Jim´s Pet
[Star Trek]
Nota: los personajes de Star Trek no pertenecen, este fic es sin ánimo de lucro.
Luchemos contra el plagio entre más seamos, más se escucharan nuestras voces, no dejemos que personas inescrupulosas se lleven nuestro trabajo… propuesta liderada por Katrinna Le Fay y adoptada por Luna Shinigami.
Si el fic no es de tu agrado, no te gusto el final, el comienzo o las notas de autor, no te gustan los personajes, ni te agrada la autora, por favor, a riesgo de ser grosera, no comentes, pero si tienes una crítica constructiva decente, soy toda oídos.
Atentamente Luna Shinigami
[Drabbles de Universo Alterno]
Dieciséis
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Spock llego a la habitación que compartía con su amo y soltó un suspiro que iba más allá de su naturaleza vulcana.
Llevaba año y medio en el entrenamiento de la Kobayashi Maru y se había ganado el respeto de los humanos que trabajaban con él casi a golpes, podría decirse, había demostrado que no solo era un lindo cuerpo al cual “Follar” como habían insistido algunos de sus compañeros, había demostrado la agudeza mental e inteligencia de su raza vulcana con algo de malicia heredada de su sangre humana, aquella que corría por sus venas verdes.
Se quitó despacio la chaqueta negra, desprendiendo lentamente cada uno de los botones de esta y dejándola cuidadosamente doblada sobre una sillita, quedándose únicamente en camiseta negra y pantalón.
El suspiro no se debía al arduo trabajo con la Kobayashi, no.
El suspiro se debía al inestable humano que consideraba lo más importante de su mundo y al cual él llamaba amo.
Su amo, su amigo, su confidente, su amante, su Asayham y su Thyla.
Había tantos nombres que podría darle a Jim, que el título de imbécil también se lo había ganado.
Spock conocía a su amo, pero enojarse con él por el simple hecho de no decir nada sobre la Kobayashu le parecía una exageración.
La Kobayashi era su logro y también una forme de demostrarle a todos que haber esclavizado su raza fue un estúpido error, porque aunque los vulcanos eran seres espaciales “sin sentimientos” y no “gustosos de la guerra” eran seres fuertes e inteligentes, leales, únicos y debían ser ayudados a resurgir, no atados a una raza inferior, que tenía sus personas únicas como lo era Jim.
Pero Jim, había salido enojado de la sala de pruebas al no poder entrar y le había culpado, si, le había culpado con esos inmensos ojos azules que demostraban más que cualquier palabra, había tomado una manzana y se había ido.
Seguramente detrás de las faldas de alguna cadete o de algún pantalón de algún varonil chico humano.
Apretó su mano con fuerza y decidió ir a mirar por la ventana, deleitándose con las edificaciones altas, con el murmullo ajeno que podía escuchar gracias a su impecable oído y viendo como los humanos se movían afuera sin la menor de las preocupaciones.
Estaba solo.
En momentos como estos se sentía devastado y solo, cuando su amo, en momentos de dolor se alejaba de él, se sentía tan ínfimo que podía llorar o quisiera.
Los vulcanos si tenían sentimientos y muy profundos, tan grandes que el simplemente hecho de tocarse ya era innecesario, puesto que amaban más allá de su propio cuerpo y se fundían con su mente, su alma.
La puerta se abrió y Spock siguió mirando la ventana, no podría enfrentar el rostro de ira de Jim, tampoco podría aceptar el olor ajeno en el cuerpo del rubio, sin querer ahorcarlo por infiel.
-Li siento- susurro Jim, que olía a tabaco y alcohol barato- Spock lo siento mucho- se acercó despacio al vulcano a solo unos centímetros de él y vio como Spock arrugaba la nariz, olía a perfume de mujer, y sabía que Spock sabía de quien era.
-No lo sientas, porque no lo haces Amo- dijo sin dejar de mirar a la ventana, con el rostro tallado como si fuera la más hermosa de las estatuas, con el cabello negro en perfecta sintonía sin uno solo fuera de lugar, Jim alzo la mano e iba a tocar su brazo, brazo que quito Spock – debería bañarse amo, si desea le preparare el aseo pertinente- se levantó.
Jim se mordió los labios, si había sido un impulsivo idiota, pero es que verdad quería ver ese programa, quería saber que estaba haciendo Spock, quería ser parte de él, quería metérsele en las venas verdes y acompañarlo.
Estaba celoso, no de una mujer o un hombre, pero sí de esa maldita máquina que ocupaba el tiempo y la mente de Spock como nunca antes lo hizo algo o alguien más allá de él y salió, salió con la orionita, casi tuvo sexo con ella, casi, pero ahora el casi, no valía, porque sabía que Spock la olía en su cuerpo, en sus brazos, hasta en su miembro, debido a la mamada que le había realizado aquella hermosa cadete de cuerpo verde.
Un cuerpo bello que no se asemejaba en nada al de su bello Spock.
Había echado bajo tierra años de amor, años de confianza.
Esto era mucho peor que encontrarlo con los pantalones abajo con un puto de Iowa.
-Spock de verdad lo siento- susurro Jim- Yo… yo no estuve con ella- hasta a él la excusa le parecía patética y barata.
-Amo, báñese- le dijo con la mirada herida, con esos ojos humanos que mostraban tanto.
Jim tomo una toalla y entro a la ducha, se bañaría con agua, nada de duchas sónicas – Lo siento de nuevo- susurro – estoy celoso de la Kobayashi, no debes decirme nada- pauso su voz- aunque no lo creas y en este momento no soy la persona más confiable del universo, estoy orgulloso de ti-
El silencio se hizo tenso y Spock solo se sentó en su cama y saco un libro.
Jim entro al baño, abriendo la ducha.
A veces no todo era color de rosa, a veces, las cosas se salían de las manos y se hería a quien más se amaba.
Y Jim no pudo más que llorar en la ducha, camuflando sus lágrimas en el agua de la ducha.
Continuara
Chicas y chicos los adoro, y siento mucho no poder escribir seguido, espero que les haya gustado, Besos.
Lunita