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Anteojos Frágiles por Orihime Hatake

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Notas del capitulo:

Aqui estoy de nuevo, subiendo el segundo capitulo. 

Muchas gracias a las personas que comentaron. Me suben mucho el ánimo :3

Espero les guste n,n

Trago saliva de forma tan audible que no se sorprendería que la mujer del otro lado de la línea lo hubiera escuchado. ¿Por qué lo llamaba el representante legal de la familia de Shin-chan? ¿Le habría ocurrido algo a Midorima? Quizá estaba paranoico pero, por alguna razón no podía evitar imaginarse un atuendo de franjas blancas y negras en su closet.

-¿Qué… que clase de trato?- Apenas y pudo hacer el nudo de su garganta a un lado para hablar más o menos claro.

-Se lo diré de forma sencilla, ya que dudo que desee escuchar molestos tecnicismos. Los tutores del joven Shintaro saldrán de la ciudad mañana en la mañana. Por desgracia, no hay nadie disponible para cuidar de él. El trato consiste en lo siguiente. El Señor Shintaro lo liberara de cualquier tipo de cargo legal si acepta ser el cuidador del Joven hasta que ellos regresen-

Su mente estaba hecha un lio. Tenía demasiadas dudas y de esto podría depender su libertad así que, quitándose la confusión y sorpresa comenzó a preguntar.

-Espere, espere… ¿Cómo que presentar cargos legales? Lo que ocurrió fue un accidente durante un partido, nada más-

-Según algunos testigos anónimos usted tuvo la oportunidad, intensión y ventaja para atentar contra mi cliente-

¿Ahora hablaba como si realmente fuese un acusado en una corte? Esta mujer había estudiado derecho y él solo era un chico de preparatoria. ¿Cómo se suponía que ganara?

-¿Por qué no simplemente contratan a una enfermera? No sería mucho más confiable ya que, según usted, atente contra Midorima-

-Imposible. El joven Shintaro pidió específicamente a Kazunari Takao para que lo atendiese mientras está incapacitado y sus padres se encuentran fuera- Hizo una pequeña pausa. Su voz se escuchaba algo agitada- Pero todo eso se especifica en el contrato que firmara-

Al finalizar la oración el timbre de su casa resonó por todas las habitaciones. Takao, con el celular aun en la mano bajo al primer piso para ver de quien se trataba… Como si no lo supiera.

-Gracias. Estoy entrando- Aun sin invitación alguna la mujer hizo a un lado a Takao, adentrándose en su casa.

Era pequeña. Incluso con los tacones altos media por lo menos 20 centímetros menos que Takao, pero sus ojos eran demasiado intimidantes. Demasiado oscuros. Vestía con un elegante traje negro, típico de abogados y empresarios. Llevaba una carpeta bajo el brazo izquierdo y el celular en la mano derecha. El cabello castaño resaltaba la blancura de su piel mientras que la longitud del mismo alargaba su rostro, dándole un toque mucho más maduro, aunque si la miraba detenidamente no podría pasar de los veintiseis.

Takao, sin otra opción, la guio hasta el comedor. Gracias al cielo que sus padres habían decidido salir esa noche. No quería siquiera imaginarse la reacción de su madre al saber que tal vez podría terminar en prisión.

-Como mencione por teléfono, he venido a traerle el contrato. Necesito que lo leas y lo firmes- Le tendió la carpeta. La tomo dudoso.

La chica comenzó a teclear rápidamente en su teléfono, prestándole la mínima atención al pelinegro. Eran varias hojas con demasiadas palabras complejas. ¿No podían solo ir al punto? Decidió solo leer las partes que lucieran importantes o que estuviesen en negritas. Eso le ahorraría tiempo y dolor de cabeza. 

Lo que la abogada había dicho era cierto. Estaban listos para levantar una demanda contra el si se reusaba a su petición. En la segunda hoja estaba el apartado donde se mencionaba que Midorima no deseaba a cualquier enfermera o doctor, sino a él específicamente; con la huella digital de Shin-chan debajo. Eran menores de edad así que no era de sorprenderse que no tuviesen firma y, aunque contaran con una, Midorima no podía ver. El plazo se iniciaba mañana y terminaba dentro de diez días, que era cuando por fin le quitarían los vendajes al peliverde.  

-¿Terminaste?- Takao asintió. Por alguna razón sentía que estaba firmando un contrato con el diablo. ¿Estaba cediendo su alma en ese papel?

-Muchas gracias por tu cooperación- Sin más ni más se puso de pie y se fue.

 

Y fue así como Takao terminó caminando con una taquicardia hacia la casa del peliverde. Para esa hora los “Señores Shintaro” ya deberían estar en un avión alejándose lo más posible de él.

Llegó al lugar. Era una maldita mansión en miniatura. La fachada lucia antigua pero con toques modernos sutiles. Tenía tres pisos y en cada uno de ellos los ventanales eran enormes, formidables. El jardín delantero probablemente media más que la casa entera del moreno. Estaba tan hermosamente cuidado. Rosas, lilias, tulipanes, violetas, amapolas, geranios y juraría haber visto ¿orquídeas? Bueno, valla que eran ricos.

Se sonrojo un poco al pensar porque sabía los nombres de todas aquellas plantas, que para un chico de su edad todas serian iguales. Desde que era pequeño, su madre lo llevaba muy seguido a visitar a su abuela, que vivía a las afueras de la ciudad. Su casa era algo humilde pero su jardín era digno del Palacio de Buckingham. Allí había tantas y tantas especies de plantas que era imposible que de un día a otro no le comenzaran a llamar la atención. Cuando su abuela murió sintió un gran vacío que nada podía llenar. Hasta que, casi sin darse cuenta, comenzó a cuidar flores en masetas individuales.

De ser tres pasaron a ser cinco, y de cinco a diez, y de diez a veinticinco hasta que ya no podía seguir teniéndolas en su reducida terraza. Decidió donarlas a viveros cercanos a su hogar. Los fines de semana, procuraba ayudar en los invernaderos y, gracias a los conocimientos que su abuela le había transmitido, era de mucha utilidad.

Solo al tocar el pasto fresco por el roció, al pasar las yemas de sus dedos por los pétalos de una frágil flor, solo así podía mitigar el dolor de la perdida en los primeros meses de luto. Después de ello, se hizo más que una costumbre, un hobbie que disfrutaba muchísimo. Así se sentía acompañado por su querida abuela, la sentía a su lado.

-¡Hey! ¡Joven Kazunari!- Escuchó su nombre desde la entrada del lugar.

No se dio cuenta en qué momento se había arrodillado a oler las peonias. Lucían un color rojo tan vivido, tan hermoso, que simplemente no lo resistió.

-¡Ya voy!- Vaya que tenía que alzar la voz para que pudiese ser oída a tanta distancia. ¿De verdad necesitaban tanto espacio?

Se levantó velozmente y se encamino a la puerta principal. Allí lo esperaba la abogada de la noche anterior. Le sonrió, lo cual lo descoloco. “¿Enserio es la misma chica que me intimido tanto ayer?” Pensó al ver lo inocente que lucía con los labios alzados y los ojos brillantes.

-El joven Shintaro desea verlo. Por favor sígame- Una empleada doméstica apareció de la nada haciendo respingar al moreno. Al parecer la pequeña castaña ya se había acostumbrado a eso.

El camino se hizo eterno. Y no solo porque la habitación de Shin-chan estaba en el último piso, ni tampoco porque las escaleras forradas de alfombra cansaran demasiado, sino por la simple mirada de Hatsuki sobre él. Comenzaba a incomodarlo un poco.

-Así que… ¿te gustan las flores?-

El sonrojo le llego como un golpe en la cara. ¿Lo vio en el jardín?

-Ja, ja… pues sí, podría decirse que si- Sonrió poniendo una mano detrás de su cabeza, como restándole importancia.

-Por favor esperen un momento- La mucama lo había salvado.

Solo abrió la puerta, asintió y después se hizo a un lado para dejarlos pasar. La habitación era enorme. Unas tres veces su cuarto. El armario se veía antiguo y costoso, al igual que casi todo en ese lugar. Paso sus ojos por el sitio, topándose con una cama gigantesca, situada al centro de la habitación. Tenía postes de madera tallada, con un cielo y tela translucida que caía como cascada hacia abajo, muy principesco. Estaba realmente impresionado.

-¿Hatsuki?- Escuchó esa voz tan hermosa y conocida, aunque por desgracia, no lo llamara a él.

-Lo he traído, Joven Shintaro. Se encuentra aquí en este momento-

Tomó a Takao del brazo y lo condujo a un costado de la cama. La mucama había cerrado la puerta. El moreno sintió aquellos fuertes latidos nuevamente. Midorima estaba recostado en ese gran colchón. Lucia más pálido y delgado de lo normal. Sus manos no estaban vendadas como era costumbre. Y para darle más cosas de que lamentarse, una venda reposaba alrededor de su cabeza, manteniendo sus ojos cerrados.

Sintió un codazo en las costillas, indicándole que dijera algo para corroborar su presencia.

-Ouch! He he… Hola Shin-chan- Fue lo único que se le ocurrió decir.

-Jamás te vuelvas a referir a mí de esa forma. Desde este momento y hasta el final del contrato me llamaras joven Shintaro. Harás lo que te ordene sin dudar o preguntar y con un “Si, Señor” para asegurar que haz entendido. No me verás directamente a los ojos, nunca- Su voz, aunque calmada, era demasiado fría, demasiado despiadada.

Takao quiso reír, pero al ver que nadie más lo hacía se dio cuenta de que no era una broma. Entonces frunció el ceño y miro a la abogada buscando una explicación.

-En la página seis, cláusula tres, sub artículo uno se especifica claramente. “El sujeto en cuestión” ese eres tu- Lo señalo con el dedo índice- “estará dispuesto a cumplir con las condiciones que el afectado” ósea el joven Shintaro “decida para su completo bienestar y así asegurar su mejoramiento…” bla, bla, bla…-

-Pero… yo no…-

-Eso quiere decir que el joven Shintaro pondrá las condiciones, reglas, normas o como desees llamarles, para la convivencia durante estos días. Si desea colocarte una correa y llevarte como perro lazarillo tendrás que hacerlo o incumplirás el contrato-  

La expresión de Takao cambió de la sorpresa al enojo en menos de un segundo. Dio media vuelta dispuesto a irse. Tenía dignidad y respeto hacia sí mismo. Se podían ir al diablo con su contrato, el no aceptaría esa clase de humillaciones solo por un accidente.

-Por cierto…- El tono suspicaz de la abogada lo hizo parar en seco –Si no cumples el contrato que ya firmaste, los Señores Shintaro no tendrán ninguna consideración. Serian cinco años en el tutelar hasta que puedas ser juzgado como mayor de edad. Comprometer la integridad física con alevosía y ventaja te costara de menos de cuatro a quince años. O quizá, para ahorrarnos el tiempo en el tutelar, acusaremos a tus padres que son los responsables de tu comportamiento. Para ellos, mayores de edad, la pena seria de veinte años o más…- 

Notas finales:

Gracias por leer!

Cualquier duda, opinion o critica es bien recibida :)

Con sus comentarios puedo saber que puedo mejorar. Que no les de verguenza (la verdad a mi si me da muchas veces xD) 
enserio disfruto mucho leyendo sus comentarios. n,n

Gracias nuevamente por leer y comentar

(P.D. si saben de algun fanfic bueno de kuroko no basket por favor no duden en pasarme el link... y si no es mucho pedir pasen esta historia a otras fans de esta serie n,n) 


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