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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Hola a todos, gracias por seguir Affair!

 

Pues este capi no lo tenía planeado, surgió después de que en un comentario una reviewer muy valiosa dijera que le gustaría ver una cierta interacción que he dejado un poco de lado. Me gusta cuando opinan sobre el fic porque me permite ver aspectos que no veo siempre y creo que esto enriquece la trama.

Además en cuanto leí la "petición" pensé que tenía razón! Ni siquiera lo había pensado, pero su sugerencia era algo que quise escribir también.

Así que no complacencias pero aquí esta! ;)

 

 

 

 

Daniel, siempre he creído que eras realmente apuesto, desde el primer día. Y ahora que te he podido ver tan de cerca es que ya no me queda ninguna duda.
Tu rostro sereno es tan perfecto, podría pasar horas observándote como un tonto.
Tu hermana y tu madre también son atractivas claro, pero Vanita era modelo, ¿cierto? Simplemente lo llevas en tus genes.
Y Xanti… él tiene cierto magnetismo, el que sea callado no ayuda por supuesto pero… tienes ese aire a él en tus silencios.

Se trataba de Kyan, hablando en un susurro cercano.
Su voz lo había traído de vuelta, Daniel así lo pensaba, porque a diario escuchaba aquellos monólogos desenredándose en el tiempo y matándolo lentamente hasta agotarlo, palabras dichas, unas y otras… a veces incomprensibles…

Yo… apenas si recuerdo a mi madre, ella tenía los ojos miel también sin embargo sé que eran diferentes a los míos. Francamente no creo lucir como ella.
Y Neru, ella pensó que yo era mi padre cuando fui a verla en Navidad, ¿recuerdas que te lo conté? Ella odió que yo fuera el reflejo de “Auguste”, así que mi parecido con él debe ser fuerte.

¿Cómo sería… el padre de Kyan? Se preguntó Lascurain. ¿Tendría esa fuerte mirada? ¿Ese cabello castaño rebelde? Sus hermosos rasgos… con el tinte de la edad.
¿Cómo luciría el señor Novak a sus cuarentas? Porque él no podía sino imaginarse una magnífica versión de aquel financiero que le gustaba tanto.
Envejecer a su lado, mirarlo a los ojos en el futuro compartido. Eso sabía lejano más allá del simple tiempo.

¿Tú piensas que si viera a mi padre en la calle sabría quién es? A veces… me pregunto eso.
Quizá algún día pudiera verlo caminando frente a mí, es posible si lo piensas, Luxemburgo no es el lugar más grande del mundo.
Y no sé qué pensaría él de mí, no es cómo si le debiera algo pero… yo… no creo ser el hombre que quisiera ser en realidad.

Su voz sonaba tan suave, tan evocadoramente triste.
Le inquietaba escucharlo, el mundo interior de Key a veces era tan mortificante.

Estoy divagando, ¿cierto? Supongo que no importa. No es como si te estuviera aburriendo.
Y se siente bien… ser escuchado por ti.

Sentía como lo tomaba de la mano, entrelazando sus dedos con los suyos. Podía sentirlo, pese a que no lo entendiera del todo. Aquella cercanía le hacía pensar que quizá no estaba en el mundo real, que seguía navegando sin rumbo en un mar de pensamientos dispersos…

 

 

Al principio no era capaz de entender las palabras que le eran dichas e incluso una vez que llegaba a comprenderlas su memoria las dejaba escapar sin remedio. 

Era mortificante.

Su mente iba y venía, apenas si se mantenía activa. Como un interruptor que mandaba intermitencia, pedazos de su vida.

Pero más tarde que temprano comenzó a ser consciente de lo que pasaba y e existir de poco a poco. Quizá había sido mejor no darse cuenta de lo que ocurría porque su cuerpo no estaba funcionando, mantenerse presente se llevaba todo su esfuerzo y el simple respirar le causaba agonía constante.

Comprender el hecho de estar encerrado en nada menos que su propio cuerpo… fue la máxima sensación de terror.
Y ni siquiera pudo gritar.
Días y días en completo pánico y horror del que nadie de percataba.

¿Qué iba a ser de él?

¡Era un maldito muerto viviente!

Escuchar sin entender.
Ver sin entender.
Sentir sin entender.
Existir sin existir.
¿Qué tipo de existencia era esa?

Lo había perdido todo.
Y la voz de su negatividad susurró que quizá jamás… saldría de ese estado.

 

 

La larga rutina.
La mejoría casi imperceptible.
Sus personas más importantes constantemente a su alrededor.

Todo aquello le daba un propósito, una razón para continuar ahí, en esa pesadilla de la que tenía que escapar.

Había sobrevivido a varios disparos de bala, su cuerpo había entrado en un shock en el que se fue sumergiendo en un intento desesperado de no apagarse por completo.
Había sido nada salvo un vegetal por meses, sumido en un sueño profundo.

Costaba ser positivo y no anhelar esa playa llena de estrellas en que sus pérdidas no existían cuando se era un bulto inmóvil en el mundo real.

Claro que debería agradecer a Dios el estar siquiera con vida pero… ser quien era en esos instantes era nada salvo un infierno.

Había días en los que odiaba haber vuelto.
A decir verdad… eran prácticamente todos.

 


Yacía ahí, sin ser él mismo, carente de voluntad tirado en una cama y en cuyo alrededor quienes quería sufrían por él fingiendo que todo era grandioso, cuando era claro que no era así.

Su madre, a quién no había visto en casi tres años estaba perpetuamente ahí, pintando un cuadro que no podía ver, sentada junto a la ventana. Solía hablarle con una casual sonrisa, seguramente habituada a su estado y él no siempre digería sus palabras.
Pero sentía lo que ella transmitía, aquel optimismo que tanto admiraba de ella, esa templanza tan inamovible con la que enfrentaba a la adversidad y hacía parecer todo tan fácil. Su madre siempre había sido una luz para su vida, y ahora en aquella obscuridad, ella brillaba como nunca.

Su padre mismo era contagiado con aquella energía, estoico como siempre daba por hecho el que él iba a recuperarse por completo con inquietante certeza pese a que Daniel mismo no supiera si eso sería cierto. Él le leía y cuando lo hacía, los demonios se marchaban aunque fuera por un par de horas, sintiéndose como un niño arrullado en un sitio feliz.

Con Reiner era diferente, porque pocas eran las veces que estaba ahí sin Enzo, lo que hacía que buena parte de su atención estuviera puesta en ése italiano con el que ahora sabía llevaba meses en una relación oficial. Aquello lo hacía sentir incómodo, sobre todo por la manera en que los bonitos ojos esmeraldas de Baladi lo miraban a momentos, recriminándole en silencio lo que ya sabía, el mal estado en que estaba cierta persona.

Su hermana era de todos quizá la única que parecía completamente honesta, no ocultaba su preocupación y ponía sobre la mesa con realismo los siguientes pasos a seguir, y aunque a cualquiera el asunto pudiese haberlo abrumado, él lo agradecía de alguna extraña manera. Victoria estaba esforzándose tanto por ser una buena hermana, aquello lo conmovía… y había días en que estaba ansiando verla, porque cuando ella entraba en el cuarto, todos lo dejaban en paz.

Por otro lado, Josú no parecía entender del todo lo que ocurría con él, su mirada curiosa no cesaba y lo veía tan fijamente que Daniel se sentía avergonzado. El pequeño le contaba sobre su vida. Con los horarios de su hermana y su cuñado hechos un desastre, como siempre el pobre chiquillo quedaba en medio. Aunque meses antes había comenzado clases con un tutor local pero él no podía concentrarse si estaban en el hospital, era un chico sensible, por lo que Vi había decidido suspender sus lecciones temporalmente, más ahora que a éste le costaba despegarse de su abuela recién llegada a la ciudad. Sobre esto, estaba en serio sorprendido de lo laxo que Roger estaba respecto, siendo tan estricto como podía ser con su sobrino, esta vez dejaba que Victoria decidiera esos detalles.


Y finalmente Novak… era mejor no pensar mucho en él, ¿cierto?
Porque de todos, era quien estaba probando tener el mayor poder para afectarlo. Mostrarse a sí mismo ante él como lo estaba en esos instantes se estaba convirtiendo en la cosa más humillante que hubiera vivido jamás.

Porque en verdad cada día era completamente horrendo, ¡había muerto de vergüenza la vez que estando ahí Novak no había podido soportar más y se había hecho en su pañal! La habitación olía a “eso” y sin embargo pese a verlo arrugar la nariz por un segundo, ese castaño continuó leyendo para él como si no importara. Jamás se había sentido tan abochornado… esputó mil veces insultos que nunca pudo sacarse de adentro.

¡Dios!

No quería tenerlo ahí.
Pero era incapaz de verbalizarlo.

¡Maldecía despertar cada día!

 


Pero cada respiración suya eran varios segundos avanzando. El tiempo es imposible detenerlo y éste se estaba convirtiendo en su aliado.

 

Una semana.
Dos semanas.

Lloraba de rabia cuando estaba solo hasta sentir ahogarse.
No era capaz de ocultar haberlo hecho porque sus ojos grises quedaban hinchados y húmedos. Preocupaba a todos, era humillante.

Un mes.
Dos.

Apenas si podía mover las manos y los pies, todo su tronco estaba paralizado.
Y aunque podía mover sus ojos, el resto de su rostro no.
Era aterrador.

Tres.

Su cerebro funcionaba, al menos eso era lo que él suponía, pero… quizá jamás volvería a caminar. ¡Ni siquiera moverse más! Y respecto a ser capaz de hablar tampoco había certezas.

¿De qué servía comprenderlo todo y no poder responder a nada?

Cuatro meses y medio.
¿No era eso casi medio año?

Aquel fue el tiempo que ganó sin sentir que ganaba nada.
Que se sintió más muerto que vivo.

...

..
.

.
..
...

 

Dormitaba como siempre, en ese indescriptible estado en que su cerebro a veces entraba, en que escuchaba a su alrededor pero no estaba completamente ahí. Porque su cerebro ya no era el mismo, la lucidez que siempre había dada por sentado en su vida ahora era algo por lo que tenía que luchar constantemente.

La puerta cerrándose le hizo abrir los ojos ante un visitante que no había esperado.
Por un segundo, no creyó estar entendiendo lo que pasaba.

- Hola, Dan. Espero no te moleste que te vea a solas.

Era Roger, sus ojos claros se clavaron en él como los de un águila y le vio avanzar directo en su dirección, con una calma confiada y estudiada.

Más pese a su aplomo veía debilidad en él, parecía envejecido, su rostro estaba cenizo y cansado y las canas en sus patillas, más claras que nunca.
Pero, ¿qué no todos los que lo visitaban lucían así?

Su gente más querida parecía haberse consumido en el periodo que había estado sin respuesta alguna, y pese a que no dejaban de animarlo, podía sentir su cansancio y su ansiedad.

Aquello lo hacía sentir culpable, de someter a todos a esa constante presión, aunque en caso de Roger no sintiera tanta pena.

Su cuñado se quitaba una chaqueta ligera, ya no llevaba guantes ni bufanda como antes, afuera debía comenzar a estar fresco. Últimamente lo había visto vestir más esos suéteres tejidos como el que traía en ese momento, esa ropa correspondía más a un pasado, a cuando ambos eran más jóvenes y cercanos. En el hospital ya no lo veía usar su uniforme de business man.

Pero su cercanía siempre lograba alterarlo, esta no era la excepción.

- Me han dicho que estás comenzando a moverte más, pero que no saben qué tan
  prendido está aún tu cerebro, si es que ahora que hablo contigo puedes entenderlo en
  verdad- le oyó decir, colocándose al pie de la cama.

Ciertamente era extraño estar a solas con él y recordar de pronto aquellas épocas.
Daniel… no siempre lo había odiado, ellos habían sido amigos cercanos alguna vez pese a que aquello pareciese tan lejano ahora.

- Dan, no sabía si hacer esto, acercarme a ti.
  ¿Las palabras que te diga tendrán algún significado? ¿O ésta conversación se irá hacia el
  vacío en el que te encontrabas? En que… aún pareces.

Llegó a la silla que siempre estaba junto a la cama y tomó asiento, como siempre sin que le fuera ofrecido.

Esta noche, su cuñado parecía determinado a querer tener una charla más íntima, ¿cierto?
De pronto supo de quién iba a hablar.

- Novak. Él habla contigo, lo he escuchado. Su voz es tan diferente cuando se dirige a ti a
  lo que estoy acostumbrado de su parte, tiene un tinte íntimo cuando está sentado donde
  yo estoy ahora, ¿cierto?

  Y sé que es inmiscuirme sin duda en tu vida pero no puedo dejar de preguntarme qué
  cosas te dice, porque… ya no sé nada sobre ti más que el pasado. Me alejaste lo
  suficiente como para que llegáramos a este punto. Cuando un Lascurain quiere alejarte
  de tu vida, vaya que lo logra.

  Pero… no es como si no entendiera el porqué.

Por lo menos no iba a fingir ser inocente.

Y por lo menos no se había detenido en hablar más de su estrella financiera quien seguramente ya no invertía su energía en Muggen, sino en estar ahí. ¿Eso estaría fastidiando a Miller de alguna forma? Estuvo seguro que sí.

- Honestamente, ojalá algún día dejes de odiarme por casarme con tu hermana después de
  haber tenido sentimientos por ti y después cambiarla por mi secretaria.

¡Ese cabrón!

Había herido a su hermana menor al punto de hacerle irse de Luxemburgo separando a Josú de su familia, faltando a su palabra de proteger a los suyos por meter a su cama a una mujer por la que estaba seguro ni siquiera tenía afecto.

Había querido tanto creer en él y la autenticidad de sus intenciones, ¡sobre todo tras siempre haber sospechado de sus verdaderos deseos!

Pero ese hombre se la pasaba ahora en el hospital también y aun así eran muy escasas las ocasiones que lo había visto a solas, él jamás entraba en su cuarto sin la presencia de alguien más y solía acompañar a Vi en la sala de afuera siempre que ella iba a visitarlo. Como buen hombre de negocios se había armado una oficina virtual en ese lugar y ahora parte de las operaciones de su compañía se llevaban a cabo de manera electrónica, estaba haciendo de la tragedia una innovación.

Ciertamente… lo estaba viendo intentar ser un buen esposo, Daniel podía verlo.
Pero le costaba perdonarlo. Quizá nunca lo haría del todo, podía llegar a ser realmente rencoroso.

Si iba a darle algún mérito, es que al menos estaba mostrándose honesto esta vez, lo cual era una virtud que raramente tenía.

- Dan… ha sido tan duro todo esto. Sé que estás pasándola mucho peor que yo, pero
  realmente tú no entiendes lo difícil que me la está haciendo tu familia aquí,
  especialmente tu padre.

¿A qué venía eso?
¡Claro que la estaba pasando peor!
¡No había punto de comparación!

Pero tras unos segundos de pausa, Roger no tuvo problemas con continuar con lo que parecía ser más el hilo de su pensamiento que una supuesta conversación.

- Xanti sabe encarnar perfectamente ese estilo de suegro protector portugués al servicio
  de su menina. Y Vanita tampoco me ha perdonado en realidad pese a que es cordial
  conmigo.
  ¿Qué debo hacer para volver a ser tomado en cuenta por los Lascurain?
  Mi hijo también ha notado cómo me desprecian, ¿qué papel interpreto para él? ¿Para
ustedes?
  Es decepcionante.

Si sabes que entiendo lo que dices y aun así tienes la cara de venir a decirme todo esto, no eres nada menos que un desvergonzado. Pensó el arquitecto, con la rabia de no poder articularlo.

Pero estaba impotente, sin poder responder a nada. Si su cuñado decidía ponerse a hablar de sí mismo para aprovechar su mutismo y ser existencial, no iba a poder evitarlo.

- Debes pensar que soy un cínico- le oyó decir de pronto, coincidiendo con él.
  Pero los tiempos difíciles hacen eso conmigo, me temo.

Parecía reírse de su suerte. Al parecer Miller no recibir ninguna respuesta suya aprovechaba para poder ser más él mismo. Fue extraño escucharlo hablar como cuando era más joven, en los tiempos de Londres en que se habían conocido y todo era más fácil. El Roger en ése entonces aunque también era calculador, hablaba más libremente. Quizá era mejor de este modo.

Le provocaba un sentimiento extraño tenerlo a su lado abriéndose como ya no solía hacerlo. Y aunque Roger esa tarde parecía no usar los filtros que normalmente tenía, algo dentro de su franqueza… dejó de saberle mal.

- Mírame, estoy hablando contigo- le dijo de pronto, su voz ronca tomaba otro matiz
  menos lleno de añoranza- y lo estoy haciendo porque creo que tú puedes entender lo
  que digo, Dan.

  Porque estoy seguro de que tu cerebro está funcionando correctamente, coincido en las
  suposiciones de tu neurólogo y a decir verdad, lo sabía incluso antes de que lo dijera
  por la forma en la que miras lo que te rodea; veo análisis, veo que estás despierto más
  allá de sólo tu cuerpo. Tus ojos han dejado de estar vacíos de la manera tan perturbadora
  en que lo estaban antes.

Le vio suspirar, mirando a la distancia, perdido en sus pensamientos.
¿Estaba realmente pasándola mal?

Sus padres habían pasado mucho tiempo fuera del país. No habían estado cerca cuando Vi y Roger se habían separado, ahora que habían vuelto a Lux el asunto debía sentirse más fresco que nunca.

Aquello era lo menos que merecía, ¿o no?
Era difícil sentir lástima por él, Roger había cavado su propia tumba.
Pero…

Daniel mismo comprendía lo que era sentir el repudio de quien se ama, equivocarse al grado de hacer todo irreversible. Así que sí, sintió pena por él por primera vez en mucho tiempo.

Y ese deseo esquivo que siempre había sentido de su parte… parecía haber cambiado.
Aunque probablemente eso sólo fueran los deseos del portugués ahí.

Pero pudiera perderse en las ideas que el que el repentino silencio había creado, fue cuando comprendió que el otro llevaba un rato sin palabras.
Al mirarlo se dio cuenta de que era profundamente observado, no más aún… contemplado por los ojos azules de Roger.

- Dan, la imagen que tienes en éste momento es mucho mejor sin ese horrible respirador-
  expresó casi en un murmuro- nos tenía a todos con los pelos de punta, era la clara señal
  de que dependías de máquinas para seguir existiendo.
  Y espero que el número de cables y agujas que tienes en el cuerpo pronto desaparezcan
  por completo, porque… hay algo que pensé el otro día:
  Me alegra que Cath jamás haya podido verte en el estado en el que te encuentras.
  Ella no lo hubiera soportado.

Quedaba pasmado por aquellas palabras.
Comenzó a creer que tal vez Miller mentía y no creyera que él podía entender, porque aquello era más que aprovechar el momento para ser sincero.

- El dolor que veo en Novak es algo que jamás hubiera deseado para Cathy.
  Si tú la hubieras alguna vez puesto en esa posición, sería yo el que no podía perdonarte.

Más si hubiera podido detenerse en ese disgusto extraño que de pronto sentía al escuchar a Roger hablar de Kyan… algo más se apoderó de todo. Él hablaba de Cath y escuchar su nombre le hizo pensar en aquel sueño para entonces parecía tan remoto. Esa elación que aún no comprendía le había dejado una cicatriz honda en el alma, donde antes había habido una herida sangrante. Sin embargo… jamás dejaría de doler, sin importar quien llegara a su vida, ahora estaba seguro.

Cerró sus ojos, sintiendo su corazón en agonía.

Tanto tiempo, tanto amor, tanto dolor…
¿no es suficiente?

Catherine… hermosa bajo las estrellas.

¿Le contaría algún día a Roger haber podido verla?
Aquella idea en su primera barrida de lógica resultaba absurda, pero… Roger había amado a su hermanita, quizá encontraría un poco de consuelo en sus palabras.
Más Lascurain mismo no podía descifrar el encuentro que había tenido con ella, aunque la parte más dura de sí mismo le hacía pensar que quizá todo había sido su cerebro intentando darle un poco de estabilidad a su salud mental, ¿no podía ser un simple autoengaño el saber que Cathy le dejaba amar a alguien más? ¿Y en que su Sol brillaba aún en alguna parte del universo?

Era tan doloroso pensar en ello, pese a que tan fervientemente anhelaba que hubiese sido real. Poder decir adiós, lo había necesitado tanto.

- Lo siento- se disculpó de pronto el financiero ahí, comprendiendo cómo lo afectaba con
  aquel tema, seguramente lo tenía en todo el rostro.

Roger le pedía perdón.
Era extraño que lo hiciera.

- Me ha quedado claro que evitas decir su nombre y pensar en ella, pero yo no puedo
  hacerlo, no sé renunciar a los que amo.

Lo escuchó ponerse de pie y acercarse paulatinamente.

Cuando Lascurain volvió a abrir sus ojos lo descubrió junto a la cama, de pie frente a él. No pudo decir exactamente qué era lo que veía en la expresión de su faz, pero no tardó en saberlo.

- No me estás haciendo fácil sacarte de mi mente cuando todo el mundo gira alrededor de
  ti. Sé que es injusto que lo diga pero es lo que siento.
  Quiero recuperar a Vi y Josú, quiero que me los devuelvas.

Miller estiró su mano lentamente, hasta posarse en su hombro, sintió sus largos dedos haciéndose a la forma de su carne, su mano estaba caliente o quizá él mismo estaba demasiado frío.

- Lucha por volver a ser tú mismo, Dan. Rendirte es algo que tampoco te perdonaría.
  En verdad he decidido dejar ir una parte de lo que siento por ti, pese a que sé que no me
  crees nada. ¿Lo entiendes? Porque esta vez no lo digo sólo por mí, lo digo por…

La puerta se abrió de pronto, frenando sus palabras.
Ambos miraron en aquella dirección.

Kyan Novak acababa de entrar abruptamente a la habitación, pero al toparse con su jefe como inesperado visitante, quedó pasmado. Estuvo incluso a punto de tirar el café que llevaba en esa taza de cartón.

Tenía el cabello un tanto revuelto.

Ese hombre tan apuesto tenía que dejar pasar muchas cosas para lucir mal, pero mal era exactamente como se veía. Podía ver claramente lo destruido que estaba, no movía correctamente uno de sus brazos, sus movimientos parecían dolorosos, había adelgazado y podía ver sus normalmente elegantes pómulos pronunciarse hasta marcarlos sobre su piel muy pálida, y no sólo eso, ese usualmente indolente sujeto ahora parecía siempre estar al borde de una crisis de nerviosa, ¡era perturbador el estado en que él mismo lo estaba poniendo! Era en verdad doloroso verlo así.

Preferiría mil veces más saberlo lejos viviendo su vida que ahí perdiéndola.

- Disculpe, señor Miller.
  No sabía que estaba aquí, ojalá no esté interrumpiendo.

Kyan le hablaba a Roger de usted. Era entendible sin embargo, no le agradó.
Resultaba tan formal con éste, le dedicaba tantas deferencias.

- No hay problema, tenía entendido que llegarías y yo en realidad iba de salida.
  ¿Te quedarás la noche?

Le escuchó aclararse la voz. Peinaba su cabello castaño con los dedos, alzar el brazo que no tenía bien le causaba una expresión de dolor que estaba controlando, pero para Daniel fue completamente claro.

- Sí, eso planeaba. Vanita me dijo que no vendría nadie- parecía justificarse- espero no
  sea un problema.

Miller abandonó aquel intercambio de palabras con el que técnicamente era su subordinado, para mirar a Daniel.

Y pese a que Novak estaba ahí de pie frente a ellos, se atrevió a inclinarse sobre Daniel para tomarle la cabeza y acercarse hasta su oído, disminuyendo la distancia entre ellos hasta algo más allá de lo aceptable, sintió las puntas de los dedos enredándose con los rizos de su cabello. El portugués tuvo frente a sí la mirada color miel de ese luxemburgués clavada en ellos, en cada movimiento que el otro había hecho.

Aquella interacción estaba creando en el recién llegado un claro desconcierto que estaba volviéndose rápidamente otra cosa.

- Es por él, Dan- musitó Roger, tan quedo que apenas si pudo escucharlo.
  También a él… lo quiero de vuelta.

Lo vio despedirse cortésmente de Kyan, el cual había dejado su vaso de café en la mesa y ahora respondía con un monosílabo, sus manos llenas de cicatrices al cerrar la puerta parecían tensas.

Kyan… estaba molesto de ver ahí a Roger.
¿O era de nuevo otra dosis de autoengaño?

Pero como siempre que quedaba a solas con él, una sensación agridulce invadió el espacio.

- Es la primera vez que veo al señor Miller aquí a solas contigo- le dijo, definitivamente
  mostrándose más incómodo que de costumbre- ¿por qué ha actuado de esa manera?
  ¿qué ha susurrado en tu oído?

Parecía hablarse a sí mismo, no obstante, lo estaba mirando.

- Debiste haberlo odiado, ¿cierto?
  ¿Debería haber intervenido?

Aquello cogió por sorpresa al otro.
Claro, Novak sabía de su falta de agrado hacia Roger, pero aquel momento de empatía era algo que no recordaba de ese frío castaño.

Pero… algo más profundo que su apariencia parecía haber cambiado en Kyan, ¿o no?
Llevaba tiempo preguntándoselo.

Aquella procuración lo dejaba indefenso hacia los sentimientos que no había dejado de tener por él. ¡Unas cuantas de sus palabras hacían que su corazón latiera con fuerza!

Era por eso que no soportaba verlo, era un recordatorio de que ese tipo era también un terco de mierda con el que jamás podría tener más que una relación tóxica. Odiaba que la devoción de ese sujeto se sintiera… tan bien.

Cómo quería que se fuera y lo dejara en paz.
¡Tal como cómo quería que no lo hiciera!

Y era en esos momentos que se alegraba de ser incapaz de actuar y dejaba que todo ocurriera, como cuando aquel mar de olvido lo había llevado a la deriva.

Kyan se sentaba y aclaraba la garganta y las ideas, para después tomar el libro que había pertenecido a su abuelo y comenzar a leerle en portugués.
Y Daniel, enterrado en la tumba que ahora era su propio cuerpo, no pudo hacer más que escucharle una vez más.

Era inútil resistirse, así que cerró los ojos y se dispuso a grabar en su memoria la voz extrañamente suave del hombre que amaba, ese timbre terso que estaba aprendiendo que poseía.

Disfrutaría esa presencia a su lado, después de todo… aquello no podía durar mucho más.

Porque aunque Kyan no quisiera renunciar a él
… él ya había renunciado a Kyan.

 


Continuará...

 

Notas finales:

Te dedico este capi Sherezada, espero que te guste! (pese a su final).

Gracias por escribir <3


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