Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

131. Encontrar la Fortaleza (24) por dayanstyle

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Después de dar vueltas en la cama durante la última media hora, Shotaro se sentó, todavía cansado, pero incapaz de volver a dormir. Parpadeó mirando al reloj y vio que eran pasadas las diez.

Se levantó y fue hacia la ventana, después abrió una de las pesadas cortinas. Con las luces apagadas, podía ver el patio trasero perfectamente. Shotaro no salía cuando se hacía de noche. Nunca. María le había advertido de los peligros que acechan en el bosque, y eso fue suficiente para asustarlo para que se quedara dentro después de la puesta del sol.

Shotaro no sabía cuáles eran esos peligros porque nunca había dicho nada específico. Se giró cuando algo arañó su puerta.
No sólo se quedaba en casa al anochecer, sino también en su habitación. Shotaro nunca deambulaba por los pasillos por la noche. Había aprendido hace años eso, aunque este era su hogar, estaba más seguro en su habitación.

Los arañazos sonaron de nuevo.

Shotaro se quedó allí, con el corazón en la garganta. Dios, cómo odiaba vivir en esta casa cavernosa y llena de humedad. Daba miedo en el mejor de los casos, y era realmente aterradora la mayoría de las noches.

Giró de nuevo la cabeza hacia la ventana cuando un relámpago atravesó el cielo en la distancia. Odiaba la lluvia primaveral. Los truenos, rayos y lluvia golpeando contra la ventana hacían esta casa incluso más espeluznante, y él nunca había sido un hombre valiente para empezar. La tormenta que se acercaba lo haría esconderse en su cama hasta que amaneciera.

Shotaro puso una mano sobre su boca cuando el pomo de la puerta comenzó a girar de un lado a otro. ¿Había cerrado la puerta con llave? No podía recordarlo.

Se había alejado unos pasos de la ventana, listo para esconderse en el vestidor cuando la puerta se abrió. Un grito se congeló en su garganta.

Entonces Shotaro frunció el ceño. —¿Sung Chan?

Y el hombre estaba desnudo. La mirada de Shotaro fue de inmediato a la polla expuesta de Sung Chan. Tan asustado como acababa de estar, no podía apartar los ojos del miembro de Sung Chan.

Sung Chan cerró la puerta detrás de él. Shotaro estaba tan ocupado comiéndoselo con los ojos que no se le ocurrió preguntar qué estaba haciendo Sung Chan ahí. Su mirada recorrió lentamente el cuerpo de Sung Chan hasta que sus ojos se encontraron. Esas oscuras profundidades contenían ira, luego se llenaron de lujuria.

Sung Chan cruzó la habitación y atrapó a Shotaro junto a la ventana, ahuecando la mejilla de Shotaro antes de que sus labios descendieran, y Shotaro estaba ahogándose en el beso más delicioso que jamás había tenido.

En realidad, su primer beso.

La lengua de Sung Chan jugueteó en la boca de Shotaro mientras alejaba a Shotaro de la ventana y lo dirigía hacia su cama extra grande. Shotaro casi tropezó dos veces, pero Sung Chan lo atrapó, evitando que cayera al suelo.

Cuando Sung Chan rompió el beso, Shotaro luchó por respirar. Su cerebro se convirtió en papilla, y no podía pensar en una sola palabra que decir. Debería gritarle a Sung Chan que se fuera, advirtiéndole de los peligros de Osaki Manor, pero todo lo que podía pensar era en obtener otro de esos alucinantes besos.

—Sube a la cama, Shotaro.

Esto tenía que ser un sueño. No había forma de que Sung Chan estuviera cumpliendo una de las muchas fantasías que Shotaro había tenido anteriormente mientras se masturbaba.

Shotaro se sentó y movió hacia atrás hasta que estuvo cerca de las almohadas. Contuvo la respiración mientras observaba a Sung Chan arrastrarse sobre el colchón como el elegante gato que era. Sus músculos se apretaban y flexionaban mientras se acercaba a Shotaro, luego bajó la cabeza y besó los tobillos de Shotaro.

Bien, ahí no era donde quería que Sung Chan lo besara, pero Shotaro estaba demasiado hipnotizado para decir una palabra. La lengua de Sung Chan arremetió, dejando atrás un rastro de humedad mientras se abría camino hacia las rodillas de Shotaro. Besó, lamió y mordió la piel de Shotaro, un ronroneo vibrando su pecho.

—Siento que debería acariciarte, —bromeó Shotaro nerviosamente.

—Puedes acariciarme donde quieras. —Sung Chan mordió la parte interior de uno de los muslos de Shotaro, haciendo a Shotaro sisear de placer. Su gatito ¿realmente acababa de pensar eso? se estableció entre las piernas de Shotaro.
—Recuéstate, Shotaro.
Dios, le encantaba escuchar a Sung Chan decir su nombre. Esa única pa- labra sonaba sensual, sexi y su voz profunda y rasgada le provocaba una erección.

Hizo lo que Sung Chan le pidió, entonces Sung Chan extendió las piernas de Shotaro y lamió sus bolas. Los dedos de los pies de Shotaro se curvaron mientras abría más las piernas. Esto era mucho mejor que masturbarse, y Shotaro no estaba seguro si podría aguantar mucho más tiempo.

No cuando Sung Chan tenía una lengua tan malvada.

Shotaro curvó los dedos en la sábana y gimoteó mientras Sung Chan hacía su camino hacia la polla de Shotaro, lamiendo, succionando y mordisqueando suavemente. Estaba tan malditamente cerca que dispararía su carga en cualquier momento.

Entonces Sung Chan hizo algo inesperado. Deslizó un dedo mojado en el culo de Shotaro, y Shotaro se perdió. Sus nalgas se apretaron cuando el orgasmo lo atravesó, haciendo que Shotaro soltara un grito estrangulado mientras se venía.

Sung Chan tomó la polla de Shotaro hasta el fondo de su garganta, ordeñando su carne endurecida hasta que Shotaro no era más que una pila inútil de carne y huesos.

—Esto ha sido sólo para ir más calmados. —Sung Chan trepó por su cuerpo y se acostó junto a Shotaro, lamiendo su cuello, mientras deslizaba su mano por cada pulgada del cuerpo de Shotaro. Era como si Sung Chan no pudiera dejar de tocarle.

Y tampoco había dejado de ronronear.
—Eres mío, Shotaro. Y esta noche, voy a reclamarte.
—Está bien, —dijo Shotaro con voz llena de placer. Estaba demasiado agotado para discutir, o incluso pensar en las consecuencias de lo que estaba haciendo. Ni siquiera estaba seguro de lo que Sung Chan estaba hablando, pero tampoco le importaba.
Siempre y cuando Sung Chan le diera otro de esos alucinantes orgasmos, Shotaro estaría de acuerdo con cualquier cosa.

Sung Chan soltó una risita mientras besaba uno de los pezones de Shotaro. Shotaro siseó mientras lamía la carne sensible, chupando el disco marrón en su boca.

Shotaro no estaba seguro de sobrevivir al ataque de Sung Chan. Era tan se- guro de sí mismo, tan habilidoso, que Shotaro se sentía consumido por él.

—Dime que tienes lubricante, —dijo Sung Chan mientras besaba su camino por el hombro de Shotaro—. O cualquier cosa que pueda usar para enterrar mi pene profundamente en tu culo.

El cuerpo de Shotaro palpitó ante las palabras sucias de Sung Chan.

Lubricante. Shotaro sabía lo que Sung Chan estaba pidiendo, pero no podía hacer que su cerebro conjurara una imagen. Sentía como si hubiera olvidado cómo pensar. No ayudaba que las manos de Sung Chan no dejaran de moverse, no dejaran de acariciar a Shotaro. Cuando deslizó las yemas de sus dedos sobre el vientre de Shotaro, su cuerpo se sacudió y su polla se engrosó de nuevo.

Como si conociera el dilema de Shotaro, Sung Chan sonrió y se levantó de la cama —¿Dónde está el baño?

Una vez más, el cerebro de Shotaro se negó a ayudarlo. Simplemente parpadeó hacia el techo mientras Sung Chan se movía por la habitación. Sung Chan ya no estaba tocándolo, pero su cuerpo aún se sentía electrificado. Las ondas de excitación que latían en sus venas tenía a Shotaro listo para suplicar a Sung Chan que volviera a la cama, y lo jodiera hasta que se desmayara de puro placer.
Por un breve momento, Shotaro pensó en el ascensor, en el piso superior, pero cerró de golpe ese pensamiento. Al igual que se había arriesgado a ir a la ciudad y hablar con la policía, Shotaro se arriesgaría a pasar una noche con el atractivo detective.
40
Estaba cansado de vagar por estos pasillos solitarios, cansado de no tener a nadie en quien poder confiar, no tener a nadie con quien compartir algún momento especial que hasta el momento, no hubo ninguno o alguien que pudiera hacerle reír. Shotaro se sentía como un ave enjaulada desesperada por su libertad.

Pero esto era sólo un momento robado. Sung Chan se iría esta noche, y Shotaro estaría completamente solo de nuevo. Pero se negó a detenerse en esos pensamientos miserables y decidió disfrutar el tiempo que tenía con su detective.

Sung Chan regresó con una botella de aceite para bebé en la mano.
—Supongo que esto es lo mejor que tenemos para usar.

El pulso de Shotaro se aceleró mientras Sung Chan subía de nuevo a la cama y se movía hacia él con los ojos entrecerrados, sus oscuras profundidades exteriorizando pura seducción. Si esto no era más que un sueño, Shotaro no quería despertar. Dormiría durante cien años si eso significaba que podía mantener a Sung Chan a su lado, en su cama, y mirándolo como si fuera el hombre más sexi del planeta.

Su amante se extendió al lado de Shotaro y los suaves labios de Sung Chan rozaron su hombro. Shotaro se acurrucó a su costado, anhelando cualquier cosa que su puma quisiera hacerle. Los dedos de Sung Chan se posaron en el culo de Shotaro, luego se habían ido. Regresaron un segundo después, mojados y explorando su agujero.

—Pon tu pierna sobre la mía.

Cuando Shotaro lo hizo, el movimiento lo abrió aún más. Sung Chan deslizó su sedoso dedo por el pliegue del culo de Shotaro, luego rodeó la banda de músculos con la yema de su dedo, tanteándolo antes de hundirse dentro de él.

Los labios de Shotaro se separaron mientras gemía, llevando sus manos alrededor de los hombros de Sung Chan mientras trataba de acercarse, retorciéndose de lo bien que se sentía tener a Sung Chan enterrado profundamente dentro de él.

—Mírate, —ronroneó Sung Chan—. Amo cómo respondes a mi toque.

—Más, —suplicó Shotaro—. Necesito más.

—Y tendrás más. —Sung Chan le besó la mandíbula—. Mucho más.

—¿Ahora?

Su risa era profunda y seductora. —Paciencia.

Eso era algo que Shotaro no tenía. Tal vez con el tiempo desarrollaría resistencia eso era, si Sung Chan regresaba después de esta noche.

No deberías pensar en un futuro con él. Esto no puede volver a pasar.

Esos pensamientos le causaron dolor, pero huyeron cuando Sung Chan agregó otro dedo. Shotaro sintió como si cada terminación nerviosa hubiera cobrado vida.

Sung Chan lamió su boca, y Shotaro se abrió para él, chupando su lengua, devorando su gusto. Cuando Sung Chan agregó un tercer dedo, Shotaro se hizo añicos una vez más. Sus gritos llenaron la habitación cuando Sung Chan movió sus dedos dentro de él como si fueran su polla. —Maldición, te desmoronas tan hermosamente.

Shotaro estaba un poco avergonzado de tener un gatillo tan fácil, pero Sung Chan parecía amarlo. Shotaro mordió el labio inferior de Sung Chan, luego deslizó su lengua sobre la marca de la mordida.

—¿Cuándo llegamos a la acción real?—Shotaro estaba jadeando, apenas capaz de contener su excitación.

—Ahora mismo, cariño.

Shotaro pensó que Sung Chan le daría la vuelta y lo tomaría por detrás, pero Sung Chan tenía otros planes. Cuando Shotaro rodó a su estómago, Sung Chan besó su nuca, bajó por su espina dorsal, y rodeó con su lengua el coxis de Shotaro.
Shotaro estaba a la vez ansioso y frustrado de que Sung Chan no se moviera más rápido.

Deja de intentar apresurar esto. Sólo tienes una noche con él. Haz que dure todo el tiempo que puedas.

A pesar de que esas palabras hicieron eco en su cabeza, Shotaro quería a Sung Chan dentro de él hace cinco segundos. Sung Chan separó sus mejillas y lamió su agujero, y Shotaro se sacudió como un loco ante un acto tan íntimo.

Luego Sung Chan se movió hacia arriba, y cerniéndose sobre el cuerpo de Shotaro hundió la cabeza de su pene entre las mejillas de Shotaro. Shotaro inhaló bruscamente antes de que Sung Chan lo violara.

—¡Oh, joder!—Shotaro respiró hondo, tratando de montar el dolor y la quemadura, sintiendo que Sung Chan lo estaba partiendo en dos.

—Respira, —le susurró Sung Chan al oído—. Sólo respira.

Shotaro se forzó a relajarse, obligó a su mente a superar el dolor cuando Sung Chan comenzó a moverse. El brazo de Sung Chan se deslizó debajo de él, tirando de Shotaro cerca de su pecho mientras sus caderas se mecían y su polla entraba y salía del culo de Shotaro.

—Eso es todo, cariño. Encuentra el placer y olvida el dolor.

Shotaro gimió, meciéndose hacia atrás cuando Sung Chan se impulsaba hacia adelante. La quemadura se convirtió en un éxtasis inimaginable. Shotaro hundió su cabeza en la almohada, moviéndola de un lado a otro mientras Shotaro lo llevaba más y más alto.

—Oh, sí. —Sung Chan mordió la nuca de Shotaro—. Móntame, cariño.
Monta mi polla.

Shotaro no estaba seguro de lo que estaba haciendo. Simplemente se re- torcía, mecía y gemía. Pero ya que a Sung Chan parecía gustarle eso, Shotaro siguió haciéndolo.
Sung Chan lamió a lo largo de su hombro, ronroneando mientras embest- ía dentro del culo de Shotaro. —Estoy a punto de hacerte mío.

Aunque sólo eran palabras que Sung Chan decía durante el sexo, Shotaro se permitió soñar, se permitió creer que lo que Sung Chan estaba diciendo era verdad. —Sí, hazme tuyo.

Shotaro no había esperado que Sung Chan lo mordiera. Fue tal el impacto que gritó, su orgasmo sorprendiéndolo por completo. —¡Sung Chan!

Gruñó en el hombro de Shotaro, embistiendo sus caderas hacia adelante, enviando a Shotaro al borde hasta que no pudo sostenerse más. Se desplomó sobre la cama, Sung Chan cayendo con él. Liberó su mordisco y lamió el hombro de Shotaro antes de retroceder y asaltar el culo de Shotaro.

Shotaro trató de volver a ponerse sobre sus manos y rodillas mientras Sung Chan gruñía su liberación, pero su energía había huido. Se salió y se extendió al lado de Shotaro.

Estaba acurrucándose contra Sung Chan cuando el shifter puma se levantó de golpe, gruñendo mientras se lanzaba fuera de la cama. Shotaro estaba completamente confundido. Se levantó y miró por encima del hombro para encontrar a Derek de pie en la esquina de la habitación.

—¿Derek?— Shotaro estaba aturdido. En todos los años que el vampiro trabajó aquí, nunca había entrado en la habitación de Shotaro—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Derek siseó, moviéndose lentamente hacia Sung Chan.

—¿Qué diablos?— Shotaro se levantó, ignorando por completo el hecho de que estaba desnudo—. ¡Fuera de aquí!

Derek mostró sus colmillos, la piel alrededor de sus ojos oscureciéndose mientras sus irises se volvían carmesí. Shotaro estaba más que sorprendido. Sabía que no debía salir de su habitación por la noche, que las cosas que vagaban por los pasillos de Osaki Manor no eran amigables. Pero hasta ahora jamás había entrado nada su habitación.

Hasta ahora.

—Vístete, —dijo Sung Chan.

—Pero... pero... pero Esa fue la única palabra que salió de la boca de Shotaro. Salió de su aturdimiento y se apresuró a buscar su ropa, casi rasgando los pantalones del pijama mientras los subía por sus piernas.

Tan pronto como estuvo vestido, Sung Chan cambió. Su puma dio un aullido de advertencia. Shotaro no podía entender por qué Derek seguía moviéndose hacia ellos, y no se parecía al Derek que estaba acostumbrado a ver.

Era diez veces más aterrador, monstruoso, y tenía a Shotaro temblando mientras retrocedía hacia la puerta de la habitación. No sabía si fue su instinto lo que lo llevó allí u alguna otra cosa, pero Shotaro abrió la puerta. El puma lo acompañó, casi empujando a Shotaro hacia el pasillo.

Tan pronto como atravesaron el umbral, Sung Chan cambió y cerró la puerta de golpe. Agarró la mano de Shotaro y salieron corriendo.

—¿Te importaría decirme por qué tienes un vampiro en esta casa?
—Sung Chan preguntó mientras bajaban corriendo por los serpenteantes esca- lones.

Shotaro miró hacia la habitación de Lia y se debatió entre ir a buscarla y salir corriendo por la puerta de entrada.

—Ella estará bien, —dijo Sung Chan, como si hubiera leído la mente de Shotaro—. En este momento estoy más preocupado por el vampiro que viene corriendo hacia nosotros.

Antes de que alcanzaran la puerta principal, Derek estaba allí, sus uñas largas y negras se veían más como garras que se extendían desde sus dedos.
—No lo entiendo. —Shotaro agarró con fuerza el brazo de Sung Chan—. ¿Por qué está actuando de esta manera? Derek nunca ha entrado a mi habitación antes.

—No es un rebelde, —dijo Sung Chan—. Pero tampoco está totalmente cuerdo. ¿Por qué demonios está viviendo aquí?

Shotaro vaciló. No quería contarle a Sung Chan sobre su padre, de cómo Charles se rodeó de las mismas criaturas que lo habían atacado y lo desfiguraron. Nunca entendió el razonamiento de Charles detrás de eso.

—Atacas y te arrancaré el jodido corazón, —amenazó Sung Chan—. Ahora aléjate de la puerta.

Shotaro se giró cuando escuchó un ruido detrás de él.

María estaba de pie en medio del pasillo, viéndose igual de aterradora que Derek. —Uh, Sung Chan, creo que nuestros problemas acaban de empeorar.

continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).