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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

*-*Gracias por sus comentarios, me los leí todos n_n

Capítulo 23


“Recomendación: siempre mirar el calendario”


El pino navideño y las luces decoraban toda la casa. Esta vez Nicolás hizo lo posible para darles a sus hijos el ambiente navideño que se merecían. Oliver no discutió nada, lo dejó hacer con la casa lo que quisiera, pero lo único que hizo fue no ayudarle. De hecho, aunque Oliver quisiera ayudarle, Nicolás ya había hecho todo el trabajo, había llenado todo de fotografías de los niños, de adornos, de luces; creando un ambiente cálido. Kelle no dudó en ayudarle, no dudó en hacer de la casa un mega caramelo lleno de rojo y verde.


Era la segunda navidad que pasaban como pareja, pero era la primer navidad que reflejaba mucho sentimiento invernal. Oliver jamás había pasado una navidad así, pero le gustó. La fiesta navideña fue muy íntima, pero se sentía diferente, se sentía como si estuvieran completos, como si tuviesen más de 40 años de casados, como si tuvieran demasiada experiencia en las fechas actuales. Simplemente se sentía maravilloso a cada minuto que pasaban juntos. Ver a los niños más grandecitos, más listos y juguetones, era el reforzador del lazo.


Y era cierto que los hijos dividían la vida amorosa de los adultos progenitores, pues en cierto modo los padres se ocupaban más de los niños que de su relación sentimental. Era cierto  que muchas veces Oliver y Nicolás no se besaban en todo el día, también era cierto que no todas las noches tenían sexo,  y que los bebés interrumpían los momentos cariñosos, no obstante, sabían compensarlos bien, sabían darse un momento para que su situación amorosa no se quebrara. Oliver era el que más se ocupaba de eso, pues separaba a su pequeño de los niños un momento y hablaba con él, lo abrazaba o simplemente lo besaba de la nada. Y, en todo caso, Nicolás sabía cuándo le prestaba  más atención a los niños que a su marido, porque era difícil satisfacer a su marido y atender a los mellizos. No era nada agradable ver a Oliver enojado por sentirse un cero a  la izquierda y por ver que los niños eran el centro de atención, de hecho podía respetar esa conexión de madre-hijos, pero Noah algunas veces exageraba. Unas cuantas veces, durante el sexo, Nicolás le prohibió que tocara o besara sus pechos, diciendo que ese lugar era sólo para los bebés y que solamente ellos podían tocar. Y era espantoso escuchar algo así durante el sexo.


Sin embargo, Oliver respiraba profundo, contaba hasta diez y olvidaba ese tipo de prohibiciones, pero no siempre fue así de simple. Hubo solamente una vez en la cual Nicolás soltó eso cuando apenas iba a ser penetrado, y ese día no había sido buena idea, pues Oliver lo miró directamente a los ojos, se alejó, alcanzó a negarse con la cabeza y salió de la habitación, durmiendo en otro lugar, dejando a Nicolás alborotado. Eso había pasado el veinte de diciembre y durante toda la noche Nico no pudo conciliar el sueño, no pudo si quiera tener el valor de hablarle y mirar a su esposo a la cara. Sabía que había hecho mal en decirle tremenda barbaridad a Oliver cuando estaban a punto de hacerlo, pero sentía que debía alertárselo. Oliver, por su parte, no le habló en todo un día entero, reflejando su notoria indignación.  El enojo fue extremo, al grado de preocupar a Nico, quien terminó por hablarle por la noche, abrazándolo de la nada y pidiéndole disculpas por lo que había sucedido aquella vez. Oliver también se disculpó, admitiendo que estaba estresado y que  lo único que podía salvar su estrés era haciendo el amor, por eso, cuando no tuvo actividad sexual, logró molestarse de esa forma. Y, ambos sabían que cometían errores, pero también los aceptaban frente a frente y se pedían disculpas, terminando muy bien.


Finalmente, no era todo color rosa, también discutían muy fuerte y eso se reflejó el 26 de diciembre, un día después de abrir los regalos. Esa mañana, Nicolás había vestido a sus hijos muy bonito e incluso preparado todo para tener una tarde familiar preciosa, pero Oliver no llegó. Y quizá no tenía una buena justificación, pues no había alcanzado a llegar por culpa de trabajo; ese día la empresa había entregado bastantes regalos para los hijos de los trabajadores, pero lo importante era que no había llegado esa tarde, sólo hasta la noche, cuando Nico veía una película infantil. Esa tarde se sintió muy patético, un total perdedor. Los bebés estaban dormidos y no podía si quiera mirar a Oliver. Estaba muy enojado y se le notaba en demasía.


—¿Estás bien? —La voz de Oliver parecía calmada, totalmente normal.


Nicolás no se movió ni un poco, prestándole la mitad de su atención a la televisión. Veía el televisor, pero no entendía ni una mierda de lo que pasaba en la película por la presencia de su esposo, y aunque fuese estúpido verlo con la vista fija en la pantalla e ignorando a Oliver, igual era una de sus maneras para reflejar su estado furioso.


Al no obtener una respuesta, Oliver se sentó en el sillón para crear cercanía, buscando llamar la atención del chiquillo. Nico tampoco reaccionó ante eso.


—Cuando miré el reloj ya era demasiado tarde —sacó, mirando a Nicolás, disculpándose —. Debimos ir juntos.


—Dominik está enfermo —atacó el pelirrojo, entornando los ojos y sin dejar de ver la televisión.


—Pudimos haberlo cubierto bien.


—Está enfermo —persistió.


—Mi teléfono tampoco tenía señal para llamarte —prosiguió.


Nicolás resopló.


—No sólo existe tu celular, pudiste hablar de otro.


—Ningún otro celular tenía señal  —comentó, tratando de ganarse nuevamente a Nico.


—Entonces no hubieras ido.


—Debía ir, debo estar ahí para todos ellos.


—Y también deberías estar para tu familia. ¿No? Pero no. No estuviste aquí.


—Te pedí que fuéramos juntos.


—Dominik está enfermo —volvió a reiterar, esta vez viendo a Oliver a los ojos.


—No lo sobreprotejas. Pudimos haberlo abrigado y llevado.


—¿Sobreproteger? Sólo no quiero que empeore.


Su voz había sonado tan destrozada, que el corazón de Oliver se aplanó toscamente, haciéndolo sentir muy mal.


—Lo siento, de acuerdo, no vi venir esto, no administré bien el tiempo ni nada, las circunstancias…


—Ok.


—Lo siento de verdad.


—Ok. —Dicho eso, agarró el control remoto, apagó la TV y se levantó para irse.


Oliver cerró los ojos, respirando hondo. Sabía que había hecho mal, pero no era para tanto, se suponía que Nico tenía que comprenderlo, además no era que quisiese no llegar, era que otra gente también lo necesitaba y el tiempo se le había ido rápido. Oliver hubiera dado mucho por pasar esa tarde con su familia, pero era de mala educación abandonar  a sus trabajadores en aquella fiesta y entrega de obsequios.


Por su parte, Nicolás sentía que Oliver tenía sus ocupaciones, pero lo que le molestó fue quedarse esperando con todo listo, y tal vez ya no estaba enojado con Oliver, pero sí con él mismo por ser tan egoísta. Oliver en todo caso se había disculpado y Nico no dudó en perdonarlo, pero tampoco era momento para decírselo. Se sentía un egoísta total, un tonto por enojarse de ese modo, pero no pudo controlarlo en el momento indicado. Eso sólo notificaba que al día siguiente estaría como nuevo, pero por esa noche no.


Y así pasó. Nicolás durmió por su cuenta, primero que Oliver y al día siguiente, al despertar, se encontró con él. Lo primero que hizo fue tallarse los ojos con los puños, para después extender una mano para llamarlo. Oliver fue hasta él y recibió un abrazo muy torpe, pero lleno de amor.


—Yo también lo siento, te amo —susurró en su oído, besándole después en los labios.  Oliver asintió, apretándolo con fuerzas.


—Eres un cabezota —murmuró, tocándole la cabeza con una mano y revolviéndole el cabello. Nico ronroneó, moviendo la cabeza de arriba abajo —. Me asusta cuando te enojas así, me tienes en suspenso cuando das a entender que jamás me vas a perdonar.


—Sólo he andado un poco raro estos días. Pero tú también eres un cabezota. Hoy vamos a pasarla juntos ¿sí? —Oliver dijo que sí, besándolo nuevamente y ya escuchando que los bebés se despertaban.


Esa mañana, Nicolás dejó a los niños con Yael, aprovechándose de que esos días ya lo tendría en casa. Se bañó rápidamente y buscó lo necesario en su closet, sacando algo sencillo para andar en casa: unos pans negros y una playera azul, en conjunto con unas pantuflas y una sudadera ligera de manga larga. Fue al tocador y comenzó a peinarse, esperando a que de ese modo su cabello se secara un poco. Buscó una de sus cremas humectantes y se la aplicó en la cara muy lentamente, viéndose cada facción del rostro, pero terminando por mirar hasta un pequeño calendario que estaba pegado en el espejo, fijando su vista en la fecha actual: 27 de diciembre. Recordando que ya pronto vendría año nuevo, sin embargo, recorrió cada número, hospedándose en el 8 de diciembre, fecha que estaba en rojo. Las fechas que estaban en rojo eran los días que marcaban el inicio de su menstruación. Pero algo estaba mal. Algo no coincidía, y era que recordaba no haber recibido el periodo el día 8. ¿Cómo se le pudo haber olvidado que debía reglar el 8 de diciembre? ¿Por qué no se había dado cuenta? Lo más seguro era porque en esas fechas estaba muy ocupado con los niños y con los planes navideños. Se sentía un tonto por haberlo olvidado. Se sentía un estúpido por no haber checado el calendario antes.


Con el corazón acelerado, agarró el pequeño calendario y lo miró bien, volteando la página y viendo que el 12 de noviembre sí había menstruado pues tenía una marca de que sí había llegado la regla. Luego se fue hasta el mes de diciembre y vio que no había marcado en el calendario que la regla le había llegado, y no lo había hecho porque simplemente no le llegó. Y ya era 27, lo que significaba que tenía 19 días de retraso. Con las manos temblorosas, dejó el calendario donde mismo, poniéndose a pensar en que su periodo era regular, siempre llegaba el día exacto, nunca se retrasaba…a menos que…estuviera embarazado. Pero no. No podía estar esperando un hijo, no podía…Sentía que se había cuidado lo suficiente, aunque lo cierto era que a la hora del sexo ya ni siquiera recordaba todo lo que hacía con el semen de Oliver. Pero no. Era imposible que de nuevo saliera embarazado. No. Apenas sus hijos cumplirían siete meses y era muy pronto. Además, Frank se lo prohibió, le pidió que no se embarazara de nuevo porque sería difícil por la cesárea y más porque era posible que volviera a tener un embarazo múltiple.


Incluso no había situaciones que apoyaran un embarazo. No tenía mareos, tampoco vómitos ni náuseas. Dormía lo normal…y comía mucho, pero era porque estaban en invierno y amaba comer mucho en invierno, simplemente durante el frío le daba más hambre, pero sólo eso. A lo mejor el calendario estaba equivocado, a lo mejor su vagina se alocó y no expulsó la sangre que debía haber expulsado. Quizá era una falla de su organismo, porque era imposible que estuviera esperando un hijo.


¿Estaba embarazado? Necesitaba descubrirlo cuanto antes.

Notas finales:

Nos leemos mañana ¿Qué es lo que está pasando aquí? D: jadhashdjas xD <3


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