CAPÍTULO UNO. CADENAS Y GRILLETES QUE NOS AFERRAN AL PASADO
-Son cadenas invisibles- musitó Sakura desde lo alto del parque central de Konoha. Estaba agarrada a los barrotes, observando la reconstrucción de la ciudad con ojos brillantes-. No literalmente- sonrió y meció la cabeza, y el cabello rosado siguió su movimiento-. Pero son cadenas. Cadenas pesadas que cada uno nos hemos encargado de ponerle…
-Los grilletes se los ha puesto él solo.
Sakura se volteó a mirarlo con una mueca que oscilaba entra la sorpresa y el enfado.
-¿Grilletes? Sasuke-kun… nos ha ayudado.
-Lo sé- él había sido el primero en admitirlo y en aceptar su ayuda, pero eso no quitaba el hecho de que aún continuara enfadado-. Aún y así…
Sakura lo silenció con un susurro, volviendo la mirada hacia las empinadas escaleras por las que no hacía mucho habían subido. Allí, y subiendo los escalones con una parsimonia elegante, se encontraba Sasuke.
-Una sonrisa, dedícale una sonrisa- le musitó Sakura levantando la mano y saludando a su nuevo, antiguo, compañero con una sonrisa encantadora-. ¡Sasuke-kun! Que sorpresa.
Sasuke los alcanzó en lo que pareció una eternidad. Se detuvo a su lado, a una distancia prudencial, y se apoyó en los barrotes. Por la dirección de su mirada Naruto supuso que estaba absorto observando las efigies de los Hokages. De su padre.
-Hola- los saludó él tras dos minutos dolorosamente lentos-. ¿Ichiraku aún sigue en funcionamiento?
Naruto bufó y Sakura le dio un pisotón.
-Si, por supuesto que sí. ¿Por qué?- preguntó con otra sonrisa-. ¿Quieres ir a comer allí?
-Quiero encargar la comida- contestó con tono de hielo-. Los demás han oído…
"Los demás". En el mismo momento en que lo había pronunciado, Naruto se tensó, y a su lado sintió que Sakura hacía lo mismo. La sonrisa cortés desapareció, y sus ojos verdes se ahogaron en la tristeza. "Ya no somos su equipo". Suspiró y volvió la vista al frente. Sakura lo agarró del brazo y apoyó la cabeza sobre su hombro.
-Está en la calle de atrás de la plaza principal. No tiene pérdida. Al oeste de la villa.
La respuesta le salió agria, y más lo fue el suave gracias de Sasuke a modo de despedida.
-Se ha puesto los grilletes él solo- musitó Sakura aferrándose más fuerte a él-. Tienes razón. No sé ni para que lo intentamos.
-Hey- se separó de ella y la cogió de la mano-. ¿Por qué no quedamos con los demás y vamos a comer a la barbacoa?
Le dedicó una sonrisa sincera, y como respuesta, Sakura se la devolvió. Así que cogidos de la mano bajaron las escaleras y se perdieron en las calles de la aldea.
-Te lo tienes que quedar- Tsunade nunca ocultaba su tono amenazante, así que cargó la orden con todo el odio y desprecio que pudo reunir y se la soltó-. O eso, o va a la cárcel.
Apoyó las manos en la nuca y tomó contacto visual con la mujer. La Hokage había sufrido con la guerra, al igual que todo el mundo, y aunque le habían quedado secuelas, como que ya no parecía una veinteañera si no una cuarentona, volvía a estar recuperada.
-No quiero.
Tsunade suspiró amargada y se recostó en la silla, empujándola para encararse a la cristalera que se extendía a su espalda. Konoha se estaba recuperando a un ritmo vertiginoso, y más después de que algunos ninjas extranjeros decidieran colaborar en su reconstrucción. Según ellos, si se habían salvado era gracias a su ayuda.
"Aunque también ha sido por nuestra culpa" había susurrado el viejo el día antes de que la técnica tocara su fin. "Si hubiésemos cuidado mejor de…"
El Segundo estuvo a punto de cortarle la cabeza por aquello. En cambio, el Primero y su padre se quedaron en silencio, observando los destrozos que la lucha había provocado en el paisaje.
"Eso nunca llegaremos a saberlo".
-¿Por qué no quieres?
Tsunade lo hizo volver a la realidad con un tono más suave, pero igual de agresivo.
-No es quien solía ser.
-Eso ya lo sabías.
Naruto apretó los puños y sintió las uñas hundírsele en la palma de la mano. Dolía, pero no tanto como lo hacía su corazón, encogiéndose dolorosamente ante cada latido.
-Sasuke… tiene a otros.
-De nuevo, ya lo sabías.
Cerró los ojos, sintiendo de nuevo las gruesas lágrimas en ellos.
-¡Enciérralo en la cárcel! ¿No es eso lo que se merece?
-Lo que se merece es la muerte- Tsunade se levantó de la silla y se detuvo a su lado, poniendo una mano sobre su hombro. Naruto no se dio cuenta de que estaba temblando hasta que ella lo afianzó-. Naruto- su voz era amable y cariñosa, llena de comprensión y nostalgia-. Sé que lo has pasado mal, pero ahora todo ha vuelto a estar en paz. Como tú siempre has querido, como siempre vas a querer.
-¿Y si ya no es eso lo que quiero?- la pregunta le salió amarga y entrecortada. Casi le costó pronunciarla a través del nudo que se había formado en su garganta-. Sasuke… Sasuke no volvió por mi… creí que yo…
Tsunade lo estrechó en el abrazo protector con el que su padre se había despedido. Si se concentraba, aún podía sentir su cuerpo convirtiéndose en cenizas bajo sus dedos, desapareciendo en la noche y esparciéndose como hojas al viento.
-Sasuke está en casa. Puede que no gracias a ti, pero está en casa- lo separó de ella y lo besó en la frente-. Aún y así comprenderé que no quieras cuidar de él. Le diré a Sakura que lo haga ella, o a Kakashi, cuando deje de ser un vegetal que pasea por los pasillos del hospital.
Instantáneamente, Naruto sabía que era lo que debía hacer a continuación.
-Se te ve el culo. No es agradable- lo dijo con tono casual, entrando en la habitación.
Kakashi estaba justo enfrente suyo, mirando absorto la villa a través de la ventana. Vestía una de esos horribles batines médicos que dejaban toda su espalda al descubierto, y puesto que no hacía ningún esfuerzo por cubrirse, su retaguardia quedaban al descubierto. Aunque no era como si Naruto nunca le hubiese visto el culo a su maestro.
-¿Has hablado con Sasuke?- le preguntó cuándo se acercó a su lado-. Creo que el otro día vino de visita, pero la morfina que aquí me dan no me permite estar atento más tiempo del necesario...
Naruto le dedicó una cálida sonrisa antes de sentarse en su cama. Estaba fría, así que Kakashi debía llevar bastante rato en pie.
-No he hablado con él- contestó-. ¿Acaso te dijo algo cuando estuvo aquí?
Kakashi se ayudó de la estructura que sujetaba su suero para acercarse de nuevo a la cama. Se dejó caer con energía, y Naruto sintió por primera vez como la fuerza retornaba a su maestro, tanto la física como la mental.
-Dijo… algo- musitó con una sonrisa-. No estaba escuchando.
-Lo sé- dirigió la vista hacia la mesilla y descubrió allí una manzana. Sin pensárselo dos veces, desenfundó un kunai y comenzó a pelarla y cortarla-. Sakura-chan se exaspera contigo.
-Exasperar…- Kakashi se dejó caer contra el colchón-. Bonita palabra para ti.
-Shikamaru la usa mucho.
-Y Sakura también.
Se hizo una pausa entre ellos que Naruto usó para acabar de cortar la manzana.
-Ne… sensei- Kakashi lo observó de soslayo-. ¿Qué crees que Sasuke te intentaba decir?
Kakashi le arrebató el plato de la falda y comenzó a comer. Lo hacía con más ganas que los pasados días, así que Naruto confirmó que se estaba recuperando.
-Creo que pedía disculpas. Y que os sentía raros, a ti y a Sakura.
-¿Raros?
-Raros- sentenció tendiéndole el plato para que él también comiera. Cogió un par de piezas para contentarlo y las masticó largo y tendido bajo su escrutiñadora mirada-. Dijo algo sobre perdón y redención.
-Shikamaru lo llama evang-avang…
-Evangelización- terminó Kakashi por él. Con cada palabra su voz se volvía más fuerte, y la neblina de sus ojos producida a causa de la morfina se disipaba-. Sasuke sabe que no estáis contentos por la manera en la que volvió…
-La última vez intentó matarnos- se excusó volviendo la mirada al suelo-. Estaba decidido a acabar con Sakura-Chan. Cuando volvió, estaba feliz, pero ahora…
-Querías que volviera por ti, por Sakura, por el equipo siete.
Sintió de nuevo lágrimas en los ojos.
-Pero…
-Pero no lo hizo- Kakashi apoyó una mano en su hombro y se lo estrechó-. La razón por la que haya vuelto da igual, Naruto. Lo importante es que ha vuelto.
-¿A qué precio?
Kakashi no supo o no quiso contestarle.
La roca de los Hokages era un lugar que Sasuke nunca había visitado con asiduidad en el pasado, y Naruto lo sabía. Sabía que aquel era el único lugar en el que no se lo encontraría. Por eso, cuando tocó la roca puntiaguda de la efigie de su padre, sintió los intestinos y el corazón revolverse.
-¿Qué haces aquí?- le escupió.
-Pienso- contestó el otro sin voltearse a mirarlo.
-¿Aquí?
-Aquí.
Con pasos silenciosos se acercó a su lado y colgó las piernas hacia el vacío. Un suave viento se alzó cuando lo hizo, revolviéndole el pelo y acariciándolo como una madre. Dulce y cariñoso, pero también helado.
-Tsunade me ha dicho que no quieres hacerte cargo de mí.
Con voz de hielo Sasuke había roto la pacífica atmosfera que se había formado a su alrededor. Con mucho cuidado, Naruto lo observó de reojo. El Uchiha estaba agazapado igual que él, con una pierna extendida al vacío y la otra con la rodilla flexionada, en la que apoyaba su peso en un gesto sumamente característico de él. Tenía la mirada perdida en las cientos de lucecitas de la villa, que resplandecían como luciérnagas en un prado oscuro.
-Se te ve muy bien viviendo en la cárcel.
Sasuke le dedicó una mirada y él volvió la vista al frente.
-No vivo en la cárcel.
-Custodia. ¿Qué más da? De todos modos, ¿No deberías estar ahora allí?
-No- la respuesta fue breve y concisa, y amarga.
-¿Por qué has tenido que escoger esta cabeza precisamente? Tenías otras cuatro donde escoger…
-Porque sabía que tú estarías en esta- esta vez le arrancó más de un monosílabo con la pregunta, aunque el tono no se había dulcificado en absoluto-. Desde siempre habías admirado al cuarto, incluso desde antes de saber que era tu padre…
-¿Tienes algún problema con eso?
Sasuke se puso en pie y caminó unos cuanto pasos. Cuando desapareció de su campo de visión, Naruto lo oyó hablar.
-Eres tú aquí el único que tiene un problema.
La sangre le hirvió y sintió al Kyûby retorcerse en su interior. Habían luchado juntos durante la guerra, se habían ayudado y se habían salvado, pero todo eso había sido antes de que la rabia, la pena y la ira hicieran acto de presencia. Y los celos, los malditos y malsanos celos.