Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AFFAIR por malchan

[Reviews - 1220]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!

Espero estén muy bien. El drama de mi vida continúa y este mes parece que los dioses me castigan.
Será por ver tanto manga hard? Por desdeñar las cosas que me son absurdas de la moralidad?

Como sea, me refugio en mi mundo interior y dado que de momento ando guardando reposo pues tiene sentido, mi reclusión me ayudó grandemente a escribir esta actualización (que además me salió muy larga), así que de algo está sirviendo la desgracia XD

Obvio no me voy sin pedirles que comenten estos capis, que son tan importantes justo estos y son tan desgastantes de escribir!


¡Sería una jodida broma si tras la puerta estuviera ese financiero! pensó Reiner.

Pero la forma en la que la cara de Daniel había cambiado ante la posibilidad de que así fuera, hizo claro lo que Köhler había sospechado, su amigo seguía teniendo esperanzas, aunque dijera que no. El necio de siempre, ¿podría haber sido diferente?

¡Pero no había esperado ver a ese sujeto efectivamente ahí! ¡Parado en el umbral de la habitación misma de Dan!
¡Su mente hizo corto circuito!

...

Cerró la puerta, sin saber qué más hacer, dejando al luxemburgués completamente desconcertado del otro lado. La reacción del alemán era inesperada, ¡no era el único tomado por sorpresa!

- ¿Quién es?

Dio un paso atrás, sintiendo como si segundos antes hubiera invocado a ese luxemburgués con su pensamiento. ¿O era el destino? Reiner jamás había creído en ese tipo de cosas.

- Es... él.
  Es jodidamente él.

El disgusto de Lascurain sólo se hacía patente.
- Deja ya eso, ¿quieres?
  Llevas hablando de Novak... demasiado.


--


La actitud de Reiner en verdad lo fastidiaba, ¿porqué ese hombre podía llegar a ser tan encantador en un momento y tan insoportable al siguiente?

Juraba para sí que era mejor estar sin Key, sin importar los argumentos porque simplemente tenía que convencerse de eso.
¿De qué otra manera podía lidiar con su propia situación? Tenía que enfocarse en lo que tenía, no en lo que había perdido.

Pero, ¿en verdad estaba mejor sin él? Reiner sugería que no.
Lo cierto es que sería mentir decir que no había disfrutado en silencio cada día que ese financiero aparecía en el hospital sólo para estar con él, en que le hacía compañía sin importar lo que pasara en el resto del mundo. Todo el tiempo de ese castaño le había pertenecido esos meses de una forma inverosímil y circunstancial.

Pero… tras todo deseo o necesidad, Daniel reconocía estar herido, vulnerable, asustado, confundido… ¡no quería que sus sentimientos por ese castaño le hicieran sentir más desvalido de lo que ya estaba!

Un tipo así, incluso si regresara, no se quedaría, no con él estando así, porque Key... no le amaba.

Era lo mejor, era lo mejor... se repetía, queriendo creerlo de veras.

Más la puerta volvió a sonar, quien tocaba, lo hacía con fuerza.

Estaba sintiéndose ansioso y todo era una tontería, ¿no?
Movió su silla para entrar a la habitación.

- Abre- pidió. Sus manos apretaban el brazo de la silla de ruedas, diciéndose que era sólo una idea
  en su cabeza, que tenía que serenarse y dejar de portarse como un tonto.

Y es que estaba sorprendido de lo ansioso que podía sentirse.
“¡Abre ya!” quiso gritar.

- De acuerdo, pero ya te lo he dicho, en serio es Kyan- insistió su amigo.

Nada habría preparado a Daniel para ver ahí al señor Novak.
Su corazón… dio un infantil vuelco en su pecho.


--


- ¡¿Por qué Reiner le había cerrado la puerta?!

Kyan quedó pasmado al verse negado de esa manera.
No es que no estuviera preparado para el rechazo, ¡porque creía estarlo! Había estado trabajando en ello pero esa forma tan brusca sólo lo dejaba sin qué pensar.

Tampoco había esperado que fuera Köhler quien le abriera, claro, ese inversionista era amigo de Daniel e incluso su socio, pero... ¿qué se supone que hacía en su habitación?

Volvió a tocar la puerta, demandantemente. Sintiendo el calor llegando a sus mejillas.

Cuando el alemán le volvió a abrir, le encontró una mueca en sus aún sorprendidos labios. Aunque no podía decirse que lo conociera mucho, supo que en ese gesto había sátira, lo cual comprobó cuando el siguiente movimiento de éste fue apartarse de la puerta con formalidad y crearle un camino. Ponía una sonrisa perfecta y odiosa al hacerlo.

Kyan saludó apenas y sin dar un paso al frente miró lo que había más allá del paso que se le ofrecía, descubriendo a un completamente atónito Daniel a varios metros de distancia, sentado en algo que después comprendió era una silla de ruedas, ¿habían descubierto que no podía caminar o era sólo una ayuda?

Después miró su rostro, toda la impresión que su presencia le causaba plasmada en unos hermosos ojos grises cuyo tono cristalino no había olvidado.

Un respingo de emoción lo inundó por completo, porque eso era lo que Daniel podía causarle sin mover un dedo.

Lo contempló atentamente, tratando de saber cómo se encontraba con sólo aquella imagen, porque no estaba seguro de cuánto tiempo le permitirían permanecer ahí.

Lucía... torturado.

- Supongo que quieres pasar- decía el novio de Enzo, aguardando- pero, ¿qué es lo que
  piensa Dan de eso?

Ahora la decisión pesaba sobre aquel portugués. Key sentía que sus palpitaciones se aceleraban y se sintió súbitamente sofocado.

¡Y el guallen no decía nada!

¡Había ansiado escuchar su voz nuevamente!
¡Había soñado con ella!

- ¿Puedo?
  ¿Puedo pasar, Daniel?


--


¿Quién le había permitido llegar hasta la puerta misma de su propia habitación?
El portugués no lo comprendía.

Nadie no autorizado podía llegar hasta ahí.
¿Quién lo había dejado pasar por la puerta de cristal? ¡Hasta su lugar más íntimo donde se refugiaba como un animal herido!

Más la siguiente idea, que pudo todavía más con él.
¡¿Qué estaba haciendo ese hombre ahí?!

¿Qué harías si él regresara pese a lo que le hiciste, pese a lo que se hicieron?
¿Le dirías que no con la pasión con la que me lo dices a mí?

Reiner acababa de preguntarle eso, ¿cierto? Porque no parecía creerle.
Ahora, enfrentado a aquella suposición vuelta realidad, no supo qué hacer.

Mudo, observó a Kyan atentamente, tratando de saber cómo se encontraba con sólo aquella imagen, porque deseaba grabárselo en las retinas.

Parecía... bien, mucho mejor que antes, ¡un vistazo bastaba para notarlo! No vestía un saco como casi siempre, llevaba un suéter negro tejido esponjoso, unos informales jeans. Su cabello del color del trigo lo llevaba completamente libre, casi despeinado... pero su falta de formalidad no era un caos desesperado que le recordaba durante el tiempo en el hospital.
No escondía las manos tampoco.

- Daniel- le hablaba de nueva cuenta- ¿Puedo pasar?

Repetía la pregunta, dando por hecho que podía contestarla.
El alemán también lo miraba, aguardando.

Si le decía que no, estaba seguro que su socio lo sacaría de ahí, tal como su padre había hecho alguna vez. En aquella ocasión había sentido aquella humillación como si fuera suya, se había arrepentido tanto de haberla provocado en la persona que decía querer.

No pudo.
No pudo ser grosero y correrlo.
¡No pudo hacer eso de nuevo!

Bajó la mirada, sintiéndose completamente impotente.
Como siempre a últimas fechas.


--


Daniel no estaba bien.
Las ojeras preocupantes que tenía, su rostro endurecido y apagado, su cuerpo tieso e incómodo.
Se encogía en aquella silla de ruedas, enpequeñecido.

Su fragilidad le causó un sentimiento que no solía tener, un instinto protector que le hizo pasar de una respuesta y dejar de pedir permiso, su cuerpo tomó movimiento avanzando hacia él, obedeciendo su impulso de verlo de cerca y saberlo bien.
Contrario a lo que pensaba, no fue detenido por Köhler.

Caminó los metros necesarios para llegar al sehnor y una vez frente a él, notó la diferencia de estaturas que ahora había entre ellos por la silla de ruedas. Adivinó que aquello podría ser duro para éste, intentando ponerse en sus zapatos, estaba trabajando en la empatía así que se puso de cuclillas descubriendo que era mucho más fácil mirarlo a la cara de esa manera.

- Necesitaba hablar contigo tanto.
  No me pidas que me vaya.

La sorpresa no abandonaba a Daniel, cada instante crecía más ante esa mirada miel cuya intensidad ya conocía, y ahora estaban tan de cerca mirándolo sólo a él.

- Te echaba de menos- seguía- siento que tiene mucho tiempo desde la última vez que
  pude verte, aunque quizá no ha sido así del todo.
  Déjame hablar contigo, sólo te pido unos minutos, Reiner puede esperar afuera y
  correrme cuando tú lo pidas.

La distancia entre ambos era tan poca, que Lascurain no podía apartar la vista.

Sí, lucía bien. El semblante de Kyan había cambiado, sus facciones parecían haberse relajado y más a profundidad podía ver sus mejillas más tersas, ya no estaban hundidas por su bajada de peso. Parecía más presente que nunca... era diferente, incluso más allá de las apariencias. No pudo evitar pensarlo.

Era verdad, sentía que tenía una eternidad sin estar junto a él, aunque no fuera así.
Daniel lo supo entonces, aquello que sentía por él, no se había ido a ningún lado.

Ni siquiera había podido convencer a Reiner, ¿qué pretendía estar haciendo?

- Dan puede hablar, sólo que elige no hacerlo- explicaba su amigo, preguntándole sin
  palabras qué demonios hacer.

Era cierto, no había dicho nada todo ese rato.
Estaba siendo extraño.

- Déjanos... solos, no es necesario... que esperes afuera- habló finalmente.

Pese a que segundos antes había teorizado tanto un encuentro entre ellos, Köhler de pronto, en verdad tuvo dudas. Fue por eso que tardó un poco más de lo esperado en salir de ahí.

La conversación que acababa de tener con quien acababa de irse se estaba volviendo profética.

Había dicho no necesitar a quien acababa de llegar, pero... ¿qué tan cierto era?
En ese momento, lo que más deseaba hacer era estirar su mano y tocarlo, sentir en su piel la piel de él.

¡Quedarse a solas con él creaba una tensión en el aire!
No podía ser sólo una impresión, ¿cierto?

Así que echó su silla hacia atrás, alejándose del financiero, porque en verdad la necesidad de estirar su mano y tocarlo de pronto se volvió incontenible.

- ¿Hablaste... con mis padres?

- Tu hermana dio la orden de que me dejaran pasar y Viriato me llevó al despacho de tu
  padre. Tu madre pidió a Aitana me llevara hasta aquí, si lo han hecho es porque se los
  he pedido, no te molestes con nadie más que conmigo.

Fue extraño oírlo defender a su propia familia.

- ¿Qué es lo que... qui...quieres decirme?

¡Maldición! ¡Hablaba como idiota! ¡Era vergonzoso balbucear frente a él!
Sin embargo, súbitamente lo vio sonreír.

- Me da mucho gusto saber que puedes hablar.
  No he dejado de pensar en cómo estarías.

No, no había esperado algo así.
Lascurain estaba preparándose para una serie de gritos y reclamos, ¿qué no siempre era lo mismo con ellos? A cambio, Novak sonreía sinceramente.
¡Y lucía odiosamente guapo!

Ese hombre... lo desarmaba en segundos... como siempre.

Y, ¿desde cuándo Kyan decía aquello que sentía tan libremente?
Aquello estaba perturbándolo.

- He regresado a Lux, me fui a Italia este tiempo con Anna.
  Hay mucho que quiero decirte, ni siquiera sé por dónde empezar.

¿Acaso sólo quería charlar?

Daniel lo miró, a sus labios que hacía un segundo habían formado una sonrisa.
No, él no podía tener una plática.
Quería... besarlo, quería hundirse en aquel cuello, respirar su aroma, quería abrazarlo con todas sus fuerzas.

Apretó los dientes, frustrado, entendiendo su propia intensidad.

- Debí hablar contigo de esto antes, pero hace unos meses ni siquiera sabía cómo haberlo.
  No debí ocultarte muchas cosas y acepto mi responsabilidad respecto a todo el mal que
  te hice... incluyendo ésto.

Se estaba refiriendo a su condición. El tema más sensible que podía tocar.

Aquello lo molestó, pero contrario a lo normal, fue por motivos diferentes.

Durante el ataque de D´Oria, Lascurain había elegido sacarlo de aquella casa a cómo diera lugar, porque en ese instante horrendo era lo único que tenía sentido de hacer.
¡No iba a permitirle a la vida quitarle a alguien más!

Si bien lo que había pasado después había sido una verdadera pesadilla, él había elegido el riesgo. Había incluso estado dispuesto a morir esa tarde, sin titubear, por él.

Y pese a cómo se encontraba, sabía muy en el fondo... que no se arrepentía.
Que lo haría de nuevo, por saberlo vivo, lejos o cerca de él.
Porque lo amaba más allá de todo.

- Esto... no es tu culpa, Kyan.

Apretó la mandíbula, consciente de lo que acababa de decir. Defender a ese joven había sido algo justo, pero no jugaba a su favor.

Eso pareció trastocar al otro.
Pero en seguida le vio dar el paso que Daniel había usado para separarlos, llegando a él.

- En realidad me alivia que pienses así, pero... admítelo, en muchas formas, soy el
  responsable. Tú fuiste atacado por defenderme y esa esa una verdad.

Pero para su oyente, era injusto que él se señalara así.
Claro, le convenía que se sintiera mal por ello, representaba un buen motivo para mantener distancia.

“Eres el motivo, no el culpable” deseó decirle.

- Sin embargo- le escuchaba seguir, porque realmente venía a hablar, ¿cierto?- Quiero
  aclarar en este momento, para que no volvamos a tener más malentendidos, que el que
  fueras herido por mi causa no es la razón por la que me quedé junto a ti. Por si acaso lo
  pensabas como supongo que lo hacías.

- Estabas buscando alivio- lo frenó.
  No me digas... que no, Kyan.

Estaba haciendo lo que había dicho que no iba a volver a hacer.
Ser cruel con él.

- Sí, buscaba alivio- admitía sorpresivamente el financiero.
  Más no estuve todo ese tiempo en tu cuarto por culpa y tampoco lo hice por agradecerte.
  Fue simplemente porque quería estar tu lado, éso era lo que me daba alivio.

Novak sintió como el sonrojo le invadía la cara y bajó la mirada para hacerlo menos obvio.
Daniel, en cambio, sentía que palidecía.

Aquellas inesperadas palabras lo tomaban totalmente por sorpresa. Tenían un eco que le hacía oírlas de nuevo.

Acababa de ser malo con él y contrario a las veces anteriores, no parecía dar resultado. Y no sólo eso, sino que el joven parecía estar lejos de haber terminado.

- Una vez dijiste que no escucharías más mis palabras, que eran crueles, que eran frías.
  Tuviste razón en no hacerlo.
  Yo esta vez... no creo las tuyas.

Era claro a qué se refería, a su deseo de correrlo de su vida.
Su familia no le creía, su amigo no le creía y Novak mismo no le creía.

- Nos... hemos hecho... mucho daño, Kyan.
  Ya no puedo... no ahora.

- Lo sé. ¡Lo sé perfectamente!- le hacía exclamar.
  He trabajado mucho en mí mismo, en cambiar la forma en la que veía las relaciones.
  Tiene sentido no querer quedarse en dónde se sufre, ¿sabes? Pero si sólo fuera eso lo
  que ocurre entre nosotros... ¡sólo estar cerca de ti me eriza la piel del cuerpo!

Lascurain no supo cómo defenderse.
Su propio corazón latía de amor por él en ese momento, mientras intentaba ser racional.

- Si estás... tratando de ser saludable- lo interrumpió, con un nuevo impulso.
  Deberías recordar... lo que te he hecho.

Su voz había salido ronca.
Y la expresión de su cara era completamente funesta.

El recién llegado se topaba con un muro, ¡ahora que estaba permitiéndose ser tan libre!

Kyan titubeó entonces.

¿Por qué hablaba de pronto de eso? Se preguntó.
¡Claro que no olvidaba lo que le había hecho! Esa escena estaba marcada en su carne.
Era algo cruel el tan sólo mencionarla.

El moreno parecía perturbado por sus propias palabras. Su rostro terminaba de descomponerse.
Era evidente que él no había olvidado para nada.

Había una gran lista de errores entre ellos, pero éste... era el peor de todos.
Perturbaba tanto a Daniel que lo ponía muy mal.

Acababa de decírle todo a Reiner hacía apenas unos minutos pensando que quizá se sentiría mejor, ¡pero teniendo a Kyan enfrente era claro que no!
¡Estaba a años luz de superarlo!

Dirigió su silla de ruedas hacia su cama, buscando un poco de distancia. De pronto se sentía completamente atrapado en la misma habitación que él.
Confiaba en que la educación de éste no le permitiera acercarse a la parte más privada de ese aposento.

Usó lo aprendido para pasarse de la silla a su cama, concentrándose en las acciones para que sus sentimientos no lo dominaran. No quería fallar y caerse.

- No he olvidado- aseguró entonces el castaño- ¡Pero escucha lo que te digo ahora!
  Tu noble determinación de mantener una fría distancia conmigo no me hace sentir
  mejor, incluso ahora que te alejas de mí, ¡sólo me lastima!
  No terminas de entenderlo, ¿verdad?

  Estoy convencido de que podemos hacerlo de otro modo, que esto no tiene que terminar
  así... ya no quiero estar más tiempo resentido contigo… distante de ti.
  ¡Es como si la experiencia de casi perderte no hubiera sido suficiente!

Daniel no creyó estar escuchando bien.
¡Si tan sólo pudiera parar el latido preso en su pecho!
¡El deseo de pedirle que se quedara a su lado! ¡Para siempre!

Kyan dudó en avanzar, pero sus ojos ambarinos brillaban tal cual gemas.
Tenía los puños apretados, el ceño fruncido.
Parecía vehementemente determinado, ¿acaso no había regresado a enfrentarlo?

Debía estar enojado, muy enojado por que le lastimara así su orgullo.
Pero nuevamente, lo sorprendió con sus siguientes palabras.

- ¿Sabes cuántos amaneceres hemos tenido juntos y tú ni siquiera te enteras, guallen?-
  recriminó de pronto, sus palabras escapaban de su garganta, en un impulsivo dolor.

¿Guallen?
Daniel encontró extraño ser llamado así por Kyan, porque aquello sonaba de pronto más como un sobrenombre que a un insulto. Había una entonación íntima en aquella palabra que lo definía.

Ellos... habían dormido juntos muchas veces, ¿cierto? Realmente dormido y nada más.
Durante su tiempo en el hospital inconsciente, ese castaño no se le había despegado, ya todos se lo habían dicho. ¿Cuántas noches las habría pasado las noches sentado a su lado, dormido en una silla?
“Tomándote la mano románticamente” había dejado ir con mordacidad su amigo alguna vez cuando hablaban de eso.

Kyan… amaneciendo a su lado.

Ese joven imprudente parecía estar empezando a enojarse, pero incluso ahora, aquello parecía ser una versión completamente diferente de la rabia que le conocía.

- Ahora me dejarás hablar a mí. ¡Pues al parecer tendré que decirte todo lo que siento
  porque no pareces darte por enterado en serio de nada!

Su boca se abrió y el moreno contuvo la respiración, comprendiendo que lo siguiente que escuchara, sería probablemente algo que tenía el potencial de marcarlo.
Pero el otro… no parecía encontrar las palabras, comprendiendo lo incapaz de que era de poder seguir hablando, su mirada parecía a la deriva, frustrada.

Daniel deseó preguntarle, ¡quería agitarlo para hacerle reaccionar!
En cambio, aguardó, sintiendo como lo devoraban las ansias.

- Yo… soy una persona muy difícil- dijo al fin- muy difícil de querer.
  Ya te lo había dicho antes… soy un desastre emocional, cargo muchas heridas que no
  son físicas, lo sé perfectamente.
  Por tanto tiempo me resistí a dejarme sentir algo por ti y fue como si las circunstancias
  reafirmaran este pensamiento.

  Fui un idiota, ¡soy un idiota! ¡Ni siquiera puedo decirte lo que quiero que sepas!

  Cometí tantos errores… tantos… no puedo creer lo estúpido que fui contigo, ¡una y otra
  vez! Lo siento tanto. Y entiendo que elijas no creer lo que digo, quizás… quizás es
  una decisión saludable alejarte de mí- se rio de sí mismo.

Lascurain decidió frenarlo, porque aunque quería escuchar la conclusión, el camino a ella no parecía bueno.

- No hables así... de ti.

Sus miradas se encontraron.
Pasaron un segundo, dos, diez.
Al final… no era capaz de ser cruel con él. E incluso en ese momento, le defendía de sí mismo.

Novak jadeó, riendo sarcásticamente pero después se tapó la boca, deseando controlar ese impulso.

- Lo siento… perdóname, Daniel.

Lo decía en verdad.
Se quitaba la mano de la boca.

- Perdóname por haber sido tan despiadado contigo, tantas veces.
  Espero que ésta vez mi disculpa sí suene a una.

El arquitecto no contestó, parecía completamente a la deriva por esa confesión.
Lucía un tanto ridículo con esa expresión de estupor, sentado en la cama como un muñeco roto.

Cuando atinó a decir algo, fue bastante honesto.
- Yo también fui.. un idiota. Te lastimé, te hice algo... horrible.

- Es cierto, ¡lo fuiste!
  La cagaste en grande esa vez.
  Yo, ¡muchas más!

Novak supo que iba a repelar y probablemente a volver a mencionar lo ocurrido en el Montek, ¿cuántas veces iba a mencionarlo? Esta vez no lo permitió porque aquello parecía ser más una auto tortura que un argumento legítimo.

- Lo que trato de decir es que… de verdad deseo estar aquí, contigo.
   ¿Cuán más claro quieres que sea?

El otro desvió la mirada, sintiendo un mar de emociones revolviéndose dentro de él, intensas e incontrolables.
Dolor... rencor... impotencia... ansias... amor.

- Quiero verte sanar, que vuelvas a ser ese hombre que me reta.
  Quiero que estés en mi vida- repitió- no me alejes de ti, no dudes de mí. No quiero
  perderte de nuevo.


--


¿Porqué Daniel lo evitaba así?
¿Por qué se negaba a creerle?

Estaba exponiéndose completamente ante él, ¿no?
¿No era suficiente?

- Quiero estar contigo, ¡hacer mi vida contigo!

Un segundo, dos, diez.
El guallen volvía a no decir nada, encerrado en sí mismo, de nuevo a metros de distancia.

- ¿Escuchaste lo que acabo de decirte?- preguntó con desesperación- Di algo.
  Reacciona, maldíceme, ¡pero di algo!
  ¡¡Dí algo!!

A cambió sólo lo veía apretar la mandíbula.
Parecía estar intentando controlarse, pero no estaba dando resultado.

- ¿Y cómo se supone que... supiera que me querías... a tu lado si... jamás me lo dijiste?
  ¡Si eres tan impenetrable!

Pero el castaño no parecía creer lo que oía.
¡Estaba jodiéndolo!

- ¿Estás de broma? ¡No necesitaba decirlo! ¡Pasé meses a tu lado ansioso por verte regresar!
  ¡Y estoy aquí, frente a ti, buscando que me perdones!

No había esperado decir eso, ni sonar tan patético tampoco.
Maldijo, sin comprender como es que algo así había salido de sus labios.

Pero esos ojos grises lo miraban de nuevo, inseguros.
Todo el asunto parecía perturbarlo verdaderamente.
Lucía tan frágil en ese momento que Kyan tuvo dudas de todo.

- ¿Qué te... perdone?

- ¡Sí! ¿No es por eso… que no me dejas estar contigo?

- No... tengo nada... que perdonarte.
  Yo elegí abusar de ti... yo elegí tu vida sobre la mía.
  No te odio, no te detesto… ¿cómo podría si yo...?

El portugués, de pronto pareció enfrentado con algo invisible que lo mortificaba hasta hacerle perder las palabras. Era inevitable, ¡no podía contenerse!

- Siempre… siempre te he querido y siempre quise que me quisieras.
  Nada de lo que ha pasado… ha cambiado eso, Kyan. ¿No te lo dije... alguna vez?

  Pero... no es suficiente.
  Ya traté de explicártelo... eso no es suficiente... para estar juntos.

El silencio devoró toda la estancia.
Ambos quedaron así, mirándose profundamente.

¿Qué hacía falta?
Novak no entendía.
¡Le había dicho que quería estar a su lado, realmente estarlo!

- Mis palabras no llegan a ti- murmuró, comprendiendo- No importa lo que diga, ¿verdad? Siempre habrá una objeción en tu verbo.
  Ni siquiera ahora que te digo lo que siento es que logro hacer que me veas.


--


Daniel vio a Kyan buscar una respuesta. Poner así al hombre que parecía luchar tanto por ellos, lo mortificaba.
Si tan sólo él se marchara podría volver a respirar.

Sin embargo, el verlo darse la vuelta e irse, prendió todas sus alertas.
Sintió una punzada de miedo, de verlo marcharse de verdad.
Y la necesidad de detenerlo, de hacerlo volver, ¡fue todo durante un desesperante segundo!

¿Acaso Novak acababa de rendirse para siempre respecto a ellos?
¡Sería sólo lógico y era lo que había estado intentando! pero... pero...

No.
No.
No, por favor.

- Kyan...

“¡No te vayas!”
“¡No me dejes!”

¡Sintió que estaba perdiendo la razón!

Lo vio detenerse, con la mano en la chapa.

Entonces el click del seguro siendo puesto sonó muy claramente.
¿Acababa de cerrar la puerta desde dentro?

Lo vio girar de nuevo hacia él, caminar con una inesperada seguridad a su cama.

- Supongo… que no hay palabras que puedan arreglar esto.
  Supongo que hemos dicho muchas ya que sólo se han desperdiciando.

  Daniel, sé que suena necio, sé que te resistes a creerme. Pero aunque tú has renunciado a
  mí, yo no he renunciado a ti. ¡No después de casi haberte perdido!

Se quitó el suéter esponjoso que llevaba puesto, tirándolo al suelo.
Después, comenzó a desabrochar uno a uno los botones de su camisa azul.

- ¿Q-Qué haces?

- ¿Qué parece que hago?

Después, se sacó los zapatos. Y luego el cinturón. Paso a paso como si aquello fuera un ritual incomprensible.

Y sus ojos miel lo miraban tan fijamente que parecía atravesarlo.

- Kyan…

Sus pantalones cayeron al suelo y bajaron hasta el suelo como los calcetines.

Daniel lo veía avanzar hacia su cama, quitándoselo todo.

¡¿Qué se supone que era eso?!

Y así, era que quedaba despojado de todo.
Totalmente desnudo.

Daniel sintió una oleada de estupor golpeando su cara y supo que estaba sonrojándose como un adolescente al verlo así.
Pero… no pudo apartar su mirada.

Tal como la primera vez que aquellos ámbares se posaron en él, no pudo dejar de verlo.

Kyan Novak estaba sin nada más que su propia piel, de pie ante él.
Y aunque parecía nervioso ante lo que estaba haciendo, no retrocedía.
Respiraba con cierta agitación, preciosamente sonrojado.
Aquello le hacía recordar que la intensidad de ese joven podía ser muy adorable.

Su mirada brillaba, realmente brillaba. Sus destellantes ojos eran un par de atardeceres de verano, tan cálidos y llenos de vida.

Sí, Key lucía afectado, como siempre que estaban juntos, pero… había algo más, una fuerza que no creyó haberle visto antes con aquellos matices que no terminaba de decifrar.

Y se había expuesto totalmente, ¡no entendía el porqué!
No era capaz de entenderlo, aquella acción tan súbita lo dejaba completamente conmocionado.

Ese hombre tan desesperadamente a la defensiva, estaba permitiéndose ser vulnerable.
No recordaba jamás haberlo visto de esa manera antes.

¡Estaba yendo demasiado lejos! Pero... reconoció el valor que requería esa acción sintiendo a su corazón latiendo desbocadamente por él.

- Daniel, esto es lo que soy.
  Todo lo que puedes ver con la profundidad de tus ojos, eso soy.

Lascurain de pronto olvidó cómo hablar.
Perdió por completo el habla, la cabeza entera.

- Kyan.

Nombrarlo abarcaba todo en ése momento, todos sus sentimientos.
Tenerlo de pie desnudo y diciendo esas palabras.

- Estoy aquí, sin máscaras, sin muros.
  Éste es ese que no te mostré, que no dejo ver a nadie, ese que tenía terror que vieras.

  El niño abandonado, el hombre asustado, esa persona que ya no puede ser quien era
  antes, ¡ese que no puede dejarte atrás!
 
  Debí ser honesto contigo desde el inicio, ¡pero no sabía cómo! ¡Es apenas que estoy
  aprendiendo a abrirme de verdad! Estoy luchando tanto por no ser esa persona que te
  hizo mal.

  ¡Por eso quiero que me veas! ¡A quién soy, a quien puedo ser!
  ¡Nunca quise nada cómo quiero esto ahora!
 

Era tan inapropiado. Tan bizarro.
Tan extraño viniendo de él.

No, nunca jamás habría esperado que el señor Novak fuera a hacer algo así.
¡No él!

¿Era verdad entonces?
Ese cambio que veía en él... aparentemente era más profundo de lo que había podido imaginar.

- No volveré a mentirte jamás, no volveré a hacerte daño, no volveré a asumir, ni te
  ocultaré lo que siento, no traeré mis traumas de la infancia a la mesa, ni justificaré mis
  errores en los tuyos. Aún si no me quieres a tu lado, ¡es algo que te prometo!
  ¡Seré la mejor versión de mi mismo que pueda existir!

El moreno sentía cómo si acabaran de arrancarle el alma.
Verlo de esa manera, ¡era difícil de creer!
Y sus palabras, ¡ni siquiera en sus más locas fantasías Kyan podía decir algo así!

 


Deseó con todas sus fuerzas que aquello no fuera un engaño.

 


Deseó con todas sus fuerzas...
...a todo lo que veía frente a él.

 

 

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).