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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Debido a que me estoy concentrando un poco más en Enzo y Reiner, es que resulta secretamente emocionante escribir sobre Kyan y el innombrable (apodo que ustedes le pusieron, no yo!).

No quiero que piensen que me olvido de ellos!

Y por cierto, estamos a 2 reviews de alcanzar los 500, tengo algo preparado para quien lo haga ^^
 

 

Su barba raspaba contra su mentón, le gustaba ese ardor en su piel sensibilizada por el roce. Sus labios carnosos le robaban el aliento con su incitante intensidad mientras lo besaba sin parar. Podía sentir sus brazos morenos sujetándolo firmes, impidiéndole alejarse, haciendo de ese lugar una prisión de la que no en realidad nunca había deseado escapar.

Recibía de él un beso húmedo y hondo… que le robaba toda su resistencia y razón…

Todo olía al erótico aroma maderoso de su piel al que se había acostumbrado en tan poco tiempo. Podía escuchar en ese lecho el timbre de su voz… que echaba tanto de menos… murmurando el nombre con que muy pocos lo llamaban y a sus palabras roncas en ese idioma de susurros profundos:  “Key… nao consegui deixar de pensar em ti” le decía tan íntimamente cerca como estaba.

Era él.
El cuerpo de Kyan ardía por la necesidad que ese moreno le creaba, sudoroso en aquella cama., retorciéndose por las ansias.

Más.
Gemía pidiendo más… sintiéndolo recorrer su ser a través de besos dotados de desesperante suavidad, tan tortuoso como siempre resultaba.

Quería que lo tocara… quería sentir su calor en el centro de sus piernas. Lo quería dentro… ¡moviéndose en su cuerpo, alimentando su hambre! ¡¡Era una necesidad totalmente imperiosa!!

“Ah, ¡hazlo ya! ¡Deja de jugar!” se escuchaba a sí mismo exigiendo y rogando al mismo tiempo.

Veía sus brillantes ojos del color del acero clavándose en los suyos tan intensamente que le pararon el corazón como un conjuro… esa pantera hambrienta que no aceptaba el no que tanto deseaba decirle.

Key. Key. Key” lo escuchaba murmurar mientras le acariciaba la cara, derritiendo toda su resistencia, volviéndolo arcilla en sus manos…

Y al siguiente instante sentía como se apropiaba de su cuerpo, exigiéndolo para sí tan egoístamente como lo era él.

Sus murmuros de amor en portugués lo sumergieron en un universo de hermosas mentiras… sus manos le apretaban con fuerza las muñecas… más… cada vez más… ¡cada vez más severamente!

Volviendo al placer una agonía.
Volviendo a sus deseos una amoralidad… algo prohibido y vergonzoso que nadie debía saber.

¡Aquel calor enloquecedor volvía… quemándolo por dentro!

“¡Si, por favor!” Gemía.
¡Quería más! ¡¡Siempre quería más de él!!

Se aferraba a su cuerpo, sin poder dejarlo ir… como aquella noche en el castillo donde le había entregado su alma.

“¡Ah! ¡Ahhh!
  ¡Dan! ¡¡Danieeel!!”




Jadeó, sin comprender que era lo que pasaba.
Ah, ¿dónde estaba? ¿Qué estaba pasando?

Sus ojos miel vagaron por su propia habitación, pero su mente adormilada seguía sin encontrar sentido a aquella realidad, preso aún por aquellas intensísimas sensaciones.

Ese paraíso agridulce… se había escapado de sus manos.
Se sentía… inconsolablemente perdido.

Levantó el tronco de su cama, la piel estaba ardiéndole.
Se tocó el cuello, estaba bañado en sudor… y estaba duro. Miró su erección asomándose por sobre las sábanas.

No.
Un sueño erótico. Con Lascurain en él.
Tan intenso. Tan absurdo. Tan ardiente.
¿Qué diablos le pasaba a su mente? ¿No se supone que debía protegerlo de cosas así?

Maldijo todo lo que existía en el universo, sentándose en la orilla de la cama.

Jadeaba.
Su cuerpo traidor estaba excitado por un simple sueño con ese sujeto.
No es como si estuviera necesitado de sexo… había pasado apenas una semana desde lo ocurrido en el Montek, era de verdad su inconsciente siendo un masoquista.

Pero no era de extrañar… que soñara con él.
Evocarlo era algo que hacía penosamente en silencio todo el estúpido tiempo.
Su cabeza era el único lugar donde nadie podía entrar, donde podía liberar sus deseos más despreciables… como lo era seguir pensando en él como un imbécil que no aprendía su lección.

Aquello no era algo saludable, no es como si no lo supiera. Pero mientras no dijera una palabra, en tanto guardara las apariencias… nadie tenía porqué enterarse de aquel anhelo ridículo y enfermizo que se negaba a irse de su pecho herido.

Por dentro… estaba siendo autodestructivo.
Por fuera… no dejaría que se notaba.

Sin embargo, mientras su boca callaba, el resto de su cuerpo no dejaba de gritar el deseo de verle.

Ese guallen. Ese maldito hombre de diáfanos ojos claros.

Se levantó de la cama, aún aturdido. Estaba empapado de sudor.
Había sido tan real aquella desesperada evocación que aún podía sentir en su carne aquel contacto enajenante, ansiado, tórrido e… imaginario.
Todo estaba en su mente.

Fue directo al baño donde se dio la ducha de agua más fría de la historia. La algidez le sacudió aquellas sensaciones arrastrándolo de vuelta a su verdadera existencia, una en la que él no estaba.

No podía seguir haciéndose eso. ¿Cuántas veces se había pedido a sí mismo parar?
Estaba molesto consigo mismo, jamás había dejado de estarlo.
¡Tenía que dejar de pensar en él! ¡Era dolorosamente obvio!  ¿Por qué rayos era incapaz de hacerlo?

Cuando salió, se convenció de tener nuevamente en sus manos en el control de sí mismo.
No dejaría que aquel dolor se volviera su tumba. No de nuevo, no como Rick.

Su despertador sonó innecesariamente, avisándole que eran las siete de la mañana.
Abrió su clóset y comenzó a vestirse, pero apenas se puso la camisa blanca de ese día, su teléfono comenzó a sonar.

El día parecía encaminado a ser peor a cada momento, ¿qué rayos podría alguien querer algo de él a esas horas? Las siete de la jodida mañana.

- Kyan- decía una voz femenina al otro lado- supuse que estarías despierto ya.

¿Aurore?

- Sí, estoy despierto, aun así es…

- Bien- lo interrumpía ella. Si él podría llegar a obviar los buenos modales, aquella joven
  era aún peor- espero tengas unos minutos, tengo que hablar contigo.

- No los tengo, debo alistarme para ir a trabajar. Puedo devolverte la llamada después.

Tenía que admitir que le irritaba escucharla. Y más a esas benditas horas.

- No, definitivamente no- se negaba- Tú jamás llamas de vuelta. Es una pesadilla intentar
  localizarte y lo sabes.

Entonces tuvo el presentimiento que no se trataba de sólo rudeza de parte de la chica que podría considerar técnicamente su hermana. Quizá algo grave había ocurrido en la Casa Azul.

- ¿Se trata de Mila? ¿Está ella bien?
Sintió un nudo en el estómago el tiempo que la respuesta tardó en llegar.

- Ella está bien, echándote de menos como siempre. No se trata de eso.
  Es algo más. Que tiene que ver contigo directamente.

Se sentó en la cama, comprendiendo que esa llamada era importante después de todo.
Quizá el asunto se trataba de la salud de Neru o de la Fundación con su nombre.
Todo lo que provenía de ese sitio, era una parte fundamental de su vida.

- Habla ya. Sabes que no me gusta cuando eres críptica.

Aurore se tomó un exasperante momento antes de contestar.

- De acuerdo, ahí va: Hace unos días ha venido un hombre de la capital.
  Al principio Erika y yo pensamos que era sólo un empresario forrado de dinero con
  ganas de encontrar un proyecto que le diera a su compañía el pretexto perfecto para
  deducir impuestos, pero conforme fue pasando el tiempo se hizo obvio que su interés era
  algo más personal.

  Pensé entonces que quizá él mismo habría sido un huérfano y que se sentía identificado
  con la Fundación, pero poco a poco se hizo obvio que eras tú el tema que más le
  interesaba.

  Ese hombre está completamente obsesionado con todo lo que tenga que ver contigo, no
  pasa un día sin que haga preguntas acerca de ti.


- Daniel…- se escuchó diciendo su nombre.
Después de tanto tiempo de callarlo en su boca y evocarlo en su mente.

Se trataba de él.
¡Claro que se trataba de él!

- Si, vaya, me alegra que lo conozcas de verdad y no sea todo una mentira.

¿Qué hacía Lascurain en Troisvierges? ¿Cuánto llevaba ahí?
Novak sintió que su respiración se agitaba.

- Aurore, dime por favor que tú, como persona con sentido común, no le diste la
  satisfacción de revelarle información sobre mí.

Ella inesperadamente rió.
- Key, estamos hablando de miles de euros, vendería todos tus secretos a cambio de ellos-
  dijo con cínica honestidad- Tú harías lo mismo por los chicos sin dudarlo.

Sería tan fácil molestarse con ella, en el fondo lo estaba, pero comprendía la acidez de ella y sus razones tras esto. Pese a eso, todo en aquella conversación estaba sacándolo de quicio muy rápidamente.

- ¿Así que le contaste toda mi vida como libro abierto?
- No del todo, no le dije nada que no me hubiera preguntado si de algo sirve.

Deseó colgarle en ese instante.
¿Seguía soñando y aquello se convertía en pesadilla?

- ¿Intentó ver a Neru?
-  Naturalmente.
- ¿Y lo dejaron entrar a la residencia?
- Yo misma lo llevé.

- ¡¿Cómo dices?!

El aire que salía de sus pulmones era de pura indignación vuelta un grito.
¿De lado de quién estaba ella?
¡¿Qué mierda?!

- Sinceramente, no esperaba que ella estuviera lúcida, no lo había estado en mucho
  tiempo, como sabes- continuaba ella, sin alterarse.

Era demasiada información, en muy poco tiempo.

- ¿Y lo estaba? ¿Lúcida?
- Si, lo estaba, Key. No tienes una idea.



- - -

 


Era la habitación privada de Neru Novak en la residencia Liewensbam, aquel cuarto que significaba cuidados especiales dada su condición. Ella miraba apaciblemente la nieve caer por la ventana y en un reproductor de vinilos se escuchaba una vieja canción.

Aurore caminó hacia ella, la que había sido su protectora, fuerte como una verdadera leona y que ahora… lucía tan indefensa. Como siempre que la veía a últimas fechas, sentía como se le estrujaba el pecho.

Parecía tan ensimismada que la joven mujer no supo si tenía algo de sentido haber llevado a ese guallen hasta ese lugar.

Neru no se percató de su presencia sino hasta que le tocó el hombro.
Entonces la anciana giró lentamente su cabeza y una sonrisa se creó en su arrugado rostro.

La… ¡la recordaba!

- Ah, mi querida.

Aurore ocultó su emoción, aunque lo cierto es que ver a Neru siendo ella misma le provocaba abrazarla con fuerza, como la huérfana que siempre había sido.

- Escucha ésa canción, Aure, me encantaba cuando era joven, una y otra vez la oía en
  la radio, ¡creo que todos estaban hartos de ella!- se rió- Me han conseguido la grabación,
  ¿no es encantador?

Era la recién llegada quien le había conseguido aquel antiguo tocadiscos y cuatro vinilos muy especiales. Aparentemente Neru no recordaba ese detalle.  ¿Para qué mortificarla con eso si lo estaba disfrutando tanto?

- Claro que lo sé. La escuchabas todo el tiempo cuando aún vivías en la Casa Azul.
  Crecí con esa música, Neru.

El rostro de la vieja pareció visitado por el asombro, pero no duró mucho en sus rasgos cordiales.
- Ah, extraño ver a los chicos, seguro muchos ya se han marchado.
  ¿Cómo va todo allá? ¿Cómo están todos?

Eso le hizo sonreír.
Neru recordaba todo ese día que de pronto se volvía hermoso.

- Nos estamos encargando de que todo esté bien, no tienes que preocuparte de  nada.
  Además, tengo una buena noticia, pero esperaré a que la canción acabe para dártela.

Ambas escucharon el resto de aquella melodía en silencio, la mayor tomó a la joven de las manos, mientras miraban algo tan sencillo como una suave nevada nocturna a través del vidrio.

“Cuando se trata de la persona correcta, hacer lo más simple puede ser lo más disfrutable del mundo” pensó aquel que no había entrado en la habitación. El arquitecto permanecía en la puerta, sin hacer notar su presencia, aguardando con paciencia.

La castaña la soltó de la mano cuando la canción concluyó y antes de que la siguiente le ganara atención, dijo:
- La noticia que traigo, nos concierne a todos, pero en especial a los chicos. Es algo
  bueno pero para contártelo, debo presentarte a alguien.

Dirigió sus ojos azul obscuro hacia donde estaba aquel invitado, haciendo que Neru lo viera también.

Aquella era su entrada, Lascurain avanzó formalmente hacia ella y al llegar a su lado, se puso de rodillas frente a su silla alzando la vista para encontrar su mirada.
El portugués sentía la ansiedad atrapada en su estómago. Ésa era la mujer que había criado a Kyan, su madre.

- Vaya, que hombre tan apuesto has traído contigo.

Su frase le causó gracia.
- Es un placer conocerla finalmente. Mi nombre es Daniel Lascurain.

Ella pareció tomar con humor aquella presentación tan seria.
- ¿Un placer, dices? ¿Quién podría sentir placer de conocer a una vieja como yo?
  No seas tan formal y háblame de tú, por favor.  
  Entonces, Dan, ¿por qué motivo Aure quería presentarte conmigo hasta el punto de
  traerte hasta aquí?

La voz del moreno fue clara en su respuesta.
- Deseo que mi constructora desarrolle un nuevo espacio para la casa hogar que maneja
  tu fundación, yo mismo sería el inversionista.

La mujer arqueó la ceja, siendo suspicaz.
- ¿Y por qué querrías hacer algo así, Dan?

- Porque sé que es tu sueño.

La mujer no pareció comprender esta vez, dirigiendo su mirada desconcertada hacia la joven que había llevado a ese hombre ante su presencia.

- ¿Será mi querida Aure la que te ha dicho eso?

- No. Ha sido su hijo, Kyan.
 
Pudo ser testigo muy de cerca de cómo la mención de aquel nombre provocaba que los ojos azul muy claro de Neru se entornaran con afecto y melancolía, marcando pequeñas arrugas por doquier.

Lascurain sintió una infantil emoción invadiéndolo.
Estaba hablando de él, con alguien que conocía un lado oculto suyo a la perfección y cuyo recuerdo le hacía sonreír.

- Key… siento que tiene tanto que no lo veo- le oyó susurrar.
  Entonces te interesa cumplir mi sueño porque mi pequeño Key te lo ha dicho, ¿no es
  así?
  ¿Es por él? ¿Acaso Kyan te importa tanto?

No supo cómo reaccionar, no había esperado ser completamente transparente para aquella mujer.
Neru rió ante su sorpresa.

- Ah, te he descubierto, ¿no?
  Dime, además de ser un hombre de negocios con nobles deseos, ¿qué papel juegas
  realmente en la historia de Kyan? Él no suele dejar entrar a la gente a su vida.

Lascurain miró a Aurore, incómodo.
Tendría que decirlo frente a ellas, no había remedio.

- Él es muy importante para mí- fue completamente sincero.
  Sé que él creció en la Casa Azul y sé que es parte de la Fundación que lleva tu nombre,
  así que quisiera hacer algo para apoyar el sitio del cual él surgió como la persona que es.

Sintió que se sonrojaba al decirlo.
Estaba resultando más difícil de lo que había creído hablar con la madre adoptiva de ese duro financiero.
Y sin embargo, Neru le sonreía.


- Ah, que dulce eres, Dan. Me imagino que Key te ha de odiar por eso.

Los ojos metálicos de aquel moreno, parecieron sorprendidos una vez más.

Daniel pensó entonces en su propia madre. Ellas dos se parecían en la ligereza que le daban a las palabras, en la facilidad con la que conectaban con los demás.

Él podría llegar a querer a Neru de verdad.
¿No la estaba queriendo ya?


- -


- Tú sabes que no había persona que pudiera engañar a Neru, ella siempre podía ver a
  través de las intenciones de la gente facilidad. Era como si de pronto fuera ella misma
  de nuevo.
  Fue tan inesperado… y tan doloroso saber que era algo efímero- continuó Aurore al teléfono.

La persona del otro lado de la línea era presa de una silenciosa ansiedad.
Aquel relato lo tenía tan sorprendido que el enfado aún no terminaba de llegar por completo.

¿Cómo se había atrevido Daniel a entrar en la parte que más atesoraba de su vida?
¡Aún no podía creer esa insolencia!

- Neru vio a través de Lascurain como si fuera un libro abierto, ese millonario está
  completamente enamorado de ti y al mismo tiempo… parece sufrir por ello.

Aquella charla lo incomodó más de lo que ella podría llegar a comprender, no quería tener que compartir algo como lo que había sido su cercanía con aquel sujeto con Aurore. Era demasiado privado. ¡Ni siquiera quería que su abuela estuviera involucrada!

- ¿Qué más le ha dicho a Neru?

Pudo escuchar una sarcástica risa antecediendo a la contestación.

- ¿Estás bromeando? Ha sido ella la que lo ha interrogado por horas, y él conformemente
  se sentó a su lado y contestó a cada pregunta suya con calma de santo.
  No me preguntes los detalles, porque preferí dejarlos solos.
  Cuando volví, ella lo tomaba de la mano y parecían como amigos de años.

Ahí estaba. Una amarga rabia despertando en Kyan.
¡¡Ese maldito guallen!!
Sintió que temblaba de furia.

- Y ella no fue a la única que se ha acercado.
  Él sigue aquí, se está quedando en la posada de los Schmit.
  Es tan evidente que todo lo que hace, lo hace por ti, y no puedo hacer como que no me
  entero. Tú tienes derecho a saber lo que está pasando… pero si había aguardado a
  informártelo es porque de verdad quiero que él haga aquí su proyecto… y sé que
  decírtelo equivale a que saques las garras y vengas aquí a arruinarlo todo.

No era la mejor elección de palabras, pero era lo que en verdad sentía. Y su confianza con “su hermano” no le requería tener que fingir cortesía.

- Gracias por todo, Aurore- decía tan ácidamente que ella esta vez no contestó.

La joven podía escuchar su respiración vuelta un bufido furioso emitido desde la capital.
Y temió lo peor. Porque conocía bastante bien a Kyan.

- Vas a venir aquí, ¿verdad? Y vas a correrlo a patadas como el idiota que eres.

- ¿Y de quién sería la culpa, Aurore?

El financiero apretaba su teléfono, como si ése fuera el cuello de quien hablaba y deseara estrangularla.

- No tengas duda alguna de que iré.
  Y lo que es más: Espérame allá… mañana mismo- completó, cortando de tajo esa llamada.




Continuará...

 

Notas finales:

*chan chan chaaan*

XD

 


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