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~~Believe~~ por K Nina

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Notas del capitulo:

Ya estoy de vuelta, prontito como prometí ^^

Gracias a los que leéis y sobretodo a los que comentáis, me ayuda a saber si lo estoy haciendo como quiero que salga y vuestra opinión, que es lo que más me importa.

Este capítulo es prácticamente igual de largo del otro, rocuraré hacerlos así, ya que, como ya he dicho, no quiero alargarlo mucho. Lo que sí adelanto ya (básciamente porque ya lo he decidido) es que habrá un epílogo, no se si corto o largo, eso ya se verá cuando lleguemos al final.

Sin más os dejo con el capítulo, espero que os guste ^^

Y como había predicho, no pudo dormir el resto de la noche, incluso cuando acababa de llegar a la torre, todavía sonriendo, Pepper le preguntó a qué se debía su alegría, y Tony solo contestó: “Sorpresa”.

La noche se le había hecho más larga que de costumbre, hasta había perdido la cuenta de cuantas veces se había cambiado de lado en la cama. Pero le daba igual, la espera valía la pena si conseguía lo que quería.

Entonces llegó la mañana, término relativo que variaba de significado para Tony según la noche que hubiera pasado. Si la noche anterior venía de fiesta y pasado  de copas, las doce del mediodía se le pintaba como la madrugada. Pero si por el contrario había estado la noche despierto esperando a que saliera el sol por algún motivo, las siete de la mañana se le hacían hasta tarde.

Y sin pensarlo dos veces, cogió el móvil y llamó a cierto rubio.

- ¿Diga…?- respondió una voz somnolienta.

- Capi, ya es mañana- dijo sin poder evitar el entusiasmo en su voz. Desde el otro lado de la línea pudo escuchar una exhalación irritada.

- Tony… son las siete de la mañana y no he pasado muy buena noche que digamos

- ¿Otra vez dándole vueltas a lo que a cambio te exige pedir ayuda terapéutica?- reprimió una risa la cual no pasó desapercibida por los agudos oídos del rubio.

- Por si no lo sabías Stark, hay más personas además de ti en el mundo

- Por supuesto que lo sé. Como también sé que ninguna de ellas es como yo- sonrió, y Steve sabía que lo estaba haciendo sin necesidad de verle.

- ¿Y bien? ¿Me has despertado por algún motivo en especial o solo por el placer de molestar?

- Digamos que un poco de las dos

Steve exhaló de nuevo.

- Adiós Stark- e hizo el gesto de querer colgar, pero antes de que pudiera realizarlo, el otro continuó con rapidez.

- Espera Capi, es una broma, solo escúchame durante un minuto más- y el suspiro que escuchó por el teléfono le indicó que lo haría.- ¿Has desayunado? No ¿verdad?- continuó antes de que el otro pudiera responder.- Pues bájate a mi piso, voy a pedir que me traigan lo que quieras

- ¿Algún día estrenarás tu concina?- preguntó con sorna.

- Sí, algún día, el cual no es hoy. Venga, vístete y baja. Tienes dos minutos- dijo, y antes de que el otro pudiera decir nada más, colgó.

Se vistió con rapidez con un atuendo casual y encargó por teléfono algo para llevar.

Habían pasado un par de minutos cuando Jarvis le anunció que Rogers estaba bajando en el ascensor, e impaciente como estaba, se colocó junto a las puertas y recibió al rubio, quien le miraba en un gesto un tanto irritado.

- Por fin, si que te haces esperar, Capi

- Han pasado dos minutos, como habías dicho- dijo entrando a la estancia.

- Bueno, hablemos de lo importante. ¿Cómo empezamos? ¿Debería llevarla a cenar? ¿A  bailar? ¿Al cine?-se sentó rápidamente en el sofá y bajo la atenta mirada del rubio, palmeó un lado del sofá, y éste con un suspiro se sentó en el lado indicado.- ¿Y bien? ¿Con qué debería comenzar?

- Sigo pensando que esto no es una buena idea. Yo no soy el más indicado para darte esta clase de consejos. Además, Pepper está saliendo con otra persona. Deberías respetar eso- argumentó, pero la mirada que Tony le dirigía le decía que le importaba tres cuernos con quien estuviera saliendo Pepper, por lo que dejó salir una exhalación forzada.- No voy a conseguir hacerte cambiar de idea ¿verdad?

- Ni siquiera sé por qué te molestas en intentarlo

Tras otro par de minutos hablando, aunque era más bien Tony quien hablaba, pues Steve lo miraba y escuchaba con atención pero no participaba en la conversación, solamente cuando el otro le hacía una pregunta concreta, entonces respondía lo más simple posible y el otro comenzaba a hablar otra vez.

La comida llegó y Steve, al verla, lo primero que hizo fue echarle la bronca por la absurda cantidad que había pedido y el dinero que se habría gastado en ello, y segundo le volvió a sermonear porque no había pedido nada concreto. Ahí había desde comida china hasta comida que no sabía ni que existía. En resumen, nada que pudiera entrar en la categoría de un desayuno normal y corriente. Por lo que él mismo se vio obligado a hacer tostadas y zumo de naranja, para él mismo, claro está. Para Tony hizo café, solo y cargado, como a él le gustaba.

Así es como comenzó el desayuno, y entre tanto siguieron hablando de lo mismo, mientras Steve se decía a sí mismo que acabaría con dolor de cabeza. Pero no podía hacer otra cosa. Había tratado de convencer al castaño un par de veces más de lo absurdo que era su “plan”, pero conocía demasiado bien ya al millonario para saber que cuando se enfocaba en algo, podía llegar a ser tan obstinado que ni otra invasión alienígena conseguiría que se olvidara de ello.

Y así pasó gran parte de la mañana y Steve volvió a su piso, dejando a Tony con varias ideas en mente.

No se lo esperó, pero al final había resultado que el anticuado Capitán le estaba siendo de ayuda. Durante sus conversaciones parecía algo ausente, como si no estuviera allí realmente, o en ocasiones se perdía en el hilo de la conversación, pero en cuanto le llamaba la atención el otro lo recuperaba fácilmente, por lo que lo atribuyó a la falta de sueño.

Tony hizo una nota mental. No esperar pleno funcionamiento de un Capitán somnoliento.

Tras las ideas implantadas en su cabeza y las sugerencias del rubio, había decidido comenzar con una cena íntima en un restaurante. Lo único que le fastidiaba era que no podía ser esa noche, tendría que ser al día siguiente puesto que Pepper tenía hoy su “cita” con el doctor. Perdón, pediatra. Malditos niños…

En fin, se pasó la tarde buscando el mejor restaurante que pudiera encontrar, ya que si el inglés le llevaba a la inauguración de un nuevo restaurante, él tenía que apuntar más alto. Mucho más alto.

- ¿Diga…?

- Capi, despierta. Se me ha ocurrido una idea

Una pausa se hizo presente mientras escuchaba un ruido en el otro lado de la línea.

- Por Dios, Tony… son las dos y media de la mañana. Déjame dormir aunque sea unas horas seguidas… ya me contarás por la mañana

- Espe…- pero ya le había colgado.- Maldito Capitán… pero si has dormido 70 años seguidos. Por un par de días que no lo hagas no te vas a morir- refunfuñó, y decidido subió al ascensor y picó el piso del rubio.

Cuando las puertas se abrieron, salió del ascensor y avanzó por la amplia sala. Era la primera vez que subía, y a pesar de la oscuridad que se apreciaba por el lugar, pudo percibir que era bastante semejante al suyo. Se adentró en el pasillo y buscó la habitación del rubio, y cuando la encontró, sonrió y avanzó al interior. Viendo la figura que se podía apreciar bajo la colcha, alargó la mano desde su posición frente a la puerta y encendió las luces de la habitación. De inmediato el otro comenzó a removerse y a taparse el rostro con el brazo desnudo.

- ¿Pero qué…?- terminó la frase con un bufido irritado al ver la figura del castaño frente a su cama, y seguido se tapó por completo con la colcha, ocultando también la cabeza  para detener el fogonazo de luz directo a sus ojos.- Stark, lárgate y déjame dormir

- Venga Cap- dijo avanzando hacia el rubio, pasando a sentarse a su lado sobre la cama.- Solo serán un par de minutos lo que me lleve explicarte mi idea

- Pues entonces será fácil de memorizar, así que mañana me lo cuentas. Ahora largo

Tony hizo un puchero enfadado. Si el rubio no pensaba escucharle, él haría que le escuchara.

Salió de la habitación en silencio, y pensando que ya había pasado el peligro, Steve se descubrió la cabeza y volvió a cerrar los ojos, tratando de recuperar el sueño que tanto le había costado conseguir.

Pero entonces un ruido estridente y penetrante se metió en sus oídos y resonó en su cabeza como uno de los martillazos de Thor, por lo que reaccionó tapándose los oídos con ambas manos y sentándose de golpe sobre la cama, logrando ver de nuevo al castaño pero ésta vez con una olla y un cucharón de metal sobre las manos.

- ¡Stark! ¡¿Es que te has vuelto loco?!

- ¿En tu cerrada educación no te han enseñado que es de mala educación ignorar a alguien que te está hablando?

- ¿Y lo dice el que ha invadido una casa ajena en plena madrugada?- rebatió.

- Touché- sonrió.- Aun así ¿qué te cuesta? Solo serán cinco minutos- dijo avanzando de nuevo hacia él, depositando los objetos que traía en sus manos en uno de los sillones de la habitación.

- ¿No eran dos?- dijo en tono irritado, levantándose de la cama en dirección a su baño.

Tony lo observó desde su posición junto a la ventana, viendo la amplia espalda desnuda contraerse con cada paso y cada movimiento del cuerpo. Era la primera vez que le veía con tan poca ropa, apenas unos bóxers blancos ocultando su intimidad, lo demás estaba a exposición para quien mirara, y en este caso solo era él.

Vio al rubio inclinarse hacia el lavamanos, mojando su rostro con el agua que recogía entre sus manos. Cada músculo se definía con perfección bajo esa fina capa de piel, los brazos, la espalda, las piernas, el trabajado torso que no podía sobrarle ni un gramo de grasa, la marcada uve bajo su ombligo, y…

Oh por Dios. Apartó la mirada de inmediato cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. ¿En qué estaba pensando? ¿Tan necesitado estaba de sexo que se quedaba mirando el paquete de otro tío? Tenía que solucionar ese problema cuanto antes.

Steve salió del baño y se sentó en el borde de la cama.

- Bueno… a qué esperas para contarme lo que se te ha ocurrido

- Cierto- se sentó rápidamente junto a él, dejando una distancia prudencial para que no se le hiciera incómodo.- Pues lo que había pensado es en llevarla a cenar, pero como ya te he contado esta mañana, hoy no podía ser porque salía con el tal John—

- ¿No era James?- interrumpió.

- Eso he dicho- dijo con los ojos entrecerrados sin dar objeción a ninguna palabra más sobre el tema.- Lo que decía, como hoy ha salido con ése, tendré que esperar hasta mañana, y he estado pensando…- se detuvo de pronto al verse tan observado por el rubio. Seguía sentado a su lado pero su cuerpo estaba girado hacia él para que no tuviera que doblar demasiado el cuello, y por consecuente, su expuesto cuerpo volvía a llamar su atención.- ¿Podrías ponerte algo encima? Es incómodo hablar de mujeres estando en un cuarto con un hombre prácticamente desnudo- reprochó de nuevo con los párpados semicerrados.- Es algo… siniestro, y raro

- Ah, sí. Perdona- dijo con una sonrisa de disculpa mientras se levantaba hacia el armario.- Es la costumbre

Tony suspiró en parte de alivio, y una vez el otro volvió a su posición, ésta vez vestido, la conversación prosiguió desde el punto en que lo había dejado, y le explicó al rubio su brillante plan.

- ¿Es en serio?- pronunció con una ceja alzada.

- ¿Es que no te gusta la idea? A mí me parece muy romántica…

Steve se masajeó el puente de la nariz, hastiado y suspirando frustradamente.

Tony lo observó en silencio, no entendiendo su reacción.

- Oye anciano, exactamente qué parte de mi genial idea no te gusta, explícamelo. Porque yo lo encuentro todo perfecto

Steve reprimió un gruñido y a cambio solo salió una exhalación fuerte. Abrió los ojos que había mantenido cerrados en un intento de contener los reclamos que pensaba hacerle al castaño, pero finalmente dejó ceder a una pequeña parte de esas ganas que tenía de reprenderlo.

- Tony…- empezó despacio, procurando no descontrolarse desde el comienzo.- Cuando una persona quiere tener un momento romántico y personal con otra, se le lleva a un restaurante que proporcione un ambiente íntimo, a ser posible cerca de donde vive para que no se le haga pesada la noche. Y más si al día siguiente tiene cosas que hacer

- ¿Y?- dijo con indiferencia y el rostro impasible.

El ceño del rubio se frunció ligeramente por la tensión contenida, sus ojos se entrecerraron y una vena junto a su sien latió pulsante.

- ¿Cómo que “Y”? ¿Es que no me has escuchado cuando estaba hablando? ¡París no está a la vuelta de la esquina!

- Bueno, tampoco es que esté aquí al lado, pero no es nada que un jet privado no pueda arreglar- defendió con una sonrisa satisfecha y altiva.

Steve reprimió un gemido de frustración.

- ¡Estamos hablando de la otra punta del mundo! ¡No de una paseo nocturno!

- Tranqui anciano, que te va a dar un ataque. ¿Quieres un whiskey? Yo creo que te iría muy bien- dijo levantándose de la cama. Steve se masajeó las sienes intentando controlarse, normalizando su respiración con ondas inspiraciones y exhalaciones e intentando encontrar algo de tranquilidad en la oscuridad bajo sus párpados.

- No, no quiero nada- respondió duramente.- Bueno sí, quiero que salgas de mi piso y me dejes dormir tranquilo. ¿Sería posible eso?

- Entonces la idea de cenar en la torre Eiffel no te ha gustado mucho ¿no?- siguió con lo suyo ignorando al otro por completo, hasta que se vio sorprendido por las grandes manos del soldado, las cuales se colocaron tras sus hombros y comenzaron a empujarlo hacia el exterior de la habitación.

Le miró a los ojos en cuanto el otro dejó de moverlo, y no tuvo ni que volver a formularle la pregunta, la mirada irritada que le dirigía era más que suficiente, y tras eso le cerró la puerta en las narices.

¿Pero qué parte de una cena íntima en París no le parecía romántico?

Entonces recordó su nota mental: No esperar pleno funcionamiento de un Capitán somnoliento.

Por supuesto que su plan era perfecto, por Dios. Cualquier mujer se derretiría con semejante proposición.

Y con ese pensamiento en su cabeza, volvió a su piso.

*****

- Tony... ¡Tony!

- ¡¿Eh?! ¿Qué pasa?- soltó abriendo los ojos de golpe, entonces se retorció por el dolor agudo que sintió en toda la extensión de la espalda cuando trató de enderezarse.

- Pasa que has vuelto a quedarte dormido en el taller- le recriminó la pelirroja.- ¿Cuántas veces te he dicho ya que no trabajes hasta el cansancio? Habíamos quedado que nada de trabajo durante la madrugada

- Ya... es que tenía un proyecto en la cabeza que no paraba de darme vueltas- mintió, cogiendo la taza de café que Babas le traía para darle un sorbo.

Lo cierto era que no tenía nada pendiente por hacer. Por primera vez, su estadía nocturna en el taller no tenía nada que ver con proyectos nuevos o trabajos a medio terminar. Simplemente había buscado una forma de distraerse, de hacer que el tiempo no pasara tan lento ante su atenta e impaciente mirada. Pero, claro está. No iba a decirle a la pelirroja que había estado toda la noche esperándola.

- ¿A qué hora llegaste? No te oí llegar

- A las cinco

 -Y... qué estabais haciendo exactamente

Qué idiota. No quería preguntar eso. Ahora parecería desesperado, cosa que no quería dejar notar. Menudo idiota.

Solamente era la frase que estaba pasando por su cabeza, y sin querer la había dicho en voz alta. Pero en realidad no quería formularla, porque temía demasiado la respuesta.

Tomó un sorbo largo de café para espantar los nervios. O el sueño. Ya no sabía ni donde comenzaba uno y terminaba el otro.

- Resulta que al ser la inauguración, después de la cena tenían preparado un espectáculo- explicó con una sonrisa, la cual fue observada atentamente por los ojos chocolate, que aunque estaban llenos de celos y rencor, la otra no parecía darse cuenta.- La verdad es que fue muy divertido

- Me alegro por vosotros- y su sonrisa fue tan falsa como sus propias palabras, pero debía de ser muy buen actor, porque tampoco se dio cuenta esta vez.

Se levantó del pequeño taburete, y dejando la taza de café sobre la mesa, salió del taller tratando de reprimir la rabia que sentía por dentro. Su instinto le decía que se marchara lo antes posible, que no permaneciera en el mismo lugar que la pelirroja, porque el dolor que sentía provocado por la felicidad que ella expresaba, cuyo origen de dicha felicidad era otro hombre y no él, le era tan difícil de ocultar bajo los comprensivos ojos claros que tanto adoraba, que se sentía partirse por dentro. Y no quería que ella le viera así. Débil, vulnerable. No. Eso nunca.

Debía permanecer con la cabeza fría y no hacer ninguna tontería que pudiera echar a perderlo todo. Tenía que enfocarse en su plan por reconquistarla.

Sabiendo que la pelirroja le seguía a no mucha distancia, ralentizó un poco su paso mientras subía las escaleras hacia el piso superior.

- Por cierto ¿qué te parece si esta noche vamos a algún sitio?

- ¿Esta noche? Pero si tenemos una cena con los accionistas de—

- Ha sido aplazada, por lo que tenemos la noche libre. ¿Quieres que nos vayamos a cenar por nuestra cuenta?

Pepper parpadeó rápido ante tanta información recibida de golpe, mientras confusa, trataba de ordenar sus ideas.

- Espera, frena un poco. ¿Por qué ha sido aplazada?

- ¿Y por qué me preguntas a mi? Son ellos los que la han aplazado, no yo. Pregúntales a ellos- aunque por supuesto él tenía algo que ver, o más bien bastante,   porque esta cena era más importante que la otra.- Será para dentro de pocos días, pero aun no se ha ultimado la fecha. Así que, vamos a cenar- dijo con una sonrisa mientras entraba en su habitación.

- ¿Y a donde quieres ir?

- Ya lo verás esta noche cuando lleguemos

Pepper observó con los parpados semicerrados la sonrisa creciente del castaño, que por alguna razón no le daba buena espina.

- Por favor Tony, dime que no has hecho ninguna de tus locuras

- ¿De qué locuras hablas? Solo es una cena- y eso es lo que se llevaba repitiendo desde la noche anterior, que solo era una cena, y además con Pepper, a la cual conocía desde hacía muchos años y con la que había compartido infinidad de comidas. No había razón alguna para ponerse nervioso. Pero aun así lo estaba. No por la cena o por su compañía, sino por lo importante que era que todo saliera bien, por lo que significaba todo eso para él.

- ¿Y entonces? ¿Te animas?- dijo con su cara más inocente. Y Pepper sonrió y finalmente dejó salir una pequeña risa.

-Está bien. A qué hora

- A las ocho y media 

- Sabes que esta tarde había quedado con Natasha ¿verdad? Por favor, dime que estabas escuchando cuando te lo dije

- Si, lo sé. Esperaré a que hayas terminado y pasaré a recogerte

- Seguramente no hará falta. Creo que ya estaré aquí para entonces, pero estaré en el piso de Natasha, y ya de paso me arreglaré allí. Así que nos vemos a las ocho y media en la puerta principal- dijo saliendo de la habitación.

 -Muy bien. Y no te retrases- le dijo en voz alta para que pudiera escucharlo. Y ella respondió de inmediato. Debía estar ya en el piso de abajo, porque su voz se escuchó lejana.

- Eso debería decírtelo yo

Sonrió, en parte feliz porque la primera fase estuviera ya en marcha. Lo principal era la cena, lo que pasara más adelante ya lo iría viendo durante la marcha, por lo que la cosa iba bien, al menos por ahora.

*****

Steve se encontraba tumbado en su cama, sobre las sábanas bien extendidas que había hecho  a las siete de la mañana. Otra vez había pasado una mala noche, apenas había pegado ojo, y ya se le estaba haciendo costumbre.

Miró el reloj en su muñeca, algo ostentoso para su gusto, pero había sido un regalo, por lo que si lo llegaba era por eso. Las manecillas marcaban las siete y media pasadas de la tarde.

¿Tan rápido? Últimamente el tiempo parecía jugar con su razón. Durante ciertos momentos, se le hacía tan lentamente angustiante que se agobiaba, y buscaba cualquier cosa para distraerse. Y de repente pasaban horas volando como si nada, como si se hubiera saltado una escena en una película.

Ahora prácticamente era de noche casi.

¿De noche? Sus ojos se desviaron a la ventana. El sol apenas se veía por el horizonte, solo una fina línea horizontal de tonos rojos y naranjas era lo que quedaba de su paso.

Se estaba haciendo de noche, se dijo. Y hoy era la noche de Tony, la que pasaría con Pepper.

Por un momento lo había olvidado.

¿Habría salido ya? ¿O estaría a punto de salir? Y qué haría al final, porque no lo tenía muy claro.

Una vibración le devolvió al presente. En su mesilla de noche, su móvil temblaba, encendiéndose y apagándose la pantalla. Lo cogió enseguida y miró el nombre.

- ¿Tony?- dijo confuso. ¿Por qué le llamaría a esta hora? ¿No se supone que tenía que estar con Pepper cenando?

- ¡Rogers! Ven corriendo a mi piso, necesito tu ayuda. ¡Ha pasado algo terrible!

Sin esperar a que dijera una palabra más, Steve soltó el móvil y salió corriendo hacia el ascensor con la piel en carne viva, imaginando lo peor. Tal vez se había hecho daño, o le había pasado algo grave a alguno de sus amigos. No quería ni dejar espacio a ninguna de esas posibilidades, por ello intentó no seguir dándole vueltas, pero el miedo en sus venas reavivaba  cada pensamiento una y otra vez. Sus peores temores estaban siendo acorralados ante la situación, y su calma y compostura siendo puestos aprueba.

 En cuanto las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Tony, salió disparado hacia el interior, mirando por todos lados, pero el salón parecía tranquilo. ¿Tal vez era en el piso superior?

- ¡Jarvis!

- Dígame, señor Rogers

- Dónde está Tony- preguntó con urgencia.

- Se encuentra en su habitación, señor

Reaccionó de inmediato y comenzó a subir las escalera de tres en tres, directo hacia la habitación del castaño, y en cuanto la visualizó, giró la manilla y la abrió de un movimiento brusco.

- ¡Tony!- la habitación estaba tranquila, no había nadie y todo parecía estar en su sitio. La cama estaba hecha, y no se escuchaba nada más aparte de su respiración acelerada, ni tampoco había rastro del millonario. Y eso era lo que más le preocupaba.

- Jarvis ¿no habías dicho que estaba aquí?

- Y lo está, señor

Entonces la puerta del baño privado que se encontraba al final de la habitación, se abrió lentamente, y la cabeza del castaño se asomó desde su lugar.

- Vaya, sí que has llegado rápido

- Tony ¿qué--?

- ¿Te puedes creer que por primera vez en mi vida no sé qué ponerme?- dijo sin terminar de creérselo.

- Tony…- comenzó, cerrando la mandíbula y los puños con fuerza.- Por favor dime que no me has llamado de esa forma porque no sabes qué ropa ponerte…

- Es realmente un problema, y uno muy grave

- Por Dios…- se llevó una mano a la cabeza, y su cuerpo por sí mismo se dejó caer sobre la pared junto a él, pegando la espalda en el proceso, sintiéndose como si de repente se le hubiera escapado toda la fuerza del cuerpo. Mierda, hasta podía sentir sus piernas temblando.- Algún día acabarás matándome…

No pareció escucharle, porque no dijo nada. Ni reproches, ni bromas, ni frases de doble sentido.

Un suspiro profundo se escapó de sus labios.

Vaya maneras de pedirle a alguien que venga a su casa. Tenía que ser estilo Stark ¿no?

O todo o nada, o extremo o nulo.

Y cuando eso pasaba, Steve pensaba: ¿Lo mato o no lo mato?

Y mientras tanto lo maldecía internamente mientras se decantaba por una de las dos opciones.

Pasados un par de minutos, y viendo que el otro aun no salía del baño, decidió sentarse en el borde de la cama de sábanas plateadas. Todavía tenía un nudo en el pecho por culpa de la angustia que había sentido, y también por el miedo que no quería dejar ver.

Al poco tiempo, cuando Steve ya prácticamente había conseguido calmarse, Tony salió del baño con total tranquilidad, y el rubio no pudo evitar fijarse en que el otro estaba solamente con una toalla rodeando su cintura, nada más. Su piel brillaba de la humedad que aun permanecía sobre ella, y unas cuantas gotas se desprendían de los cabellos que caían sobre su nuca.

Tony atravesó la habitación como si el otro ni siquiera estuviera allí, plantándose frente al armario y abriéndolo para mirar una vez más los trajes que estaban bien colgados sobre las perchas.

- Necesito que me ayudes a escoger un conjunto. Yo no termino de decidirme por ninguno

Desde su posición, Steve solo podía ver la retaguardia del castaño, la espalda desnuda, las delgadas pero firmes piernas, y la toalla. El pequeño trozo de tela blanco que no ayudaba mucho, porque a ver, sí, tapaba, pero no conseguía disimular las curvas. Ni de lejos podía hacerlo.

Steve se obligó a mirar a otro lado, completamente incómodo por encontrarse en semejante situación, deseando levantarse para salir de esa habitación.

Estaba teniendo una lucha interna consigo mismo, porque se le hacía tan difícil no girarse, que se odiaba a sí mismo. No podía ni arriesgarse ni permitir que el otro le pillara observándole de esa manera. Sabía que no dejaría de reprochárselo a sí mismo si eso llegara a suceder.

- Hey, Rogers- alzó la voz esta vez, y fue entonces cuando el otro reaccionó.

- Q-qué

Tony le miró atentamente, intentando leerle los pensamientos, o al menos tratar de saber lo que mantenía al otro siempre tan despistado. Entonces los ojos azules se fijaron por fin en los suyos, y tras un titubeo por su parte, sus ojos volvieron a desplazar su atención a otro sitio.

Odiaba cuando le hacían eso. Si él hablaba con alguien le gustaba que le prestaran atención, que le miraran a los ojos cuando decía algo. Eso era lo más normal de hacer, lo que se había hecho siempre (excluyendo en parte la época actual, porque con tanto móvil y tanta tecnología…), pensó. Pero el soldado ni siquiera fingía sentir interés. ¿No se suponía que su educación había sido más estricta? Pues últimamente comenzaba a ponerlo en duda.

- ¿Cuál de éstos te gusta más?- Tony le fue enseñando los diferentes trajes que tenía, cada uno de un color distinto, y a veces también el diseño. Steve los miró bien, y aunque parecía pensativo, no tardó mucho en escoger. La tela del traje era de un color azul marino brillante, como si fuera de sea, la camisa era blanca y la corbata de un azul celeste.

Tony estuvo de acuerdo, y tampoco iba a discutir porque ya había pasado bastante rato tratando de elegir uno de ellos. Y ese ya le parecía bien.

Tras esto, Steve se fue al baño, y él comenzó a vestirse. Eran casi las ocho, si se entretenía demasiado acabaría llegando tarde. Y no podía permitirse ese lujo. No hoy.

Cuando Steve salió, Tony ya estaba prácticamente vestido. Solo le quedaba la corbata. Estaba frente al espejo de cuerpo completo, haciendo el nudo de la corbata mientras de vez en cuando miraba al soldado desde el reflejo frente a él.

- Por cierto, tú qué harás esta noche. ¿No has quedado con nadie para hacer algo?

- ¿Con quién iba a quedar?

- No lo sé. ¿No has conocido a nadie en todo este tiempo? ¿Una chica, por ejemplo?- le dijo con una sonrisa pícara.

Steve formó una media sonrisa.

- Si, supongo que algo así…

Tony detuvo el nudo que estaba haciendo y miró de nuevo hacia el espejo a la figura del rubio, quien se encontraba de nuevo sentado en el borde de la cama, mirando a ninguna parte.

- ¿Supones?- dijo alzando una ceja.- O se conoce o no se conoce, no se puede suponer. ¿En qué quedamos?

Y aun desde la distancia entre ellos dos, Tony pudo escuchar un leve suspiro.

- Conocí a una mujer durante una de tus fiestas. Coincidimos por casualidad, ella chocó conmigo y me reconoció. Entonces comenzamos a hablar y vimos que congeniábamos bastante bien, quiero decir, en muchos aspectos compartíamos la misma opinión, y nuestra forma de ver la vida era bastante similar a pesar de que no somos de la misma época

- ¿Cómo se llama?- y siguió haciendo la corbata por donde la había dejado sin dejar de prestar atención a lo que decía el otro.

- Megan Baxter

- ¿La periodista?- dijo sin ocultar su sorpresa.

Steve asintió en silencio con un movimiento de cabeza, pero seguía sin mirarle.

- ¿Y qué pasó?

El rubio exhaló bajo la mirada chocolate, cuyos ojos no perdían detalle de las reacciones del otro.

- No salió bien…

- Pero qué—

- Stark. No insistas- dijo firme y algo brusco.- No me apetece hablar de eso…

Y si no insistió ni hizo ninguna broma al respecto fue porque en los huidizos ojos azules pudo ver el mismo dolor que veía cuando se miraba a sí mismo en el espejo. Él también estaba pasando por lo mismo que él.

- Ah, mierda- exclamó, volviendo su atención a la corbata.

- Qué ocurre

- Esta mierda de corbata… se me dan muy mal- de pronto se giró hacia el rubio y le miró serio a los ojos.- Si se lo cuentas a alguien te mataré

Steve dejó salir una pequeña risa, y terminó levantándose con una sonrisa en el rostro mientras se acercaba a él.

Bueno, al menos había conseguido que el otro sonriera.

Pero ¿y qué más le daba a él? Le daba igual como estuviera. Completamente.

- Déjame a mí. En tecnología puede que no te pueda ayudar, pero en estas cosas soy yo el que tiene ventaja- y seguido alargó las manos para coger entre ellas la corbata, y comenzó a deshacer el laberinto que había creado el castaño.

Tony permaneció en silencio mientras tanto, observando los ojos celestes que apenas pestañeaban mientras hacía su corbata, y sus manos grandes se movían ágiles a la hora de maniobrar con el trozo de tela.

Era la primera vez que le miraba de tan cerca sin que hubiera una disputa entre ellos ni insultos saliendo de sus bocas. Y solo ahora pudo ver la serenidad del rostro contrario, y lo claros que eran sus ojos, lo semejantes que eran al color del firmamento.

¿Siempre habían sido así?

Entonces Tony despertó del trance en el que se había sumergido. Steve ya había acabado de hacer la corbata hacía unos instantes, y ahora yacía perfecta sobre su pecho.

Otra vez le había pasado. De nuevo se había quedado mirándole fijamente sin razón alguna.

Ya esperaba algún reclamo por parte del otro o una de sus sarcásticas frases que solo empleaba con él en ciertos momentos de perplejidad.

Pero no llegó nada. Alzó la vista y fue entonces que se dio cuenta. No era el único que se había quedado embobado sin decir nada y sin mover un solo músculo. Los ojos azules se habían quedado fijos en su corbata, inmóviles e imperturbables.

- Hey, Capi, no está mal- dijo refiriéndose a la corbata, pero diciéndolo sobre todo para romper el ambiente.

- Ah, sí. Perdona. Me había quedado pensando

Tony solo alzó una ceja, pero pasó del tema en cuanto volvió a mirar el reloj. Quedaban cinco minutos para las ocho y media.

- Se me hace tarde. Tengo que irme ya

- Si, yo también- respondió el otro de inmediato, dirigiéndose junto a él hacia el ascensor. Una vez llegaron y las puertas se abrieron, Steve pasó primero para subir a su piso, y antes de que se cerraran las puertas metálicas, miró directo a los ojos chocolate.- Espero… que todo te vaya bien

Los ojos castaños vieron la sonrisa del otro y él también sonrió como respuesta, pero la suya era de oreja a oreja.

- Supongo que ya me conoces. A mí todo me sale perfecto- dijo orgulloso.

Steve volvió a sonreír mientras se cerraban las puertas, pero no dijo ni añadió nada más, por lo que, pacientemente, esperó a que el ascensor volviera a estar libre para subir en él y encontrarse con la increíble persona que le esperaba en la entrada.

Notas finales:

Gracias por leer y espero que os haya gustado y que me déis vuestra opinión al respecto, es muy importante para mñi saber vuestra opinión ^^

 

Nos vemos en el próximo capítulo, el cual no sé cuando podré subirlo, pero lo haré lo antes posible

Cuidaos amorees~ <3


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