Paseaba cerca del dulce reino, a decir verdad a las afueras, analizando la causa del por qué sus súbditos únicamente podían consumir azúcares. A su parecer él era el monarca de un gran número de caníbales, ya que en esencia y por obvias razones la dulce gente era eso, dulce; y sentía una gran curiosidad de que sus pequeños organismos únicamente metabolizaran la glucosa.
Tras unas horas de su paseo y después de haber analizado los componentes de los alimentos que hallaba a su paso; como zanahorias, moras y otros frutos silvestres, se encontró con unas largas hojas de col. Pensó que tomando una muestra podría sintetizarla para que alguna gomita o paleta pudiese comerla. Tomó la gran hoja y la haló para arrancarla y llevársela a su laboratorio en su castillo, pero al hacerlo escuchó un agudo grito y las hojas se sacudieron. Gumball se asustó y dio unos pasos hacia atrás, curioso, pero temeroso de lo que había perturbado.
-¿Qué estás haciendo con mis hojas?- Una chica con piel color blanca, cabello, falda y top hechas de hojas, salió del follaje.
-Lo siento… ¿te hice daño?- El pelirosa se disculpó y miró a la extraña criatura.
-No, pero casi me deshojas.- La chica sacudió su falda.
-En verdad lo siento.- Gumball la miraba de pies a cabeza, nunca había visto algo parecido.- Por cierto… -Extendió su mano.- soy…
La chica lo interrumpió.- El dulce príncipe.- Sonrió e hizo una ligera reverencia. Antes de que Gumball le preguntase cómo es que sabía quién era, ella respondió.- De todos los príncipes que hay en la tierra de Aaa, usted es el más famoso –Sonrió de nuevo.- y también el más guapo.
Gumball se sonrojó un poco.- Yo no he tenido el placer de conocerte.
-Soy una ninfa.- Sentenció la chica.
-Creí que sólo existían ninfas de agua.- Miró curioso nuevamente Gumball.
-No. Hay de todos los elementos y como las ninfas de agua dulce y salada, también hay de roca, madera, hielo… en fin, somos muchas.
Gumball hizo memoria.-Yo sólo he visto a las que viven cerca de los ríos.
La chica miró cabizbaja el suelo.- No somos muy sociales, preferimos confundirnos con la naturaleza.
-Pues tú no te ves tan antisocial.- El dulce príncipe acarició su mejilla.- Entonces, ¿cuál es tu nombre?
-Col.- Respondió casi en susurros y evadiendo su mirada.
-¿Col?
-Soy una ninfa vegetal, una col.- Se atrevió a observarlo a los ojos.- Pero, tú puedes decirme Nicole.
-Lindo nombre.- Gumball separó su mano de la mejilla blanca de la ninfa.- Estaba a punto de volver a mi reino.
-Tal vez pueda verte de nuevo, algún día.- De sus labios se formó una pequeña sonrisa melancólica.
-¿Cuántos tipos de plantas conoces?
-Todas las que habitan este bosque, mi lord.
Gumball volvió a sonrojarse.- Creo que podrías acompañarme al dulce reino, estoy trabajando en un proyecto relacionado con la herbolaria y puedes serme de utilidad.
-Sería un placer ayudarlo.
Ambos caminaron hacia al reino de color rosado. Gumball intentó ser un buen anfitrión y le mostró a su invitada los lugares más significativos del dulce reino, incluyendo su palacio y presentándole a algunos de sus súbditos más cercanos.