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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni SPN o sus sensuales personajes me pertenecen y todo eso...bla bla bla

 

Mary cerró los ojos dejando que el viento acariciara su rostro. Los sonidos del bosque la tranquilizaban un poco, pero solo un poco. Extrañaba a su familia y le aterraba pensar en lo que sus padres le dirían por marcharse de esa manera. Le había hecho una promesa a su padre y la había roto, pensó suspirando.

Lentamente llevo su mano al collar que llevaba en el cuello, aquel que recibiera en su primer día de clases y el único objeto que podía mantener bajo control su inmensa fuerza. A veces había lastimado sin querer a su papá y a su tío Sam. No era algo que le gustara pero no podía dejar de hacerlo porque su fuerza igualaba a la de su padre. Ella no era humana. Su padre, Castiel, era un ángel y su otro padre un humano por lo que ella era un nephilim. Esa era una palabra difícil, pero por suerte su tío Sam le había explicado pacientemente todas las dudas sobre lo que ella era en verdad.

—Deberíamos seguir caminando o nunca vamos a llegar—dijo en voz alta Mary al tiempo que miraba a su alrededor tratando de hallar a Susan pero para su sorpresa se encontraba sola o por lo menos eso es lo que creía. — ¿Susan? ¡Vamos a salvar a tus papas!—

No hubo respuesta. Mary noto como los vellos de su cuello se erizaban y eso no era una buena señal, no una que recordara. Si su tío Sam se esforzó en la parte de los estudios, su papi Dean trato de entrenarla en el “negocio familiar” y que el vello de cualquier parte de tu cuerpo se erizara no podía significar nada bueno. Volvió a mirar a su alrededor pero no vio nada. Debía comprobar que estaba sola y tener un arma a mano para defenderse. Se inclinó sobre la mochila que continuaba abierta y busco en su interior el cuchillo que había tomado del armario de su abuelo. Bobby podía no ser su verdadero abuelo pero el hacía exactamente el mismo trabajo que decían los libros que deberían hacer los reales. Cogió el arma con la mano derecha y con la que le quedaba libre hizo a un lado la mochila. No quería tropezarse con ella.

— ¿Susan? Si eres tú, ven aquí—trato de decir con voz firme pero no pudo evitar temblar mientras se dirigía hacia los árboles que bordeaban el pequeño claro en el que se encontraba. A pesar de ser todavía de día la luz no alcanzaba a penetrar entre el follaje de los árboles y las zonas oscuras como aquella abundaban. Mary estaba asustada pero las palabras de Dean se volvieron a hacer oír en su cabeza: “nunca bajes la guardia, dispara primero y pregunta después, si se mueve vuelve a disparar” honestamente no le había entendido demasiado pero si sabía que no debía confiarse.

Lentamente recorrió los últimos pasos que la separaban del grupo de árboles semiocultos por la oscuridad y sonrió. Una pequeña silueta se hizo visible cerca del tronco, su rostro oculto por una rama que bajaba hasta el suelo. Estaba segura que debía tratarse de Susan, a veces a la otra niña no le gustaba materializarse en los lugares iluminados. Quizás porque era un fantasma o porque al hacerlo quedaba al descubierto su vestido ensangrentado.

—Vámonos, no te enojes conmigo… ¿Susan?—El viento que hacía remecerse las copas de los árboles se detuvo. El aire ya no olía a fresco, Mary tuvo que cubrirse la nariz con la mano para tratar de huir del aroma a podrido que en ese segundo se esparció a su alrededor. Olía a muerte y a cada segundo se volvía peor— ¿Qué es ese olor?—

Como si aquella pregunta hubiera sido el detonante la figura que se encontraba cerca del tronco del árbol salto hacia la niña. Parecía un cadáver al que le hubieran arrancado varios pedazos de carne. No vestía ningún tipo de ropa pero su cuerpo estaba cubierto por una sustancia de color rojo grisáceo. Le habían arrancado los ojos y las cuencas vacías supuraban un extraño y viscoso liquido negro. Tras los primeros segundos de terror que la dejaron inmóvil Mary logro moverse, en su cabeza la voz de su padre le ordenaba que corriera, que superara al miedo que se estaba apoderando de ella. La criatura se movió hacia ella y soltando por fin el grito que creciera en su garganta retrocedió corriendo en dirección al lugar en el que había dejado su mochila. Aunque para su mala suerte el monstruo no estaba solo y tres más de ellos salieron de entre la espesura del bosque, justo frente al lugar en el que comiera.

La sangre se detuvo en las venas de la niña al tiempo que contemplaba a las cuatro criaturas. Jamás en su vida había visto algo tan horrible como ellas. La oscuridad parecía rodearlas y filtrarse a través de las numerosas heridas de su cuerpo. No tenía idea de si eran niños, lo único que sabía que debía salir lo más rápido de allí. Pensó en hacer aparecer una de sus puertas, una que la llevara de regreso con su familia pero antes de siquiera crear su forma un grito llamo su atención. Lo más lenta y suavemente que pudo giro hacia la izquierda y vio a Susan. Aliviada de no estar sola esbozo una débil sonrisa que se esfumo al instante cuando uno de los monstruos grito. Un sonido desgarrador que a Mary le recordó el aullido de un perro.

— ¡Huye, Mary!—la voz de Susan se oyó cuando aquel horrible sonido se detuvo. — ¡ven ahora, tonta!—

Como si un hechizo se hubiera roto, Mary sintió como la fuerza volvía a ella. Estaba asustada pero sabía que podía confiar en su amiga. Dio un par de pasos hacia atrás y sin esperar a que alguna de las criaturas se lanzara sobre ella comenzó a correr. No podía regresar por sus cosas pero se sintió un poco mejor teniendo en su mano el cuchillo. Susan estaba a unos cuantos metros, al mirar por sobre su hombro se dio cuenta que los monstruos no se movían. Confundida por su actitud iba a detenerse cuando la primera criatura volvió a aullar y como si esa hubiera sido la señal los cuatro comenzaron a correr tras ella.

— ¡Susan, ayúdame!—grito sin dejar de correr en su dirección pero la otra niña ya no se encontraba en el mismo lugar sino mucho más adelante. Confundida, Mary siguió corriendo pero cada vez que estaba por alcanzar a Susan esta desaparecía para volver a aparecer metros más allá.

Tras ella, las cuatro criaturas seguían corriendo pero cuidaban que su velocidad no fuera superior a la de la niña. Las órdenes de su ama habían sido lo suficientemente claras sobre no atacarla. Debían perseguirla pero no atraparla, asustarla pero no herirla y lo más importante era llevarla hacia la cueva.

Susan sonrió al ver a Mary observar a las criaturas que se acercaban a ella. Disfrutaba su idea pero lo que más le gustaba era ver sufrir a esa niña. Quizás sería más feliz atormentando a sus padres pero mientras tanto se conformaría con eso. Estaba segura que sus padres llegarían por ella en cualquier momento y eso también formaba parte del plan, del suyo por supuesto. Conocía el plan de Eniel pero iba a hacerle un par de cambios porque de cumplirse el ángel caído iba a tener más poder que el de ella y eso era lago inadmisible. Adira deseaba convertirse en el ser más poderoso de todos y vengarse de todos aquellos que hubieran tenido algo que ver en su caída. Todos debían pagar pero lo primero era hacerse con el cuerpo de la niña que ahora trataba a duras penas de seguir huyendo luego devoraría a Eniel y gracias a su poder nadie podría rivalizar con ella.

— ¡Corre más rápido, podremos escondernos en esa cueva!—grito Adira tratando de verse preocupada para que la niña nefilim siguiera creyendo que ella era su amiga y no la bruja que iba a asesinar a sus padres y que pronto tomaría su cuerpo. Quedaba tan poco tiempo antes de que sus sueños se hicieran realidad. Aquel había sido un excelente plan. Ahora lo único que faltaba era llevar a la chiquilla con Eniel.

Tomaría venganza. Todos y cada uno pagarían.

 

Después de que Gabriel les hablara un poco sobre la vida y obra de Eniel, Dean supo porque se encontraba encerrado en un espejo. Lo que no pudo comprender fue porque en vez de destruirlo solo había sido encerrado. Era una de las tantas cosas que jamás comprendería, al aparecer Dios creía que sus hijos mejorarían metidos en una cárcel.

Dean y Sam habían abandonado la casa de Bobby hacia una media hora después de llenar la cajuela del impala de todo tipo de armas. Gabriel les dijo el lugar al que debían dirigirse antes de desaparecer junto a Castiel. Ahora conducían por una carretera casi desierta en dirección a un bosque del que habían oído hablar a muchos cazadores  pero que ellos jamás habían visitado.

Sam a su lado parecía nervioso. Observaba su mano izquierda casi sin parar con una expresión que le recordó demasiado a la de una mujer a la que le acaban de pedir matrimonio, algo totalmente improbable pues él era un hombre Winchester y ellos no eran dados a ese tipo de reacciones. Devolvió su vista al camino pero el repentino brillo que apareció a su lado llamo su atención y Dean descubrió algo que, honestamente, jamás espero ver en su vida. No por el hecho de que él no lo mereciera pero la vida de un cazador no permitía una vida normal. Ver el anillo dorado en el dedo anular de su hermano menor fue una gran sorpresa, no era tonto como para no darse cuenta quien le diera el anillo. No le hacía ilusión que Gabriel fuera a entrar en la familia, después de todo el también había estado dándole vueltas en su cabeza el darle un anillo a su propio ángel.

—Hay una gasolinera a un kilómetro—la voz de Sam lo aparto de sus pensamientos. Dean miro el indicador del impala y descubrió que no le quedaba mucho en el estanque. Si quería llegar al bosque debía detenerse en la gasolinera quisiera o no.

Siguió conduciendo en silencio, no sabía que decirle a su hermano. Parecía feliz aunque muy sorprendido, quizás fuera porque ninguno de ellos confiaba en tener una de esas familias de retrato. Los Winchester  no debían estar acostumbrados a ese tipo de cosas. Dean se preguntó a si mismo si John se había sentido de la misma manera que el alguna vez. Como un inútil por no poder proteger a una de las personas más importantes de todo su mundo.

Hizo girar el volante en dirección a la gasolinera apenas vio la salida. Se estaciono al lado de una de las bombas y después de que Sam bajara del auto para dirigirse hacia la tienda el también descendió del auto. Lleno el estanque del impala y después de eso su atención se enfocó en la guantera que se veía a través de la ventana abierta del asiento del copiloto. Camino hacia ella y extendió su mano para abrirla. Entre todas las cosas que allí se encontraban resaltaba un papel doblado con sumo cuidado. Dean lo tomo y lo saco, de la manera más delicada que pudo lo desdoblo hasta tener frente a él uno de los primeros dibujos que Mary hiciera. No quería romperlo y que Mary se enfadara con el cuándo regresara.

Cuando su pequeña hija volviera a su lado.

Dean noto como su visión se empañaba mientras contemplaba el dibujo, el primero que ella hiciera y que luego le regalara. En el aparecían Castiel y el, Mary entre ambos sujetándolos de la mano. Cerca de ellos se encontraba algo que le parecía la casa que el ángel hiciera aparecer frente al muelle. Aun no entendía como, pero Mary recordaba ese lugar y eso lo hacía feliz. No podía decir que su hija era una gran dibujante pero para él era perfecto. Suavemente toco el garabato que Mary insistió que era ella. A cada lado estaba uno de sus padres, ella había dibujado incluso las alas de Castiel. En cambio el sostenía algo que parecía ser un pie.

—Va a estar bien—murmuro una voz a su lado y sin necesidad de comprobarlo, Dean supo que se trataba de su ángel—lamento no poder llevarlos hasta ella pero hay interferencias—

—No hay problema, de todas maneras se me revuelve el estómago cada vez que haces ese truquito de desaparición—Dean intento sonreírle pero el gesto salió torcido. Castiel miro por sobre el hombro de Dean el dibujo que este sostenía y algo se removió en su interior. Su pecho dolía. La niña en el dibujo parecía muy feliz y el deseaba verla así siempre, feliz y junto a ellos. —es una artista ¿no? Cuando la traigamos de regreso y la castigue por fugarse tendrá mucho tiempo para mejorar su técnica—

—Dean…no podemos permitir que ella libere a Eniel—la sonrisa en el rostro de Dean desapareció al instante. Castiel odiaba eso, lo único que quería era que él y Mary siempre fueran felices. —debemos encontrarla—

—Lo haremos, ahora solo necesito que mi hermano regrese con algo para comer y que de preferencia tenga mucha carne—respondió Dean doblando el dibujo antes de guardarlo en el bolsillo interior de su chaqueta—patearemos el trasero de ese imbécil y enviaremos a esa perra al infierno—

—Sam está hablando con mi hermano en este momento y creo que es algo importante—Dean se apartó del auto y se giró para ver al ángel que lo observaba sin emoción—creo que Sam piensa que es el cumpleaños de Gabriel porque le está dando un regalo—

Tras recorrer el pasillo y darse por rendido, Sam se dirigió a la caja llevando un par de cervezas y un trozo de pie para su hermano. El tiempo le había enseñado que esa era una buena manera de subirle el ánimo. Después de perder a Mary toda la felicidad de su hermano mayor parecía haberse evaporado. Deseaba, no, necesitaba subirle el ánimo de alguna manera y esperaba que llevándole su postre favorito,  el ceño de su hermano se suavizaría.

En la caja, una chica con gesto aburrido se quedó mirándolo unos segundos antes de bostezar. Sam le sonrió y puso frente a ella las cosas que iba a comprar. Mientras aguardaba a que la mujer le diera el cambio los vio. Ubicados al lado de unas paletas de dulce se encontraba lo que estaba buscando. Rápidamente cogió uno y después de pagarlo salió de la tienda. En una mano llevaba la bolsa en la que se encontraba lo que había comprado y en la otra una bolsa más pequeña que era un pequeño regalo para alguien muy importante.

Cuidando que Dean no lo viera se alejó de la tienda hacia un lugar en el que se encontraban un par de camiones aparcados. Entre ambos existía espacio más que suficiente para un grupo de personas pero en ese momento, Sam deseaba privacidad. Miro a todos lados y cuando se hubo convencido así mismo que estaba solo se atrevió a llamar a su ángel. El inigualable ángel de la anunciación quien apenas oyó el llamado de su pareja humana apareció frente a él con una gran sonrisa grabada en el rostro.

—Esto es nuevo ¿Dónde está tu hermano?—pregunto sin borrar la sonrisa que iluminaba su rostro. Sam se veía nervioso y eso se le hacía demasiado tierno. Por muy preocupado que estuviera por el paradero de su única sobrina no podía evitar la felicidad que sentía cada vez que estaba junto al cazador—sabes que no podemos ponernos juguetones justo ahora—

—No es eso…Yo compre algo para ti y espero que te guste—susurro al tiempo que dejaba la bolsa con lo que había comprado para su hermano en el suelo y se acercaba a Gabriel que lo miraba expectante. No entendía porque se sentía tan nervioso pero lo estaba. Su novio era un ser importante, nada menos que un arcángel y pese a que este había sido quien le pidiera matrimonio primero no podía sacar de su cabeza que estaba haciendo algo indebido. Tomando aire, Sam saco de la bolsa un objeto que sostuvo con su mano frente a Gabriel, quien al verlo agrando un poco más su sonrisa— ¿quieres casarte conmigo, Gabe?—

Pregunto Sam sosteniendo firmemente el anillo de caramelo que había comprado en la tienda. Gabriel adoraba las cosas dulces, Sam lo sabía y por eso aquel anillo fue en lo primero que pensó cuando imagino pedirle matrimonio a su ángel.

— ¿Y? ¿Tanto te gusta dejarme en suspenso?—cuestiono al ver que el ángel no decía nada. Sam estaba comenzando a sentir el estrés apoderarse de él, bueno, hasta que oyó la risa de Gabriel quien, prácticamente, le arranco el anillo de la mano.

—Sammy, no entiendo como pero siempre logras darme exactamente lo que quiero—respondió Gabriel tratando de hacer encajar el pequeño anillo en su dedo—esta cosa es para niños flacuchos…no para ángeles fornidos como yo—farfullo antes de chasquear sus dedos y que el anillo de caramelo de color azul se encajara en su mano izquierda— ¡Lo ves! Como anillo al dedo—

Y Sam sonrió, sonrió feliz de saber que el ser que amaba deseaba pasar el resto de su vida con él. Algo que no sabía cuánto tiempo duraría.

Después de todo, los cazadores no suelen vivir demasiado.

Notas finales:

Continuara...


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