Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por él por kawai13

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola hola camarón con cola *w*

 

Antes de media noche (EN MI PAIS)

 

Espero y les agrade este >w< No sé que decir... Me pareció un fic DULCE >W< Así de simple.

 Disclamer: Los personajes de Kuroko No Basket Manga/Anime no me pertenecen, son de Tadatoshi Fujimaki solo los uso para darle vida a mis historias SIN FINES DE LUCRO. 

Extra: Perspectiva de Murasakibara

 

Aomine-chin y Kise-chin, estaban peleando de Nuevo por nuestro delirio personal, no entiendo porque son tan escandalosos. No lo entiendo. Abro mi bolsa de fritura y empiezo a comerlas, son saladas y ricas, una papa tras otra me voy devorando, pero lo que ahora se me atoja es algo dulce, muy dulce.

 

No puedo dejar de comer estas frituras, el salado y el crujir de cada bocado que me meto a la boca solo me hace ansiar más ese dulce que pronto tendré en mis manos. Akashi ahora interrumpe hablando sobre un plan y yo estoy a punto de vaciar la bolsa azul de aluminio. Cinco más, cuatro, tres… solo dos papitas más, una. ¡Listo! Esto es lo que quería justo lo que anhelaba. Con mis manos formo una esfera temporal del paquete vacío, y me levanto.

 

— ¿A dónde vas Atsushi? — Su mirada se clava en mí.

 

Siento que no puedo mentirle, que tal vez mis planes se acaben antes de poder dar inicio. Pero mis palabras salen tan simples y desganadas, como siempre.

 

 

— Se me acabaron las papas — Alzo un poco la envoltura vacía, aunque nadie me preste atención realmente — Esto me aburre — De verdad que lo hace, no puedo aguantar más tiempo sin Kuroko-chin en mis brazos y me aburre más pensar en que esta competencia se alargará por meses, y de ser así no sería el ganador — Se me antoja algo dulce.

 

Me alejo sin esperar respuesta, pero aun así escucho los gritos de Akashi. Algo de un horario, algo que sé que no me dará la victoria. Si bien soy bueno en la defensa. Cuando algo realmente me interesa, mis ataques son de lo mejor. Y eso es lo que hago ahora. Veo la oportunidad antes de que no tenga punto alguno por el cual ganar. Es ahora o nunca. Y el premio será el mejor que podré conseguir.

 

Camino por los pasadizos que me llevan a los vestidores, convenientemente es el mismo que me lleva a la máquina expendedora y por eso es más creíble toda esta maroma y teatro. Boto la envoltura ruidosa y reluciente de las frituras (en un tacho del pasadiso) y me dispongo a caminar, estoy ansioso y mis pasos han aumentado de velocidad. Porque la puerta está cada vez más cerca, porque Kuroko-chin está más cerca. Me emociona, y aunque no haga casi ningún gesto facial, mis pasos casi llegando al trote me delatan. Pero no hay nadie. Y sé que Kuroko está solo.

 

Estoy frente a la puerta y ahí me doy cuenta de cómo mi mano tiembla, ¿de miedo? ¿De excitación? ¿De ansiedad? Tal vez las tres cosas combinadas. Tal vez más. Sé que no tengo mucho tiempo, esto es crucial, hacerlo rápido y eficaz, como quitar una curita. Porque sé que si lo consigo, nada podrán hacer, si el de ojos celestes me dice que SI, no podrán hacer nada. Porque para ellos lo más importante es la elección de Kuroko-chin, y su felicidad. Si es feliz conmigo, no tendrán otra opción que aceptarlo. No se atreverían a ser los culpables de su desdicha. Por eso este ataque es casi perfecto. Casi,  porque la única perfección que han visto mis ojos es el dueño de mis suspiros.

 

Sin resistirme más, y sabiendo que aunque me pareciera una eternidad estar parado en la puerta, solo han pasado un par de minutos (pero son minutos esenciales) dentro de poco se van a dar cuanta. Ya no aguanto, ¡YA ES HORA!

 

Abro la puerta.

 

Tan bello. Está dándome la espalda, una espalda completamente descubierta con gotitas por toda su superficie, recién ha salido de bañarse y parece una paleta helada en pleno sol de verano. Dulce. Calor. Hambre. Mi corazón palpita y sigo viendo cómo se seca sus cabellos con una mano y con la otra hurga su casillero como si buscara algo. Y creo que sé que es ese algo. Su ropa interior, pues sola tiene una toalla cubriéndolo desde sus caderas hasta las rodillas. Tan chiquito.

 

Cierro la puerta con la intención de hacer ruido y notarme. Lo consigo. Sus cabellos aun mojados un poco aplanados por el agua, pero medio revueltos por la toalla, salpican unas cuantas gotitas a su torso aun descubierto. Oh, acabo de ver dos caramelitos de fresa con leche, tan rosaditos y erectos por estar al descubierto y mojados. Tan tentador. Es un dulcecito andante, y va a ser solo mío.

 

 

— Murasakibara-kun — Me saluda un tanto tranquilo.

 

Eso me saca del trance, escuchar su algodonada voz. Todo su ser emana dulzura, una dulzura que anhelo desde hace tiempo. Casi de forma ansiosa, pero la vista que me deja, es magistral. Solo dos pasos, dos de mis grandes pasos, son los que necesito para estar cerca de él, está un poco tenso. Ese imperceptible movimiento de hombros me lo dijo, pero es de esperarse, estoy tan cerca de él, que sé que siente el calor que emana de mi cuerpo y yo solo puedo ver las gotitas que caen de su nuca a su clavícula. Alzo mi mano y la llevo a una de ellas, que había empezado a hacer una traviesa lagunita en ese hueco que forman los huesos de sus hombros. Los centímetros que nos separan el uno del otro en estatura, son cuarenta. Cuarenta centímetros exactos. Siempre he pensado que eso lo hace más perfecto. El tan chiquito y yo tan grande, el tan pequeño, yo un titán. Como para que su cuerpecito se amolde al mío con facilidad, para poder cargarlo cuando se me apetezca sin esfuerzo alguno. Por eso lo amo.

 

Los músculos de su cuello hacen un movimiento, como un pequeño temblorcito cuando mi dedo llega a esa lagunita traviesa que acabo de romper con mi índice, aquel dedo que ahora va en dirección a su cuello. Siento que está apunto de alejarse. Su espacio vital ya fue invadido por el tiempo que tolera. Pero no lo permito, los dos pasos que da hasta chocar con los casilleros yo lo acorto de nuevo con uno solo. Ahora lo acorralo y tengo que inclinarme desde la cintura para que mi cabeza llegue a su altura.

 

— ¿Murasakibara-kun? — Me pregunta un tanto dudoso. Pero sigo sin responderle — ¿Pasa algo?

 

Sé que ha llegado el momento, ahora que puedo ver esas gemas de color celeste claro. Tan… perfectas y un poco más abiertas de lo normal por tal cercanía de mi rostro al suyo. Mi dedo índice ya ha llegado a la base de su cabeza, a la parte inferior de su mandíbula y volteo mi mano para que acune su cara. Mi mano tan grande. Su cabeza tan chiquita. Me encanta. Y ese pequeño rubor que emerge por estar medio desnudo en esta situación. Me fascina.

 

— Me gustas — Le susurro a un par de centímetro de sus rojitos labios — Me gustas mucho Kuroko-chin — Le repito.

 

Él está absorto y aunque antes tratara de esconder su asombro por mi cambio de actitud, ahora no resulta. Su boquita está más abierta de lo normal. Sé que sus labios se encuentran rojos por el frio, pero eso es solo una tentación mayor para mi casi nula resistencia. Sus ojos están abiertos de par en par, me encanta ver reacciones en su rostro, le sienta tan bien, que me gustaría que lo haga más seguido. Pero a la vez no quiero que eso pase, porque significaría que más gente lo vería así, y no quiero eso. Aun así el primer sentimiento es el que me embarga, quiero ver mil y un expresiones. En este momento. ¡Ahora!

 

— Murasakibara-kun… yo… no sé qué decir — Hasta el tartamudear le queda encantador.

 

— No digas nada — Le susurro, antes de besarlo al fin. Sabe a fresa.

 

Siento sus manitas en mi camisa sudada, tratando de alejarme tal vez, pero su presión y fuerza son casi nulas, no sé si es porque él es tan chiquito o porque no se opone realmente. Mi mano ahora está detrás de su nuca, y le he quitado la toalla que utilizó antes para secar su cabello, ahora reposa en el piso.

 

Consigue alejar su rostro y moverlo hacia un costado, su respiración es agitada, pero solo ha sido un beso superficial, yo quiero más. Mucho más. Lo deseo. Lo anhelo.

 

Coloco mi otra mano para direccionar su rostro hacia el mío y estampar mi boca con aquella que antes buscaba aire. Eso me gusta, porque puedo colar mi lengua.  Y lo consigo. La intensidad del sabor a fresa es mayor. Una de mis frutas favoritas si me lo preguntan de ahora en adelante. Me encanta. Ahora si siento más presión en mi polo, pero no puedo detenerme. No cuando acabo de chocar mi lengua con la suya y eso ocasiona ese exquisito gemido, bajito, casi imperceptible, pero sentí el temblor de sus cuerda bucales cuando lo hizo. Busco de nuevo su lengua, pero esta vez la masajeo. El gemido es más fuerte, y siento que no solo vibra su boca, sino todo su cuerpo. Muevo su lengüita a mi antojo y la llevo hasta mi boca para chuparla y rosarla con mis dientes. Aprovecha para separarse de nuevo y respirar agitadamente.

 

— Eres tan dulce Kuroko-chin — Le susurro lamiendo la salivita que cae por la comisura derecha de sus labios.

 

Se sonroja ante mis palabras y desvía su mirada. Sus manitas ahora arrugan mi polo en forma de puños y sigue tratando de calmar su respiración. Yo me siento en una de las bancas de madera y mis manos se sitúan en su cintura para atraerlo hasta mí; está justo entre mis piernas y sentado puedo ver su rostro a la perfección.

 

— Murasakibara-kun… — Me rechazará, lo sé. Pero mi ataque no acaba acá — Yo creo que…

 

Alguien tan reservado como él no se dejaría convencer por un simple beso. Pero sus mejillas rojitas, y labios entre abiertos me piden más. Piden que lo posea ahí mismo. Algo que nadie tomó en cuenta, es que Kuroko no mostrará interes alguno si la otra persona no lo dice de forma directa. Momoi-chin estaba por lograrlo, si no lo dijera de una forma tan infantil y falto de profundidad, hace tiempo hubiera tenido a Kuroko-chin, pero como lo gritaba a los cuatro vientos sin la privacidad necesaria, Kuroko-chin no tomaba sus palabras en serio. Por eso voy a aprovechar este punto. Por eso decidí dar mi paso. Porque los pasos lentos de Momoi estaban por surtir poco a poco efecto en mi chiquito de vainilla y fresa, Kuroko-chin empezaba a creerle y sonrojarse imperceptiblemente; y Akashi-chin junto con los demás, estaban por explotar. Que digo, acaban de explotar, van a dar pasos directos. Y todos juntos solo acabaran confundiéndolo algo que Akashi-chin tomará para si como una ventaja. No lo puedo permitir.

 

Antes de que hable de nuevo, le agarro su cabeza de nuevo y lo inclino hacia mí, sus labios un poco reacios empiezan a responder a los míos. Lo está pensando. Lo analiza, los pros y contras de que yo le empiece a atraer. Porque eso es lo que le pasa en este momento. Me empieza a mirar diferente a los demás, diferente a como lo hacía antes, como un simple compañero de básquetbol. No quiero ser solo eso, el ya no piensa de esa forma. Muerdo su labio ansioso pidiendo permiso para más. De una forma tan lenta, tan pero tan lenta que mis sentidos explotan expectantes. NO ha terminado de abrir su boca, y yo ingreso la mía abriéndosela de forma tosca.

 

Mi ataque, mi segundo ataque consiste en confundirlo, debilitarlo (mi tamaño me favorece) y luego de ello, volver a decirle mis sentimiento, cansado, y atontado tengo grandes posibilidades de que me diga que no. Es otra de las cosas que nadie se ha dado cuenta. De la que yo he investigado desde hace un par de semanas. A Kuro-chin no le gustan los dulces (salvo la malteada de vainilla) no tanto realmente, aparte de que no come mucho. Pero cuando terminan los entrenamientos y le ofrezco un pequeño dulce él no se niega, lo acepta y medio en las nubes lo empieza a comer. Sé que los demás no lo veían más que, como un intento de coqueteo, nunca fue así.

 

Meto más mi lengua y le acaricio el paladar haciendo que vibre más y las rodillas cansadas le tiemblen; yo lo sujeto de la cintura y lo junto a mi pecho, sosteniendo casi todo su peso. Me separo del beso y lo miro de nuevo. Rompo un pequeño puente de saliva frente a sus ojos con mi lengua. El solo se sonroja más y trata de respirar de forma menos ruidoso. No lo logra.

 

Al tenerlo pegado a mi pecho, como había querido desde el principio me paro. Y sus pies quedan al aire

 

— Murasakibara-kun, ba-bájeme — Me pide medio alterado.

 

No le hago caso, junto mis piernas lo más que se puede y me vuelvo a sentar sus piernas medio abiertas chocan con el asiento y se empiezan a flexionar, mientras me encuentro yo adentro, paso mi otra mano (antes en su cabeza) acomodando una de sus piernas de forma más cómoda en mis caderas, ahora lo tengo sentado en mi regazo, una pierna a cada lado y más expuesto de lo que a él le gustaría. Sigue con una simple toalla. Pero no le doy tiempo para que haga algo, recuperarse de mi ataque no es algo que espero. Suelto su pierna y vuelvo a dirigir su cara contra la mía. Otro beso, la ansiedad en mi aumenta, mi poco autocontrol se está perdiendo cada vez más y más. El vuelve a responder al ósculo.

 

Lentamente suelto el agarre del beso. Mi mano deja de hacer presión en su nuca y él no se separa. Bajo mi mano por su cuello y delineo con parsimonia cada una de sus vertebras hasta llegar a la toalla. Tan molesta. Tan suertuda por estar tocando partes que yo no. Pero no la quito, no todavía. Vuelvo el beso superficial, y siento como sus brazos me presionan los hombros, cuando lo rompo por fin.

 

— Se mi enamorado Kuro-chin.

 

Desvía la mirada hacia la derecha. Lo está pensando. No quiero que lo piense. No quiero que analice mucho como hace las cosas, si lo hace se va a acobardar. Mi mano por su toalla rodea el contorno de su firme cintura hasta llegar a su abdomen, y ascender nuevamente. Quise pararme en esos caramelitos de fresa que tan traviesos me invitan a probarlo, pero eso, sería algo que un Kuro-chin sin aceptar mi propuesta no aceptaría. Pasé de largo entre ellos prometiéndoles mentalmente que luego los lamería como el dulcecito que son. Que esperen solo un poquito más. Y llegué a su cuello. Mi cabeza se acercó a su cuello y empecé a darle besitos superficiales.

 

— Vamos Kuro-chin — Le susurro haciendo que mi aliento húmedo choque con su cuello — No lo pienses tanto. Dime que sí — Vibra ante mis insinuaciones.

 

— Yo…  — No puede hablar, tal vez me lo niegue — Mu… Murasakibara…-kun… — No, no me puede negar el probar su dulce piel ahora que la tengo a mi disposición. — No lo sé — Su piel es adictiva — Ahh... — Y como adicción que es, no pude evitar el querer pasar mi lengua para probarla. —Yo, no he…  sentido esto antes —

 

— Déjame mostrarte más.  Abandónate a mis manos, voy a amoldar todos tus miedos.

 

¿Por qué besarlo y lamer su cuello es menos lanzado que lamer sus lindos pezones? Simple, el punto del cuello es que también podría hacerlo aun cuando esté vestido. Y aunque es algo íntimo y sensual, no estaría invadiendo ese algo que pone la brecha entre el sexo e insinuaciones de forma tan privada. No como lamer sus pezones. Pero aun así lo haré, ya falta poco para eso.

 

 

Sus piernas tiemblan y su peso es sostenido por completo por mí, está apoyado en su redondo y firme trasero. Aprieta sus labios e inclina su cuello dejándome espacio para continuar. Le gusta. Y me agrada descubrirlo.  Subo por su cuello saboreo su mandíbula y choco hasta su oído.

 

— Se mío Kuro-chin — Le muerdo el lóbulo y el gime.

 

— Murasakibara-kun— Me susurra cual dulce gemido en respuesta a mi mordida — Yo…  — Se aleja un poco y su voz suena un poco más seria. — No conozco nada de eso — Me dice agachando su cabeza — No seré lo que Murasakibara-kun — Tan tierno, es como un chocolate relleno de manjar con unas almendras.

 

— Lo que yo quiero — Mi mano sube de su cuello a su mentón y acuna su sonrojada carita — Es a Kuro-chin. A mi dulce sabor vainilla. A mi pequeño labios de fresa. Te quiero a ti.

 

Aunque mi corazón palpite cual desquiciado, aunque piense que ha pasado una eternidad. Todo esto ha sucedido en solo unos quince minutos. Pero ya no me queda mucho. Ya pronto se darán cuenta de mi ausencia y Akashi de mi plan. Si no es porque tardo tanto, es por los dulces de mi mochila. Porque aunque piensen que tengo todo tipo de dulces, solo uno me faltaba y ese es el que yo ansiaba, ansío y anhelo en estos momentos con fervor.

 

— ¿Murasakibara-kun me enseñará?

 

Lo amo. Más de lo que algunos se imaginan. Lo he amado por meses, por cómo es en cada momento, cómo reacciona y sus imperceptibles expresiones faciales. Amo cada parte de su ser y todo lo que es él. Y ahora lo amo más que hace solo un par de minutos.

 

— Todo lo que Kuro-chin desee —No resisto más. — Hoy serás mío —Y me lanzo a casar sus labios

 

Todo su cuerpo tiembla ante la promesa de mis palabras. No hay vuelta atrás y no quiero que él se retracte. No hay nada mejor que el ser el que le muestre un nuevo mundo a Kuro-chin. Pero primero tengo que marcarlo como mío.

 

Me alzo del asiento y el instintivamente rodea mi cadera con sus piernas musculosas, pero esbeltas. Es lo que el básquetbol deja después de horas de entrenamiento. Creo que ahora amo más ese deporte. Camino hacia el medio de los vestidores, donde ningún casillero o banca me impidan hacer los movimientos que deseo. Y lo recuesto en el piso. Tan chiquito.

 

Baja sus piernas de mi cintura y yo me separo un poco para sacarme la camiseta con la que he practicado este día y la lanzo sin interesarme a donde caerá. Los ojos de Kuro-chin pasean por mi torso sonrojándose más. Yo sujeto mis manos y las coloco en mi abdomen.

 

— Soy todo tuyo — Le digo incitando que me acaricie — Y tu todo mío.

 

Me acerco un poco más, apoyándome en mis manos y de forma tímida empieza a pasear sus manos por mi abdomen y llega a mis pectorales. Alza su mirada hasta verme a los ojos y mi sonrisa lo avergüenza. Le gusta mi cuerpo, le gusta lo que ve y aunque antes nos hemos cambiado juntos es la primera vez que lo aprecia de esta forma. Y me enorgullezco de tener buen cuerpo.  Sus manos llegan hasta mis hombros y yo bajo mi rostro respondiendo a su pedido mudo. Que lo bese. No me niego, me encanta que sea él el que lo pida, a su manera, pero lo hace.

 

Cierra sus ojitos y me espera con los labios entreabiertos. Meto mi lengua y con una de mis manos empiezo a acariciar su torso y pasarlo por su abdomen, por sus caderas,  tocándolas simplemente, le gusta pues se estremece de ansiedad. Quiero ir más abajo, pero ahí es donde está su toalla. Flexiono mi brazo de apoyo para que mi cuerpo esté más cerca de él. Y ahora me apoyo en  todo mi antebrazo. Me da más estabilidad para hacer lo que anhelo.

 

Mi lengua choca con la suya y ahora más participativo, trata de seguir mis movimientos. Siento como de sus labios empieza a bajar saliva pero yo continuo. Mis dientes chocan con los de él en un movimiento brusco, mi necesidad aumenta. Mi traviesa mano deja de acariciar para quitar mi obstáculo, la toalla es abierta y siento como se tensa más al sentirse tan vulnerable. Mi Besos bajan y de su boquita sale un gemido. Me voy a besar de nuevo su cuello, donde antes se había formado una lagunita de agua, ahora yo la lleno de mi lengua y la saliva se queda impregnada. Una mordida. Un grito. Quiero escucharlo más fuerte. Mi boca deja su cuello y empieza a bajar por su pecho, hasta encontrarme con mis caramelitos, más erectos, más deseosos que antes. Volví por ustedes, les recuerdo mi promesa anterior. Cojo uno con mi boca y lo empieza a chupar. Sus piernas se flexionan y me acomodo en medio de ellas sin que se dé cuenta. Mi mano baja y le acaricia uno de sus muslos, sin dejar de lamer su pezón. Tiembla más y su respiración es ruidosa. No solo acelerada, sino sonora. Me encanta, siento como de su boca expulsa vaho por la diferencia de su caliente cuerpo con nuestro templado ambiente y gotitas de sudor se van formando por toda su piel .  

 

Sus manos presionan más mis hombros, mucho más fuerte, cuando mi mano pasa por su muslo interno y sin previa meditación acaricio su miembro semi-erecto. Poco a poco se va alzando para mí. Y su glande me muestra una gotita de pre-semen, lagrimeante y rosadito. Prueba de que soy el primero en tocarlo. Le bajo y subo la piel para mostrar más su glande él se retuerce bajo mío. Me paso a chupar el otro pezón y mi mano desciende a sus bolas. Me separo de mi caramelito de fresa, dándole una juguetona mordida y luego me separo un poco.

 

Aprecio su bello cuerpo, ese poco bello que se encuentra en la base de su pene. Tan ralo, un poco más oscuro que su cabello, casi no se nota la diferencia. Dejo de mover sus testículos y bajó mi mirada a su entrada. Tan chiquita tan apretada. Mi miembro palpita ante la simple vista que tengo. Está deseoso por salir, erecto duro y anhelante de meterse en ese ano tan apretado. No tengo paciencia y quiero comérmelo lo más pronto posible.

 

Veo el rostro de Kuro-chin antes de hacerlo. Sus ojos estás entrecerrados, casi cubiertos por completo por sus enormes pestañas risadas naturalmente, pero en ese poco espacio,  veo sus pupilas llenas de deseo y miedo combinados. Sus manos están al costado de su nuca al no encontrar el soporte que le daban mis hombros, cerradas en puños.  Sus labios hinchados tan rojos como las cerezas. Me acerco y le doy un beso superficial.

 

— Es hora Kuro-chin — Le doy un besito más en su nariz — No puedo esperar más — Otro par en sus labios — He aguantado por meses.

 

El abre un poco más sus ojos sorprendido por mi confesión. Y sus manos van a mi cabello tocándolo con el índice y el pulgar. Me quedo inmerso observando lo que hace. Sube más su mano, de la punta a mi nuca y me masajea el cuero cabelludo. Me dejo y cierro los ojos sintiendo más sus delicadas caricias. Sus manos  pasean por todo el largo de mi cabello nuevamente.  Como si tratara de desenredar nudos inexistentes.

 

— Se gentil Atsushi.

 

Mis ojos se abren y aprecio su sutil sonrisa. Tan bello, tan perfecto. Me encanta como sus ojos destellan felicidad. Le gustaron mis palabras. No aguanto y junto mis labios de nuevo con los suyos. Solo un juego superficial. Masajeo su labio inferior con los míos y lo presiono un poco. Pero no llego a más. Le doy otro besito y agarro esa manita que sigue en mi nuca.

 

— Todo mío — Le susurro y él sonríe sonrojado.

 

— Todo tuyo.

 

Su voz es tan baja, pero me encanta que diga esas palabras.

 

— Seré lo más gentil que mis ansias me dejen — Besando su cuello — Porque te amo desde hace tiempo.

 

Tiembla. El amar es un sentimiento que él, todavía no corresponde al mío. Pero poco a poco sé que lo hará.

 

— No te asustes Kuro-chin, puedo esperar el tiempo que necesites para que logres amarme — Dejando los besos y viéndolo a los ojos — Porque haré que te enamores de mí a cada día. Y porque ahora soy inmensamente feliz sabiendo que simplemente me quieres.

 

Sus mejillas se sonrojan

 

— Espero no tardar en corresponderte Murasakibara-kun.

 

Le doy un besito en los labios mientras, como pocas veces, sonrió por su inocencia.

 

— Puedo esperar mil años mientras permanezcas a mi lado. — Le acomodo los cabellos de su frente y coloco un mecho que estaba pegado a su mejilla por detrás de la oreja. — Ahora te aré mío Kuro-chin.

 

Solo asiente y yo bajo mi rostro hasta su abdomen. Un beso en su ombligo y paso mi nariz por sus bellos, todo su cuerpo estremece. Pero dejo solo un beso en su glande y  bajo hasta su entrada. Con mis manos, separo sus formados glúteos. Kuro-chin no lo sabe, pero el pervertido de Akashi le había dado un cronograma específico de ejercicios al entrenador para que él sacara unos enormes glúteos, firmes  y redondos. Que se puedan estrujar tan deliciosamente como lo hago yo ahora. No puedo evitarlo. Es que me encanta. Dejo de jugar y los separo nuevamente para meter mi lengua y lamer su entrada fruncida.

 

Gime y pero yo solo jugueteo un poco más. Kuro-chin es un niño muy limpio, desde que tengo memoria no deja de limpiarse nada de forma minuciosa y eso incluye su rico anito, por lo que no me molesta pasar mi lengua por ahí. Poco a poco este va aflojando y meto la punta de mi lengua. Dejo un poco de saliva y la vuelvo a meter de nuevo. Le saco más gemidos y meto uno de mis dedos junto con mi lengua. Mis ansias me ganan, pero si no lo preparo bien, no va a entrar. Saco mi dedo y pongo dos frente a su agujero, les escupo un poco de saliva y los vuelvo a meter para mojar más su anito.

 

Abro mis dedos como tijeras, son largos y llego  ya hasta su próstata. Le empiezo a empujar justo en ese lugar.

 

— ¿Cómo se siente Kuro-chin?

 

— Ahh… Se… siente… mmmgh… raro, — No puede hablar más que un par de palabras sin trabarse.

 

— ¿Raro, bien o raro, mal?

 

Saco mi par de dígitos y le meto tres a la vez, golpeando nuevamente la próstata y estirándolos todo lo que puedo en su interior.

 

— Bien… raro, bien… — Moja sus labios con su lengua — Muy bueno.

 

Sus piernas están más abiertas dándome acceso y facilidad de movimiento. Le doy un beso al meato y me meto a la boca el glande. Sacando casi gritos o alaridos de su boca. Pero solo la chupo un par de veces. No aguanto más. Saco los dedos y uso mis dos manos para quitarme el short y el bóxer lo más rápido que puedo. Aún tengo las zapatillas, pero no me importa. Mi miembro agradece la libertad. Escucho un grito un tanto ahogado. Me asusto. Lo miro a sus ojos y veo que sus manos tapan su boquita, sus ojos están enormemente abiertos y miran mi miembro. Bueno, creo que ya entiendo.

 

— E-es demasiado grande — Dice en forma de respuesta a su grito.

 

Pero que se espera. Mido más de dos metros. Es proporcional a mi cuerpo. Aparte de que si es más grande que un tamaño promedio. Pero aun así necesita atención. Separo sus manos de su boca y dirijo la diestra hasta mi entrepierna.

 

— Es toda tuya Kuro-chin.

 

— No va a entrar — Su mano tiembla al sentir la piel caliente de mi falo.

 

— Entrará Kuro-chin.

 

Beso su mano y la dirijo a mi cuello junto con la otra Me acerco más a su cuerpo y dirijo la cabeza de mi miembro a su rico anito. Le susurro al oído que se relaje. Y me voy introduciendo lentamente. Sus manos se tensan y abraza con más fuerza mi cuello.  Me meto de forma rápida hasta la mitad de mi miembro y el muerde mi  hombro.

 

— Me detengo Kuro-chin? — Le susurro.

 

El solo se niega y separa sus dientes de mi piel. Sin que se lo espere termino de meter mi miembro poco a poco. Sé que no quiere que me detenga para que no lo trate de forma delicada. No quiere que lo compare con una chica. Porque es un hombre; será chiquito, delgadito, y tan bello, pero sigue siendo hombre y tiene su orgullo. Por lo que, aunque le duela mi última embestida. Solo se traga su grito y mete a la fuerza sus lágrimas a sus celestes ojos.

 

 

Lo beso  para que se olvide poco a poco y  apoyo más mi cuerpo. Y empiezo a sacar mi miembro lentamente. Una vez que está solo metida la punta y aun chupando su lengua y meneándola a mi gusto. Le vuelvo a meter mi miembro.

 

— Ah… — Me abraza aún por el cuello, pero pasea sus manos por mis omoplatos — Me vas a aplastar —

 

No me había dado cuenta de que todo mi peso estaba en él. Flexiono mis rodillas y pongo sus piernas en mi cintura (para no tener que agacharme más) y alzarle sus caderas. Lo penetro, cada vez aumentando un poquito más la velocidad.

 

— No, Kuro-chin. No te voy a aplastar— Le digo cuando poniendo sus manos arriba de su cabeza — Te voy a partir en dos.

 

Aumento la velocidad de forma abrupta, sé que lo está disfrutando, sus entrañas me aprisionan y succionan cada vez que saco mi falo de su cuevita. Lo sigo penetrando y veo como su pene salta en su abdomen. Dirijo mi mano y lo empiezo a masturbar, sin bajar la velocidad de mis embestidas.

 

— Ahh… Ah… Mura… Ahhh… Murasakibara-kun… Mmmm…  — Ya no se puede contener más, no puede retener su voz — Por favor, más des ¡Ahh!... despacio… — Claro que pide más despacio, estoy apuntando directamente a su próstata y aparte lo masturbo — Eres muy grande.

 

Está a punto de llegar al clímax, pero yo solo empiezo. Por lo que aprisiono su base. Lo estoy volviendo loco y un quejido lleno de frustración emerge de sus labios.

 

— No puedo detenerme  — Le susurro. — Eres más dulce de lo que esperaba — Mis testículos chocan con sus enormes nalgas. En este momento le agradezco eso a Akashi-chin — Eres mío ahora Kuroko-chin.

 

Dirijo mi mirada a su cara, muerde sus labios y sus ojos están fuertemente cerrados. Yo solo sigo penetrándolo y sintiendo como absorbe mi enorme miembro cada que se lo saco, como si quisiera vivir conmigo en su interior. Lo penetro más fuerte. Me lo pide aunque sus palabras lo nieguen.

 

— Me vas Ahhh… Me vas a partir en dos Mmmgh… 

 

Repite mis palabras antes dichas. Porque ahora ha de sentir que es verdad. Pero él tiene la culpa por ser tan bello. Mi otra mano pase por su cintura y sube para darle caricias a su pezón. Me acerco a su cara y le doy un par de besos. Mientras el con enorme desespero busca agarrarse de mi cuello. Eso me pasa por no haber apresado sus manitas anteriormente más que con una de mis manos. Pero no me molesta. Más bien me encanta sentirlo tan cerca. Alzo su cuerpecito y queda sentado en mí.

 

— Muévete Kuro-chin — Le digo tan bajo como mis voz me lo permite, directamente en su oído, para que solo él me oiga.

 

El empieza a saltar y dejo de masturbarlo, su abdomen empuja su pene a mi propio estómago, dándose placer el mismo. Los ejercicios que Akashi le dio, también iban un poco dirigidos a la resistencia de las piernas. Por lo que aun cansado empieza a saltar sobre mi miembro.  Pero ahora que ya no le impido eyacular, sé que va a hacerlo dentro de muy poco.

 

— Me vengo Atsushi — Me dice mientras siento como se come mi enorme falo y arquea más su espalda un poco húmeda por el sudor que causa este ejercicio. Su aliento choca con mi cuello y cada vez se mueve lo más rápido que puede.

 

— No, Kuro-chin, solo aguanta un poco más — Digo un alzando un tono la voz. — Solo un poco.

 

Lo sujeto un poco de sus carnosas nalgas y lo alzo para chocar contra la pared más cercana y penetrarlo con fuerza. Abre su boca buscando aire por lo que hago. YA falta poco, lo sé ciento esa enorme corriente eléctrica pasando por mi columna vertebral y llegando hasta la base de mis testículos. Siento como mi abdomen se moja del semen ajeno y me aprieta a tal punto que exploto en su interior. Mi semen llena su culito y saco mi pene ya flácido mientras en mis brazos siento el peso muerto de Kuroko, que respira dificultosamente.

 

Le alzo el rostro, sujetándolo todavía de sus nalgas con una sola mano. Y dirijo mis labios a los suyos. Me responde cansado, pero lo hace. Su lengüita moja mis labios pidiendo ingresar. Me encanta que tome la iniciativa y lo dejo. Chocando mi lengua con la suya. Nos besamos por un par de minutos. Aunque es un beso profundo, no llega a buscar más. Bueno, por ahora. Lo separo y le quito nuevamente un mechoncito mojado de su mejilla.

 

— Vamos a bañarnos juntos Kuro-chin —Le digo de forma sugerente. — Estás sudado nuevamente y yo no me he bañado después de la práctica.

 

Sabe que lo digo con doble sentido, pero asiente. Tal vez esté cansado, pero realmente no me puedo saciar de su dulce piel. Tan rica tan jugosa. Que es un bocadillo de calidad incomparable con los de mi mochila. No me importan, puedo comprar más y tal vez más adelante bañar en fudge a mi lindo enamoradito. Crema chantillí en sus pezones que luego limpiaré. Si, delicioso.

 

Lo dejo en el piso y le doy una nalgadita travieso. Él se sobresalta y aunque le tiemblan las piernas camina sin aceptar mi ayuda, un tanto orgulloso. Me quito las zapatillas y medias y lo alcanzo a mitad de camino apegando mi pecho a su espalda y apoyando mi mentón en su cabeza. El resto del recorrido a las duchas lo hago pegadito a su cuerpo sintiendo como mi pene reaccionaba poco a poco al tenerlo desnudo y con sus grandes nalgas pegadas a mi pelvis. Pero no puedo contenerme, soy un hombre de carne y hueso que tiene una adicción por los dulces, y si me lo ponen en bandeja de plata. No  me negaré a él.

 

Lo siente y se estremece. Ya estamos frente a una ducha y la abre cayéndonos agua tibia. Se volea para mirarme y sabe que quiero más de él. Sabe que lo anhelo y que mi mirada promete una sesión en las duchas. Se sonroja y me sonríe un poco tímido. Me alza una mano y gustoso la acepto acortando la distancia.

 

Porque es imposible resistirse a él, porque por él, daría lo que fuera. Porque Kuroko Tetsuya es mío. Y ahora no creo sobrevivir sin él a mi lado. Todo por haber probado su piel. Todo por haberme enfrentado a los otros sin temer. Por eso gané este bello joven. Porque es único y porque me sonríe antes de volver a besarlo. Todo por él. Por Kuroko Tetsuya.

 

FIN

Notas finales:

 

PAGINA PARA SEGUIR ACTUALIZACIONES

https://www.facebook.com/groups/168180026717513/

PAGINA PARA SEGUIR ACTUALIZACIONES

 

Si les gusta la lectura >.0 Les recomiendo MUUUUCHO MUCHO esta que recién ha empezado. Pero tiene muy buen material

https://www.facebook.com/Read.More13

Kyaaa me gustó poder terminar con la misma frase *w*.

 VOTACIONES: *-* Mi pareja es KagaKuro si, me gusta y siento que ellos están destinados en el Anime/manga XD~! Pero antes de escribir un KagaKuro. Quiero hacer fics. Ya sea One-shot. Two-shots. Three-shots o Long-shots De cada uno de los integrantes de Kiseki con Kuroko. YA HICE DE MURASAKIBARA. No encontré Fic con el y quería leer uno del giganton y el chiquitin *w*. Ahora les toca escoger. con que integrante de Kiseki quieren que escriba una nueva historia *w*.

Elegir:

A) Akashi

B) Midorima

C) Kise

D) Aomine

Si un integrante de Kiseki ya fue elegido, reaparecerá en las opciones luego de dos fic escritos donde no sea la pareja principal. Es decir. Murasakibara reaparecerá cuando solo haya dos integrantes en el grupo de Kiseki. Pero en el momento en que todos los integrantes de Kiseki hayan sido elegios Aparecerán mas opciones. Kagami. Himuro, etc. Recuerden que a mí solo me gustan las parejas principales con Kuroko. *w* Elegir bien >.0

Tengo tanto que escribir de otro fandom, pero prometo volver pronto a este *-* Tengo ideas que no puedo dejar inconclusas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).