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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

En agradecimiento a los rápidos y lindos reviews que recibí al inicio de la actualización, lo prometido es deuda, un capítulo largo subido a 5 días del anterior! (lo había terminado desde ayer, pero no tuve chace de estar frente a la compu).

 

 

 

La puerta de la entrada no tenía el seguro puesto así que se atrevió a entrar pese a que aquel lugar le era completamente ajeno.

Prendió las luces de la estancia y le sorprendió la amplitud de ese sitio en el que jamás había estado; de pisos de madera barnizados en un azul ligero, techos altos a dos aguas, una hermosa escalera imperial al centro del recibidor, espacios amplios y minimalistas y largos ventanales haciendo la función de muros amplificando la sensación de espacio. Aquella casa era mucho más de lo que había imaginado en sus fantasías, pero algo desentonaba aquel encantador hogar, todos los muebles permanecían cubiertos de tela blanca que comenzaba a percudirse.

Caminó lentamente por aquel espacio, imaginando las ilusiones que habían acompañado a cada centímetro de ese sitio, los planes, las expectativas, los sueños. Todo se había terminado, aquel lugar llevaba meses abandonado. El vacío que se sentía y la tristeza que le provocaba le hacía pensar en una casa habitada por fantasmas.
Se encogió sobre sí, pensando en ello.

Rick y Kyan habían estado a muy poco de una vida ideal, no podía llegar a imaginar lo que significaba eso. Quizá si la historia hubiera sido diferente… aquel sería un hogar, la chimenea estaría encendida y esa pareja lo recibiría para cenar, junto con la pequeña niña de la que su hermano le había contado podrían llegar a adoptar en un futuro.
El cuadro completo era sumamente idealista, tal como lo eran a veces las fantasiosas ideas Ricard.

Se sentó en lo que atinó era un sillón, sin quitarle la cubierta y aguardó respirando la melancolía y el polvo del aire.

No tardó mucho tiempo en aparecer la persona a la que había ido a ver.
Lucía exactamente igual que la última vez que se habían encontrado en su habitación de hotel, incluso vestía con la misma ropa sucia y arrugada. No le sorprendía mucho.

- Syl, ¿cómo supiste que me encontrarías aquí?- le dijo su hermano mayor.

Había finalmente deducido que el sitio donde debería estar escondiéndose era la casa que él y Kyan habían comprado juntos.

“Tengo que hablar contigo” le informó.

Él suspiró, sentándose en el piso a su lado. Sus ojos miraban las heridas en sus labios.
- ¿Qué te pasó en la boca? ¿Cómo te has hecho eso?

No iba a contar la manera en la que había vuelto a toparse a Kyan Novak, las circunstancias que rodeaban el hecho de que su ex pareja le hubiera llevado a su departamento y permitido dormir en su cama. Era demasiado vergonzoso para relatar a alguien a quien admiraba tanto.

Y menos si tenía que admitir que era su gemelo quien había provocado esa situación. Porque hacía ya mucho tiempo había decidido no hablar más de él con Rick, porque éste no toleraba ni siquiera que ese nombre fuera mencionado.

¿Qué determinación era capaz de tomar Ricard si supiera que Sylvan había vuelto y estaba metiéndola en problemas tan sórdidos?

De una manera enfermiza, entendía el razonamiento de su otra mitad, ¿bajo qué otro motivo podría haber compartido la cama con el hombre que quería? Usado su ropa, tomado una ducha en su baño, calentado sus sábanas…

El hecho de que hubiera sido precisamente Novak quien le sacara de ahí a la par de amenazar a Olaf  hacía de esa situación algo aún más torcido. Sentía vergüenza de evocar con tanto fervor aquella intimidad… y secretamente… quizá… le agradecía a Sylvan lo que había hecho.

“Estuve con Kyan, fui a su apartamento” fue lo único que pudo confesar.

Ricard bajó la mirada. Evidentemente escuchar ese nombre era duro para él, sin embargo le pidió que continuara.

Ella admitió que le había sorprendido aquel lugar, ciertamente no solía estar en sitios tan privados y personales, lleno de cotidianos detalles a diferencia de clínicas y hoteles. Todo ahí parecía tener un aire más real e imperfecto pese al meticuloso orden que Novak le impregnaba a su espacio.

Aunque ya había presenciado la vehemencia de ese hombre en su primer encuentro en el Clairefontaine, no había esperado toparse con su sentido  humano de la justicia. Había esperado que él le ayudase, pero no que lo hiciera hasta el extremo de realmente salvarle.
Creía haberse hecho una idea de quien era Kyan Novak por las cartas de Rick, pero la realidad es que estaba frente a alguien que parecía tener muchas dimensiones. No era una fantasía, era alguien real.

Aunque no se lo expresó a su hermano, esa noche había sufrido dolor físico en demasía, tenía marcas rojas en todo el cuerpo por los golpes recibidos y heridas repartidas por doquier que había vendado minuciosamente y ocultaba bajo ese amplio vestido.

“Eres material defectuoso” solía decirle Olaf.
No podía sino estar de acuerdo.

- Sylvane, te estás involucrando demasiado en todo esto- dijo el mayor con la voz
  apagada, mientras extendía su brazo para alcanzar su mano.

Su hermanita le alcanzó, sintiéndolo frío como un muerto.
“No puedo evitarlo, no puedo dejar de pensar en él. ¿Me odias por lo que estoy haciendo, Rick?”

Esa era una confesión a todas luces, una que su culpa había decidido soltar finalmente.

Pero ni siquiera escuchando eso era que Rick salía de su ensimismamiento.
- No... a ti jamás podría odiarte. Pero debes saber que esto no puede terminar bien.
  No quiero que sufras por él, no quiero que él sufra por ti. El amor es algo a lo que sólo
  se puede uno enfrentar si está listo para todas sus consecuencias, sino lo estás pactarás
  con tu dolor, tal como yo lo he hecho.

Era cierto.
Ricard no era más que pena encarnada y abandono.

- Mírame bien, estoy atado a mis recuerdos, a una existencia que se ha vuelto patética.
  Vine a esta casa vacía porque pensé que volvería a sentir aunque fuera por un segundo
  la felicidad que tenía con todo lo que amé, pero… ahora no hay nada.

Seguía sin mirarle. Sumido en su infierno personal.
Aún podía recordar con horribles detalles la última conversación que había tenido con el hombre que amaba


 

- - -

 

- ¡¿Y tú cómo crees que yo me siento, Key?!- le había gritado la última noche que
  habían estado juntos. En esa misma sala.

Rick alzaba una vez más su voz contra él, la forma indignada en la que Kyan lo veía hacía evidente que estaba llegando más lejos esta vez. Lo hacía guiado no por algún sentimiento de aborrecimiento, sino por mera desesperación.

Pero, ¿cómo decirlo sin sonar como un cobarde?

Sus padres estaban dispuestos a contactarse con Novak, tomándose el derecho de exigirle que se alejara de su hijo de una buena vez, recurriendo al chantaje de explicarle el daño social que implicaba esa “ridícula” relación.

Y en el peor de los extremos, planeaban ofrecer una compensación por las “molestias” y a cambio de desaparecer, iban a ofrecerle a Kyan que les diera un número, sin importar el número de ceros.

Y para alguien tan orgulloso como el castaño, eso significaría una inmensamente enorme humillación, la última que soportaría de los D´Oria. El día que tanto temía había llegado, él llegaba a su límite.

Lo entendía, ciertamente Rick mismo sabía que era sólo cuestión de tiempo para que alguien como Key se hartara de ser un simple “inconveniente” en su vida.
Él mismo decía amarlo y estaba convencido de que así era, no obstante, era incapaz de reconocerlo. No es que Kyan le avergonzara, ¡se avergonzaba de sí mismo!

Estaba complemente al tanto de lo egoísta que resultaba pedirle tener un hogar juntos cuando en verdad no podía aceptar ante nadie el estar viviendo con otro hombre.

La idea misma de esa casa no tenía ningún sentido, él mismo había permitido que las cosas ocurrieran sin aterrizar sus fantasías a la realidad. Porque por primera vez desde que lo conocía, su pareja estaba dispuesto a dejar ir sus eternas barreras y hablaba de tener una vida con él, de hacer planes, de tener un hogar y cuidar a la pequeña Mila.

¡Una familia con Key!

Rick nunca antes había pensado en eso, ni querido eso y estaba seguro que su luxemburgués tampoco.

Era por eso que había resultado imposible detener el impulso de querer dar un paso más adelante con la persona que amaba locamente, ese inesperado deseo de entrega que se sentía de su parte era como un tesoro que no quería perder.

No deseaba que su propia pasividad acabase con todo, ¡no quería que él se alejara!

Pero Novak había decidido enfrentarlo de una buena vez, y había una fría determinación en su mirada color miel, le pedía dar la cara a la situación y tomar una decisión o él lo haría por ambos. Su seriedad despertó un miedo irracional a perderlo, así que sin ningún honor había recurrido a la manipulación y las amenazas y no le daba ninguna pena hacerlo.


 

- - -  

 

- Kyan… no podía más- le relataba a Sylvane- yo sabía que cada instante a mi lado era
  una tortura para él. Estamos hablando de un hombre que siempre había luchado tanto en
  confiar en los demás y que me había abierto todas sus puertas. A cambio yo estaba
  siendo un maldito hipócrita. Día tras día, el hecho de mantenerlo en el anonimato había
  desgastado su capacidad de amarme. Quería dejarme.

“Los dos sufrían” comprendió Sylvane.

- Sé que puede parecer una mentira, pero yo en verdad lo amaba… lo sigo amando.
  Sabía que era correspondido, que él había decidido comprometerse a nuestra relación
  sin que yo tuviera que pedirlo. Key quería pasar el resto de su vida conmigo, ¿sabes lo
  estúpidamente afortunado que era?

El rostro de Rick se descomponía, cubrió su cara con las manos, llorando de pronto como un niño.
¡El corazón de Sylvane se estrujó de pena!

- ¿Cómo pude arruinarlo todo? Yo… yo también quería lo mismo, dios sabe que es así,
  dios sabe que es así- repetía para sí mismo, inmerso en su propia obscuridad.

Sylvane le tomó las manos, haciéndole destapar su cara. Era lamentable e infinitamente triste ver así a su hermano más querido, sentía que se le desangraba el alma al compartir ese dolor.

- ¡Lo único… que pude ofrecerle es que fuera mi secreto! Esta casa nunca fue más que
  una mentira, la promesa que no pude cumplirle.
  Él lo era todo en mi vida, Syl, pero no podía decirlo en voz alta.  
Sus ojos tristes bajaron al suelo.
- Aun no entiendo como pude arriesgar lo que teníamos por mi terquedad.
  Esa noche… no pude soportar la idea de que iba a dejarme, y mi lista de errores sólo
  siguió aumentando… mi reacción a su ultimátum fue explosiva.

“¿Explosiva?” se preguntó la otra persona, poniéndose de pie.

Comenzó a quitar una a una las sábanas que cubrían los muebles y encontró que bajo lo oculto estaba la destrucción. Todo estaba roto, sillas, cuadros, espejos, todo.

- ¡Yo lo hice! Yo hice todo esto, yo le grité que no iba a permitirle dejarme, que no
  contara con eso, que era mío, me pertenecía tanto como yo le pertenecía a él.
  ¿Suena absurdo? ¿Suena egoísta? ¡Es porque lo era!

Todo estaba hecho añicos.
Como aquel sueño.

- Él no me detuvo mientras yo rompía cada objeto en esta casa, simplemente me miraba,
  sin decirme nada,  atestiguando mi furia, mi patético despliegue de supuesta hombría
  que sentía que el acostarme con otro hombre me quitaba.

“Rick”.

- La forma en la que me miró… todavía me persigue. Porque él me dejaba ir… él dejaba
  de luchar por mí, por nosotros. En ese momento lo supe.

Le mostró sus manos, llenas de pequeñas cicatrices, luego miró a la mesa de cristal hecha pedazos frente a ellos.

- Le pregunté si iba a dejarme si no decía públicamente que era mi amante y él respondió
  que éramos más que amantes. Su honestidad era tan hondamente clara que me
  desconcertó. Él no quería permanecer oculto y realmente... no merecía eso.
  Pero… yo… simplemente no podía romper la imagen que existía sobre mí, no en
  nuestro mundo, Syl. Tú lo entiendes perfectamente, ¿no es así?
  ¡Claro que lo comprendes!

Si Rick había destruido su propio futuro por cobardía, aunque le tuviera toda la empatía del universo, costaba trabajo darle la razón.
La felicidad era algo extraordinario, no aferrarse a ella y agradecerla era un acto de total tontería, pero ¿cómo comunicárselo a su hermano, que yacía sumido en su desgracia, sin poder superarla?

No es como Sylvane fuera una mejor persona. Había admitido un lado obscuro en sí misma realmente horrible también y cargaba con las consecuencias en todo su cuerpo.

- Me había enamorado de un hombre- declaró el mayor- y estaba intentando ocultarlo
  como un niño que hace algo malo.
 
  Key me acusó y tenía razón como siempre. Dijo que yo culpaba a los demás de mis
  propios problemas, que me engañaba al adjudicar a la presión social el no poder aceptar
  quien era, cuando todo se traducía en un problema de aceptación muy propio.
  Me dijo que ser honesto respecto a quien era se trataba de algo que debía hacer para mí,
  no para salvar una relación. Me estaba pidiendo que lo hiciera por mí.
  Nadie había sido tan crudo y directo conmigo como él lo era.

  Había tanto que pude decirle… y no dije nada. No tuve palabras para justificarme, para
  aliviar la horrenda pena que sé que estaba sintiendo por mi culpa.
  Con ese silencio estúpido… estaba hiriéndolo. ¡Y lo sabía!

 

Cuando por fin calló, el silencio invocado se apropió del espacio.
De pronto aquel escenario deshecho parecía el mismo interior de Ricard.

El hombre devastado en el que se había convertido, suspiró largamente. Ya no se molestaba en limpiar su llanto desde hacía tiempo.

- Soy patético, ¿no? Aferrándome a lo que no puedo cambiar, torturándome cada día.
  Aún pudo verlo, tan claramente frente a mí con esa determinación en sus hermosos   
  ojos duros como el ámbar. Lo sabía, iba a botarme por fin.
  Tenía los dedos llenos de sangre cuando acaricié sus mejillas, aún recuerdo el rojo sobre
  el blanco de su piel. Me pidió que no lo tomara a broma sus sentimientos, me lo pidió
  por última vez.

El cabello rubio cenizo de su hermano estaba lleno de suciedad, sus ojos empapados  de dolor, estaba en el pasado evocando y lucía como si ya no fuera una persona.

- Nunca pretendí lastimar así a alguien a quien amaba tanto, Syl, pero a veces herimos a
  los que más queremos.

Ella pensó de inmediato en su otra mitad.
A veces Rick tenía demasiada razón en todo.
Si por lo menos hubiera sido consistente con ello…

- Le dije que no podía vivir sin él… que me quitaría la vida si me dejaba, ¿qué tan
  chantajista era eso?
  Fui tan injusto, tan estúpido… y ni siquiera me daba cuenta.
  Y entonces él… me contestó que si quería morir, lo hiciera. Esas palabras…

No pudo seguir, tuvo que detenerse.
Sylvane podía sentir aquel envolvente pesar hundiéndolo.

“Rick… puedes parar. No necesitas recordar todo eso ahora”.

- No. ¡Quiero sacarlo de mí! ¿Crees que puedo contar esto a alguien más?
  Sólo tú me escucharías, Syl, sólo tú…

Él se jaló el cabello, en un signo grotesco de desesperación.
- Las palabras de amor que yo llegué a decirle no fueron sino cuchilladas para él.
  Eso no era verdadero amor, y yo debí quererlo como merecía.
  ¿Qué obtuve a cambio de mi buen nombre? ¿Qué se supone que soy ahora?

Sylvane le tomó los dedos entre los suyos, apartándolos para que no siguiera lastimándose.
De pronto podía ver algo de su propia autodestrucción en él. Era horrible.

“Eres mi hermano, Rick. Yo también te amo. No estás solo, nunca lo estarás. Ven a mí siempre que lo desees” aseguró, abrazándolo con fuerza.

Él se desmoronaba con aquellas memorias. Su dolor era tan evidente que casi podía tocarse.

Sylvane no comprendía porqué tenían esa conversación otra vez… había leído la misma historia una y otra vez en sus cartas.

- No quiero seguir atormentándolo. No quiero que mi recuerdo siga doliéndole, Syl. Por
  eso no puedo acercarme a él y decirle todo esto y no es… como si pudiera hacerlo de
  cualquier manera.

La joven apretó los labios, con frustración.
 “Pero me habías dicho que aceptarías encontrarte con él si él accedía a ello” le recordó,
  con un rocío de ansiedad en la piel.

- No, no quiero hacerlo, quizá… dejarlo en paz en lo único que puedo hacer bien.
  A mí… sólo me queda esta casa y sus recuerdos. Y tú… deberías irte tan pronto como
  puedas, porque el amor por Key te hará perderlo todo.

Escuchaba a su hermano en silencio como quien escucha un aterrador relato.
¿No acababa de sufrir algo horrible a manos de Olaf a cambio de una noche con Kyan?

Miró a Ricard y se dijo a sí misma que pese a lo que acababa de decirle, la única forma de resolver eso sería juntándolos. Si Ricard estaba dispuesto a abrirle su corazón a él como acababa de hacerlo, había esperanzas.

Una vez unidos, no volverían a separarse. Se aseguraría de eso.

Pero, ¿qué sería de sí misma entonces?

Soltó a su desamparado hermano que cayó derrotado al suelo.
Dejó de mirarlo, avanzando a través de aquella estancia, con inquietud.

Deseaba que estuvieran juntos, deseaba darle a su Rick otra oportunidad, pero en ese punto, no podía ignorar los sentimientos que comenzaban a despertar cada vez más, en cada ocasión que veía a Kyan.

La última vez… había sido tan cercana, Novak le había resguardado y defendido con uñas y dientes, arriesgando su nombre, su integridad. Nadie jamás había hecho algo así su persona, ni Sylvan, ni Rick siquiera. Estaba confundiendo su bondad con algo más quizá, pero aquel momento en que él estrechaba su cuerpo y le permitía yacer en sus brazos… no lo cambiaría por nada.

Ese consuelo inesperado había sido un regalo.

Rick se daba cuenta de su indecisión, notaba que en su corazón ahora lo consideraba.

“Alejarme de él no cambiará nada, hermano. Porque me he enamorado.
  Pero quiero que sepas que no he intentado nada. No quería hacer nada sin que lo
  supieras”.

El otro hombre tirando en el suelo suspiró largamente.
Y después, quedó tan inmóvil que pareció no poseer vida.
Solo hasta que volvió a hablar pareció volver a este mundo.

- No hay nada que pueda hacer, ni forma de oponerme- aseguraba en un profundo
  murmuro casi sin voz- Yo he perdido al hombre que amaba y ahora estoy en este limbo.
  Si tú encuentras el valor de darle lo que necesita… sólo sería justo. Pero no veo como
  ustedes puedan estar juntos.

La primera parte era todo cuanto había esperado escuchar, sin embargo el alivio que aguardaba fue destruido al escuchar el final.

El mayor se ponía de pie y avanzaba hacia la inmensidad de aquella casa, su ser desapareció en la obscuridad y su Sylvane decidió no seguirlo.
No aún.

Su corazón dolía cada vez que veía a Ricard.
Y cada encuentro era cada vez más y más horrendo.


 

 

 

 

Continuará...

 

.


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