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Recuerdos en mi lecho por ViBanaII

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Como están?

Bien, aquí esta el capitulo final de esta historia. Espero les guste. ^^  A leer :D 

 

–YongGuk oppa es lindo – Suspiró bobamente – Lo que hace el amor.

–Esa noche nos hicimos novios. Desde entonces siempre estaba pendiente de todo lo que me pasaba. – Siguió con la historia – Varias semanas después, se mudó a la casa que yo compartía con mis amigos, solo para cuidarme. Nadie se opuso, pues, cuando se le metía algo en la cabeza nadie lo hacía cambiar de opinión y no es como si a mí eso me hubiera molestado – se encogió de hombros sonrojándose y luego sonrió. 

La pequeña rió, notando como una enfermera entraba a la habitación. 

–Amy es hora de irnos – dijo a la niña. – Debes volver a tu habitación.

– ¿Podemos venir después? – preguntó a la mujer quien dedico una mirada al chico para que respondiera.

–Claro que puedes. – respondió dedicándole una amplia sonrisa.

–Despídete de JunHong-ah.  

La niña se acercó al rubio, le abrazó y besó la mejilla para luego partir de la mano de la enfermera. 

– ¡Hasta mañana oppa! – exclamó antes de que cerrara la puerta.

 

Zelo suspiró profundamente. Ya llevaba poco más de un mes internado en ese hospital.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Odiaba tener cáncer, odiaba tener que depender de los demás, pero lo que más odiaba era que debía dejarlo a él.

Por eso había decidido seguir luchando contra su enfermedad, porque no quería que ninguno de sus seres queridos sufriera, porque ahora tenía una razón más para vivir; lo amaba y no quería dejarlo… 

YongGuk había entrado silenciosamente y se había acercado lo suficiente para que el menor notara su presencia, pero no lo había hecho. – Amor ¿te sientes mal? Llamaré al doctor. – dijo en cuanto notó las lágrimas caer de los ojos de Zelo.

–Estoy bien, solo estaba recordando- mintió dedicándole una pequeña sonrisa.

YongGuk se acostó a su lado como siempre y lo abrazó.

– ¿Puedo saber que recordabas que te puso así?

– ¿Recuerdas a Amy? – El mayor asintió – Me pidió que le contará como nos conocimos.

–Interesante – le dio un corto beso – ¿Le contaste todo? – sonrió divertido.

–No, no pude. – Negó – La enfermera que está a cargo de ella vino a buscarla justo cuando iba a seguir con la historia.

Zelo se sonrojó ante el recuerdo, pero también frunció el ceño. YongGuk sonrió. 

–Creo saber en qué parte quedaron- murmuró besándolo nuevamente. 

 

*****

Había pedido a los amigos de su novio que lo sacaran y entretuvieran por un par de horas, así tendría el tiempo suficiente para arreglar la casa solo para ellos dos.

Avergonzado por tener que hacerlo, pidió ayuda a  su madre y la madre de Zelo, pues no tenía mucha idea de lo que debía hacer. Ambas aceptaron y se pusieron de acuerdo en darle una gran lista de las cosas que necesitaría. 

“Todo por JunHong” pensó mientras esparcía los pétalos de rosas por toda la sala y la habitación que compartía con él.

Desde hacía un par de meses, había estado planeando tener una velada romántica con el menor, pero sus planes se vieron interrumpidos cuando este recayó por su enfermedad y tuvo que ser internado.

–Esta vez no será así…

 

El sol terminaba de ocultarse cuando la puerta principal se abrió dejando ver a un lindo y sorprendido rubio.

El mayor se acercó y le abrazó. 

–Bienvenido– susurró guiándolo hasta el comedor. 

– YongGuk, no debiste… – dijo cabizbajo. – Ahora me siento mal porque no te doy nada.

–Que me quieras como yo a ti es mejor que cualquier otra cosa – besó su mejilla para después dedicarle una amplia sonrisa. 

–Te amo.

–Como yo a ti

¿Quién inicio el beso? Eso era lo de menos, ahora solo disfrutaban el rozar labios y lenguas demandante y apasionadamente.

Olvidó la cena, olvidó todo lo que tenía preparado; solo eran ellos dos. Lo quería solo para él, tenerlo entre sus brazos. Lo deseaba más que a nada.

Aferrándose al poco autocontrol que le quedaba y con toda la delicadeza del mundo, cargó al menor quien aferrándose tímidamente a su cuello, se dejó llevar a la habitación. Nuevamente se asombró y bajó la mirada, pero no dijo nada. El mayor tampoco lo hizo, aunque supiera lo que el chico en ese momento estuviera pensando. Si aún no había entendido que con solo permitirle estar a su lado, le daba más de lo que merecía; él se encargaría de hacérselo entender.

Lo recostó en la cama y sin recargar todo su peso, si situó sobre él, empezando a recorrer lentamente su delicado cuerpo.

–Quiero hacerte mío. – susurró separándose de sus labios para notar como se sonrojaba y esquivaba su mirada. YongGuk sonrió divertido.

– ¿Qué es gracioso? – preguntó formando un puchero en sus labios al notar la expresión del mayor.

–Es divertido hacerte sonrojar. – Contestó – Te ves muy lindo cuando lo haces…

–Eso no es gracioso.

– Entonces ¿Quieres que me detenga?

– ¡No! – negó enseguida, provocando que el mayor se echara a reír y él se sonrojara de nueva cuenta.

YongGuk no hizo más comentarios y en cambio volvió a lo que antes estaba haciendo. 

Volvió a besarlo mientras se deshacía de la molesta ropa del menor. En cuanto terminó, se separó lo suficiente como para poder admirarlo.

–Eres hermoso – se sonrojo ante el comentario y se cubrió con las manos. Rió suavemente – ¿Por qué te cubres? – preguntó. 

–Es vergonzoso, siento como si me fueras a comer. –  Volvió a reír y de nuevo lo besó, para alejarse nuevamente del menor. 

– ¿Quieres que pare? – Él negó – Entonces no tienes por qué avergonzarte. Para que estemos iguales ¿Qué te parece si me ayudas?

Zelo rápidamente entendió lo que quiso decir. Sonrojarse estaba volviéndose su costumbre, pero eso no le impidió hacer lo que el mayor le pedía. Aunque dudó un poco, finalmente empezó desabrochando su camisa, notando en seguida que esta era nueva, pues nunca se la había visto puesta hasta ahora. Terminó de quitarla y para sorpresa de YongGuk, sus manos descendieron hasta el broche de su pantalón, el cual no dudo en desabrochar.

Su expresión divertida volvió, y mientras le ayudaba a quitarse el pantalón y de paso su ropa interior; volvió a notar como sus mejillas adquirían ese lindo tono rosa al cual se estaba acostumbrando.

Empezó a recorrer de nueva cuenta y le sintió estremecerse. Ahora las sensaciones eran más intensas. Sonrió besando sus labios nuevamente, para después iniciar un camino de besos hasta su cuello, donde se entretuvo unos segundo hasta que dejó una leve marca, la cual después se haría más notoria. Siguió con sus besos hasta su pecho. Allí besó, mordió y chupó uno de sus pezones y después siguió con el otro, repitiendo el mismo proceso.

Sus manos no se quedaron atrás, mientras una se aferraba a la del menor con fuerza, la otra recorría sus muslos hasta llegar a su entrepierna. Los gemidos que hasta ahora Zelo había estado callando, escaparon de sus labios. Música para los oídos de YongGuk, quien aun jugueteando con los pezones del menor, empezó a acariciar lentamente su entrepierna.

La dicha le duró poco, pues sintió como Zelo se tensaba bajo suyo y lo empujaba para que se hiciera a un lado. En cuanto se vio libre, se dirigió rápidamente al baño.

Lo siguió en seguida, solo para ver como el menor estaba arrodillado vomitando violentamente.  

– Vete, no quiero que me veas así – logró articular entre jadeos, antes de volver a vomitar.

Ignoró su comentario y se arrodilló junto a él. Posó su mano derecha en la espalda del menor y lo acarició hasta que terminó.

–Lo lamento – se disculpó dándose vuelta para mírale. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

– No tienes por qué hacerlo.

– Pero yo de verdad…

– No importa amor – le dedicó una pequeña sonrisa – ahora lo único que importa es que tu estés bien. Aún hay mucho tiempo, lo volveremos a intentar después. – Besó su frente – será mejor que descanses.

– Está bien… –  asintió no muy seguro. – ¿Puedes dejarme solo un momento?

Accedió y salió del baño buscando su ropa interior, luego de habérsela puesto, volvió a la cama y esperó a que el menor saliera.

Cinco meses habían pasado desde que él apareció en su vida. Cinco meses en los cuales todo cambió. Cinco maravillosos meses junto al hombre que más había amado. 

– No quiero perderlo – murmuró tristemente. 

Lo vio acercarse y notó como por quinta vez que Zelo estaba sonrojado.

Fue hasta el gran closet y buscó su pijama. Se vistió rápidamente y regresó por fin a la cama. Se miraron fijamente por varios minutos, hasta que el menor empezó a cerrar los ojos.

–Descansa, cariño – Lo acercó hasta él abrazándolo.

–Te amo – susurró Zelo besándole tiernamente antes de dejarse llevar al reino de los sueños.

Siguió contemplándolo un rato más.

¿Cómo es que él había traído tanta luz a su vida? 

Como deseaba que este sueño en el cual estaba metido no acabara nunca.

Suspiró dejando escapar una lágrima. –  También te amo. –  susurró aferrándose más a él. Cerrando sus ojos dejó que lentamente Morfeo lo llevara a su reino de paz y tranquilidad.

******

 

– Nunca lo volvimos a intentar – dijo en un leve susurro – todo por esta maldita enfermedad…

– Eso no importa ya.

–YongGuk, es la verdad. – le miró con el ceño fruncido. –  Si no estuviera enfermo todo sería mejor, más fácil. No solo para mí, sino para los demás… – El mayor lo calló con beso.

–El sexo en una relación no es importante.

–Si lo es – replicó.

–En nuestro caso no. Nuestra relación es diferente. 

–Porque estoy enfermo… – repuso dedicándole una mirada llena de dolor.

YongGuk supo entonces que él había mal interpretado sus palabras. 

–Sabes que no quise decir eso – trató de explicar.

–Pero lo hiciste. –  Le cortó –  Será mejor que te vallas. 

–JunHong, lo siento. Eso no era lo que quería decir.

–Bang YongGuk, vete.

–No. – Se negó aferrándose al menor – Nuestra relación es diferente porque está llena de confianza, de sinceridad, está llena de amor. Un amor puro, que no se basa solo en el deseo de satisfacernos sexualmente ¿Crees que de haberme importado eso más que nada seguiría aquí? –  Al ver que el rubio no se inmutaba en responder, siguió. - Con un demonio Zelo. ¡Me importas más que nada en este estúpido mundo! Lo único que quiero es que seas feliz, verte sonreír. – su voz se cortó. 

El rubio al notar que él no hablaba, levantó la vista y lo miró. Sus ojos, sus hermosos ojos estaban llenos de lágrimas.

Verlo así le partió el corazón. Eso era lo que menos quería, verlo sufrir y ahora lo estaba haciendo.

–JunHong quiero… quiero devolverte toda la felicidad que me has dado, que sientas lo mismo que yo.

Un leve “Shh” proveniente de su novio lo silenció.  

–Antes de conocerte no tenía propósito por el cual seguir con mi vida. – Confesó – Pensaba ¿Por qué diablos hacerlo? Si tarde o temprano iba a morirme, y no quería que mi familia y amigos siguieran sufriendo y aferrándose a la idea de que yo tal vez pudiera curarme… - Tomó las manos de YongGuk y las entrelazó con las suyas. – Pero cierto día llegó un molesto, irritante e insistente chico y cambió todo en mi vida – le sonrió de manera tierna – Me gustaría compensárselo y hacerle entender que soy muy feliz con el solo hecho de tenerlo a mi lado.

En cuanto dejó de hablar, YongGuk juntó sus labios con los de Zelo en un beso cargado de mucho amor.

–YongGuk – susurró separando sus labios lentamente de los de él – Mañana es…

–Tu cumpleaños, lo sé. – finalizó sus frase sonriéndole.

–Sí y quiero hacer algo por última vez… llévame a la playa – pidió.

YongGuk frunció el ceño al oír las palabras: “Por última vez”

–Lo dices como si… - pero la mirada del rubio le impidió terminar.

¿Es que acaso es era su modo de decir que el final estaba cerca?

Unas visibles lágrimas cayeron de los ojos del mayor. Entendía muy bien lo que eso significaba, el problema es que no quería aceptarlo.

–JunHong-ah, tu no…

–Shh, shh – llevó sus manos a la cara de él y acaricio lentamente sus mejillas – Por favor, veamos el amanecer juntos – susurró con gran esfuerzo.

Aunque lo había estado ocultado muy bien durante las últimas semanas, la verdad es que se estaba sintiendo más débil de lo que ya estaba, y eso claramente, no era una buena señal.

–YongGuk, por favor. – suplicó.

Este se limitó a abrazarlo, mientras sentía como más lagrimas emanaban de sus ojos.

–Cariño, no será el único amanecer que veremos juntos – Prometió a sabiendas de que no podría cumplir su palabra.

 

–JunHong-ah – llamaba dulcemente. – Zelo levántate, es hora de irnos.

– ¿A dónde? – preguntó somnoliento.

–A la playa… Feliz cumpleaños mi amor – susurró y lo besó tiernamente. – Ya eh hablado con el doctor, tenemos que estar aquí antes de medio día.

– ¿Qué hora es? – preguntó en medio de un bostezo, mientras su novio le ayudaba a cambiarse y arreglarse un poco.

–Cuatro de la mañana.

–Es muy temprano, tengo sueño – se quejó. – déjame dormir un rato más. – pidió haciendo un puchero.

–Pero tú querías ver el amanecer y  la playa no está cruzando la calle. – Besó la frente del chico, quien ya se encontraba sentado en una silla de ruedas. 

–Está bien – le dedicó esta vez, una gran sonrisa – ¿Cómo conseguiste sacarme de aquí?

–Solo puedo decirte que me llevó toda la noche convencer al doctor – contesto simplemente – Todo por ti, mi vida.

Salir del hospital no fue problema, pues ya tenían permiso.

Estando ya en el auto y de camino a la playa Zelo se la pasó durmiendo.

– ¿Cómo seguiré con mi vida cuando tu no estés? – se preguntó melancólicamente.

Una hora después el rubio acompañado de su novio, se encontraban  sentados en una manta sobre la fría arena de la playa a la espera de que el sol diera aviso al nuevo día.

Nuevo y último.

–YongGuk – le llamó débilmente.

– ¿Dime? 

–Quiero… quiero intentarlo por última vez – pidió levantando la mirada encontrándose con los penetrantes pero tristes ojos del mayor.

El mayor no entendía lo que quería decir hasta que el llevó su mano debajo de la chaqueta y la camisa que en ese momento llevaba por el frío que hacía.

Por fin entendió.

–JunHong, no creo que sea…

–Por favor.

¿Por qué algo en la mirada de él le decía que no se negara? 

Porque en ese momento pensó que era una de las últimas cosas que haría con él.

Entonces ¿Todo era algo así como…una despedida?

No quería demostrarse débil ante él, sabía que no lo soportaba pero ante tal posible y en parte cierta realidad, su irreprimible tristeza salió a flote. Una lágrima descendió por su mejilla al tiempo que besaba como nunca antes a su adorado novio. Lo hacía de manera lenta, queriendo grabar en su memoria la cálida y agradable sensación que sentía solo cuando lo besaba.

Quiso continuar con lo que el menor le había pedido anteriormente, pero se vio interrumpido al sentir el olor de la sangre. Abrió sus ojos y se separó del rubio para darse cuenta de que este ocultaba su rostro, limpiándolo débil e inútilmente pues la sangre que emanaba de su nariz era cada vez más abundante.

–Cariño –  lo llamó separando con delicadeza las manos de su rostro – vamos amor, déjame ayudarte.

–Odio que me veas así – soltó entre sollozos – no tienes que hacerlo.

YongGuk sacó un pañuelo de su bolsillo y haciendo caso omiso a los débiles intentos de su novio para evitar su ayuda, empezó a limpiarlo. Varios minutos después la sangre desapareció

–Será mejor que regresemos – decía el mayor preocupado por la salud de su chico.

–No – se negó sin vacilar – falta poco para que amanezca. Estoy bien, déjame disfrutar.

¿Cómo negarse a lo que le pedía?

–Está bien –  terminó rindiéndose, la verdad es que siempre cedería ante cualquier cosa que Zelo pidiera.

Minutos después, el menor estiró su mano señalando el horizonte donde empezaba a aparecer el radiante sol.

– ¡Te amo Bang YongGuk! – gritó con la poca fuerza que tenía pero lo suficiente para que el aludido sonriera.

–Tanto como yo a ti Choi JunHong – respondió susurrándole al oído para después besarlo.

Así estuvieron toda la mañana, abrazados admirando el bello paisaje que les regalaba el día.

 

Regresaron al hospital después de mediodía. Allí ya se encontraban todos sus amigos y familiares. Zelo hubiera preferido no tener que ver a nadie más que no fuera su novio, pero claro, hoy era su cumpleaños, así que era de esperar que todos estuvieran ahí. Lo que si la sorprendió fue ver su habitación decorada con globos, flores y notas de felicitación.

–Chicos no debieron…– dijo una vez todos estuvieron reunidos – Gracias.

En ese momento se encontraban; sus padres y su hermano, sus mejores amigos y la familia de YongGuk, también estaba su pequeña amiga Amy.

Solo ellos, los que le habían acompañado y apoyado desde el principio de todo.

Su familia.

A la que tendría que dejar.

Una vez todo el alboroto del festejo acabó, el menor sintió que era el momento de decir algunas palabras.

-Quiero pedirles algo – habló atrayendo la atención de los presentes – Todos los años en este día, se reunirán en la playa para ver juntos el amanecer. No importa en donde se encuentren.

– ¿Por qué nos pides eso? – preguntó su madre quien estaba a su lado.

–JunHong-ah lo dices como si no… – Himchan calló al notar la mirada del menor. DaeHyun entrelazó su mano y la apretó, era hora de ser fuertes. 

–Solo quiero que lo prometan – pidió – Hablaran de sus vidas, se reirán y recordaran… Todos juntos, cada año para el amanecer.

Ahora entendían. Y Aunque nadie quería aceptarlo, en especial YongGuk quien estaba en una esquina con la cabeza gacha y su mano tapándole la cara para que nadie lo viera llorar como nunca antes lo había hecho; debían hacerlo, debían aceptar lo que vendría.

Este era su modo de despedirse. Su manera de decir adiós.

–Quiero escuchar que lo prometen, por favor.

–Te lo prometo mi niño – dijo su madre tristemente besándole la frente, antes de levantarse y alejarse un rato de la habitación. 

–También te lo prometemos, Zelo… – dijo JongUp hablando por sus amigos.

–Yo seré la primera en estar en la playa para el amanecer oppa – hablo la niña abrazando al rubio por un momento para después ir a los brazos de la enfermera.

–Y nosotros También- prometieron el resto de los presentes, excepto uno.

Zelo les dedicó una amplia y débil sonrisa.

– ¿YongGuk? – Lo llamó alzando su voz tanto como le fue posible.

Él no respondió.

–Solo faltas tú – dijo reprimiendo el llanto – Promételo.

El mayor se acercó y lo abrazó. Se aferró fuertemente a él como si así pudiera evitar que se lo arrebatasen de los brazos. 

–Lo prometo – susurró entrecortadamente a causa del llanto – lo prometo – repitió. Estuvieron así, abrazados por mucho tiempo.

Nadie se había ido de ahí a petición del menor. La mayoría se habían quedado dormidos debido a lo tarde que era, pues pasaba de ser más de las diez de la noche. Otros habían salido, pero ya se encontraban de vuelta en la habitación, entre ellos YongGuk quien después de ser obligado a que fuera por comida, ahora estaba sentado en una silla al lado de la cama y lo tomaba de la mano. 

–Creo que es hora –  murmuró –  Te amo… Los amo. 

Viéndolos a todos en la habitación y con una diminuta pero notoria sonrisa, cerró sus ojos cayendo en un profundo sueño del cual no volvería a despertar. 

Las maquinas no sonaron, así lo quiso él. Por eso había hablado antes con el doctor, pidiendo que le desconectara la máquina que llevaba las pulsaciones cardiacas

 

Llevaba un rato con la cabeza gacha mientras sostenía la mano de su pareja. No quería que nadie lo viera en ese estado, estaba devastado, tenía miedo de perderlo.

Le pareció escucharle decir “Te amo” pero aun así no levanto la vista.

Minutos después el doctor entro en la habitación para revisarlo. YongGuk se apartó dejándolo hacer su trabajo. De un momento a otro y sin previo aviso, el doctor empezó a retirar los pocos cables que tenía.

–Lo siento mucho – se le escuchó decir antes de retirarse.

La habitación se llenó de audibles llantos,  pero solo uno fue el que resonó en la habitación. YongGuk se encontraba junto al cuerpo son vida de su novio.

– ¡Te Amo!– le dijo y besó por última vez sus labios – Te amo...

 

 

>> Tal vez las mentiras parezcan la mejor opción para no alejar a los que más queremos, pero llega un momento en el que debemos ser sinceros y solo esperar, esperar por que los demás entiendan y nos apoyen para continuar juntos ese doloroso camino. 

Quizás el amor no cure ni el más mínimo resfriado, pero el tener a alguien a nuestro lado que nos ame, nos da el valor suficiente para poder luchar contra todo, aunque al final puede que no sirva de nada...

Las despedidas siempre serán dolorosas, y más cuando empiezas a dar señales de que el final está cerca. Es doloroso para todos los que te rodean, pero es incluso más doloroso para ti. Sin embargo nadie puede negarse a lo que pides, pues aunque lo nieguen, saben que será tu último deseo...  

Amar y ser amado por todos los que te rodean, es la mayor alegría que puedes sentir, pues el amor nos da el valor de seguir adelante, sin importar lo que suceda al final del camino.

Así que ama y vive feliz junto a tu familia y amigos, hasta que llegue el fin. <<

The End.

Notas finales:

Pues yo estuve a punto de llorar... Si que me inspiré escribiendo lo ultimo, pues es algo que no estaba en el fic original. 
Espero les haya gustado y me gustaría que me lo hicieran saber en un rw y si no, pues también me lo hacen saber ^^ 

No olviden pasar por mi otra historia "Multicultural" 

Gracias a todos por leer. Besos y abrazos.

Vi


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