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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen...vamos, que esto ya lo deben haber leido un monton de veces hahaha

 

Dean noto como una gota de sudor bajaba por el costado de su frente y luego se deslizaba por su cuello hasta perderse bajo su ropa. Respiro profundamente intentando normalizar el rápido latir de su corazón. Había estado en tantas situaciones de vida o muerte que sinceramente se le hacía extraño estar tan nervioso en ese momento. Tras enfrentar a vampiros, demonios y fantasmas el estar en ese lugar debería ser tan fácil como arrebatarle un caramelo a un bebe pero en cambio estaba sudando como si hubiera hecho algo malo.

Apretó la mano de su pequeña hija que se encontraba a su lado y volvió a tragar saliva, intentando recuperar el valor que perdiera cuando oyó algunos gritos provenir desde dentro de aquel sitio. Casi no podía creer que se encontrara allí, sin embargo, sabía que su hija lo necesitaba y él no iba a negárselo, no importaba cuanto odiara ese lugar. Dean entraría a esa tienda de niñas y le compraría a su princesa el traje de baño de “My Little pony” que ella le pidiera, sin importarle cuan poco masculino le parecieran los sujetos que habían sido arrastrados por sus mujeres dentro.

Volvió a tomar aliento y entro en la tienda más femenina que hubiera visto en toda su vida. Jamás había entrado en un sitio así, hasta el techo estaba pintado en tonos pastel. Mary apretó su mano un poco más fuerte cuando varias niñas pasaron corriendo a  su lado, Dean le sonrió para luego comenzar a buscar con la mirada el sector donde debían encontrarse los trajes de baño.

— ¿Puedo ayudarle en algo, señor?—una chica vestida con lo que el supuso el uniforme de la tienda se acercó a ellos— ¿o quizás prefiera esperar a su esposa?—

— ¿Mi esposa?—aquellos sí que se le hizo gracioso, tanto que por poco no comienza a reírse en la cara de la chica—no lo creo, no tengo una…pero quizás puedas decirme donde están…—

— ¡Apple Jack!—grito Mary soltándose de la mano de Dean y corriendo en dirección a un sector de la tienda que parecía un verdadero arcoíris— ¡Papi, cómprame esto!—

—Lo siento, creo que estoy poniendo demasiada azúcar en su cereal—el cazador le dio una sonrisa a la vendedora que le sonrió también—creo que ya no tendremos que molestarla—

—No se preocupe, señor, no me importaría que usted me molestara—después de tanto tiempo en esa área, cualquier tipo de coqueteo por pequeño que este fuera era de inmediato reconocido. La chica era bonita, no iba a negarlo pero Dean había empezado a notar que eso ya no tenía ningún poder sobre él, su definición de alguien atractivo ahora incluía unos ojos azules y un par de alas de color negro—perdone que sea entrometida pero ¿de verdad es el padre de la pequeña? Se lo pregunto porque usted es joven, no trae anillo y…—

— ¡Papi, es mío!—Mary llego corriendo con un pequeño traje de baño rosa en sus manos. Se plantó al lado de Dean y sujetándolo de la mano intento llevarlo al lugar donde se encontraban los otros trajes de baño— ¡vamos, papi, o te acusare a papá!—

— ¿Papa? Eso quiere decir que usted es…—

— ¡Papi, mira es mi papá!—tan velozmente como se aferrara a la mano del rubio, Mary corrió en dirección a la puerta. Dean vio el rostro de la mujer enrojecer, era bastante obvio que había descubierto la verdad sobre él. Quizás hace unos meses le hubiera importado que ella se enterara de sus gustos, pero ahora que había visto peligrar su vida y la de los seres que más amaba en el mundo, no podía importarle menos la opinión del resto. Él era feliz con su ángel, no le importaba si él no era uno de esos tipos que aparecían en las revistas o que vestían a la moda, para el Castiel era sencillamente perfecto.

Se giró para ver a su pareja y a su hija que en esos momentos caminaban en su dirección. Castiel no llevaba puesta su ropa habitual, ni siquiera traía su abrigo, la chaqueta había sido desechada y ahora traía una camisa de color celeste que destacaba la figura que el amplio abrigo color arena ocultaba. El cuerpo del ángel no era desconocido para el cazador, hasta podría describirlo con los ojos cerrados. Sin ser uno de esos sujetos que pasaban gran parte de su día en el gimnasio, el ángel era poseedor de un físico envidiable. Los pantalones negros habían sido cambiados por unos jeans negros que delineaban un lindo trasero. Castiel podía no ser un modelo, pero las mujeres que se voltearon a mirarlo mientras pasaba le dieron una clara idea de que el ángel era del agrado del sexo femenino. Aquella atención le causo risa y enfado en partes iguales, aunque no admitiría nunca que estaba celoso.

A su lado, Mary, se veía radiante. Llevaba puesto el vestido que Sam le había comprado, argumentando que no sería un buen tío si no podía comprarle algo a su sobrina, también estaba el hecho que Gabriel insistía en vestir a la pequeña como si fuera una princesa de cuento de hadas. Su mirada se encontró con la de Castiel, lo miraba con tanto cariño que inconscientemente su corazón comenzó a latir un poco más rápido. Camino hacia ellos y cuando estuvieron más cerca se quedaron mirando fijamente unos segundos hasta que Mary soltando la mano de Castiel corrió hacia los estantes donde se encontraban los productos de “Mi Little pony”.

—Hola, Dean—un escalofrió recorrió su espalda enviando corrientes por todo su cuerpo, el rubio amaba como se oía su nombre en los (apetecibles) labios del ángel.

—Hola, Cass, casi ni te reconozco con esa ropa—el ángel bajo su mirada a la camisa que llevaba puesta y deslizo su mano por su pecho distraídamente— ¿Mary te pidió que lo hicieras?—

—No fue ella, tu hermano y Gabriel dijeron que si íbamos a tener un paseo familiar debía vestirme mejor— ¿paseo familiar? Debía reconocer que ellos eran familia, aunque aún se le hacía algo raro que dos hombres hubiesen podido procrear a una niñita.

—No estoy muy seguro que pueda considerarse como un paseo familiar comprar ropa para una niña en un centro comercial—

—Mary es mi hija también, es mi deber estar presente mientras ella crece, no quiero ser un padre ausente—Dean volvió a sonreír al oírlo, Castiel estaba seguro que no estaba burlándose de él, quizás no estuviese leyendo sus pensamientos pero si podía ver la felicidad en su rostro—quiero estar junto a ustedes hoy—

—Pues…si quieres conocer el infierno consumista sobre la tierra esa es decisión tuya—ambos voltearon a ver a la niña que en esos momentos regresaba con cinco trajes de baño entre sus brazos— ¿quieres que te ayudemos a elegir?—

—Los quiero todos, papi, aquí esta Apple Jack, esta es Rainbow Dash, Rarity…—Dean casi no podía creer que una personita tan linda hubiera salido de él, después de todo él era un pecador, un ser que había hecho cosas horribles en el infierno. Cada vez que veía a su pequeña hija sonreírle sentía que no la merecía a ella o a Castiel a su lado. No quería decepcionarles. Por lo que en secreto había estado leyendo en varias páginas de internet consejos para ser un buen padre y todas ellas coincidían que era pésimo para un niño que sus padres le compraran todo lo él quisiera. Mientras el crecía no había tenido demasiado y eso lo había convertido en un tipo duro, en un futuro si Mary no recibía lo que quería se convertiría en una niña malcriada…pero era tan difícil decirle a su niñita que no le compraría todo lo que quisiera, más si ella lo miraba con unos ojos tan brillantes—también quiero un muñeco como el que me regalo el tío Gabriel y…—

—Mary, no necesitas tantos, solo te comprare dos, así que elige cual…—

— ¡Yo los quiero todos!—

—Mary Winchester, no compraremos todo lo que tú quieras y esa es mi decisión final—

Media hora más tarde y muchos minutos seguidos de llanto, Mary abandonaba la tienda con una sonrisa en su rostro, tras ella Dean caminaba sosteniendo una bolsa en la que se hallaban tres trajes de baño diferentes. El cazador se sentía derrotado, no podía creer que una niña de siete años había podido doblegarlo. Castiel caminaba a su lado, observándolo curioso por su reacción a la derrota, quería abrazarlo y decirle que no había problema en que cumplieran algunos de los caprichos de su hija, pero era bastante probable que eso en vez de alegrar al cazador lo hiciera enfadar aún más.

—Papi, tengo hambre—la voz de la pequeña lo saco de sus pensamientos. Dean se detuvo observando ceñudo a la niña que corrió hacia el—comamos pizza ¿sí?—

—Jovencita ¿crees que te has comportado muy bien?—Mary ladeo la cabeza mientras lo miraba, a pesar de lo linda que se veía imitando a su padre Dean se obligó a sí mismo a intentar criar a su hija de la mejor forma—¿lo has hecho? La respuesta es no, regresaremos al auto y te iras a dormir temprano—

— ¿¡Que…por qué!?—exclamo la niña mirándolo con los ojos bien abiertos— ¿¡que hice!?—

— ¿Qué hiciste? Te lo diré: te comportaste como una niña malcriada en la tienda y comenzaste a llorar como si uno de nosotros te hubiera golpeado ¡todos nos miraban como si fuéramos a secuestrarte o algo así!—Dean se detuvo a tomar aire, la parte que más odiaba de ser padre era tener que regañar a Mary—te dije claramente que solo compraríamos dos trajes de baño y tu…ni siquiera te imaginas cuan enojado estoy—

— ¡Yo no fui malcriada! ¡Tú nunca quieres comprarme nada y en la televisión dijeron que todos…!—

— ¿¡Y si la televisión dice que te tires de un puente tú lo harás!?—aquella frase era lo más cliché que hubiera oído alguna vez, la había dicho sin pensar demasiado porque en esa situación le parecía lo más acertado—Mary, lo que yo hago es por tu propio bien así que no veras la televisión en una semana, princesa, aunque no te compre todo lo que tú quieras eso no quiere decir que yo no te quiera y…—

— ¡No, tu no me quieres!—La niña salió corriendo después de gritarle a Dean, el rubio se quedó estático en el lugar. Castiel que había seguido la discusión en silencio le dio una breve mirada a su pareja antes de salir tras de su pequeña hija.

En esos momentos se sentía feliz de ser un ángel o de otra manera hallar a su hija habría sido algo bastante más difícil. Por suerte aun no ponía en ella el sello que evitaba que los ángeles pudiesen encontrarla, así que se concentró en ella y así la hallo en un parque, sentada en un columpio. Se acercó lentamente a ella para no asustarla y tomo asiento en el columpio que se encontraba vacío a su lado. La niña apretaba firmemente las cadenas mientras se empujaba débilmente con uno de sus pies, sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas pero ya no estaba llorando. No sabía que decir exactamente en una situación así, normalmente Dean era el encargado de la parte de los sentimientos, bueno, cuando no estaba fingiendo que no los tenía. Miro a su alrededor tratando de reunir en su cabeza las palabras que podrían calmar a Mary, de pronto ella se giró y clavo sus ojos en él.

—Papi, no me quiere ¿verdad?—la voz de la niña salió un poco ahogada—lo hice enojar mucho—

—No creo que eso sea cierto, Dean está enfadado porque tu comportamiento no fue el esperado—

—Yo solo quería tener a todas las ponys pero papi…yo le grite y él ahora va a irse ¿no?—

—Dean no va a irse porque hayas gritado, nosotros te amamos y no te abandonaremos, aun no comprendo bien porque temes a eso—imitando a su hija, el ángel comenzó también a empujarse en el columpio—el está más que dispuesto a sacrificar su vida por la tuya, nosotros no comprendemos aun del todo eso de ser padres pero estoy seguro que el jamás te abandonara—

— ¿Aunque le haya gritado?—pregunto otra vez deteniendo el movimiento del columpio y poniéndose de pie para después pararse frente a Castiel—papá, yo quiero mucho a papi pero siempre está ocupado con el tío Sam y nunca me dicen que hacen—

—Ellos…Mary, hay cosas que eres muy joven para comprender todavía. Lo único que necesitas saber es que nosotros somos tu familia y que te queremos—no sabía si debía ser el quien le hablara a la pequeña sobre el oficio de la familia, no estaba lo suficientemente seguro si ella comprendería que cada vez que se iba a dormir, Dean y Sam, se marchaban para seguir peleando con criaturas sobrenaturales—ven, volvamos con Dean, él debe estar preocupado—

Como si aquello hubiera estado planeado, oyeron el sonido de un automóvil deteniéndose frente a la entrada del parque. Ambos miraron hacia la calle, descubriendo al impala y segundos más tarde Dean descendía del vehículo. Al reconocerlo, Mary soltó un pequeño jadeo y volteo a ver al ángel que en ese segundo se ponía de pie. Dean le dio la vuelta al auto y comenzó a caminar hacia ellos.

— ¿Él va a regañarme?—pregunto la niña acercándose a él y aferrándose a su mano— ¿el está enojado conmigo?—

—Mary, el no…—

—Princesa, ven aquí—la voz del cazador se quedó con toda la atención de la niña que apretó más fuerte la mano de su padre, Dean se hallaba a unos cuantos pasos de donde ellos se encontraban, mirándolos con seriedad—por favor, ven conmigo—

Tragando saliva, la niña se separó lentamente de su padre y comenzó a caminar hacia el rubio. Paso a paso llego hasta donde él se hallaba, quedando separados apenas por un metro. Sin decir nada más, Dean se agacho frente a ella y abrió sus brazos en una clara invitación para que lo abrazara, sin saber qué hacer, la niña se quedó en el lugar donde se encontraba, sin embargo, tras algunos segundos más de duda se acercó al rubio y sorprendida dejo que este la abrazara firmemente contra su pecho.

—No vuelvas a decir eso nunca más ¿me escuchaste?—susurro Dean en la oreja de la niña que asintió en silencio antes de rodear el cuello del rubio con sus brazos—te amo, no sabes cuánto quiero que seas siempre feliz pero hay cosas que es necesario que aprendas ¿lo entiendes?—

—S-Si, ya no te gritare, papi…tampoco te pediré que me compres nada—Dean se puso de pie levantando con él a la niña que seguía con su rostro enterrado en su cuello—seré una buena niña y me acostare temprano—

—Mary, tu eres una buena niña—murmuro el cazador viendo acercarse a Castiel a ellos—volvamos al cuarto y pediremos una pizza—

El ángel le dio una pequeña sonrisa cuando estuvo cerca de ellos, los tres se dirigieron al lugar en donde el impala estaba estacionado. Dean bajo a Mary para que esta abriera por si sola la puerta trasera y cuando la niña lo hizo dejo salir un pequeño gritito de felicidad al descubrir en el asiento un dragón de peluche de color morado. La niña se apresuró en tomarlo y aferrarlo contra su pecho mientras una sonrisa de felicidad se extendía por su rostro. Se alejó un poco y volvió a cerrar la puerta de un portazo y antes que el rubio pudiese recordarle que no debía golpear a su preciado auto, Mary corrió hacia él y se abrazó a su cintura dejando entre ambos el juguete.

— ¡Me compraste a Spike, te amo papi!—grito apretando a Dean—lo cuidare mucho y…—

—Tranquila, princesa, ahora suéltame antes que me rompas una costilla—casi jadeo Dean, a veces olvidaba la fuerza sobrehumana de su “indefensa” hija—Cas, ayúdame—

 

Después de reparar la costilla rota de Dean, los tres subieron al impala y regresaron al cuarto de motel donde estaban quedándose. Al atravesar la puerta se encontraron a Sam sentado en la cama leyendo el periódico y a Gabriel sentado al otro lado del cuarto comiendo una paleta de dulce. Un extraño silencio inundaba la habitación mientras ellos entraban, Mary se dirigió hacia el arcángel llevando en alto su nuevo juguete para que este pudiera verlo. Dean sabia cuanto su hija quería al ángel rubio, sinceramente a el todavía no le agradaba del todo pero ya era parte de su familia, en especial ahora que era la pareja de su pequeño hermano, con el tiempo las ansias asesinas que sentía cada vez que Gabriel abrazaba a Sam habían ido remitiendo lo suficiente para disuadirle de usar el sello anti ángeles. Al mirar mejor a su hermano tuvo que reprimir una carcajada al darse cuenta que estaba sosteniendo el periódico al revés y si lo observaba más detenidamente podía señalar el moretón de su cuello.

—Pensé que se tardarían más en regresar—dijo Sam bajando un poco el periódico—esperaba que cenaran fuera—

— ¿Eso esperabas? Quizás los interrumpimos, eso o ahora lees el periódico al revés—el rostro de su hermano se coloreo al tiempo que bajaba el periódico—quizás necesiten tiempo a solas—

—Lo tendríamos si ustedes no hubieran regresado tan rápido—respondió Gabriel devolviéndole su peluche a Mary que corrió hacia Sam para mostrarle el juguete—mi alce y yo necesitamos tiempo a solas, es frustrante ver que solo mi hermanito tiene diversión —

— ¿Mi papa se divierte? Yo también quiero divertirme—los cuatro callaron ante las inocentes palabras de la niña que tomo asiento en la cama al lado de Sam—mira tío Sam, mi papi me compro a Spike—

—S—Si, ya veo, dulzura…Mary ¿tienes hambre?—

—Papi dijo que pediría pizza, yo quiero que tenga mucho queso—respondió la pequeña acomodando al dragón de peluche a su lado—Spike también tiene hambre—

Diez minutos después, Mary comía una rebanada de pizza sentada frente a la pequeña mesa del cuarto. Para su alegría Dean había encendido el televisor y mientras la niña comía, el mayor se acercó a la cama en la que estaban sentados Sam y Gabriel. Ambos se veían un poco enfadados así que cuando vieron acercarse al rubio fruncieron el ceño y se quedaron mirándolo en silencio.

—No me miren como si fueran a saltarme encima, no es mi culpa que ustedes no hayan llegado a cuarta base—se burló antes de girarse para asegurarse que Mary estuviese distraída con la televisión—tú le dijiste a mi hija que podías llevarla a la playa, la ilusionaste con algo que nosotros hace tiempo no podemos tener—

— ¿Si? No es mi culpa que seas un pésimo padre, rubito—respondió Gabriel pasando una mano por la cintura de Sam—a Mary le falta vivir otras experiencias, no creo que desees que ella viva lo que ustedes pasaron—

—Perdona que no tome en cuenta la opinión de un tipo que jamás ha sido padre pero no es eso de lo que quiero hablarles, escuchen, estos últimos días no he podido estar con Mary el tiempo que quisiera. Por mucho que odie decir esto: Gabriel, aceptare tu idea de llevar a Mary a la playa. Aun no confió en ese tal Micael así que buscaremos un lugar seguro para…—

—No hay necesidad de eso, cuñadito, yo me encargo de todo—la sonrisa en el rostro del arcángel hizo temblar un poco a Dean pero antes que pudiera decir algo, Gabriel chasqueo sus dedos y los cinco ya se encontraban en una habitación muchísimo más grande y el estacionamiento que se veía a través de la ventana se transformó en una increíble vista de una playa de arena blanca bañada por unas pequeñas y suaves olas—bienvenidos a la isla privada de alguien que en este momento no nombrare pero no se preocupen, esta tan ocupado con su nueva película que no vendrá en bastante tiempo—

— ¡Papi, mira estamos en la playa!—antes de que pudiera decir algo, la voz de Mary lo interrumpió. Se dio vuelta para ver a su hija correr hacia la ventana y contemplar desde allí la impresionante vista— ¡el mar es muy grande! ¿Podemos ir?—

—Claro que pueden, princesa, llévate contigo a tus papas o se verán obligados a explicarte que significa la palabra que empieza con “s”—Gabriel volvió a chasquear sus dedos y Dean se dio cuenta que ya no se encontraba en el cuarto sino en la playa que vislumbrara desde la ventana. Sus pies se hundían en la suave y cálida arena, sorprendido se dio cuenta que su ropa ya no era la misma, sino un pantalón corto y una camisa de estampado hawaiano. Mary a unos pasos de el tampoco llevaba su ropa de antes, ahora traía puesto el traje de baño que Dean le comprara.

— ¡Papi, el tío Gabe uso su magia!—grito dando unos saltitos en la arena—mira, mi papa también tiene un traje de baño—

— ¿Castiel con traje de…baño?—el rubio se volteo con una sonrisa burlona en su cara para ver que traía puesto el ángel, quizás sería uno muy parecido al suyo, aunque tomando en cuenta que Gabriel había hecho eso probablemente hubiera considerado gracioso vestir al ángel con un traje de esos de cuerpo completo que se usaban en los años veinte, pero nada más poner sus ojos en el ángel de ojos azules tuvo que recurrir a toda su fuerza mental para recordar cómo se respiraba. Efectivamente, el arcángel, les había jugado una broma, pero una que solo le afectaba a él y es que el traje de baño que Castiel llevaba puesto era una sunga.

—No me siento muy cómodo, Dean—el ángel se quedó mirando el minúsculo traje de baño que su hermano mayor le pusiera. Por su parte, Dean, tampoco podía alejar su vista del cuerpo que apenas cubría ese trozo de tela. Personalmente, consideraba que cualquier hombre que usara sunga se veía ridículo, ahora lo único que podía pensar es que no había vista más perfecta que la de su ángel con esa prenda—creo que no es prudente que Mary me vea usando esta…—

—Sunga, Cass, es una sunga. Pero no te preocupes, Mary ni siquiera está pensando en nosotros ahora—lentamente, como un depredador acercándose a su presa, Dean se aproximó al ángel y tomo la mano que este mantenía a su lado— ¿pero sabes quién está pensando en ese casi inexistente traje de baño que traes puesto?—

Una pequeña sonrisa se extendió en el rostro del ángel mientras sentía la mano que sujetara la suya alejarse hacia la cinturilla de aquella reveladora y extraña prenda que llevaba. Bajo el sol del caribe, Castiel descubrió que aun podía sentir más calor.

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—Ahora que me deshice de tu hermano, quizás podamos terminar lo que empezamos—la sonrisa en el rostro de Gabriel se agrando mientras caminaba hacia Sam que le sonrió también— ¿quieres seguir en donde lo dejamos?—

—No lo sé, esa playa se ve muy tentadora en realidad, quizás debamos ir a bañarnos—el cazador se estiro en la cama, apoyándose cómodamente en la almohada—frente a ese paraíso en la tierra que tenemos fuera del cuarto, tu propuesta no es demasiado…ya sabes, tentadora—

— ¿De verdad? Creo que tú quieres jugar con fuego, pequeño—para Sam no pasó desapercibida la fugaz ira en los ojos de su ángel, pero era totalmente cierto que quería jugar con fuego—pero ¿sabes, mi amor? Nunca subestimes a alguien que puede hacer…esto—

Gabriel extendió sus brazos y sorprendido Sam vio como la habitación se transformaba en una habitación mucho más grande, el techo y los pilares eran dorados. Las paredes se cubrieron de finos tapices que mostraban escenas de batalla entre ángeles y demonios entre otras criaturas. La cama en la que Sam se encontraba se convirtió en un diván de color negro, pero lo que se llevó toda la atención del cazador fue el arcángel. El corazón del humano comenzó a latir más rápido cuando dos enormes alas de color negro se extendieron en la espalda del rubio, su ropa se convirtió en una túnica de color blanco que terminaba un poco más arriba de sus rodillas, cubierta por una especie de armadura que le recordó mucho a la que llevaba Michael en la pintura en la que este aparecía derrotando a Lucifer. Gabriel dio un paso hacia él y Sam sintió como la lujuria se apoderaba de él, había que estar completamente loco para intentar negar que el arcángel se veía como un sueño húmedo, la grandeza que exhalaba por cada poro estaban provocándole una erección.

—Supongo que te gusta lo que ves—Gabriel sonrió al ver que su pequeño acto había tenido frutos: Sam había comenzado a acariciar la erección que podía adivinarse en su pantalón— ¿aun quieres ir con tu hermano?—

— ¿Tu qué crees, ángel?—

 

 

Notas finales:

Continuara...


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