- Y eso es todo. - terminó de decirme mi acompañante, sin ganas, mientras se sentaba a la sombra de uno de los árboles del patio.
- Mmm... ¡me parece un buen lugar! - asentí con energía y me senté junto a él.
- ¿Ah? - enarcó una ceja, escéptico - No te engañes, este sitio es una molestia. - bufó mientras se rascaba una oreja con el dedo meñique.
- A mí mi anterior instituto me gustaba. - le confesé, dado que había sido el más amable de la clase y se había ofrecido a enseñarme las instalaciones en el patio. No por gusto, ya que le habían obligado a hacerlo, pero al menos lo había hecho sin protestar demasiado.
- ¿En serio? - preguntó, más por educación, porque no distinguí ninguna emoción en él salvo aburrimiento - Para mí estudiar es demasiado problemático... y madrugar aún más. - se quejó, colocando las palmas tras la nuca.
- ¿En serio?- reí - A mí se me da mal, no soy muy listo... - admití - Pero no sé, creo que puedo encajar aquí, ¿no crees?
- Como digas. - bufó y cerró los ojos.
Fruncí el ceño. Qué chico más extraño.
- ¿Cómo era tu nombre? - me preguntó entonces, sin abrir los ojos.
- Naruto. - respondí al momento.
- Ajá... Yo soy Shikamaru... no sé si te lo había dicho. - se presentó.
- Encantado.
Pasamos un momento en silencio, sintiéndome un poco incómodo, ya que yo no era de esas personas que disfrutaban de momentos así.
- ¿Y... desde cuando estás tú en este instituto? - pregunté, para romper el hielo.
Entreabrió un ojo y se incorporó un poco, viendo que yo tenía ganas de hablar. Puso un mueca de fastidio mientras se frotaba el otro ojo y bostezaba sonoramente.
- Desde primero. - dijo - Llevo con algunos de esos pesados desde que tenía tres años.
- ¡Vaya! ¡Qué suerte! - musité.
Me miró raro ante mi afirmación.
- Yo es que nunca he estado más de dos años en el mismo lugar... - confesé, lo cual me recordó a mis últimos amigos, a los que echaba demasiado de menos - Mi padre tiene un puesto importante en una compañía aérea, así que nos trasladamos cada vez que la empresa lo manda a dirigir una rama diferente de esta. - expliqué, sin demasiados tecnicismos.
- Ahhh... - asintió - ¿Uzumaki Airlines? - preguntó.
Abrí mucho los ojos, sorprendido.
- ¿Cómo lo has sabido?
- Por tu apellido... figuraba en la lista de clase... no hace falta ser un genio. - se crujió el cuello mientras hablaba.
- Bueno, Uzumaki es en realidad el apellido de mi madre... mi abuelo es el dueño de la compañía y mi padre al casarse con ella empezó a trabajar allí. - aclaré.
- Raro. - dijo, haciéndome fruncir el ceño otra vez - Normalmente el apellido del padre va primero... digo por tu nombre, claro.
- Ah. - sonreí, menos molesto - Eso es por motivos distintos...
- No hace falta que me expliques - me atajó - Tengo demasiado sueño y te mentiría si te dijera que te presto atención.
Bufé.
- Eres un poco gruñón. - lo acusé.
- Nah. - se encogió de hombros - Sólo un vago.
Solté una carcajada. Era de las primeras veces que oía a alguien llamarse a sí mismo vago.
- Pues eres lo opuesto a mí... yo me estreso si tengo que estar mucho tiempo quieto. - volví a reír.
- Que vida más dura, amigo. - pareció cansado sólo de oírme decir aquello.
- ¡Shikamaru!- lo saludó entonces otro.
Era un gordito, de cabellos largos y castaños hasta mitad de la espalda, que se acercaba a nosotros con una sonrisa en la cara.
- ¡Io! Choji. - lo saludó el vago.
- ¿Estás con el nuevo? - preguntó el recién llegado, mirándome.
- Ah. - asintió y le quitó una patata frita de la bolsa que llevaba el tal Choji en la mano.
- ¿Tú quieres? - me ofreció el gordito.
- ¡Vale! - exclamé, agradeciendo la amabilidad.
Mordí la patata y disfruté del sabor a jamón.
- Mmm... ¡qué rica! - murmuré - Aunque si comes siempre este tipo de comida dicen que engord... - Shikamaru me tiró una zapatilla a la cara.
- Perdón, se me escapó. - se excusó, mientras se acercaba a mí para recuperar su calzado.
- Ni se te ocurra decir la palabra gordo o gordura delante de Choji, es tabú. - me previno, susurrando en mi oído con disimulo para que el otro no se enterara.
- V-Vale. - tragué saliva, asustado por el tono en que había hablado Shikamaru, demasiado serio, como si fuera una advertencia.
- ¡Choji! - exclamó el chico de la coleta, mientras le sonreía - ¿Qué tal te ha ido ese examen de filosofía que tenías a primera?
- Mal. - dijo, sin inmutarse, mientras terminaba la bolsa de patatas.
Shikamaru bufó, rascándose la sien.
- Debes esforzarte más. - le reprendió, mientras se tiraba en su anterior sitio, contra el árbol y comenzaba a atarse los cordones.
- ¿Me lo dices tú? - le sonrió el otro, pillándole por donde pudo.
Vi una gotita de sudor formarse en la frente del vago, incómodo.
- Yo todavía no he suspendido. - contraatacó, terminando el nudo.
- Eso es porque eres superdotado. - volvió a defenderse Choji.
Miré a Shikamaru sin dar crédito. ¿Aquel tío.. un superdotado? ¡Já! ¡Pero si con las pintas que tenía yo mismo parecía un mejor alumno que él!
- ¿Un superdotado? - me burlé, sin creerle.
El aludido suspiró y se recostó, volviendo a esa pose de aburrimiento propia en él.
- Digamos que tengo un coeficiente... un poquito por encima de la media... - acabó diciendo.
- Tiene un coeficiente de casi doscientos. - dijo con rapidez Choji.
Tosí, cogido desprevenido. ¡La madre que lo...!
- ¿¡En serio!? - exclamé.
- No te miento. - rió el más fornido - Nos hicieron una prueba de esas para medir el CI y este sacó eso.
- ¡Y yo que pensaba que podría sacar mejores notas que alguien! - protesté.
Shikamaru sonrió un poco, divertido ante mi confesión.
- Por el camino que va Choji puedes superarle con facilidad. - me tranquilizó.
- ¡Oye!
- Sólo soy sincero, amigo. - mientras lo dijo le dirigió a su compañero un gesto de: ¿qué quieres que le haga?
La verdad, estos dos me caen muy bien. - pensé y sonreí, más ampliamente. Creía que me costaría habituarme a un nuevo lugar, pero esto me estaba gustando cada vez más.
- ¡Ey, cabeza de piña, al fin te encuentro! - oí a alguien decir detrás de mí y al girarme vi a otros tres tíos: uno alto, de piel pálida y ojos grises que parecía ser el más serio, otro de grandes ojos negros tan saltones que parecían querer salirse de sus cuencas y unas espesas cejas sobre estos, y por último el que había hablado, un muchacho ni muy alto ni muy bajo, con el pelo castaño y unos curiosos tatuajes rojos en forma de colmillos en las mejillas.
- Ah, Kiba. - saludó con una sonrisa Shikamaru al recién llegado, aunque ni se molestó en levantarse, sólo levantó una mano a modo de hola y volvió a bajarla.
- ¿Y éste? - preguntó, señalándome de lado con el pulgar.
- Es el nuevo. Se llama Naruto. - me presentó mi compañero.
- ¿Naruto? Que nombre más raro. - rió.
Fruncí el ceño, enfadado por que se burlara de mí.
- ¿Has comido algo con salsa de tomate? - pregunté.
El chico, Kiba, me miró sin entender.
- No.
- Ah, porque tienes una mancha aquí... o dos. - le señalé las mejillas.
Enrojeció un tanto.
- ¡No es tomate, idiota! ¡Son tatuajes! ¿Entiendes? ¡Para gustarle a las chatis! - me gritó, rojo como un tomate.
Reí a carcajada limpia.
- ¿A las "chatis"? - ironicé y volví a reír - Desde luego si las llamas chatis gustarles no les vas a gustar.
- ¡Tú cállate, rubio de bote! ¿Qué sabrás de tías? - me preguntó, a la defensiva.
- Más que tú, seguro. - sonreí ampliamente.
El tal Kiba me agarró de la camiseta y acercó su rostro enfadado al mío.
- Repítelo. - me retó, los dientes apretados entre sí, rabioso.
Sonreí más. Qué divertida situación. ¡A mí me encantaba pelear!
- Más... - empecé, pero una voz distinta nos acalló.
- Kiba, ya basta. - dijo una voz grave, empujando al chico de los tatuajes lejos de mí. Era aquel otro de ojos plateados que había visto antes - Y tú, te llames como te llames... ¿Naruto, no? Bueno, deberías comportarte también. - me regañó.
Hice un mohín y me rasqué la nuca.
- Está bien... - suspiré sonoramente y extendí la mano. Kiba la miró como si fuera un escorpión - No pienso esperar toda la tarde a que me des la mano y demos esto por zanjado. - le advertí.
El chico dudó un momento, demasiado orgulloso, pero finalmente cedió con un bufido y nos dimos la mano como buenos compañeros.
- Bueno, ahora que los malos rollos se han ido, ¿qué tal si os sentáis de una vez? - les invitó Shikamaru.
- ¡¡¡Sí, al fiiin!!! - exclamó eufórico el de las cejas peludas, sentándose a mi lado - Me llamo Rock Lee, encantado de conocerte, Naruto. - me cogió la mano sin que se la hubiera extendido.
- En-encantado. - balbuceé sorprendido.
- Yo soy Neji Hyuga. - se presentó el que había detenido mi anterior disputa, sentándose junto a Shikamaru y Choji.
- Y yo Kiba. - zanjó el último de los tres.
- Naruto Uzumaki. - me presenté, aunque no hiciera falta.
- ¿Uzumaki? Me suena ese nombre... - dijo Lee, mordiéndose la uña del pulgar mientras pensaba.
- Uzumaki Airlines. - se me adelantó Shikamaru.
- ¡Eso! - dijo, como si se le hubiera encendido una lamparita en la cabeza.
- Así que eres un niño ricachón. - me miró crítico, Kiba.
- No soy un niño, tengo tu edad. - le contradije.
Bufó.
- Cómo sea. - zanjó, todavía con algo de recelo.
Entonces empezaron a hablar de algunos temas que me eran desconocidos: una profesora gruñona, una alumna que había llevado una minifalda muy corta, un alumno al que habían expulsado... y me empecé a aburrir, así que me dediqué a observarles y a observar el patio del instituto.
Era bastante bonito, con mucho verde, cosa que a mí me gustaba. Además había mucha gente, cosa que aunque a pocas personas les gustaba, a mí no me desagradaba.
De pronto dejé de pasear la mirada y me fijé en algo que llamó mi atención. Más bien alguien. Era un chico que se sentaba solo en uno de los bancos, con un libro en la mano y un batido de chocolate en la otra. Me llamó la atención porque aunque tras él había un grupo de chicas mirándolo y queriendo comérselo con los ojos, él parecía no darse cuenta o ignorarlas por completo, cosa un poco rara en alguien de su edad.
De pronto dejó de leer con un sonrisilla y se levantó a tirar el batido, seguramente ya acabado.
Su cara me sonaba de algo pero no sabía de qué. ¿Puede ser que fuera a mi clase?
- ¿Quién es ese? - pregunté, indicándole a Kiba el lugar donde estaba el chico en cuestión.
- ¿Eh? - enfocó un momento y le vi poner los ojos en blanco con fastidio - Es Sasuke Uchiha... un pijo que tiene a todas comiéndoselo con la mirada. - chasqueó la lengua molesto - Kami-sama le da pan a quien no tiene dientes. - afirmó.
- ¿A quien no tiene dientes? - pregunté, interesado.
- Es que... cómo decirlo... yo no me trago que tenga a todas esas detrás de él y ni las mire... para mí que un día vendrá de la mano con alguno de estos. - me señaló a sus amigos.
- ¿No será que te gusta Sasuke-kun a ti, Kiba? - lo chinchó Shikamaru, sonriente.
- Más quisiera ése. - sonrió el aludido - Pero mis ojos están puestos en esa belleza de ahí. - nos señaló a la chica que se sentaba junto a mí, que se hallaba también sola, comiendo un emparedado, bajo la sombra de otro árbol.
- Pues más vale que los apartes. - le advirtió Neji.
- Será tú prima, pero no puedes impedirme conquistarla. - le amenazó Kiba.
- Pruébame. - lo retó el Hyuga.
- Ya, ya, chicos. - los calmó Shikamaru.
- Además, Naruto no preguntó por Hinata, sino por Sasuke. - les recordó Choji.
- Mmm... tengo que ajustar cuentas con ése. - murmuró por lo bajo Lee.
- ¿Por? - pregunté.
- ¡Porque ha embrujado a mi Sakura! - y se echó a llorar.
Lo miré sin poder creerlo. ¿Estaba... llorando... de verdad?
- Ey, ey. - le di palmaditas en la cabeza - Ya pasó.
- No la ha embrujado. Es otra que está coladita por él... pero tranquilo, él no le hace ni caso... como con las otras. - lo tranquilizó Kiba.
- Pero... ¡yo la amo! - siguió lloriqueando el cejas encrespadas.
- Ya, hombre, ya todo sabemos que el amor es una... - empezó Shikamaru, pero una voz femenina lo acalló.
- ¿Decías?
El chico se puso rojo de golpe, y por primera vez desde que lo conocí le vi otra expresión que no fuera de aburrimiento.
- ¡Temari! - exclamó, girándose en dirección a la rubia que tenía detrás que lo miraba con una ceja enarcada, cruzada de brazos de manera amenazante, pero con una sonrisita en los labios.
- Hola chicos. - saludó al resto, mientras el genio se levantaba y quitaba los trocitos de hierba que Choji había ido arrancando y tirándole encima.
- ¿Vamos? - preguntó la recién llegada, cogiéndole del brazo a Shikamaru y apoyando su mentón en su hombro, mientras le daba un rápido beso en la mejilla.
- Vamos. - asintió él, más rojo aún.
Sonreí ampliamente al ver que aquel vago movía el culo por alguien.
- Nos vemos luego. - se despidió, rodeando de la cintura a Temari - Ahora me voy con esta mujer problemática.
- Tsk. - chistó la chica, aunque con expresión divertida, mientras se iban hacia otra parte.
- Qué bonito es el amor, ¿no? - preguntó Kiba, en plan sentimental, mirándolos.
Los miré un rato y asentí.
- Lo es.
Y mágico. - pensé - Sólo mira cómo cambia a las personas.