¡No voy a seguir con esto!—dijo Wheeler nada más cruzar la puerta.
El ojos azules lo tomó como otro berrinche.
Lo harás si quieres el dinero para el tratamiento de tu hermana—dijo.
Eso ya no me importa—le contestó el ojos mieles y el castaño lo miró para ver si hablaba en serio. El lo había visto luchar para conseguir el dinero de la operación y no quería creer que la abandonaría ahora—Ya conseguí el dinero en una Fundación así que tu decides si me despides o no pero no seré tu prostituto. ¿Sabes? Por un tiempo creí que tratabas a engañar a todos con tu pose de cruel. ¡Tú te paraste en esa pared por tu hermano! Creí que sabías lo que se siente. Que al menos respetarías eso. Pero me equivoqué contigo Kaiba—le dijo el rubio.
Wheeler se fue de ahí a su puesto laboral y toda la jornada esperó un despido que jamás llegó.
Después de que el otro se fuera por la puerta Seto recordó lo que sintiera en aquel momento. Pegasus había atrapado a Mokuba y su única posibilidad de tener un duelo con él era derrotar a Yugi Motou. Había hecho una jugada grandiosa envenenando sus cartas con un virus que obligaba al enano a usar solo criaturas menores de 1500 puntos y tenía la batalla casi completamente ganada cuando el otro trajo esa maldita jugada con los Kuribus que se multiplicaban después de cada ataque y finalmente su “cementerio de elefantes” que drenó la vida de su “triple dragón de ojos azules” hasta casi matarlo. Si no se hubiera parado en el filo de esa pared víctima de la desesperación para que el otro no le atacara, él… Si comprendía la desesperación que sentía Wheeler y la había usado en su contra. Pensó en la cara de Mokuba y sintió que le había hecho mal a su querido hermano. Que sería un hipócrita mirándolo de frente.
Tenía que idear otra cosa para atrapar a ese hijo del demonio. Tenía que recuperar KC cueste lo que cueste. La pregunta era como podría ahora que no tenía nada a su favor de nuevo.
Cuando entró en la oficina de Seichirou este le daba la espalda mientras miraba la ciudad por el ventanal tras su escritorio.
¿Qué nec…?—preguntó el joven ojos mieles pero se cortó cuando el otro volteó y con furia tiró una carpeta sobre el escritorio.
¡Explícame Joseph que es esto!—exigió el otro con una mirada enfadada. Joey no comprendía de que hablaba y lo demostró con su faz--¿Por qué Seto Kaiba estaba haciendo los trámites para pagar el tratamiento de tu hermana al mismo tiempo en que tú y yo estábamos hablando de ello en el restaurante?—preguntó después.
Estaba claro que el pelinegro no era nada tonto y tratarlo de tal manera solo habría hecho que se enojara más. Estaba claro que con la verdad solo él o mejor dicho Serenity saldría perdiendo pero… se la debía.
Kaiba me comisionó para descubrir como habías llegado a apropiarte de las acciones y si encontraba pruebas de su ilegalidad dárselas para que pudiera anular la adquisición—le contestó.
¡Ese h… de p…!—dijo furioso el ojos chocolates mientras daba un puñetazo en la mesa y después un poco más calmado vio al otro que no quería mirarlo a la cara.
Sé que lo que hice fue…--dijo apretando sus manos el rubio—Ayer le dije que no lo haría…--explicó tratando de enmendarse. Era obvio para ambos que se iría.
Estaba caminando hacia la puerta cuando oyó que el otro preguntaba—Entonces… Ya no hay nadie que pague el tratamiento de tu hermana. ¿Verdad?—
El rubio miró al pelinegro—Si me echan aún así encontraré la manera. Yo…--dijo.
¡No hace falta! Yo lo haré—le dijo al otro rodeando el escritorio y dirigiéndose hacia el otro que estaba como hipnotizado. ¿Era verdad eso? ¿Después de todo lo que le había hecho? ¿Podía ser tan bondadoso? Estaba admirado del otro.
Pero tú me darás algo a cambio—le dijo el otro atropellando los sentimientos admirativos del ojos mieles mientras con una de sus manos acariciaba su mejilla—Después de todo estabas dispuesto a hacerlo desde un principio. ¿No? Kaiba no te mandó para nada menos—añadió.
Wheeler bajó los ojos para mirar al piso a un lado mientras dejó que el otro acariciara su mejilla. Sei tenía razón. Kaiba lo había mandado para ello y él en última instancia había estado de acuerdo.
El fin de semana pasó y Kaiba y Sakurazukamori se encontraron en la sala de juntas. Por sus empleados el castaño se había enterado de que el otro se había dado cuenta del engaño de Wheeler y esperaba que eso le bajara los humos pero en la reunión se dio cuenta de que el otro estaba de un humor excelente.
Seto no pudo evitar decir—¡Te ves muy feliz!—
¿Cómo no estarlo? He pasado un fin de semana excepcional…—le informó el pelinegro y cuando vio que ya al otro no le interesaba la respuesta víctima del odio que le prodigaba prosiguió—¿Cómo no pasarlo genial con la persona que te gusta toda para ti?—
El otro lo miró displicentemente mientras se levantaba, había llenado su portafolio y ya no tenían nada de que hablar.
¡Me alegro por ti!—dijo con un tono que expresaba a las claras lo contrario.
En realidad debería agradecértelo—dijo sonriente Seichirou y el otro le miró sin comprender, entonces el gato decidió salirse de la bolsa—Si no hubieras puesto a Joseph en una posición tan difícil jamás lo hubiera tenido en mi cama. Él era muy inexperto como comprenderás pero le enseñé todo lo que sé y ahora ya no lo es—
Entonces con horror el ojos entendió de lo que el otro hablaba.
Te ves sorprendido Kaiba. ¿Acaso no fuiste tú el que dijiste que si era necesario se acostara conmigo que no lo traumaría de por vida? Tú pusiste al muchacho en tan difícil situación. Hazte cargo. Él solo hizo lo necesario por su hermana pero tú,, tú Kaiba con todos tus aspavientos solo eres un proxeneta de lujo. ¡Caíste bajo! Espero que te des cuenta de tu posición ahora—dijo el ojos chocolate y se fue hasta la puerta, tomó el pomo para luego mirar atrás al que se había quedado parado sin hablar, se veía algo shockeado--¡No me subestimes tanto la próxima vez!—agregó sonriente y se marchó.
Cuando Wheeler llegó a la puerta de su apartamento Kaiba estaba parado en la puerta. Se sorprendió pero después de un momento de quedarse parado decidió pasar de él y fue a su puerta llave en mano.
Tengo que hablar contigo—dijo el otro.
A menos que vayas a despedirme no tenemos nada de que hablar—dijo el rubio abriendo el apartamento. Seto entró con él sin que le diera oportunidad de rechazarlo.
¿Tú le dijiste a Sakurazukamori que te dije que acostarte con él no te traumaría de por vida?—preguntó el castaño yendo al grano.
La mirada del otro era helada—Lo que le dije no te importa pero no, no se lo dije—contestó Joey.
Entonces el maldito tiene espías o micrófonos en mi oficina. Supo de eso todo el tiempo y solo jugó con nosotros—dijo airado Seto.
¡No sé de qué te sorprendes! ¿No es lo que tú estás haciendo? Ustedes son iguales. Debiste preverlo desde que decidiste atacarlo. Ahora vete de aquí Kaiba. En las oficinas eres mi jefe pero aquí no eres bienvenido—dijo el ojos mieles con frialdad.
¿Es verdad? ¿Estuviste con él?—preguntó el ojos azules sinceramente preocupado por lo que le había llevado a hacer.
¡Con quien me acueste o no, no es de tu incumbencia Kaiba! ¡Ahora vete!—exigió el otro con la puerta ya abierta y el castaño se fue con una sensación desagradable en el estómago.