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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Hola, quiero pedir primero una disculpa por no subir el fin de semana pasado. Lo que pasó fue que me desanimé un poco. Tuve un quiebre y bloqueo al darme cuenta que me equivoqué en pensar primero en ustedes y no en mí. Pensé en escribir para cumplir sus expectativas y no mis deseos.
Lo había dicho antes. Yo escribo para mí y no para ustedes. También agregué que no me importa si les gusta o no, con que a mí me guste está todo bien. Pero muchas personas me han dicho en mis redes y por medio de esta página que la historia es aburrida, que no ven el punto importante y que no comprenden el por qué de los personajes. Muchas personas se fueron. Muchas personas dejaron de leer por no lograr encontrar algo que les fuera atractivo.
Y aunque al principio no quería tomarme a pecho los comentarios y esas despedidas, cuando comencé a escribir este cap el sábado pasado, sí, justo este cap, tuve un bloqueo, incluso quería borrar todo lo que había puesto. Al final no lo hice y lo guardé. Hoy abrí de nuevo el documento y terminé el capítulo. Pensé muy bien y creo que hice mal en pensar en si les iba a gustar o no. Nunca me había pasado.
Quiero decir que la historia no cambiará, no adelantaré los hechos, tampoco eliminaré personajes ni personalidades, ni mucho menos ambiente. ¿La trama? Tampoco, esa trama es perfecta para el desarrollo de mi historia. Muchas personas piensan que yo escribo por escribir, pero están equivocadas. Cada historia tiene una parte de mí y en especial esta historia tiene un poco de todo lo que he aprendido en mis semestres de psicología. Un día alguien me dijo(en esta misma historia) que la psicología no servía y que era aburrida. Lo siento, pero la psicología está en todos lados, incluso en cada acto que hacemos. Y no lo digo porque me guste la psicología, lo digo porque la sociedad carece de esta rama y por eso es ignorante.
Siempre me ha gustado que mis historias dejen aprendizaje. Muchas personas se sintieron bien al leer mis puntos, muchas personas se han contactado conmigo para hablar de sus problemas, y ¿saben por qué? Por historias con este contenido. Aunque no lo crean, este contenido ha ayudado a muchas personas, no sólo a sentirse identificadas, sino a valorar más lo que tienen.
Pero antes de proseguir, quiero decir el contenido que he puesto en la primera temporada de esta historia que fue: drogadicción, matrimonio forzado, autoestima, lazos familiares, sexo a temprana edad, dependencia, nombramiento académico, los valores éticos, el estrés y muchos temas de sociedad como lo es la violencia, estereotipos etc.
Los contenidos que esta temporada tiene por ahora son: depresión (característica de posición fetal), estrés, sustitución a un objeto, maximización, minimización, bullyng (Aunque ustedes no lo crean, mi padre sufrió de bullyng en el trabajo, sí, con sus compañeros y la descripción de cómo molestaban a Nicolás, fue casi la misma con la que lo hacían con mi padre), actividades adaptativas, y más que nada: Motivación. Y todavía faltan muchos otros temas que se verán cuando la historia avance, porque incluso he trabajado mucho para narrar un embarazo coherente y con proyecciones psicológicas, porque ellos son hombres y no es fácil.
Estoy trabajando la motivación con Kelle. En mis otros semestres voy a tener práctica de motivación con gente adulta y adolescente. (Ya saben, muchos ancianos se sienten solos al igual que otro tipo de gente)
Quiero agregar que todos los asuntos que se tratan aquí, están en mis apuntes y libros. Nada es escrito a lo fácil. Ustedes pueden encontrarlo en libros si es que quieren saber si digo la verdad.
No les cuento todos los contenidos que hay en mi historia para presumir, ni para convencerlas de nada. No busco gozar de ello y que ustedes se enojen o se sientan heridas, o tal vez que piensen que soy una presumida. A mí no me gusta presumir. Soy demasiado honesta. Les conté todo esto para contestar a sus dudas nada más.
Y bueno, también quiero agregar que este cap lo escribí a mi gusto y quizá pueda verse lento, aburrido y sin sentido, pero es lo que quiero. Es un capítulo que me gustó y así haré con los próximos. En todo caso, si quieren retirarse después de leer esto, entonces adelante. No me importará si más gente se va, porque otra gente vendrá y aprovechará y se sentirá identificada. Pero es bueno admitir que hay pocas historias con este tipo de datos e incluso hay libros demasiado famosos que dan información inválida y que aún así siguen y aprecian.


Sin más para aclarar, gracias a las personas que sí les gusta y que siguen leyendo. Gracias por su apoyo y por sus buenas vibras. 


Sin extenderme más, les dejo el cap.

Capítulo 7

“Manos a la obra”

La astuta mirada de Kelle erizó los vellos de Oliver. Se suponía que platicarían, pero simplemente se miraban, preguntándose y maldiciendo en silencio. Kelle  maldecía sin justificación y Oliver por celos. Kelle por su parte dio un respingo, cansada de permanecer callada. Estaba inquieta y quería hablar como perico, más que nada para seguir escuchando la varonil voz de ese chulo. El marido de Nicolás era jodidamente ardiente y era inevitable ignorarlo todo el tiempo. Kelle podía entender a la pasiva en esos instantes. Ahora entendía cuánto sufría Nico por ver a su esposo y no tocarlo. Diablos, ese empresario era condenadamente sexy e inclusive más sexy que su difunto marido.  

—Así que…

Quiso comenzar una plática, pero se detuvo. Estaba segura que diría puras mierdas si abría la boca, así que permaneció así, esperando a que Oliver se animara a hablar. 

—¿Qué es de Nicolás? —Kelle sonrió con alegría. Oliver era directo y le gustaban las personas directas, porque un día no muy lejano tuvo problemas con un hombre que no podía hablar seriamente y sin pelos en la lengua. Kelle recordaba que aquella vez sufrió mucho por la intriga y estaba segura de que jamás querría encontrarse con un hombre que se la pasara dándole vueltas al asunto.

—¿Qué crees que soy de él? —Jugueteó un poco, haciendo changuitos por debajo de la mesa. Le encantaba hacer changuitos cuando deseaba que adivinaran la verdad. No obstante, una vez, Kelle leyó en internet que hacer changuitos traía mala suerte, y aunque lo había leído, quería desafiar a la mala suerte muchas veces; era divertido y además ya estaba acostumbrada a hacer changuitos diariamente, incluso  rogaba con changuitos para que la regla le llegara cada 28 días, pero luego recordaba que tenía menopausia y se le pasaba la angustia. 

—¿Algún pariente? ¿Algo así? —La ceja de Oliver se levantó. Kelle sonrió gustosa. Era un honor que la denominara como pariente del pecoso ya que éste estaba súper guapo.

—Soy su abuela —dijo muy segura. Biológicamente no lo era, pero se sentía como su abuela, además no tenía nietecitos y Nico parecía llenar todas sus expectativas.

—¿De verdad? —El empresario tragó saliva, moviendo de arriba abajo su manzana de adán. No tenía ni puta idea de que Nico conociera a más familiares y ¿los tenía? Eso era imposible.

Kelle frunció el ceño y  luego sonrió alegremente.

—No.

—¿Qué? ¿¡Está jugando conmigo!? —Guardando el debido respeto, se permitió alzar la voz. Oliver odiaba cuando le hacían bromitas y esa señora estaba demasiado tranquila haciéndoselas.

Pero la verdad era que Kelle ya se había arrepentido de haberse nombrado como la abuela de Nico. Estaba mal y aunque tuviera evidencia suficiente como para sentirse como su abuela, su voz interna le estaba hablando y pidiendo que de una vez por todas dijera la verdad.

—Por supuesto que no estoy jugando —se justificó, acunando su mejilla con una de sus pequeñas manos—. Es sólo que después de todo, siento como si la pasiva y yo fuéramos familia. Pero luego me sentí mal por adaptarme a una etiqueta que no me corresponde por el momento. Pero ni hablar, le preguntaré después, por el momento supongo que somos así como mejores amigos o esas mierdas. —Rodó los ojos para pensar un poco más, sólo un poco, pero decidió quedarse con esa respuesta. Sería un lío si decía cualquier otra cosa. 

Los grisáceos ojos de Oliver se entornaron varias veces, sintiéndose incapaz de poder comprenderla. La señora que tenía al frente era como una especie en peligro de extinción y eso le daba un poco de miedo, pero si Nico le hablaba era por algo, así que carraspeando, asintió con la cabeza.

—Entonces se acaban de conocer ¿Cierto?

—Síp.

—Sinceramente no sé qué decirle ni cómo hablarle —se sinceró el pelinegro, cruzándose de brazos —. Es una persona mayor y es sumamente extraña, tan extraña que…

—¿Mayor? —Kelle se alucinó. Para nada era mayor. De hecho sentía como si apenas cumpliera veinte años —. Sólo tengo 59 años, no soy tan mayor como los números dicen que soy —espetó algo ofendida.

Oliver tenía que disculparse inmediatamente, porque si no lo hacía, Kelle se arrepentiría por haber pensado en ayudarle con Nico.

—No quise decir que era vieja, es sólo que… —Quiso solucionar los daños hechos.

—He dicho que sólo tengo 59, tampoco es que tenga 60 para ser tan grande de edad. Además me siento como de veinte, ¿qué no has visto lo ágil que puedo llegar a ser? Ahora más que nunca siento que tengo mejor salud que los de treinta.

Por un breve instante, Oliver pensó que aquella mujer tenía problemas para comportarse de acuerdo  a su edad, pero cuando Kelle sonó sincera y alegre, se dio cuenta que esa extraña mujer no tenía problemas con su edad ni con fallos de autoestima que la hicieran comportarse más joven. Oliver envidió esa faceta. Él tenía 26 y no disfrutaba tanto como ella, y si se imaginaba con 59 años, podía jurar que sería un amargado que diariamente jugara cartas y sin nada bueno qué hacer. Incluso Salomón llevaba su vida muy cargada de preocupaciones.

Kelle no se preocupaba por nada y si lo hacía, aquella preocupación duraba cinco minutos. Kella no se estresaba y al parecer, esa era su poción de juventud. Oliver comprobó que era cierto que cuando se vivía feliz, incluso el cuerpo y la salud física se conservaban. Era impresionante poderlo ver tan detenidamente.

Oliver recordó su etapa de escuela y  comparaba aquellos momentos cuando se preocupaba mucho por una tarea o un examen y al final los resultados eran idénticos a como cuando no se preocupaba demasiado. Era tal y como cuando toda la tarde pasaba haciendo tareas para que al día siguiente la maestra no llegara. Y no preocuparse no significaba cero responsabilidades, al contrario, significaba llevar las cosas con calma.  Oliver sin lugar a dudas se sintió todo un bobo por siempre preocuparse de más. Quería ser igual de extraño que Kelle. Quería simplemente aprovechar la vida y no estar en conflicto con ella. Quizá si fuera como Kelle las cosas serían demasiado descolocadas, pero podía equilibrarlas. Tener la astucia de Kelle y la de una vida correcta o que parecía “correcta”. Sólo con bienestar y reglas para que nada saliera de control. Simplemente eso. 

—Te has quedado completamente en blanco —Kelle le echó aire con la mano, impactada por lo que veía. Cuando Yael volvió a la realidad, ella le regaló una sonrisa —. Pensé que te habías ido de este planeta, pero no te preocupes; te he traído de vuelta.

Una cálida sonrisa se dibujó en los labios del pelinegro.

—¿Entonces eres esposo de Nicolás? Con que sí, eh —canturreó, bebiéndose la última gota de jugo que quedaba en su vaso —. Hacen bonita pareja. Juntos o separados, ustedes hacen bonita pareja.

De un momento a otro, Yael soltó aire. Al menos aquella mujer sabía  sobre su estado civil.

—Gracias —Sonrió ampliamente—. ¿Usted es?

—Kelle —se apresuró a decir—. Kelle Müller.

 

—Oliver Yael Wolff Rudel —inclinó el rostro, sintiendo que Kelle le amansaba la cabeza.

—Como todo un lobo. —Ella lo felicitó, dándole dos últimas palmaditas en la cabeza —. Ya sabes… Wolff —gruñó, llevando nuevamente las manos hasta sus piernas.

Una risilla de la salió a Oliver, luego volvió a ser serio.

—Ahora entiendo por qué Nicolás está con usted, ¿lo está cuidando bien? —Con más confianza, preguntó. Kelle movió la cabeza de arriba abajo, diciendo que sí —. ¿Se ha portado bien con usted, verdad?

Ella volvió a asentar con la cabeza, agregando:

—Él siempre se ha portado bien, incluso hemos compartido cosas muy íntimas —aclaró, recordando los vibradores y las películas pornográficas, además de todos los secretos. Pero Oliver no debía saber. Eso era asunto de ellos dos.

—¿Cosas íntimas?

—Los ralladores de queso no tienen nada que ver —se adelantó a decir, acordándose de aquello que había quedado descartado. Kelle estaba segura que Nico estaba teniendo el periodo anteriormente, pero aunque nadie le creyera, ella seguía sosteniéndolo —. Sólo cosas simples, como fechas de cumpleaños y detalles como su matrimonio —añadió, guardándose lo otro, que originalmente era lo más íntimo de la historia de la intimidad mundial.

—¿Entonces Nicolás habla sobre mí?

—Son cosas de dos, ¿no sabes? —Terció, negándose con la cabeza. Ella no debía decir nada. No era su asunto, pero estaba dispuesta a sacarle toda la información necesaria al grandote de enfrente —. Yo no soy quién para decir que Nicolás te ha extrañado demasiado y que incluso dice tu nombre cada vez que despierta en las mañanas —aseguró, dándose cuenta que por un breve descuido ya había echado a perder el “contrato de confidencialidad” Pero no pudo evitar recordar aquella vez que fue a despertar a Nico y que éste había gritado en alto el nombre de Oliver, y que segundos después comenzó a buscarlo por toda la cama.

—¿Entonces hace eso?

Kelle se golpeó la frente. Cerró la boca y levantó una mano para manifestar que estaba cerrándosela como un cierre. Oliver controló su emoción, dándose cuenta que Kelle era demasiado honesta  y que si la hacían hablar, diría muchas cosas extrañas y poco necesarias, pero que además de eso, diría todas las cosas que a Oliver le interesaban.

—¿No va a hablar? —Oliver la tentó, sin embargo, Kelle se negó y se cubrió la boca con la mano, pero luego se arrepintió al recordar que necesitaba aclarar algo importante, así que se descubrió la boca y musitó abruptamente:

—Y no me llames de usted, hermoso Wolff. —Luego volvió a permanecer callada.

Oliver se recargó en su asiento, apretando los labios. ¿Kelle estaba loca? Obviamente tenía que decirle sobre Nico, si para eso la había invitado a desayunar. 

—No llevamos mucho de casados  —Tuteándola, comenzó a contarle—. Nos separamos por sentimientos distorsionados. Yo comencé a necesitarlo de  una manera enferma y Nicolás comenzó a aferrarse a mí como si yo fuera lo único en su mundo. ¿Sabes? No todo es de dos. Yo tengo mi trabajo y él tiene mucha vida por delante. Él solamente tiene 16 y no ha vivido lo que corresponde a su edad, Nicolás ha cargado con mucho resentimiento. Y yo ya no quería que él se cerrara y se conformara conmigo. No es que no tenga la confianza para hacerlo feliz, es sólo que…

—Sólo quieres que cumpla sus sueños y que sea independiente —concluyó ella.

Oliver abrió mucho los ojos y asintió. Kelle se había destapado la boca para poder ayudarlo a terminar y eso no se lo esperaba.

—Nicolás me contó algo así. —Sonrió—. Y pienso que hiciste lo correcto ¿sabes por qué? Él ahora está aprendiendo Ballet y practicando yoga. Él sale con amigos, se divierte y parece estar aprovechando la convivencia con su padre. Él confesó que cuando se casaron no había tenido ese tipo de tiempo para poder disfrutar de sus habilidades. Siempre se necesita un tiempo para sí mismo, Oliver. Así que no te sientas como si le hicieras la vida miserable. Yo ya aporté un granito de arena y mientras tú no estés, yo prometo guiarlo. 

Un espeso silencio se sintió segundos después de lo dicho. Oliver curveó los labios en una tímida sonrisa. Aunque no lo dijera abiertamente, él necesitaba que Kelle le dijera algo así.

—Necesitan al menos hablar, los dos están haciendo un buen trabajo estando separados. Creo que se merecen un respiro y al menos un beso o un abrazo —agregó, achinando los ojos apenas vio un mosquito. Odiaba los mosquitos.

El pelinegro atinó a verla peleando con el mosquito o como diría ella: corriéndolo amablemente de la mesa. Pero tenía razón. Joder. Vaya que sí tenía razón. Era momento para que se vieran y el conflicto estaba en si Nicolás se sentiría bien con ello.

Aquella mañana Kelle no le prometió nada acerca de convencer a Nicolás, pero lo que sí dijo solemnemente fue que no podía verlos tan distanciados. Y no hablaron de más situaciones porque Kelle quería ir a recoger a Nicolás y ya pronto sería hora de que las clases terminaran.

Oliver se ofreció a llevarla, pensando que quizá así vería a Nico al menos de lejos. Cuando apenas llegaron, Kelle se bajó y cuando apenas estuvo  a punto de entrar, dos policías la interrumpieron. Oliver divisó bien.

—Se lo merecían eso es todo —espetó la ojiverde, planchándose la ropa y alegando un poco más con los oficiales. 

Sin dudarlo, Oliver recordó que Kelle estaba discutiendo con unas mujeres. Así que mejor se apresuró a salir del vehículo y hablar por ella.

—Tenemos que llevarla con nosotros. Ha golpeado a varias mujeres justo aquí y tenemos que trabajar legalmente en ello, porque ha sido denunciada —Y de pronto las mujeres que recién obtuvieron su merecido salieron a ver el dato, riéndose por lo bajo por haber llamado a la policía.

—Son unas malditas hijas de puta —sentenció Kelle, frunciendo el ceño—. Ya están demasiado grandecitas como para no defenderse solas, simplemente tienen que llamar a estos caras de gorilas para poder verme derrotada —prosiguió con mucha seriedad —. Deberían tener su merecido por ser unas infantiles creadoras de bullyng.

—No te preocupes, acabo de llamar a alguien para que se haga cargo de ti —Oliver le susurró al oído, calmándola. Kelle asintió. Igual le valía una mierda si se la llevaban presa o no, ella estaría con calma por haber hecho justicia antes, sólo esperaría que nuevamente la justicia yaciera en su problema actual. 

—Uy sí, y así tendrás justificación para acompañar a Nicolás a su casa y contarle sobre lo que acaba de pasar —canturreó ella, dándole ánimos a Yael, aunque a decir verdad ella era la que necesitaba más. Pero se veía relajada y eso era de alagar, nadie se miraba tan normal cuando era llevada con la policía.

Entonces Kelle se fue en la patrulla, dejando a Oliver preocupado, sin embargo cuando la vio platicar cómodamente con los policías, se relajó. Incluso ella podía tener todo bajo control. Joder, de hecho ya hasta se había llevado bien con los gorilas… 

Pero cuando Oliver respiró profundo se percató de que estaba afuera del lugar donde se encontraba Nicolás, que ya varias mujeres habían salido y que próximamente el pelirrojo estaría ahí.  Echó una mirada global a  su traje y esperó ahí, recordando que Nico tenía auto y que si no actuaba rápido se le escaparía  y perdería su oportunidad.  

Ya bien preparado para lo que viniera, Oliver dio la media vuelta y miró directo a la puerta. Cuando apenas observó por un instante, lo vio. Nico se dirigía hacia la salida y eso significaba que también hacia él. Como siempre, la ropa del pequeño era ceñida y de Lycra, ciertamente a la moda.

—Te llevaré  a casa —soltó con facilidad.

Nico ladeó la cara y bajó la vista, tratando de pensar en lo que contestaría. Su corazón palpitaba altamente y estaba seguro que si seguía ahí se le saldría del pecho.

Se negó,  siguiendo su camino.

—He dicho que te llevaré a casa —declaró, deteniéndolo con su ronca voz.

Con calma, Nico se volvió hasta él, sonrió y levantó las llaves de su coche. Era algo estúpido, pero fue lo único que se le ocurrió.

—Sé que tienes auto, pero tengo que hablar sobre lo que ocurrió con Kelle.

Los ojos de Nicolás se abrieron, pero logró mirar de soslayo algo que no fuera el rostro de Oliver. Sentía celos. Sentía horrible. Era como si Oliver sólo quisiera hablar sobre Kelle y no sobre lo propio. Nico sabía que Kelle no tenía la culpa, pero era muy triste para él que su esposo se apareciera y quisiera hablar sobre ella.

—Bien. —Sin todavía mirarlo a los ojos, se quedó ahí, esperando a que el mayor dijera algo.

Y era estúpido. Era bastante patético no hablarse y no mirarse, fingiendo que no pasaba nada porque sí pasaba. Se querían y ni siquiera se sentían cómodos estando el uno con el otro. ¿Dónde había quedado toda la confianza que habían sembrado anteriormente? A Nicolás le costó demasiado acostumbrarse a Oliver en sus primeros días de casado y ahora era similar. 

Más sin embargo, Oliver se cansó de la supuesta paciencia que le tenía. Él no estaba de acuerdo con lo que pasaba. Así que como era de suponerse, tomó la iniciativa. Sujetó la mano del chiquillo y la apretó, jalándolo hasta abrirle la puerta de la Audi. Aquellos nanosegundos fueron suficiente para que Nicolás reaccionara. Esa actitud era la de Oliver cuando estaba molesto y lo sabía porque así se comportaba desde que lo conoció. En aquellos instantes recordó sus primeras citas y se sintió bien con ello, al menos Oliver tomaba la iniciativa como esposo que era.

Era agradable ver que Oliver no había cambiado y que todavía guardaba su carácter fuerte. Nico amaba su carácter y verlo ejercerlo en esos momentos lo doblegó, quitándole poco a poco lo infantil que era.

—Dame las llaves —ordenó, terminando de abrocharle el cinturón de seguridad. Nico se las entregó —. Mandaré a alguien por tu carro y te lo llevará a casa después. Y no me mires como si fuera un extraño porque no lo soy —espetó, echándole una mirada dura y frustrada.  

Ya en marcha, Oliver rodó los ojos para ver al pelirrojo. Éste estaba callado y acobardado, igual como la primera vez que lo conoció.

—Odio cuando te haces el desentendido y quieres siempre salirte con la tuya. Así que cámbialo, no quiero que pongas esa estúpida cara de enfermo cada vez que nos veamos. No te aguantaré eso de nuevo, ¿estamos de acuerdo? —Presionó la mano en el volante, esperando una respuesta, pero antes añadió: —No te olvides que eres mi esposo y que me perteneces por completo. En cualquier momento querré que cumplas con tu papel de casado.

Nico expuso una sonrisa amarga.

—Y lo dice la persona menos indicada. Después de correrme de tu vida quieres que todo vuelva a ser como antes, pero no quiero. Lo de nosotros ya no va a funcionar, Oliver. ¿Qué parte no entiendes de eso? 

Mentía. Oliver sabía que mentía. Lo hacía porque Nicolás le contaba todo a Kelle y ella le confirmó que Noah deseaba regresar con él. Aun así, el comportamiento de Nico era aceptable. Él no estaba preparado para hablar con la verdad; estaba dolido y se protegía, temiendo que si accedía, todo podía destruirse después. Porque aunque Nicolás anhelara regresar con Oliver, no podía por miedo. Temor a volverse a equivocar y que Oliver le pidiera tiempo nuevamente. No quería pasar por lo mismo. 

Una sonrisa de suficiencia de pintó en el rostro del pelinegro. Bien. Si Nicolás quería jugar entonces Oliver también jugaría. Wolff Rudel cambiaría la táctica y voltearía los papeles inmediatamente, cortando en seco lo que Nicolás había dicho.

—No quiero que vuelva a ser como antes, piensas demasiado. No me interesa volver contigo, no me interesan las personas infantiles como tú —musitó, deteniéndose en un rojo. Nico se quedó estático, percibiendo cómo su corazón dejaba de latir. Por un crítico momento se preguntó internamente qué era lo que había pasado con todo el amor que Oliver le confesaba a cada segundo. ¿Dónde estaba? Ahora no había nada de eso y se sintió herido. Todo el tiempo se comportó como una víctima e incluso presumía que Oliver moría de amor por él, pero ahora era lo opuesto. Ahora el perdidamente enamorado era el pelirrojo mientras que Oliver tomaba el papel de víctima inmediatamente.

—¿Qué es lo que pasa con Kelle? —Masculló, cambiando de tema y buscando calmar su angustia. Su inconsciente le pedía a gritos hacer algo para recuperar a Oliver, inclusive lo hacía agitarse y sudar. No podía soportar lo que había escuchado. Oliver tenía que amarlo, debía hacerlo… porque Nico lo amaba con todo su corazón y no quería que todo se destruyera.

—Esta mañana ella se involucró en una riña en vía pública. Las supuestas víctimas llamaron a la policía, entonces la detuvieron justo hace unos momentos. Ella está bien y su proceso será rápido, mandé a un colega para que viera el caso, para que la apoyara y así llegaran a buenos términos —contó, notando que Nico estaba hasta el tope de preocupación —. Ella está bien.

—Mierda, Kelle siempre se mete en problemas —murmuró, hilando los datos. Durante sus clases no fue molestado por sus compañeras, las alcanzó a ver ansiosas y algo moreteadas, y ahora Kelle estaba con la policía. Eso sólo tenía una explicación: Kelle las había golpeado, haciendo justicia con su propia mano para que dejaran de hacerle bullyng —. Oh joder —gritó de repente, sintiéndose culpable.

El mayor lo observó confundido, pero no preguntó nada, sólo calló.

Pero… pero…

—¿Cómo es que la conoces? ¿Cómo sabes todo esto?  —Nico se alzó de hombros, resoplando en alto.

—¿No puedo conocerla? —Levantó una ceja, mostrando ironía—. Son asuntos privados —complementó, diciéndole de manera cortés que no le diría absolutamente nada.

Y aunque Nicolás quería usar su posición de casado para obligarlo a contarle, prefirió no hacerlo. No podía seguir sentado junto a su esposo, no podía soportarlo…

—Tengo que bajarme aquí. —Desabrochó su cinturón de repente y bajó antes de que Oliver pudiera impedirlo —. Gracias —murmuró y se fue corriendo, cruzando la avenida.

*¨¨*¨¨*

 

Después de ciertas horas llegó a casa, encontrándose con Kelle sentada en la banqueta. La mujer se alistó a pararse y lo recibió.

—Tardaste mucho —articuló, rascándose nerviosamente la cabeza. Kelle imaginó que ellos se habían reconciliado e incluso algo más físico, pero al ver el gesto desanimado de Nico, se preocupó.  En todo caso, no le contaría lo que había platicado con Oliver.

—¿Estás bien? —La revisó con las manos, acariciándole la cara. Kelle asintió —. Ya descubrí que fuiste tú la que hizo justicia.

—¿Yo? Yo no hice nada. —Negó con la cabeza seriamente, ocultando la verdad. Quería que Nico nunca lo supiera y aunque fuera absurdo negarse cuando había evidencias de por medio, ella lo seguía haciendo. 

—Me preocupé por ti. —Suspiró mientras la abrazaba con cuidado, como si Kelle fuera a romperse, aunque lo cierto era que era bastante fuerte, inclusive más que Nico—. Gracias.

Dejó un dulce beso en su cabello y se separó, invitándola a pasar a su casa para contarle todo lo que había pasado con Oliver. Kelle no le comentó nada de lo que había platicado con Oliver, sólo le dijo que de repente se lo encontró cuando los policías llegaron y que le había ayudado. Durante horas hablaron de los sentimientos de Nicolás y de lo que ahora sucedía.

—Ha dejado de amarme, me lo dijo hoy, y se veía bastante serio —balbuceó, acostado  boca abajo en el piso.

Kelle asumió que Oliver había cambiado de técnica, pero Nico como siempre, no se dio cuenta.

—Entonces sedúcelo…conquístalo de nuevo.                 

—Yo no puedo hacer eso.

—Sí puedes —dejó en claro, levantando ambas manos y apuntándolo picaronamente —. Pero necesitas actuar rápido para tener buenos resultados. Enséñale que eres jodidamente sexy y pídele lo que te corresponder como esposo que eres. Haz que te cumpla.

—Pero Kelle, él me dijo infantil…

—Pero nada. Demuéstrale que has crecido y que eres independiente y responsable de tus actos. Es ahora o nunca, tienes que exhibir lo mucho que has madurado. Debes poner en práctica todo lo que has estado cambiando en ti, y no importa si te equivocas, sólo vuelve a intentarlo. Consigue por tus propios méritos a Oliver, conquístalo y logra que se enamore de ti cada vez que te vea. No debes tener miedo y tampoco importa si tienes miedo ahora, confía en ti y en lo que sientes por él. Oliver te pidió que lucharas por tus sueños ¿no es así? Entonces lucha por ellos, arriésgate y gana. Yo te ayudaré a que sigas adelante —enfatizó la última parte, sonriendo ampliamente —. El que no arriesga no gana, Nicolás. Y no tienes que preocuparte por el futuro, sólo asegúrate de vivir satisfactoriamente el presente, ya que el aquí y él ahora es para amoldar y aprender de la vida. No te adelantes, no camines dos pasos en vez de uno, eres joven y tienes derecho a equivocarte, pero también tienes derecho a enmendarlo.  

Un extraño sentimiento subió hasta la garganta del pelirrojo y ardía. Ardía tanto que inclusive éste apretaba la mandíbula para impedir que las lágrimas salieran disparadas. Todo lo que había dicho Kelle era cierto. ¿Para qué se preocupaba demasiado por el futuro y por volverse a equivocar? No era momento para pensar en eso, ahora sólo tenía que experimentar y disfrutar el presente, arriesgándose y llevando todo con calma. Tenía que salir adelante y luchar por lo que deseaba. Era momento de volver a empezar y estaba listo.

Su amor propio logró expandirse por todos sus poros, llenándolo de confianza en sí mismo y en lo guapo que era. Era hora de demostrarle a Oliver que de infantil no tenía ni un pelo. Era hora de salir a la calle y ofrecer a la gente todos sus logros y satisfacciones con una simple sonrisa.

Nicolás por fin lo entendió. Y no descansaría hasta lograr sus propósitos. Mañana mismo comenzaría a poner manos a la obra para que Oliver volviera a enamorarse de él, sin saber que éste nunca dejó de amarlo;  simplemente ese era el empujón que necesitaba para salir de la burbuja.

 


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