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El primer y único amor. por KeikoHikari

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-         Al final he acabado en frente de su casa. Y eso que tan solo iba a la librería... Me he perdido. Nunca había estado en esta calle... Calle América... ¿Desde cuándo está esta calle aquí? ¿Es nueva? Aun que tan solo llevo unos cuantos meses aquí... No había escuchado antes hablar de ella. -. Recapacité. - ¿¡Por qué estoy hablando solo de esto en calle!? Será mejor que me vaya de aquí, no quiero toparme con él...

-         ¿A qué estás esperando? – gritó Loren desde la ventana de su piso.

-         Mierda, me vio... Esto, es que me he perdido, casualmente llegué aquí. – respondí gritando para que me oyera.

-         Mentiroso. ¡Sube!

-         No, me tengo que ir.

-         Está bien, bajaré yo, espérame ahí. – soltó.

-         ¡No hace falta! Ya subo yo... – dije echándome la mano a la cara. - ¿Por qué me tengo que meter en estos líos? Tan solo quería comprar un libro... Estúpido Loren, estúpida librería que hizo que me perdiera en esta estúpida calle, y estúpida la mujer que trajo al mundo a tal arrogante ser. – Estaba claro, me refería a Loren. Subí las escaleras con una mezcla entre enfado y nervios. – Dijo el piso número 2, ah es esta.... No entiendo por qué simplemente no he hechado a correr... Aun que si hubiera hecho eso, mañana en clase me lo reprocharía y ya que tiene más fuerza que yo, haría lo que quisiera conmigo. Que vida más injusta. – Antes de tocar la puerta se abrió.

-         Deja de hablar solo y entra. – Su casa estaba bastante más ordenada de lo que creía. – Pasa al salón, voy a traer unos refrescos. – Yo afirmé con la cabeza. Curioseé entre sus fotos enmarcadas, tenía pocas, y las que tenía era de cuando era pequeño con sus padres, no se parecía en nada a ellos.

-         Dicen que me parezco a mi abuelo materno. – dijo entrando al salón. Me dio tal susto que casi se me cae la foto que llevaba en las manos.

-         Perdona, no quería cotillear, pero me ha llamado la atención esta foto. – Me disculpé.

-         De mí te gustan hasta las fotos, que rápido te has enamorado... – expresó con una risa pícara en su boca.

-         O-Oye, tampoco te creas cosas raras, he venido para preguntar sobre el incidente del baño, quiero que me lo expliques. – dije dando un trago al vaso.

-         Te gustan los hombres. – En aquel momento, todo el refresco salió por mi boca. Fue directo a Loren, después de ver cómo lo había mojado me avergoncé de mis actos.

-         O-Oh no... ¡Lo siento! Será mejor que me vaya... – Quería desaparecer de aquella escena. Cuando me levanté, me agarró del brazo y me lanzó contra él, terminamos recostados en el sofá, yo encima de él.

-         Lámelo. – Pidió. Mi cara se encendió.

-         ¿¡Q-Qué estás diciendo!?

-         Por tu culpa, tu refresco está repartido por todo mi pecho, es un desperdicio... Hazte responsable de tus actos de niño pequeño.

-         ¡Suéltame! Me tengo que ir. – mentí intentando escapar. Cuando creía que podría salir de allí, se interpuso entre la puerta y yo, y cerró con llave.

-         Me quieres, ¿verdad? – dijo empujándome, caí al suelo de espaldas y él se puso encima de mí.

-         No te quiero, y ahora, apártate por favor.

-         No mientas, hasta que no digas la verdad no te pienso dejar ir. – Me dio un beso en el cuello, fue desabotonando la camisa, y otro beso, y otro...

-         ¡Deja de hacer eso! ¡No puedes hacer lo que quieras conmigo! – exclamé intentando resistirme. Sus besos quemaban en mi piel.

-         Todo lo que hay debajo de este techo es de mi propiedad, deberías haberte pensado mejor, el haber venido. Vaya, vaya, ¿estás yendo al gimnasio? Estos son inicios de abdominales. – dijo señalando mi abdomen.

-         No son inicios, son restos de lo que una vez fue el gimnasio. Mis padres me obligaron a ir hace años, están desapareciendo, es normal después de 2 años sin hacer nada. No me gusta ir, no quiero ser culturista. – expliqué apartando la vista de él.

-         Mejor, mi pareja no puede estar más bueno que yo. Como te pongas gordo te pongo a dieta. – dijo mirándome.

-         ¿¡Huh!? ¿Pareja? Deja de inventarte cosas por favor. – pedí amablemente. – Deja de jugar conmigo... Y no es por nada, pero se me está congelando la espalda, el suelo está frío.

-         Tranquilo, pronto entrarás en calor...– Se levantó y me prestó su mano para levantarme.

-         ¿Qué has querido decir con eso? – pregunté mientras sacudía mis ropas.

-         Lo vas a ver. – Me echó a un lado hasta pegar mi espalda a la pared y me besó en los labios. Agarró mi mano y me hizo subir corriendo las escaleras, me lanzó a su cama, y me quitó toda la ropa.

-         Te haré el amor. – susurró.

 

Intenté rechazar sus caricias pero no podía, me gustaba por muy vergonzoso que fuera. Lo único que salió por mi boca fueron gemidos. Por mucho que dijera que no me gustaba aquel chico, era evidente que estaba equivocado. Me parecía un chico  muy posesivo y egoísta, pero a la hora de seducir, era el mejor. Sabía manejarme a sus anchas, tocaba zonas en las que yo era sensible, me llevaba como un muñeco. Siempre me decía que me quería, pero, ¿hasta que punto? No pude evitar que él se adentrara en mi cuerpo y explorara lo que quisiera. Aquella noche jugó conmigo hasta la madrugada.

Con tan solo tocarme podía deducir que él no era virgen, aquella forma de acariciarme no era la de un chico amateur, si no, uno ya experimentado. Loren fue quien me quitó mi virginidad aquella tarde.

No fue la única vez que me arrastró a su casa y menos la última vez que lo hicimos, cada vez que acababa en su piso, lo hacíamos, en la cocina, en la habitación, en el salón, donde fuera, donde nos pillara. Llegué a enamorarme tanto que pensaba que vivía por él. Dicen que el primer amor es el que dura para siempre, yo siempre creí que era una chorrada hasta que lo conocí.

Pero un día, mientras estaba esperando a que él terminara de ducharse, una chica tocó el timbre. Yo no debía de abrir la puerta, órdenes de Loren, así que no hice caso. Pero siguió tocando, hasta que Loren bajó a abrir. A mi me picó la curiosidad de saber quién era pero aun así no me moví de mi sitio. A los tres minutos dejé de escucharlos hablar y me asomé al pasillo. Yo lo vi, estaban besándose, tan solo los vi de espaldas, pero pude saberlo, estaban tan cerca él uno del otro. Aquella chica, ¿era su novia? ¿Me estaba engañando con ella? ¿Qué estaba pasando?

Dejé de espiar, y me senté en el sofá donde estaba sentado antes de que aquella chica apareciera. Estuve con la cabeza cabizbaja, pensando en lo que acababa de suceder. Al momento la chica se fue, y entró al salón. Yo me levanté del sofá, pero no le vi la cara.

-         Que pesada es, siempre molestando. Perdona por tardar Matt. – Me levanté del sofá, cogí mi mochila y me puse en frente suya. - ¿Te ocurre algo, Matt? No te veo bien...

-         Eres un..., gilipollas... – murmuré. Le di un guantazo y salí corriendo de su casa.

-         ¡Matt, espera! ¿Qué te pasa? ¡Oye, Matt! – Fue lo último que escuché cuando salí del edificio. Sabía que iba a ir a mi casa a buscarme después de que yo saliera así de su piso. No fui a mi casa hasta altas horas de la noche, mis padres me riñeron cuando llegué a mi casa, había estado llorando en un rincón del parque, pero eso no se lo dije, tan solo les dije que había estado jugando a la consola con un amigo. Mi madre me dijo que Loren había venido a buscarme a mi casa, tal y como lo predije, pero que al decirle que yo no estaba, siguió buscándome. No quería saber nada de él. No quería verlo, ni oírlo, nada. Busqué otro apartamento lejos y me mudé, me cambié de número de teléfono y de instituto. Cambié todo.

Notas finales:

NO os olvidéis del review! :D

Un beso ;)

~Keiko.


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