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129. Envuelto en un Lazo (22)- Villa Kim por dayanstyle

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Aunque sabía que era una distracción que Ji Sung estaba usando para que  pudiera sacar a Jeno de la casa, sus entrañas se retorcieron y su pecho se contrajo, cuando escuchó la discusión en la cocina. Vivir en una casa donde siempre se respiraba tensión, le estaba pasando factura.

Incluso Jeno parecía inquieto, mientras bajaban sigilosamente las escaleras, la discusión era lo suficientemente fuerte como para despertar a los muertos.

El hábito hizo que quisiera dirigirse hacia la cocina para sacar a Ji Sung de allí. Su cuerpo hormigueaba por la necesidad. Nunca había visto a Ji Sung ponerse violento antes, pero por las cosas que se decían, lo veía venir. Tal vez no hoy, pero pronto llegarían a las manos.

Llegaron a la camioneta de Jeno, sin que Travis los viera. Miró hacia la casa, inseguro de si debería dejar que Jeno se fuera y volver adentro para calmar la situación.

—Lo que sea que quieras hacer—dijo Jeno cuando subieron a la camioneta. —Quedarte, irte, sólo dime lo que quieres.

Estaba agradecido de que Jeno estuviera siendo tan agradable y cariñoso. Este no era su problema, sin embargo, estaba dispuesto a quedarse con Hae Chan sea cual fuera la decisión que tomara.

—Tengo que ir a trabajar, pero Ji Sung está ahí dentro discutiendo con Travis para protegernos—Los dos solían ser cercanos cuando eran más jóvenes, pero después de la muerte de sus padres, se distanciaron. Ji Sung había ido a la planta de abajo sin que se lo pidiera para mantener a Travis ocupado, de modo que Jeno y él pudieran escabullirse. Eso le dijo que había esperanza para Ji Sung, después de todo. Sólo odiaba que la distracción hubiera sido una inquietante discusión a gritos. Su estómago ardía de preocupación, mientras miraba hacia la puerta principal.

Jeno le tomó la mano, besó sus nudillos, y luego la situó en su regazo. —¿Qué tal si entras y traes a Ji Sung? Después te acercaré al trabajo. Puedo pasar el rato con tu hermano, hasta que termines tu turno— Jeno no se veía feliz cuando añadió. —Voy a mover la camioneta y estacionar una casa más abajo.

¿Cómo demonios había encontrado a un hombre tan bueno? —Gracias.

 

 

Salió y se dirigió a la puerta principal, mientras Jeno sacaba la camioneta de la entrada. Respiró profundamente, para calmar sus nervios antes de entrar.

Los dos seguían discutiendo en la cocina su estómago se contrajo cuando entró.

Travis lo miro. —¿Quién mierda ha estacionado en la entrada de mi casa?

—Te dije que no era asunto tuyo —Ji Sung gritó. —Es un adulto,  no tiene que consultar al guardia en la puerta, si quiere traer a alguien a casa.

—Y una mierda que no—Sorprendentemente, Travis no tenía una botella en su mano. Se le debe haber agotado esa mierda. Si ese era el caso, sería diez veces más violento de lo que ya era. Había visto a su tío pasar la abstinencia, y no fue bonito.

—Vamos, Ji Sung—Agarró el brazo de su hermano. —Vienes conmigo hoy.

Ji Sung todavía estaba en pijama, pero él ya llegaba tarde y no iba a dejar a Ji Sung atrás. Este elevó una de sus cejas. Con la misma rapidez, la ira abandonó su rostro.                                       

—¿Nos vamos de excursión o algo así?

—Sólo ve a vestirte.

Le sorprendió que su hermano no discutiera. Ji Sung salió de la cocina como si no hubiera pasado los últimos quince minutos en una acalorada pelea. Cuando intentó salir tras él, Travis lo agarró del brazo con un agarre brutal.

—Ten cuidado, chico. Podría ser un borracho, pero esta sigue siendo mi casa, mis reglas.

Empujó la mano de Travis, pero su tío no lo soltó. —Vete a la mierda.

El agarre de Travis se intensifico. —¿Crees que no vi ayer a ese hombre llevarte arriba? Veo esa mierda de nuevo, y yo mismo me encargaré de poner tus cosas en la calle.

Hervía de ira, cuando Travis soltó su brazo. Quería decir algo, cualquier cosa, porque su ira exigía que le dijera a Travis que se fuera, pero mantuvo la boca cerrada. No iba a tomar el lugar de Ji Sung y discutir con su tío. Jeno lo estaba esperando, y él realmente necesitaba ir a trabajar. Nunca había llegado tarde, así que con suerte su jefe lo dejaría pasar.

Ji Sung estaba en la puerta de la calle antes que él. —Así que, ¿a dónde vamos?

Miró por encima del hombro. Travis estaba en la puerta de la cocina, recordándole su advertencia con los ojos.

—Vámonos. — Abrió la puerta y tiró del brazo de Ji Sung.

Se dirigieron a la camioneta de Jeno. Ji Sung lo miró con curiosidad. 

—¿Vamos a dar una vuelta en coche, con tu ligue?

—No es mi ligue—Abrió la puerta del pasajero y subió, moviéndose tanto como pudo con la consola en el medio. Ji Sung se apretujó a su lado y cerró la puerta.

—Al menos hace calor aquí. —Ji Sung se inclinó hacia adelante, mirando a su lado. —¿Tu ligue tiene un nombre?

—Jeno—Jeno le tendió la mano y Ji Sung algo vacilante se la estrechó.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —Ji Sung retiró su mano.

—El plan es—dijo Jeno, mientras se alejaba de la acera, —que vamos a conocernos mucho mejor, mientras mi compañero está en el trabajo.                                

La mirada de Ji Sung se dirigió hacia él. —¿En serio?

No estaba seguro de si la confusión de Ji Sung era sobre pasar el tiempo juntos, o que Jeno había dicho que era su compañero.

—Completamente en serio —, dijo Jeno, mientras él le indicaba cómo ir a la fábrica donde trabajaba.

—Mientras me alimentes, soy todo tuyo—Ji Sung se recostó en el asiento. 

—Pero no esperes que te lo recompense con ardiente sexo.

Le dio un codazo a su hermano, mientras Jeno se reía. —Mantén las manos lejos de él. Es mío.

La sonrisa de Jeno se amplió ante su declaración. No le cabía duda que Ji Sung y Jeno juntos significaría problemas. Ji Sung había encontrado un botón para presionarlo, y definitivamente lo presionaría.

 

 

—¿Qué crees que está tramando? —Preguntó Alan.

—¿Estás seguro de que era él? —Sung Chan se acercó al aparador y se sirvió un trago. Se rascó la barba recortada, tragó la bebida, y luego se sirvió otra.

—¿Crees que me olvidaría de su cara? —Alan tocó la cicatriz en su mejilla. —He estado manteniendo un ojo en la casa de su madre desde esa noche, he estado vigilando a los hijos que se mudaron. Nunca antes ha ido a ese club gótico. ¿Crees que lo recuerda?

—Estás siendo paranoico—Se volvió hacia Alan. —Sólo quieres una razón para vengarte. Tus órdenes eran claras entonces, y siguen siendo igual de claras. Mantente alejado de Jeno.

Alan apretó la mandíbula, mientras se acercaba a la ventana. Lo observó contemplar la calle. —¿Y si su padre lo entrenó? —Alan lo miró, por encima del hombro. —¿Qué pasa si es una amenaza tan grande como su padre?

 

—No lo es—le ladró, frustrado con la conversación. Suspiró y dejó su bebida a un lado. —Pero sigue vigilándolo. Si resulta ser una amenaza, lo eliminamos a él y a toda su familia, pero sólo si tenemos pruebas.

Alan entrecerró los ojos. —Deberíamos haber hecho eso ya. La operación fue un completo desastre. No salió bien, porque tuviste un cargo de conciencia.

 

¿Cargo de conciencia? Alan había querido colarse en la casa de Jeno y dispararle hasta el último de ellos. Había amenazado la vida de Alan si se acercaba a su familia. Así que este se había encargado del asunto con sus propias manos y mató al padre –lo que había arruinado por completo la operación.

Pero él todavía estaba tratando de descubrir a todos los involucrados. No sabía si Jeno era una amenaza o no. —Entonces, llegado el caso, me ocuparé de Jeno.

—No—Alan le dio una mirada asesina. —Llegado el caso, conseguiré mi venganza.

Sabía que no podría persuadir a Alan de no ir tras Jeno. La resolución era pesada en los ojos grises de Alan. Incluso si Jeno no recordaba la noche en que murió su padre,  aunque no se imaginara lo que ocurrió, Alan encontraría la manera de hacer que la  muerte de Jeno pareciera un accidente. Había estado nutriéndose de odio y venganza durante dos años.

Su puma gruñó, exigiendo eliminar a Alan. Su socio era inestable en el mejor de los casos, y si iba tras Jeno, los pondría en riesgo con la agencia. —Las órdenes son claras, he terminado con este asunto.

Alan se volvió hacia la ventana, la postura rígida le anudó las entrañas. Tendría que acabar con él. No tenía ninguna duda de eso. Simplemente no estaba seguro de si habría daño antes de que tuviera que matar a su socio.

 

 

—¿Dónde está Ji Sung?

—Me abandonó a la mitad del día. —Jeno salió del estacionamiento de la fábrica. —Dijo que se iba a casa de su amigo.

Le sorprendió gratamente el que Hae Chan iniciara el beso. Le afirmaba que su compañero quería esto, o al menos, no era reacio a la idea de su apareamiento. Se estaban llevando bien, pero el rechazo inicial de Hae Chan todavía lo tenía esperando a que ocurriese algo más.

—Eso fue agradable—Sonrió, cuando Hae Chan retrocedió. —Conseguí una habitación de motel si quieres terminar esto.

Su cuerpo ardía, y quería a Hae Chan tan desesperadamente como anoche, como la primera vez que tuvieron sexo. Su pantera estaba completamente de acuerdo. Rugió, queriendo acercarse a su compañero.

—Mientras que Ji Sung no esté en casa, podemos pasar tiempo en el motel—Hae Chan se acomodó en su asiento, mirándolo mientras un rubor se extendía por sus mejillas.

Las ocho horas que Hae Chan estuvo lejos de él, habían sido una tortura. Estaban recién apareados, y únicamente quería permanecer enterrado dentro de él, no llevarlo y traerlo del trabajo. No le gustaba estar separado de su compañero, pero Hae Chan no le había dejado ninguna opción.

—Lo siento—Hae Chan lo miró antes de volver la cabeza.

—¿Por qué? —Preferiría llevar a su pareja a su casa. Un motel barato se sentía... bueno, barato. Pero Hae Chan no quería alejarse demasiado de casa, por miedo a que Ji Sung regresara y comenzara a discutir con su tío. 

 

Después del poco tiempo que había pasado antes con Ji Sung, entendió el miedo de Hae Chan.

Ji Sung parecía un buen chico, pero él había sentido la ira hirviendo a fuego lento dentro suyo. Era una bomba de relojería a punto de estallar. ¿Realmente quería ese tipo de angustia en casa, si convencía a los dos para que se mudaran con él? Ese era un compromiso enorme, y a pesar de que se consideraba como uno de los buenos, no estaba seguro de poder asumir ese tipo de responsabilidad.

Había tenido mucho en qué pensar, mientras Hae Chan había estado en el trabajo.

Este se había perdido en sus pensamientos, tal como le había hecho. Se volvió hacia él, con una expresión solemne. —Cuando conoces a alguien, no quieres que sepa cuán desastrosa es tu vida. Te pones una máscara, y finges que todo está bien, pero cuando la verdad sale a la luz, es embarazoso. Y me dices que somos compañeros. Eso significa que estás atascado conmigo y mi demente familia. Eso es por lo que me estoy disculpando.

 

Comenzó a decirle que todo estaba bien, pero por la expresión en el rostro de Hae Chan, no quería escuchar ninguna mentira. Condujo, dando golpecitos en el volante con el dedo. El tráfico era brutal, y no llegaría al motel tan rápido como quería.

 

—¿Te importa si nos detenemos y comemos algo primero?

Hizo un esfuerzo por frenar su hambre por Hae Chan. Soplar para apagar una chispa no ayudaba, pero cuanto más tiempo pasaban en el tráfico, más su furiosa necesidad pasaba de ser un intenso fuego a uno hirviendo a fuego lento. No estaba de humor para sentarse relajadamente a comer, así que se metió en un lugar de comida rápida y se dirigió a la ventanilla.

Notó que un SUV negro entraba y estacionaba. Lo notó, porque los había estado siguiendo durante varias calles, girando cada vez que él lo hacía, manteniéndose a unos pocos coches de distancia.

La idea de que alguien estuviera siguiéndolo, lo hizo reír. Era un bombero. ¿Quién y por qué alguien lo seguiría? Ordenó la comida y después se dirigió a la primera ventanilla, pagó, entonces fue a la siguiente, y agarró la bolsa y las bebidas. Cuando se alejó, el SUV se movió del lugar, situándose unos pocos coches más atrás. Bien, eso era extraño, e hizo que prestara más atención. ¿Realmente estaba siendo tan paranoico? No tenía idea de por qué alguien lo estaría siguiendo, pero su instinto decía que ese SUV lo hacía.

En lugar de dirigirse al motel, salió a la autopista.

—¿Pensé que dijiste que íbamos a un motel? —Hae Chan se metió una patata frita en la boca.

—Me olvidé de dejar salir a Basil —, mintió. —No tomará mucho tiempo, y puedes llamar a Ji Sung, para verificar su paradero, mientras estamos en Villa Kim.

Tomó nota de la matrícula del SUV. Conocía al detective Hwang Kwang Hee del departamento de la policía de Villa Kim. Tal vez su amigo podría comprobar la matrícula y darle tranquilidad.

 

 

 

 continuará...


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