Caminando por gridumplace, sumido en sus pensamientos, iba un caastaño con ropa raida, su semblante aunque tranquilo también podría apreciar cansancio.
Remus Lupin caminaba hasta llegar donde las casas ahí, recordando las palabras escritas en aquel pedazo, observo como aquellas casonas se separaban para permitirle a una, entre ellas, aparecer. Con cautela se acercó para poder entrar, ya que la entrada de esta se encontraba entreabierta y con pasos silenciosos provocados por la espesa capa de polvo camino siguiendo las huellas dejadas por un perro, que le guiaron hasta la cocina, donde entre aquella suciedad se encontraba un hombre con una botella entre la manos, perdido entre sus pensamientos.
--Sirius—exclamo en susurro, pero debido al silencio del lugar se escuchó fuerte y claro
--Remus—fue la contestación que este dio saliendo de sus pensamientos y regalándole una sonrisa a su único amigo—me alegro que vinieras, ven siéntate, cuéntame ¿qué has hecho?
--No mucho Sirius, pero ¿Albus sabe que estas aquí?—cuestiono acercándose y notar la mueca de su compañero ante el nombre del director
--No, él no sabe que estoy aquí, de hecho me pidió que me retirara del país, que él se comunicaría conmigo si había alguna emergencia con Harry
--Si él te dijo eso deberías obedecerlo—exclamo mientras lanzaba un hechizo de limpieza en la silla que había tomado para ocupar—él sabe lo que hace
--No estoy tan seguro de eso Remus—susurro—estoy preocupado por Harry, lo note muy extraño después de última prueba del torneo, algo paso, algo que lo perturbo y que no quiso mencionar, pero lo más extraño es que me pregunto por sus padres
--Eso no es extraño, somos el único eslabón de Harry con Lily y James
--No, no me pregunto por sus padres como lo había hecho en otras ocasiones, su pregunta era, como si quisiera asegurarse que era hijo de ellos, o por lo menos así me sonó la pregunta
Remus no dijo nada, solo se quedó mirando fijamente a la mesa, sumiéndose en un extraño pensamiento que había tenido el día que Harry había nacido, algo que su lobo le indico, pero que nunca quiso comprobar ni compartir
--Rem ¿todo bien?—interrogo el animago observando como su compañero fruncía levemente el ceño en señal de alguna inconformidad
--Sí, no es nada, solo recordaba el día del nacimiento de Harry
--Fue un día memorable, los nervios de James y Frank, fue divertido verles caminar de un lado a otro y cuando por fin todo termino el cachorro había nacido
--Pero, hubo algo extraño ese día ¿no lo recuerdas? El sanador parecía perturbado y murmuraba cosas, he incluso quiso llevarse a Harry casi inmediatamente, de no ser por Dumbledore lo hubiera hecho y luego la urgencia de salir del hospital
--Aquello no era extraño, recuerdo que había mortifagos entre los sanadores y aquello fue simple y sencillamente una acción preventiva, posiblemente aquel sanador era un mortifago, que quería llevarse al niño
--Si, puede que haya sido por eso
Se quedaron en silencio, sumiéndose en pensamientos distintos, uno tratando de averiguar que podía haber perturbado a su ahijado y el otro intentando convencerse que aquel día no hubo nada malo, aunque su lobo tenía una extraña sensación, misma que a pesar del tiempo se mantenía presente, pero el cariño a su cachorro Harry no cambiaba.
--Espero que Harry pronto se comunique con nosotros, le mande el espejo de doble vía
Remus sonrió recordando aquel espejo, un espejo de plata, con runas alrededor y por atrás, con la frase de activación del mapa y sus apodos, si aquel había sido un buen regalo para Harry, una especie de reliquia familia. Algo que les daría libertad para hablar con el joven en cualquier momento.
El silencio se mantuvo entre ambos, Sirius se había encargado de entregarle una botella con cerveza de mantequilla, el ligero bostezo de Remus Lupin, le hizo saber a Black que este estaba muy cansado y no era para menos la luna llena tenía poco de haber sucedido y aquello lo había agotado. Un nudo en su garganta se hizo, él no debía sufrir eso, un ser como Remus debía estar libre de aquella terrible maldición, más la vida no era justa, era cruel, muy cruel.
El castaño agotado por los días anteriores, más el relajante sabor de la cerveza, le hizo recostar su cabeza en el heredero de aquella ancestral familia, permitiéndose descansar en el hombro de su amigo, dejando que aquella tranquilidad que percibía su lobo interno lo arrullara.
Sirius observo como su compañero comenzaba a dormitar en su hombro, una sonrisa tranquila apareció en su rostro, aquel rostro perdió todos los daños provocados por azkaban, una sonrisa pura. Sus ojos comenzaron a aguarse, su impulsividad había dañado a su ahijado y al hombre que ahora recostaba su cabeza en su hombro, su amado, porque de no haber sucedido aquella terrible tragedia el treinta y uno, su mejor amigo Remus se convertiría en su novio para después ser su esposo, con cuidado acomodo al hombre lobo sobre su pecho, provocando que un suspiro relajante saliera de aquellos labios.
El viejo elfo de la familia, fiel a los Black y que por órdenes debía mantener una actitud hosca con el último de la familia, tomo una vieja manta y lanzo a la pareja, negando con la cabeza ante el dolor que percibía en ellos.
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Harry había observado con interés el espejo que le había mandado Sirius, había descubierto el significado de las runas, observando como el nombre de Petrigrew había sido borrado, además de que se había enterado que era un espejo de doble vía.
Sin saber cómo sentirse ante el hecho de la persona elegida por los Potter lo quería, un cariño que siempre había aceptado, ya que era lo más cercano a un padre, pero que ahora con la verdad que había descubierto, no sabía cómo actuar con aquellas personas, más porque Remus Lupin entraba en la ecuación como un tío muy confiable.
Mirando el espejo que le mostraba su reflejo y pensando en que hacer
--¿Todo bien Harry?—pregunto Severus sentándose junto a el
--Es el regalo de Sirius, no sé qué hacer.
Severus observo aquel magnifico espejo y suspiro
--Black y Lupin te quieren, ellos te consideran como el último vestigio de Lily y James, es cierto que debemos decirle la verdad cuando acabemos con Dumbledore, pero hasta ahora es la única familia que conociste junto a los Weasley y que ellos tienen
--¿están de acuerdo en que los procure?
--Si
--Y mis… ¿mis padrinos por parte de ustedes?
--Ya los conoces, pero de forma equivocada, esperamos poder presentártelos pronto de forma correcta
--¿crees que me acepten?
--Lo harán, será complicado para todos, pero si ponen de su parte lograran superar esta prueba
Harry sonrió mientras se acurrucaba junto a Severus, quien acaricio con ternura su cabello, él sabía que la impulsividad de Sirius en un futuro al saber la verdad dañe a Harry, pero esperaba con completa sinceridad que el cariño que había forjado en los años con Harry se mantuviera, Remus no era problema, el lobo del hombre ya había aceptado a Harry.
--¿puedo llamarlo más tarde?
--Llámalo cuando gustes, dile casi todo ¿entendido?
--Si papa
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Sirius hablaba con Remus, recordando alguna broma, cuando la voz del joven se escuchó, el animago saco el espejo y la imagen del joven de cabellos alborotados y ojos color esmeralda ocultos por un par de lentes.
--Harry Hey, ¿Cómo te tratan los muggles?
--Hola Sirius, no estoy con los Dursley—aquella frase hizo que los dos hombre se miraran
--Hola Harry ¿Cómo que no estas con tus tíos?—pregunto Remus entrando en la conversación
--Hola Remus, es que ellos iban a viajar, así que pensé en quedarme en el caldero chorreante como en mi tercer año
--¿Estás ahí?—pregunto con emoción Sirius creyendo poder ir a estar con él en su forma animaga
--No, cuando entre para pedir una habitación un mago me pidió hablar y después de una plática confusa me encontraba en su casa con una serie de clases
--¿Cuál es el nombre de ese mago?—pregunto Remus con expresión seria
--Es Tomas Richmond, es un mago extranjero que tiene un amigo aquí en Londres y decidió venir a visitarlo
--¿y tus clases? ¿Te las da él?
--Si, el me la inculca la mayoría y otro profesor me da las de pociones, historia y otras
--¿Qué te ha pedido para cuidarte?
--Nada, dice que lo hace por que le recuerdo a su hijo
El silencio después de aquella palabra hizo comprender que mencionaba a un hijo fallecido, la mirada de los merodeadores se encontró, necesitaban conocerlo para estar seguros que él no dañaría a su cachorro y el mejor para hacerlo era Remus.
--¿ya compraste tus materiales?
--Si, los compre ayer
--Me gustaría conocer a ese tal Tomas, para agradecerle, además podría verte antes de que te vayas a Hogwarts
--Debo preguntarle, ha tenido algunos asuntos que atender, ya que se piensa quedar a vivir aquí—un ligero carraspeo llamo la atención de Harry, quien alzo la mirada
--La cena estará pronto, vete a lavar
--Si, bien nos vemos mañana, los quiero chicos
El contacto se cortó dejando a los últimos merodeadores, con una extraño sabor de boca, en los dos años que habían conocido al último Potter, nunca lo habían visto tan feliz como en ese momento, si bien les alegraba por el chico la sensación de perderlo con una desconocido se hizo presente y eso no les agradaba.
Esperaban una cita con el mago que había tomado por ese verano a Harry y encontrarle algo malo, por mínimo que sea para que Harry no se encariñara más con él. Tal vez eran egoístas ante ese pensamiento, pero solo esperaban un si para encontrarse.
Harry le conto a sus padres, sobre el deseos de los últimos amigos, Tom asintió diciéndole que en unos días tendría una cita de negocios y después podría verse con los dos hombres en un restaurante y ya en ultimas y casi a finales de las vacaciones se verían en una casa que le pertenecía a él, sin poner en riesgo a Severus, quien por el momento prefería mantenerse al margen ante la rivalidad de estos con él. Así como también le indico que tendrían una cena especial próximamente, para que conociera e iniciara un relación estrecha con sus padrinos, los Malfoy, Harry asintió ante aquello, no muy convencido, pero sabía que debía conocer y darles una oportunidad, tomando en cuenta que ellos al igual que los demás habían sido engañados por Dumbledore.
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Mientras los Malfoy recibían por parte de Huj una invitación para una cena aquel viernes con la intención de ser presentados formalmente con su ahijado, provocando nerviosismo y emoción en la pareja, quienes esperaban conocer por fin al niño que le había traído felicidad a la pareja. Por lo tanto comenzaban a elegir sus mejores ropas para aquella ocasión tan especial y largamente esperada.