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129. Envuelto en un Lazo (22)- Villa Kim por dayanstyle

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—¿Ha perdido la maldita cabeza? —Talban le gritó al oído. —Se le ordenó que se retirara.

—Lo sé —dijo, frotándose la mandíbula con una mano. Sabía que estarían en problemas tan pronto como Alan fuera tras Jeno. La ira de su superior estaba justificada, pero eso no significaba que quisiera entregar su culo. —Incluso le recordé sus órdenes, pero sabíamos que esto iba a suceder. Ha ido acumulando su odio por Jeno , durante años.

—Eres su compañero —ladró Talban. —Era tu trabajo vigilarlo.

—Mira—Sung Chan se inclinó hacia adelante, en su silla. —Podríamos sentarnos aquí y discutir sobre el deterioro del estado mental de Alan, o podemos pensar en una solución. ¿Dónde estamos con nuestra investigación de Mi Yeon y Yun Soo Kim?

 

—Mis hombres están trabajando en eso. Tienes que preocuparte por hacer entrar en razón a tu chico. Si mata a Jeno, toda esta operación podría explotar en nuestras caras, y años de trabajo se irán directos a la basura. ¡Asegúrate de que no sea así, o juro que te asignaré a un puesto en Alaska! —Gruñó cuando Talban colgó. Él mismo mataría a Alan cuando pusiera las manos sobre su compañero. Era obvio que Jeno no recordaba la noche en que murió su padre, pero eso no parecía importarle a Alan. Quería vengarse de una maldita cicatriz en su rostro.

Esto no era su culpa. Nunca deberían haber admitido a  Alan McGee en la agencia en primer lugar. Incluso antes de su encuentro con Jeno, su estabilidad había sido cuestionable.

Salió de su casa de piedra rojiza y se metió en el Jeep. Una vez que encontrara a Alan  –y encontraría al tipo– iba a entregarlo a la agencia y solicitar un nuevo compañero.

Que Talban lidiara con el monstruo que había creado. Había terminado con Alan.

 

Después de esperar lo que parecía toda una vida, el doctor salió a hablar con ellos. Jeno no había tenido suerte al buscar a Ji Sung, así que había regresado al hospital. El doctor les dijo que Travis había sufrido daños graves en la aorta, pero después de una extensa cirugía y un reemplazo de válvula, se había estabilizado.

—La RCP que realizó le salvó la vida —le dijo el médico. —Gloria nos habló de tu rápida actuación.

—Soy bombero, en Villa Kim—Jeno miró hacia otro lado. —Sólo hice lo que me enseñaron en mi entrenamiento.

Hae Chan podía decir que a Jeno no le gustaba la atención. Se veía como si quisiera estar en cualquier sitio, menos allí.

—Bueno, estoy seguro de que Travis está agradecido de que estuvieras allí— El doctor se alejó.

—Lo dudo mucho—Las palabras salieron, antes de que incluso supiera que iba a decirlas.

 

Gloria entró por una de las puertas dobles, su expresión era solemne. Su mirada se posó en él, luego se dirigió hacia él. Pero en lugar de hablar con él, se volvió hacia Jeno. —Mi hermano podría no vivir una vida perfecta, pero aún agradezco lo que hiciste. Necesitará estar atendido, así que lo llevaré conmigo y venderé la casa para pagar todo esto.

 

—¿Qué pasa con Ji Sung y conmigo?—Se sentía como una mierda, por pensar en sí mismo, mientras su tío se estaba recuperando de una cirugía mayor, pero si Gloria vendía la casa, eso los dejaría sin hogar.

Lo miró fijamente. —Como han señalado muchas veces, ambos están crecidos. Fueron una carga para Travis desde que los acogió, y no me sorprendería que eso fuera la causa de su condición cardíaca.

Se quedó allí, con la boca abierta. Se llenó de ira, pero Jeno se le adelantó para decirle a Gloria cuatro verdades. En verdad, se lo agradecía. Estaba demasiado aturdido para contestar.

—O su bebida y su mala salud —atacó Jeno. —No te atrevas a venir de santurrona y culpar de las malas decisiones de Travis, a sus sobrinos.

—Como dije—la voz de Gloria comenzó a elevarse, —agradezco lo que hiciste, pero eres un extraño que está metiendo la nariz en asuntos que no te incumben—Se volvió hacia él. —Tú y Ji Sung tiene una semana para encontrar otro lugar para vivir.

Se alejó antes de que pudieran decirle nada más. Se quedó allí, con sus ojos llenos de lágrimas, y las manos cerradas en puños. Su madre habría pateado el  culo de Gloria por la forma en que le había hablado. También habría reprendido a su hermano, por el modo en que había tratado a sus hijos. Pero su madre no estaba allí, y él no tenía más remedio que mudarse. Ji Sung iba a ponerse furioso por esto. Se alegraba de que su hermano no hubiera estado aquí. Podrían haber terminado en la sala de emergencias.

—Puedo comprarle la casa a tu tía, si deseas quedarte allí —ofreció Jeno.

Estaba impactado. —¿Por qué harías algo así?

—Porque te niegas a mudarte conmigo, así que estoy empezando a pensar que la casa tiene un valor sentimental.

—Esa casa no tiene más que  muy malos recuerdos—No se quedaría en esa casa si aún que se la regalaran. —Y estructuralmente, es una porquería. Dudo que obtenga mucho por ella. De ningún modo la compraría, y tampoco dejaré que tú lo hagas—se mordisqueó el labio antes de preguntar, —¿sigue en pie tu oferta sobre mudarme contigo?               

Jeno sonrió. —Eso es lo que acabo de decir, gatito.

Se apresuró hacia la salida, con determinación. —Entonces llévame a casa de mi tío y ayúdame a empacar.

—¿Qué hay de Ji Sung? —Jeno caminó hacia el estacionamiento con él, luego abrió la puerta del acompañante de su camioneta. Su compañero había estado a su lado a través de todo esto, a pesar de que Jeno tenía sus propios problemas que resolver. Pero los había dejado a un lado y había sido su apoyo.

No sabía si alguna vez podría recompensar a Jeno por lo que había hecho. El hombre se había topado con un completo desastre, pero eso no había menguado su interés por él, de ayudarlo en todo momento. Jeno era un maldito santo.

—Llamaré a Ji Sung—Dijo antes de entrar. —Lo ayudaré a empacar sus cosas, si me necesita.

—Lo ayudaremos —lo corrigió Jeno. Arrancó la camioneta y se puso en marcha, regresando de nuevo a la casa de Travis. No pensaba en ella como su casa ahora. En verdad, nunca lo fue. No según su tío.

Ahora que sabía que su tío estaría bien, no planeaba volver a ver a Travis o a Gloria de nuevo. Para qué, ¿para que pudieran hablar basura de él y hacerle sentir menos que un hombre? No, gracias.

Cuando llegaron a la casa, fue directamente a su cuarto. No necesitaba agarrar nada de abajo. Siempre guardaba sus cosas en su habitación, o en el baño del piso de arriba. Se preocupó, cuando no encontró a Ji Sung en su habitación, pero su hermano aparecería. Siempre lo hacía. Se sintió tonto por preocuparse por él. Ji Sung tenía una vida, después de todo, incluso si él sabía muy poco sobre lo que hacía su hermano cuando salía de la casa.

Se dirigió al armario y tomó una bolsa de entrenamiento. Una sólida y cálida pared se presionó contra su espalda.

 —Estamos completamente solos —Jeno susurró con profundo deseo en su voz.

 

Se sentía, como si lo hubieran arrastrado por el fango después de todo lo que había sucedido, pero su cuerpo volvió a la vida cuando Jeno se acercó a él y le acarició el pecho.

—Y se supone que debemos empacar mis cosas—Su estado de ánimo, comenzó a levantarse cuando Jeno descendió la mano lentamente por su pecho, y luego cerró sus dedos alrededor de su confinada polla.

 —Lo haremos. Lo prometo—Jeno mordió el lóbulo de su oreja, haciendo que inhalara. Lo alejó del armario y lo arrojó sobre la cama. Se rió cuando Jeno se desvistió, mostrando sus deliciosos músculos. Se deshizo de su ropa a toda prisa.

En algún lugar, a lo lejos, se escuchó cerrar la puerta de un coche, la sirena de una ambulancia y el perro de alguien ladrando. Todos esos ruidos se desvanecieron, cuando Jeno agarró el lubricante de su mesita de noche y subió a la cama. Su corazón tronó. Jeno se parecía al elegante gato que era, mientras se acomodaba entre sus piernas, lamiéndole las bolas. Humedeció sus dedos y deslizó dos dentro de su culo.

—Oh mierda—gimió. Su trasero ardía, mientras se retorcía en las sábanas. Esto era exactamente lo que necesitaba –ahogarse en Jeno, perderse en su compañero y olvidarse  del loco mundo en que vivía. Permitir que el hombre, del que rápidamente se estaba enamorando, lo hiciera volar.

Jeno le trabajó la polla, tomándola hasta el fondo de su garganta, usando su lengua para torturarlo, mientras estiraba su agujero. Arqueó la espalda, siseando, mientras retorcía los dedos en las sábanas.

De repente, Jeno se apartó. Comenzó a gimotear por la frustración, hasta que su compañero lo volteó, colocándolo en sus manos y rodillas. Embistió su polla profundamente en el culo,  con  ritmo frenético.

Ambos necesitaban esto, la liberación, la anticipación construyéndose. No se trataba de hacer el amor en este momento. Esto era primario y carnal, ambos buscando su propio clímax con una cogida rápida y dura. La polla de Jeno lo extendía, mientras lo embestía, gruñendo, con sus dedos clavados en las caderas. Envolvió los dedos alrededor de su propia polla palpitante, acariciándose tan rápido como Jeno lo jodía.

—Eso es todo, cariño. Vente.

El sexo fue rápido y sucio, gritó cuando alcanzó el clímax. Su cuerpo se sentía como si hubiera explotado desde adentro hacia afuera, sus músculos temblorosos, mientras se corría. Entonces Jeno le hundió sus dientes afilados en el hombro. La intensidad de su orgasmo fue demasiado. Cuando Jeno llegó, se unió a él, gritando, mientras se sacudían sus cimientos. Se desplomaron en la cama, jadeando, estaba tan cansado, que todo lo  que quería hacer era dormir. Bostezó, acurrucándose cerca de Jeno. Su compañero le dio unas palmaditas en la cadera desnuda. 

—Nuh-uh —dijo. —Tenemos que hacer las maletas.

—No puedes hablar en serio —se quejó. Acurrucó su cuerpo, levantando una pierna para descansar entre las de Jeno. —No creo que pueda moverme de este lugar, durante las próximas doce horas.

Jeno salió de debajo de él. —Tu habitación es bastante pequeña. Esto no debería tomar mucho tiempo.

—Todavía no me estoy moviendo. —Agarró las mantas y las arrojó sobre su cuerpo. —Despiértame cuando hayas terminado.

—Te llevaré a cenar, si mueves el culo —Jeno prometió.

La simple mención de comida, hizo que su estómago gruñera. —¿Qué tipo de comida?

—¿Te gusta la barbacoa?

—Uno de mis grupos básicos de alimentos—Sonrió. —¿El lugar que tienes en mente, sirve emparedados de cerdo?

—Y mucho más —dijo Jeno. —No te decepcionara.

Con un suspiro, se obligó a levantarse de la cama. Se estiró, recuperó su ropa y se la volvió a poner. Habría tomado una ducha primero, pero el agua caliente sólo le haría querer regresar a la cama.

Pasaron la siguiente hora empacando, mientras esperaba impaciente que Ji Sung regresara. Cuando su hermano no se presentó, Jeno y él fueron a su habitación y empacaron sus cosas. No tenían cajas, por lo que usaron todo lo que pudieron encontrar. Arrojaron la ropa de Ji Sung en su cama, y luego Jeno usó la sábana para envolverla.

Fue a la planta de abajo, y se llevo cajas, bolsas de plástico y algunas bolsas de papel que encontró debajo del fregadero de la cocina. Colocó junto a la puerta sus cosas y las de Ji Sung, y luego buscó por toda la casa, revisando una última vez, para asegurarse de que no habían dejado nada atrás.

Trató de llamar a Ji Sung otra vez, y afortunadamente, esta vez respondió. 

—¿Dónde estás? —Preguntó.

—¿Por qué? —Ji Sung parecía agotado.

 

Le explicó a su hermano, lo que había sucedido en el hospital, y cómo él y Jeno habían empacado sus cosas. Como se había imaginado, Ji Sung soltó tal sarta de maldiciones que lo hizo sonrojar.

 

—¿Qué clase de mierda es esa?—Preguntó Ji Sung. —¿Cómo puede pretender preocuparse por nosotros, y luego echarnos a la calle con una patada?

Escuchó el ligero pánico en la voz de Ji Sung. A pesar de que este le recordaba constantemente a Travis que podían hacerlo por su cuenta, se estaba dando cuenta de la realidad.

—Sólo dime dónde estás para que Jeno y yo podamos ir a buscarte. Viviremos con él—Bajó la voz. —Pero lo juro, si sales con cualquier mierda, voy a estar inmensamente enojado contigo.

—¿De qué demonios estás hablando? —Preguntó Ji Sung. —¿Qué mierda?

—Te gusta presionar los botones de la gente, Ji Sung. Nos hemos quedado sin opciones y Jeno es un tipo realmente agradable. De modo que por favor, por nuestro bien, no lo arruines.

—¿Por qué tienes que hacerme sonar como un idiota? —Preguntó Ji Sung.

—¿Será debido a que actúas como uno? —Le respondió.

Ji Sung rió disimuladamente. —Bien, bien. Está bien, lo que sea. Nos vemos en Papa Dock en veinte minutos. —Su hermano colgó.

—¿Todo está bien? —Jeno preguntó.

—Se reunirá con nosotros en un mercado de pescado, en veinte minutos—Agarró algunas de las bolsas. Tomaría unos cuantos viajes llevar todo a la camioneta, pero estaba deseando dejar este lugar atrás.

Se quedó inmóvil, cuando abrió la puerta principal. De pie, en su porche, estaba el hombre que se había transformado en un puma. Tenía un arma, y le apuntaba al pecho.

 

Todavía enojado porque Gloria hubiera montado un numerito como ese, caminó con dificultad a casa, preguntándose cuánto tiempo pasaría hasta que viera a Stan otra vez. Eran buenos amigos, pero era difícil mantener una amistad cuando se mudaba a una pequeña ciudad de mierda, que probablemente tenía una única farola y un sheriff maleducado.

Había considerado mudarse con Stan, para poder quedarse en la ciudad, pero uno, había perdido su trabajo y no había tenido el valor de decirle a Hae Chan lo que pasó. Y dos, Stan todavía vivía con su madre. Tenía los pies en la tierra, y sabía que era un perdedor, si vivías en el sótano de tu madre.

Llegó a casa, medio congelado pero sin mayor problema. Lo que hizo que ralentizara el paso, fue el hecho de que la puerta principal estaba abierta de par en par. Con Travis en el hospital y Gloria junto al idiota de su hermano, la única persona que estaría en casa era Hae Chan, y su hermano era demasiado quisquilloso sobre el costo de calentar una casa para dejar una puerta abierta. 

 

Recorrió el camino de entrada y fue hasta el porche. Se asomó a la ventana delantera y vio a Hae Chan detrás Jeno. También había un tipo que les apuntaba con una pistola.

El pavor y la ira lo llenaron. Ya había perdido demasiado. No podía perder a Hae Chan también, aunque su hermano lo pusiera de los nervios la mayor parte del tiempo. Se alejó silenciosamente del porche, y se dirigió a la parte de atrás de la casa, tratando de pensar en una forma de desarmar al intruso.

 

 continuará... 


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