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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

No sé, siempre quise escribir algo como esto LOL

 

Capítulo 15

“Todos ven a Nicolás”

Cuando el reloj marcó las diez de la noche, Nicolás estaba libre de pollo a la mermelada. Logró comerse cinco piezas y estaba lleno, por ahora por supuesto, porque en unas horas más se comería su cuernito relleno de queso y jamón. Antes de ir a la cama, se bañó perfectamente bien, perfumándose con sus jabones de avena y fresa. Luego al salir fue por sus cremas humectantes y frente al espejo comenzó a ponerse por todo el cuerpo. Olían a fresas y eran nuevas porque las antiguas eran de coco.

Mientras se miraba el cuerpo notó que no se miraba tan mal con ese nuevo brasier que Kelle le había regalado. No era ese el único, de hecho le regaló como quince de diferentes colores y decía que eran muy cómodos y más para él por no estar acostumbrado a usar ese tipo de ropa interior. Se trataba de los brasieres ginebra. Kelle los había comprado por internet y se amoldaban perfectamente en sus pequeños senos, que se miraban levantados con esas majestuosas telas suaves. Ese indiscutiblemente fue el mejor regalo de Kelle pues eran súper cómodos. No se sentía que llevara un brasier común puesto y aunque tuviera una pequeña esponja para darle forma a los pechos, se sintió bien.

Terminando de ponerse crema en las piernas, se puso de perfil y se miró. Su barriga estaba muy linda y el bóxer que llevaba puesto era también muy cómodo. Posteriormente levantó la vista y vio la parte de sus senos en crecimiento. Eran pequeños, pero se notaban y lo hacían ver lindo. Terminando de ponerse el perfume por todo el cuerpo, pasó a aplicarse la crema anti estrías. Lo hizo primero en los hombros, bajando lentamente hasta la parte interna de sus brazos y descendiendo un poco  más hasta llegar a sus pechos cubiertos. Aplicó más crema en la mano y la metió primero en el pecho derecho, masajeándose con ella. Justo por la tarde se había visto dos estrías rojas que se dibujaban cerca de sus pezones y no le había gustado. Así que continuó aplicándosela por todo su pecho abultado, sacando la mano para echarse más crema y masajearse el contrario.

Al terminar se inclinó  para verse la separación de los pechos y los encontró sexys, así que se relajó. Se sentó en la cama, tomó su blusa de noche y al terminar de ponérsela, se acostó de lado, cerrando los ojos con cansancio. Incluso se relajó aún más al escuchar que Oliver entraba a la habitación. Eso al menos era más reconfortante porque se sentía protegido. Ronroneando, Nico se acomodó a la perfección y trató de caer en el quinto sueño, sin embargo sintió algo que no podía ignorar. Oliver en ese justo instante se mantenía besándole una nalga.

Los besos que Oliver depositaba eran melosos, nada castos y mientras que olfateaba su piel, le acariciaba con las manos la cadera. Noah se removió un poco, tratando de quitarse a Oliver de encima, pero lo único que logró fue que éste subiera para besarle la cintura y bajar con besos húmedos hasta su cadera y profundizarse en su vientre, que por la posición se veía en hueco.

—Estoy muy cansado —murmuró el pelirrojo. Oliver se separó de él y lo miró por breves instantes.

Nicolás se encontraba descansando plácidamente con media nalga al descubierto y con las piernas totalmente desnudas ¿Cómo quería que se alejara cuando se acostaba a dormir así? No era para nada justo con Oliver. Nicolás lo seducía de una manera indirecta y estaba erecto.

—Será corto —añadió Oliver, acorralando al pequeño para besarlo esta vez en los labios. Nicolás recibió el primer beso, pero cuando sintió que Oliver no estaba jugando y que si no lo paraba entonces esa noche lo harían mínimo como seis veces antes del amanecer, puso una mano en el plano pecho de Oliver y lo empujó con brusquedad, haciendo después un mohín con la nariz.  Si no lo apartaba con golpes entonces no podría parar a Oliver y era justo; su esposo era más fuerte que él y lo hacía ceder rápido. Lo mejor era pegarle unos cuantos zapes para bajarle la calentura.

—Serán como cinco veces y no pararás después —discutió el enano, incorporándose de la cama hasta sentarse  un poco —. Lo hicimos antier y todos los meses pasados, me siento cansado y prometiste entenderme.

—Lo hago, pero haces cosas que obligan a endurecerme.

—¿Yo? ¿Cuándo? ¿Qué he hecho? Yo no hago nada. —Se defendió el pecoso, poniendo los ojos en banco.

—Dormir en poca ropa, diariamente me enseñas las piernas y…—No sabía qué más decir, no estaba seguro que fueran las piernas, pero no pudo evitar reprocharlo.

—Yo siempre me duermo así. —Nico bostezó—. Si el problema es ese, entonces me pongo algo y ya —dijo, tratando de levantarse para ir por unos pijamas largos.

Oliver lo observó buscar unos pantalones para dormir y muy anchos, se los puso y en breve fue a la cama, acostándose como antes. El mayor levantó una ceja ante el cambio tan radical, pero no dijo nada. Le dio un beso en la frente, lo cubrió con una cobija suave y lo dejó dormir mientras se ocupaba de su erección en el baño.

No era bueno hacer enojar a Nico, así que dejó de molestarlo, pero no evitó quitarle el cuernito relleno y llevárselo a la cocina. Estaba molesto y además a Nicolás le haría daño el pan en exceso, así que se sintió bien al tomar el mejor aperitivo de su esposo y llevárselo sin que se diera cuenta. Nicolás tenía que cambiar sus hábitos alimenticios.

Después de subir, Oliver le dio un último beso y lo abrazó por la espalda, palmeando la barriga  para que los bebés dejaran de patearlo.

 

**

El reloj marcaba las dos con cincuenta y ocho minutos, casi la hora en que Nicolás se despertaba para comerse el pan. A la hora específica, sacó un brazo de la frazada y con los ojos todavía cerrados  la guió hasta la lámpara, tocó el lugar y al no encontrar nada, abrió un ojo, viendo que evidentemente no había nada.

Su pan no estaba. Su delicioso pan relleno no estaba y lo quería de vuelta. Sorprendido, volteó hasta su esposo y le golpeó el hombro, despertándolo rápidamente.

—Dame mi pan —apenas articuló por su estado adormilado.

—Te hace daño, ya duérmete —opinó Oliver, tratando de recostarlo y abrazarlo fuerte, pero antes de que lo hiciera, Nicolás se negó, golpeándole el pecho con el puño cerrado.

—Quiero mi pan —espetó ahora enfurecido. Oliver se incorporó para tallarse los ojos, abrió la boca para negarse, pero antes de que dijera algo, Nicolás comenzó a llorar como un niño pequeño. Debió entenderlo desde un principio, nadie se metía con los antojos de Nicolás ni mucho menos con su pan relleno. Era increíble, pero Nicolás prefería el pan que a Oliver y aunque eso lastimara el orgullo del pelinegro, logró aceptarlo por milésima vez, levantándose de la cama y dirigiéndose a la cocina para tomar el pan y llevárselo.

Al llegar con el pan en la mano, Nicolás levantó la cabeza, olfateó un poco y parpadeó varias veces, dejando ver a Oliver sus ojos brillosos y rojos por las lágrimas previas. A pasos lentos, Oliver se acercó con el pan en la mano, se sentó junto a Nicolás y al ver que éste se limpiaba las lágrimas con los puños, le entregó el pan.

Nico lo tomó inmediatamente, y sin ver a Oliver se acostó de lado y comenzó a comérselo. Esta vez se acostó con Oliver frente a él, dejando que viera que el pan era importante cada madrugada. Cerró los ojos y continuó comiéndoselo así.

La manera en que se comía el pan era lenta, y algunos segundos dejaba de masticar, pero volvía a hacerlo tranquilamente. Sus ojos cerrados mostraban lo húmedas que estaban sus pestañas y a pesar de estar embarazado, el que parecía un bebé era él. Hacía lo que un bebé al dormir y se enojaba como uno e incluso lloraba cuando algo no se le daba. Nicolás era un bebé chiflado, y aunque Oliver quisiera quitarle ese comportamiento, al final no podía; verlo llorar era terrible. No quería verlo llorar jamás.

Al terminarse el pan, Nicolás se removió entre las almohadas y se quedó dormido automáticamente. Oliver le apartó las migajas, le besó la mejilla y se durmió también.

 

*

 

A la mañana siguiente todo pareció ir excelente. Nicolás se levantó muy animoso y por supuesto que no se perdió el desayuno a las seis de la mañana. Desayunó un pedazo de pan tostado con mantequilla y una taza de jugo de piña natural. Lavó los trastes sucios y luego se tomó una foto cuando llegó a la habitación. Oliver seguía dormido y suponía que era porque apenas descansaba después de una semana larga de trabajo. Era viernes y tenían una cita. Para ello Nicolás buscó entre su ropa para ver lo que se pondría.

Dejó sobre la cama unos pantalones de mezclilla elástica color oscuro, un suéter grande para que su barriga se cubriera del poco frío, una chaqueta de cuero negra y unas botas para pisar nieve. Nevaba todavía y aunque era poco, le pareció cómodo. Para vestirse se apartó el pijama, se aromatizó la piel con crema humectante, y se miró al espejo como si quisiera notarse más cambios.

Para su sorpresa percibió  que su ombligo se miraba extraño. Era su antigua perforación y su estado de embarazo. Su piel estaba tan suave que temía que se rompiera con un solo estirón. Delineó su ombligo extraño y al ver a Oliver tras él y mirándolo con una ceja alzada, se dio la media vuelta, sonriéndole.

—Siento que se romperá mi ombligo, es por la perforación —Señaló el lugar indicado, acariciándose lentamente y en forma circular. Oliver se negó. Por supuesto que no se rompería —. No he olvidado lo del pan —añadió, acomodándose el brasier y caminando directo a la cama para sentarse y ponerse los pantalones.

Sin podérsela creer, Oliver lo siguió con la mirada, viendo la manera que usaba para hacer que esos apretados pantalones le entraran. A Nicolás se le olvidaban las cosas, pero ahora le recordaba lo del pan y eso significaba que tenía que recompensarlo más tarde. La última vez que Yael recompensó a su pequeño fue hace dos semanas y por no comprar una crema anti arrugas. A Oliver se le había olvidado, pero a Nicolás no y pidió como regalo almendras, y para eso Oliver tuvo que recorrer la carretera por dos horas para conseguirlas y cuando apenas lo hizo, Nicolás ya no tenía ganas y lo peor de todo era que su petición había sido a las dos de la mañana. ¿Cómo conseguiría almendras a las dos de la mañana?  Lo que quizá no hizo sentir tan mal a Oliver fue que después de unas horas Nicolás se las estaba comiendo mientras veía  Scooby Doo.

 

Percatándose de lo bien que se le miraban los pantalones y de que no le cerraban, Oliver se acercó, acomodándoselos bien por la parte trasera. Nunca le cerraban los pantalones, pero al menos le quedaban de las piernas y eso contaba demasiado. La pieza que se puso estaba cruelmente ceñida y le quedaba muy sexy a pesar de tener una barriga enorme. 

Seguido del pantalón, Nicolás se puso una blusa de licra muy larga, que por suerte alcanzó a mantener caliente su vientre. Respiró profundo y se sentó  al sentirse acelerado. Se agitaba muy seguido por simples acciones y Oliver sabía que tenían que dormir en una habitación abajo pues para Nicolás era difícil subir y bajar escaleras.

 

De momento Oliver vio que Nicolás miraba las botitas, asimilando que necesitaba ayudarlo a cambiarse. Con los ojos todavía entrecerrados, Yael se hincó, tomó las medias cortas que Nicolás había dejado en la cama y se las puso con delicadeza, terminando por ponerle las botas y levantarse. Nicolás sonrió y se levantó cuidando de no hacerlo tan rápido, tomando el suéter gigante y poniéndoselo, viendo que este apretaba cálidamente su barriga y cubría hasta su entre pierna y un poco sus nalgas.

Oliver chasqueó los labios.

—Vas muy apretado —musitó, viendo la curva que había en las nalgas del adolescente. Las piernas de Nico estaban más fuertes por el ballet y con su embarazo iban realmente bien, de hecho incluso parecían piernas de mujer, pero no decía nada porque Noah era mujer también. De hecho su cabello estaba crecido y si se hacía una coleta le quedaba muy bien. Sus curvas eran muy destacadas y aunque no había gran cambio en su voz, sonaba más dulce y calmada. Sus manos, pies y rostro eran igual de suaves que antes. Lo único que podía verse masculino en él era el pene, porque inclusive la espalda era demasiado pequeña al igual que los hombros.

—Claro que no —propinó Noah, sentándose en la cama nuevamente pero esta vez con una bolsa en la mano.

Oh no. Era su maquillaje. No todos los días se maquillaba, de hecho lo hacía pocas veces y cuando salía, sin saber cuál era la causa exacta claro estaba. Pero después de todo se miraba bien porque no aplicaba mucho delineador ni demasiada máscara para pestañas. Lo que Nico hacía solamente era peinarse las cejas y pintarlas un poco para no verse tan simple, humedecía sus labios con una pomada transparente y se delineaba los ojos con lápiz café en la línea de pestañas para verse menos desabrido, pero sólo eso y un poco de base y rímel trasparente fortalecedor.

Oliver se ahorraba los comentarios porque sabía que Nico tenía un gusto casi perfecto y además era lo mínimo que podía hacer para verse como una mujer embarazada cada vez que salían a la calle. No siempre lo hacían, pero cuando salían a pasear las personas los miraban como una pareja heterosexual y confundían a Noah con una mujer. Varias veces lo felicitaron por su embarazo algunas damas y le preguntaban la infinidad de cremas que utilizaba para oler así de bien, y Noah respondía con sinceridad. Todos sus productos eran para dama y no le daba vergüenza aceptarlo.

 Su estado intersexual no lo desanimaba mucho, sólo eran cosas pequeñas como los cambios de humor, los brasieres, los senos que odiaba mostrar y su comportamiento chiflado. Todo lo demás era bueno para él. Noah seguía amando su pene a pesar de ser vagina y a la hora del sexo era igual o más feroz que una mujer muy excitada.  Seguía teniendo hábitos de varón como lo era ser grosero y pegarle a Oliver con el puño cerrado, y al comer algunas veces lo hacía con la boca llena. No roncaba, pero se movía mucho al dormir, y a pesar de su estómago grande seguía haciendo yoga y cantando en casa en compañía de Oliver y de sus amigos.

Nicolás seguía siendo el mismo por dentro, aunque renovado. Su físico lo hacía ver diferente, pero se comportaba igual de testarudo que cuando lo conoció. Lo único que era muy diferente ahora era que Salomón y Nicolás se la pasaban mucho tiempo juntos. Con su embarazo Nico comenzó a acercarse y pasar muchos momentos con su papá. Un asunto que sí los había asustado era que la novia de Salomón rompió el noviazgo a mediados de enero, pero luego regresaron a los primeros de febrero por mal entendidos.

Ahora todo era diferente y lindo. Era precioso cada día al ver y sentir las pataditas que hacían los gemelos y los momentos de intimidad en los cuales Nico se ponía a cantar y se quedaba dormido en el sillón. Aunque Noah no supiera, Oliver tenía muchas fotos de él dormido y pronto las revelaría para adjuntarlas en un álbum familiar.

—¿No te sientes incómodo cuando la gente te habla como si fueras mujer? —Oliver inquirió, sentándose a su lado. Debía preguntarle porque lo más seguro era que eso pasara hoy también.

—La primera vez que me dijeron preciosa, me sentí extraño —contestó, asintiendo y viendo a Oliver con el rabillo del ojo, luego volvió a mirarse al espejo de mano que sostenía con mucho cuidado —. Pero no es tan malo. Al fin de cuentas es lo que soy ¿no? Además engañar a la gente es divertido, ¿recuerdas aquella vez que te dije que podía engañar a las personas cuando estuviera maquillado? —Atinó a sonreír en grande. Por supuesto que Oliver recordaba esa estupidez que se le había salido la primera vez que Nicolás se hizo la transformación a mujer después de su campamento el año pasado.

—Y sí que las engañas. —Suspiró, recapitulando la semana pasada que salieron y que muchos hombres andaban tras Nicolás, agarrándole la barriga y coqueteándole. Eso era lo malo de tener a una persona intersexual con el físico de Nicolás; hombres y mujeres podían quedar enamorados de él y hacían sentir a Oliver como un esposo cualquiera —. ¡Qué  bueno que pienses así!

Noah sonrió, lo miró a los ojos, dejó sus objetos a un lado y le plantó un beso en los labios. Oliver lo miró detalladamente, detectando que el enano fruncía el ceño.

—Hace mucho tiempo que no me dices palabras bonitas —se quejó —. A los bebés les gusta que me digas palabras cursis, ¿verdad que sí? —Preguntó lo último a su barriga, viendo que como respuesta obtenía dos patadas.  

Yael asintió, acercándose un poco más, mirando al pelirrojo a los ojos —. Te amo —murmuró cálidamente, sonando serio  y viendo que con esa simple confesión Noah sonreía en grande.

—¿Mucho mucho? —Cuestionó, sacudiendo las manos.

—Sí, mucho mucho, demasiado. —Curveó los labios en una sonrisa listilla —. Me encantas, me enamoras siempre, no importa lo que hagas, eres perfecto para mí.

Noah se recargó en su hombro, riendo quedito. Uno de los momentos que Noah tenía en su embarazo era el ‘momento cursi’ y ese pequeño momento consistía en tratar al pelirrojo como un bebé, consintiéndolo y hablándole como bebé. Oliver le pregunto individualmente a la psicóloga y ella dijo que era normal que Nicolás se comportara así a momentos. Sus hormonas estaban como locas y toda persona embarazada experimentaba ese tipo de momentos que de cierta manera ayudaban a que la persona se sintiera lo suficientemente amada durante el ciclo de embarazo. No todas las embarazadas cursaban por eso, pero era similar a los ‘antojos’, ya que la mayoría de los antojos se consideraban como algo que el cuerpo necesita para alcanzar el nivel perfecto de nutrientes.

Minutos después de ese momento empalagoso, el mayor se cambió y estuvo listo para su salida con el pecoso. Nicolás se subió a la camioneta con ayuda de Oliver, muy lentamente y en los asientos traseros. Todas las salidas eran así. Oliver conduciendo y él como pasajero porque simplemente no le gustaba que Nico estuviera bajo peligro en el asiento de copiloto. Le abrochó el cinturón en la parte central para mirarlo por el espejo central y luego de cerrar la puerta y tener todo bajo control, subió a su asiento y manejó a un mall. Últimamente paseaban demasiado en las tiendas de ropa para bebé; Nicolás se emocionaba mucho con todos los accesorios, y sabía que haría calor cuando se aliviara, así que no perdió el tiempo y junto a Oliver vieron mucha ropita, que cómodamente Nicolás extendía en su barriga.

Al terminar las compras y dejarlas en la cajuela del vehículo, Oliver lo llevó a comer. Era un restaurante normal al que siempre visitaban porque tenían el mejor postre. Durante la comida no hablaron porque Nicolás estaba muy concentrado en sus alimentos e interrumpirlo sería la peor idea. Sin embargo durante la comida Oliver no pudo evitar ver la mirada de algunos hombres que eran clientes de la instalación. Esos hombres, que eran como cuatro, miraban detenidamente a Noah. Lo observaban con un sentimiento perverso y aunque el enano no se diera cuenta, Oliver estaba molesto. Siempre pasaba algo similar, pero ahora estaba fuera de control; era como si Nico tuviera un imán o un letrero que decía u ofreciera sexo.

Oliver había leído que las mujeres embarazadas tenían ese tipo de imán porque las hacía más preciosas, pero molestaba ese ‘imán’. Incluso él caía todos los días por ese imán, pero sólo quería ser él, él y nadie más.

Después de terminarse su pasta blanca con almendras y puré de papas, Nicolás bebió un poco de su jugo de kiwi con fresas. Levantó la vista y al notar que Oliver estaba incómodo, le robó un poco de su carne, metiéndosela rápidamente a la boca.

—¿Crees que tengan pan de elote? —Interrogó, rodando los ojos, bastante pensativo. Oliver negó. En la carta no estaba, y sería difícil encontrar pan de elote. Casi nadie comía pan de elote y tardaría mucho en conseguirlo.

—Pide el postre que tanto te encanta de aquí —ofreció el ojigris, sonriendo con mucha brevedad.

—No, yo quiero pan de elote, y luego quiero nueces. —Se entusiasmó, acabándose su jugo y jugando con algunas almendras que tenía en su plato —. Le llamaré a Kelle, creo que ella sabe hacer pan de elote.

Luego de marcar, sonrió en grande. Oliver se retiró al baño y eso lo hizo sentir un poco más cómodo para hablar de lo mucho que se burlaba por ver a Oliver celoso. Nicolás notaba que muchos hombres lo miraban y ahora le daba mucha risa.

—¿Qué tan celoso está ahora?

—Lo suficiente —Nico observó a su alrededor para ver a todos los hombres que no le quitaban la vista de encima —. Oliver se ve muy chistoso.

—No juegues con los celos de Oliver —instó la mujer, sonando seria. Eso no era bueno. Jugar con los sentimientos de la gente no era bueno y algunas veces Nicolás se pasaba del renglón con Oliver a la hora de ponerlo celoso.

—Pero yo no tengo la culpa, es como si les coqueteara, pero ni los miro a los ojos —se excusó el pecoso, luego prosiguió: —Pero está bien, ya no me burlaré de Oliver, pero lleva el pan de elote ¿sí?

Al finalizar la llamada Oliver llegó, fijando su vista en el pelirrojo. Nicolás se sordeó, rodando los ojos un poco.

—¿Estás enojado o algo? —Preguntó, pegándole con el pie al más grande.

Oliver enarcó una ceja, pasmado.

—¿Yo? Por supuesto que no —repuso, cruzándose de brazos.

—Entonces ¿puedo decir que aquel hombre de allá está guapo y me está mirando mucho? —Los potentes ojos grises del pelinegro se oscurecieron de pronto. Nicolás se negó con la cabeza, tomando la mano de Oliver y acariciándola lentamente —. Es una broma, pero es divertido que me mientas.

—Jamás volverás a salir ¿Escuchaste? Todos te ven y no me gusta.

—Deja que vean, ellos no pueden tocar. —Los bonitos ojos del menor se entrecerraron por un instante.

Oliver asintió, dudoso.

Por la tarde compraron las nueces y pasearon por el parque mientras las comían. Muchas personas miraba a Nicolás y algunas le acariciaban la barriga y le hacían preguntas simples acerca de su embarazo, añadiendo que lo felicitaban por lo hermoso que se veía embarazado, por supuesto que todo aquello lo hicieron pensando que era una linda muchacha. De hecho fueron algunos hombres que adrede rosaron con Noah para luego detenerse y acariciarle el vientre. Él no se negó a nada, cosa que no le pareció a su esposo, pero después discutirían sobre eso y muchas otras cosas más.

Por la noche y estando en casa, Kelle se presentó con el pan de elote y al ver a Nico sin ningún seguro en la barriga, lo obligó a ponerse eso y una pulsera roja, que según ella servía para cuidarlo del mal de ojo. Eran mitos al igual que los seguros, pero el pecoso no pudo reprochar nada y se dejó hacer todo.

—¿Entonces no quieres baby shower? —Insistió la mujer, dando brinquitos para convencerlo.

—No me gustan esas cosas…

—Pero es muy divertido, te regalarán muchas cosas y tus bebés estarán felices.

Noah se lo pensó, quedándose con esa duda. Luego le platicaría a Oliver. Aunque a decir verdad al parecer Kelle ya tenía todo listo sin pedirle permiso a nadie y sin importar si Nico quería o no.

Más tarde y estando a punto de dormir, Oliver se dirigió al baño para buscar a Nico; se estaba tardando mucho y estaba preocupado, tanto que se quedó mudo al verlo sentado en el retrete, justo sobre la tapa.  Nicolás estaba sin brasier y con las manos ocultando los pocos pechos que tenía, además parecía sorprendido por su llegada. Lo menos que quería Noah era que Oliver le viera los senos. Antes muerto que enseñarlos.

 

 

 

Notas finales:

Hhaha, no sé, siempre quise escribir algo así. Este cap no tiene cosas de suspenso, pero tene el día a día con Nicolás y sus cambios y es interesante para mí. Nico no quiere mostrar sus pechos, pero ahora no tiene brasier ¿podrá enseñarlos ahora? 

 


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