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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Hola. Quiero pedir una disculpa enorme. No he actualizado, no soy buena, lo sé. Pero lo que pasaba era el problema de mis manos, mi computadora y varias cosillas. Sin embargo estoy de vuelta. El capítulo que les dejo aquí lo subí el domingo pasado a mi blog porque amor-yaoi no me dejó subir el cap. 

Les debo muchos caps, por eso, por la noche como a las 10 actualizaré el 15 y ya mañana actualizo el 16. ósea que hoy hay dos caps, dos por si no leyeron el 14 en el blog. El blog es una salida y pueden encontrar mis historias ahí por si amor-yaoi falla.

Entre otras cosas quiero decir que no estoy enojada. Yo nunca me enojo. De verdad. Reiteré lo de la intersexualidad y esas cosas para responer a una pregunta, pero creo que me notaron enojada. Quiero decir que no lo estaba. No lo estoy. Soy muy directa, pero no enojona y no se sientan lastimadas si por alguna razón no pongo una carita o algún gesto de burla, pero bueno. Si necesitan que los ponga para que me lean feliz, lo haré. Disculpen las molestias. 

:)

 

Mi historia está en edición por mis errores, lo lamento tanto, pero lo estoy arreglando. Así que podrán disfrutar de mejor ortografía y todo eso. Si notan algún error, lo arreglaré, pero luego... xD

Por cierto, creo que me siento extraña por encontrar una historia muy parecida a la mía. (No estoy molesta, eh) Pero bueno, a leer.

Capítulo 14


Las cosas son así”


 


Tres semanas habían pasado después de la sorpresa.  Era 21 de diciembre y ya estaba acercándose la navidad. Todos parecían saber sobre el embarazo, sólo los más cercanos, sin embargo faltaba una persona. Salomón no sabía y Nicolás no encontraba una manera para decirle, era difícil con él porque era su padre y sentía que se enfadaría mucho. No sabía por qué pensaba eso, sólo sentía que Salomón no se lo tomaría bien. Era su padre y Nicolás un adolescente ¿cómo diablos le diría que a sus dieciséis años había salido embarazado? Todo aquello parecía terrorífico sin añadir que era intersexual. Lo importante ahora era la edad de Nicolás, pues en todo caso sería como los millones de embarazos en adolescentes. La única diferencia era que estaba casado con una persona ejemplar y que le decía todas las noches que no lo dejaría solo.


Oliver no presionó a Nicolás para que fueran con su padre, incluso Oliver pretendía hablar y discutir los puntos con Salomón como los únicos mayores, pero Noah no quería. Tenía miedo.


—Necesitamos decirle —espetó el alto, viendo que Nicolás ya comenzaba a verse diferente.


No tenía barriga grande, pero se le miraba abultado. No tenían mucho tiempo, de hecho si contaban bien, Nicolás ahora tenía nueve semanas, casi diez, pero era tan delgado que todo se le notaba.


—Se enojará —Nico protestó, sentándose en la cama. Eran las siete de la mañana y mientras hablaba se desayunaba un pedazo de pastel que Oliver le compró días antes. Últimamente Nicolás comía mucho, todavía no tenía antojos, de hecho ninguno raro, sólo comía y comía. No tenía llenadera y lo más sorprendente era que no engordaba.


—¿Cómo sabes? No digas tonterías ¿por qué se enojaría?


—Soy menor de edad, incluyendo también que soy una especie de hombre-mujer embarazado. Ni siquiera sé qué soy, no sé si me ves como una mujer o un hombre. Además todo esto me tiene de nervios —expuso, llevándose el tenedor  a la boca —. ¿Cómo me vez tú?


—Tú eres Nicolás, la persona de siempre.


—¿La persona de la que te enamoraste?


—Sí. Es cierto que esto del embarazo me tiene muy feliz, y también estoy confundido por cómo te dirán o te verán los niños cuando nazcan, pero para mí sigues siendo el mismo.


—¿Aunque tenga senos?


—¿A qué quieres llegar con esto? —Lo miró con recelo—. Te he hecho el amor incluso sin saber que tenías una vagina. No digas tonterías, no te preocupes por ese tipo de cosas…


—Pero me crecerán, ya me empiezan a doler y también la cadera. Ni siquiera sé usar un sostén —soltó con ironía —.  ¿Cómo debería ponerme un sostén? —Inquirió en alto, pero más para sí mismo.


Oliver frunció el entrecejo, molesto. Últimamente Noah estaba muy insoportable por ese tipo de cosas y aunque Oliver no le gritara, deseaba hacerlo. Quizá con sus gritos Nico dejaría de pensar en todas esas tonterías.


—¡Sólo deja de pensar en cosas mínimas como esas! Soy capaz de ponerte el puto sostén, no hay de qué preocuparse —gritó con todas sus fuerzas, dejando a Noah paralizado.


Luego de escuchar el tremendo grito, Noah se encogió de hombros, mirando las migajas de pastel que quedaban en el plato.


—¿Por qué me  gritas? No me gusta que me grites —murmuró, viéndolo a los ojos.


El pelinegro se acercó, se sentó junto a él y le acarició una pierna con la mano extendida.


—Lo siento —susurró en su oído, descendiendo para besarle la mejilla, no obstante, Noah se negó, evitando su beso y aventando el plato al suelo, quebrándolo en pedazos.


Oliver tensó la mandíbula. Era la cuarta vez que discutían así y era también la cuarta vez que Nicolás quebraba algo. La primera vez había sido un vaso, la segunda un jarrón, la tercera una taza de café, y esta cuarta un plato. Lo malo era que todo había sido por cosas estúpidas, pero Nicolás andaba muy sensible y a cada minuto exponía arranques de enojo. Sin embargo, Nicolás no se saldría con la suya. Oliver sabía que era pura manipulación por parte del adolescente,  y ya sabía cómo controlarlo a la perfección.


Oliver se levantó de la cama, señaló los pedazos y antes de hablar, respiró profundo:


—En media hora iremos con tu padre y no me interesa que no quieras; ya es tiempo de decirle. Vas a pararte y limpiar lo que hiciste, así que apúrate que en diez minutos vendré a ver si ya está todo limpio —sentenció, caminando directo a la puerta.


Antes de reprochar algo, Noah escuchó un portazo e inmediatamente se levantó de la cama y se puso a recoger el mugrerío que había hecho. Ya sabía que a Oliver no le gustaría volver y encontrar los pedazos del plato tirados por todo el suelo.


Eso era lo que Yael hacía con él cada vez que se portaba chiflado, y funcionaba. Después del berrinche ninguno pedía disculpas y hablaban como si nada.


Después de media hora ambos estaban en la carretera y hablando de la porquería de música que ponían en la radio, añadiendo además lo que harían para navidad. Nicolás pensaba pasarla con su padre para no dejarlo solo y Oliver pensaba pasársela con Olivia, pues llegaría horas antes para poder pasarla en familia. Al final de cuentas decidieron invitar a Salomón y a la novia de éste a la casa de Oliver para que se la pasara con ellos. Ya luego la casa estaría llena con Kelle.


Al llegar con Salomón, éste se encontraba terminando su desayuno. Al principio no dijeron nada, pero después de una hora hablando, Oliver fue el que le dio la noticia, comentando primero sobre la intersexualidad de Nicolás. Salomón se sorprendió mucho por ese dato; no sabía que su hijo era intersexual. Pero lo que lo dejó estupefacto fue ser avisado que Nicolás tenía casi diez semanas de embarazo.


Su reacción fue fría y muda. Sólo permanecía escuchando a Oliver, le enseñaron las pruebas y justo cuando Nicolás quiso agregar algo, Salomón se puso de pie, señaló a Oliver y se dirigió hasta la cocina.


El de mirada grisácea entendió y se dirigió a la cocina, listo para escuchar a su amigo. Noah no se movió de ahí, pero pudo escuchar absolutamente todo.


—¿Sabes que es un adolescente, verdad? —Lo reprendió, sosteniendo una voz firme. Oliver abrió la boca para articular palabra, pero su acompañante prosiguió: — ¿Cómo demonios va a disfrutar su adolescencia si lo acabas de embarazar? ¿Sabes acaso que él no está preparado para educar a alguien? ¿Sabes que puede salir herido si esos fetos no logran crecer como esperamos? ¿Estás consciente de que puede decaer psicológicamente?


—Ninguno de los dos sabía que podía quedar embarazado. No tenía idea de que fuera intersexual, no…


—Si algo malo le pasa, tú tendrás toda la culpa —espetó, mirándolo con desconfianza—. Y si tienes pensado dejarlo tener esos bebés, será bajo tu responsabilidad. Nicolás no está preparado para esto y tú no lo vas a obligar a convertirse en una persona adulta en nueve meses.


—¿Tan poca confianza le tienes a Nicolás? ¿Por qué piensas que no puede con una responsabilidad así? No le acortaré nada y no le pediré que se deshaga de mis hijos. Nicolás seguirá siendo el mismo de siempre y me tiene a mí para todo, porque no está solo. Por lo pronto todo está bien y sólo necesito cuidarlo durante siete meses o un poco más —comentó—. Nicolás no está solo y nada malo le pasará porque yo lo cuidaré. Así que no digas tonterías y sé feliz como la mayoría de los suegros que van a ser abuelos.


—Es mi único hijo. —Se lo recordó, encogiéndose en su lugar —. Si a él le pasa algo yo no sé lo que haría, porque perder a un hijo no tiene nombre.


Y era cierto; cuando se perdía un conyugue se llamaba viudo, cuando se perdían los padres se nombraba huérfano, pero cuando se perdía un hijo no tenía nombre.  El dolor es tan grande que no puede ser nombrado si quiera.


Y Salomón no lo quería perder por nada del mundo. Oliver comprendió su temor, pero estaba seguro que a Noah no le pasaría nada. Mientras él cuidara de Nico nada grave le pasaría. Estaba seguro.


Posteriormente se quedaron callados, relajándose. Esa mañana, Nicolás comprendió que su esposo estaría con él en todo momento, a la vez que también razonó para no ser tan chiflado. Ese día Nicolás aprendió que debía confiar en sí mismo y que jamás estaría solo, porque después de tenerse a sí mismo, estaba Oliver y su padre.


 


**


 


Fue tan rápido el tiempo juntos, que incluso la navidad había llegado. Olivia y Ana llegaron y no lo hicieron con las manos vacías. Acudieron con bastantes regalos. La mayoría de esos regalos eran artefactos de bebé y para cuando Nicolás amamantara. El pelirrojo no quería aceptarlos porque le daba miedo adelantarse a los hechos, sin embargo en la ecografía de hace dos días le habían dicho que todo iba bien, así que luego de mucho tiempo tentándose, aceptó todo. Era un saca-leche doble, mucha ropa para mellizos, biberones y una pañalera. Esos eran unos cuantos, los otros eran pantalones y overoles para embarazada.


Oliver recibió una cartera por parte de su hermana y de Ana. No hubo más porque prácticamente no había nada sorprendente para regalarle.


Kelle, que asistió puntual a la cena de noche buena, le regaló a Oliver una caja de madera con un amuleto de triunfo. El pelinegro no quiso abrirlo en esos momentos, pero lo haría después. Por otra parte, Kelle le regaló a Nicolás algo demasiado privado. Le entregó una caja enorme con ropa interior, entre esa ropa había sostenes suaves y para tetas pequeñas y unos tops que podían amoldarse, además le regaló una faja para que la usara cuando los bebés nacieran.


A Kelle lograron regalarle joyería y Nico por su parte le regaló una película pornográfica para que su colección creciera. Nadie supo de lo último, pero Kelle estaba muy feliz, porque además de eso Nico le regaló unos zapatos muy bonitos.


Olivia recibió maquillaje y un colgante de oro por parte de su gemelo. Ana recibió juguetes nuevos y muchas blusas para que estrenara en primavera.


Salomón recibió un reloj, una corbata y un nuevo maletín. Y la pareja de éste recibió algo similar a Olivia.


Noah se sintió con una gran responsabilidad esa noche, más por recibir todo lo necesario para un bebé, pero se tranquilizó al recibir el regalo de su esposo. Oliver le regaló un anillo que para él significaba unión. No unión matrimonial, ni mucho menos unión económica. Se trataba de unión individual. El anillo era Nicolás. Sólo él, y eso significaba amor propio. Si Oliver le regalaba aquello, entonces deseaba que pensara en sí mismo durante el embarazo, porque dependía mucho si Nicolás se encontraba mentalmente saludable para ayudar al crecimiento de los bebés.


Nicolás no encontró un regalo para Oliver, pero se sintió estable al escuchar que Oliver le decía que estar esperando a sus hijos era el mejor regalo que alguien se hubiese atrevido a obsequiarle.


Entre sus extraños regalos había algo más: el espíritu de la navidad.


 


**


 


Los festejos de diciembre lograron terminarse con excelentes resultados. El año nuevo pintaba  bien, pues sería el perfecto para poder recibir a los gemelos fraternos. Desde el 31 de diciembre, Oliver acarreó las buenas energías y era que su empresa comenzaba bastante bien después de las vacaciones. A pesar de volver al trabajo, Oliver pasaba más tiempo en casa, administrando su tiempo en Nicolás.


Semana tras semana había un cambio y ahora lo más impresionante era el abultamiento en el pecho de Nicolás; tenía pechos de niña de trece años y que cubría con tops cómodos. Oliver por el momento todavía no conocía sus pechos en crecimiento porque a Nicolás le daba vergüenza y cada vez que tenían sexo permanecían ocultos en el top y eso ayudaba a que no se sintiera avergonzado. Nicolás todavía no se acostumbraba a su nuevo cuerpo y le apenaban todos los cambios que estaba teniendo, pero se sentía feliz de todos modos.


El pecoso se sentía muy adolorido, y cada vez que se miraba al espejo veía que día a día su cuerpo se transformaba en otro. Su cadera estaba un poco ancha, y aunque su cintura fuera pequeña, se asomaba una barriga redonda y algo grande a lo de un embarazo con un solo feto. Por suerte las cremas anti estrías ayudaban bastante a mantenerlo libre de ellas en conjunto con brasieres top que le cubrían sus pequeños senos.


Su embarazo múltiple se notaba en demasía, pero Frank adujo que era lo normal y que eso no era nada para las siguientes semanas, pues en el trascurso de las últimas semanas su vientre crecería al triple de lo que ahora era. Ahora todo parecía ser lo mínimo que Noah cargaba diariamente.


Ahora simplemente estaban a febrero veinte, y eso significaba que Nicolás estaba en su semana 18. Y eso no era nada, pues su barriga estaba demasiado crecida para esa cantidad de semanas. Viendo en la internet, Nico vio que su barriga parecía a la de una mujer con 26 semanas de gestación.


Pero aunque el cambio en su cuerpo lograra enorme significado en él, también estaba otra situación que conllevaba al embarazo. Y era que desde la semana quince, Oliver comenzaba a tener más apetito sexual. Frank no les prohibió el sexo, puesto que era algo natural y si se hacía con limpieza todo estaría bien, sin embargo Oliver a todas horas comenzaba una guerra sexual. No importaba el lugar, no importaba la hora, no importaba si Nicolás estaba dormido, Oliver quería hacerlo y aunque el pequeño quisiera decir que no, luego accedía sin ningún problema.


Días atrás, Nicolás comenzaba a sentir que se ahogaba si se acomodaba boca arriba durante el sexo, por tal caso optaron por variar las posiciones y la más satisfactoria era tener a Noah en cuatro y con una almohada en la barriga. Sin embargo, apenas el veinte de febrero, Nico habló con Oliver sobre el tema sexual. Hablaron por mucho tiempo, entendiéndose mutuamente y al final no acordaron nada, sólo Oliver reiteró que lo ponía mucho verlo en su estado de embarazo, pero que entendería si detenían su sexualidad activa.


Otra situación que apenas estaba floreciendo era algo muy natural en el embarazo y se trataba de los antojos. En sus primeras semanas, hasta la trece, Nicolás no pedía o se antojaba de algo, de hecho lo único que hacía era comer de todo en porciones desmedidas, hacer yoga especializada y dormir. Pero actualmente le daba por despertarse a las dos de la mañana y bajar hasta la cocina para comer duraznos. A esa hora le antojaba comer duraznos, no duraznos en almíbar, sino duraznos frescos y mínimo se comía cinco a esa hora y sin que nadie lo viera. Luego subía a su recámara y se acostaba como si nada. A la mañana siguiente, Oliver se daba cuenta de que había comido duraznos porque todos los días Nicolás se llevaba un durazno extra y lo dejaba en la cama por si le daba hambre. Así como los duraznos, también Nicolás había tenido un enorme deleite por los cuernitos rellenos de queso philadelphia y jamón de pavo. En la semana 17, Noah se enamoró de los pequeños panes rellenos, pidiéndole a Oliver comprar tres diarios. A diferencia de los duraznos, Noah no se paraba hasta la cocina para comer, sino que comía sobre la cama. Todos los días se guardaba un cuernito en una bolsa de cartón y lo dejaba cerca de la lámpara, y luego a las tres de la mañana estiraba la mano, sacaba el cuernito y se lo comía sin siquiera abrir los ojos. Una vez Oliver se lo quiso quitar de la boca porque pensó que estaba dormido, pero Nicolás abrió los ojos y le dijo que era más sabroso si no veía nada y sólo masticaba y tragaba. Desde ese día, Oliver se despertaba también porque Noah hacía muchos ruiditos al sacar el pan, y aunque el pecoso no notara que su esposo estaba despierto, lo estaba.


La alimentación de Nicolás estaba excedida por el pan cada noche, pero sorprendentemente estaba sano y no había engordado, sólo portaba una barriga redonda y dos hijitos que no dejaban ver su sexo, pero  Frank dio un 90% de que fueran un niño y una niña. Aunque por las patadas que comenzaba a sentir, Nicolás pensaba que se trataba de dos varones. A pesar de todavía no cumplir los cinco meses, sus gemelos se movían mucho, más por las noches, por tal motivo agarraba la mano de Oliver y la situaba en su barriga para que se calmaran y eso siempre funcionaba, pero sólo por las noches, porque si Oliver le acariciaba la barriga durante el día todo se descontrolaba y obligaba a Nico a distanciarse a dos metros de su marido.


Por suerte, Nico descansaba muy bien por las noches a pesar de comer de dos a tres de la mañana. Y el clima era perfecto para Nicolás porque seguía haciendo frío, pero no en exceso como en diciembre y enero. Después de todos sus cambios y actividades extrañas, Nicolás estaba muy sano en sus cuatro meses de embarazo.  El día de ayer Frank le dijo que a los cinco meses sentiría muchas pataditas, y esperaba eso, porque aunque tuviera cuatro meses, sentía que lo pateaban demasiado, pero era entendible porque las ecografías marcaban un crecimiento espectacular y eso era demasiado bueno. Lo que más deseaba era que los gemelos siguieran creciendo hasta llegar a los siete meses y medio o a los ocho, que por lo visto se pasarían muy rápido como en sus primeros cuatro meses.


Por la tarde de ese día y completamente solo en la casa, Nicolás se puso a ver a los animales en la televisión. Había mandado a pedir pollo frito y sin dudarlo comió pollo desde las tres de la tarde hasta las cinco. No era que comiera en exceso, era que mordía el pollo cada veinte minutos porque los leones y las hienas lo impresionaban mucho.


Aquel día Kelle no fue porque asistió a una conferencia de amor. Y como a Nicolás no le apetecía caminar en el frío, se quedó en casa. Por otra parte, Tomás se encontraba con Caroline en una cita. El jardinero había pedido vacaciones y la muchacha de servicio se marchó temprano para ir al médico.  La casa estaba para él solo, sin embargo Oliver llegó justamente a las cinco con cinco minutos.


Al entrar a la sala, se encontró con Nicolás sentado en el suelo con las piernas extendidas totalmente de lado a lado, con un plato entre sus piernas y mirando el televisor. Por un instante, Oliver se sorprendió al ver que el pelirrojo se encontraba llorando en silencio.


—¿Por qué estás llorando? —Fue hasta el pequeño y le limpió las lágrimas de las mejillas, percibiendo también que el cabello del enano estaba muy crecido  —. ¿Te duele algo? ¿Estás bien? ¿Vamos con el médico?


—Oh, llegaste. —Momentáneamente lo miró, sonriendo de lado. Inmediatamente notó que estaba llorando, pero se lo tomó con calma, últimamente lloraba sin una molesta aparente, incluso lloraba con las películas y era muy normal, pero su esposo siempre se preocupaba —. Estoy bien, es sólo que las malditas hienas mataron a un elefante bebé —añadió, señalando la televisión con semblante entristecido. Oliver volteó directo a la televisión y vio que efectivamente el elefante bebé ya no tenía trompa y las hienas se lo estaban comiendo entre todas.


—Ya no lo veas. —Oliver tomó el control del televisor y lo apagó. Nico suspiró.


Era vagamente normal que Noah se entristeciera rápido con todo lo que tuviera que ver con los bebés, no importaba si eran animales o humanos, era una característica de madre y Frank les comentó que era normal, al igual que la psicóloga. Pronto Nicolás tendría hijos y aprendería a cuidar de los más pequeños, y eso era totalmente normal.


—¿Cómo te fue en el trabajo? No me gusta estar solo en casa, mañana no vayas a trabajar, vamos a una cita ¿sí? —Nico aplaudió, notando que Oliver veía sus alimentos y que abría mucho los ojos.


—Mañana me quedaré contigo, pero ¿qué estás comiendo?


—Es pollo. —Nico levantó una pierna de pollo a la mitad.


—¿Y qué es eso que tiene arriba? —Oliver se acercó a oler, pero Nicolás apartó la pierna de pollo y la mordió felizmente.


—Mermelada de piña. —Finalizó con una sonrisa —. Sabe realmente bien, de verdad —se excusó, volviendo a morder el pollo.


Los ojos de Yael brillaron en asombrosa curiosidad. Su pequeño estaba comiendo pollo frito con mermelada de piña como glaseado, y eso era muy asqueroso para él. Pero si para Nico sabía bien, entonces era perfecto.  Lentamente se paró y se aguadó la corbata, viendo que Nico prendía la TV y volvía a ver a los animales.


Y aunque el día fue tremendamente pesado para Oliver, lo sería más porque Nicolás no pensaba acostarse con él al menos por unas semanas más o hasta que se le antojara. Pero perdería en el intento, y los cuernitos rellenos ganarían como cada madrugada lo hacían.


 


Ahora sólo faltaba esperar a que por lo menos en su cita fueran a un lugar adecuado y que Nicolás se sintiera bien en todos los sentidos. Oliver no podía esperar para presenciar un día más de crecimiento en sus gemelos y Nicolás lo que ahora no podía ignorar era el hecho de vivir un embarazo saludable y feliz. 

Notas finales:

Más tarde subo otro cap y el domingo otro.


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