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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Un poco de Daniel para aquellos que lo echan un poquito de menos -o sea yo-.

Y... ¡un live también! para compensarlos por la tardanza en subir este capi (adoro esta imagen!! saca la fangirl que vive en mí!!)
http://img.photobucket.com/albums/v356/malary/affair/daniel4c_zpsd4k9uh0l.jpg

Espero les guste tanto como a su textoservidora ;)


Los motores del avión se fueron deteniendo poco a poco.
La señal que indicaba mantener puesto el cinturón de seguridad se apagó y no perdió tiempo en quitárselo.

La voz de James, el piloto, se oyó por los parlantes.
- Hemos arribado a Rotterdam, señor Lascurain. La temperatura actual es de 8 grados
  centígrados.

Su asistente de vuelo le sonrió mientras caminaba a la puerta para abrirla. Era guapa e impoluta.

El arquitecto movió su cabeza en círculos para relajar su cuello y tomó su portafolio de por debajo del asiento. Saldría rápido, pues no llevaba equipaje de mano, le gustaba viajar ligero.

James y su copiloto, a quien era la primera vez que veía estaban aguardándolo junto a la salida, mientras él se ponía su abrigo.

- Que tenga una excelente estancia, señor- dijo el capitán.
- Gracias, a ambos. Feliz año.

La azafata se despidió también.

Cuando la puerta se abrió, pudo constatar la buena temperatura, contra todo pronóstico, en Holanda no había viento helado, ni humedad. No había nieve cayendo incesantemente como en Lux y aunque estaba nublado podía decirse que la ciudad le daba un buen recibimiento.

Echó de menos ver a Viriato, su majordome, aguardándolo en su auto. Otro chofer privado contratado por su asistente estaba ahí. Había bajado del Rolls Royce negro con plateado que le esperaba y le tenía la puerta abierta.

Le dolía un poco la cabeza, pero intentaba que eso no influyera en su humor.
La luz en el interior de vehículo le hizo saber que Hilda estaba ahí.

- Buenas tardes, señor. Mi nombre es Dorian, seré su chofer en la ciudad.
- Mucho gusto, Dorian.

Entró.
La mujer de cabello café muy corto y lentes transparentes lo aguardaba en el fondo del auto. Vestía un traje sastre guinda con falda de cuero.

- Hola, Daniel. ¿Tuviste un buen vuelo?
- Corto y cómodo, gracias. Siempre es un placer volar en el Prestige.

El A320 Prestige será un jet perteneciente a los Köhler, pero ninguno de los hermanos de Reiner jamás lo usaba y resultaba una opción magnífica para ese tipo de viajes de negocios, en que no era fácil anticipar las fechas y las distancias eran cortas. La mayoría de los aeropuertos locales tenían espacio en hangares para aviones privados que permitían llevar el auto hasta prácticamente la pista.
Y la tripulación de planta siempre lo hacía sentir muy cómodo.

Si tan sólo estuviera de mejor humor…

Hilda revisaba su agenda en la tableta electrónica.
- ¿Estás cansado? ¿Quisieras ir directamente al hotel?

- No. Me siento bien- dijo, aunque no fuera cierto- Y aún es temprano, ¿lograste contactar
  DeltaSync?

Hablaba de una firma de desarrollo y diseño sustentable holandesa a la que deseaba acercarse.

- Sí. Hablé con uno de los dueños, ha hecho espacio en su agenda para tu visita el día de
  mañana a primera hora, si te parece bien.

- Si, es perfecto, confirma por favor.

Su asistente debía haber tenido una mañana ocupada.
Se preguntó si habría tenido para comer y no se quedó con la duda.
 
- ¿Ya comiste?

- No te preocupes por eso- dijo Hilda, esbozando una sonrisa precisa.

- Conociéndote, eso significa no- apretó el botón del intercomunicador- ¿algo para cenar
  sustancioso, Dorian, al suroeste de Wageningen?

Quería estar cerca de la zona donde se encontraba la ciudad flotante desarrollada por DeltaSync.
Se trataba de un pabellón de domos construido como un prototipo de estructura auto sustentable. Quería ver el proyecto funcionando y en vivo.
Eso le despertaba emoción y esperaba que la suficiente para ponerlo de mejor talante.

- ¿Por Rijnhaven?
- Precisamente.
- Hay un restaurante de comida marina cerca del puerto. Tiene un ambiente relajado.
- Bien, vamos allá.
- Sí, señor.

Hilda lo miraba.
Se giró para verla.
Ella lo sabía.

- Daniel, ¿has dormido suficiente? Tienes las ojeras muy marcadas.

Se conocían de mucho tiempo. Ella, que siempre había sido muy profesional e incluso distante con él al inicio, había acabado por hablarle de tú y preocuparse por él.
No era algo extraño que terminara por tomarle cariño a la gente que trabajaba para él y viceversa.

Lascurain agitó un poco la cabeza, despabilándose.
- Han sido días agitados. Están tardando en traer el equipaje- intentó cambiar el tema.

Justo entonces sintió como cerraban la puerta de la cajuela.

Si, estaba estresado.
Estaba cansado.
Estaba… molesto de que Novak no contestara ninguna de sus llamadas.

Era el conjunto de todo eso lo que no le permitía dormir.
Trató de relajarse en el asiento.

- ¿Has recibido alguna llamada para mí mientras volaba?

Sabía que era muy improbable, que quien realmente quisiera localizarlo lo hubiera hecho.
Aun así… necesitaba saberlo. Quizá había alguna forma de que el asesor consiguiera su número de trabajo.

Sonrió cínicamente para sí mismo mientras el auto avanzaba, conociendo la respuesta.

Desde el principio le había dado su línea privada al luxemburgués, evitando tanto como pudo que Novak se comunicara con alguien que no fuera él para tratar el proyecto Rá. Ni siquiera conocía a Hilda.

Y es que no quería que cualquier comunicación de él estuviera fuera de sus manos.
Debía ser él quien escuchara su voz en el segundo en que ese evasivo financiero le marcara.

Su asistente no podía haber recibido ninguna llamada suya, porque jamás le había dado acceso a ella.
Y lo sabía.

- Nada, Daniel. ¿Esperabas algo?
- A decir verdad… no.

Entonces su molestia, lo llevó a marcar a Andrew Kelly.
Al cabo de dos timbrazos, escuchó la voz afrancesada de éste.

- Aló, ¿Daniel? ¿Ya llegaste a Holanda?

- Si, acabo de bajar del avión. ¿Alguna novedad con el casino?

El joven arquitecto había quedado a cargo del proyecto con Muggen.

- No. Los materiales están ya comprados y tengo fecha de mañana dos de enero para la
  entrega de material, los trabajadores se presentan mañana también para reanudar la obra  
  cuanto antes. La calibración ya la tengo, te mando los resultados en cuanto corte la
  llamada si gustas.

- Sería perfecto, gracias Andy.

Lo lógico sería que colgara, recibiera el informe y continuara su vida.

De pronto se sintió incómodo con la presencia de su asistente, cosa que jamás le pasaba.
Porque raramente juntaba lo personal con lo privado. Y estaba a punto de hacer algo nada profesional.

- Una cosa más- dijo a Kelly.
- Claro, dime.

- Durante este tiempo que llevas al pendiente, ¿has tenido comunicación con la gente
  de Muggen?

- No de momento. Ellos sólo llevan la parte financiera, por ahora sólo les estamos
  enviando copias de la facturaciones para que lleven el registro. Tenemos reunión en
  dos semanas para revisión con su asesor financiero, Kyan Novak.
Una respuesta perfecta de Kelly, pero no lo que realmente deseaba escuchar.

- ¿Te has comunicado directamente con él en algún momento?
Ahí estaba. No podía ya no preguntar.

- Si, al principio, pero no estos días.

- ¿Has… notado algo raro en él?

Hilda lo miró de reojo, pero enseguida volvió a la agenda.

La duda hizo titubear la voz de Kelly.
- ¿A qué te refieres?

- ¿Él… está bien?

Una pausa breve vino antes que su respuesta:
- No he sabido que haya tenido algún problema de ningún tipo.

- De acuerdo, entonces…

No supo que decir.
Era como si realmente hubiera esperado algo de esa conversación.
Andrew no le iba a poder explicar porque Kyan Novak lo ignoraba.
Se sentía derrotado, frustrado, dejado de lado.

- ¿Me das un segundo?
- Si, por supuesto.

Puso su llamada en espera y tecleó de memoria el teléfono de Kyan. Lo había marcado tantas veces los días anteriores que ya lo sabía.
Sonó varias veces para después irse a buzón… como había sido siempre desde que lo había dejado en su cama.

- Bien, ¿podrías comunicarte con él?

- ¿Con Novak? Claro, ¿hay algo en especial que quieres que le diga?

- Me refiero a ahora mismo.

Otro momento de silencio de Andrew le mostró que estaba un tanto confundido.
No lo culpaba.

- Por supuesto, Daniel, dame un segundo, ¿quieres que te enlace la llamada a modo de
  junta?
- Si, por favor.

El teléfono de Hilda comenzó a sonar.
Ella estuvo a punto de colgar cuando vio quien marcaba, así que pese a que tendría que hablar al mismo tiempo que su jefe, contestó.

- Daniel, es Victoria. Dice que es urgente hablar contigo.

Había tenido buen tino en hacerlo.

- Andy, tendremos que hacer esto luego. Además, te estoy quitando el tiempo.
  Hablamos después.

- No hay problema. Estamos en comunicación.

Su asistente le pasaba su teléfono.
¡Vaya don de la oportunidad tenía Vi!
Quizá era una señal de que debía vencer el impulso de saber que castaño no contestaba solamente a sus llamadas.

- Vi, ¿todo está bien? ¿Qué es lo urgente?

- Lo siento, pero sabes que no me gusta aguardar hasta que tengas el tiempo de hacerme
  caso, los hombres de negocios son todos iguales y me gusta ser tratada como prioridad.
Era una broma con todo el humor de ella.

- ¿No hay una emergencia, entonces?

- Si la hay. Llamo para disculparme contigo.  
  Quería decirte que ahora admito que no debí armar la escena que hice por el asunto de tu
  clóset, no debí intervenir así.

El portugués suspiró la sorpresa que le provocaba escuchar eso tan de repente.
- Vaya, aprecio eso, Vi.

Era extraño que ella le llamara para pedir disculpas.
Y más aún, que lo hiciera con calidad de urgente.

- Pese a lo que puedas llegar a creer, espero sepas que te quiero, Dan. Y deseo que
  encuentres la felicidad.

El moreno fruncía el entrecejo, intentando entrever si algo se le estaba escapando.
No es que no le creyera, pero la conocía de toda la vida y sabía cuándo tenía algo más entremanos.

- Me alegra escuchar eso. Sobre todo ahora que te fuiste de casa.

No se trataba de un reclamo, pero le sabía a mal que ella se hubiera ido justo el día que él se marchaba de viaje.
Nunca había creído en las coincidencias y menos en ésta.

- No podía refugiarme en el castillo. Por muy tentador que fuera.
  Dan, quiero avisarte que antes de irme, volví a tu habitación.

El siguiente latido de su corazón, no se presentó.
Recordó de inmediato la discusión que habían tenido. Lo agrio que había resultado remover esas memorias.

- Regresé y tiré todo. Lo hice sin tu permiso y porque de verdad creo que es lo mejor.
  He pedido al personal que aguardara a que yo te lo dijera.

Repasó las palabras que escuchaba una vez más en su mente.
No podía creerlo.

- ¿Cómo dices? ¿Con qué derecho hiciste algo así?

Tuvo que separarse al auricular del oído, para darse un segundo.
Hilda intentaba hacerse invisible en la cabina.

De pronto sentía un arranque de ira que sólo Vi podía provocarle.




- - - - - -

 


Recordaba perfectamente ese par de brillantes ojos color miel que destellaban intensamente. Se trataba de un hombre furioso, extrañamente furioso.

- Kyan Novak, ¿no es cierto?

Su mención lo hizo titubear por sólo un segundo. El desagrado se fue instalando en su expresión.

Ella sabía de quién se trataba, era el hombre con el que Roger había estado conversando en el Vinnart la noche en que ellos se habían reencontrado, trabajaba para él en Muggen, tenía un proyecto con LD, con Daniel.

¿Dan lo había llevado al castillo? ¿Se había acostado con él?
Era… extraño de creer.

- Te pido me disculpes, no lo digo a la ligera- dijo bruscamente ese castaño de ojos miel,
  en sus labios pese a lo que decía se dibujaba una extraña mueca parecida a una sonrisa.

- ¿Qué fue lo que hiciste?- preguntó Josú de pronto, quien se había instalado tras ella.

- No volverás a verme, ninguno de ambos- prometía- Sólo que te baste saber que Daniel
  Lascurain… es maldito mentiroso.

Se marchaba apresuradamente, tenía la respiración agitada y las manos cubiertas de vendas.  
¿De qué rayos se había tratado eso?

- Senhora! Aquele homem! Aquele homen fez uma bagunça na quarto de sacal!*- avisaba
  con urgencia Aitana a sus espaldas en el idioma natal de ambas.
/*Señora, ¡ese hombre ha hecho un desastre la habitación principal!

No lo detuvo, lo dejó ir.
No iba a hacer peor aquel encuentro.

Había dejado a Josú en el auto, yendo a ver a lo que se refería la doncella pero lo cierto es que nada la habría preparado para lo que vio: Parecía que un huracán de odio había arrasado con el lugar.

El clóset estaba destrozado, la ropa rasgada intencionalmente en el suelo, el espejo roto en afilados pedazos, la cama deshecha con furia.

Entonces lo vio, el jarrón con hortensias que religiosamente era cambiado todos los días en la habitación de Daniel yacía quebrado en la alfombra.

Aquello… le impresionó más que todo el resto.
Ese jarrón de cristal dejaba de existir y todo lo que eso significaba.

Una sonrisa cínica se fue haciendo en su cara.
Si esa no era pasión, ¿qué lo era?

Así que… Kyan Novak.

 



- - - - - -

 

- Quiero todo de vuelta, Victoria. No voy a ceder en esto- decía Daniel.
- Está hecho- sentenciaba ella.

Vi era descaradamente firme también y era claro que la supuesta disculpa que le ofrecía no llevaba ni un ápice de arrepentimiento.
¡No podía creer lo fría que podía llegar a ser esa mujer!

- ¡No puede ser que hagas cosas así!- gritó, abandonando ya el intento de controlar su
  voz- ¿Alguna vez te has puesto a pensar en los sentimientos de los demás?

- Sí, creo que lo estoy haciendo ahora mismo- replicaba controladamente.

Daniel no comprendió a lo que se refería, estaba demasiado molesto.

- Esas cosas tenían que salir de tu armario en algún momento, ¿tiene más de un año que
  las conservas? ¿Qué hay del anillo, aún te lo pones?

Ella había dejado de usar el suyo, había sido radical al momento de decir adiós a la relación con su esposo cuando había descubierto que le había sido infiel.

¿Qué hay del anillo? Preguntaba. Antes de pensar que Vi era cruel, Daniel pensó en esa respuesta.
Y ésta era… un NO.
Ya no lo usaba.

De pronto, toda la furia que nacía en él, se detuvo.



- - - - -



Su alarma sonaba… se apresuró en apagarla antes de que ésta despertara a Kyan. Pero él dormía muy profundamente, su respiración apenas si se sentía.

Estaban en su cama, le había hecho el amor como un loco.

No prendió la luz, fue directo al cuarto de baño y se dio una ducha fría y rápida.
El agua helada en su piel fue despertando rápidamente su conciencia.

Kyan seguía en su cama cuando salió. Permanecía perdidamente dormido como un gato alargando sus patas encajosamente.

Jamás hubiera creído que una persona que podía ser tan retraída, fuera a ser tan invasiva al dormir, había tenido los miembros de ese arisco financiero encima de su cuerpo toda la noche. Anestesiado en la inconsciencia, el cuerpo de Novak resultaba caprichoso y cálido. Pero le gustaba, le gustaba tenerlo encima invadiendo su espacio personal.
Había pasado la noche envuelto en sus piernas y brazos, disfrutando secretamente esa extraña incomodidad, sintiendo como todo eso le hacía encapricharse más con él… ¡como si no existiera un límite para ese sentimiento!

Y odió el hecho de que tuviera que abandonar ese lecho en el que no podía decirse que estuviera confortable.

El agua fría no resultaba consuelo suficiente, quería regresar y volver a acostarse a su lado, disfrutar una hora más de esa paz y de esa intimidad.
Abrazarlo y estrechar su cuerpo, oler su cabello color trigo y perderse en aquel amor tan lánguido.

En cambio, se vistió en el walk in clóset para no prender ninguna luz, habiendo preparado la noche anterior su ropa para salir temprano.
Tenía el equipaje correspondiente a meses comprimido en una valija mediana.
Sólo llevaba dos bolsas de abrigos y sacos.

Cuando por fin salió, listo para marcharse, no pudo sino detenerse frente a su cama.
Novak se había apropiado en pocos segundos de su almohada favorita, la apretaba contra su pecho, su cabello castaño y lacio estaba esparcido, cubriéndole los ojos. Verlo en ese momento dormido tan pacíficamente era algo inverosímil, un privilegio encantador.

Avanzó hasta la cama y se pasó el portafolio de la mano izquierda a la otra, para tener la libertad de tomar la cobija y recorrerla para dejar expuesto un pedazo de ese bello cuerpo desnudo.

Key estaba de lado, así que descubría parte de su lindo trasero y sus muslos blancos tersos y absurdamente acariciables.
Ah… un pedazo de ese hombre…
Sintió unas ganas irrefrenables de besarlos.

Las puntas de sus dedos recorrieron la piel tibia de éstos, suave… tan suave…
No podría amanecer con él. Que gran fastidio.

Entonces… lo entendió. Como si algo en su mundo diera un click definitivo.

Quería pasar el amanecer con él, los amaneceres con él, todos los amaneceres con él
Hacerlo parte de su vida del mismo modo en que alguna vez había prometido hacerlo con alguien más.

Sus dedos soltaron todo lo que cargaba.
Lascurain recorrió esa piel, ahogado en sus sentimientos.

- Key... te amo tanto.

Decirlo lo volvía tan definitivo.
No había nada de mentira en eso, se había enamorado de él hasta la médula.

- Ojalá mi voz pudiera llegar a ti, ojalá lo entendieras.
  Quiero estar contigo… con nadie más.

Una de sus manos se avalanzó sobre la otra y se quitó el anillo.
Se lo había puesto después de la ducha, no había podido evitar hacerlo. Aunque tenía varias semanas sin ponérselo, había querido llevarlo a su solitario viaje. En el pasado, aquel pedazo de metal le había ayudado con su soledad…

Pero esta vez entendió que ya no quería eso. Que no tenía sentido llevarlo.
Estaba listo… para dejarla ir.

Así que decidió poner ese anillo dorado en el cajón. Ahí debía enterrarlo hasta saber qué hacer con él.

No llevaría esa alianza esta vez.
Ni ninguna otra.
Porque había encontrado alguien más con que quería estar.

 


- - - - -

 



El sentimiento de liberación que le trajo ese recuerdo llevó a Daniel a un lugar que no había esperado. Un escenario en que en realidad no le importaba lo que Vi hubiera hecho con las cosas. Si había dejado ir al anillo, podía dejar ir todo lo demás.

Estaba… libre… de ella.

Suspiró, dejando ir aquel dolor.
Dejando ir el recuerdo de la mujer que había desposado.

- Ya no uso la alianza- le contestó.

Era extraño no hacerlo, era extraño querer a alguien más, cuando había creído que jamás volvería a amar a nadie.
¿No había pasado poco más de un año? ¿Era eso correcto?

Pero… no había mentira en ello. Era una verdad que no podía cambiar.

- ¿Sabes qué? Yo soy quien debe disculparse, Vi.
Estaba siendo un necio con respecto a todo ese asunto, ya iba siendo hora de reconocerlo.
- Fallé en darte el apoyo que venías a buscar en mí, admito que estaba ocupado con
  alguien más. Tú ya sabes que ocurre algo conmigo y ese asesor de Muggen, ¿no es
  cierto?

Sabía que Victoria a estar alturas ya habría mandado a investigar algo de él.
Ella solía ser sobreprotectora cuando se trataba de las personas cercanas a ella y él por supuesto, no era la excepción.

- No pensé que fueras a tocar el tema, pero si, lo he conocido de casualidad. En una
  inauguración de arte. No pensaría que sería tu tipo, a decir verdad.

¿Calificaba eso como un comentario mordaz?

- Yo he vuelto con Roger, así que estoy a favor de empezar nuevas relaciones, Dan.
  Por eso quería que te deshicieras de todas esas cosas.
  Me preocupas.

Él vio a Hilda, ella también parecía pensar en él.
¿Qué imagen daba de sí mismo?

- Bueno, he mandado a arreglar tu armario, ya que estoy siendo controladora contigo,
  para que todo esté preparado cuando regreses. Ahora tienes el doble de espacio,
  necesitarás a alguien que lo ocupe.

Le hizo gracia su cinismo.
¿Aquel era el modo en que le decía que aprobaba a ese hombre?

- Debo irme, Vi. Déjame saber cómo está Josú.

- Te mandaré un mensaje extenso. Y buscaré verte pronto- dijo para después colgar.

Aquella fue una llamada realmente esclarecedora.
Lascurain comenzó a servirse agua mineral. Las burbujas lo relajarían, como siempre lo hacían.

Ahora que había terminado su llamada con ella, ¿en que se había quedado?
¿En forzar una teleconferencia con Novak? ¿Y después despedir sutilmente a Andrew de la conversación y preguntarle al castaño el motivo por el que no quería ningún tipo de comunicación con él?

Había aprendido que Kyan podía ser tremendamente evasivo cuando quería serlo, si quería escuchar su voz tendría que verlo en persona. Él no era el tipo de hombre con el que se podía tener una “relación virtual”.
O una relación en absoluto al parecer.

Si hubiera la posibilidad de poder tenerlo cara a cara, podría entender mejor porque se alejaba.

Quería verlo. Y ese deseo estaba siendo cada día más exigente.
Su limousine llegaba al restaurante. Ya no tenía nada de hambre.







Continuará...

Notas finales:

busca a Rin en el horizonte...


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