Oliver se despertó desorientado. Todo estaba en silencio, se encontraba encima de una cama, pestañeó un par de veces y se encontró a Alex junto a él.
-¿Estás bien?- Preguntó Alex en voz baja, puso su mano sobre el hombro de su amigo. Oliver asintió ligeramente.
-Me duele un poco la cabeza, ¿qué ha pasado?- Se incorporó en la cama con esfuerzo, aún se sentía algo mareado.
-Te has desmayado- Informó Alex, todavía preocupado- La enfermera ha dicho que seguramente es anemia. ¿Estás comiendo bien?- Oliver mantenía la mirada preocupada de su amigo, aunque parecía no escucharle.
-Yo… He recordado algo- Murmuró, acercándose más a Alex.
-¿Que ocurre?- Preguntó, cada vez estaba más preocupado por la actitud extraña del chico.
-Estaba en un barco- Susurró emocionado- Había muertos por todos lados y tu también estabas- Los ojos castaños brillaron de la emoción- Eras un prisionero, una persona importante- Alex suspiró cansado- Yo era el capitán de un barco pirata.
-Oliver, has tendió que soñarlo…- Comenzó a explicar apartando la mirada de Oliver.
-¡No!- Le interrumpió con demasiado emoción, agarró el brazo de Alex- No era un sueño, lo recordé justo antes de desmayarme, era demasiado real- Alex volvió a mirarle, cada vez más molesto, se deshizo de su agarre y se levantó.
-Oliver, si no quieres explicarme el por qué me has besado, solo tienes que decirlo, no hace falta que te inventes toda esa mierda- Oliver se sorprendió al escucharle, en realidad ya había olvidado eso- Tus padres llegaran pronto para recogerte, ya nos vemos mañana- Se despidió fríamente saliendo de la enfermería. Dejó a Oliver sin palabras, sentado en la cama sin saber siquiera que pensar.
Los padres de Oliver llegaron al poco tiempo, avisados por el tutor del chico. Hablaron un poco con la enfermera y se llevaron a Oliver a casa. Laura hizo esa noche hígado para cenar y obligó a su hijo a comerse dos platos enteros y a irse a dormir temprano.
Oliver llevaba más de media hora dando vueltas por la cama, sin poder dormir, su cabeza estaba hecha un lío, entre aquellos extraños recuerdos y el beso. Cuando se despertó lo había olvidado, es como si los recuerdos de él mismo como capitán de un barco pirata hubieran dejado en segundo lugar el beso con Alex.
En parte, su amigo tenía razón, al día siguiente tenía que hablar con él y explicarle todo lo que le pasa, incluido los sueños. Se obligó a pensar que Alex era un chico maduro y reflexivo, seguro que lo entendería y sería capaz de ayudarle, que no iba a pasar nada.
Luego estaba el otro problema, besarle le había gustado, más que besar a cualquier chica, ¿también tenía que decirle eso?
Oliver caminaba cabizbajo, seguramente Alex no estuviera esperándole donde siempre, seguiría enfadado con él y tendría que estar todo el día detrás suya para que le escuchara. Suspiró y alzó la mirada hacía la esquina donde siempre le esperaba, No estaba allí.
Se detuvo en el cruce y miró el camino que llevaba a casa de Alex, no sabía si esperar allí o si Alex ya había ido al instituto solo. Justo en el momento que decidió irse y encontrar a Alex en clases, vio su silueta cruzando la esquina.
También andaba cabizbajo y su mirada denotaba estrés.
-Pensé que te habías ido sin mi- Comentó en voz baja cuando Alex llegó a su lado, le respondió con una mirada reprobatoria.
-Claro que no…- Espetó mientras se ponían en camino.
-Alex, lo siento, ayer…- Oliver se quedó en silencio, había estado todo el camino repitiendo lo que tenía que decir, pero ahora que tenía a Alex junto a él, se le había olvidado.
-Yo también lo he visto- Murmuró- Anoche soñé con lo que dijiste, el barco lleno de muertos, tu siendo un capitán pirata…- Los ojos de Oliver se abrieron y se iluminaron al momento.
-¡Entonces es verdad! Todo eso pasó, ¡soy un pirata!- Oliver se veía increíblemente emocionado.
-Oli, espera, es posible que soñara eso por tu culpa…- Dijo Alex, intentando relajar al castaño. Oliver agarró el brazo de su amigo y se desvió del camino hacía el instituto- ¿A dónde vas?
-Vamos a hablar- Explicó llevándolo hacía algún lugar apartado, donde no pudieran verles faltando a clases- Me he vuelto a marear, tu me estás acompañando- Alex pensó en replicar, pero cedió. Algo extraño estaba pasando y no estaba seguro si era cosa de Oliver y era contagioso o si era verdad.
Se sentaron en el césped, entre los arboles de un parque a las afueras. Por suerte, el instituto al cual asistían estaba en los limites de la ciudad.
Oliver miraba expectante, esperando que Alex le contara su sueño.
-Fue más o menos como tu dijiste- Empezó a explicar- Estaba escondido y me encontraron, me llevaron ante ti y me encerraron. Nada más- Le molestaba la emoción con la que le miraba Oliver.
-¿Qué crees que puede significar?- Oliver ya estaba cavilando múltiples posibilidades.
-Que tu me contaste esa estupidez y yo soñé con ella- Respondió sin necesidad de pensarlo, provocando un mohín de decepción en Oliver.
-Vale, la próxima que sueñes algo, lo escribes, yo haré lo mismo y así sabremos si es verdad o no- Alex suspiró ante la idea de Oliver- Así ninguno de los dos sabe con que sueña el otro, ¿no?- No era la mejor de las ideas, pero también era la única forma de convencer a su amigo de la tontería que era eso. Terminó por asentir, dando su brazo a torcer
Se mantuvieron en silencio un poco más, cada uno atento a sus propios pensamientos.
-Siento lo de ayer- Murmuró Oliver sin mirar a su amigo.
-Está bien- Le quitó importancia con un ademán- ¿Me lo vas a explicar?- Trató de sonar suave y gentil, pero le estaba resultando difícil contener su temperamento.
-Yo…- Tenía la mente en blanco, no servía de nada todo lo que tenía pensado- Anna cree que estoy enamorado de ti- Murmuró, sintiendo la mirada fija de Alex.
-No lo entiendo- Confesó, animando al chico a continuar con su explicación.
-Bueno, ella no sabe que eres tu…- Oliver se quedó en silencio, rehuyendo la mirada de Alex.
-Oliver, por favor, se claro- Pidió demasiado firme, estaba empezando a enfadarse porque el castaño solo daba vueltas sin llegar a ninguna parte.
-Pues… Me gusta estar contigo, te aprecio y…- Su voz se fue apagando hasta quedarse otra vez en silencio, tomó aire intentando relajarse- Llevo algunas semanas soñando que nos acostamos- Dijo con un hilo de voz.
Alex observaba al muchacho frente a él, con la mirada en el suelo y el rostro tan rojo que podría comenzar a arder en cualquier momento.
-Creo que lo entiendo- Oliver se atrevió a mirarle con la expresión de un animalillo asustado.
-¿Crees que estoy enamorado de ti?- Preguntó directamente, Alex desvió la mirada, sin saber como responder a eso.
-Eso deberías saberlo tu- Oliver esbozó un mohín molesto.
Otro silencio incomodo se creó entre ellos. Alex intentaba asimilar toda esa información y Oliver no había sido capaz de poner nada en claro.
-¿Puedo besarte otra vez?- Preguntó Oliver en voz baja, Alex dio un respingo, miró sorprendido al castaño. Cerró los ojos y trató de pensar con velocidad.
-Está bien- Cedió finalmente, no demasiado convencido. Oliver se acercó algo más a él, tímidamente, mientras Alex empezó a escuchar sus propios latidos aumentando de velocidad. No estaba seguro de como actuar ante esa situación.
Cerró los ojos cuando tenía a Oliver justo frente a él, solo unos segundos antes de que sus labios se unieran en un beso casto e inocente. Se sintió tentado de abrir los labios y pasar a un nivel más, pero se contuvo hasta que Oliver decidiera romper el beso.
-Me gusta, pero…- Se quedó pensativo- No sé, besar siempre me ha gustado- Alex suspiró, de pronto molesto.
-Eso no hace falta jurarlo- Murmuró- ¿Has tomado ya una decisión?- Oliver miró fijamente a Alex, pensando profundamente, poniendo de los nervios a Alex.
-Me gustas- Confesó con seriedad, mirando fijamente los ojos oscuros de Alex- ¿Tu que opinas?- Preguntó.
Ahora le tocaba a Alex hablar de sus sentimientos, llevaba tanto tiempos guardándolos para sí que le resultaba especialmente difícil.
-Siempre me has gustado- Dijo con hilo de voz, nervioso- Para mi eres más importante que cualquier persona, no quiero que me uses como un experimento- Alex desvió la mirada, esos sentimientos habían estado ocultos desde hacía tanto tiempo que le resultaba raro estar hablándolo con Oliver.
-¿Por qué nunca me lo has dicho?- Acusó en voz baja, como si alguien pudiera estar escuchándolos. Alex soltó una risa sarcástica.
-¿Cuándo? ¿Mientras tenías la lengua dentro de la boca de alguna zorra?- Se arrepintió de sus palabras, normalmente era capaz de controlar su lengua, pero Oliver tenía la maravillosa capacidad de llevarle al límite.
-Lo siento- Se disculpó, aunque usó un tono demasiado molesto y sarcástico. Agarró las manos de Alex, éste le miró con curiosidad- De todas las personas del mundo, de la que nunca podría separarme sería de ti, también eres el más importante para mi- Alex fue a decir algo, pero Oliver le hizo callar con un gesto de su mano- Te quiero más que a nadie y no voy a separarme de ti- La razón y la cordura de Alex se hicieron trizas con solo unas pocas palabras de su amigo. Se sintió un estúpido por creer las palabras de ese chico impulsivo, infantil que no era capaz de mantener una relación más de dos semanas.
-Tu ganas- Cedió con un suspiro. De todas maneras nunca había sido capaz de negarle ningún capricho.
Oliver sonrió triunfante y besó de nuevo los labios de Alex, abrazándole. Alex respondió al beso y al abrazo, siempre había deseado algo como eso, pero su mente no dejaba de martillear. No era una buena idea, Oliver cambiaría de opinión en menos de un mes y él se quedaría sin mejor amigo. Era tan arriesgado…
Oliver acaba de salir de la ducha, con el pijama puesto, ya preparado para ir a dormir. Quizás los sueños húmedos le dejaran, ya había empezado una relación con Alex, su subconsciente debería estar tranquilo. Entró en su habitación encendiendo la luz, al cerrar la puerta, un fuerte dolor de cabeza le azotó, como si alguien le golpeara fuertemente. Se dejó caer apoyado en la pared, hasta llegar al suelo, sujetándose la cabeza que no dejaba de dolerle. Comenzó a sentir nauseas, pero el dolor pasaba, su mente se despejaba y con ello, imágenes que no recordaba haber visto, otra vez un barco, otra vez Alex, le olor del mar le inundó y empezó a sentirse mejor.
Se levantó con las manos temblorosas a buscar un cuaderno, tenía que escribirlo antes de que se le pudiera olvidar.