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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Bueno, el título de éste capítulo hace alusión a su contenido pero también se refiere a la espera para ésta actualización.

Quienes siguen la historia desde el inicio o me conocen como autora saben que no suelo romper el ritmo de las actualizaciones y siento que les debo una explicación ante lo que ha pasado:

Mi relación de 7 años con mi mejor amiga y compañera terminó abruptamente, yo tomé la decisión de romper porque la situación era insostenible y era muy muy infeliz, las consecuencias... fueron muy caras ya que me quedé sin un lugar dónde vivir y con serios problemas financieros dado que se quedó con dinero mío y tuve gastos bien grandes.

Ha sido un golpe emocional muy fuerte pero más allá de todo eso (yo no suelo tirarme al drama, pese a lo que pudiera parecer dado lo que escribo) me mantuvo seriamente ocupada arreglando mi vida.

Todo ésto me alejó de la historia y de internet en general (de hecho, apenas pude volver a contratarlo en el nuevo lugar donde vivo ahora), las cosas van tomando forma poco a poco pero no miento, ha sido muy difícil, pero en fin...

Ok, basta de gimoteos, la buena noticia? Ya estoy de vuelta! Quizá tarde en recuperar el ritmo que tenía de subida, así que pido paciencia -si, más paciencia- como he dicho muchas veces antes, sin importar nada, no abandonaré la historia jamás, porque tengo incluso ya el final en la mente y mi lado obsesivo no será feliz hasta que escriba FIN (ese día, sí que voy a llorar).

Miles de gracias a quienes leen, a quienes comentan -los amo de verdad!- y sobre todo a los que me ofrecieron su apoyo y sus porras, sus palabras las llevo muy grabadas, de verdad muchas gracias!

 

- Señor Baladi… todo se resolverá, no esté tan preocupado, por favor- dijo la suave voz
  de Aitana en la sala de espera, en un tímido murmuro.

Esa muchacha había resultado ser la hija de Viriato. El viejo y ella habían estado ayudando a Köhler desde hacía semanas y a medida que éste se había ido quedando ciego, se habían vuelto cada vez más indispensables.

Por lo que Enzo se daba cuenta, ese par formaba parte del servicio de los Lascurain desde hacía mucho y de alguna manera… eran una especie de familia extendida también para Reiner, ése adolescente herido que había crecido sin tener realmente una.

Al igual que la asistente principal de LD, Hilda, que rápidamente se había puesto a su disposición para ayudarles a concretar aquel viaje, esos portugueses parecían sinceramente preocupados por el destino del inversionista, podía ver que su interés en el asunto era auténtico.
Viriato incluso había querido saber los pormenores de la operación durante ese largo rato de espera, pues aparentemente el enfermo al respecto no les había dicho prácticamente nada. Había supuesto que a ellos les habría mantenido al tanto, pero era claro que Reiner no quería compartir aquellas noticias con verdaderamente nadie, ¿no había él mismo que prácticamente meterse a la fuerza de nuevo en su complicada vida?

Quizá no era su papel, pero les dijo a grandes rasgos lo que estaba pasando, era grosero no hacerlo, ¿no es cierto? Ellos estaban involucrados.
Explicar aquello seguramente le hizo cambiar su propio semblante pues de pronto Aitana sentía la necesidad de ofrecerle amables palabras de alivio.

El hecho es que le había asegurado repetidas veces a Reiner que todo saldría bien, con tanto aplomo que incluso se lo había creído él mismo.
Pero… no, no estaba seguro que todo iba a salir bien. ¿Cómo asegurar que en unas horas lo vería? ¿Cómo?
Era imposible…

¡¡Necesitaba verlo a salvo!!
¡No podría soportar su muerte! Eso era algo que no iba a poder superar jamás si es que ocurría.

Que él saliera de aquella terrorífica operación era en verdad todo cuanto le importaba… incluso si existiera algún daño neurológico… ¡sólo quería volver a verlo!
¿Era egoísta pensar así?

No podía contemplar un escenario donde la siguiente vez que pudiera volver a encontrarlo, él yaciera en una camilla… muerto, que no pudieran ni mostrarle la cara con la que había quedado después de romperle los huesos… que él no respirara, que no volviera a ver su brillante e intensa mirada azul, que jamás volviera a escuchar su voz profunda… que lo hubiera… perdido… para siempre.

¡Todo aquello era una pesadilla, aguardar sentado en ese salón era completamente angustiante!

- Gracias, por todo, a ambos- dijo, sintiendo la necesidad de pensar en cualquier cosa
  menos en el alemán tumbado en la plancha de la sala de operación, con la cabeza abierta.

- No hay nada que agradecer, el señor Köhler es como de la familia- clamaba Viriato,
  confirmando lo que había pensado- a nosotros también nos ocupa, pero está en las
  mejores manos en las que podría estar, y gracias a usted.
  Señor Baladi, ha hecho todo lo que era posible hacer por él.

Ese sujeto intentaba ser gentil.
Pero no se sentía realmente conformado.
Esa situación estaba rápidamente volviéndose más de lo que podía seguir pretendiendo que era capaz de aguantar.

- ¿Y por qué siento que eso no es suficiente?- se quejó, apretando los puños, sintiendo
  como el miedo se apropiaba de su persona a cada minuto de espera transcurrido.

El majordome sonrió, su cara se arrugaba al hacerlo.
- Porque lo ama. Cuando se quiere a alguien de verdad, nada basta- tomaba la mano de su
  hija, la cual, como una adolescente pareció avergonzarse.

- ¡Papá! Discúlpelo, es un cursi- pareció disculparse ella.

Lo que ese viejo acababa de decirle con tanta dulzura… era cierto.
Pero poco encontraba de alivio. Moría, la angustia lo estaba descomponiendo poco a poco, ¡jamás había sentido tanta en su vida!

¡¿Cuánto tiempo llevaban esperando?!
¡Definitivamente más de lo que le habían informado!
Eso… ¿era algo malo?

Como si el universo diera una respuesta, de pronto por aquella sala se apareció una enfermera de gafas diciendo su nombre, vestía el uniforme de quirófano, venía de adentro de éste.

“La cirugía se está complicando” explicaba incómoda, él podía leer en su lenguaje corporal, estaba fingiendo seguridad, ¿qué no estaba haciendo él lo mismo?
“El equipo se está tomando su tiempo para asegurarse de que todo saldrá bien, deben ser pacientes”.

Podrían ser noticias peores, no es como si no lo supiera, pero… “¿La cirugía se está complicando?” ¿¿Más??

- ¿Qué está ocurriendo?- inquirió- Necesito saber. Por favor.

La enfermera lo miró a través de sus cristales, lo observó con detenimiento. Conocía de sobra esa mirada, la había sentido sobre su persona toda la vida: ella estaba contemplando su apariencia, era claro como su expresión se suavizaba y paseaba sus ojos por su cara atestiguando aquella belleza que poseía y que le distraía de aquella pregunta ¡de la que necesitaba tan desesperadamente una respuesta!

- ¿Me está escuchando?- preguntó, intentando no sonar grosero, sin saber si lo lograba.

Más aquella recriminación pareció hacerla volver en sí.
Parecía cuestionarse a sí misma lo que tenía que decir a continuación.

Baladi necesitaba detalles. ¡Quería saber qué pasaba!
¿Qué significaba que la cirugía se estuviera complicando? ¿Su patético 30% acaso podía disminuir más? ¿Reiner había perdido ya alguna función cerebral?
¡¿Qué rayos ocurría en ése quirófano?!

“Los mantendremos informados” prometía, sin decir más y se marchaba, no sin antes mirarlo de nuevo.
Enzo quedó en su lugar unos segundos, sintiendo que perdía las esperanzas, al siguiente instante nada pudo pararlo de ir tras ella por aquel pasillo.

- Espere, deme un segundo- cuando tuvo su atención, no perdió el tiempo- Él está bien,
  ¿verdad? No está en peligro.

La vio apretar los labios. Era evidente que la ponía en dificultades.
- El procedimiento… es sumamente arriesgado- explicaba- no se puede decir que el señor
  Köhler no esté en peligro.

Su corazón se encogía.
¿Qué tipo de respuesta buscaba? Sin duda una que lo aliviara.
Con lo que oía comprendía… que eso no era posible.

- Pero estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, se lo aseguro- parecía querer darle algún
  tipo de satisfacción.

El italiano la dejó ir, porque no podía hacer nada más.
Un extraño silencio lo invadió todo.
No… no debía pensar que aquel era un mal presentimiento.

¡No!

Enzo no podía regresar a su asiento y charlar de trivialidades con Aitana y su padre.

¡Sentía que se ahogaba! ¡Necesitaba salir!
Sin poder siquiera encontrar palabras para excusarse fue a la salida de aquella sala y cuando no fue suficiente, salió por completo del edificio.
Nevaba con fuerza y el frío berlinés lo abrazó con sus brazos gélidos, congelándole los pulmones.

- Merda! Merda! Merdaa!!
  Rein…

Lo que ocurriera en las próximas horas definiría no sólo la vida de Köhler, sino la suya también. Si ese hombre no sobrevivía… nada sería lo mismo para él.
¡¿Cómo despertar cada día sabiendo que la única persona que había amado de esa forma ya no existía?!

“Controllati!” se ordenó a sí mismo.

Sacó una cajetilla y notó que le temblaban las manos. Su nerviosismo entorpeció sus movimientos y el cigarro que recién sostenía cayó a la nieve.
Eso lo hizo quedar inmóvil. Se observó por un segundo a sí mismo, a la penosa imagen que debía representar.

Su angustia se volvía tangible, ¡como un monstruo devorándole las entrañas!

No podía desmoronarse ahí…
Se tapó la boca, intentando recuperar el control pero…¡no estaba funcionando!
Jadeó, su voz sonaba rota. ¡Estaba a punto de romper en llanto!

“¡Contrólate! ¡Contrólate! ¡Contrólate!”

- Eso es señal de que no deberías fumar- dijo inesperadamente una voz conocida.

Cuando se giró, la impresión lo atrapó por completo, deteniendo el mundo cruel que lo hería tan profundamente.

Entre la blancura de la nevada, un castaño enfundado en un pesado abrigo negro lo mirada con sus hermosos ojos color miel empañados de preocupación donde usualmente sólo había fuerza y dureza.
¡No podía creer lo que veía!

- ¿Key?
  ¿Q-qué haces aquí?

Aunque parecía una visión, era él, no se trataba de un juego de su mente. Su mejor amigo avanzó hasta él, mirándolo fijamente.
- Te echaba de menos, así que tuve que venir a Berlín.

Pero el italiano ni siquiera pudo seguirle el juego, se abalanzó sobre él para abrazarlo con todas sus fuerzas. Su respiración se quebró finalmente.

- Estás aquí… siempre estás a mi lado cuando todo se derrumba a mi alrededor…
  Key…- murmuraba su nombre, enterrando su cabella rubia en aquel pecho- Key…

Novak no había esperado esa reacción, sin embargo le aseguró algo con una voz extrañamente tersa:
- Vamos, ¿qué es lo que te sorprende? Sabes que si está en mis manos, siempre estaré
  junto a ti- lo estrechó entonces de vuelta, muy suavemente, como si temiera romperlo.
 
Ese contacto le daba entereza a la vez que le sacaba aquellas emociones que tanto deseaba mantener a raya. No iba a gimotear, ni siquiera en brazos de Kyan.

No podía dejarse vencer.
No podía.

Los amicos permanecieron abrazados en silencio un rato, mientras lentamente se cubrían de aquellos copos que no paraban de caer incesantemente.

Baladi se perdió en aquellos brazos, sorprendido de cuál cálidos podían llegar a ser en realidad para alguien que solía ser tan esquivo y frío con todo el mundo. Ese hombre de piel de hielo y corazón de fuego.

Su querido Kyan estaba ahí… de nuevo.

- La vida está siendo tan vil contigo, me duele verte sufrir así- le escuchó decir.

Eso… le hizo inesperadamente comenzar a reír, desconcertándolo. El más joven lo fue soltando de a poco para poder verlo y hallar en su perfecto rostro una explicación.

- Entonces, Key, ¡no vuelvas a quejarte de tu vida!

El luxemburgués sonrió sin poder evitarlo, comprendiendo que su mejor amigo estaba encontrando en el humor ácido, un poco de desahogo.
Era la mala influencia de Kyan en su vida, sin duda.

Pero no desaprovecharía la pauta que le daba para aligerar el ambiente con sátira, ¿no era su especialidad de todos modos?

- ¿Qué significa eso? ¿Qué me la paso quejándome?
  ¡No te atrevas a quitarme ese derecho! ¡Es lo único que le queda a mi corazón!

Ambos rieron, aun abrazados y cuando el momento terminó, el rubio lució repentinamente feliz.

- Muchas gracias por venir, en serio.
  Es la tercera vez que te hago tomar un avión, certo?- lo soltaba finalmente, un tanto
  abochornado- Sé que viajar no es tu actividad favorita.

- ¿Y qué? Acabas de decirme que no puedo protestar sobre mi vida dado que tus tragedias
  superan a las mías y no me queda más que darte la razón- bromeaba de vuelta el otro,
  torciendo sus irónicos labios en una mueca divertida- y además, nunca podré ganarle en
  dramatismo a un italiano, me temo.

- Ah, ¿me quieres hacer sentir como un mal amigo? Me temo que eso no funcionará
  hoy… tengo otras cosas por las cuales sufrir, ¿lo olvidas? Como buen biren.

Baladi dio un paso hacia atrás.
El viento sacudió su cabellera, la nieve estaba comenzando a mojarla, se metió varios mechones tras las orejas, sintiendo que estaba hecho un desastre.

El día era completamente gris, cubierto de nieve y frialdad. Pero su mejor amigo había dejado la ciudad de la que odiaba salir para ir a apoyarlo ¡aunque eso implicara ir a otro país!

Sacó un nuevo cigarro de la cajetilla, sus manos ya no temblaban como antes.

Novak lo observó encenderlo, no parecía de acuerdo, así que dio el paso adelante que el otro había retrocedido para acercarse a él y sin más, metió sus dedos entre los suyos que sostenían el cigarro al que iba a dar una calada.

- Pero estaba bromeando con aquello de que no deberías fumar- manifestaba, sus dedos
  tomaban el tabaco, sus pieles rozaron suavemente- ¿No fuiste tú el que me convenció de
  dejarlo en primer lugar?

Baladi miró sus manos juntas y luego lo miró al castaño, Key también lo veía, muy serio.
Éste no lo contemplaba como aquella enfermera, lo veía de verdad a él.

Novak aún llevaba vendada aquella mano, eso le hizo pensar en el dolor que su amigo cargaba sin decirle, lo roto que estaba también.

- Se supone que lo íbamos a abandonar al mismo tiempo, pero tú seguiste con tu vicio,
  Enzo. Hiciste trampa y no lo olvido- lo acusó, tomando el cigarro finalmente y
  arrojándolo al piso con desdén.

Aquello lo hacía sentirse avergonzado.
- Sé muy bien que tienes razón, es sólo que…

- Lo sé, amico- fue interrumpido. Si alguien podía entenderlo con pocas palabras e
  incluso sin ellas, era ese apuesto luxemburgués- Además, te estás enfriando. ¿Qué haces
  afuera sin un abrigo?
  Vamos adentro, ¡está helando!


- - -


El rubio lo condujo a la sala de espera de aquella evidentemente costosa clínica, y aunque no se sentaron cerca de Viriato y Aitana, éstos inevitablemente repararon en su presencia.
El majordome no disimuló en absoluto su asombro de verlo ahí y susurró algo a la joven. Ella, después de escucharlo, clavó sus ojos negros firmemente en él. Novak tendría que ser un estúpido para no darse cuenta.

Reconoció al viejo de inmediato pero no fue hasta que tomó asiento que comprendió que esa morena era la misma muchacha que lo había sorprendido saliendo de la habitación de Daniel después de haberla destrozado durante aquel arranque de furia y celos, un instante muy bajo. Se trataba del servicio del castillo Lascurain el que lo veía llegar.

Vaya, ¿de verdad no tenía derecho a quejarse?
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que el guallen se enterara que estaba ahí?

Pero su siguiente pensamiento lo nubló todo.
¿Haría… alguna diferencia el que Daniel supiera de su presencia en aquel lugar? No es como si éste fuera a buscarlo a Alemania… no es como si… aún existieran esperanzas entre ellos.

- ¿Cuánto vas a quedarte?- le cuestionaba el italiano, tomando asiento- ¿Qué hay de tu
  adorado trabajo?

- Simple: El tiempo que me necesites es el que me quedaré.
  Y de mi trabajo me ocuparé yo, no tú.

- Pero ya tomaste tus vacac…

- No me iré- declaraba, cortándolo- no me importa su opinión, así que ni te esfuerces en
  intentar hacerme entrar en razón, contigo eso no me funciona.

Kyan jugaba con él, lograba distraerlo con sus insinuaciones.
Lo hacía sonreír, inevitablemente, una y otra vez.

El RP se dejó ir en aquel sofá de tapicería brillante, aunque había recuperado la compostura no podía relajarse, su amigo le había quitado su cajetilla y ahora no sabía cómo más liberar su ansiedad.

- Vale, no es como si quisiera que te fueras. Francamente… me hace muy feliz que estés
  aquí, regaños incluidos- sus labios delineados se arqueaban ligeramente.
  Lo que no entiendo es cómo supiste justo en dónde encontrarnos.

Una sonrisa amarga se adelantó a su contestación. El castaño se reía de su suerte, haciendo uso de todo su negro cinismo.
- Daniel aparentemente tiene una hermana menor, ella me lo dijo.

Soltaba aquella sentencia como si se tratara de un mal chiste del destino. La fuerza con la que había actuado antes, súbitamente desaparecía.

“Era cierto entonces” pensó el RP, comprendiendo que no se había equivocado en sus sospechas. Victoria no era la pareja de ese millonario.

- Me dejó saber que tú le sugeriste buscarme- sonaba casi como una acusación- entre
  muchas otras cosas que me dijo- su tono se endurecía, sin embargo no entró en detalles.

El asesor ahí, supuso que hablar de Daniel y Victoria lograría distraer al rubio, así que pese a que abrir aquel tema era algo difícil para él, continuó:
- ¿Cómo es que la contactaste?

Baladi resopló con suavidad, echando la cabeza hacia atrás.

- No se trata de un plan maquiavélico, amico, como supongo que debes estarte
  imaginando en tu cabeza tan tortuosa.
  Ella y Reiner son viejos amigos, yo no la había visto en todos éstos años pero se
  apareció para despedirse de él antes de que nos marcháramos de Lux… ella junto con su
  crío, ese pequeño que se parece tanto a su tío y que pensaste que…

- Era hijo de Daniel- completó el otro, suspirando. Lanzó una mirada hacia los sirvientes
  de aquella familia, sólo para asegurarse de que estaban a suficiente distancia para no
  escuchar aquella conversación. Ellos no los observaban, hablaban en voz baja también.

¿Debía cambiar de idioma?
Alemán, francés, luxemburgués e incluso inglés no debían ser del todo desconocidos para ellos. El italiano de Kyan no era precisamente bueno y probablemente podía entenderse dado que ellos hablaban portugués. No serviría de nada.

- ¿Lo sabías, Enzo?- continuó en su lengua materna- ¿Qué ella no era su esposa?

Su hermoso amigo negó con su cabeza rubia.
- No. Como te dije, no había vuelto a verla, pero Josú….

- ¿Josú?

Su amigo se incorporó.

- El pequeño…- explicaba, aquella mención suavizó extrañamente los rasgos del asesor,
  quizá porque se trataba de un niño como los que vivían en la Casa Azul y por quienes
  ese financiero secretamente tenía debilidad- él me lo dio a entender.
  Y… yo deseaba que supieras la verdad pero quería también que la escucharas de alguien
  que no fuera yo.

- ¡Hubiera preferido mil veces saberlo de ti!- reclamó, esta vez abiertamente, tentado a
  alzar la voz. El otro frunció el ceño, acercándose al castaño para que no lo hiciera.

- ¿Crees que no lo pensé? Pero… no quería ser yo quien hablara a favor de un tipo como
  Lascurain. Porque no deseaba que existiera la posibilidad de que te dejaras llevar por lo
  que sientes por él y decidieras perdonarlo por lo que te hizo esa noche en el Montek.
  No me olvido de cómo maltrató tu cuerpo y no quiero que tú lo hagas tampoco.

Pudo ver como eso descomponía su rostro por completo.
Enzo odió como aquel recuerdo afectaba de aquella manera a su persona favorita.
¿Cómo no aborrecer a Daniel Lascurain?

Temía que Kyan fuera capaz de condonar el que ése tipo le hubiera hecho daño, porque pese a que sabía perfectamente que se trataba de alguien duro y severo que no toleraba estupideces de nadie, también era cierto que estaba en verdad enamorado de Daniel.
En el pasado, su mejor amigo había dejado todo su orgullo y sus reglas de lado debido al amor... por Ricard. Y bien podía volver a hacerlo.
Novak era el tipo de persona a la que el amor arruinaba, por eso temía tanto abrirse a los demás.

Entonces, sus peores miedos tomaron forma, tal como había sospechado, en las siguientes palabras que ese financiero le dirigió:

- Incluso si yo… quisiera volver a tenerlo en mi vida… ¿qué te hace pensar que él querría
  regresar a la mía?

Una simple frase dijo demasiado.
Ahora le era muy clara aquella verdad. Su amico estaba sufriendo por Lascurain… como siempre y lo peor de todo, es que ya estaba contemplando la posibilidad de olvidar la violencia ejercida contra su persona por ese imbecille.

Que injusto.

- ¿Qué me hace pensar que Daniel querría volver a tu vida, preguntas?
  Debe ser el que él está enamorado como un loco de ti, tanto como tú lo estás de él.

Aquel par de ojos de tono tan cálido, lo miraron de inmediato con… ¿repudio? Sí, repudio. Kyan no solía mirarlo así nunca y le sorprendió.
Fue evidente que aborreció el contenido de aquella sentencia que acababa de decirle, porque lo ponía en evidencia.

- ¿Estás burlándote?- inquiría indignado.

- No. Por supuesto que no- declaró tajantemente- No sería capaz de algo tan absurdo
  cuando hablas de algo que te afecta tanto, ¿por quién me tomas?- comprendió que debía
  explicarse- Yo hablé con él, ¿recuerdas? Tú escuchaste su voz al teléfono.
  Le reclamé lo que te hizo, le pedí que me explicara lo que pasó entre ustedes.  
  Tu nombre le pesaba tanto… estaba… tan… -¿debía decirlo?- arrepentido, Key.

¡Detestó ponerse de su lado!
Pero… ¿qué se suponía que debía hacer?
La realidad de aquel amor que esos dos se tenían era extrañamente clara.

Enzo mismo estaba aguardando con el alma en un hilo el poder volver a ver a la persona que más quería, ¡sintiendo que los segundos que los separaban eran un verdadero infierno!
El pensar en tener la oportunidad de en verdad poder amar a Rein como nunca se había permitido… era toda su esperanza en medio de tanta negritud.

¿Qué tenía Kyan en cambio? Nada.
Sabía perfectamente lo destrozado que estaba. “Quejarme es lo único que le queda a mi corazón” había dicho mofándose de sí mismo minutos antes, pero su supuesta broma dejaba entrever un sufrimiento real, aquel que durante esa semana había silenciado para ser un buen apoyo para él. No es como si no se enterara.

Baladi no podía seguir actuando como lo estaba haciendo.
¡No tras lo que él mismo estaba viviendo!
Si estaba pidiendo tan vehementemente una nueva oportunidad junto a su alemán… quizá debía replantearse su necia oposición a que esos dos estuvieran la suya.

Después de todo… ¿no Kyan se preguntaba si Daniel lo aceptaría de vuelta?
Su pobre Key.

Le había dicho que ese tipo estaba arrepentido y eso pareció bastar para hundirlo en un mar de confusión del que trataba de salir y evidentemente fracasaba.
¿De verdad le caía de sorpresa enterarse del arrepentimiento de Lascurain? ¿De su enamoramiento? ¿De qué hubieran hablado de él?
Tal vez… eso no era todo.

- Pero… tú no crees que debería darle otra oportunidad, ¿no es cierto?
  Lo detestas.

Sonó realmente triste. La voz de Kyan últimamente tenía esos matices que lo inquietaban, que conocía perfectamente de un pasado deprimente.

Pero aquel era sin duda un nuevo chance de recordarle que ese tipo rico sólo le había traído problemas y dolor, pero… no pudo seguir interfiriendo, no cuando lo veía tan secretamente obstinado en buscar una razón para verlo de nuevo.

Rayos…

- Se trata de un hombre que te hizo mucho daño- le explicó, ¡como si hiciera falta!- quizá
  estoy siendo demasiado duro, pero sólo estoy intentando protegerte de que vuelva a
  lastimarte, ¿no es lo que debería hacer como tu hermano mayor?
  Pero al mismo tiempo… sé que lo amas. Sé que no dejas de pensar en él- vio como
  abría los labios para protestar y no lo dejó- Sé que quieres perdonarlo. A mí no me
  engañas. Lo sé, Key, es tan obvio.

Pudo ver como con impotencia no fue capaz de contradecirlo y como lanzó un suspiro de pura frustración. Kyan, cada vez más incómodo en su propia piel paseó su mirada color atardecer en aquella estancia, en busca de una respuesta que no terminaba de hallar.

Pero más allá de cualquier muestra de fastidio, escondida estaba una añoranza secreta que transformaba la acritud de su semblante, Enzo le había visto esa expresión una y otra vez siempre que pensaba en aquel portugués… así de poderoso era el efecto de ese hombre en él. Aunque lo negara mil veces.

- Yo… cometí un error muy grave, Enzo- dijo de pronto, sin poder contenerlo más.
  Malinterpreté las cosas, me hice un terrible juicio erróneo sobre él y me basé en éste
  para juzgarlo. ¡Fui un idiota!
  ¡Fui TAN idiota!

  Y… y no puedo fingir que no fue así, hacer como que eso no pasó… ¡por más que
  quiero no puedo parar de pensar en eso!

  ¡Él no sólo NO me engaño! ¡Sino que esa argolla que me hizo odiarlo tanto era de la
  mujer que perdió! ¡Ella murió… no es casado, es viudo!

Baladi no había esperado escuchar eso, no estaba enterado de esa parte.
¡Debía haber sido aún más horrendo escuchar esa verdad de los labios de Victoria!
Oh, no…

- ¿Podría ser aún más vergonzosa la actitud que tuve todo éste tipo con él?
  ¡Es como si mi suerte se burlara de mí para hacerme sentir aún más estúpido!
  SCHÄISS!- maldijo, enojado.

- Tú no sabías nada de esto, él no te lo dijo- intentó justificarlo, calmarlo.

- ¡Nunca quise oírlo! ¡Jamás le pregunté directamente y me quedé a escuchar su
  respuesta!
  Me he preguntado el por qué lo hice, porque saboteé todo. Y ahora comprendo que
  quizá… sólo buscaba un pretexto… para no dejarlo entrar en mí.

Esa súbita honestidad lo sorprendió aún más.

- ¿Y qué ocurre ahora que ya me lo dijeron en la cara, Enzo?
  ¿Debería dejar las cosas así?
  ¿Debería buscarlo?
  No sé… qué hacer.

Entonces, sus ojos se calvaron intensamente en los suyos.
Había tanta angustia en ellos que le hizo sentirse mal.

Iba a arrepentirse de contestar así, ¡lo sabía!
Pero aun así, lo hizo:

- No. No creo que esté mal que aclares las cosas con él.
  Quizá… esta vez podrías cerrar ciclos como no pudiste hacerlo con Rick.

Estaba siendo áspero con aquella respuesta aunque de antemano suponía que el sentido último de aquella frase no iba a ser tomado muy en cuenta.
Sin embargo había nombrado a alguien, una persona cuya simple mención aún lograba hundir en serio a Kyan, pudo ver claramente en ese momento como ese D´Oria aún tenía la capacidad de afectarle profundamente, como si el tiempo no borrara aquel tormento.

- No… no menciones a Ricard- pidió en un murmuro, aquella exasperación tomaba un
  nuevo rumbo- ¡no lo compares con Daniel!

Baladi se preguntó si había algo que se le estaba escapando.
Novak... ¿aún guardaba sentimientos por Rick? ¿Después de todo lo que le había hecho pasar? ¿O era justamente al revés y ese nuevo amor se había ganado un lugar especial que ameritaba una distinción?
De pronto las comparaciones entre Lascurain y D´Oria se hacían inevitables.

Sea como fuere… el financiero parecía realmente abrumado.
Toda la coraza con la que solía protegerse, se estaba viniendo abajo.
¿Cuánto llevaba sintiéndose así? El rubio se sintió culpable por dejarlo solo en aquella montaña rusa emocional.

- Lo lamento- fue todo lo que pudo decir, comprendiendo que no debía haber mencionado
  a ese otro idiota.

Kyan agachaba la cabeza, sus manos vendadas se juntaban frotándose nerviosamente una contra la otra. Herida contra herida.

- He pensado tanto en esto… probablemente demasiado.

  Enzo… hace poco me dijiste algo que no he podido sacarme de la cabeza.
  Que ibas a luchar por tu felicidad, que era lo único que tenía sentido en la vida. Que no
  querías que el miedo siguiera entorpeciendo tu camino.

  Quisiera… poder ver las cosas con la claridad con la que tú lo haces, quisiera poder
  superar el dolor que Ricard me causó con sus constantes rechazos, que mis padres me
  causaron cuando me abandonaron… ¡toda la vulnerabilidad que me han hecho sentir y
  que no puedo dejar atrás!


Jamás… lo había escuchado hablar así.
¡Kyan jamás había verbalizado su verdadero dolor de aquella manera!
Pero sorprendentemente, aquello no era todo lo que iba a admitir…

- Hablar con Victoria me hizo darme cuenta que fue debido al temor que tengo que
  actué como actué con Daniel.
  Porque tengo miedo… miedo de que me importe, miedo de quererlo y depender de esa
  felicidad que sentí con él… ¡miedo de que me dejara como me dejaron las personas a las
  que más amé y que debían quedarse a mi lado y no lo hicieron!

Ese despiadado asesor estaba desnudando por un segundo su alma ahí, dejando a Enzo sin palabras.
¿En qué momento había ocurrido aquel momento de reflexión tan profunda?

- ¿Y qué conseguí al final? ¿No lo que más temía? Que él renunciara a mí.

Era tan duro.
¡Tan franco y triste a la vez!

- Todo esto no hace más que ponerme mal- cerró sus ojos miel, apretándolos- ¡No dejo de
  pensar en él y en mis errores, una y otra vez, todo el tiempo! Éstos días han sido así,
  interminables y tortuosos… ¡y francamente jamás esperé que me afectara como lo hace!

Baladi iba a decir algo, pero el castaño no paró, buscando su catarsis.

- Por fin entiendo a lo que te referías, lo entiendo porque yo deseo lo mismo, quiero
  encontrar mi propia felicidad.
  Y yo también… estoy cansado… de endurecer mi corazón, de luchar en contra de mí
  mismo, de ser ese alguien que no necesita a nadie, esa persona… que no soy yo en
  realidad.

Kyan decía querer ver las cosas con claridad, pero para su amigo, se hacía evidente que eso ya estaba comenzando a ocurrir.

No pudo sino alegrarse por él, quizá ése dolor que siempre había tenido dentro de sí, no fuera a llevarlo por siempre consigo, deseó de todo corazón que así fuera.
Key no necesitaba más desdicha, merecía en verdad aquella felicidad que tantas veces le había sido negada…
Sonrió amargamente, queriendo ver tras aquella tortura que se estaba auto infligiendo… una sanación.

- Nunca pude cerrar ciclos con Rick, tal como lo has dicho, él me dejó y nunca volvió-
  era de pronto inusualmente honesto respecto a un tema que siempre evitaba con todas
  sus fuerzas- Ricard jamás me dio la oportunidad de tener un cierre… y nunca pude sanar
  realmente.
  No quiero que eso me ocurra con Daniel, no con él.
  Y aunque es muy obvio que las cosas entre nosotros han terminado definitivamente y
  que no puedo cambiar lo que hice… quiero pedirle perdón.

¿El señor Novak admitiendo sus errores y buscando disculparse?
¡En serio no sonaba como él!

Para Baladi era clara toda esa turbación pero también lo era aquella contradicción.
Su amigo hablaba de tener un cierre con Lascurain, pero después de todo lo que había dicho… sería absurdo creer que en serio buscaba apartarse de él y dar carpetazo a sus sentimientos. Kyan lo amaba al grado de ponerlo en las mismas oraciones que a Ricard.
Al grado de enfrentarse a sí mismo como nunca antes lo había hecho.

Si tan sólo su querido tonto se escuchara a sí mismo de vez en cuando…

Suspiró. No había remedio entonces.
¡Porque no quería seguir escuchándolo hablar amargamente de Daniel Lascurain los siguientes 10 años!

- Key, yo puedo tener mil opiniones, pero la tuya es la única que cuenta al final del día.
  Hazlo entonces: Búscalo, explícate, escucha lo que tenga que decirte.
  Y dile adiós, si es lo que en verdad quieres.
 
Lo contempló.
Kyan Novak sentado en aquel sillón, con las manos vendadas juntas y los ojos afligidos… lucía como un pequeño niño.
Si no fuera tan preocupante su fragilidad, la encontraría totalmente adorable.

Deseó estirar la mano y acariciarle ese rostro tan desesperanzado, pero no lo hizo para no romper el momento y avergonzarlo.

- Amico mio… encuentra tu felicidad y ésta viene con él, que así sea- aceptó, finalmente
  pese a lo duro que fue.
  Sólo sé… que no debes quedarte con la duda, porque la duda… es lo peor- completó.

El otro supo por qué lo decía.
Ese rubio no hacía otra cosa más que aguardar impacientemente por Köhler.
Un hombre que probablemente… no saldría de ahí.

Novak miró a su fratellino. Pese a la situación, Enzo le sonreía.
Un ser tan bello era fácil que luciera frágil pero se trataba de un hombre realmente fuerte en realidad, que en pocas semanas había soportado los peores embates imaginables y que seguía luchando, sin detenerse, pese a todo.
Admiró su entereza, la envidió un poco.

¡Ese idiota alemán tenía que salvarse, sería muy muy estúpido perderse un futuro junto a alguien como Enzo!

- Herr Baladi?- se escuchó de pronto.

El joven se pudo de pie de inmediato al ver al que debía ser el cirujano, un tipo muy alto con cara de cansancio.

Kyan sintió una punzada de angustia.
“Por favor… no le dé malas noticias” rogó “No le diga que él ha muerto”.

La siguiente escena ocurrió lentamente, como si se tratara de una película.
Su precioso amigo cruzaba aquella sala hasta llegar al médico, cargando una tonelada de estrés y miedo sobre sus hombros, Viriato y la chica se ponían de pie también, expectantes.
El silencio se hacía entonces dueño de todo.

- ¿Sí?- inquiría ese hermoso ser, usando lo que debían ser lo último de sus fuerzas-
  ¿Cómo está, Reiner? ¿Qué ha pasado?

Aquello tenía todo el potencial de convertirse en una horrenda e irreversible pesadilla.
Novak se preparó para lo peor, desde antes de salir de Luxemburgo se había mentalizado.
Pero… Enzo no. Podía ver como el pavor le manaba de la piel, como la tensión le endurecía fuertemente su cuerpo, como apretaba los labios.

¡Él no merecía sufrir más!
¿Qué no había tenido suficiente?

El médico se talló la cara, despabilándose.
- Hemos terminado la operación… él ha sido llevado a cuidados intensivos.
  Tendremos que esperar a que despierte para saber si ha habido daño cerebral, pero
  está vivo.

Entonces algo inesperado le ocurrió a Enzo:
El alivio que le vio sentir fue reemplazado rápidamente por una lividez que se apropió totalmente de él, poniéndolo de un segundo a otro peligrosamente pálido. Al siguiente segundo, su mirada esmeralda perdió por completo su brillo.
Kyan pudo ver cuadro a cuadro como el alma se le escapaba del cuerpo y su equilibrio… desaparecía. ¡Y aunque dio pasos largos para llegar a él, no llegó a tiempo para sostenerlo!

Fue tan súbito que el médico y Viriato tampoco consiguieron reaccionar a tiempo y detener su aparatosa caída.

Enzo golpeó duramente contra el suelo de aquella sala.

- ¡Señor Baladi!- gritó Aitana, corriendo hacia él.





Continuará...

Notas finales:

Espero les haya gustado.
¿Me echaban de menos?

Por cierto, el siguiente capi es el número 100.
¡100!

 


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