su cuello con un movimiento similar al que hacían las mujeres para acomodarse el cabello del lado izquierdo, mostrando su cuello en señal de sumisión.

-Omega-dijo recordando los comandos que había aprendido para calmar a los omegas en plena defensa de nido-No deseo a tu Alfa.

Para reafirmar su declaración, liberó un poco de sus feromonas, a penas lo suficiente para que Bruce supiera que no era una amenaza, mientras Clark tragaba saliva rogando a los dioses que su omega creyera en las palabras de Steve y no desatara otra riña de omegas a tan temprana hora de la mañana, pues no sabría como pararla de nuevo, sin mencionar que el despliegue masivo de feromonas del rubio podría lastimar a Bruce, aunque éste no lo admitiera.

Por fortuna, el millonario suavizó su mirada y, aunque gruñó, detuvo su despliegue permitiendo a Steve levantar la mirada y retirar las suyas.

-Estás advertido.

-Lo tomaré en cuenta, Bruce-suspiró, levantándose para volver a su lugar, y, ante el desconcierto de la pareja, le extendió la mano al omega menor-¿Amigos?

Bruce parpadeó sintiendo que se había perdido de algo. Una cosa era que ya no lo considerara una amenaza y otra que el rubio quisiera de buenas a primeras iniciar una amistad, sobretodo luego de todos los problemas que le habían causado tanto con su pareja como con su superior, por lo que, ignorando el gesto del rubio, tomó sus cubiertos y comenzó con su desayuno.

-¿Bruce?

-Me agradas ahora, pero no te emociones.

-Que pena. Aun así, espero que en un futuro cercano nos tratemos mejor-respondió nada desanimado con la respuesta a su oferta.

-Lo dudo.

-No creo en imposibles.

-Si eso te complace.

Steve sonrió con malicia.

-Se me ocurren muchas cosas que pueden complacerme, Bruce, pero creo que tú serías el mejor-dijo guiñándole un ojo.

Tal acto hizo sonrojar al mayor. Sí, estaba acostumbrado a los coqueteos siendo él Bruce Wayne, pero ser el receptor de los coqueteos de parte de un igual, un omega masculino como él, que, además, gustaba de los de su mismo género, se salía completamente de su zona de conford. Lo hizo sentir incómodo, demasiado incómodo, y al notar esto, tanto Clark como Steve soltaron una sonora carcajada que hizo refunfuñar al murciélago.

-¡No es gracioso!

-Lo siento, lo siento, no pude evitarlo jajaja.

-¡Clark!

-Perdón, Bruce-dijo haciendo un gran esfuerzo por contener la risa.

-¡Sigue y te castrare!

Al terminar las risas, continuaron con  el desayuno y la plática se desenvolvió de forma natural entre  ellos, al punto que pronto se encontraron conversando con tanta confianza que parecía que eran amigos de toda la vida. Tanto así que Clark y Bruce le hablaron a Steve sobre la Liga de la Justicia, los motivos y la forma en que la habían fundado, los miembros de su equipo, incluso del villano contra el que tuvieron que pelear, y el que irónicamente los había unido. Hicieron especial énfasis en su tercera al mando, la única alfa femenina que había en la Liga, Diana, o Wonder Woman, de la cual, ambos hablaron muy bien, describiéndola como la mujer más fuerte que habían conocido. Una guerrera en toda la extensión de la palabra.

Y Steve no pudo dejar de maravillarse tanto con ella como con todas las personas que le describían, pensando en lo fascinante que era que, sea en esa realidad o en cualquier otra, sin importar lo diferentes que fueran entre sí, hubiera quien se alzara contra los abusivos. Eso le daba esperanza.

Fue así que él también habló sobre su equipo, estremeciéndose al mencionar a Thor, pero se recuperó casi de inmediato esperando que sus acompañantes no lo hubieran notado, aunque si lo hicieron, ninguno mencionó nada. Su sonrisa se hizo más radiante al contarles sobre Natasha, aquella mujer tan fuerte que le recordaba tanto a Peggy, pero menguó cuanto intentó hablar sobre Tony.

Afortunadamente, Bruce se dió cuenta y cambió de tema con rapidez.

Al terminar el desayuno, Steve levantó todo y despejó la mesa, permitiendo al otro omega tomar una hoja de papel y un bolígrafo para ponerse a dibujar, ganándose una mirada desconcertada del alfa.

-¿Qué haces, amor?

-Con todo lo que ocurrió ayer no pude exponerte mis descubrimientos.

-¿Ya sabes en qué dimensión estamos? ¿Descubriste cómo volver?

-Mejor-respondió sin despegar la mirada de sus garabatos-Descubrí que no estamos en ninguna parte.

-¡¿Qué?!-exclamaron a la vez Clark y Steve que regresaba a la mesa.

-¿A qué te refieres con eso? ¿Cómo es posible no estar en ningún lugar?

Bruce esperó a terminar sus planos antes de alzar la mirada y posarla sobre el alfa y el omega.

-Analice la información que extraje del localizador-explicó adoptando un tono más serio-Luego de una extenuante revisión entendí que está dimensión no se encuentra en ninguna parte de nuestro multiverso, y sí, sé que suena ilógico, incluso para mí fue así, pero por esa razón estuve buscando diversas explicaciones y hasta ahora, ésta-señaló el dibujo-Es la que más me convence. Aunque no por eso deja de ser increíble.

-Después de todo lo que ha pasado, creo que ya nada puede ser descabellado-dijo Clark.

-No dirás lo mismo al escuchar lo que tengo que decir.

-Sea lo que sea, no puede ser tan loco-comentó Steve, quien pensaba igual que Clark.

Hasta hace unos días, el rubio ni siquiera habría creído que existían los alienígenas como Clark, o las dimensiones alternas, pero el futuro, la nueva época en la que vivía, lo había sorprendido de nuevo justo cuando pensaba que ya nada podría hacerlo, y creía que para la pareja había sido igual, así que desde su punto de vista, cualquier idea loca ahora no podría serlo en realidad. Bruce, en cambio, observó a sus compañeros y suspiró. En realidad, el hecho de que no creyeran su teoría era lo último que le preocupaba, su temor radicaba en que, si tenía razón, a causa de su llegada tanto ese mundo como el suyo estarían bajo una amenaza mayor al haberse acercado. Y solo los dioses sabían si podrían enfrentar lo que les deparaba.

-Creo que este no es nuestro multiverso-soltó analizando las reacciones de sus compañeros.

Alfa y omega se miraron entre sí con confusión, obviamente no habían entendido a qué se refería Bruce con eso, por eso esperaron a que les explicara, pero al cabo de diez minutos sin hablar entendieron que no diría nada más, por lo que Steve, aclarándose la garganta, rompió el silencio que se había instaurado tras su declaración.

-Querrás decir universo-dijo, seguro de que se había equivocado de palabras.

-No, Rogers, de verdad quice decir multiverso.

-Me temo que no entiendo.

-Yo tampoco-concilió Clark.

-No los culpo-levantó la hoja y les mostró su dibujo, el cual, consistía en dos balones de fultboll soccer-Lo estuve meditando mucho, pero solo cuando volví al hecho de que creíamos estar en un universo diferente al nuestro es que encontré la respuesta. Escuchen-señaló uno de los balones-Sabemos que el multiverso es una amalgama de universos diferentes entre sí, y que cada uno se desprende de lo que llamaríamos la línea temporal cero u original, aunque resultaría difícil saber cuál de todas es sin el equipo y la investigación adecuada.

-Entonces-interrumpió Clark dudoso-¿Ésta es una línea alterna donde nosotros no existimos? ¿Por eso no hay versiones de nosotros?

-A puesto que deben existir universos así en nuestro multiverso Clark, y de ser el caso, con gusto te diría que sí. No obstante, la verdad es que, si bien es verdad que entre más alejadas estén las dimensiones entre sí o de la línea original, mostrarán diferencias cada vez más colosales, ésta dimensión en especial es extraordinariamente diferente al punto de que las leyes físicas que la rigen no permiten la existencia de ciertos eventos e individuos que en la nuestra sí, porque en realidad pertenece a otra amalgama de universos.

-¿Qué quieres decir?

-¿Insinúas que...-Steve dudó, tragando saliva ante la resolución que forzaba a poner en palabras-existe otro multiverso?

-Eso es imposible-respondió Clark, observando incrédulo a Steve para luego regresar su atención a Bruce-¿Verdad?

El murciélago tuvo el fuerte impulso de decir que sí, que no podían existir multiversos conformados por millones de universos como existen estrellas en el cielo, pero, aunque quisiera negarselo a él o a sí mismo, la verdad era que no encontraba otra explicación para su situación, y aunque sonara aterrador pensar en la posibilidad de haber terminado en algún lugar demasido lejos de su hogar, era verdad.

-Lo siento, Clark, pero Rogers tiene razón-confirmó observando como los rostros de sus acompañantes perdían color.

-¿Cómo es posible?

"Eso quisiera saber".

-No estoy seguro, pero tengo una teoría-volvió a señalar los dibujos, apuntando a un balón-Imaginen que este balón de soccer es el multiverso del que venimos Clark y yo-los dos asintieron-Observen las costuras que forman diferentes pentágonos de diferentes colores-dijo señalando las figuras dentro del círculo-E imaginen que cada uno es un universo.

-Dentro del multiverso.

-Exactamente, Rogers. Ahora, según los físicos Andréi Linde y Alan Guth, el color de la figura representa las leyes físicas que rigen cada universo. Éstas, en teoría, serían tan diferentes entre ellas que en algunos universos simplemente es imposible la vida o no se formaron galaxias o las estrellas. Supongamos entonces que éste pentágono-lo señaló-Es la dimensión a la que tú y yo pertenecemos, Clark, y si tengo razón y ésta dimensión no está en nuestro multiverso, es decir, dentro de éste balón, entonces estaría aquí-apuntó ahora a un pentágono dentro del segundo balón-Dentro de un segundo multiverso conformado por sus propios universos que se desprendieron de una línea temporal original creada por seres completamente ajenos a el Forjador de Mundos, pero equivalentes a él, lo cual, en efecto, significaría que, así como existen diversos universos dentro de un todo, existen muchos multiversos dentro de algo aún mayor que podríamos denominar como Macroverso.

Los ojos de Clark y Steve se abrieron como platos al escucharlo, estremeciendose al pensar en la posibilidad de que esa teoría fuera verdad, porque de ser así, no querían imaginar las catástrofes que se desatarían si seres de inimaginables habilidades o poderes comenzaran a saltar entre multiversos trayendo tragedias y muerte a las dimensiones que pisaran, sin que los Vengadores o La Liga de la Justicias pudieran hacerles frente.

Sería el apocalipsis.

Bruce, en cambio, suspiró, dejando el dibujo sobre la mesa para tratar de tranquilizarlos.

-No pretendo ser un experto, pero revisé la información del localizador que encontramos en el desierto, y al ver que el punto de nuestra ubicación brillaba en algún lugar fuera del mapa virtual del multiverso, entendí que no podíamos estar dentro de él, aunque eso, en un principio, me pareciera imposible.

-Y así llegaste a la conclusión de que existía más de un multiverso.

-Así es.

-Y, tomando en cuanto eso, ¿qué tan difícil será regresar a nuestro...multiverso?

-Bueno, estuve estudiando la Fuerza de Velocidad de Flash durante un tiempo, aquella energía que le otorga sus poderes, y creo que es posible viajar entre universos, e incluso en el tiempo, a través de ella, sin embargo, no creo que pueda servinos ahora, ya que no existe en esta dimensión.

-Entonces....

-Ya estoy trabajando en alguna solución, Clark, pero por más que le doy vuelta al asunto, me resulta más claro que solo podremos salir de aquí a través del portal de Lex.

-Pero Bruce...

-Lo que me recuerda-le cortó frotando su barbilla en pose pensativo-Tengo grandes sospechas de que Lex Luthor ya estaba al tanto de la existencia de varios multiversos, por eso pudo volver a conectarse a éste para enviar a Deathstroke y esos robots.

-¿Qué quieres decir?-cuestionó Steve frunciendo el ceño.

-Nuestra llegada, Rogers, fue un accidente, eso lo tenemos claro, pero Deathstroke no llegó con Clark y conmigo sino después, a través de una segunda abertura del portal, y para volver a ponerlo en marcha, Luthor tuvo que saber exactamente a donde enviarlos.

-Si ese es el caso, ¿por qué SHIELD no detectó el segundo portal?

-Tal vez porque Lex se encargó de ser discreto y no dejar huellas. Esa siempre ha sido su especialidad.

-Tiene razón-consilió Clark-Sin embargo, Bruce, ¿cómo haremos para volver si Lex no abrirá el portal de nuevo hasta que...

-Hasta que Deathstroke me capture-asintió, entrecerrando los ojos.

Kent en cambio los abrió por completo, entendiendo de inmediato lo que pasaba por la mente de su omega en ese momento, y por supuesto que no iba a permitirlo. De ninguna manera dejaría que se pusiera en peligro.

-No-dijo con voz severa y con una mirada tan dura que hizo respingar  ambos omegas-No permitiré que...

Brr, Brr, Brrr.

El timbre del teléfono celular de Steve interrumpió lo que a todas luces era el inicio de una fuerte discusión entre la pareja, y Steve no pudo estar más agradecido por eso. Lo último que quería era terminar en medio de una pelea matrimonial. Se levantó, disculpándose por la interrupción, y corrió al baño donde había dejado el aparato junto a su nido, contestando la llamada sin preocuparse por mirar primero de quién era el número.

- ¿Diga?

-¿S-Steve?

-¡¿Tony?!

El rubio abrió los ojos como platos al escuchar la voz de su omega desde la otra línea, sorprendido e incrédulo, pensando en una y mil razones de vida o muerte para que el castaño decidiera llamarlo a tan poco de haberlo corrido y discutido como lo hicieron en la Torre Avengers. No creía que ya lo hubiese perdonado, o que de pronto quisiera escucharlo, pero aunque todos sus sentidos le gritaban que había algo extraño en todo eso, el deseo de recuperar a su omega lo hizo ignorarlos.

-Tony, ¡qué sorpresa! M-Me alegra que me llames, yo...

-Ven a la Torre.

-¿Eh?-parpadeó, desconcertado tanto con la petición que había sonado más como una orden como con el tono frío y cortante que había usado-¿Qué?

-Ven a la Torre, Steve. Ahora.

-¿Sucede algo Tony?

El silencio prolongado por parte del castaño lo preocupó, pero antes de que saliera corriendo en ropa interior, la voz del castaño regresó.

-Te necesito.

Steve no necesitó escuchar más. Esas dos palabras fueron más que suficientes para vestirse a toda velocidad y salir apresurado hacia la puerta ante las confundidas miradas de la pareja.

-Steve-lo llamó Clark, deteniéndolo en el umbral-¿A dónde vas? ¿Pasó algo?

-¿Eh? No, no, claro que no. Solo...-desvió la mirada y se rascó la cabeza-Iré a tomar aire fresco.

El omega sabía que no había sonado para nada convincente, pero no podía decirles a dónde iba o querrían acompañarlo con la excusa de que podía estar yendo directo a una trampa, o que era mejor permanecer juntos mientras los tres siguieran siendo fugitivos, y además, no creía que llegar con ellos, que eran los detonantes de la ira de Tony, ayudara en algo para que el castaño lo aceptara de nuevo, o lo perdonara siquiera, por lo que, antes de que Clark o Bruce pudieran detenerlo, salió a toda prisa de la habitación sin voltear atrás. El kriptoniano lo llamó numerosas veces pero se rindió cuando entendió que lo ignoraba a propósito.

Bruce, sin embargo, entrecerró los ojos con suspicacia y cruzó los brazos. Steve había mentido, de eso estaba seguro, lo había notado incluso nervioso, igual a como lucía Clark cuando trataba de ocultarle algo de gran importancia, y por supuesto que no se quedaría de brazos cruzados.

-Clark-el menor lo miró-Vístete.

 


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