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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

El balcón pt.2: Mundo interno. Un mar de posibilidades

Una semana después…

Narra Emil

Descrucé mis piernas y cambié la izquierda por la derecha como nuevo punto de apoyo. Inhalé y suspiré sin hacer ningún tipo de ruido y continué esperando en silencio total a que Daniel se animara en hablar.

Llevábamos cerca de 15 minutos en silencio. Lo primero y último que se escuchó, fue mi saludo de buenos días hacia él, pero no hubo respuesta.

Daniel se encontraba sentado en el sofá. Sus rodillas se mantenían adheridas a su pecho y su cabeza descansaba sobre ellas. Su mirada permanecía fija en el exterior viendo… algo que yo aún no descubría.

Era algo que, si Daniel no explicaba, jamás iba a saberse.

Sean me había llamado el día anterior para decirme que Daniel estaba dispuesto a continuar con la terapia. Le había dicho que quería platicar conmigo. Era algo que ya esperaba porque desde la semana anterior, Sean me había dicho que había platicado con Daniel sobre el asesinato de Ana. Y que, si bien Daniel no quiso escuchar algunos temas que faltaban por aclararle, su comportamiento cambió desde ese mismo día.

Se auto aislaba en su habitación durante horas en un día y por las noches no conciliaba el sueño. Comía poco y sin ganas, hablaba menos y evitaba el contacto visual.

Todo lo anterior se veía reflejado en él.

Estando sobre ese sofá, casi no se movía y su rostro se veía agotado. Su pijama estaba mal abrochado y su poco cabello se veía descuidado. Uno de sus pies llevaba calcetín mientras que el otro no. Eran características muy notables de cómo se encontraba su salud mental. Descuidada y abandonada.

Con discreción, revisé mi reloj de pulsera y vi que ya habían transcurrido otros 10 minutos en silencio total.

De nuevo cambié mi pierna de apoyo y noté cuando los dedos de sus pies se contrajeron para después se estirarse. Movió un poco sus piernas y su cabeza se elevó apenas unos 5 centímetros para reacomodarse sobre sus rodillas. Ese fue el único movimiento en esos 25 minutos que llevábamos y nada cambió en los siguientes 20 minutos.

Cuando llegamos a la hora, me vi en la necesidad de mover mi cuello de un lado a otro porque, aunque estaba sentado, la posición comenzaba a cansarme. Decidí que, si en los próximos 10 minutos no hablaba, daría por terminado nuestro intento de sesión.

En esos 10 minutos restantes, intenté observarle lo menos posible y, para cuando le di una mirada de reojo, me percaté de que se había quedado dormido en esa incómoda posición.

Suspiré y me levanté de mi asiento

-No te vayas-escuché su voz en un susurro. Cuando mi mirada retornó a él, lo encontré enderezado y con los ojos rojos llenos de cansancio. Se notaba que le estaba costando mantenerse despierto

-Ya pasó una hora-dije-La sesión terminó-su rostro de desánimo fue más notable

-¿No puedes quedarte otra hora?-no comprendí el trasfondo de sus palabras ¿Por qué quería que me quedara más tiempo si no estábamos platicando nada?

-Mejor descansa. Mañana vendré a la misma hora-entendía que era mi paciente y que yo era su doctor. Pero no tenía sentido que solo uno de nosotros estuviera interesado en el tema que teníamos en común: su salud mental.

La terapia no iba a servir de nada si no me platicaba, si no interactuábamos

-No, por favor…-bajó una pierna del sofá

-Daniel, no tiene sentido que me quede. La terapia es para que platiquemos y, por lo visto, hoy no te sientes bien-tomé mi maletín-Nos vemos…-

-Es porque no he podido dormir-bajó su otra pierna del sofá

-Sí. Se nota-obvié-Te recomiendo que descanses y que…-

-No puedo dormir si estoy solo-dijo con tono de impotencia. Sus ojos brillaron con más intensidad y lo noté desesperado. No comprendí sus palabras en ese momento y tal vez otra persona habría repetido lo mismo que dije hace unos instantes, pero decidí volver a tomar asiento

-Me quedaré-sus cejas llenas de preocupación se relajaron en un santiamén-Pero vamos a platicar-dije con seguridad-Explícame por favor ¿A qué te refieres con que no puedes dormir si estás solo?-dejé mi maletín a un lado y le di toda mi atención.

El rostro angustiado de Daniel no se hizo esperar.

Y como pasaron varios minutos en los que tuvo un diálogo interno; diálogo que de seguro tuvo con su otra u otras personalidades, decidí interrumpirlo

-¿No concilias el sueño o tienes pesadillas?-se sobresaltó al escuchar mi voz. Dudó durante algunos segundos su respuesta

-Qui… quiero dormir porque tengo sueño-dijo-Pero no puedo porque te…tengo pesadillas-

Asentí

-¿Qué clase de pesadillas?-sus dedos se retorcieron con nerviosismo y boqueó un par de veces antes de decidirse en hablar

-De… de cuando me asomaba a la ventana-mordió sus labios sin ningún cuidado y con mucho nerviosismo. Mientras continuaba hablando, evitó en todo momento que nuestras miradas se encontraran-Ya sé lo que hay del otro lado de la ventana-susurró y por poco no le entendía.

Daniel quería decir que por fin sabía lo que, durante la sesión de hipnosis, no pudimos averiguar. Me acomodé sobre la silla y le di toda mi atención

-¿Qué fue lo que recordaste?-Daniel continuó dudando hasta que se decidió en hablar

-Veo los cuerpos de los experimentos que intentaron escapar. Ellos saltaron desde una gran altura creyendo que podrían escapar, pero…-negó levemente-Murieron y…-su voz vaciló-En mis pesadillas, yo los veo desde arriba y sus ojos me siguen de un lado a otro-sus ojos se cristalizaron y las lágrimas no tardaron en desbordarse para deslizarse por sus mejillas-Fue mi culpa-sollozó-Ellos murieron por mi culpa-gimoteó.

Dejé que se desahogara mientras me encargaba de comprender la profundidad del problema. Culparse de esa manera no era para nada bueno. Se trataba de un trauma y un recuerdo complicado que le generaba confusión, pero no debía ser más que eso.

Supe que necesitaba trabajar el asunto con mucho cuidado y delicadeza.

Cuando su llanto menguó, le pregunté

-¿Lo has platicado con Sean? A veces las pesadillas se disuelven cuando las platicamos con alguien-decidí dejar momentáneamente de lado el tema de culparse

-No… no le he dicho nada-sorbió su nariz-Él me platicó unas cuantas cosas, pero yo no puedo decirle nada-

-¿Por qué no puedes?-

-Humm-lo pensó durante unos segundos y después negó-No, no puedo-aparte de que no respondió mi pregunta, noté el nerviosismo en todo su cuerpo. Su inquietud era muy obvia.

Su comportamiento, además de nerviosismo, reflejaba un claro estado de alarma persistente. Sus ojos se movían hacia todos lados como si estuviera buscando algo o como si algo demasiado terrible fuera a suceder en esos instantes

-Si no puedes decírselo a Sean ¿Podrías platicarlo conmigo?-

-No, tampoco-su respuesta rápida me sorprendió y nuestras miradas se encontraron durante una milésima de segundo. Pero Daniel apartó la mirada en el acto-No puedo-

-¿Por qué no puedes?-repetí

-No, no puedo-también repitió.

Al verlo tan cortante y a la defensiva, decidí ir al grano del asunto haciendo uso de lo que sabía sobre Daniel y de lo que, tal vez, él también sabía pero que negaba

-¿No puedes decirlo porque no quieres o porque alguien no te lo permite?-con “alguien” me refería a sus otras posibles personalidades

-No, yo no…-

-Estás muy nervioso-lo interrumpí adrede porque mi objetivo era confundirlo para hacerlo hablar-¿Has estado tomando los antidepresivos?-

-¿Eh? Sí eso…-

-¿Y cómo te has sentido?-de nuevo lo interrumpí en medio de su mentira. Era más que obvio que no los estaba tomando-En realidad, me parece que no los has estado tomando-dije con un tono leve de sospecha

-Sí los he…-

-Es extraño porque Sean no me ha pedido más…-continué con un leve tono de desconfianza-Y los antidepresivos funcionaron bien durante unos días. No entiendo por qué estás teniendo ésta recaída-

Nuestras miradas se encontraron y lo noté nervioso. Continuó observando con desconfianza hacia sus lados hasta que volvió a hablar

-No los he tomado…-relamió sus labios-Porque…-guardó silencio durante unos minutos. Minutos en los que sus movimientos, miradas y expresiones gritaban miedo acompañado de nerviosismo.

El Daniel que estaba frente a mí era el mismo Daniel que conocí desde un principio. Era el mismo Daniel que lloró el primer día de terapia.

¿A dónde se habían ido todos los avances?

¿A dónde se había ido el Daniel seguro y optimista?

Ahora parecía que incluso le costaba aún más el tener que hablar para expresarse. Titubeaba y aparentaba querer decir mucho, pero ni siquiera podía hablar sin esa mirada de recelo y miedo.

Le di una mirada global hasta que, como si un foco se hubiera encendido dentro de mi cabeza, recordé el trastorno de identidad disociativa como más que una hipótesis y la mezclé con cada una de las actitudes que Daniel había presentado antes, durante y después de la terapia.

Podría ser que… en frente de mí, en ese preciso instante, se encontraba ¿Una de las otras posibles personalidades de Daniel?

¿Esa personalidad era muy insegura, miedosa y nerviosa?

Daniel continuó en silencio y decidí hacerle una pregunta clave

-Daniel-obtuve su atención-En estos momentos ¿Estás escuchando voces, verdad?-la sorpresa en su rostro fue bastante obvia

-No…-

-¿Qué te dicen esas voces?-su rostro de sorpresa perduró. Él continuó negando y decidí que era momento de ganarle batalla a esas otras personalidades que no lo dejaban hablar-Estrecha tu mano con la mía-extendí mi mano hacia él y, primero, lo dudó, pero después la tomó con mucho nerviosismo; incluso lo sentí tembloroso. Yo se la tomé con firmeza-Éste será nuestro medio de comunicación entre tú y yo-nuestras miradas se encontraron.

Esa era mi idea.

Si las otras personalidades no lo dejaban hablar, crearía un medio para que el Daniel que tenía frente a mí pudiera comunicarse sin que las otras personalidades lo “escucharan” y, como consecuencia, lo amenazaran o lo intentaran hacer cambiar de opinión.

Me estaba dando cuenta de que su trastorno de identidad disociativo era de forma no posesivo, así que no había ningún riesgo en movimientos inesperados y/o violentos en contra de mi persona. También, me percataba de que el Daniel que estaba frente a mí, era de actitud pasiva.

Pero estaba consciente de que tarde o temprano iba a encontrarme con la personalidad activa/agresiva. Esa era la personalidad que hacía callar a Daniel y que lo obligaba en actuar de diferente manera en la que ponía en riesgo su físico y su mente

-Vas a apretar mi mano en caso de que la respuesta sea afirmativa-aclaré y Daniel asintió aún con su rostro de angustia-¿Estás escuchado voces?-casi de inmediato, sentí su apretón a mi mano-¿Esas voces te dicen que no digas nada y que mientas?-otra vez, el apretón no tardó en aparecer.

Empezaba a tener las cosas en claro, pero aún no era suficiente

-¿Las voces te dijeron que salieras corriendo de casa aquella vez?-de nuevo se presentó el apretón y estuve seguro de que esa otra personalidad tenía mucho control sobre Daniel-¿Las voces tienen una imagen?-me sonó un poco complicada la pregunta y el rostro confundido de Daniel no se hizo esperar. Así que empecé a explicarla-Me refiero a si esas voces son algún objeto o incluso alguna persona-esperé a que mi pregunta quedara mejor explicada y cuando creí que no, Daniel me dio un apretón. Continué-¿Ese objeto o persona te habla todos los días?-su apretón tardó en llegar, pero llegó.

Daniel mordió su labio inferior y cuando estuve a punto de realizar la siguiente pregunta, sus ojos se movieron hacia algo o alguien que parecía estar detrás de mí.

No volteé, pero de inmediato, cambié mi pregunta

-¿Ese objeto o persona está en ésta habitación?-su apretón me dio la respuesta positiva, pero no me alarmé.

Era lógico que no había nadie detrás de mí. Solo Daniel podía “verlo” porque su realidad no era mi realidad. Era como seguramente pasaba con las voces; Daniel las escuchaba en cualquier momento, pero nadie más podía.

Por esa razón era complicado tratar con las personalidades no posesivas. Eran ellas las que decidían mostrarse y si eso nunca sucedía, solo Daniel podría hablarme de ellas, pero si él tampoco las tenía identificadas… iba a ser complicado

Entonces, decidí el siguiente paso.

Debía convencerlo de que no corría ningún peligro mientras yo estuviera junto a él en ese momento

-Sé que lo puedes ver, pero yo no puedo-dije-Así que solo puedo asegurarte una cosa, Daniel-su mirada regresó a mí-Mientras yo esté aquí contigo, no podrán dañarte y mucho menos pueden obligarte a guardar silencio-sus labios, que estaban siendo lastimados por sus dientes, se vieron libres ante mis palabras-¿Puedes darme más detalles sobre esas voces?-pedí.

Sentí que su mano temblaba entre la mía y tuve que envolvérsela con mi otra mano para transmitirle confianza

-Tranquilo. Te prometo que nada va a sucederte-no eran palabras vacías. En verdad iba a encargarme de que Daniel se sintiera seguro, aunque estuviera solo.

Daniel lo pensó durante algunos segundos hasta que dio una última mirada a su lado y después me observó a mí

-Es… como yo-susurró-Solo que su piel es blanca y está desnudo-comprendí que se refería al dueño de esa voz que escuchaba. Relamió sus labios maltratados y continuó-Sus dientes antes eran afilados, pero ahora también están amarillos-

-Bien, muy bien-le di un apretón a su mano para reconfortarlo, mostrarle apoyo y comprensión-¿Qué es lo que ese otro tú te ha dicho?-se removió sobre el sofá y tuve que tomar su otra mano para que evitara moverla con nerviosismo

-Me ha dicho que no debo confiar ni en Sean ni en nadie más-me miró de reojo durante una milésima de segundo para después apartar su mirada-También me dijo que no debo confiar en ti-

-Por eso dejaste la terapia-deduje y él asintió-¿Y por qué le creíste?-

-Porque… me dijo que solo querías lastimarme-continuó susurrando-Que solo quieres hacerme recordar para hacerme daño y…-sus ojos se cristalizaron-Es verdad-gimoteó y sus lágrimas empezaron a desbordarse-Si no hubiera recordado la ventana del laboratorio…-negó con su cabeza-Yo no tendría pesadillas-

-Desde un principio te dije que la terapia es emocionalmente dolorosa-le recordé y él asintió mientras hacía un intento desesperado por limpiar las lágrimas que no dejaban de nacerle. Hipó un par de veces hasta que consiguió calmarse un poco más-¿Qué más te ha dicho?-sorbió su nariz y hasta que fue capaz de hablar, continuó

-Que todo es mi culpa-gimió con fuerza y su llanto se reanudó. Sus lágrimas salieron sin ningún control y le fue más complicado controlarse en esa nueva ocasión.

Mientras le daba su tiempo para calmarse, pensé muy bien en mis siguientes palabras.

Cuando nuestras manos volvieron a encontrarse, le hablé

-¿En qué te dice que eres culpable?-

-En la muerte de los experimentos que saltaron para liberarse-sorbió su nariz-Si yo no hubiera intentado escapar, ellos estarían vivos-mordió sus labios para reprimirse y decidí no mencionar nada sobre lo que me estaba diciendo y sobre su manera de reprimirse porque debía dejarlo hablar-En estos días, él me ha dicho que debo saltar desde el balcón para no sentirme culpable-sus hombros temblaron y yo me impresioné por esas palabras porque solo podían significar una cosa.

¿Esa otra personalidad quería terminar con Daniel?

Primero haciéndolo cometer la imprudencia de escapar y ahora ¿Saltar desde el balcón?

En definitiva, ese sería otro intento de suicidio.

Una vez que la sesión terminara, debía dar la advertencia a Sean para que se mantuviera atento

-Pero tú no lo has escuchado-dije lo obvio porque Daniel continuaba vivo.

Y ahí encontré una oportunidad. Tal vez, Daniel aún mantenía un diálogo interno en el que esa otra personalidad no era invitado

-No, pero…-se detuvo abruptamente y lo noté angustiado

-¿Qué sucede?-apreté sus manos mientras las lágrimas regresaban-Tranquilo Daniel, ese otro tú no puede hacerte daño-le aseguré

-Me está diciendo que me calle-gimoteó y alejó sus manos de mí-Y dice que otra vez mientes porque él sí puede hacerme daño-sollozó y sus siguientes acciones me dejaron sin palabras-Es verdad…-susurró mientras que, con dedos temblorosos, comenzaba a desabrochar su pijama.

Poco a poco su pecho quedó al descubierto y después también sus antebrazos.

No tuve palabras cuando vi que su pecho tenía arañazos al igual que sus hombros. En cambio, sus antebrazos y la parte interna de sus brazos tenían arañazos más moretones que iban desde colores verdes hasta el característico morado

¿En qué momento?

¿Cómo?

¿Por qué?

¿Cuándo?

-Daniel…-murmuré mientras veía cada rasguño que había en su piel. 4 rasguños juntos recorrían diversas partes de su pecho y sus hombros.

En cambio, a los antebrazos y su parte interna se le agregaban los moretones

-No le digas a Sean…-murmuró mientras volvía a cubrirse-También tengo en los muslos-

Salí de la impresión y me calmé.

¿Podría ser posible? ¿Ese otro Daniel en verdad podía provocar daño?

¿Ese otro Daniel se trataba de una personalidad posesiva?

Guardé la compostura y me puse a pensar.

Era imposible que alguien más hiciera tales heridas a Daniel.

¿Se trataba de autolesión? ¿Autolesión inconsciente?

La autolesión también era un síntoma del trastorno de personalidad disociativo…

-¿Desde cuándo tienes las heridas?-

-Las vi cuando desperté ayer en la mañana-

-Entonces cuando te fuiste a dormir no las tenías-mencioné y Daniel estuvo de acuerdo.

En dado caso de que esa otra personalidad era, además de agresiva, posesiva; en cualquier momento podría provocar una tragedia. Pero se notaba que Daniel mantenía un poco de control sobre esa personalidad.

Sí. Aún existía ese control

-¿Cómo fue el primer encuentro que tuviste con ese otro tú?-comencé con el interrogatorio

-Fue en el primer laboratorio-dijo-Apareció cuando tuve un fuerte dolor de cabeza y me desmayé-

-¿Y desde entonces siempre lo has visto y escuchado?-

-No…-negó con la cabeza-Antes pasaban meses para volver a verlo. Pero éstas últimas semanas lo he visto y escuchado a diario-asentí

-¿Volviste a verlo porque te dio un dolor de cabeza?-quería saber qué era lo que genera a esa otra personalidad. Debía saber qué era lo que le daba fuerza.

Ya tenía una personalidad que era nerviosa y miedosa.

Y, al parecer, en ésos momentos me encontraba hablando con la verdadera personalidad de Daniel. Aunque aún me mantenía atento a cualquier detalle que podría parecer “normal”, pero en realidad no lo era

-No…-pensó durante unos cuantos segundos-Fue después de que tuvimos la sesión de hipnosis. Esa noche tuve una pesadilla y cuando desperté no pude volver a conciliar el sueño-relató-Escuché ruidos en la sala y bajé porque creí que se trataba de algún animal, pero…-se detuvo mientras hacía una mueca de asco-Vi algo a lo que no le encontré forma, pero que me provocó náuseas, mareo y asco-

-Recuerdo ese día-dije-Tuviste un shock emocional porque recordaste algo-

-No, no recordé nada-suspiró-Solo vi a mi otro yo y tuve miedo porque supe que no me había librado de él-sorbió su nariz-Siempre que lo veía era para amenazarme o para burlarse de mí-sus ojos amenazaron con dejar salir las lágrimas, pero se contuvo-

-Entonces… cuando viste a ese otro tú ¿Sentiste las náuseas?-

-No. Eso que vi en el rincón era una persona que estaba en cuclillas y de espaldas a mí. Sus huesos sobresalían y estaba comiendo algo viscoso que, con el sonido, me provocó náuseas-me perdí un poco y tuve que recapitular

-Esa madrugada tú despertaste porque tuviste una pesadilla-Daniel asintió-Y bajaste a la sala porque escuchas ruidos-de nuevo asintió-Y viste a esa persona de cuclillas que provocaba ese sonido viscoso que te dio náuseas. Además de que ese otro tú también estaba ahí-

-Sí, así fue-

Ahora no solo era un misterio.

Un personaje era ese otro Daniel, pero ¿Qué era lo otro?

-¿Has vuelto a ver o escuchar esa otra persona que mencionas?-

-Sí, fue cuando tuve una especie de sueño o alucinación que se sintió muy extraña-

-¿De qué trataba?-recargué mi espalda en el respaldo de la silla y le di toda mi atención

-El lugar era mi habitación, pero todo estaba oscuro a excepción de la puerta, el balcón, el sofá y un rincón que estaban iluminados-me sorprendí. Esos eran los 4 puntos que Sean me había mencionado cuando su amigo Noé leyó la mente de Daniel.

Ni Sean ni yo supimos darle nombres a esos 4 puntos que solo brillaban, pero Daniel me estaba dando la respuesta a esa incógnita

-La puerta de tu habitación, el balcón, el sofá en el que estás sentado y un rincón ¿Brillaban?-

-Sí y mi otro yo me dijo que debía tomar una decisión-

-¿Una decisión?-no comprendí

-Primero me senté en el sofá-dijo-Después tomé la decisión de la puerta cuando salí de casa-asentí-Y… aún no tomo la del balcón y no quiero tomar la del rincón porque mi otro yo me dijo que esa opción era la incorrecta-comprendí un poco más el asunto, pero aún quedó información en el aire.

Cuando Daniel tomó la decisión del sofá ¿Qué sucedió?

Y, sabíamos lo que pasó cuando tomó la decisión de la puerta y sabíamos lo que iba a pasar si tomaba la del balcón, pero ¿Qué representaba el rincón?

En el rincón veía a una persona en cuclillas que generaba sonidos que hacían sentir mal a Daniel. Así que, podría considerarse como una mala decisión, pero entonces ¿Por qué el otro Daniel se lo advirtió?

¿En verdad se trató de una advertencia?

La otra personalidad de Daniel, la agresiva, tenía muchos argumentos en su contra para no confiar en él. Lastimaba y hacía cambiar de opinión a Daniel; además de que lo hacía tomar malas decisiones.

No.

Esa personalidad podría estar mintiendo sobre el rincón, pero volvíamos a lo mismo:

¿Qué representaba el rincón?

-Ese otro tú de piel pálida…-reanudé el interrogatorio-¿Es el único con el que has hablado?-ahora debía averiguar qué tanta interacción tenía con el resto de sus otras personalidad.

Al momento, llevaba 2 personalidades detectadas, pero podrían existir más

-¿El único?-Daniel se mostró confundido durante un instante, pero después recordó un dato-Creo… creo éramos 3 Danieles cuando tuve la alucinación. Uno era yo, otro era el de piel pálida y otro estaba en mi cama-

-¿En tu cama?-pedí detalles

-Sí. Se sintió extraño porque fue como si yo hubiera salido de mi cuerpo y… y me estuviera viendo a mí mismo-despersonalización y desrealización.

La despersonalización era otro síntoma claro del trastorno de personalidad disociativo junto a la desrealización.

Ambos términos significaban el sentimiento de estar separado de uno mismo. Podría haberse tratado de una alucinación que debió sentirse muy real. Era una emoción complicada de explicar y de experimentar

-¿Y no has platicado con ese otro tú que estaba en la cama?-Daniel negó-¿Lo has intentado?-ésta vez, asintió

-Aquella vez lo intenté, pero…auch-se quejó y lo vi presionar una de sus cienes con sus dedos índice y medio

-¿Qué sucede?-

-De repente… me empezó a doler la cabeza-apretó sus párpados con fuerza y volvió a quejarse-Auch…-se inclinó hacia el frente

-La sesión se extendió más de lo normal-me levanté de mi asiento-Descansa y seguiremos hablando en la próxima ¿De acuerdo?-me acerqué a él y coloqué una mano sobre su espalda-¿Te sientes muy mal?-

-Solo me punza de un lado-volvió a quejarse en voz baja

-Ven, recuéstate un momento-lo ayudé a levantarse y juntos caminamos hacia su cama. Lo ayudé a recostarse y llamé a Sean.

Ambos estuvimos acompañándolo hasta que su dolor disminuyó y, cuando Daniel se quedó dormido, hablé con Sean respecto a que el trastorno de personalidad disociativo era una realidad que estaba afectando a Daniel.

Le di recomendaciones para salvaguardar la vida de Daniel y solo hasta entonces, me retiré con información fresca que debía empezar a analizar para obtener más respuestas.

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Una semana después…

Narra Emil

-Emil-la voz de Daniel captó mi atención-La noche anterior recordé un sueño que tuve hace mucho tiempo-sonrió un poco sin apartar en ningún momento su mirada del exterior-En verdad, no sé si fue un sueño, pero me gustó tanto…-

El cambio en Daniel era impresionante y bastante notable.

La sesión de hace una semana había comenzado con una hora de total silencio, pero después hubo un desenvolvimiento por parte de Daniel que terminó en dejarme sorprendido. Obtuve muchas pistas sobre su condición mental y, además, conseguí material de sobra para analizar y crear diversas conclusiones.

Pero ahora… su cambio era rotundo.

Su actitud era muy diferente a la de la sesión anterior.

Si antes me encontré con el Daniel nervioso y miedoso para después pasar a lo que yo consideraba era el “verdadero” Daniel, ahora me encontraba con un Daniel melancólico y pensativo. Era notable su estado de alerta y, tal vez, era eso lo que no encajaba en él. Y no encontraría respuesta a mi pregunta hasta que ambos conversáramos adecuadamente.

Agradecí el hecho de que Daniel había tomado la iniciativa en ésta nueva sesión

-¿De qué trataba el sueño?-recargué mi espalda en el respaldo y le otorgué toda mi atención

-Se sintió como el comienzo de algo-dijo y suspiró-Yo estaba flotando. Me deslizaba a gran velocidad por un lugar que no conozco. Todo lo que me rodeaba era de color amarillo y…-observó con atención los dedos de su mano-Cuando intentaba verme a mí mismo no podía porque era como si yo estuviera fusionado con ese lugar-bajó su mano-No me sentía preocupado y era como si supiera hacia dónde me dirigía-de nuevo suspiró mientras se removía sobre el sofá.

Su posición de ese día era como la de la sesión anterior, pero con su cuerpo dirigido hacia el exterior

-Después de que volé, empecé a caer en picada-su entrecejo se frunció-Caí y caí hasta que aterricé en ésta habitación-me dio la impresión de que esas últimas palabras las mencionó con ¿odio? ¿asco? Incluso su rostro se había deformado un poco-Y me di cuenta de que no me gusta éste lugar-sus ojos se movieron por todo lo que había en su habitación-De echo…-nuestras miradas se encontraron-En realidad, me parece complicado tener que vivir-vi cuando una sola lágrima salía de su ojo izquierdo y esa actitud terminó por preocuparme-Todo ya era complicado, pero empeoró cuando supe la verdad de todo lo que ha pasado-otra lágrima, pero ahora del ojo derecho, brotó-No puedo pensar en otra cosa más que en lo molesta e inútil que resulta mi existencia-más lágrimas empezaron a brotarle, pero eso no logró que su rostro inexpresivo desapareciera.

Con esas pocas palabras, comprendí la gran crisis existencial que Daniel estaba teniendo

-No puedo pensar en otra cosa más que en lo molesta que es mi existencia-sorbió su nariz y sus ojos se irritaron aún más. Su rostro continuó como si nada y nuestras miradas se mantuvieron entrelazadas-Solo puedo pensar en brincar desde el balcón para librarme de todo y de mí mismo-un sollozo se le escapó-No puedo dormir bien y mi otro yo continúa acechándome. Día y noche me dice que todo estaría mejor si yo no estuviera vivo-otro sollozo se le escapó-No existe ninguna razón para continuar existiendo, para continuar viviendo-los sollozos le ganaron en cantidad y, por fin, empezó a llorar.

Mientras se desahogaba como correspondía, mantuvo oculto su rostro entre sus manos.

El cambio era drástico

-¿Qué te parece si intentamos un ejercicio de respiración?-propuse cuando me percaté de que su llanto había menguado

-Incluso respirar me duele-dijo aún con su rostro cubierto-¡No soporto estar aquí!-sus manos se movieron hacia su cabeza y vi el dolor interno que Daniel estaba sintiendo en ese preciso instante

-Tranquilo. Vamos a…-

-¡No lo soporto!-descubrió su rostro y vi la furia en él-¡No quiero que me ayudes!-se levantó del sofá-¡Tú también piensas que mi existencia es una molestia!-me apuntó con su dedo índice-Si yo…-sollozo-Si yo no estuviera..-su llanto no lo dejó terminar

-De acuerdo, Daniel- también me levanté de mi asiento

-¡No te me acerques!-la reacción de Daniel me sorprendió. En un segundo lo tuve frente a mí y al otro lo vi detrás del sofá

-Bien-elevé ambas manos-No me acercaré-le aseguré.

La crisis era bastante peligrosa. Sabía que debía mantener la situación bajo control o algo más podría pasar.

Con cuidado de no ser tan obvio, me las arreglé para averiguar si la puerta del balcón tenía puesto el seguro y… me calmé al comprobar que así era.

En ese momento estuve convencido de que debía actuar con tranquilidad para intentar calmarlo.

Probablemente, sus otras personalidades estaban luchando dentro de él y eso solo confundía aún más a Daniel

-¿Qué es lo que quieres hacer?-de nuevo tomé asiento y los hombros de Daniel se destensaron

-Quiero desaparecer…-susurró-No quiero estar aquí-negó levemente.

Sus palabras no podían significar otra cosa más que el deseo de la muerte. El deseo de dejar de existir. De desaparecer

-Daniel. Te aseguro que no estás solo y que tú no eres ninguna molestia-juré-No comprendo la magnitud de tu dolor, pero en verdad quiero ayudarte-extendí mi mano hacia él-Ayúdame a comprenderte-ofrecí mi último recurso para antes de que la situación se tornara aún más complicada.

Daniel observó mi mano y después negó levemente. Creí que en ese momento iba a necesitar de la ayuda de Sean para que ambos pudiéramos contenerlo, pero la reacción de Daniel fue dejarse caer sobre el piso.

De inmediato me acerqué a él y lo encontré en cuclillas abrazándose a sí mismo. Desde mi perspectiva, lo vi como el niño perdido, desconsolado y solitario que siempre había sido.

Era un niño que necesitaba más que solo amor y comprensión para dejar atrás todo lo que le había hecho daño. Las cicatrices eran visibles y su dolor era palpable.

La desesperanza en su rostro se destacaba justo a la angustia de todos los sentimientos que lo carcomían en vida

-¿Puedo abrazarte?-ofrecí y Daniel solo asintió un par de veces. Me moví con lentitud y, poco a poco, lo envolví entre mis brazos. Escuché su llanto y lo sentí temblar.

A los pocos segundos sentí sus brazos a mi alrededor

-No lo entiendo, Emil…-murmuró contra mi pecho-No lo entiendo-me abrazó con más fuerza-Dime… dime-pidió-¿Por qué vivir me hace sentir tan triste?-sorbió su nariz-¿Acaso la vida es triste o el triste soy yo?-su llanto se reanudó

-Vale la pena continuar viviendo-le aseguré-Tal vez por ahora no puedes pensar en una razón para vivir, pero sí la hay-

Estuve seguro de mis palabras.

¿Existía una razón para vivir?

Por supuesto que sí.

Sí existía.

Continuará…

Notas finales:

¡Muchísimas gracias por leer!

Éste es el capítulo final de la segunda temporada de Fugitivos.

El 9 de enero del 2021 estaré publicando el primer capítulo de la tercera temporada.

Y, más adelante les estaré compartiendo el epílogo de ésta temporada.

Muchas gracias por continuar aquí <3

Los amodoro.

Espero que pasen unas felices fiestas.

Relájense, descansen y disfruten <3

Nos leemos.

Att. Diidi1897


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