Una herida de guerra
La guerra contra Gea había terminado, de nuevo los semidioses habían sido los héroes, pero lejos de estar festejando por la nueva victoria, todos se encontraban callados alrededor de dos figuras, una sostenía fuertemente a la otra sin moverse si quiera, la escena era triste nadie podía aguantar el ponerse a llorar al ver la imagen, todos sabían que en la guerra había bajas, pero sin lugar a dudas esta era una de las más dolorosas, la perdida de Annabeth Chase no porque fuera mejor que cualquier otro semidiós pero sin lugar a dudas era una semidiosa que destacaba, líder de su caballa, los cuales solo lloraban en silencio por la pérdida de su hermana, admirada por las demás cabañas, incluso por la de Ares, siempre apoyaba a quien se lo pidiera, inteligente sin lugar a dudas, un poco creída pero nada que no pudiera soportarse, había logrado la unión de los dos campamentos al arriesgarse a encontrar la Atenea Parthenos , era una semidiosa estupenda, a todos les dolía, era una gran amiga, todos lloraban y más al ver el dolor en la rostro de uno de los semidioses más queridos por todos, el dolor reflejado en el rostro de Percy Jackson rompía el corazón de cualquiera que lo viera; se veía destrozado, roto, era un cuerpo vacío se veía en sus ojos, sus hermosos y siempre alegres ojos verdes ahora solo demostraban un profundo vacío.
A todos les dolía verlo asi, nunca se imaginaron ver a ese joven de esa manera después de todo siempre era de los que tenían una sonrisa en la cara, todos estaban acostumbrados a que hasta en los peores momentos saliera con un comentario que hiciera reír, siempre sorprendía con sus comentarios burlones y sarcásticos en frente de cualquier monstruo, gigante, titán o dios, demostraba su valentía para animar a los otros aunque por dentro se estuviera desmoronando, siempre sacaba las cosas positivas cual fuera la circunstancia , más sin embargo al verlo destruido sentían que aunque Gea hubiera perdido había conseguido lo que quería, quebrar el espíritu del semidiós más querido y admirado por todos.
No lloraba solo sostenía el cuerpo de su amada con ternura, nadie se atrevía a acercársele sabían que el joven no dejaría que lo separaran, era un momento difícil para todos, pero sabían que dejarlo ahí sería peligroso para él, tenía una herida de la que salía sangre en abundancia y si no era atendido sería realmente serio, los de la cabaña de Apolo se encontraban listos para atender al joven, pero este no se separaba del cuerpo sin vida de la hija de Atenea.
Hasta que paso lo que todos imaginaban Percy perdió el conocimiento por la pérdida de sangre, aferrado al cuerpo de Annabeth y con una lagrima traicionera cruzando su rostro demostrando todo el dolor que sentía el príncipe del mar.
Una herida de guerra
La guerra contra Gea había terminado, de nuevo los semidioses habían sido los héroes, pero lejos de estar festejando por la nueva victoria, todos se encontraban callados alrededor de dos figuras, una sostenía fuertemente a la otra sin moverse si quiera, la escena era triste nadie podía aguantar el ponerse a llorar al ver la imagen, todos sabían que en la guerra había bajas, pero sin lugar a dudas esta era una de las más dolorosas, la perdida de Annabeth Chase no porque fuera mejor que cualquier otro semidiós pero sin lugar a dudas era una semidiosa que destacaba, líder de su caballa, los cuales solo lloraban en silencio por la pérdida de su hermana, admirada por las demás cabañas, incluso por la de Ares, siempre apoyaba a quien se lo pidiera, inteligente sin lugar a dudas, un poco creída pero nada que no pudiera soportarse, había logrado la unión de los dos campamentos al arriesgarse a encontrar la Atenea Parthenos , era una semidiosa estupenda, a todos les dolía, era una gran amiga, todos lloraban y más al ver el dolor en la rostro de uno de los semidioses más queridos por todos, el dolor reflejado en el rostro de Percy Jackson rompía el corazón de cualquiera que lo viera; se veía destrozado, roto, era un cuerpo vacío se veía en sus ojos, sus hermosos y siempre alegres ojos verdes ahora solo demostraban un profundo vacío.
A todos les dolía verlo asi, nunca se imaginaron ver a ese joven de esa manera después de todo siempre era de los que tenían una sonrisa en la cara, todos estaban acostumbrados a que hasta en los peores momentos saliera con un comentario que hiciera reír, siempre sorprendía con sus comentarios burlones y sarcásticos en frente de cualquier monstruo, gigante, titán o dios, demostraba su valentía para animar a los otros aunque por dentro se estuviera desmoronando, siempre sacaba las cosas positivas cual fuera la circunstancia , más sin embargo al verlo destruido sentían que aunque Gea hubiera perdido había conseguido lo que quería, quebrar el espíritu del semidiós más querido y admirado por todos.
No lloraba solo sostenía el cuerpo de su amada con ternura, nadie se atrevía a acercársele sabían que el joven no dejaría que lo separaran, era un momento difícil para todos, pero sabían que dejarlo ahí sería peligroso para él, tenía una herida de la que salía sangre en abundancia y si no era atendido sería realmente serio, los de la cabaña de Apolo se encontraban listos para atender al joven, pero este no se separaba del cuerpo sin vida de la hija de Atenea.
Hasta que paso lo que todos imaginaban Percy perdió el conocimiento por la pérdida de sangre, aferrado al cuerpo de Annabeth y con una lagrima traicionera cruzando su rostro demostrando todo el dolor que sentía el príncipe del mar.