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Fugitivos III: La razón por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

En el capítulo anterior…

Terminé mi llamada con Emil prometiéndole que lo llamaría, por lo menos, cada quince días para platicarle sobre mis nuevos avances, tropiezos o descubrimientos.

Disfruté un poco más del clima hasta que me llegó un nuevo mensaje al celular

-No puede ser…-sonreí al leer el contenido del texto.

Fue una gran sorpresa. Siempre lo era.

Aún no descubría cómo es que él sabía cuando algo no andaba bien. Era como si tuviera una alarma en su casa que sonaba cada que yo andaba con una preocupación en una mano y con Sean en la otra mano.

Era increíble.

No contesté su mensaje porque decidí marcarle.

 

Narra Dany

Claudio me contestó al segundo tono

-Hasta que te dignas en llamarme-sonreí ante el regaño que ya esperaba

-Hola, Claudio-saludé

-Hola Claudio-imitó mi tono de voz y mis palabras-No me hables como si nada. Estoy enojado contigo-

-¿Ahora por qué?-por la emoción que sentí al platicar con él, empecé a dar vueltas en el jardín sin que pudiera quedarme quieto ni un segundo. Siempre hacía eso cada que hablaba por teléfono con Claudio

-No me dijiste que regresaron a Múnich-detuve mis pasos-He estado marcando al apartamento y como nadie contestaba creí que les había pasado algo. Tuve que llamarle al idiota de Maxim para que investigara-me reí-No te rías. Esto es serio. Maxim habló con Sean y, ¡Oh, sorpresa! le dijo que ya estaban en Múnich-

-Ya, perdón-reanudé mi vaga exploración en el jardín

-¿Ves lo que tu regla de no recibir llamadas provoca?-bufó.

La regla que mencionaba era una autoimpuesta que trataba sobre que nadie podía marcarme al celular. Sean se había encargado de configurarlo para bloquear todas las llamadas entrantes, pero no los mensajes. Mi regla había surgido porque cada que recibía una llamada, me ponía tan ansioso y nervioso que terminaba por colgar en vez de contestar.

Por eso prefería solo los mensajes; me daban tiempo suficiente para pensar en la respuesta y contestaba cuando lo veía necesario. No era como si tuviera muchos contactos, pero aun así, no hacía excepciones con nadie. Ni siquiera con Sean.

Y no estaba en mis planes responder llamadas en un futuro

-Para rematar, te tomas años enteros en contestar un simple mensaje. Ni siquiera has respondido mi mensaje de la semana pasada ¿Para qué tienes el celular, eh?-continuó con su regaño-Solo te la pasas jugando ese estúpido juego que…-

-Ya voy en el nivel 2,324-lo interrumpí para anunciar mi logro-Éstos días no he podido jugar-Durante varios segundos, hubo silencio del otro lado de la línea

-¿Qué? Daniel…-me imaginé a Claudio frotando su frente como señal de frustración. Inhaló y exhaló profundamente-Como sea-continuó-Me debes una porque tuve que llamar a Maxim para saber de ustedes. Ya tenía meses que no me molestaba y ahora cree que consiguió una nueva oportunidad-relamí mis labios.

Maxim.

Aunque para Claudio Maxim era una “molestia”, para mí continuaba siendo el que me permitió formar una amistad más cercana con Claudio.

Aunque mi amistad con Claudio comenzó por un descubrimiento, el tema de Maxim nos acercó aún más.

Escena Retrospectiva (Flash Back)

Zúrich, un año atrás

Metí mi mano en los bolsillos delanteros de la única mochila que había traído conmigo desde Múnich para asegurarme de que no había algo más antes de meterla en la lavadora. A pesar de que la tuve durante mucho tiempo sobre la mesa que había en mi habitación, nunca la toqué. Solo Sean se había encargado de sacar las pastillas antidepresivas que Emil me había recetado cuando aún estábamos en Múnich. Creí que eso había sido lo único que guardamos momentos antes de que saliéramos de casa rumbo a Zúrich, pero justo ahora quería asegurarme de que no había nada más.

Revisé el compartimento más grande y no encontré nada. Cuando revisé el más pequeño, las puntas de mis dedos rozaron algo.

Tomé ese algo y lo saqué.

Descubrí que se trataba de un pedazo de papel que estaba muy arrugado y hecho bola. Lo desdoblé con mucho cuidado porque el papel ya se encontraba gastado y lo leí:

 

Lo siento, Dany. Nunca quise lastimarte.

Por favor, no te rindas.

Llámame cuando quieras: 089 6773082

O mándame un correo: claud0158@gmail.com

También puedes visitarme: Viale Pasitea, 260, 84015. Positano, Italia

Siempre estaré para ti.

-Claudio

Di media vuelta al papel, pero no encontré nada más. Eso era todo lo que tenía escrito y no entendí mucho.

¿Por qué Claudio me pedía disculpas?

¿Cuándo me había lastimado?

Releí el contenido de la nota y por más que me esforcé en recordar, continué sin entender a lo que se refería.

Los días siguientes me la pasé intentando recordar a lo que Claudio se refería, pero no lo conseguí. Solo provoqué gastar aún más el pedazo de papel por estarlo manipulando con mis dedos, así que, antes de que la información se borrara por completo, decidí reescribir sus datos de contacto en una de mis libretas.

Una semana después

Me entretuve dando vueltas sobre la silla giratoria que había en la sala del apartamento. Justo frente a mí tenía la computadora de Sean que, a diferencia de tiempo atrás, ahora apenas y tocaba. Yo solo había aprendido a utilizarla para jugar algunos juegos en línea o para ver películas y series cuando me encontraba solo, como en ese momento.

Sean había ido a su terapia y yo no tenía.

Ese día me había levantado con la intención de mandar un correo electrónico a la dirección que Claudio había apuntado en el pedazo de papel porque no soportaba la curiosidad de saber a lo que se refería con lastimarme, pero ahora que tenía la hoja en blanco frente a mí, no sabía qué poner.

Llevaba así más de 30 minutos sin conseguir ningún avance.

La opción de llamarle estuvo descartada desde un principio.

Tenía mucho que preguntar, pero como no era cercano a Claudio, no sabía cómo debía preguntarle.

¿Debía preguntárselo directamente? No. Tal vez él ya no se acordaba.

Había pasado más de un año y medio desde que dejamos Múnich. Ni siquiera yo recordaba lo que él mencionaba. Tampoco recordaba ese papel ¿En qué momento me lo había dado? ¿De dónde lo saqué cuando dejamos Múnich? O acaso ¿Siempre estuvo en la mochila?

No recordaba ni la más mínima pista, así que… no quedaba de otra más que preguntarle directamente a Claudio.

No lo pensé más y empecé a teclear.

Ni siquiera releí mi corto mensaje y di clic en “enviar”.

Días después

Recordé que debía revisar mi correo y gran sorpresa me llevé cuando vi que obtuve una respuesta minutos después de que había enviado el correo. Ese día solo había enviado el mensaje y apagué la computadora.

Leí el correo. Su respuesta no me decía mucho.

Tal vez se debía a que solo escribí un “Hola” que me tomó más de 30 minutos en pensar

-¿Quién eres?-decía en el correo que recibí como respuesta.

Escribí mi nombre y con eso envié un nuevo correo.

Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)

Pese a que en un principio mis respuestas y preguntas fueron cortas, eso no desanimó a Claudio de querer seguir manteniendo contacto conmigo una vez que los asuntos del papel y de la disculpa quedaron aclarados.

Su disculpa se debía a que, cuando yo me encontraba en uno de los momentos iniciales de mi depresión, Claudio propuso que saliéramos a ver una película al cine. No le vi ningún problema a eso, pero él se encargó de recordarme que esa “pequeña” idea provocó una discusión entre Sean y yo.

Entonces, recordé que en esa ocasión me encontraba desesperado por salir y ver un poco el exterior después de haber pasado muchos meses en casa debido a mi rehabilitación física. La sola idea de salir e ir a ver una película me emocionó muchísimo. Sean no pensó lo mismo. Le reclamé y le eché en cara del porqué me había sacado del laboratorio si solo iba a estar encerrado en casa. Aquella vez, aunque le estaba reclamando, las piernas me temblaban por la debilidad, pero eso no me importó.

En esos días no podía pensar con claridad. Todo lo recordaba muy borroso y era como si cada día fuera un sueño. Por eso no había recordado ni siquiera que Claudio fue a mi habitación para despedirse y dejar el trozo de papel sobre el buró de mi antigua habitación.

Lo que me parecía más increíble era que, con todo y el caos de nuestra repentina partida, había traído conmigo ese papel. Tampoco recordaba mucho del último día que pasé en Múnich porque fue un día después del que viví una de mis peores crisis.

Fue un día después de que tuve mi segundo intento de suicidio

-¿Qué te ha dicho Maxim?-

-Me está mandando mensajes todos los días para desearme un buen día y luego en las noches me desea las buenas noches-suspiró-Pero ese no es el tema central, no intentes distraerme-sonreí.

Claudio se escuchaba molesto, pero yo sabía que, aunque sí estaba molesto, ya había extrañado que Maxim volviera a intentar enmendar su error.

El error de Maxim fue haberle mentido.

Y Claudio no toleró esa mentira cuando la descubrió, así que decidió cortar todo tipo de relación con Maxim.

Ese era el tema que Claudio y yo teníamos en común y fue lo que nos acercó aún más. Solo que, su situación era al revés a la que yo tenía con Sean. Pero ni Sean ni yo nos habíamos mentido. Hasta el momento.

En realidad, no nos habíamos hecho nada y ese era el problema.

Maxim buscaba a Claudio, pero Claudio no le hacía caso.

Yo buscaba a Sean, pero Sean no me hacía caso.

Claudio era el único, además de Emil, que sabía y entendía lo que sucedía y lo que no sucedía entre Sean y yo. Era Claudio quien escuchaba mis quejas y, a diferencia de Emil, me daba consejos menos técnicos y que me hacían comprender de otra manera lo que estaba sucediendo.

¿Por qué nació ese tipo de confianza entre Claudio y yo? Porque él empezó a platicarme sobre su problema con Maxim y, poco a poco, los temas fueron surgiendo.

Hasta el momento, era Claudio quien me animaba cuando nada con Sean iba bien y me entendía con solo ver mis expresiones faciales o con escuchar mi voz.

También, él tenía una alarma en su casa que sonaba cada que yo estaba pasando por un mal momento por Sean. Claudio solo se reía cada que le decía eso y lo negaba. Pero yo no le creía. Si no era gracias a esa alarma ¿Cómo sabía el momento perfecto para mandarme un mensaje y preguntarme cómo estaba?

-Dime ¿Cómo estás?-ahí estaba. Todo era gracias a esa alarma. Seguro

-Bien. Lucy y Tom siguen siendo los mismos. Ben ya creció-

-¿Y James?-

-Se va muy temprano a trabajar y llega muy tarde. No lo he visto para nada a pesar de que vivimos en la misma casa-

-Pobre-hubo silencio por parte de ambos hasta que él suspiró-¿Y Sean?-

-Normal-elevé ambos hombros mientras revisaba un conjunto de flores blancas que había en un rincón del jardín

-¿Qué sucedió?-

-Nada-hice un puchero porque sabía que él no me estaba viendo. A veces, cuando hacíamos videollamada, necesitaba mantener mis manos entretenidas para que los nervios y la preocupación no se me notaran tanto, pero casi nunca funcionaba. Claudio siempre descubría mis mentiras.

En realidad, todo mundo las descubría

-Siempre es nada-resopló-¿Qué sucedió?-repitió y empecé a contarle cuando Sean hizo mención de Melissa y de la muy pequeña discusión que tuvimos-Siempre hace lo mismo-asentí a sus palabras-Y tú no te quedas atrás. Siempre haces lo mismo. Te vas porque no quieres discutir con él-

-No va a servir de nada que la discusión se haga más grande-

-Va a servirte para que de una vez aclaren las cosas. Sean se hace el loco y tú entras en su juego-

-No quiero escuchar lo que ya sé-

-Ya te dije que lo que tú sabes, no es verdad ¿Por qué no me crees?-

-Porque Sean…-

-Otra vez justificando a Sean-Claudio me interrumpió-Dany, ya te dije que no te preocupes por él. Sean sabe perfectamente lo que hace y porqué lo hace, pero no es claro contigo y tú no insistes. Solo te trae en un tira y afloja que solo te cansa a ti-exhaló con pesar-Parece que Sean hace mucho, pero en realidad no mueve ni un dedo. Tú solo creas ideas en tu cabeza y no haces algo para poner a prueba esas ideas-

-No quiero saber…-

-Sí, ya lo sé-guardé silencio-Sigue sin hacer nada y continúa disfrutando de Sean en silencio. Tal vez él también hace lo mismo contigo-capté su tono sarcástico. Lo utilizaba mucho cuando ya no quería seguir hablando de un tema

-Ya ni puedo hacer eso-murmuré. Claudio ya quería terminar con el tema, pero yo aún tenía varias inquietudes

-¿Qué quieres decir?-

-Antes de que Sean mencionara a Melissa, empezó a comportarse extraño-suspiré-Creo que fue porque se enteró de que Tom ya sabe sobre su terapia. Lucy también ya lo sabe-rematé

Claudio se quedó en silencio durante unos segundos y, pese a que él también sabía sobre la terapia de Sean, me pidió que le explicara el problema completo

-Tom es un idiota y Sean no se queda atrás-

-Le pedí disculpas y me las dió, pero al día siguiente todo fue extraño. Tal vez…-me acosté sobre el pasto y observé hacia el cielo para pensar en el asunto durante algunos segundos

-¿Tal vez?-

-No lo sé… tal vez Sean mencionó a Melissa para que yo sintiera lo mismo que él sintió cuando le revelé a Tom lo de su terapia-

-No, Daniel. Ya te había dicho que Melissa es la excusa perfecta de Sean y no hace más que traer el tema cada que le conviene-

-Pero él me dijo…-

-Olvida lo que te dijo. Mintió-me enderecé

-¿En qué mintió?-tuve la impresión de que me perdí un poco en la conversación.

Suspiró

-Después te explico. Tengo que regresar a mi trabajo-

-No…-rogué. No podía dejarme con la duda

-Adiós, el fin de semana hacemos videollamada ¿Sí?-suspiré

-Sí, está bien-Claudio colgó y yo me quedé unos cuantos minutos más en el jardín para intentar descubrir a lo que Claudio se refería.

¿Sean había mentido?

¿En qué?

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La lluvia continuó estrellándose con fuerza contra el parabrisas del automóvil que Sean conducía. Me entretuve viendo una que otra gota que chocaba hasta que se deslizaba hacia abajo para, poco a poco, ir perdiendo su forma.

Cuando Sean y yo salimos de casa no estaba lloviendo, pero a mitad de camino la lluvia empezó a caer. Primero fueron una que otra gotita y después el aguacero empezó. Conforme veía que el camino empezaba a cubrirse con la niebla que la intensa lluvia provocaba, pensé que tuvimos buena suerte de elegir ese día para no ir a buscar más opciones de apartamentos porque si no, nos habríamos mojado mientras buscábamos en dónde resguardarnos.

Ese día era diferente porque nos encontrábamos de camino al hospital.

No era porque me sintiera mal o porque necesitara de algún medicamento. No. Ésta vez era para hacer una visita a la persona que tanto nos había ayudado a Sean y a mí.

Íbamos a ver a Iván.

Por fin se había cumplido una semana desde nuestro regreso a Múnich. Y tal y como ya lo habíamos planeado, tocaba encontrarnos con él.

Iván encabezaba mi lista de “personas a las que quiero volver a ver”. Quería platicar con él porque tenía mucho que decirle y porque, tal vez, él también tenía algunas cosas que contarme. También quería que me viera sano y recuperado; mi objetivo era que dejara atrás al Daniel enfermo para que mi nuevo yo viviera dentro de su mente.

Y, por último, pero no menos importante, quería darle las gracias por todo lo que había hecho por mí.

Me sentía nervioso, pero más emocionado de volver a verlo.

El automóvil por fin giró hacia la derecha después de que viajamos varios kilómetros en línea recta y no pasó mucho tiempo para que el enorme hospital quedara a la vista.

Me sorprendí al verlo.

Era la primera vez que lo veía sin que estuviera cansado, dormido, medio inconsciente o con una aguja incrustada en alguna parte de mi cuerpo.

Después de que pasamos un punto de control, en donde los guardias de seguridad confirmaron que teníamos una cita con Iván, Sean se encargó de aparcar lo más cerca posible de una de las muchas entradas que el hospital tenía.

Cuando el auto por fin se detuvo, me coloqué el gorro de la chamarra porque la lluvia no había disminuido ni un poco

-Espera, aún no te bajes-dijo Sean mientras yo dejaba mi mano sobre el seguro de la puerta. Bajó de su lado, sacó algo de los asientos traseros y después fue hacia mi lado. Vi que abría un paraguas y acto seguido abrió mi puerta-Con cuidado, hay un charco-extendió una mano hacia mí y yo la tomé para poder impulsarme y brincar sobre el charco que mencionaba.

Sean se encargó de cerrar mi puerta y después pasó un brazo sobre mis hombros para que ambos pudiéramos compartir el único paraguas disponible, el cual, no tenía ni idea que Sean había traído.

Caminamos uno al lado del otro rumbo a la entrada y nos separamos cuando estuvimos a salvo de la lluvia.

Lo primero que noté fue que, tanto el exterior como el interior del hospital, se sentían fríos. Por un instante me sentí extraño al estar ahí sin que fuera un paciente. Todo me pareció tan anormal, pero al mismo tiempo familiar.

Sean cerró el paraguas y ambos nos acercamos al escritorio de recepción

-Hola, tenemos una reunión con el doctor Iván a las 11-Sean se dirigió a la enfermera que apenas terminaba de atender una llamada

-¿Sus nombres?-acomodó sus lentes y volteó a vernos

-Sean y Daniel-la enfermera asintió y empezó a buscar la información en su computadora

-El doctor Iván se encuentra en una reunión-Sean y yo volteamos a vernos

-¿No podrá recibirnos hoy?-pregunté

-No se preocupe, tengo anotado que su reunión con él no se ha cancelado, solo se pospuso. El doctor los atenderá en un cuarto de hora. Tomen asiento en la sala de espera, yo les informaré cuando el doctor pueda recibirlos en su oficina-le sonreí a la enfermera y ella me regresó la sonrisa

-Gracias-

Ambos nos alejamos de la recepción y tomamos asiento en la sala de espera. Sean no tuvo problema en distraerse con su celular, pero yo me levanté un par de veces de mi asiento para, primero, leer todos los avisos que había pegados en una zona específica de la sala. Después, me entretuve viendo la lluvia que continuaba cayendo a cántaros. Desde la puerta pude ver el automóvil que James nos había dejado ese día para que pudiéramos venir al hospital.

Cuando di un paso hacia atrás para disponerme a regresar a mi lugar, choqué de espaldas contra alguien

-Lo siento-dije y el enfermero con el que choqué me sonrió

-No te preocupes-continuó su camino junto al grupo de enfermeros que lo acompañaban. No los perdí de vista hasta que giraron hacia la izquierda al final de un pasillo.

Al ver a los enfermeros y a otro par de enfermeras que pasaron a mi lado, un nombre llegó a mi mente.

Regresé a mi lugar y cuando tomé asiento, suspiré

-¿Estás bien?-Sean guardó su celular y me prestó atención

-Al ver a esos enfermeros… pensé en Johann-Sean asintió, pero no mencionó algo más-¿Él trabaja en éste hospital?-

-Antes sí, ahora no lo sé-relamí mis labios.

Johann también se encontraba en mi lista de “personas a las que quiero volver a ver”. También quería platicar con él y darle las gracias. Además, necesitaba arreglar un asunto con él que no me dejaba en paz.

Mi plan no era visitarlo tan pronto porque aún no me sentía preparado… pero si tenía tiempo disponible y me encontraba en el lugar donde él trabajaba ¿Por qué no buscarlo?

De nuevo me levanté de mi asiento y me dirigí a recepción. Esperé a que la enfermera terminara de arreglar unos asuntos con otras enfermeras y después me prestó atención

-¿Dime?-

-Una pregunta ¿El enfermero Johann aún trabaja aquí?-

-¿Johann? ¿En qué especialidad está?-me quedé en blanco por su pregunta. Negué varias veces con la cabeza

-No lo sé…-murmuré

-¿Cuál es su nombre completo?-

-Tampoco lo sé…-intenté hacer memoria, pero no conseguí nada. Tal y como sucedía con todo mi pasado en Múnich, la información y los recuerdos eran borrosos al igual que confusos-Él… él fue mi enfermero hace tiempo-por lo menos me sabía lo básico

-¿Hace cuántos meses?-

-Tres años…-la enfermera elevó ambas cejas y no la vi muy convencida de lo que le decía, pero aun así, se encargó de teclear algunas cosas en su computadora. Esperé en silencio

-¿Estuviste internado en éste hospital o en alguna otra sede?-asentí, pero luego negué

-Él se encargó de atenderme en casa-la enfermera hizo una mueca

-Lo siento, no puedo ayudarte solo con esa información. Necesitas ser más específico. Tengo registrados a 3 Johann que trabajan en éste hospital. Todos son de diferentes especialidades-dudé aún más

-Johann está en el área de nutrición-me sobresalté cuando, de un momento a otro, Sean apareció a mi lado.

La enfermera empezó a teclear de inmediato

-El Johann que estás buscando-habló hacia mí-Se encuentra en el piso 19. Su oficina es la número 5-volvió a acomodar sus lentes mientras leía más información en su computadora-Tienes suerte. Su turno termina en una hora-sonreí de inmediato

-Gracias-le dije a la enfermera y volteé a ver a Sean-Voy a verlo-anuncié y, cuando estuve a punto de avanzar hacia el elevador, Sean me tomó de un brazo para detenerme

-Te mando un mensaje cuando Iván se desocupe-asentí y me dejó ir.

Subí al elevador y presioné el botón del piso 19. Cuando las puertas se abrieron, dudé en salir porque me sentí extrañamente inquieto. Las puertas, de lo que suponía eran los consultorios, estaban frente a mí y solo tenía que buscar la que la enfermera me había dicho, pero dudé porque no sabía muy bien qué es lo que iba a decirle a Johann cuando lo tuviera en frente.

Di un paso atrás.

Tal vez, lo mejor era esperar un poco más para que pensara bien en lo que iba a decirle.

Di media vuelta, pero no me moví. Durante varios minutos, estuve repensándolo.

Definitivamente, ese era un buen momento. Quien sabe hasta cuándo iba a tener otra oportunidad para ir al hospital y yo ya necesitaba desahogarme con el asunto de Johann.

Volví a dar media vuelta y empecé a buscar la puerta 5.

Me detuve frente a una que tenía un letrero que decía “Consultorio 5: nutrición”. Toqué 3 veces sin pensarlo demasiado y a los pocos segundos escuché un “adelante” desde el interior.

Giré el pomo e ingresé.

Lo primero que vi fue a Johann sentado detrás de su escritorio leyendo unos papeles. Llevaba puesto su uniforme blanco y, para mi sorpresa, de fondo se escuchaba música clásica

-Si quieres que firme más documentos, solo déjalos sobre mi escritorio, por favor-dijo sin levantar su mirada.

Yo me moví.

No supe cómo reaccionar.

Habíamos pasado por tanto juntos que… era increíble la situación en la que me encontraba. Nunca llegué a imaginarnos así.

Johann continuó concentrado en sus papeles, así que, para llamar su atención, lo único que se me ocurrió fue aclararme la garganta.

Él elevó su mirada y se me quedó viendo durante un par de segundos. Le sonreí y su rostro de confusión se aseveró

-Quién…-vi el momento justo en que sus ojos se entrecerraron y su boca se entreabría-¿Daniel?-dejó los documentos a un lado y se levantó de su lugar sin dejar de verme. Mi sonrisa se agrandó

-Hola-se acercó a mí con un rostro lleno de sorpresa que me hizo sentir menos nervioso y más seguro

-¿En verdad eres tú?-asentí varias veces-¡Vaya, qué sorpresa!-Johann se carcajeó-¡Mírate!-colocó sus manos sobre mis hombros y los estrechó-Ni siquiera te reconocí. Estás diferente-me observó de pies a cabeza-Pero ven, no te quedes aquí. Toma asiento-me cedió el paso a uno de los dos asientos que había frente a su escritorio. Johann se sentó a un lado de mí sin dejar de sonreír-Lo último que supe de ti fue que te habías marchado junto a Sean ¿Cuándo regresaste?-

-Hace una semana-Johann me tomó de la mano y fue como si hiciera mía la alegría que él sentía al verme.

Nuestro reencuentro estaba siendo muy diferente al que alguna vez llegué a imaginar.

De todos los escenarios posibles que mi cabeza había creado, ninguno se acercaba al que estaba experimentando en esos momentos

-Aún no puedo creerlo…-volvió a verme de pies a cabeza-¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿2, 3 años?-

-Casi 3-

-Vaya…-relamió sus labios, pero su sonrisa no desapareció-Veo que te va muy bien-asentí-Y dime, cuéntame ¿En dónde estabas?-

-Sean y yo nos fuimos a Zúrich-

-¿Suiza?-elevó ambas cejas y se carcajeó-Es la capital del chocolate-yo también me reí

-Sí, después de que me recuperé por completo empecé a comerlo casi a diario-

-Me lo imagino. Recuerdo que profesabas un amor incondicional por el chocolate-me avergoncé un poco al escuchar sus palabras. Y me impresioné porque nunca me imaginé que Johann recordara un dato como ese sobre mí-Estuviste viviendo en el paraíso-estrechó con más fuerza mis manos-Por cierto ¿Viniste solo?-

-Vine con Sean. Él se quedó en recepción porque estamos esperando a que Iván salga de su junta-expliqué

-Ah, claro-asintió varias veces y dio una mirada al reloj que tenía en su pared-No falta mucho para que termine-dijo y, en ese momento, mi celular vibró, pero lo ignoré-¿Vinieron para hablar con él?-asentí-¿Aún estás en tratamiento?-su rostro cambió a uno de preocupación

-Solo de vez en cuando sigo hablando con Emil, pero hoy estamos de visita-su sonrisa regresó

-Me alegra mucho escuchar eso. En verdad-de nuevo estrechó mis manos entre las de él y cuando estuvo a punto de decir algo más, mi celular empezó a soltar varias alarmas de mensajes nuevos.

Tuve que liberar una de mis manos y sacarlo de mi bolsillo para revisar las notificaciones

“Iván ya salió de su junta, nos espera en su oficina” fue el primer mensaje de Sean

“Nos vemos en su oficina”

“Piso 26. La última puerta del pasillo”

“No tardes”

Suspiré

-¿Ya te está buscando?-preguntó Johann

-Sí…-guardé de nuevo mi celular-Quería platicar más contigo-me lamenté y Johann negó

-No te preocupes. Tenemos todo el tiempo del mundo para ponernos al corriente. Me gustaría saber más del nuevo Daniel-volvió a sonreírme y a tomarme de las manos

-Podemos quedar en otra ocasión-propuse-Tengo las tardes libres-

-Perfecto-sonrió mostrando sus dientes-Veo que ya eres parte del mundo tecnológico-me reí-Dame tu número y acordamos una fecha-

De inmediato, accedí.

 

Notas finales:

Ya ha pasado tiempo desde que no actualizo aquí xD.


Les recuerdo que esta historia ya va en el capítulo 23 en Wattpad, pero la seguiré compartiendo aquí aunque tarde un poco más en subirles los caps.


Gracias por continuar aquí <3


Nos leemos.


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