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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Esta historia no es yuri (por si quedaba la duda), pero como escritora siempre he creído que es explorar o morir, y quien sabe, quizá algún día escriba sobre el género en forma.

Ya le bajé dos rayitas a lo perverso, pero igual en este capítulo ocurren muuchas cosas (y ocurrirán más).

Y huelo un lemon a la distancia... *weeee*






 


El alto volumen en que estaba inmersa aquella nave industrial no le molestaba. Estaba acostumbrada a estar rodeada de ruido, siendo dueña de uno de los clubs más populares de la capital, pasaba buena parte de sus noches trabajando donde otros se divertían. Y antes de haber abierto su primer local, había sido publirrelacionista para clubes, restaurantes y una decena de bares. Tenía una relación estrecha con la vida nocturna y sus apetitos, una especie de don que hacía mancuerna con su experiencia.

Hacía unos años, habría creído que aquel ambiente sería suyo por siempre, pero las últimas semanas parecían empezar a contradecirla.
Extrañaba la alegría, la creatividad y la chispa de esa persona de una manera que resultaba desconcertante. Las noches se volvían planas y perdían el sentido si al llegar a su casa, sólo había silencio.

Y una vez más, estaba con ese grupo de perfectos desconocidos, a los cuales en realidad lo unía solo “ciertos gustos” en común.

A la mayoría, los había visto tantas veces en las fiestas del Gran O que los reconocía aun sin máscara, pues ya identificaba sus voces, sus ademanes, sus bromas incluso.

Si, era entretenido, pero aunque en el pasado lo había encontrado muy estimulante, ahora no lo era tanto en comparación a lo que había tenido que renunciar por ellos.
Estar en ese ambiente no le daba ya nada.

Escuchaba a medias una conversación de índole sexual a manos de T, un divertido y descarado empresario que narraba cómo el hombre de cuero le ponía en “la cruz” para azotarle, algunos se encogieron de hombros con indiferencia, hasta que éste mencionó el detalle de estar sujeto de cabeza en aquella estructura.

- Z, por cierto, creo que el Gran O ha adoptado a M como su pupilo, dado que ya no lo he
  visto sirviendo bebidas en tu club.

- No es de extrañar- respondía ella, siendo mirada por todo aquel grupo- el dinero que
  ustedes le dan es mucho más de lo que cualquier cantinero puede ganar, y supongo que
  sus actividades le resultan mucho más estimulantes.

- Ah, ¡nada como amar lo que haces!- exclamó T, antes de alzar su trago, invitando a los
  demás a brindar con él.

El tema en la mesa era obvio. Y el cinismo de todos los que chocaron su bebida, también.
Borden no le siguió el juego, sintiéndose extrañamente sola.
Aquello era una pérdida de tiempo.
Terminó su trago de un golpe y decidió que se iba a casa.

Algo entonces llamó su atención, un grupo de recién llegados a esa peculiar fiesta.
Finalmente.
El lëtzebuerger y los birens.
Su biren.

Sintió una sofocante emoción que como una descarga, pareció sacarla de aquel limbo.
Si tenía alguna duda, de pronto se aclaraba.

No había esperado encontrarse a Mestri, la joven normalmente no era de mostrarse mucho en ese público, ¿qué no su resistencia a caer en lugares comunes era una parte de lo que le gustaba de ella?

Parecía incómoda, pero secretamente Zia se alegró de verla con sus amigos, especialmente ese castaño con aires indiferentes del que se había distanciado.

Justo entonces sonó su teléfono y se alejó de las risotadas que ahora la rodeaban para contestar.

- ¿Por qué le has dado a Olaf Lundgren mi número?- cuestionaba una voz ronca y
  masculina que reconoció enseguida.

No la saludaba, era muy directo.
Ese hombre sólo se portaba así cuando estaba enojado, por si lo no hubiera notado en su tono.

- No ha sido tu número privado, Reiner- se excusó- me dijo que tenía una propuesta para
  ti, supuse que eran negocios.

- Pues no lo eran.

Sonaba irritado y quizá un poco borracho.
¿Qué hora era de todos modos?

- Olaf… fue bastante insistente. Y ahora empiezo a imaginar porqué.
  ¿Tiene que ver con ese chico con el que liaste en su reunión?

- ¿En dónde rayos estás?  Se escucha como si fuera el infierno mismo.

Eso le causó gracia. Miró a su alrededor.
Sin duda el infierno de cualquier homofóbico.

- ¿Te interesa? Puedo mandarte la dirección.
  Hay algo más que podría hacer también para compensarte. Algo de información.

No obtener una respuesta inmediata le hizo saber que lo había intrigado.

- ¿Estás en Lux, Köhler? ¿O siempre sí te fuiste a Rotterdam?

- Sigo aquí, recibiendo llamadas estúpidas- recibió como ácida respuesta.

Si quería cambiarle la frecuencia, tendría que hacer un esfuerzo.
- Bueno, la noche aún no termina, ¿no? Por lo menos parece serlo para los que acaban de
  arribar a dónde estoy. Enzo Baladi y Kyan Novak.

Y nada menos que Abrianna Mestri, pensó.
No recordaba la última vez que había visto junto a ese trío.

El ruido ambiental se incrementó porque la música cambiaba y la gente animada recibía la nueva canción con gritos.

- ¿Reiner, estás oyéndome?

- ….Novak?

- Kyan Novak- repitió- ¿Qué no es el hombre con quien tu socio Daniel ha estado
  trabajando? Y cuando digo trabajando, en realidad sabes a lo que me refiero.

Estaba siendo indiscreta seguramente, pero esa era información que Reiner ya debería de saber. Ella misma había escuchado parte de una discusión entre el asesor financiero y el arquitecto en su bar, la noche en que la comitiva de Muggen había ocupado su VIP.

No podía sino ser una clásica pelea de enamorados, tan apasionada que ni siquiera se habían dado cuenta que ella los escuchaba.

Un murmullo se oyó del otro lado de la línea, imposible para Borden de comprender con el escándalo que la rodaba.
Lo siguiente que pudo distinguir era el corte de aquella llamada.

Pero no tardó en recibir un mensaje que exigía la dirección. Se la mandó con el nombre de Zaphyr.



- - - - - -




- ¿Ése no es Bence Trossen?- preguntó Baladi, reconociendo a un hombre de cabello
  café muy obscuro seriamente peinado hacia atrás, que conversaba con otro sujeto en la
  barra.

Kyan sintió como sus mejillas se encendían.
Si, era Bence. Dos años no lo habían cambiado en nada. Aún lucía demasiado formal en espacios casuales. Y seguía siendo igual de encantador, con sus rasgos duros pero secretamente lindos.

- No intentes cambiar el tema, Enzo. Anna y yo nos vamos- decía con decisión.

Pero en ese momento, alguien llegaba con ellos, era un joven de grandes ojos y largas pestañas, cabello muy corto a los lados y rizado y largo en el centro.
Lindo, por decir lo menos.

Los dos amigos no reaccionaron de inmediato.
Aquel chico… había salido con ambos en el pasado.
No al mismo tiempo claro.

Y quizá no se hubieran enterado si en una ocasión no se hubieran encontrado justo como ahora y prácticamente acabado haciendo un trio estando muy muy borrachos, la inconsciencia tuvo el buen tino de llegar antes de poder hacerlo oficial.

- ¡Que ocasión! Años sin verlos, ¿verdad?

Baladi parecía entretenido de topárselo, a diferencia de Novak.
Aunque no habían llegado a tener sexo ninguno de los tres, los tríos se habían vuelto el tema del mes de cualquier forma, pensó el italiano.

- A ti te debería haber encontrado hace mucho en alguna fiesta, ¿no?- le dijo al chico.

Él sonrió enormemente al hablar con Baladi, como una chica coqueteando.

- No me han visto porque me mudé a Ginebra hace unos meses a vivir con mi novio, he
  venido a pasar las fiestas con unos amigos mutuos. Y definitivamente no esperaba
  encontrarme con ustedes. En especial contigo, Kyan, luces muy bien de traje- le sonreía.

El castaño suspiró, sin decir una palabra.

- ¿Entonces?- pareció cambiar el tono el recién llegado- ¿Qué pasa aquí?
  ¿Finalmente se han declarado su amor filial?

El asesor no parecía encontrar la gracia pero precisamente su cara de fastidio le resultaba divertida a su amico.

- No, Novak sigue rechazándome categóricamente. Supongo que no tener un castillo es
  un inconveniente.

Eso le costó un fuerte pisotón cuya fuerza traspasó sus mocasines YSL.
¡Vaya!, la sutileza parecía írsele yendo al castaño poco a poco, al igual que el sentido del humor.

- Es una pena, lucen adorables juntos, ¿no crees, chica?- decía refiriéndose a la fotógrafa.

- Siempre se los he dicho- continuó la broma. Ella también parecía muy entretenida con
  la situación.

El recién llegado parecía en su elemento y no tardó en dar más cuerda al tema.
- Normalmente cuidaría mi lengua, pero entre nosotros ya no hay mucho respeto, ¿no es
  cierto? Digo, ambos me han visto desnudo- bromeó- así que puedo decir que siempre
  me quedaron ganas de tener un algo más con ustedes.

Eso hizo reír a Enzo más allá de lo que un pisotón podía escarmentarlo.

- Bueno, Kyan es soltero ahora y yo siempre lo he sido- se atrevió a decir el rubio- si
  tuvieras alguna vez una oportunidad, sería ahora.

Claro, para Novak eso no eran más que tonterías de parte del otro. Haciéndole pensar incluso que tal vez eso era alguna venganza pendiente que le había guardado.

- Tomaré mi turno por si alguna vez se deciden a explorar su incestuosidad- hizo guasa
  el joven- hay algo sacro en el hecho de que ustedes sean solo amigos, en serio, es casi
  un tabú imaginarlos tocándose íntimamente. ¿Y qué más excitante que lo prohibido?

Buscó en Mestri un poco de apoyo, pero ella se cruzó de hombros.
- Lo siento, los hombres no son lo mío.

- Ya, pero vaya que sí son lo mío, querida.
  Sean sinceros, ¿hay alguna posibilidad de ver sus labios juntarse esta noche si lo pido de
  buena manera?
  Dicen que la única forma de vencer la tentación es caer en ella.

- No lo creo- lo cortó Kyan- y si soy sincero, no recuerdo bien la razón por la que me
  agradaste en un principio.
Novak había llegado al límite de su tolerancia.

El otro fingió estar ofendido, pero lo hacía tan teatralmente que resultaba ridículo, tal como esa charla.
Baladi, por otra parte, lo tomó de una manera inesperada.

- En realidad mi boca ya ha tocado la suya, pero no es como si hubieras tenido mucho
  chance de verlo.

- ¿Qué dices?- interrumpió el asesor.

Eso ya comenzaba a ser absurdo.
El italiano se giró a mirarlo, sus labios estaban ligeramente arqueados, pero no se trataba de una broma.

Abrianna y el otro tenían los ojos abiertos como platos.

- Estabas tan drogado con analgésicos y relajantes que no has de recordar nada.
Pero justo con esas palabras, sus confusos recuerdos se dispararon.

Evocó la sensación de abandono que le provocaba el que Baladi se fuera a marchar esa tarde mientras regresaban del hospital, lo triste que se había sentido de regreso a casa, hablando del amor perdido.

Sintió todo el cariño que sentía por él y como le hacía feliz que le hubiera dedicado su tiempo en ese instante tan obscuro, la manera protectora en que se había hecho cargo de él. Había necesitado su cercanía, así que lo acercó para besarle.

Algo simple.
Algo completamente... natural.
Y sin embargo, ¿cómo es que había podido olvidarlo?

Mierda…

- Kyan, nada cambia entre nosotros. Entiendo por qué lo hiciste, más allá de las
  medicinas. Por mi está bien, tú sabes que yo simplemente te quiero.

Aquello no constituía ningún tipo de mofa. No si Enzo lo decía con ese aire sincero.
“Su amor” iba más allá de lo carnal, aunque lo hiciera sonar como una satírica verdad.

- ¿Podemos cambiar de tema?- pidió Anna, viendo como toda esa charla se volvía
  demasiado íntima

El rubio sonreía. Era obviamente una sonrisa hermosa, pero esta lo era especialmente más, era una de felicidad compartida.

- Los luxemburgueses besamos tres veces a las chicas- se justificó como pudo.

- Ah, pero yo no soy una chica, Key, soy un hombre- decía su mejor amigo, mirándolo
  con una inquietante profundidad en el océano esmeralda que eran sus ojos.

Quizá con las técnicas de Fabián, ese precioso hombre podría transformarse sin problema alguna en una despampanante rubia, pero era cierto, él nunca lo había visto como una mujer, por muy precioso que fuera.

- Sólo déjame decir una última cosa y prometo que cambiaré el tema a inversiones de
  bonos o de unidades de negocios.

Se ponía irónicamente serio.
Los otros dos escuchaban muy atentamente.

- Si me he molestado hace un rato en al auto, ha sido también por amor, Key.
  Nunca lo dudes, siempre estaré de parte tuya.

El otro no supo cómo reaccionar, sus mejillas se habían llenado de un tenue rubor.

- Deja ya de burlarte, ¿quieres?

- ¿No me lo crees?

Entonces el italiano caminó tres pasos y se posó en su boca como una mariposa ligera. Sus labios suaves y tibios le recordaban a Kyan la última vez que los había anhelado.

Y pese a que ese ósculo que le daba en ese momento tenía tintes paródicos, el castaño simplemente se dejó besar, tal como Enzo se lo había permitido esa vez.
Aquella intimidad no le causaba miedo ni angustia, era alguien a quien podía darle eso.

El italiano lo acariciaba con sus labios. Aquel era un beso bien dado y sostenido.
Realmente… bello, como él.

Y cuando se separaron, fue igual de inevitable mirarse, tan cerca como estaban.
El rubio estaba sonriendo y la satisfacción que iluminaba su rostro, le sentaba muy bien.

- No tienes por qué hacer pública esta intimidad, Enzo. Es sólo nuestra- dijo, sin saber si
  estaba bromeando. Sin embargo, no pudo evitar sonreír.

El tiempo quedaba suspendido en el infinito.

La boca que acababa de besarlo iba a decir algo, cuando algo los interrumpió, era como la fuerza de un huracán rompiendo abruptamente el momento.
Alguien jalaba del brazo a Baladi.

- Ich bitte um entschuldigung!- decía en alemán y paródica formalidad un sujeto muy alto
  de pelo platinado que no lucía nada contento.
*/Les ruego me disculpen!

Kyan aunque jamás había visto a ese tipo, supo de quien se trataba en un segundo. No por nada su presencia había perturbado a Baladi al grado de impedirle reaccionar.

- Enzo, ¿hay algún problema?- cuestionó la situación Novak fuerte y claro.
Si tenía alguna incertidumbre de si había algo entre el italiano y él, ahora no la había más.

- Les ruego nos disculpen- repetía la frase el italiano, excusándose con el mismo cinismo
  que el otro.

Ese sujeto se lo llevaba.
Todos parecían un tanto sorprendidos por lo que acababa de pasar. Por todo.

- Bueno, parece ser que se me han adelantado. Y con mucha vehemencia, he de añadir-
  dijo el chico de pelo rizado, metiéndose las manos en los bolsillos.

- Se trata de Baladi, ya deberías saber que siempre hay competencia- decía Mestri.

El otro rio.
- Eso veo, ¿ tú? ¿No irás por tu hombre, Kyan?

- Dejaré que se divierta- encontró su humor en algún lado- ya sabes, si se ama, déjalo ir.

- Hablando de irse, volveré con mi novio, si quieres que te lo presente, avísame- le dijo,
  marchándose no sin guiñar el ojo.

Todo había ocurrido como un confuso remolino.
Novak se tocó los labios viendo como el famoso Reiner Köhler se llevaba a Baladi lo más lejos posible.

- Tiene novio y aun así los invita a un trio con él.
- Abrianna, ellos son swingers.

Su tirada seguramente involucraba o una orgía de cuatro o un intercambio de pareja.
¿No era ese el motivo por el cual prácticamente habían acabado acostándose con él aquella vez?

La expresión de incomprensión total en su amiga fue encantadora.
- Eres amiga de Ritsu y sus colegas y no sabes de lo que hablo.
  Swingers son parejas que comparten con otras parejas.
  Me gustaría a veces tener todavía tu inocencia, Anna.

Ella iba a replicar algo, sin embargo no lo hizo, dándose cuenta de que su amigo veía algo que le llamaba más la atención que la plática que estaban teniendo.
Sus ojos siguieron su mirada y entonces pudo verla.

Ella estaba ahí, tal como Baladi había dicho.
Zia.

- No la mires- dijo el financiero, adelantándose a cualquier cuestión.

Pero era demasiado tarde para no hacerlo. Lucía preciosa en un vestido negro entallado que resaltaba su curvilínea figura y el cabello rubio suelto y sedoso.
Fue doloroso verla tan bella.
Comprendió que significaba que Novak le ordenara no verla.

- ¿No sería este el mejor momento para largarnos de aquí?- preguntó el castaño más como
  una sugerencia.

- Quizá sí, pero…

- ¿Qué? ¿Buscarías tener una agradable conversación con ella?

No esperaba menos hostilidad de él. Después de todo el tiempo que no se habían realmente hablado, era casi un halago verlo preocupado por ella.
Pero marcharse simplemente no parecía una opción que pudiera barajar.

- No, no seas así, yo…

- Ignórala, mantente irme en tus decisiones, fue una idiota contigo.

Su vehemencia tuvo que sorprenderle. Kyan la miraba como si la detestara.
Como un hermano mayor protegiendo a su hermanita.
Eso le hizo sentir bien, como en el pasado.
Sin embargo, no podía dejarle interpretar ese papel, no en esta ocasión.

- Lo siento, Key, yo… no puedo ser tan fría como tú.
  Esa mujer que ves ahí -hizo una pausa para encontrar las palabras- tiene mi corazón en
  sus manos.

De pronto, la empresaria se giró, sus ojos buscaban a alguien en la multitud sin lugar a dudas. Cuando el encuentro visual se concretó no hubo duda alguna de que la señorita Borden iba en su dirección.

La fotógrafa pareció atragantarse con absolutamente nada y comenzó a toser.

Ante la situación, Kyan se sintió aún más incómodo que hacía un instante.

- Anna, me alegra encontrarte aquí- dijo con cierta tensión en su voz- ¿podrías darme un
  segundo de tu tiempo?

- Hola, estaba pasando un rato con Kyan aquí.

- Disculpa mi rudeza, hola Kyan- decía por puro compromiso.

Pero el castaño podía ver a través de esa mirada que ellas sostenían.
No supo si haría bien haciéndose a un lado, pero de cualquier forma sabía que la fotógrafa quería hablar con ella, acababa de decírselo, ¿no?

Y aunque consideraba que aquello era un error, parte de su filosofía personal solía ser que no obligar a nadie a nada.

- Si de verdad quieres hablar con ella, no te detendré.
  Yo voy por algo de beber.

Baladi se lo había advertido a Abrianna, Borden estaría ahí, no es como si fuera una sorpresa.
Pero teniéndola tan cerca, la fotógrafa comprendió que no podría decirle que no.

- Vamos a un lugar más callado, ¿te parece?- contestó finalmente.



- - - - - -



Deshicieron su camino hacia la entrada y rodeadas de cajas, se encontraron en el sitio menos convencional para una plática entre ex parejas.
La rubia no parecía darle importancia a nada de lo que las rodeaba, así que Mestri tampoco quiso hacerlo.

- Es extraño verte, Zia- le dijo, sintiéndose cohibida.

- ¿Cómo has estado, Anna?- esquivaba su comentario, pero al menos en eso parecía
  genuinamente interesada.
La miraba con sus ojos color zafiro y una expresión seria.

- Ocupada. Sabes que después de una inauguración es el momento más agitado
  para el artista, socialmente hablando claro. Pero ha sido bueno para mí tener la mente
  ocupada. Siempre es bueno después de una ruptura.

No había esperado su reacción, Zia se encogió de hombros, esquivando su mirada.
Parecía de pronto molesta.

- Claro, a menos de que nunca te informaran de la ruptura- reclamaba.

Abrianna apretó los labios.
- Vamos, no es como si no lo hubieras visto venir- debatió.

La señorita Borden negó con la cabeza, pero finalmente quedó en silencio.
Parecía pensar en algo que no decía.
La veía apesadumbrada, no había anticipado eso tampoco.

- Sea como sea, he tenido tiempo para pensar las cosas y quiero pedirte perdón- era
  directa, como siempre- Fui hiriente y cínica en mis acciones, Anna. No me di cuenta
  realmente cuan seria eras respecto a nosotras, a que esto funcionara.

  Yo nunca tuve una relación antes, una relación real, lo sabes. Ha sido difícil.
  Estoy tan acostumbrada a hacer lo que me da la gana y no quise renunciar a eso, sin
  ponerme a pensar que precisamente esa decisión implicaba no cuidar lo que teníamos tú
  y yo. Debí hacer lo necesario que te quedaras a mi lado, debí quererte sólo a ti.


Estaba abriéndose de una manera inesperada para ella.
Y resultaban dolorosas sus palabras.

- Zia… yo jamás quise obligarte a hacer algo que no quisieras. Estar con alguien es algo
  que se hace para ser feliz.
  Y yo… no creo que lo fuera, no si tenía que compartirte.

El lindo rostro de la empresaria se contrajo.
Estaba contrariándola.

Por un instante, Mestri tuvo miedo. Porque Zia de pronto exponía sus sentimientos y le pedía perdón y seguramente, aquella no era la respuesta que esperaba.
No por eso se arrepentía de decirle la verdad, su verdad.

Pero la rubia no desistió, sorprendiéndola una vez más.
Sus ojos ahora parecían brillar, determinados.

- Si, Anna, la cosa es… que yo sabía lo que buscabas y aun así no te correspondí.
  Entiendo que eso puede pasar y es cuestión de llegar a un punto que satisfaga a ambas
  partes y eso fue lo que no hice, no fui clara respecto a lo que quiero para nosotras y
  quizá es porque… no lo entendía.
  Pero ahora lo hago- la miraba tan seria y correcta como podía llegar a ser.

Mestri sintió que el corazón se daba un giro en su pecho.
De pronto, aquello le daba esperanzas que sabía era muy pronto para tener.

- No hay un punto medio- le explicó- no voy a negociar compartirte, Zia.
  Y no voy a forzarte a hacerlo lo que no quieres, sólo para estar conmigo.

Apretó sus manos, nerviosa.
La empresaria se dio un par de segundos.

- No creo que lo entiendas- respondía la rubia. De verdad te extraño- aseguraba- por eso
  he venido a esta reunión escandalosa, porque si existía la mínima posibilidad de
  encontrarte esta noche, podría ser aquí o en la aún más horrenda fiesta de Rémi.

Eso le sorprendió muchísimo.
- ¿Estuviste en lo de Ritsu?

- Si, una larga hora, fue por eso es que terminé en aquí.

Eso explicaba un poco más las cosas.
Pero entenderlo no era relevante.

- Yo también te extraño, pero… nada ha cambiado, Zia, es lo que intento explicarte.

Pero Borden replicó, no permitiéndole restarse de esa ecuación.
- No, hay algo que ha cambiado. Cuando me dejaste… este tiempo que hemos estado
  separadas- pareció tener dificultad para hilar ideas y eso nunca solía pasarle- fue
  demasiado… gris sin ti.
  No quiero eso. Ya no quiero eso, Anna.

De pronto cayó.
Como si ella misma terminara de entenderlo.
La orgullosa mujer bajaba la mirada, perdida en sus emociones. Tomó la mano de la otra chica, con fuerza, como si sólo con ella pudiera salir a flote.

- He venido a hacerte una oferta y… en verdad no tengo nada más que ofrecerte.

- Zia- la nombró la falsa morena en un susurro.

- Quiero estar contigo, y si eso significa no estar con nadie más, que así sea.
  No necesito estar rodeada de gente, toda mi vida lo he estado. Te necesito a ti, a nadie
  más. Y espero que no sea muy tarde.



- - - - - - -



Kyan caminó a la barra, comprendiendo que esa madrugada, sus amigos lo dejaban solo.
Cada uno con su respectivo prospecto al parecer.

Aún podía ver como se alejaba Enzo a la salida. Ese hombre de cabello plateado no le pedía su opinión y sujetaba de la mano a su amigo mientras lo guiaba afuera. Baladi bien podría soltarse, claro, si quisiera y sin embargo… no lo hacía. Caminaba tras él a través de aquella fiesta, dejándose arrastrar por esa pasión.

Baladi se dejaba llevar por él como no se había dejado llevar por nadie esa noche.

Kyan tuvo la poco fundamentada idea que en ese momento no importaba a donde se dirigieran en realidad, ambos buscaban estar solos. Y no es como si en ese instante mismo no se encontraran en una burbuja personal.

Sin su amigo y aún rodeado de tanta gente, el financiero se sintió solitario.

Cuando obtuvo un trago que en realidad no necesitaba, tuvo a bien recordar a quien había visto en la barra y que ahora lo había reconocido.

- Key, ¿eres tú?- caminaba hacia él el abogado.

Bence Trossen.
El sujeto comenzaba a formar una sonrisa suave en sus labios.

Él no era simplemente un ex amante como los que pudieran estar ahí.
No se había acostado con él un par de veces y luego desechado, como solía hacer.
Bence pertenecía a una categoría diferente.

Se trataba de nada menos que un ex novio.





Continuará...


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