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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen sino a sus creadores y todo eso hahaha

Mil discupas por actualizar tan poco!!

 

Apenas pudieron se marcharon de la ciudad en la que habían recibido la visita de Adira. No tenían demasiadas cosas y a pesar de que Mary no quería dejar la escuela, lograron convencerla prometiéndole que podría volver a asistir a la escuela en otra ciudad. Conforme con la promesa de su padre, la niña le rogo al ángel que se sentara con ella en el impala mientras hacían el viaje pero una hora más tarde estaba dormida sobre su hombro.

Dean conducía con la vista fija en la carretera que se extendía delante de él. A su lado, Sam, hubiera preferido algo de su ruidosa música al silencio que reinaba en el interior del coche. En el asiento trasero, Castiel miraba por la ventanilla sin moverse ni un milímetro, a pesar que Mary estaba babeándole un poco la gabardina.

Sam se permitió una pequeña sonrisa mientras dirigía su atención al teléfono que vibraba en su bolsillo. Tenía una idea de quien podría estar enviándole mensajes pero aún estaba enfadado con el arcángel por no haberles dado una mano. Gabriel se había excusado con una pésima mentira que incluía una extraña fuerza deteniendo todos sus movimientos pero ¡es un arcángel! ¿Quién podría hacer eso?

Le dio un vistazo a la pantalla y en vez de un mensaje escrito, Sam vio una foto del ángel rodeado por lo que parecían unos veinte cachorritos que miraban a la cámara con él. Otro mensaje parpadeo en la pantalla y esta vez sí era un mensaje escrito: “Tuve que usar el armamento pesado ¿me perdonas?”

Sam sonrió pero decidió que Gabriel necesitaba algo más de castigo. Escribió algunas palabras y presiono la tecla de enviar y sin esperar alguna respuesta devolvió el teléfono a su bolsillo.

— ¿A dónde vamos?— pregunto nada más para alejar el molesto silencio.

—Con Bobby, le dejaremos a Mary. —Respondió Dean sin dejar de mirar hacia adelante—esa perra regreso por ella y no se la dejare servida en bandeja de plata. —

— ¿Recuerdas que ella logro llevarse a Mary antes, no?—Dean esperaba esa pregunta, de hecho él se había puesto en la misma interrogante antes. —La has visto, Dean, ella ya no es la misma bruja que nos atacó antes…ahora parece un poco demente—

—Dudo que haya sido demasiado cuerda en vida, pero si Sam, me di cuenta que ahora perdió la cabeza por completo. Pero no tengo otra idea mejor que esconderla allí mientras rastreamos a esa perra y la matamos de una buena vez. —un cartel al lado del camino le aviso que el próximo pueblo se hallaba a dos kilómetros. Miro a través del espejo retrovisor para comprobar el estado de su pequeña hija, descubriendo con una delgada sonrisa que esta continuaba dormida sobre su padre. Dean recordó la última vez que esa escena se repitiera. Cuando era Jimmy quien ocupara el lugar de Castiel y le hiciera creer a su hija que ese era realmente su padre.

—Está bien, Dean, sé que no tuviste opción. —Dean se sorprendió al oír la voz de Castiel. El ángel lo miraba también, sus ojos azules fijos en los suyos. Acallando un suspiro de cansancio devolvió su mirada al camino, no fuera que se estrellara con otro auto.

—Como sea, el santurrón ya no se encuentra aquí y espero que se quede en donde sea que este ahora. —

El rubio decidió que no quería oír lo que el ángel pudiera pensar sobre él y sus pensamientos. Era probable que supiera también de los deseos que había tenido respecto al hombre que era su recipiente. Lo único bueno del asunto era que había logrado vencer a sus deseos y que no hizo nada con Jimmy, más que pelear.

Tomo la siguiente salida y entro en la calle principal del pueblo. No era un sitio demasiado grande pero no era un mísero pueblo perdido al lado de la carretera. Avanzo por las calles buscando un lugar en el que pasar la noche. Estaba atardeciendo y no quería conducir de noche, menos si podía tener una oportunidad de sexo angelical. Habían sido demasiados días sin algo de acción más que duchas eternas y Dean Winchester ya no era un jodido adolescente que pudiera calmarse solo con un trabajo manual y menos si era uno suyo.

Se estaciono frente al motel que le pareció más limpio y tras encargarse de su registro regreso al auto. Castiel seguía sentado en el asiento trasero y Mary continuaba dormida sobre él, sus manos firmemente agarradas a su abrigo, como si creyera que el ángel pudiera desaparecer en cualquier momento. Dean estaba seguro que Castiel podría hacer eso en cualquier segundo sin que ella se enterara.

— ¿La llevas tu o la llevo yo?—pregunto abriendo la puerta trasera para tener una mejor vista de su hija—está babeando, eso te marca como su propiedad. Llévala adentro y acuéstala. —

El ángel le dio una mirada y sin decir nada desapareció junto a la niña.

Dean observo el asiento vacío unos cuantos segundos y tras cerrar la puerta se dirigió a la parte trasera del vehículo. Sam estaba apoyado contra la cajuela mirando con interés su celular.

— ¿Tu novio te ha enviado un bonito mensaje?—pregunto, logrando que el otro diera un pequeño salto—ya sabes, Sammy, no seas una chica fácil. —

—Idiota, estaba enviándole un mensaje a Bobby para que nos espere—respondió el menor con una sonrisa que hizo enfadar a Dean—sabes que no le gusta que aparezcamos sin avisar, además, existía la posibilidad que estuviera en otro lugar. —

— ¿En dónde podría estar? ¿Corriendo una maratón?—

Sam le dio una de esas miradas de censura que siempre tenía preparada y se alejó de la cajuela cuando Dean levanto la tapa y saco su mochila junto con la de Mary. Sam se acercó también y saco sus cosas también.

—No creo que Adira este sola en esto ¿viste a esos chiquillos? Estaban cuidándola, la bruja ya no parece tener demasiados poderes—dijo Sam mirando a su alrededor en el instante que Dean levanto la otra “tapa” para acceder al lugar en el que se encontraban sus armas. Tomo una pistola y tras asegurarse que estaba cargada la puso en su cinturón. —La única forma en que creo posible que siga con vida es que haya recibido la ayuda de alguien más. —

—No soy idiota, Sam, yo también estoy pensando en quien jodidos podría querer ayudar a esa perra a llevarse a mi hija.—Dean bajo la tapa de la cajuela con tanta fuerza que Sam se sorprendió al verlo tratar de esa forma a su amado auto.—buscaremos a esa perra y la enviaremos al infierno.—

—Creo que ya te dije que los nephilim no pueden ir ni al infierno ni al cielo, solo desaparecen—

Dean soltó una palabrota cuando el ángel se materializo a su lado. Por su parte, Sam solo se limitó a reír mientras caminaba hacia el motel.

—Cas… ¿Cuántas veces tengo que decirte…?—comenzó a decir Dean pero se interrumpió cuando al lado del ángel apareció Micael. Castiel ni siquiera se giró a mirar al recién llegado y solo se limitó a  ir pararse a su lado—vaya…llegas un poco tarde para darnos una mano. —

—Creo haberles explicado que Adira ya no es una nephilim, además, este tipo de cosas responde mejor a sus habilidades—respondió el recién llegado arreglándose las mangas del traje color azul marino que llevaba puesto—ustedes son los Winchester, cazadores de excelencia ¿no?—

—En eso tienes razón, somos excelentes cazando a idiotas que otros idiotas no pueden destruir—

—Ya veo, si pueden arreglárselas solos ¿Por qué estoy aquí?—cuestiono Micael dibujando una sonrisa en su cara.

—No porque seas guapo, pero no te sientas mal que eso ya debías saberlo, además, estoy muy seguro que yo no te he llamado—respondió el rubio ofreciéndole una sonrisa burlona—por si no te has dado cuenta, ya tengo suficientes ángeles a mi alrededor para querer a uno más de ustedes.—

—Yo fui quien te llamo—Castiel dijo, sin variar ni un ápice la expresión de su rostro—necesito hablar contigo. —

—Bien, supongo que podemos permitirte eso—respondió Micael alisando una arruga en su traje a la altura de su hombro—vamos a un lugar donde podamos tranquilamente…—

—No hay necesidad de eso, podemos hablar delante de Dean—

—No te enfades, Castiel, pero tú y yo sabemos lo limitado que es el cerebro humano. —

—Dean es mi pareja, no le ocultare nada—

Al oír las palabras del ángel, Dean sintió como sus orejas se incendiaban. El rostro de Castiel mostraba la misma expresión apática de siempre, pero esta vez se veía algo ¿feliz? Micael los observo a ambos con cierto desconcierto segundos antes de que la sonrisa regresara a su rostro, iluminándolo.

—Bien, Romeo ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?—

—Dariel, sabe en donde se encuentra Aziel—dijo Castiel observando de reojo al rubio de pie a su lado y que parecía temblar de ira—antes dijiste que dentro de tu equipo alguien estaba pasándole información a Aziel—

— ¿Qué…? No, no Dariel…estas equivocado—

—El mismo me mostro el lugar en el que él estaba oculto Aziel—declaro el ángel sin dejar de observarlo fijamente—quería que lo asesinara, pero cuestione sus motivos y esto pareció no gustarle. —

—No sé qué estas intentando, Castiel, pero Dariel ha estado conmigo como mi asistente desde hace mucho. No hay forma en que crea que él es quien me traiciono. Tu hipótesis es completamente errada y solo te hare saber que…—

— ¡Solo cállate, idiota! Lo único que Cas ha hecho es intentar abrirte los ojos para que te des cuenta que ese idiota esta engañándote y ayudando al hijo de perra de Aziel—estallo Dean al lado de Castiel que lo observo fijamente—no me sorprende que ese imbécil se te haya escapado, de seguro tu amado asistente ayudo a Aziel bajo tus propias narices—

Micael abrió la boca para decir algo pero pareció pensarlo mejor y sin agregar nada más o despedirse desapareció delante de sus ojos.

Dean respiro con fuerza, todavía molesto por lo que acababa de enterarse gracias al ángel a su lado. Ciertamente no habían tenido demasiado tiempo junto como para compartir esa información pero Castiel no se hubiera tardado ni cinco minutos en hacerle saber que podía llevarlo al lugar en el que Aziel se encontraba. Dean quería venganza por la humillación que el ángel fugitivo le hiciera pasar y la única forma de hacerlo era exterminarlo con sus propias manos.

—Llévame con ese hijo de puta—murmuro segundos después de que Micael desapareciera delante de ambos. Tanteo la pistola en su cintura y se dijo a si mismo que acabaría con Aziel incluso si debía morderlo. —Tenemos cuentas que saldar y no voy a esperar ni un segundo más. —

—Eso no es posible—respondió el ángel sin mirarlo—No creo que comprendas cuan peligroso puede ser eso. —

— ¡¿Qué jodidos estas diciendo?!—Exclamo el cazador cogiendo al ángel por el hombro para obligarlo a mirarlo— ¡ese maldito se atrevió a vio…mierda, tú ya lo sabes!—

—Lo sé, Dean—El ángel clavo sus ojos azules en los suyos y un escalofrió recorrió la espalda del cazador cuando vio una fría ira arder en ellos. Castiel podía no tener mucho éxito mostrando sus emociones pero Dean había comenzado a aprender a leer en su mirada aquello que no se veía a simple vista y en ese instante el ángel estaba muy enojado.—Dije que me encargaría de hacerle pagar por lo que él te hizo pero fracase.—

—Aún podemos hacerlo, Cas, eliminemos juntos a ese idiota—Dean le dio una débil sonrisa que Castiel no respondió—tu y yo no tendremos problema en deshacernos de el—

—No podemos, Dean—

— ¡¿Qué?!¡Mierda, Castiel! Si no quieres…si no quieres ayudarme…—

—Escúchame, Dean, no actúes de manera imprudente—Castiel logro transmitir a su voz la ira que estaba conteniendo—todo esto es demasiado extraño y tu estas ignorándolo todo a cambio de una venganza que no hará nada por ti—

—Dices eso porque no fuiste tú el que…maldita sea, Castiel, no fuiste tú a quien ese imbécil tiro al suelo para follarlo—Dean estaba furioso. Estaba a punto de lanzarse sobre el ángel para golpearlo, pese a que sabía que eso era totalmente inútil. Sus emociones estaban fuera de control y como si no fuera poco el ángel no iba a ayudarle a vengarse. — ¿Sabes qué? Jodete, no necesito tu ayuda para encargarme de ese hijo de perra—

— ¿Crees que tú eres el único enfadado? ¡¿Crees que no quiero hacerle pagar por tocarte?!—Esta vez fue el turno de Castiel de sujetar a Dean por los hombros. El cazador quiso soltarse de su agarre pero el ángel apretó más fuerte, inmovilizándolo— ¡piénsalo, Dean! Si Adira regreso y no sabemos el cómo, eso solo puede significar que hay alguien más poderoso que ella involucrado. Nuestra hija está en peligro y no podemos permitirnos actuar de manera arriesgada ¿ha pasado siquiera por tu mente que Aziel podría estar involucrado también?—

Nada más oír las palabras del ángel Dean se quedó quieto. Su ira se enfrió al mismo tiempo que las ruedas en su cabeza comenzaban a girar. Se sentía como un idiota por no haber pensado el mismo en lo que Castiel le señalara. Había sido egoísta con el bienestar de su hija.

El ángel lo libero de su agarre y Dean se tambaleo hacia atrás mirando el suelo con los ojos muy abiertos. Castiel no se sentía feliz de ver esa expresión perdida en su rostro. Quería acercársele y abrazarlo contra su pecho, sin embargo, sospechaba que él no lo dejaría. El ángel compartía el deseo del cazador de destruir a Aziel. Aunque en ese momento sabía que eso era algo fuera de su alcance.

— ¡Papi! ¡El tío Gabe me está molestando!—De pronto la voz de su hija interrumpió sus pensamientos. La puerta del cuarto se abrió y Mary corrió hacia ellos, lanzándose a los brazos de Dean que la apretó firmemente contra su cuerpo. —Me dijo que yo no voy a ir nunca más a la escuela. —

— ¿Qué te dijo el idiota?—pregunto el cazador, agradeciendo que Mary no hubiera visto su mirada perdida—Nena, sabes perfectamente que no debes tomar en serio lo que él te diga ¿recuerdas nuestra charla sobre ignorar lo que ese tonto dice?—

—Pero él es…él dijo que yo no iba a ir a la escuela—volvió a quejarse la niña separándose de el para mirarlo directamente—tu dijiste que yo iba a poder ir—

—Mary, cuando Dean Winchester le hace una promesa a una hermosa mujer, la cumple. Gabriel está enojado porque tu tío ya no le da ni la hora—Dean se obligó a sí mismo a sonreírle a la niña que hizo lo mismo—ahora ve a lavarte la cara, pareces un caracol todavía. —

— ¡Papi! No soy un caracol—exclamo la niña arrugando los labios y mirando a su padre que seguía de pie en el mismo lugar— ¡papá, dile que no soy un caracol!—

—Dean, es imposible que ella sea un caracol, Mary es una nephilim—respondió el ángel logrando una mueca de confusión en ambos—El exceso de salivación es algo normal al dormir—

—Papi ¿Qué dijo papá?—

—En resumen: no eres un caracol pero le gusta que lo babees mientras duermes—el rostro de la niña se volvió rojo y comenzó a golpear el pecho del cazador que agradeció que la niña llevara puesto su collar o tendría que preocuparse por sus costillas—vamos, Mary, solo es una broma… ¡auch, eso dolió!—

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Castiel al oír la risa de su hija cuando Dean la tomo por la cintura y la levanto en el aire.

Esa era su familia, la razón por la que continuaría peleando incluso si esa batalla podía significar su muerte. Amaba a Dean y a su hija. Le preocupaba muchísimo el regreso de la criatura que por poco no asesina al cazador. Adira estaba de vuelta y recibía la ayuda de alguien tan poderoso como para usar a niños como simples mascotas. Como si no fuera poco, Aziel también estaba rondándolos. Recordándole a Dean lo que le había hecho.

Odiaba a Aziel con todo su ser pero tal y como le había dicho a Dean, el ángel podría ser parte de algo muchísimo más grande y que tenía a su pequeña hija como objetivo.

—Papi, tengo hambre—dijo Mary cuando Dean la puso en el suelo—vamos a comer hamburguesas—

—Lo que mi chica quiera, tu y yo comeremos la más grande, jugosa y grasosa…—

—Eso no es posible, Mary, es peligroso que salgas tan tarde—Castiel camino hacia el cazador y la niña que lo miraron como si le hubiera salido una tercera cabeza.—Dean y yo te traeremos algo de comer mientras tu esperas con tus tíos—

— ¿De que estas hablando, Cas? Mary no es un bebé como para que tengamos que hacer eso por ella—Dean enarco una ceja mientras hablaba. Normalmente Castiel solo se apartaría y los dejaría hacer lo que quisieran—la llevare a comer y si quieres puedes venir con nosotros, sé que tu no comes pero puedes mirarnos a nosotros…—

—Quiero comerte a ti, Dean—

—…—

—¿He dicho algo malo, Dean?—Castiel sabía que a veces se equivocaba al usar las expresiones humanas, al parecer ahora había vuelto a hacerlo pues su cazador estaba mirándolo con los ojos muy abiertos—¿Dean yo…?

—Mary, Cas tiene razón…tu tío Sam te cuidara y nosotros te traeremos algo—antes que la niña pudiera decir algo o quejarse, Dean la tomo de la mano y la llevo de vuelta al cuarto. Abrió sin tocar, encontrándose a Gabriel arrodillado delante de Sam aunque para suerte de Dean (y desgracia de Gabriel) el menor de los Winchester no tenía los pantalones abajo.—tú, aléjate de él y cuiden a Mary…yo y Cas vamos a buscar algo de comer—

—Sí, seguro…ven nena, veamos una película—dijo Sam apartándose con una sonrisa del ángel que gruño—tu tío Gabe va a sentarse con nosotros con las manos en sus bolsillos ¿verdad, Gabriel?—

—S—Sí, claro…lo que sea—Gabriel chasqueo sus dedos y desapareció para volver a aparecer sentado en la orilla de la cama—ahora tú y mi hermano pueden ir a hacer lo que sea que hagan ustedes, no me importa—

—Genial, cuídenla…volveremos en una hora…mejor dos…Emm volveremos—

Dean se agacho frente a la niña y le sonrió antes de besarla en la frente. Mary rodeo su cuello con sus brazos y le dio un beso en la mejilla.

—Cas y yo iremos a comprar algo para comer, no te separes de tu tío Sam…no confió en Gabriel—Dean sintió cosquillas en su cuello cuando la niña rio—no te duermas tarde y…mmm…hazle caso a Sam ¿bien?—

— ¿Tu y papá van a tener una cita?—pregunto la pequeña rubia separándose de Dean y mirándolo con ojos brillantes—Susan dijo que así nacen los bebes ¿voy a tener un hermano?—

—Espera… ¿¡Qué!? N—no, Mary…no tendrás un hermano—eso sí que lo había tomado por sorpresa. Sam oculto una sonrisa tras una falsa tos y Gabriel rio a carcajadas—Mary, no es momento para explicarte esto…pero tu tío Sam lo hará, bien, adiós… ¡vamos Cas!—

Antes de que su hija pudiera decir algo más, Dean tomo al ángel de la manga y salió lo más rápido que pudo de la habitación. Castiel lo siguió sin decir nada hasta el auto. Antes de llegar al impala  Dean se quedó quieto y se giró a mirar al ángel que caminaba tras él.

—No voy a embarcarme de nuevo ¿verdad?—pregunto, si bien habían tenido bastante sexo, esa era la primera vez que se lo preguntaba.

—No lo creo posible—respondió el ángel perdiéndose en esos ojos verdes una vez más, preguntándose si al cazador le molestaría si le dijera que esa se oía como una maravillosa idea. Él se había visto muy guapo con su abultado estomago—fue la poción de Adira la que hizo posible eso—

—Si…bueno, no es como si quisiera volver a verme como una ballena—murmuro notando la forma en la que el otro estaba observándolo. La mirada de Castiel estaba quemándolo, inconscientemente se pasó la lengua por los labios, intentando humedecerlos—debí haberme visto como un monstruo ¿no, Cas?—

—Eso nunca paso por mi cabeza—respondió desviando su mirada a la punta rosada que se movía sobre los labios del rubio.

Dean tomo aquello como una oportunidad para tentar al ángel y no detuvo el movimiento de su lengua. Se encontraban en el estacionamiento así que no tenía toda la libertad que quería, tenía que contentarse con pequeños movimientos para enloquecer a su ángel. Llevo su mano a su boca y comenzó a chupar su dedo índice. En otras circunstancias jamás habría hecho eso pero la falta de sexo ya estaba pasándole la cuenta y la hambrienta forma en que el ángel estaba observándolo logro que venciera sus propios límites e hiciera algo que unos años antes jamás habría ni soñado hacer: seducir a un ángel.

Castiel lo vio meter su dedo en su boca, no estaba realmente seguro sobre lo que él quería lograr con eso, pero solo ver su lengua recorrer ese dedo le hizo sentir que el calor que estaba comenzando a acumularse en su vientre le haría estallar en cualquier momento. Dean lo miraba sin pestañear y sin frenar lo que estaba haciendo. Repentinamente una luz de encendió en su cabeza, por fin había entendido lo que él estaba haciendo. No era difícil imaginárselo pero Castiel le echo la culpa a su escaso conocimiento del tema…Dean estaba seduciéndolo, tratando de tentarlo para que pecara y como siempre, su esfuerzo daba resultados. Castiel no iba a resistirse a la tentación de ojos verdes que se encontraba delante de él. Él había caído y rechazado a sus propios hermanos por él, por Dean Winchester, el hombre que había sacado del infierno.

Detuvo su mano con la suya y la aparto de su boca. Mientras lo miraba fijamente comenzó a acercársele y antes de posar su boca sobre la suya lo sujeto por la cintura apretándolo contra su cuerpo, con la delicadeza suficiente como para no fracturarle algún hueso.

Dean jadeo ante el brusco movimiento pero no hizo nada para apartarse de él. Una sonrisa se apodero de su boca cuando noto algo duro chocar contra su cadera.

— ¿Esta es tu espada o estas feliz de que estemos por fin solos?—se burló llevando su mano a la entrepierna del ángel, frotándolo descaradamente.

—Esa no es mi espada, es el órgano sexual de mi recipiente—

—Lo sé, tigre, pero es bueno oírte otra vez—rio Dean antes de darle un apretón que lo hizo jadear. Castiel abrió la boca para preguntar algo, pero el cazador lo hizo callar con un beso que logro hacerle olvidar todo lo que no había aprendido en las películas para adultos, que viera en los moteles en los que los hermanos estuvieran. — ¿alguna idea?—

—Solo una—respondió Castiel robándole el esta vez un beso que lo dejo sin aliento. Dean cerró los ojos inclinando la cabeza para darle mejor acceso a su boca al ángel. Cruzo los brazos tras su nuca rogando porque a Mary no se le ocurriese asomarse a la ventana.

Repentinamente Dean noto una brisa a su alrededor y cuando abrió los ojos se dio cuenta que el ángel los había transportado a una habitación, más específicamente a una de las habitaciones vacías del motel en donde estaban quedándose.

—Te estas tomando en serio eso de no separarnos de Mary ¿no?—

—No me apartare otra vez de mi hija…o de ti—susurro volviendo a acercar su boca a la suya.

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Adira maldijo en una lengua ya olvidada por tercera vez a los Winchester antes de volver a mirarse en el espejo. Su rostro ya no tenía tantas marcas como hacia unas horas pero aun así se veía como el de una muñeca rota. Podía tener el rostro de la pequeña Mary pero no era ella y eso la hacía enfadar muchísimo. En especial porque de haber tenido el cuerpo de la niña no estaría pasando por la humillación en la que ahora se encontraba.

Bien, había sobrevivido después de que el idiota del Winchester mayor le clavara una espada y también  sobrevivió al fuego pero casi desaparece cuando se dio cuenta que cada uno de sus planes se había estrellado con una barrera. Adira no era de las mujeres que entraran en pánico fácilmente y eso le ayudo cuando su mano se encontró con el cuerpo frio de la muñeca con la que Gabriel quisiera engañarla. Su cabeza, nublada por el dolor trabajo lo más rápido que pudo y a sabiendas que los ángeles llegarían en cualquier momento opto por huir, usando como recipiente el cuerpo de la muñeca.

Desde eso habían pasado varios días. Adira no los contaba pero saberse en manos de un sujeto al que no había visto en persona desde que este la rescatara, ayudándole a sobrevivir en el cuerpo de muñeca le hacía creer que eran meses.

Su cuerpo actual la mantenía con vida pero era demasiado frágil y requería un cuidado especial…uno que requería mucho trabajo. Y eso lo evidenciaba la gran cantidad de cuerpos a su alrededor. Los hermanos y sus parejas se habían encargado de eliminar a sus mascotas pero siempre podía hacer más. Usaba las almas de los niños para alimentarse y sus cuerpos vacíos eran perfectos para ser usados como sus sirvientes. Cuando consiguiera el cuerpo de Mary ya no los necesitaría para vivir.

Repentinamente el aire a su alrededor pareció limpiarse y Adira se levantó de la silla en la que se encontraba. Su escondite no tenía todavía los sellos anti ángeles y ni hablar de protección contra otros seres sobrenaturales. Sus sirvientes gruñeron al hombre que se materializo frente a ella.

—Tú debes ser Adira—era un ángel, la bruja busco una ruta de escape a su alrededor pero solo si tenía mucha suerte podría escapar. El sujeto le enseño una gran sonrisa y levanto sus manos para mostrarle que estaba desarmado—he venido para hacer un trato contigo. —

— ¿Quién eres? No soy tan tonta como para creer que has venido para tomar él te—Adira retrocedió y dejo que dos niños se pusieran delante de ella—los ángeles nunca me han traído buena suerte—

—Que coincidencia, a mí tampoco…en especial uno llamado Aziel ¿lo conoces, no?—

—Lo conozco, pero la pregunta aquí es ¿Por qué eso es importante?—respondió la bruja mirando a su alrededor. Se encontraban en un tupido bosque, en el que los humanos no se aventuraban a entrar, temerosos de las leyendas que se tejían en torno a él, en definitiva un lugar perfecto para una bruja como ella.

—Necesito tu ayuda para acabar con él, si me das una mano yo te ayudare a acabar con otro ángel que tú quieres—la sonrisa en el rostro del desconocido se ensancho al tiempo que le enseñaba su espada—puedo traerte a Castiel—

—Tienes mi atención, querido ¿Cómo dijiste que te llamabas?—rio la mujer sin abandonar la protección de sus mascotas.

—No lo dije, pero si quieres saberlo…yo soy Dariel—

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la bruja, mientras pensaba que el sujeto delante de ella era un completo idiota.

No necesitaba una recompensa por acabar con Aziel pero no desdeñaría la oportunidad de acabar con uno de los impedimentos en su camino para tomar el cuerpo de Mary.

Los buenos planes se construyen solos, pensó Adira y rio de buena gana. Segura de que su suerte estaba cambiando.

 

Notas finales:

Continuara...


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