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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Muchas personas me pidieron un boceto de Nicolás, pero no he podido hacerlo. Joder, no sé dibujar, pero creo que todas pueden imaginar un Nicolás vestido de mujer y sexy :p

Lo siento por la tardanza y por no traerles el boceto que me han pedido, leí todos sus comentarios y sus ¿reclamos y desesperaciones reviews por no haber actualizado ayer sábado? Bueno ayer no actualicé porque me sentía realmente mal, con decirles que me dormí tempranísimo. 

Ahora creo que me siento mejor y así... espero que no se enojen mucho conmigo. MMmmm... disculpen de nuevo por no tenerles ningun boceto de Nicolás,es tan perfecto que ni siquiera puedo dibujarlo xDD.. Además creo que la descripción está explícita y siento que sí se podrán imaginar a Nicolás. 

Capítulo 23

 

“Nicolás es todo una modelo”

 

Nicolás entró a la habitación que ya había comenzado a extrañar. Estar dos semanas durmiendo en el suelo, en las bolsas de dormir, soportando mosquitos… a Tomás roncar… joder. Nico hasta se puso contento al sentarse en su cama matrimonial y ver a Jordana acomodada en el centro de las almohadas, no obstante, pocos segundos después, la sonrisa se le borró del rostro cuando despertó de su felicidad y recordó que tenía que vestirse de mujer, y no sólo eso, también tendría que seducir a su esposo.

 

Una mueca se le esparció por todo el rostro. Hizo un mohín con la nariz y chasqueó los labios para mostrar que ya estaba  recordando lo que debía hacer. Oliver se inclinó para estar a su nivel, y lo abrazó de nuevo. Cuando llegó al piso de abajo lo había hecho, pero no se podía contener las ganas que sentía, así que continuó abrazándolo fuerte.

 

Nicolás sonrió. Estaba feliz de poderlo sentir así de cerca. En aquel abrazo no dijeron nada, prefirieron quedar en silencio para poder respetar el significado que ambos le estaban dando, incluso Oliver lo hizo levantarse de la cama para seguir apretándolo. Y así continuaron. Parados en medio de su habitación y abrazándose como si en años no se hubieran visto las caras.

 

A pesar de que todo el tiempo se peleaban por su diferencia de personalidad, siempre seguían adelante y unidos. No importaba si Oliver se enojaba, no interesaba si Nicolás no quisiera que lo tocara. Ellos siempre estarían unidos, para siempre, o al menos eso deseaban los dos; porque se amaban, porque se querían bastante, lo suficiente como para perdonarse todo.  

 

Un apretón más, acompañado de un suspiró ansioso,  fue lo que puso fin al abrazo. El tiempo había pasado demasiado rápido, tanto que el abrazo duró más de diez minutos, cosa que los dos comprobaron cuando miraron el reloj que estaba en el pequeño mueble que sostenía la lámpara de noche. Sonrieron sin parar, poco después, Oliver fue a buscar las cosas en su ropero. Sacó dos bolsas grandes.

 

Al abrirlas, Nicolás cerró los ojos. Estaba demasiado avergonzado como para ver la ropa de mujer que esa tarde se pondría y para colmo, Oliver gozaría verlo vestido de ese modo. El chiquillo pensó de todo. Quizás Oliver lo pensaba vestir como a una puta, quizás lo haría sentirse incómodo con ropa de mujer… había demasiadas cosas en que pensar, pero el pequeño pelirrojo dejó de imaginarse situaciones y prefirió abrir los ojos de una vez por todas. No podía seguir siendo un cobarde, al fin de cuentas tenía que ponerse la ropa que su marido le compró.

 

Cuando sus ojos divisaron la ropa, el chiquillo se quedó más que paralizado. ¿En serio Oliver deseaba que se pusiera aquello? Algo no encajaba y era el hecho de que la ropa no era, joder, no tenía ni una pizca de malicia ni vulgaridad. Cuando Oliver esparció el vestido color gris claro y no tan rabón, Nico sonrió de lado. Oliver no era tan maldito después de todo…

 

Siguió observando. No había tantos accesorios y el vestido no tenía tanto escote, lo único que Nicolás podía mostrar era el hombro derecho descubierto y un poco de su espalda, pero sólo un poco. La pieza estaba suelta por la parte de las piernas, así que eso lo hacía decente.   Nico se lo probó, poniéndoselo al frente de su silueta, luego asentó muchas veces con la cabeza. El vestido se mostraba sencillo, era algo muy casual, algo que podría usar para ir a cenar y a pasear por alguna tienda comercial, estaba perfecto para una cita. 

 

Fuera lo que fuera, a Nicolás le había encantado el vestido, luego fue hasta su maleta y sacó los tacones altísimos que Oliver le mandó para que practicara con ellos. Aquellas calzas tenían un color negro con plateado, eran altos, pero Nico ya se había acostumbrado a ellos. Viendo las dos cosas al mismo tiempo, aprobó su vestimenta. Ahora lo que faltaba era la atención a su cuerpo ya que… aunque casi no tuviera bello en las piernas, se le notaba un poco. Era hombre y tenía algunas partes lampiñas, pero otras no, así que necesitaba una depilación, también necesitaba sacarse la ceja, joder… usar el maquillaje y quizás un sostén con tetas falsas para que pareciera una modelo profesional.

 

Por otro lado, su cabello no pintaba tan mal. Estaba bastante largo como para poder plancharlo, bueno no tan largo como para hacer una coleta, pero sí podía manipularse un poco, además, hoy en día había muchas mujeres con cabello corto, así que el cabello probablemente no sería el caos en todo esto. Nicolás sentía que el problema estaba en la depilación, ya que temía que le doliera demasiado.

 

Las horas pasaron demasiado rápido, tanto que la depiladora ya estaba en casa para poderle apartar a Nicolás los pocos vellos que tenía en las piernas, eran pelirrojos, pero sí se notaban y eso causaría una descolocación inmensamente grande con la aplicación del vestido. Por su parte, Oliver lo acompañó en sus momentos de dolor (depilación con cera), incluso también estuvo cuando la estilista y maquilladora llegaron.

 

A Noah le tratarían el cabello en el salón central y eso a Oliver le interesaba muchísimo. No iba a intervenir en el estilo de cabello ni mucho menos, pero sí deseaba ver  los gustos de Nicolás. Desde que lo conoció hasta ahora, Nico siempre había llevado el cabello un poco largo y desprolijo, inclusive algo rebelde, con flequillo y con las patillas tapándole las pequeñas orejas, un estilo muy parecido al corte de cabello que Drake Bell portaba en la serie “Drake y Josh”, pero con toque algo loco.  De hecho, muchos de sus amigos, incluido Tomás, varias veces llegaron a comparar su peinado con el estilo de Justin Bieber (en aquellos tiempos de debut con su muy reconocida canción “Baby”), pero  él siempre se negaba, diciendo: “No hay nadie como yo; nadie se parece a mí, y nadie lo hará. Además soy pelirrojo y tengo la nariz afilada, no creo ser la copia de Justin Bieber”… al fin de cuentas no había una persona tan peculiar como Nicolás, de eso él y Oliver estaban seguros.

—    ¿Cómo te gustaría tenerlo? —la estilista que al parecer era muy buena, le preguntó al muchacho que estaba a horas de transformarse  en una modelo.

—    No quiero que se vea demasiado afeminado, quiero que sea algo rebelde. He estado pensando en medio raparme una pequeña parte del lado izquierdo, para trasladar el cabello a toda la parte contraria y así tener un flequillo largo y ciertamente un estilo diferente.

—    ¿Medio rapado? —Oliver no pudo contener las ganas de preguntar aquello. ¿Nicolás medio rapado? ¿qué era eso? Había prometido no meterse en el nuevo corte de Nicolás, pero todo se le salió de las manos cuando menos se lo esperó.

 

Mirándolo de re ojo y con el ceño fruncido, Nico asentó, luego sonrió, diciendo:

—    Sí, no es rapado por completo, de hecho dejan una cantidad estimada de cabello para que se vea proporcionado.

—    Me parece bien, ese corte te quedaría bien, de hecho, muchas damas me han pedido que las “Medio rape”, eso hace un estilo rebelde e inteligente de peinarse —la señorita con cabello rosa, les musitó a los dos —. No te verías bien con algo conservador, tu idea me ha gustado. ¿Deseas que te tiña el cabello? 

—    Desde hace mucho tiempo me lo he querido oscurecer, ya que lo tengo muy claro, pero creo que no se me verá bien. Mis cejas son pelirrojas, y tengo pecas… me parece que no se vería agradable.

—    Te quiero con el cabello natural —Oliver volvió a entrometerse. Le parecía muy dulce el color cobrizo-anaranjado que le pintaba actualmente la cabeza a su querido Nicolás. Sería un cambio muy radical para los dos si Nicolás se pintaba el cabello.

 

La señorita se llevó la mano derecha al mentón, se rascó con persistencia la barbilla delgada, y luego se le prendió el foco.

 

—    Puedo oscurecerte el cabello en algunas partes. Puedo dejártelo de tu color natural en la nariz, y posteriormente irlo oscureciendo hasta las puntas, sería un tono pelirrojo más fuerte.

—    Me gusta, me gusta…

Tratando de calmar su emoción, Nico espetó. Estaba demasiado feliz como para que Oliver le apartara la ilusión. Aunque Yael no quisiera que se hiciera un cambio muy exagerado, en esa ocasión no dijo nada. Se quedó sentado muy cerca de la señorita, hasta que el sueño le llegó. Durmió por un largo rato, incluso despertó cuando Nicolás estaba estrenando su nuevo corte y el nuevo color que pintaba su cabello.

 

Los ojos se le llenaron de un brillo enloquecedor. Le encantaba, a Oliver le encantaba el nuevo peinado de aquel mocoso, le gustaba tanto, que por primera vez se sintió orgulloso de no haberse metido en decisiones de belleza.

 

—    ¿Cool, verdad? —dibujando una sonrisa muy mona, Nicolás le preguntó. Oliver entrecerró los ojos, luego sonrió, negándose –no lo hacía porque no le gustase o no estuviera de acuerdo, lo hizo por pura tontería.

—    Siempre haces lo que quieres —echó un vistazo al medio rapado y chasqueó los labios para aguantarse las ganas de fallárselo en ese mismo instante—. Te ves precioso.

 

Cinco míseros segundos tardó el pequeño Noah para sonrojarse. Sus mejillas ardieron, haciendo que su rubor combinase con el ahora color de su cabellera. La estilista abrió los ojos con exageración, no era que no conociera a parejas gays, pero no podía ver algo que la hiciera aceptar que aquellos dos tíos que por cierto tenían una enorme diferencia de edad, pudieran atenderse tan bien, a decir verdad, bastante bien. 

 

—    La maquilladora estará en unos minutos aquí —tratando de escabullirse más rápido, la peli-rosa se despidió de esos dos.

 

Como muestra de agradecimiento, Nicolás la acompañó a la puerta, luego volvió a donde estaba Oliver. Se miró al espejo y siguió alabando su belleza pre-femenina.

 

Trimmer nunca antes había experimentado vestirse de mujer, de hecho en esos momentos estaba arrepintiéndose de no haberlo hecho antes. Se miraba muy hermoso sin vellos, con tacones –pues  ya sabía cómo se miraba por sus previos ensayos-, y al igual que todo eso, no podía imaginarse feo con el rostro maquillado. Nicolás no era feo, claro que no, inclusive tenía facciones que muchas mujeres deseaban tener.  

 

Cuando la maquillista abrió paso para verle la forma de la cara al chiquillo, sonrió; no tendría mucho problema para darle luz y dulzura a su cara. Nicolás estaba perfecto para ser maquillado, incluso más perfecto que ella misma. Con labores profesionales y muchos cosméticos caros, comenzó a maquillarlo.

 

Cuando la señorita se mantenía hidratándole rostro, Nicolás aprovechó para  correr a su esposo de ahí. Por primera vez sintió que Oliver no debía estar presente en su cambio, y por si fuera poco, el chiquillo no dudó en comparar su manita de gato con la típica frase que todas las madres y abuelas decían  por ahí cuando algún pariente se casaba: Es de mala suerte ver a la  futura esposa con el vestido de novia puesto.

 

A decir verdad, Nico no quería combinar una frase de boda con una perversión como la que se estaba llevando acabo, además no debía hacerlo ya que muy pronto llevaría un mes de casado con Oliver…

 

—    ¡El mes! —con todo el pulmón, el bonito ojiazul gritó.

 

La señorita se asustó. Desvió la vista para ver el rostro del enano, pero lo único que pudo notar era que su cliente se mantenía contando con los dedos en modo histérico.  Contaba y se negaba con la cabeza. Joder. Nicolás se dio cuenta que muy pronto Oliver y él cumplirían un mes de casados, y un mes y una semana de haberse conocido. 

—    ¿Pasa algo? —la bella dama le preguntó.

 

El pelirrojo se negó, luego se encogió  de hombros.

 

Lo que le faltaba, ahora sí estaba jodido. Para cerciorarse, volvió a contar, pero esta vez lo hizo con una hoja de papel y una pluma que la señorita le otorgó:

 

Sus cinco primeros días de relación saludable: Lunes, martes, miércoles, jueves y por último el día de la boda: el viernes.

 

Luna de miel: sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, de vuelta el sábado y el domingo.  

 

Campamento: Lunes, martes… dos semanas completas (14 días).

 

Esto daba a resultado un total de 23 días de casados y 28 días de conocidos.

 

Entonces se podría decir que faltaban unos pocos días para que ellos cumplieran su primer mes de conocerse y sí, también unos pocos días más para cumplir su primer mes de casados. Joder, el tiempo se había ido más rápido de lo que el mocoso se pudo haber imaginado.  

 

Nicolás perdió la noción del tiempo pensando en ese primer mes todo alocado que había disfrutado junto a Oliver, y aunque pensara que todo iba muy de prisa entre ellos dos, lo que más lo hizo alarmar fue su poca imaginación para buscar un significativo obsequio para regalarle a Yael en su primer mesecito de casados.

 

La maquilladora le dio un golpecillo en el hombro, logrando que Nicolás rodara los ojos y por accidente se mirara al espejo. Se quedó absolutamente perplejo. Nunca antes había visto a una mujer tan hermosa, joder, nunca antes se había convertido en una mujer tan hermosa como la que estaba viendo. ¿De verdad era él? Porque sus cejas estaban más marcadas, sus ojos deslumbraban y sus pómulos estaban contrastados con su mentón, su frente y nariz.

 

Por un instante pensó que la voz no le saldría. La tía esa había hecho un milagro con el maquillaje, o era que Nicolás estaba pensando en lo humilde que era como para creer que con maquillaje o no, él siempre sería guapo. Por supuesto que Nicolás no era humilde en ese aspecto, él siempre alegaba que era guapo en todo momento y en estos instantes estaba más que seguro que no había ningún otro hombre que pudiera lucir así de guapo como él ahora lo hacía. 

 

Parecía mujer, estaba completamente transformado en mujer, bueno… le faltaban pechos, un poquito de cadera y nalgas, pero era tan adorable como una chica. 

 

Con la vista todavía puesta en el espejo para admirar su reflejo, se sonrojó. Se estaba gustando a sí mismo, joder… y disfrutaba caer de nuevo enamoradísimo ante su belleza. Siempre se amó como hombre, ahora también lo hacía con su nuevo aspecto, que claro, sólo duraría ese día y ya. Dado a aquello, eso significaba que tenía que aprovechar su cambio, disfrutarlo y tomarse muchas fotos para que Tomás  viera la evidencia de su transformación.

 

La puerta de la habitación de abrió, con el rabillo del ojo, el chiquillo reconoció que se traba de su marido. Nicolás quedó como una estatua, luego se puso de pie para que Oliver lo admirara. Hizo ojitos como una niña coqueta, y se paró frente a la persona que ahora podía presumir que tenía un esposo que se miraba bello de hombre y también de mujer.

 

—    ¡Santa mierda jodida! —articuló con poca voz el más impresionado de la habitación. Oliver estaba que se moría. Estaba realmente impresionado por ver de esa manera a Nicolás. No podía ser posible, el enano se miraba grandioso, cualquiera que tuviera la suerte de verlo, podría jurar que éste parecía mujer, una hembra demasiado preciosa.

 

El estudiante lucía tremendo con esa espesa capa de mascara de pestañas, ese delineador negro, esas sombras profundas y lo más prometedor, Nicolás se miraba realmente sexy con labial color cereza. Sus labios eran de ese color, pero ahora se miraban más deslumbrantes y carnosos, cosa que llevó a que Oliver pestañara varias veces y palmeara su rostro para verificar que ese Nicolás-femenino era realmente su Nicolás y no un holograma. Quizás le estaban tendiendo una trampa y temía caer ante ella…

 

—    ¡Sí, santa mierda jodida! —impactado todavía más, Nico repitió lo mismo que su esposo había dicho antes—. ¿Te gusta?

—    Me encanta. Me encantas.

—    ¿Más que como hombre?

—    Me encantas  tal y como eres —sin escapar de la pregunta del pelirrojo, le aseguró que le gustaba que trajera el pene colgando. Le agradaba verlo vestido de niña, pero mil veces prefería verlo como en realidad era: un adolescente hombre.

—    ¿Te imaginas? —musitó el chico, tratando de darle ideas a su esposo—. Si me vistiera así y comenzara a modelar… jah, sería muy solicitado y tendría demasiada fama ¿No crees?

—    Nicolás…

Y de nuevo Nicolás comenzaría su discurso de chico en pre-debut. A Oliver no le molestaba el hecho que se imaginara como alguien famoso, lo que no le agradaba era que el mocoso tuviera tantos fans y  claro, menos tiempo para él.

 

—    Un día, mi maestra de sexto grado de primaria me dijo que era un candidato perfecto para modelar. Esa vez todo resultó como un  sueño ¿Sabes? Pensé que me violaría, pero estaba agradecido con ella por haber notado mis atributos. Mi padre dice que me vería demasiado bien como presidente de su empresa ya que soy guapo y…

—    ¡Nicolás!

—    ¿Qué?

—    Solamente te vestirás de mujer para mí. Para mí y nadie más.

—    Pero la gente puede ser engañada, ¿te imaginas? Que los hombres se enamoren de mí, pensando que soy una linda chica. —Luego una risilla maliciosa se le salió para complementar sus maldosos comentarios de dicha—. Y que cuando se enteren que soy hombre…

—    Eso es imposible Nicolás. —Su voz pareció haberse elevado más de lo que imaginó. Estaba bastante molesto por lo anterior, así que para dejar las cosas más en claro, dijo: —Ellos notarán que eres hombre porque no tienes senos grandes y pues… careces de…

—    ¿De qué? —el pecoso terció, logrando que su estómago se encogiera al pensar en su cuestionamiento—. ¿De culo? Joder, lo sabía. Siempre supe que no te gustaba mi trasero, pero sabes ¡Qué bien que ahora lo confiesas!, ah ¿Y sabes qué? Pues me operaré para lucir unas bonitas tangas o mejor aún, un pronunciado escote.

 

Después de aquel grito, Nicolás se fue a su habitación, dejando a la maquillista paralizada y a su esposo totalmente con la palabra en la boca. Siempre le hacía lo mismo.

 

Inmediatamente, Oliver murmuró una maldición. De nuevo ese niñito estaba enojado y el que se suponía que debía estar molesto era Oliver y no él. Pero ¿qué se suponía que haría? El mocoso no cambiaría y esta vez, el más grande no tenía ni la menor idea de cómo actuar. No sabía si ir a su recamara, o si cancelar la cita…

 

Lo que debía hacer era gritar quién mandaba en la casa y claro, hacerle saber a Nicolás que no estaría soportándole diariamente sus berrinches de niño pequeño. 

 

Al otro lado de la casa, o mejor dicho, en la habitación de Oliver y Nico, se encontraba el más pequeño. Agarró el vestido y se lo puso, sacó los tacones de la caja y también se los puso. Caminó hasta el espejo y se miró por un largo rato, o mejor dicho, hasta que Oliver lo interrumpió y entró a la recamara. Joder, lo que faltaba…

 

En el fondo, Nicolás se sentía muy avergonzado. No por la pelea de allá abajo, sino por su cambio de masculino a femenino. 

 

—    No importa lo que te pongas, siempre lucirás bien —rodando los ojos hasta abajo para verle los tacones a Nico, Oliver musitó. En ese instante los dos decidieron no pelear más, porque se suponía que ese día era especial y no tenía que haber trabas.  

 

El pelirrojo se miraba tan bien con zapatos altos que Yael no podía despegar los ojos de él. Estaba impactado, realmente asombrado por el cambio, y más que nada, por la buena actitud de Nicolás para con el uso de ropa de mujer. El pequeño deseaba preguntarle ¿qué más faltaba para poder salir? Pues el maquillaje ya estaba, la ropa, el peinado… al parecer sólo faltaba lo más importante: los senos falsos.

 

Noah se estremeció al imaginarse usando esponjas para los senos, de hecho ni siquiera se había puesto sostén, cosa que no hacía falta porque… ¿qué coños quería levantar? Si no tenía tetas. Pero luego se miró al espejo y pudo notar que no había diferencia si usaba o no usaba busto falso. El vestido estaba holgado y así como estaba se miraba bien, o eso pensó el pequeño.

 

Al final de cuentas salieron sin ponerle senos falsos a Nico, sólo se fueron así… juntos, tomados de las manos. Al primer lugar que visitaron fue un mall que quedaba a unos cuantos minutos de la casa. Cuando el pequeño salió de la camioneta, Oliver fue hasta él; temía que se cayera, pero lo que Oliver tenía que saber era que Nicolás había practicado demasiado para poder caminar con plataformas.

 

Nico se había convertido en un experto, tanto que hasta podía correr con ellos puestos y sin ir como bamby.

 

Recorrieron de arriba abajo, de un lado a otro, mientras que por instantes Yael le preguntaba a su querido esposo si estaba cansado o no. Nicolás resoplaba y le decía que todo estaba bien, que dejara de preocuparse demasiado. En una de sus tantas vueltas, la gente se quedó viendo a la pareja homosexual, pero ninguno ató cabos de que en realidad uno estaba vestido de niña. Inclusive muchos hombres coquetearon con Nico, cosa que hizo enojar a Oliver. En varias ocasiones tuvo que abrazar por la cintura a su gatito para que toda la bola de putos aquellos se diera cuenta que Nicolás no estaba solo y que estaba casado.  

 

No se besaron en vía pública, pero eso no significaba que no querían hacerlo. Era tan morboso que en ese mismo instante deseaban follar duro. Esa tarde Nicolás se sintió natural, tanto que hasta se olvidó que llevaba vestido, tacones y una tanga. Joder, incluso esta vez parecían una pareja hetera.

 

En el fondo Oliver y Noah se sentían más relajados; caminar de ese modo y con esa visión heterosexual para muchos, hicieron más fuerte su lazo. Y es que no era que Oliver quisiera tener una relación hombre-mujer con Nicolás, el tema era que no importaba si Nicolás era mujer u hombre. No interesaba si Noah usaba vestido y tacones, para Oliver siempre sería Nicolás, su Nicolás berrinchudo y rebelde.  

 

Pasaron dos horas mirando cosas y claro, comprándolas. En el gran mall adquirieron algunas plumillas para guitarras, ropa para adolescente –por supuesto que para Nicolás-, y muchos zapatos. Esa cita parecía más bien un día para surtir ropa y cosas, pero igual fue muy divertida. La mayoría de la ropa la escogió Oliver y bueno, también los zapatos ya que tenía mejor gusto que Nico para escogerlos.

 

Con las manos repletas de bolsas, Oliver abrió la cajuela de la camioneta. Deseaba abrirle la puerta a Nico, pero éste se metió antes de que pudiera portarse como todo un caballero. Ahora faltaba ir a comer, eso hicieron seguido de cruzar la enorme avenida industrial. Oliver manejó lo más rápido posible, procurando llegar a tiempo a la reservación que había hecho con anterioridad. Aparcó el coche y esta vez, sí ayudó a Nicolás a bajar como toda una princesa. El pequeño no quería, pero no podía negarse; al fin y al cabo Oliver siempre fue muy amable con él. 

 

Comieron y hablaron de una gran cantidad de cosas. Tocaron temas del pasado, cosas que Nicolás vivió en el campamento, incluso el gatito de ojos azules le comentó a Oliver que su mejor amigo Tomás estaba de novio con Caroline y que todo estaba yendo bien entre ellos dos, claro, se lo contó con tantos detalles que los bellísimos ojos de Yael brillaron como la luna al mirarlo tan entusiasmado. 

 

Pocas veces Nicolás hablaba de esa manera, y los dos agradecían en silencio por poderlo disfrutar en ese día. Por su parte, Oliver le platicó al chiquillo que todo estaba yendo bien en el trabajo y que le encantaría volver a salir del país junto a él, ya que le había parecido muy cotizado el tiempo que tenían para los dos. Nicolás aceptó, pero luego volvieron a enojarse porque aquella “Laura” salió en la conversación. El pelirrojo no deseaba escuchar ese nombre nunca más, pero tuvo que aguantarse, ya que Oliver no pensaba soportarle sus berrinches de niño caprichoso. Poco después se fueron a casa. 

 

Durante el camino no dijeron mucho, ya que Nicolás seguía estando molesto, pero es que no era por joder, era solamente que no podía asimilar que su marido se hablara con muchas mujeres. No quería verlo con nadie más, no deseaba que su esposo tocara el cuerpo de otra gente, ni mucho menos que se la pasara hablando de otras personas y más si éstas eran mujeres. No entendía, pero podía decir abiertamente que sí estaba celoso, claro que lo estaba, porque Oliver sólo era de él, de él y de nadie más. 

 

Cuando Oliver le abrió la puerta de su hermosa Audi, pudo captar cómo el bonito vestido de Nicolás se alzaba por el alocado viento que rondaba en el jardín. Le vio las piernas blanquecinas, también pudo observar que sus rodillas estaban temblando porque tenía frío. Espió cada paso que dio, no era como si no lo hubiera visto caminar durante toda su cita, pero esta vez le pareció más apropiado; estaban en casa y era hora de darle la bienvenida a su apreciado gatito. 

 

Era verdad, Nicolás caminaba demasiado bien con tacones altos, incluso caminaba mejor que Laura y que todas las trabajadoras de su empresa. Nicolás iba recto, y al andar parecía no quejarse y flotar como una plumilla.  El maquillaje todavía no se le corría y las ganas de besarlo seguían latentes. Oliver deseaba besarlo, deseaba besarlo ahora mismo.

 

Caminó con rapidez, antes de que Nicolás entrara por la puerta principal, lo volvió hacía él con ayuda de un acelerado movimiento de brazo y lo atrajo de frente a su cuerpo.  Nicolás abrió la boca, asombrado, tratando de buscar comenzar un beso húmedo, pero tardó un poco en lograrlo. Dando el primer paso, el ojiazul hundió sus pequeñas manos y las enredó en el cuello de su esposo. Lo besó primero, luego Oliver lo siguió. Sabía tan bien que podía desvestirlo ahí mismo sin importar que la señorita de servicio los viera. Cargó al pequeño, sujetándolo de la cintura y lo apretó lo más fuerte que pudo. Como respuesta, Nicolás alzó un tacón y lo dejó en el aire.

 

Sus pechos se aceleraron, dejando como evidencia de su excitación ambas pollas erguidas. Al sentir un dolor por causa de lo extasiado que se encontraba, Nicolás apagó el beso, llevándose el labio inferior de Oliver con un mordisco leve.

—    Tengo frío —fue lo único que Nicolás pudo articular después de su apasionado beso —. ¿Vienes? —preguntó, se lamió el labio inferior y se dio la media vuelta para entrar a casa.

 

Oliver obedeció de inmediato, tratando de no parecer una mascota tras su dueño. Era hora de ver lo que Nicolás había preparado para seducirlo…

Notas finales:

aaww ¿lo dejé en lo mejor, vdd? Nenitas espero sus comentarios. Sólo les digo que el siguiente capítulo tiene 10 hojas de lemon puro, desde que empieza hasta que terminan las 10 hojas :)

Por ahí leí que deseaban 10 hojas de puro sexo explícito? Bueno lo cumplí, ahí me dicen quién lo pidió y se comunican conmigo por medio de un coment, ya que cumpliré su sueño xDD.. 

Por otro lado. No sé si subir el cap mañana, sólo me queda ese cap, y eso significa que tengo que escribir 2 caps en esta semana para poder seguirles cumpliendo los dos caps los fines de semana. Haré todo mi esfuerzo, ya que la facultad está con todas sus garras, mañana tengo mi primera práctica en el kinder n___n

 

Igual y si no les tengo listos los dos caps para el otro fin de semana, entonces sólo les subiré uno, pero les subiré. Tengo bastante imaginación para este fic, así que adelantaré muchas tareas para poder complacerlas. 

 

Entonces volvamos al cap 24 que falta y que no sé si subirles mañana o no. ¿Lo subo? Si veo muchos comentarios entonces lo subiré e.e... si no veo muchos comentarios no lo haré.


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