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129. Envuelto en un Lazo (22)- Villa Kim por dayanstyle

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A la mañana siguiente, Hae Chan entró a la cocina por un café. La cabeza le estaba matando, y no había conseguido dormir. Peor, su tío estaba sentado en la mesa, una botella de whisky delante de él. El hombre se veía borracho.

No era una sorpresa.

—Te escuché escurriéndote por el suelo, a las cuatro de la madrugada.

Entrecerró los ojos, cuando miró a su tío. —No me escurro por el suelo.

—Te expliqué sobre venir tan tarde. —Travis se levantó, balanceándose ligeramente. Dudaba que el hombre hubiese dormido la pasada noche. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su cabello grasiento y enmarañado y su ropa era un desastre arrugado. Por otro lado, este era el estado natural de Travis.  

Y olía como si aún no se hubiese duchado. El fétido olor hizo que  tuviese arcadas, mientras se abría paso por la cocina para servirse una taza de café.

 

—Tengo veintiuno—Le dio a su tío el innecesario recordatorio, mientras dejaba la jarra. —Los adultos no tienen toque de queda.

 

Escuchó encenderse la televisión en la sala de estar. Ji Sung estaba despierto. Lo último que quería, era que su hermano los escuchara discutiendo, pero sabía que Travis no dejaría el asunto. YA era bastante malo que Ji Sung discutiera con Travis todo el tiempo. Independientemente de lo que pensara Ji Sung, estaba bastante seguro que Travis los pondría de patitas en la calle, si lo presionaban demasiado.

—Mira, chico—Travis lo señaló con un dedo. —Mi casa, mis normas. Te lo dije cuando los traje a ambos y nada ha cambiado. Continúen rompiendo mis reglas y tendrán que encontrar un nuevo lugar donde vivir.

Levanto el whisky de la mesa y salió furioso de la cocina, golpeando la botella contra la pared. Pensó que se rompería, pero no fue así y Travis siguió adelante.

Dejándose caer en la silla, gimió. Se habría mudado hace mucho tiempo si no fuese por su mierda de sueldo. Necesitaba un mejor trabajo, pero su único conjunto de habilidades involucraba el trabajo en la fábrica, y desde ahora mismo, ningún lugar estaba contratando. Incluso si lo estuviesen, aún haría lo que hacía ahora.

—Hey—Ji Sung asomó la cabeza por la cocina. —¿Hiciste el desayuno?

Agarró la barra de pan de la mesa y se la lanzó. —Haz algunas tostadas.

Ji Sung entró a zancadas en la cocina y puso el pan en el mostrador. —No sé por qué dejas que ese borracho te hable de esa forma.

—Porque no me gusta dormir debajo de los puentes—dijo. —Deja de fastidiarme y ve a ver la televisión.

Con un ceño fruncido, Ji Sung salió de la cocina. Él se sentó ahí y pensó sobre la pasada noche, Jeno y cómo había sacudido su mundo. Demasiado malo que no hubiese sido capaz de quedarse. Habría sido agradable despertar al lado de Jeno, pero sabía que su tío lanzaría un ataque si no hubiese regresado a casa. Ji Sung y él eran adultos, pero Travis actuaba como un completo idiota cuando se trataba de las normas de la casa.

Tenían un techo sobre sus cabezas, y eso era todo. Travis hacía que Ji Sung y él compraran la comida y pagaran la mayoría de las facturas. Ir al club era su único lujo, y sólo era capaz de permitírselo una vez al mes. Se levantó y sacó huevos y tocino de la nevera. Comenzó a hacer el desayuno, mientras sus pensamientos  seguían regresando a Jeno. Había gastado dinero que no tenía para tomar un taxi a casa, y ahora tendría que caminar al trabajo, hasta que le pagaran de nuevo.

 

—¿Necesitas ayuda?—Preguntó Ji Sung cuando regresó a la cocina. Se detuvo en el mostrador y se quedó boquiabierto ante él. —Será mejor que te alegres de que Travis estuviese borracho. Hombre, ¿quién te ha estado chupando el cuello?

Su mano fue automáticamente hacia su garganta. —¿De qué estás hablando?

Ji Sung frunció el ceño. —Tienes dos enormes chupetones, idiota.

Genial. Malditamente genial. Al menos era invierno y podría llevar cuellos de tortuga para esconder las marcas, hasta que se desvaneciesen. Travis hablaría mierdas si las hubiese notado, y él intentaba evitar cualquier tipo de confrontación con su tío, tanto como le fuera posible.

—Comienza con el tocino, mientras voy a ponerme un jersey—dijo. Cuando pasó por la sala de estar, vio a Travis acostado sobre el sofá, la botella aún aferrada a su mano. Tuvo un impulso de hacerle un gesto obsceno con el dedo.

 

Encontró un jersey de cuello de tortuga en su armario, y luego buscó alrededor su teléfono. Comprobó los pantalones que se había puesto la pasada noche, su cama, cómoda y suelo, pero no lo vio por ninguna parte. ¿Lo había perdido en el taxi o dejado en la casa de Jeno?  

Dejó de buscarlo, cuando escuchó a alguien golpeando la puerta principal. Fue a ver quién era, pero Ji Sung se le adelantó.

—Se supone que estás haciendo el tocino.

—Ya está listo—Ji Sung abrió la puerta. Hae Chan rodó los ojos cuando vio a Stan al otro lado. Era el mejor amigo de Ji Sung, y lo irritaba mucho. Stan también era la fuente de muchas discusiones entre Ji Sung y Travis. Afortunadamente, Travis estaba roncando lo suficientemente alto para derribar las paredes.

Cuando regresó a la cocina, su ira estaba hirviendo a fuego lento. El tocino estaba quemado. Apagó el fuego y agarró el teléfono de la casa, marcando a su propio móvil.

 

—Me imaginé que echarías esto de menos—dijo Jeno cuando respondió. Estaba agradecido por no haber dejado su teléfono en el taxi. También se olvidó del arruinado tocino, ante el sonido de la voz de Jeno.

 

—Creo que me lo robaste de manera que pudieras volver a verme— Regresó los huevos a la nevera. Si a Ji Sung no le importaba cocinar bien el tocino, entonces él no iba a molestarse con el desayuno. No estaba hambriento, sólo con resaca.

—Tendré que cobrarte una tarifa, si te lo llevo —dijo Jeno.

—¿Qué clase de tarifa? —Miró hacia la entrada de la cocina, cuando el volumen de la televisión se elevó. Travis debía haberse ido a la cama, porque le estaría dando un ataque por el alto volumen, si aún estuviese en la sala de estar.

—Desayuno —dijo Jeno.

—¿Tengo que cocinarlo? —Abrió la bolsa de la basura y arrojó el tocino quemado. Odiaba tirarlo. Era caro y debería ser sacrilegio el quemarlo.

—No, podemos salir y conseguirlo.

—¿Tengo que pagar?

—Haces muchísimas preguntas.

—Un chico tiene que saber, en lo que se está metiendo —dijo. —Si tengo que pagar, prepárate para sólo tomar un café.

Jeno se rio entre dientes y el sensual sonido provocó que su polla temblara. —Yo lo compraré. Sólo dime dónde vives.

De ninguna manera tendría a Jeno recogiéndole en casa. Sólo… infiernos, no. —¿Qué tal si me reúno contigo en el restaurante que elijas?

—O simplemente podría utilizar el GPS de tu teléfono y darle a Casa— Dijo Jeno. —Estaré allí en treinta minutos.

 

Si Hae Chan no hubiese dejado atrás su teléfono, Jeno no estaba seguro de cómo habría encontrado a su pareja. Aún estaba enojado de que este se fuese en mitad de la noche. Había planeado contarle al humano sobre ellos siendo pareja, pero primero había querido descansar, y no había sabido que su pareja haría un acto de desaparición.

Antes de que pudiese discutir, Jeno colgó. Mierda. Eso le daba media hora para ducharse y esconder a sus parientes. Se aseguraría de estar esperando en la pila de nieve en el jardín, cuando Jeno apareciese.

Ya que su pareja había dicho que el restaurante era de su elección, llevaría a Hae Chan de regreso a Villa Kim. Siendo domingo por la mañana, el restaurante estaba lleno. Parecía que no había sido el único buscando salir de casa. No le importaba el invierno, pero ser un ermitaño tenía sus límites.

—Hey, Jeno —dijo Donghae cuando los llevo a su mesa. —¿Hoy estás libre?

—Lo estaré, durante la siguiente semana o dos. —Asintió con la cabeza hacia Hae Chan. Una mirada de entendimiento entró en los ojos del camarero.

—Bien, buena suerte—Donghae se alejó a toda prisa, hacia otra mesa.

—¿Qué fue eso? —Preguntó Hae Chan, cuando tomó asiento. —Vi esa mirada en los ojos del camarero. ¿Él es otra de tus cosas secundarias?

—Donghae ya está en una relación comprometida—Agarró el menú, aunque había comido allí tan a menudo que se lo sabía de memoria.

 

—De manera que tonteas con hombres comprometidos, ¿huh? —Hae Chan había sido divertido y sexy la pasada noche, pero esta mañana, se estaba irritando. Cuando fue a recoger a su pareja, Hae Chan había corrido por la calle, intentando subirse a la camioneta, antes de que hubiese estacionado. Entonces se quejó todo el tiempo sobre la necesidad de llegar pronto a casa. Era como si estuviese haciendo todo lo posible por esconder algo en ella, y él estaba igual de decidido a descubrir qué estaba pasando.

—No cazo en propiedad ajena, y malditamente seguro que no voy tras hombres en una relación—Se dio cuenta de que básicamente se había repetido, pero no se molestó en corregir lo que había dicho. —Sólo ve lo que quieres comer.

Hae Chan puso el menú a un lado. —Lo siento. Estoy siendo un imbécil.

La disculpa contribuyó en gran medida a calmar su frustración. 

—¿Qué sucede?

 

Hae Chan puso una falsa sonrisa, cuando el camarero les trajo los vasos de agua. Pidió un café y Hae Chan un zumo de naranja. Cuando Donghae se alejó, Hae Chan se giró hacia él. —Bueno, si realmente debes saber, mi vida en casa no es tan grandiosa. No quise avergonzarme trayéndote dentro, y mi necesidad de no estar fuera por mucho tiempo, me enoja seriamente.

 

—Así que, ¿no estás intentando deshacerte de mí?

Hae Chan soltó una carcajada. —Difícilmente, hermoso. En todo caso, quiero saltar sobre tus sexys huesos, pero si no regreso a casa, Travis comenzará con Ji Sung y si no estoy ahí para mediar, la mierda se pondrá fea y no me extrañaría que Travis echase a Ji Sung.  

No tenía idea de quiénes eran Travis o Ji Sung. Debió haberse mostrado en su rostro.

—Travis es mi alcohólico tío, y Ji Sung es mi angustiado hermano, al que le gusta comenzar a cagarla sólo para ver a Travis conmocionado—Hae Chan quitó el papel alrededor de la pajita, haciéndole una bolita y arrojándolo a un lado, antes de tomar un sorbo de su agua. —De manera que ahora sabes lo revueltas que están las cosas en casa. ¿Cómo es tu vida personal?

—No es tan emocionante—dijo. —Pero tengo tres hermanos que me ponen de los nervios la mayor parte del tiempo. Dos de ellos viven aquí, en el pueblo, el más mayor y mi madre viven en la ciudad.

—Y vi un perro la pasada noche —dijo Hae Chan. —¿O sólo estaba demasiado borracho?

—Basil —dijo, cuando Donghae trajo sus bebidas y tomó los pedidos de sus desayunos. El volumen de voces en el restaurante, era manejable, con el ocasional chillido de un niño o un padre gritándole a su hijo que se callase. Su estómago retumbó antes el olor de comida a su alrededor. Después de la última noche, estaba hambriento.   

Cerró los ojos brevemente y maldijo, cuando divisó a Chen Le entrando en el restaurante. Estaba teniendo la esperanza de evitar a sus hermanos en el restaurante, pero debería haberlo imaginado. Normalmente habían desayunado juntos los domingos, pero ya que había ignorado sus llamadas esta mañana, pensó que Chen Le no aparecería.

—Ahora eres el único que parece querer deshacerse de mí —, dijo Hae Chan después de tomar un sorbo de su zumo. —¿Tanto te estoy aburriendo?

Sus ojos se clavaron en Hae Chan. —Dudo que incluso pusieses hacerlo.

—Llévame de nuevo a tu casa y veremos lo aburrido que puedo ser—Se rio entre dientes.                                                                                                                   

—Pensé que tenías poco tiempo—Estaba más que preparado para salir de allí.

—Podemos conseguir nuestra comida sea para llevar—dijo Hae Chan. 

—Puedo tener una o dos horas para mí mismo, antes de que tenga que regresar a la granja loca.

Se apartó de la cabina y corrió hacia el mostrador, diciéndole a Donghae que le diera sus pedidos para llevar. Pagó la cuenta con Ren, antes de regresar a la cabina. Hae Chan se deslizó justo cuando Chen Le los divisó. Caminó a un ritmo tranquilo, una sonrisa de come-mierda en su rostro. 

—¿Quién es el hermoso muchacho?

Hae Chan miró a Chen Le. —Alguien que no está libre.

Sonrió, cuando puso una mano en la nuca de su pareja. —Hae Chan, éste es uno de los hermanos sobre los que te estaba hablando. Este es Chen Le.

Chen Le apoyó un brazo en la parte posterior de la cabina, su sonrisa volviéndose lobuna. —Encantado de conocerte—Lo miró, con curiosidad en sus ojos.

Le dio un ligero asentimiento de cabeza, dejando saber a Chen Le que Hae Chan era su pareja.

—Tienes que estar jodiéndome—gimió Chen Le. —Esto es tan malditamente injusto—Se dio la vuelta y sonrió a la mujer en la cabina contigua, que estaba allí sentada con sus hijos. —Perdón por mi lenguaje.

Hae Chan frunció el ceño, mientras miraba entre ellos. —¿De qué está hablando?

Donghae se acercó, con una bolsa en su mano con contenedor de poliestireno en su interior. —Aquí tienes, Jeno.

—Gracias—Tomó la bolsa antes de girarse de nuevo hacia Chen Le. —Nos vamos. Te veo luego.

—Aún no es justo —dijo Chen Le en voz alta, mientras escoltaba a Hae Chan fuera del restaurante.

 

Cuando Jeno lo llevo a su casa, Hae Chan miró con nerviosismo hacia él. 

—Pensé que íbamos a comer nuestro desayuno en tu casa.

¿Qué sabía realmente de Jeno excepto que era un buen follador? Desde el primer momento había seguido, confiando en este extraño, y no podía entender por qué.

Jeno giró la cabeza, viéndose perdido en sus pensamientos durante un momento. —¿Viste ese coche en mi camino de entrada?

No lo había notado. Negó lentamente con la cabeza, preguntándose si Jeno estaría huyendo de alguien. Hasta el momento, parecía un buen hombre, pero lo conocía hacía tan solo un poco  más de doce horas.

Se acercó a la puerta, sin estar seguro de si debería decirle a Jeno que le dejara salir o simplemente saltar. —¿Y por qué estás esquivando a tu visita?

Jeno le agarró la mano, acariciando la parte de atrás con su pulgar. 

—Deja de verte como si te llevase a robar un banco. Sólo son mi madre y hermano.

Intentó relajarse, pero una vez más, no sabía nada sobre Jeno. El hombre podría estar diciéndole muchas mentiras, tan solo para que deje de preocuparse. Él era un montón de cosas, pero ignorante de los peligros en la vida no era una de ellas. No quería entrar en pánico total. Ese no era él, pero ser cauteloso siempre era algo bueno – incluso si esa cautela venía después de subirse a una camioneta con un extraño.

—Así que si son familia, ¿por qué estás huyendo de ellos?

—Es una larga historia y prefiero disfrutar mi tiempo contigo—Jeno giró hacia la carretera que conducía hacia la autopista. ¿Por qué se estaba dirigiendo hacia la ciudad? Por otro lado, había muchas áreas boscosas a lo largo del camino, perfectas para esconder un cuerpo.

Alejó su mano y la puso en su regazo. Hasta este punto, había estado completamente cómodo alrededor del hombre, pero ese pequeño acto le llenó de aprensión. Su ansiedad sólo empeoró, cuando Jeno llevó la camioneta a un lado de la carretera. La estaciono y se giró hacia él. 

—Dime qué te tiene tan preocupado.

 

Tragó bruscamente, preguntándose si debería decirle la verdad a Jeno. Los grisáceos ojos de este eran intensos, como si realmente quisiera saber. —Nos conocimos anoche, y hasta ahora, he estado saliendo contigo sin ningún problema. Pero… no lo sé… verte esquivar tu casa hizo que las banderas rojas en mi cabeza comenzaran a ondear.

 

Podría haberle estado diciendo a Jeno lo que realmente pensaba, pero se había acercado a la puerta, sus dedos enroscados alrededor de la manija, preparado para salir huyendo a la primera señal de problemas.  

—Pero hiciste casi lo mismo—señaló Jeno. —Cuando fui a recogerte, prácticamente te rompiste el cuello para reunirte conmigo lejos de tu casa. Creo que debería ser el único que desconfiase.

Eso era. —Pero te dije el por qué.

—Y podrías estar mintiendo como un canalla.

—De manera que ahora desconfías de mí como yo de ti, ¿es eso?

Jeno se rio entre dientes. —No, no desconfío de ti. Sé lo complicada que puede ser la familia, y nuestro desayuno se está enfriando.

 

 

Sin estar realmente seguro de que estuviera satisfecho con la respuesta, agarró los contenedores de sus pies y le entregó uno a Jeno. Sacó los cubiertos de plástico y se sentaron ahí en la camioneta, comiendo a un lado de la carretera.

—Este es un buen restaurante—dijo con la boca llena de comida. Mientras masticaba, pensó en su arruinado desayuno con Ji Sung, y lo que Travis diría si supiese que estaba con Jeno. Esa era una conversación que  nunca querría tener.

No estaba seguro de si su tía tenía prejuicios contra los homosexuales. El tema nunca había salido, y antes de que Travis les hubiese acogido, habría dicho que a su tío no le habría importado menos con quién salía su sobrino. ¿Pero ahora? No quería correr el riesgo.

Jeno le presionó la almohadilla de su pulgar entre los ojos. —¿Por qué la amarga mirada?

 

—Como dijiste, la familia es complicada—Cerró su contenedor y lo puso de nuevo en la bolsa. —Debería regresar a casa.

—¿Aún piensas que tengo un motivo oculto?—Jeno cerró su contenedor y se lo entregó. Lo almacenó con el suyo en el suelo.

 

—No haría daño conocerte mejor—Demasiado malo que no hubiesen ido a la casa de Jeno. No le habría importado una repetición de la pasada noche.

Jeno movió sus cejas. —Creo que me conoces de manera más íntima.

Riéndose entre dientes, empujó el brazo de Jeno. —Estoy hablando de saber quién eres, no qué tan ardiente eres en la cama.

—¿Cuándo podré verte de nuevo ?— Jeno regresó a la carretera y se dirigió hacia la ciudad. Siguió mirándolo de reojo, como si esperase una respuesta.

El sentido común le dijo que debería terminar aquí las cosas, al menos hasta que estuviese fuera del techo de Travis, pero no podía terminar con Jeno. Realmente quería ver de nuevo al hombre. Infiernos, no quería irse ahora, pero no tenía elección.

—Te llamaré.

Jeno puso una mano sobre su pecho. —¿Ese es el beso de la muerte?

—¿Huh?

—¿Estás intentando deshacerte de mí? —Jeno lo miró de manera vacilante.

—No, no me deshago de ti—Sonrió. Podría ser desconfiado, pero no se podía negar la intensa atracción que sentía. Si sólo pudiese pasar el resto del día conociendo mejor a Jeno. Ni siquiera le importaba si estuviesen desnudos mientras hablaban.

El viaje terminó demasiado rápido, y apreció que Jeno no hubiese parado delante de la casa. Se detuvo unas pocas casas más abajo, girándose para enfrentarlo. —¿Trabajas?

—De lunes a viernes—Sabía que no había forma posible que pusiese ver a Jeno hasta el fin de semana, y el pensamiento lo deprimió. Además,  no quería a Jeno en ninguna parte cerca de su casa este fin de semana. El domingo era Nochebuena, y no tenía duda que Travis se emborracharía y comenzaría alguna mierda.

 

Este era un imbécil sobrio, y el doble cuando estaba borracho. Era un mal borracho que hablaba basura y le gustaba recordarles que básicamente estaban sin hogar. No había manera en el infierno que sometiera a Jeno a la granja loca.

 

—¿Te importa si voy por ti para cenar esta semana?

La pregunta de Jeno lo sacó de sus pensamientos. —Llámame y lo resolveremos.

No quería prometer nada. Ir a cenar con Jeno sería determinado por cuán mierda había sido su semana.

Cuando intentó salir de la camioneta, Jeno agarró la parte superior de su brazo y tiró de él hacia atrás, dándole un beso que hizo que los dedos de sus pies se enroscaran. Estaba jadeando para el momento en que el beso  se interrumpió  Se lamió los labios, queriendo más, desesperado por más.

Jeno le mordisqueó el lóbulo. —Iré por ti mañana por la tarde.

Con la cabeza neblinosa por el beso, simplemente asintió con la cabeza antes de salir y que el frío viento despejase su mente. Corrió por la calle, obligándose a no mirar hacia atrás.

 

 

 continuará...


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